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El Dragón verde y el Monje dorado por Erzsebeth

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Notas del capitulo:

When terminas el Genyatta week del 2017 a tiempo para el de 2018 :'v pero aqui tienen. Espero les guste

 

Se encontraban en una de las partes más recónditas del planeta. Un país de medio oriente que había sido azotado por la guerra poco antes de que ellos llegaran.

Era una misión de ayuda humanitaria, por lo que no era de sorprender que Winston hubiera acudido a esos dos en primera instancia. Angela ya tenía experiencia por aquellos lares y Zenyatta estaba más que dispuesto a brindar su tiempo y apoyo, tanto físico como moral, a aquellos que más lo necesitaban.

Y claro, donde fuera Zenyatta, Genji no dudaría en acompañarlo. Más aún cuando el lugar a donde se dirigían era una zona de guerra.

Pero todo lo referente a su llegada había salido a pedir de boca. El campamento se había montado no muy lejos de la ciudad e incluso tuvieron tiempo de instalarse en sus respectivas secciones antes de empezar con las labores del día. Zenyatta había rechazado la cama que le había sido provista, alegando que no la necesitaba y lo mejor era ofrecérsela a alguno de los pacientes que en verdad la aprovechara. Genji sabía desde un principio que algo así ocurriría pues su pareja era esa clase de persona, pero no le preocupaba. Sabía que cuando llegara la noche, el momento de retirarse finalmente a descansar, terminaría convenciéndolo de que se acurrucara en su cama junto a él. Era un plan perfecto.

—Genji, ¿Puedes traer las cajas con los alimentos que están en la camioneta?

La voz de Angela lo saco de sus pensamientos. Asintió suavemente, dirigiéndose a cumplir con su encargo. La verdad, es que no estaba seguro del porque Winston lo había mandado a él a esa misión (aparte de lo irritante que se volvía cuando se quedaba en la base sin Zenyatta). Él no era médico, y hacía tiempo que había olvidado algunos de los cuidados básicos que se procuraban a un cuerpo humano. Así que lo mejor que podía hacer era obedecer ciegamente a Angela y fungir como guardaespaldas de los voluntarios en caso de que las cosas se tornaran violentas. No podía ser tan complicado, sobre todo cuando la guerra en aquel lugar había terminado.

Mientras cargaba las cajas empezó a notar los varios voluntarios a su alrededor. Tanto Omnics como humanos se reunieron en aquel lugar con el solo propósito de brindar ayuda, ninguna mano era rechazada en un momento tan trágico como este. No podía evitar sentir alivio por ello, un paso hacia un futuro prometedor.

Cuando llegó con su encomienda a la oficina improvisada de Angela, notó que su trabajo parecía ya haber empezado. Una mujer sentada frente a ella y en la puerta una fila de personas que habían sido enviadas con la médica. Genji dejó las cajas con un leve asentimiento y se preguntó dónde estaría Zenyatta. Lo habían asignado a otra parte del complejo, pero no había podido escuchar bien su ubicación exacta.

—Área de emergencias Genji. –Sin levantar la vista de las cajas cuyo contenido iba sacando y anotando, Angela respondió su pregunta—. Ahí se encuentra Zenyatta.

Genji agradeció que la máscara cubriera su rostro para que no se notara su sonrojo y le respondió con gratitud, dirigiéndose a buscar a su pareja. No podía ser tan difícil encontrar la susodicha área, solo tenía que preguntarle a los varios voluntarios que pasaban por ahí.

Después de vagar por lo que parecían interminables corredores, en el momento que creía haberse perdido del todo, una resplandeciente luz, casi segadora lo llamó hacia una de las cortinas que cubrían el área de quirófano. Quien fuera que estuviera ahí, había tenido la fortuna de experimentar la trascendencia de Zenyatta de primera mano.

Pero sabía  lo que eso significaba para Zenyatta. Cada que trascendía su energía era drenada por el iris, lo dejaba espiritual y físicamente agotado. Corrió hacia el quirófano, corriendo la cortina bruscamente. En la mesa, un niño no mayor a 7 años se encontraba ileso pero inconsciente. Eso no eliminaba las manchas de sangre que goteaban por los bordes de la camilla y cubrían las batas de los voluntarios. Zenyatta al lado de la camilla, apoyando sus brazos en uno de los postes con los que la lona sobre ellos estaba sostenida. Las luces en su frente empezaron a parpadear, encendiéndose lentamente hasta que finalmente volvió en sí mismo. Miró a la camilla, mientras sus hombros se relajaban al ver que las heridas del niño estaban cerradas completamente, pero sabiendo que aún no estaba fuera de peligro.

—Consigan 5 unidades de sangre O+ –uno de los médicos gritó apresurado, ignorando a Genji que seguía parado en su mismo sitio. Volteó la mirada a Zenyatta que se había reincorporado completamente—. No sé qué hayas hecho, pero le salvaste la vida. Gracias.

