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¿Ni aunque...? por Princesa de los Saiyajin

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15

Atónito

 

—¡Saiyan! —gritó, corriendo desde el centro de la cancha hacia adelante lo más rápido posible. El aludido giró en su lugar, dando una pequeña finta para burlar a su marcador y patear el balón en una parábola que iba justo al centro de la zona de portería. El Son dio un brinco para tratar de cabecear el balón, pero el arquero, un chico aún más alto que él, llegó primero y logró evitarlo al desviar su trayectoria.

     Pero poco le duró su gusto, porque el Son menor, quien tenía una gran resistencia física, en esos momentos abandonó su posición como medio contención para subir a la zona de portería y rematar aquel toque que su primo no pudo concretar, pateando fuerte que fue directo a la esquina, al fondo de la red.

     —Realmente es muy alto—miró a ese chico de 1.85 m, que fungía como arquero en ese partido—. Necesito buscar sus puntos débiles. Sus piernas y brazos son más largos, así que no podré hacerle frente en un 1 vs 1. Mi mejor opción ahora serían los tiros largos a las esquinas. O también…—trotó a su mitad de cancha, esperando a que el equipo contrario se posicionara para dar el primer toque del balón en el centro de la cancha. Pero en su pequeño trayecto, miró a Vegeta, su compañero que fungía como delantero por el lado derecho—. Lo tengo a él. Somos buena dupla, sólo tengo que abrirnos paso…

     El árbitro sonó el silbato, para que el equipo contrario empezara a patear el balón, retomando el partido. Goku comenzó a avanzar, tratando de presionar a quienes tocaban el esférico, con el fin de poder quitárselos o mínimo interceptarlo en sus pases para desviarlo y entorpecer sus jugadas. El juego empezó con un excelente juego coordinado por parte del equipo contrario donde los toques eran largos y precisos, pudiendo avanzar 3/4 de la cancha.

     Afortunadamente, su excelente portero pudo detener aquel tiro que amenazaba romper el reciente empate a pocos minutos de terminar el segundo tiempo. Zarbon tomó el balón con ambas manos, y con unos cuantos pasos para tomar impulso, lo pateó, consiguiendo que llegara más allá de la línea media de la cancha. Goten trató de dar recepción, bajándolo suavemente y volteándose en su lugar. Lo tiró a una orilla, permitiendo que Shapner, en la lateral, lo recibiera y avanzara otro poco.

     —Puede funcionar si hacemos trabajo en equipo. He notado cómo actúa el portero, creo predecir cómo tratará de detenerlo…—miró de reojo al Saiyan y, cuando sus miradas se encontraron, le hizo una seña rápida, donde su mano izquierda se mantuvo firme con sus dedos índice y medio apuntando hacia abajo, y de su mano derecha, en la misma posición, hizo un movimiento para chocar con el otro par de dedos rápido y moverla hacia adelante, para después voltearse hacia donde estaba el balón sin esperar una respuesta—. Shapner está cerca, sólo tengo que cuidar el no tener posición adelantada.

     El rubio aprovechó la falta de marcador en él para avanzar unos metros, y antes de que alguien llegara a presionarlo, pateó el balón al centro, tratando de llegar a Goku. El Son lo bajó con un golpe de pecho, burló al chico que trató de quitarle el balón y pateó directamente hacia el área de portería. El portero, por la velocidad del esférico, atinó a estirar su pierna para que, algo flexionada, rebotara en su espinilla.

     Pero esa reacción del balón hizo que se desviara hacia la derecha con suficiente velocidad para que el Saiyan, que iba unos metros atrás, acelerara sus pasos para poder patearlo hacia la portería lo más fuerte que pudo. Un perfecto tiro con chanfle permitió que el balón, en una curvatura hacia afuera, pudiera mantenerse lejos del arquero que intentó alcanzarlo desde su posición y meterse en la portería.

     —¡Sí! —gritó el Son, mirando a Vegeta desde su posición. Una sonrisa ancha estaba adornando su rostro, una que incluso le hacía entrecerrar sus ojos un poco. Su respiración agitada lo hacía subir su pecho rítmicamente en lo que conseguía regularse.

     Trotó de nuevo hacia su mitad de la cancha, para retomar el partido, mismo que terminó a los pocos segundos de que el otro equipo comenzara la jugada. Cuando por fin fue oficial el término, el Son como capitán dio la indicación a sus chicos para que se formaran en una línea y fueran todos en fila a saludar uno a uno a los otros chicos, a modo de agradecimiento por el buen juego. Al terminar, se acercaron a las gradas para hidratarse y descansar.

     —Buen trabajo, chicos—aludió el Son, con una sonrisa amplia y sus manos en cintura, se veía bastante animado—. Estoy orgulloso de todos ustedes.

