Dreams
***
— ¿Alguien podría despertar al joven Takashima?
La voz de mi odiosa profesora y las risas de todos mis compañeros me despertaron de mi imprevista e interrumpida siesta en medio de la clase de química.
Siento algo de pena por haber sido descubierto en tal embarazosa situación, pero soy consciente de que volverá a pasar, como ya ha pasado muchas veces antes.
Dirijo mi vista a la pizarra, pretendiendo prestar atención a la clase solo por educación, pero no tiene sentido. Mis somnolientos pensamientos decidieron ignorar todo a mi alrededor excepto por el reloj colgado en la pared. Observaba las delgadas agujas que avanzaban a un paso parsimonioso, casi como si se burlaran de mí. Me hacían recordar el hecho de que no tenía ganas de seguirle el ritmo a la aburrida clase, y si lo pensaba más profundamente, el hecho de que probablemente mi atención nunca podría estar profundamente enfocada en mis deberes escolares era innegable.
A cambio de eso, la mayoría del tiempo yo prefería soñar. A veces lo hacía despierto y otras veces lograba perderme a mi mismo en las profundidades del mundo de Morfeo.
Soñaba con lugares a los que quería visitar algún día; momentos que quería vivir. Y a veces, soñaba con personas.
Personas junto a las que me encantaría soñar.
Personas cuyos sueños más profundos o aventureros me gustaría compartir.
Sin darme cuenta, estando perdido entre mis pensamientos de nuevo, mi mente vuelve al presente cuando la clase finaliza y todos empiezan a recoger sus pertenencias.
Yo en cambio me tomo mi tiempo, y como obra del destino o simple coincidencia, mis ojos se encuentran con otro par. Sin dudarlo, decido saludar al dueño de tales oscuros pozos. A cambio, recibo su sonrisa y una pequeña palabra de saludo.
Desearía recibir más que solo eso.
Y otro pensamiento, una idea loca que no es la primera vez que se asoma en mi cabeza, aparece de nuevo.
A veces pareciera que la sonrisa de ese chico fuera solo para mí. Pareciera que solo mantiene una fachada con los demás, y que los pocos momentos en los que interactuamos son únicos para él.
Tanto como lo son para mí.
Ese pensamientos me hace sonreír ligeramente, pero hay una pequeña parte de mi cerebro que sabe y que me dice que no todo acaba allí; que hay más cosas acerca de él que yo ignoro. Mucho más de lo que mis alocadas ensoñaciones quieren aceptar.
Al pasar de los minutos de haber salido del aula, la realidad vuelve a presentarse ante mí, esta vez de una forma más cruel, para sacarme de mi fantasías.
Ahí en medio del pasillo está Yuu, con esa chica a la que está cortejando, al parecer. Ni siquiera le presto atención, o finjo que no lo hago, a lo que están haciendo. Mi vista tampoco se fija en esa chica con el mayor de los intereses, mi vista está fija en Yuu, en la expresión en su cara.
Para cualquiera, incluso para mí, esa es la expresión de alguien que se está divirtiendo con sus amigos. Un chico de escuela secundaria cualquiera, que lleva una vida tranquila y que no necesita nada más. Su mente muy alejada de los conflictos del resto del mundo o de la dureza y dificultad de la adultez, algo que no está interesado en experimentar hasta dentro de un par de años. No aún, es muy joven para ello.
Sin embargo, también puedo ver otras cosas.
Porque esa misma expresión me parecía mentira, una fachada.
Pero, ¿qué podría saber Takashima? Al fin y al cabo, yo solo era un chico a que le gustaba soñar demasiado. Y cuando se trataba de Yuu, no podía evitarlo.
Me podía considerar egoísta, porque quería que las sonrisas de Yuu fueran solo para mí; que las bromas tontas a la hora del almuerzo también lo fueran; que a la hora de separarnos después de clases, pudiera mirarle y decirle con la mirada que sin duda le vería mañana, y recibir de su parte un “claro que sí, Shima” para separar nuestros caminos después. No por mucho, sin embargo, porque más tarde seguro lo molestaría por medio de mensajes de texto, tal vez podría pedirle que me visitara en casa o visitarlo yo mismo en la suya.
Mi mente era como una rueda, e idea tras idea aparecían en ella. Desde tomar su mano mientras veíamos el cielo estrellado juntos, hasta quedarnos dormidos abrazados en la oscuridad. Ese tipo de ideas aparecían sin reparo en mí.
Yo quería significar todo para él. Ser para él lo mismo que él significa para mí, aunque estemos lejos. Yo quería llamar su atención, quería que me viera como si fuera una estrella. Quería brillar para él.
Ese hecho retumbaba en mi cabeza, y no tenía la menor idea de si debía sentirme asustado o no.
Tal vez rayaba más allá del puro egoísmo.
Al salir al patio principal de la escuela, pienso en refugiarme en la sombra de mi árbol favorito, y ver pasar las horas y personas desde allí. No considerando alguna otra opción, eso es lo que termino haciendo.
Al pasar los minutos, estos se convirtieron en horas y ocurrió lo ya no tan imprevisto; había caído rendido del sueño en ese lugar, refugiado bajo la sombra de ese árbol. Y de hecho, realmente no importaba, al menos no para mí, incluso cuando había perdido al menos las últimas dos horas de clases.
Pero ahí, en mi camino a la salida de la escuela le vuelvo a ver. Igual que no hace muchas horas: con sus amigos, haciendo bromas despreocupadamente. Tan perfecto, con una sonrisa en esos labios que yo deseaba fervientemente que hicieran juego con los míos.
Pero al verle caminar y dirigirse al lado opuesto al que yo iba, me di cuenta de algo.
La repentina realización de que un futuro como el que yo esperaba con Yuu, era casi imposible.
Pero Takashima era un soñador, y así seguiría siendo. No había ningún problema en seguir soñando con Yuu.
Porque al fin y al cabo, el resonar de su risa y su agudo tono de voz era suficiente para hacerme feliz. Y yo lo quería todo, sí, pero no tendría sentido si Yuu dejara de ser Yuu solo para que yo lo tuviera.
Con esos pensamientos en mi mente, me di vuelta y seguí mi camino.
Hasta que en un acto de reflejo, volteo al escuchar como alguien llama su nombre.
No se quién es, tampoco le presto atención a ese hecho. Lo único que importa es que al alzar la vista, la mirada de Yuu se conectó por segunda vez en el día con la mía.
Sin decir nada, porque no era necesario otro tipo de comunicación, él me sonríe.
¿Como podría yo no responder ese gesto con una sonrisa de mi parte? Sería grosero, un crimen no sonreír cuando estaba presenciando tal hermoso hecho.
Era como si me estuviera diciendo que mañana nos veríamos, y claro, estaba seguro de que así sería.
Me volteo y trato de que el intenso tono que mis mejillas deben tener, no se note mucho.
Algunos dirían que ese tipo de reacciones eran poco masculinas, extrañas y que yo no debería reaccionar así. Pero, ¿cómo podría yo evitarlo?
Para mí, su sonrisa era lo más importante. Era el único hecho de que al soñar con él, la melancolía que el anhelo me brindaba por no poder estar con él, no me ahogara.
Parpadeé un par de veces y seguí mi camino. Un pensamiento fijo en mi mente.
Pensaba en que quizá no era tan imposible estar con él, alcanzar a Yuu…
Pero mientras tanto, no era tan malo seguir soñando con él.