—Gracias a ustedes y su ardua labor. Yo solo estuve en el momento indicado en el lugar adecuado —Zenyatta respondió inclinando la cabeza, mirando a Genji de reojo—. Y si me disculpan he hecho lo que podía y ahora solo estorbaría a su trabajo. Que el Iris los guíe y los proteja —dicho esto salió del lugar, tomando a Genji del brazo y arrastrándole con él fuera de la tienda donde se encontraban.

—No puedes entrar así a una cirugía Genji, no sabes que daño podrías haber hecho. –hizo una pausa, en espera de alguna respuesta.

—Lo siento Zen –Genji bajó la mirada ligeramente avergonzado–, es solo que te estaba buscando y cuando te vi trascender pues bueno, pensé lo peor —levantó el rostro para encontrarse con el contrario, en busca de alguna respuesta de su parte.

Zenyatta soltó un suspiró e inclinó el rostro indicando su sonrisa. —Entiendo tu inquietud, pero puedes ver que estoy sano y salvo –se acercó a su rostro, dejando un pequeño choque de corriente pasar entre ambos, un beso–, tal vez un poco cansado pero es un precio pequeño que pagar por ver que ese pequeño se recupere, ¿No estás de acuerdo?

¿Cómo podría negarle algo así después de ver la situación? —Claro que lo estoy, solo pienso que a veces deberías cuidar mejor de ti mismo…

Estaban distraídos en su conversación que no notaron cuando un grupo de niños se acercó con prisa hacía ellos, el que parecía el mayor dirigiéndose inmediatamente a Zenyatta —Tú eras el omnic que estaba con el grupo que se llevó a Bamidele ¿¡Dónde está?! –el que parecía ser el mayor se acercó, aferrándose del pantalón de Zenyatta, mientras lo demás niños se ocultaban detrás de él. Genji observaba la situación, sin estar seguro de que hacer–. Se pondrá bien ¿Verdad? No puedo… Es mi culpa que saliera herido, no sé qué haría si algo le pasara.

El conflicto en el joven, los pensamientos negativos surgiendo en su interior eran demasiados como para que Zenyatta los ignorara. Se acercó para quedar frente a él. —Tu hermano está bien, pero ahora necesita descansar, al igual que ustedes. El doctor dirá cuándo podrán entrar a visitarlo, pero hasta entonces lo mejor es que se relajen, han recorrido un largo camino hasta aquí –empezó a girar su mala, separando uno de los orbes y acercándolo a él joven. — ¿Puedo? –el chico lo miró con duda, paseando la mirada entre él y Genji, pero asintiendo finalmente. El orbe de armonía fue transformando los pensamientos negativos hasta que el muchacho se mostró más relajado–. Bien, ahora ¿Cuál es tu nombre?

—Ahmed, soy el mayor y me encargo de cuidar a mis hermanitos. Estábamos en camino hacia este lugar, cuando una mina explotó cerca de Bamidele, algún animal debió activarla… no quiero ni pensar que hubiera ocurrido si él hubiera sido quien la pisara –se restregó los ojos con el antebrazo, claramente había estado llorando–. Le prometí a mis padres que yo cuidaría de ellos, pero ni eso pude hacer bien. Soy un fracaso cómo hermano mayor.

Genji sintió un escalofrío recorriendo su espalda. Solo era un muchacho y ya tenía el peso del mundo sobre sus hombros… no pudo evitar hacer la comparación obvia. Tuvo la necesidad de decir algo, consolarlo de algún modo, pero las palabras no salían de su boca. Pasó la vista al otro trío de niños que bostezaban y se aferraban al muchacho, preocupados, agotados y asustados.

—Genji –Zenyatta habló–, ¿Puedes traerles algo de beber? En la tienda hay suficientes suministros para todos. Aquí te esperaremos –las luces en su frente parpadearon ligeramente.

Genji asintió, dirigiéndose a cumplir con su encargo, no sin volver la mirada constantemente para asegurar la seguridad de su pareja.

Llegó a la carpa, donde decenas de personas se encontraban haciendo fila y distribuyendo las cosas. Pero el solo necesitaba unas botellas de agua para los niños… No podía dejarlos esperando tanto tiempo.

— ¡Genji! Me alegra ver que no te has perdido del todo, ¿encontraste a Zen?

— ¡Angela! Gracias a Dios –procedió a contarle lo ocurrido rápidamente y cómo ahora lo esperaban afuera–. Y sé que tú tienes permiso para tomar provisiones. Solo son unas botellas… son unos niños. ¿Por favor?