     Felicitó a todos, dio unas cuantas palabras de aliento y les permitió ir a las regaderas a darse una merecida ducha para relajarse, aprovechando que, en ese partido como locales, se mantenían en su cancha y, por ende, en un área familiar para poder sentirse cómodos. Se quedó él en las gradas, se sentó y miró al Saiyan, que se había sentado en el pasto desde la mitad del discurso que dio.

     Goku miró unos segundos al pelinegro, dándose cuenta de que tenía una sonrisita con sus ojos cerrados. ¿Cómo era posible que hace tan sólo dos semanas habían tenido un “pleito” donde se distanciaron tanto, y una semana atrás pudieron solucionarlo tan simplemente? Vegeta lo había disculpado por esa falta de comunicación y había podido ver en él una faceta que no había podido apreciar antes, donde el pelinegro se mostraba activamente participativo en el acto sexual. Y el resto de los días, habían pasado tiempo juntos en la casa del más bajo, conviviendo en la soledad de la habitación, realizando sus tareas escolares y, tras acabarlas, compartían tiempo en un abrazo mientras se besaban, volviéndolo un momento que se sentía bastante íntimo.

     —Hey, Saiyan—llamó su atención, consiguiendo su mirada. Vegeta se acomodó un poco mejor, haciéndose hacia adelante para verlo—. Tu gol fue increíble.

     —Gracias. Pero fue una excelente estrategia por parte del capitán del equipo—el Son soltó una risita, bajando la mirada.

     —Co-capitán, Saiyan—murmuró, corrigiendo las palabras del otro.

     —Sobre eso… El entrenador habló ayer conmigo—el Son alzó su vista inmediatamente, sabiendo hacia qué rumbo iba—. Me dijo que quería que tú dirigieras totalmente. Él te tiene total confianza, Kakarotto.

     —A cambio de mandarte con Bojack, ¿cierto? —el más bajo desvió la mirada—. ¿Te quieres ir?

     —En realidad, me desagrada Bojack—soltó aire—. No sólo por el incidente contigo. Desde antes lo sentía muy pesado. Varias veces dejó en claro que quería llegar a ser capitán, no le importaba si eras tú o si era yo quien salía. Estaba frustrado de que, siendo el último año para los tres, él no haya podido conseguir esta posición.

     —Creo que nunca le habría puesto atención si no hubiera ocurrido la pelea con él—soltó aire—. Como sea. También le dije al entrenador que no sería justo para ti descender una categoría a causa de una estupidez como lo es la mentalidad de Bojack.

     —También me dio la opción de dejarte a cargo, sin necesidad de irme del equipo—el menor frunció el ceño—. Si quieres que yo…

     —Vete al diablo—el Saiyan calló al oírlo, desconcertado por su interrupción—. También me lo dijo el entrenador, antes que a ustedes. Sabe que podría hacerlo solo…—soltó aire—. ¿No crees que sí quisiera liderar sin ti, se lo habría dicho en ese momento sin preguntarte?... —cruzó sus brazos antes de agregar, en un susurro—: Soquete.

     —Ja, ja, ja…—sin querer se le escapó una risita. Goku alzó sus cejas, sorprendido al notar esa manera de reaccionar por parte del Saiyan. Hace unos momentos había maldecido, ¿por qué mostraba esa sonrisa como si hubiera hecho algo divertido y agradable para él? No era la primera vez que notaba eso, a Vegeta, por sus ojos algo rasgados, se le entrecerraban un poco cuando sonreía. Pero siempre que lo hacía, por algo que él decía, procuraba mantener la vista encima de él.

     —En fin…—se levantó y estiró sus brazos—. Si necesitas un descanso o ya no quieres esta carga, está bien. Pero por ahora, me siento bien si juntos lideramos—se colocó de cuclillas frente a él—. Somos buen equipo. Conectamos bien—guardó silencio unos segundos, antes de reflexionar sus propias palabras—. Quiero decir, en la cancha y en todos los equipos en los que estamos.

     —Claro…—una sonrisilla burlona se mostró en sus labios—. Entendí lo que quisiste decir.

     —Diablos… ¿Por qué siento que se ríe de mí? —se volvió a incorporar, quedando de pie. Extendió su mano al más bajo para ayudarlo a levantarse—. Vayamos a los vestidores, a verificar que no haya ningún disturbio. Suelen haber algunos cuando jugamos de local y se quedan chicos de los otros equipos.

     —¿Así como el de hace un año, que casi se agarran a puñetazos por perder en básquet?

     —Sí… ¿Te vas a querer duchar aquí? Yo tenía pensado hacerlo en tu casa.

     —En casa. El vapor de las regaderas me hace sentir asfixiado.

