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2Fast, 2Beautiful por urumelii

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Notas del capitulo:

Ya regresé!!!!! perdón por la tardanza pero ya estamos de vuelta con un capitulo cardiaco XD 

 

bueno que espero les resuelva dudas

 

recuerden que tambien estoy en wattpad :D 

Kyo

 

Llegué después de las tres de la tarde a casa, por fin había terminado de aplicar todos los exámenes a mis alumnos de preparatoria. Enseñaba matemáticas en dos escuelas preparatoria de la zona, lo hacía por el puro placer de enseñar, quién iba a pensar que podía ser tan bueno lidiando con adolescentes. Tal vez era que me preocupaba, mucho más de lo que cualquier profesor en mis épocas de estudiante. Quería evitar que alguno de mis alumnos pasara por lo que yo pasé y estaba bastante enfocado en lograrlo. 

 

Me había graduado de la universidad de la facultad de Ingeniería, aunque nunca había ejercido, no lo necesité. Mis padres me regalaron la enorme casa en la que vivía y dado que teníamos más dinero del que podíamos gastar y seguíamos generando; mi abuelo era parte de la industria de los bancos, ni siquiera teníamos que trabajar, el dinero se producía solo. Así que me dedicaba a trabajar por un sueldo muy bajo, pero me gustaba pensar que tal vez, podía cambiar la vida de algún chiquillo ingenuo. 

 

El único problema era que tenía que usar camisa para dar clase, la cual me saqué en cuanto llegué quedando solo en camiseta de tirantes y pantalón de vestir. Fui a la cocina, pensando que pronto comenzarían las vacaciones y tendría dos largos meses sin algo qué hacer, contemplé la idea de irme de viaje mientras tomaba un vaso con agua. Tenía mucho tiempo sin salir y la última vez que había salido, había sido en compañía de todos; tal vez necesitaba un viaje por el mundo, yo solo. No me podía hacer más daño. 

 

En eso estaba cuando el timbre de la puerta sonó en la casa, había reducido el número de personas que me ayudaban con le aseo en la casa, y aquel día me encontraba solo. Takanori se había ido con Nao a buscar un departamento para vivir. Si bien me sorprendió la declaración de la pareja, sabía que había algo que mi hermano menor no me estaba diciendo; no había dicho nada de los gritos que había proferido entre sueños la noche anterior. Pensé que me contaría, sin embargo, se dedicó a desviar el tema y cuando quise hablar de ello, ya era hora de irme a la escuela. 

 

Abrí la puerta sin tener idea quién podía estar visitándome a esas horas, seguramente sería un vendedor de puerta a puerta o algún vecino. Sin embargo, me topé con unos enormes lentes oscuros y detrás de estos se encontraba Hiroto con un blu ray en la mano. No pude evitar sonreír al instante, ese chico tenía poderes sobrenaturales en mi, como sacar sentimientos o expresiones que no me atrevía a mostrar frente a nadie más con naturalidad. 

 

—¿Qué haces aquí? —le pregunté aún sonriendo y recargado en el marco de la puerta. 

 

Hiroto bajó sus lentes a la punta de su nariz, chasqueó la lengua y me mostró la caja de la película. 

 

—Decidí adelantar la cita de esta semana —sonrió con suficiencia. 

Me perdí en esa sonrisa por unos segundos, había muchos grupos de fans de Hiroto, debía admitirlo, me había metido a ver sus videos y los comentarios que la gente decía de él, incluso me había pasado horas en un foro leyendo cada una de las opiniones de chicas adolescentes que debatían acerca de su mejor foto, su mejor look o su mejor expresión, y lo que hacía particularmente hermosa la sonrisa que ahora adornaba su rostro, era que no existía nadie que la conociera. Esa sonrisa era mía. 

 

—Debemos celebrar tu última día de exámenes —dijo abriéndose paso a la casa, haciéndome a un lado y entrando directo a la sala. 