La doctora curvó los labios intentando sonreír, pero el cansancio en su rostro era visible y transformaba su expresión. —Está bien Genji, pero tal vez sería mejor que después los traigan a consulta. Si son unos niños que han venido de lejos, es nuestro deber el brindarles atención médica, comida y refugio correctamente. Confió en que Zenyatta comprenderá eso– Busco entre las cajas detrás de su mesa, sacando cuatro botellas de agua—. Esto debe ser suficiente por ahora, pero no olvides traerlos después ¿Entendido? –Después de asegurarse que Genji lo prometiera, le entrego las botellas y siguió en su tarea de atender a quienes iban llegando.

Genji, con su carga segura en sus manos, salió del lugar para no estorbar a los médicos y voluntarios que hacían su mayor esfuerzo. Se dirigió al último lugar en donde había dejado a Zenyatta y los niños y, cuando llegó, se topó con la escena más enternecedora que pudiera imaginar.

Zenyatta se encontraba en el medio del grupo, uno de los niños sentado sobre sus piernas mientras empezaba a levitar, ambos riéndose mientras los demás miraban asombrados con una sonrisa de oreja a oreja. Sus orbes giraban alrededor del grupo, soltando una suave melodía que complementaba la escena. El resto de los niños peleándose entre broma y broma por cuál de ellos subiría a levitar después. El mayor solo observaba a un lado, compartiendo la misma alegría que sus hermanitos… ¿Canto tiempo habría pasado desde que los veía reír así? Estando en una situación de guerra como en la que encontraba.

Dudó si interrumpir ese encantador retrato. Eran pocas las ocasiones en las que podía ver a Zenyatta actuando tan natural e infantil, de verlo rodeado de niños. Como deseaba poder capturar eternamente cada momento que transcurría frente a él, pero se recordó que los niños probablemente tendrían sed, así como la promesa que le había hecho a Angela. Sin más remedio, empezó a acercarse a la escena.

Un hombre se adelantó a su paso, corriendo hacia el grupo y deteniéndose enfrente del omnic. Saco un arma de entre sus ropas y rápidamente apunto hacia ellos, los niños huyendo rápidamente mientras el hombre tomaba al más cercano hacía él como rehén. Todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos y Genji se recriminó el distraerse y no reaccionar a tiempo. Si hacía algún movimiento ahora, pondría en riesgo al niño. Miró a su maestro, esperando alguna señal de cuando actuar pero solo logró captar el leve movimiento de su mano, una petición de que se tranquilizara.

— ¡Nadie se mueva! –El hombre con el arma empezó su discurso–. Ustedes, haciéndose los santos y viniendo después de que la masacre ha terminado –apunto el cañón hacia Zenyatta por un momento–. Trayendo a estas latas que fueron las causantes de que el mundo se fuera a la mierda. Solo buscan limpiar sus conciencias ¿No es así? Pero no lo permitiré, no dejare que se marchen de aquí sin recordarme, sin recordar nuestro sufrimiento.

—Tranquilo, no hay necesidad de esto –Zenyatta respondió a sus acusaciones, sin perder de vista al pequeño rehén y el arma–. Podemos hablar de esto como personas civilizadas, no hay necesidad de poner en riesgo a los inocentes. Puedo llevarte con los organizadores de ésta misión si eso deseas, pero deja al niño fuera de esto.

— ¿Personas civilizadas? Ni siquiera eres una persona –una carcajada acompaño su expresión–,  y no me interesa hablar con nadie, ya es muy tarde para ello. He aprendido que las acciones valen más que cualquier palabra. ¿Sabes que más aprendí? Que no existe tal cosa como los inocentes –apretó a su rehén contra su pecho, asegurándose de que lo protegiera–. ¿Quién nos garantiza que este niño no se volverá un asesino mañana? Nadie. Todos dicen ser inocentes, hasta que el momento de la verdad llega. Así como mi momento llegó. –Con un rápido movimiento, apunto el cañón a la cabeza del niño, apretando el gatillo.

—Siente la tranquilidad.

Zenyatta reaccionó casi instantáneamente, entrando en su estado de trascendencia. Genji supo que ese era el momento indicado. Se lanzó hacía el atacante aprovechando su reacción anonadada, quitándole el arma y noqueándolo. Estiró su mano hacía su espalda, pensando en tomar su katana y acabar con aquel hombre que se había atrevido a atacar a un grupo de niños, pero la voz de su maestro en su mente lo detuvo.

— ¿No crees que los niños han visto demasiada sangre para una vida? Esta es una misión de paz, lo mejor es entregarlo a las autoridades –Se acercó al niño que había corrido a ocultarse junto a sus hermanos, todo si dejar el estado de trascendencia– ¿Estas bien? No tienes ninguna herida ¿Cierto? –Tras asegurarse que el chico estaba a salvo, la herida causada por la bala habiendo cerrado al instante con ayuda del Iris, asintió. —Me alegro.