     —A mí igual—entraron a la zona de vestidores, donde había también regaderas para los chicos y unos cuantos casilleros para los capitanes de los equipos. Vieron que el tumulto de personas estaba platicando animadamente mientras seguían cambiándose por ropa limpia y entraban nuevos chicos a las regaderas cuando salían aquellos que ya se habían aseado—. Está bien que hoy no haya entrenamientos de otros deportes, pero no por eso está bien que demoren tanto, ¿entendido?

     —¡Estuvo genial el partido de hoy! —como si lo hubiera ignorado, Goten de nuevo se posó al centro del espacio, en medio de las pequeñas banquitas donde estaban sentados otros cuantos chicos, para seguir hablando animado—. ¡Hace mucho que no sentía tanta emoción! Tenemos que dedicar un juego entre nosotros y tener retas.

     —Se ve feliz…—pensó al ver a su primo tan entusiasta, contando cuáles fueron sus jugadas favoritas en el partido. Soltó un suspiro y se fue a sentar en un espacio de una banca vacía, pese a que ya estaba empezando a sentir bochorno a causa del vapor del agua caliente de las regaderas y el hecho de que hubiese muchas personas ahí.

     Vegeta lo siguió y se sentó a su lado. Ahí, Goku aprovechó la mochila deportiva colocada entre ellos, para buscar la mano del Saiyan y tomarla, algo ocultos del resto de los chicos. Se dedicaron una miradita de reojo, donde el Saiyan le sonrió un poco, muy discretamente, y Goku sólo pudo desviar la mirada, con su rostro enrojecido por el ejercicio realizado y por esa acción coqueta de su novio.

     Los minutos pasaban, y la convivencia ahí se volvió bastante animada, y muy participativa por todos los presentes. Risas llenaban aquel espacio, uniendo más a aquel equipo que se había formado en la solidaridad. Conforme pasaba el tiempo, y se iban aseando todos, algunos se despedían para poder ir a descansar, y los pocos que quedaban sólo terminaban de platicar en lo que acababan de alistarse y vestirse.

     —¡Adiós, Zarbon! —se despidió el Son menor—. Ay, ya todos se fueron…

     —Goten, deberías ducharte ya—mencionó el pelilila de cabello corto, secando su torso—. Mirai y 17 ya se van, y por lo visto Goku y Vegeta sólo están esperando que nos vayamos para cerrar—el pelinegro volteó hacia ellos, dándose cuenta de que estaban postrados tan serenos, algo cansados y callados, sin mostrar alguna señal de que se ducharían ahí.

     —Ay, qué aburridos. Estábamos platicando todos muy bien—miró hacia la pareja que estaba terminando de juntar sus pertenencias para retirarse—. Adiós, Mirai; adiós 17. Nos vemos mañana…—los aludidos se despidieron de un ademán con todos y se retiraron, dejando a los últimos cuatro chicos ahí en aquel espacio. Goten miró a su primo, notando su mirada seria y fija en él—. ¡Ay! ¡Ya voy! —murmuró en un ligero puchero, que consiguió sacarle una risita a la pareja.

     —Estoy cansado…—murmuró Goku, sólo audible para el pelinegro. Mientras ellos seguían en esa posición, uno al lado del otro tomándose la mano de forma discreta, el Son menor terminaba de juntar sus cosas para meterse a un cubículo y ducharse, y Trunks también terminaba de vestirse.

     —¿Quieres tomar una siesta llegando? —susurró, todavía en un tono más bajo.

     —Primero quiero comer algo. ¿Compramos algo en el camino? —el pelinegro asintió.

     —Sí, está bien. Estaremos saliendo igual que Tarble, así que estaría bien si compramos algo para que coma llegando.

     —Claro. Que coma en lo que nos turnamos para la ducha—oyeron la puerta del cubículo abrirse, desconcertándolos un poco porque ni siquiera habían escuchado el sonido de agua cayendo. Alzaron su mirada, para ver a Goten que salía un poco serio, si acaso con una expresión algo temerosa y perdida—. ¿Qué ocurre? —soltó inmediatamente la mano de su novio para ponerse de pie y acercarse a su primo.

     La acción y reacción de los Son llamó la atención del Saiyan y el Brief, quienes comenzaron a prestar un poco más de atención ante el intento de conversación que Goku trataba de entablar con el otro pelinegro, que seguía con su mirada perdida.

     —Yo… ¿podemos hablar… a solas?

     —¿Eh? Sí… C-claro—volteó a mirar a los otros chicos—. Dennos espacio.

     —Goten…—el pelilila miró a ese chico, ese de quien estaba interesado, con quien tenía planes de salir en una cita esa misma tarde—. ¿Te encuentras bien?