 

Un día a la semana, desde su segundo año de preparatoria nos veíamos para ver películas en mi casa, donde más que ver la película nos la pasabamos hablando de nuestra semana, trabajo, miedos y alegrías. Durante ese tiempo fue que terminé por enamorarme perdidamente de él, no solo por el tiempo que pasábamos juntos. Hiroto era la única persona que comenzó a escucharme sin prejuicios, era con la única que podía ser honesto y decir las cosas que sentía. Me costó mucho trabajo abrirme de tal forma con Kai y posteriormente con Reita y los demás. Sin embargo, él había sido el primero. El primero en regalarme momentos íntimos con solo una mirada, en preocuparse y decirme te quiero al oído. No en un modo romántico, como amigos, pero lo había hecho. 

 

Cada semana, sin importar qué, nos reuníamos, incluso cuando se había ido de gira, se dio el tiempo de hablarme por videollamada y ver la película cada quien en su pantalla. Simplemente yo no concebía mi vida sin Hiroto, tal vez por eso me daba tanto miedo decirle la verdad, declarar que estaba enamorado de él, tenía tanto miedo de perderlo. La única relación ligeramente estable en mi vida. 

 

—¿De nuevo? —pregunté al acercarme a la sala y ver los créditos de Volver al Futuro desplegarse en la pantalla.

 

—Déjame, es la mejor —contestó quitándose los lentes y aventándolos sobre la mesa de centro—. Mejor pide de comer, anda.  

 

Suspiré. 

 

—¿Qué quieres? —pregunté sacando el celular. 

 

—Lo que sea que tenga muchos carbohidratos, si como otra lechuga con zanahoria voy a matar a alguien —se sentó en el sillón haciendo señas para que lo acompañara. 

 

Me senté a su lado, de inmediato tomó mi brazo izquierdo, lo alzó y pasó debajo de este para acurrucarse en mi pecho. Un gesto que hacía siempre. 

 

—Ya te dije que estás bien así, sin dieta —le dije mirando el teléfono con la mano derecha y con la izquierda acariciando ligeramente su brazo. 

 

—Lo dices porque me quieres —hizo un puchero. 

 

“Te amo.” pensé, aunque solo me limité a sonreír. 

 

—Todos piensan que es muy divertido ser famoso, hasta que tienes a cinco ejecutivos gritando por tu aspecto —suspiró perdiéndose ligeramente en mi pecho, el olor de su cabello inundando mis sentidos. 

 

—Te prometo que eres perfecto así —le aseguré. 

 

—Dile eso al espejo. 

 

—Te lo digo a ti —le levanté ligeramente el rostro, estábamos a centímetros. No era la primera vez, teníamos esa clase de contacto siempre. 

 

Sentí sus labios sobre mi mejilla, un contacto apenas imperceptible—. Que me falte todo en esta vida, menos tú —dijo volviéndose a acomodar. 

 

A veces odiaba que dijera cosas como esas, a veces sentía que Hiroto me correspondía y me molestaba tener que ser yo mismo quien tuviera que poner los pies en la tierra al recordar que a pesar de sus atenciones, Hiroto me veía como su mejor amigo y nada más. Lo había comprado aquel día en que su novela debutó, cuando lo había escuchado hablar con su representante hablar de mi, al parecer el hombre estaba muy preocupado por nuestra relación y Hiroto le había asegurado que no había nada, que solo eramos amigos y nada cambiaría eso. 

 

Sí, mi corazón se había roto en mil pedazos en ese momento, podía recordar el dolor en el pecho que aquello me había producido, los dolores de cabeza por las resacas después de haber ido a beber durante tres semanas seguidas. No fui capaz de sacarlo de mi vida, aunque sabía que debía ser lo más sano, simplemente el chico estaba tan metido en mi alma que prefería ser su amigo a no tenerlo del todo. 

 

Estaba en el proceso de ordenar hamburguesa ocn muchas papas fritas, cuando el teléfono comenzó a vibrar en mi mano, el nombre de Kai desplegado en la pantalla. Hiroto también parecía sorprendido, sin embargo, de igual forma su celular comenzó a sonar, le había entrado una llamada de Saga. Lo que sea que estuviera pasando, no sería nada bueno. 

 

—¿Kai? —pregunté al contestar. 

 

—Es un maldito desastre —fue lo que dijo—. El departamento, se incendió. 

 

Me giré a Hiroto quien parecía igual de sorprendido que yo, Saga le estaba dando la misma noticia. 