Las luces en su frente brillaron más intensas por un segundo para apagarse, indicando que su estado de trascendencia había terminado. Zenyatta se desplomó en el suelo en frente de los niños, oyendo los gritos de Genji mientras sentía su presencia a su lado antes de caer por completo en la inconciencia.

Despertó en una cama desconocida, la luz de la luna filtrándose por la entrada de la carpa donde estaba. Se incorporó de súbito, sentándose y analizando donde se encontraba.

—Ya despertaste Zen, que alivio. ¿Te sientes bien? –Genji se encontraba a su lado, sentado con las piernas cruzadas y observándolo con sumo cuidado–. Necesitas descansar más, aún no has terminado de recargar tu energía…

Zenyatta recordó donde estaba y más importante, lo que había ocurrido aquella tarde. Corrió un análisis de rutina en sus sistemas, como Genji le había hecho notar su energía aún no se encontraba al 100%, pero era más que suficiente para mantenerse despierto.

— ¿Cómo están los niños? ¿Y el atacante?

Genji suspiró, sabía que así era su maestro, preocupándose por los demás antes que de sí mismo.

—Ellos están bien. Los llevé con Angela para que los revisará y después fueron a comer. Les aseguré que te encontrabas a salvo, así que aceptaron quedarse en la carpa de refugiados con los demás –pausó un segundo, no queriendo ni pensar en su siguiente punto–. El hombre fue arrestado, se lo llevaron las autoridades locales. No sé qué habrá sido de él.

—Espero que esté bien. Me hubiera gustado tener más tiempo para conversar con él sobre sus argumentos.

—Zenyatta, acabas de trascender dos veces en cuestión de minutos, ¡Deberías estar preocupándote por recuperarte en vez de un pedazo de basura como ese! –Bajo el rostro, mirando su mano apoyada en la cama– Si hubiera actuado antes tal vez no habrías tenido que llegar a tanto, no te hubieras agotado así.

Zenyatta colocó su mano sobre la de Genji, esperando a que levantará la vista.

—Y aun así todo salió bien al final. Los niños están bien, yo estoy bien. No debes preocuparte por un “hubiera” –con su mano libre tomó su rostro– Lamento haberte preocupado Genji, sé que fue algo inconsciente de mi parte, pero es algo que no puedo evitar. Si hay algo que pueda hacer para ayudar a alguien, sabes que lo haré. Pero prometo que no seré tan descuidado a partir de ahora, ¿De acuerdo?

Genji asintió, recostando su rostro sobre la mano que Zenyatta le ofrecía y cerrando los ojos.

—Estoy seguro que tú también debes estar agotado tras este largo día, más cuando te esforzaste tanto por llenar las tareas que me correspondían… ¿No es así? Ven a descansar conmigo. La cama es algo pequeña, pero estoy seguro que podremos acomodarnos.

Genji no necesito que se lo dijera dos veces. Se subió del lado contrario de la cama, buscando como acomodarse sobre su costado, pasando su brazo sobre su amante. La noche era fría, por lo que el calor del procesador de Zenyatta le resultaba de lo más agradable.

—Por cierto, los niños quieren verte mañana. Les prometí que cuando despertaras podrían verte. Querían asegurarse que estuvieras bien, no pude decirles que no. Espero no tengas problemas con eso.

Zenyatta se abrazó del brazo que lo rodeaba. —Sabes que no tengo problema alguno. Será grato volverlos a ver y pasar el rato con ellos. Más si tengo a un asombroso cyborg-ninja a mi lado para presentarles.

—Ja, asombroso… –lanzó un bostezo–, parecías divertirte mucho Zen. Y ni que decir de los niños. Se veían tan adorables juntos.

— ¿Eso crees? Estoy seguro que tú te verías aún más lindo con niños a tu alrededor. No hay duda de que serás un buen padre algún día.

Soltó el comentario sin pensarlo demasiado. Las palabras llegaron a los oídos de un Genji adormilado, que apenas reaccionó sonriendo.

—Sí… padre… una familia…

Las luces de Zenyatta parpadearon a modo de sonrisa mientras veía a su amado entrar al reino de los sueños. La idea quedando en su mente. Una familia, Genji y él cuidando a un pequeño, viéndolo crecer juntos… Era una posibilidad.

Después de todo, el Iris obraba de formas misteriosas.

Notas finales:

Pos termine el del año pasado, y planeo hacer los prompts de este año algún día.
Lamento ausentarme tanto, pero la vida es un desastre. Estoy trabajando en ello.
Y sip, este último capítulo es una especie de ~premonición~ Tengo planeado un fic para darle hijos en el futuro, algún día. Todo será algún dia.
En fin, espero les hayan gustado los one-shots, y alguien más se anime a escribir de estos dos chingao' son tan bellos.
¿Cúal fue tu one-shot preferido? (O el que menos odiaste xD)


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