 

—Vamos para allá —dije rápidamente. 

 

Nos subimos a mi Lexus LFA, un pequeño lujo que me había dado aun si n o sacaba el máximo provecho a sus propiedades de auto deportivo; probablemente no aceleraba a mas de 200 km/h desde la vez del Corvette, solo que era un auto muy bonito y cuando supe que estaba a la venta, no pude evitarlo. 

 

El departamento de Suzuki no estaba muy lejos de mi casa, habíamos permanecido cerca uno de los otros, por esta cuestión ridícula de estar unidos, así que realmente tardamos muy poco en llegar, aunque pude haber acelerado un poco en el camino. Nada alarmante. 

 

El lugar estaba lleno de patrullas y enorme camión de bomberos, pensé que me encontraría con una gran explosión, llamas en todos lados o alguna de esas enormes catástrofes que pasaban en las series. Sin embargo, al llegar encontré a Kai junto a Reita hablando con lo que parecía ser un bombero, ambos parecían muy calmados, muy contrario a cómo sonaba Kai en el teléfono; aunque Reita se veía muy tenso. 

 

Sakito se acercó a nosotros, parecía más estresado incluso que los otros dos veía seguido de Saga quien llevaba una sudadera con la capucha puesta.

 

—¿Qué pasó? —pregunté en cuanto Sakito estuvo a mi lado. 

 

—Necesitamos ir a tu casa —fue todo lo que dijo. 

 

Lo miré sin entender, cuando Kai se me acercó estaba muy pálido y de repente veía el edificio que parecía intacto. 

 

—Al parecer el único departamento que se incendió fue el nuestro. Que alguien de nosotros fue tan estúpido como para dejar una vela cerca de las cortinas —explicó Kai con la mirada en Reita quien seguía hablando con el bombero. 

 

Alcé una ceja—. ¿Realmente fueron tan estúpidos? —no tenía sentido. 

 

Kai negó haciendo una mueca—. Tenemos que hablar —dijo en tono serio—. Aunque primero quisiera resolver, dónde nos vamos a quedar. Aparentemente el departamento fue pérdida total y muchas de nuestras se perdieron —suspiró. 

 

—Pueden quedarse conmigo y Takanori en lo que averiguan qué hacer —dije sin pensar. Kai asintió calladamente, probablemente ya lo había contemplado. 

 

Cinco minutos de tortuoso silencio después, Reita se reunió con nosotros con las manos en la cintura y luciendo realmente devastado. 

 

—Tendremos que esperar algunos días para que hagan el reporte oficial, pero nada indica que no haya sido un accidente por descuido —nos avisó. 

 

—Eso no fue un accidente —se apresuró a decir Sakito. 

 

Pude notar que tanto Saga, como yo lo mirábamos como si se hubiera vuelto loco.  Hiroto, por su cuenta veía fijamente hacia delante distraído por completo de la conversación, finalmente alzó el brazo hacia donde estaba el edificio. 

 

—¿Alguien mas piensa que eso no está bien? —dijo ladeando la cabeza. 

 

Me giré a donde señalaba, ahí a un lado del edificio estaba una camioneta, la puerta de esta se encontraba abierta, dentro había un chico cuya expresión no alcanzaba a ver, estaba lo suficientemente lejos para no distinguir su rostro pero ver con claridad la lona que traía en las manos. 

 

“Adiós Gazette9 y Nightmare en grey”

 

Reita reaccionó con rapidez, después de todo era policía. SE lanzó a correr directo a la camioneta, esta cerró la puerta y arrancó sin dejar posibilidad a que alguno de nosotros pudiera reaccionar para alcanzarla.




—&—

 

Aoi

 

 

—Te amo Kouyou.

—Te amo Yuu.

Aceleré, frené fuertemente y subí el freno de mano, el carro patinó formando una curva exacta que hizo que el carro se colocara justo frente al Corolla que tuvo que frenar bruscamente para no darse de frente contra el Lancer. Estábamos en medio de la nada en la carretera, si algo nos pasaba tardarían horas en averiguarlo, aún así tomé aire y me preparé para bajar del auto. No tenía idea si nuestro plan iba a funcionar, aunque habíamos hablado de la posibilidad de que Die nos fuera a perseguir, la verdad no lo creí capaz. Hasta que salió del Corolla sonriendo ampliamente. 

Como había adivinado, del Audi que lo acompañaba, salieron otros dos matones. Sin duda estaba dispuesto a matarme ahí mismo y hacer quién sabe qué con mi hermano. Traté de contenerme , tenía ganas de romperle la cara ahí mismo, sin importarme que pasara después, cerré los puños mientras caminaba hacia Die. 

—Es tu fin, Shiroyama. Hagamos esto por las buenas y te prometo que te mataré rápido —advirtió. 

Repasé a sus acompañantes, cada uno portaba un arma. No había forma de que saliera de ahí ileso. Alcé la manos en señal de rendición. 

—Tu ganas, Die —dije tranquilamente, pude ver que lo descoloqué por completo. Estaba esperando que le diera batalla—. No hay manera de poder competir contra ti y dos matones. 

Die asintió dándome la razón—. Entonces, entrégame a Kouyou —señaló hacia el Lancer con la cabeza. 

—Kouyou está de acuerdo en irse contigo si es que ganas en última competencia —dije; esperando con toda mi alma que aceptara. Si no caía en mis provocaciones bien podría darme por muerto. 

Se cruzó de brazos sin creer del todo lo que acababa de escuchar—. Eso es tan típico de ti, Shiroyama. Estás a punto de morir y hasta eso lo quieres convertir en un reto. ¿Qué quieres? —preguntó. 

Por lo que Kouyou me había contado, Die tenía un serio complejo de inferioridad y lo único que quería demostrar era que era superior a nosotros, o que podía ganarme en mi propio juego. Aprovechando esto, lo reté esperando que ese complejo lo hiciera aceptar, que sus ganas de ser mejor que yo le jugaran en contra. Después de todo, jamás sería mejor que yo, pero podía intentarlo; si no ganaba de todas formas me mataría. Yo tenía las de perder. 

El juego era bastante sencillo, su Corolla contra mi Lancer. Ambos teníamos que acelerar, el uno frente al otro, el primero que se quitara del camino perdía. Aseguraba un choque de frente, seguro o la vergüenza de ser un cobarde. 

—Si te da miedo, está bien —le dije sonriendo. 

—No hay manera de que ganes. 

Me alcé de hombros. 

—Al menos moriré en mi auto —le guiñé el ojo. 

—Kouyou se queda con ellos —dijo Die señalando a los matones—. Para que no intentes nada raro. 

Había aceptado. 

Asentí y Kouyou bajó del auto, noté que temblaba de los pies a la cabeza aunque que trataba de mantenerse firme. No alzó la mirada una sola vez para ver a Die, simplemente camino al final del camino donde los otros dos se colocaron a su lado; Kouyou en la extrema derecha. Gracias a la hora, no había pasado ni un solo carro por la carretera, aún teníamos tiempo de hacer las cosas rápido. 

Me subí al Lancer sintiendo un golpe de adrenalina muy similar al que me llenaba cuando corría una carrera. Tenía que ser preciso, cualquier movimiento en falso podía ocasionar una tragedia. Eché el Lancer en reversa, dejando suficiente espacio para acelerar a una buena velocidad, a una velocidad mortal. Me detuve apretando el volante, uno de los matones que ahora se veía diminuto hizo la señal. Metí la velocidad y solté el embrague, metí segunda, tercera, escuché el motor rugir. Podría decir que duró horas aquel trayecto, la realidad es que fueron segundos. 

El Corolla no dudó ni un momento, estaba dispuesto a estrellarse contra mi, solo que no contaba con que mi intención jamás había sido chocar contra él, al menos no de frente. En una milésima de segundo, giré el volante hacia la derecha donde se encontraban los otros tres parados, os había dejado atrás por unos cuantos metros, pero en cuanto el Corolla le dio de lleno al Lancer, la inercia me sacó volando hacia ellos. 

Kouyou, quien ya sabía lo que iba a suceder se echó hacia delante, evitando el impacto apenas por unos metros, me llevé de lleno a los dos matones, moviendo el volante con fuerza para hacer que el Lancer sufriera los menos daños posibles y yo mismo saliera lesionado. Todo terminó en menos de un minuto. 

Bajé esperando que hubiera resultado, en ningún momento había metido cuarta, el golpe más fuerte lo había recibido el Corolla. Me costó trabajo mantenerme en pie, tal vez me había lastimado, aunque no sentía dolor, solo un poco de tensión en los hombros. Kouyou se me acercó corriendo. Miré hacia donde estaba Die, quien estaba inconsciente frente al volante. Teníamos que actuar rápido. 

Kouyou abrió la puerta del Corolla, revisando a Die con desdén e incluso odio. Parecía que quería ser él quien verificara que la pesadilla había terminado. 

—No está respirando —dijo asqueado. 

Arrastré a uno de los matones al Lancer. No había duda que los había matado a los dos con la fuerza del impacto. 

—¿Estás bien? —le pregunté mientras forcejeaba. 

Asintió y comenzó a ayudarme. Con una fuerza que no supe de dónde sacamos, logramos meterlos a ambos en mi auto. Kouyou fue quien tomó las llaves del Audi, el cual había sido mera suerte. En el plan original habíamos contemplado caminar por la carretera, sin embargo, contar con un auto para transportarnos a Haneda, nos caía de maravilla. 

Abrí la tapa de la gasolina del Lancer, mientras Kouyou hacia lo mismo con el Corolla. Utilizamos una camisa rota para meterla en el tanque.

—¿Listo? —miré a Kouyou. Una cosa era hablar, otra cosa era realizar lo que teníamos pensado. 

Aún podíamos hablarle a la policía, argumentar defensa propia. Sin embargo, sabíamos la verdad, si regresábamos, jamás seríamos libres. Jamás podríamos vivir en paz, seguiríamos siendo hermanos y por lo tanto todo lo que sentíamos estaría mal. 

Kouyou miró fijamente el tanque y fue él quien encendió la camisa con el encendedor. Pocos segundos después hice lo mismo con el Lancer. No quería deshacerme de mi auto, me dolía el pecho de siquiera pensarlo, pero a veces para obtener lo que más quieres, se necesita un sacrificio. 

el poner la camiseta nos había dado minutos de ventaja, en los cuales corrimos hacia el Audi, como si todo fuera una película de acción, la explosión casi nos dejó sordos. Sin embargo, ninguno de los dos habló, ni dijo nada, mientras yo conducía como alma que lleva el diablo directo al aeropuerto de Haneda. 

Dejando a Yuu y Kouyou Shiroyama detrás. 

 

Shou me miró con los ojos  muy abiertos, sin poder creer la historia que le acababa de contar. 

—Que Die fuera con dos matones fue un golpe de suerte —dijo Kouyou recogiendo la mesa. 

Le habíamos contado la historia, de cómo habíamos huido. Una historia que no nos habíamos atrevido a contar durante ocho años. Habían sido muchas las ocasiones en las que lo habíamos hablado entre nosotros y aunque Kouyou había asistido a terapia, nunca lo había dicho en ninguna de sus consultas. Ese día matamos a tres personas para poder ser libres, no me arrepentía, sin embargo, no había muchas personas que pudieran entenderlo. Shou era de las pocas a las que aún después de tantos años, le confiaría mi vida.  

—¿Dónde estuvieron todo este tiempo? —preguntó el castaño rojizo. 

—Okinawa —contesté—. Tenía dinero ahorrado y pudimos establecernos los primeros meses. Pagar el cambio de identidad y la universidad de Kouyou. Conseguí trabajo en un hotel del que después me hice gerente. Hasta que me ofreció trabajo en Tokio; nos mudamos hace apenas unos meses —expliqué tratando de sonar tranquilo. 

—¿Por qué nunca nos buscaron? 

Iba a contestar cuando Kouyou gritó. 

—¿Qué pasa? —me aventuré a la cocina. 

—Mana —avisó dejándonos a Shou y a mi perplejos. Levantó la pantalla de su celular. 

“Adiós Gazette9 y Nightmare en grey”




Notas finales:

¿que les pareció?

me dejan un rvw despues de tantos años??

 

 


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