     —Sí… ¿Te parece que nos veamos mañana? —sonrió—. Por favor.

     —¿Eh? Pero…

     —Trunks, ¿podrías? —insistió ahora Goku, también sin entender qué era lo que verdaderamente ocurría. También miró al Saiyan—. Adelántate. Si terminamos antes, llego directo a tu casa.

     —De acuerdo. Espero tu mensaje—miró al pelilila, que tenía su vista fija en Goten—. Vamos, Trunks.

     —Bien…—cargó su mochila—. ¿Te llamo más tarde?

     —Sí—ensanchó su sonrisa—. Hablemos más tarde.

     Los chicos terminaron de levantar sus pertenencias, y, principalmente el de ojos azules, salieron desanimados de ese lugar. Goku los siguió hasta la puerta, para poder cerrar por dentro. Dio una última mirada a ambos, dándose cuenta de que Vegeta, con un gesto, le daba a entender que esperaba un mensaje para poder estar al tanto de lo que ocurría; por otro lado, Trunks seguía tratando de identificar qué es lo que pasaba con Goten.

     —Ya se fueron—avisó, asomándose, por si acaso, por los pasillos del lugar, para descartar que hubiera alguien más escondido en el lugar o algo similar. Regresó con él, encontrándolo ahora en el suelo, sentado y recargado contra la “pared” que correspondía a las regaderas—. ¿Qué pasó?

     —Es que… Bueno, tal vez se trata de otra cosa, y me da algo de vergüenza decirlo, pero…—aquel rostro que tan solo minutos atrás había estado en una explosión de emoción y felicidad, ahora se veía abatido en una expresión de confusión y preocupación—. Cuando me iba a quitar el short, me di cuenta de que tenía una mancha. Pequeña, pero parecía sangre combinada con líquido transparente y sangre seca.

     —¿Eh? —tragó saliva, incómodo. Su cuerpo se paralizó un poquito, al punto en que su sudor hasta le parecía frío de un instante a otro—. Inevitablemente pensé en la menarquía. Pero es imposible, Goten no es doncel. Esto implicaría que él podría tener algún problema de salud, en algún órgano interno. Ya entiendo por qué está tan preocupado.

     —No sé por qué… Bueno, hace unos días tuve dolores en la parte baja del abdomen, pero no creí que pudiera ser algo grave…—señaló la zona, causando nuevamente un revuelo en la mente del Son. ¿Por qué todo parecía como “eso”?

     —¿Algún cambio en alimentación? ¿Accidentes?... —se le quedó viendo unos instantes, notando cómo se veía tan afectado, como si tratara de procesar lo que pasaba—. O… ¿alguna lesión durante el sexo?

     —¿Eh? No… Trunks y no ni siquiera nos hemos conocido bien, no hemos hecho nada…—aclaró, antes de bajar nuevamente la mirada.

     —El hecho de que yo sea doncel, hace que mi cuerpo esté algo “adaptado” para ello. Pero un chico normal, tiene muchos más riesgos de lesiones internas si no hay preparación adecuada…—desvió la mirada—. Supongo que sólo somos Saiyan y yo quienes fuimos rápido…

     —¿Podrías llamar a Gohan? No quisiera interrumpirlo, pero…

     —Claro, no te preocupes. Yo le llamo, tú termina de ducharte para que vayan al médico—subió su mano al hombro de su primo—. Yo iré con ustedes, ¿sí?

     —Gracias…—susurró, se levantó y fue a encerrarse en un cubículo nuevamente.

     El de cabellera alborotada soltó un suspiro y buscó su celular en su mochila. Abrió la agenda de contactos, pasando uno a uno en orden alfabético, deteniéndose en la letra S. En orden se encontraba “Saiyan, Vegeta” y “Son Gohan”. Decidió posponer el mensaje hacia su pareja, para centrarse en la situación referente a su primo. Llamó al hermano mayor del mencionado, y se alejó sólo un poco de la zona, para no preocupar más al menor si es que el otro se oía ocupado.

     —#¿Hola?

     —Hola, Gohan. Soy Goku. ¿Estás ocupado hoy?

     —#¿Eh? No tanto… ¿Pasa algo?

     —Sucedió un incidente—susurró—. Ehm… Goten tuvo una situación. Está bien, pero creemos que sería bueno que lo llevaras al médico.

     —#¿Le ocurrió algo a Goten?

     —Está bien. Verás… Me dijo que antes de ducharse notó un poco de sangre en su ropa. Y no encontramos una explicación, así que sería bueno descartar riesgos mayores.

     —#¿Sangre?

     —Eso dijo él—buscó lugar al fondo del lugar, casi al otro extremo de donde estaba el adolescente duchándose—. Está algo asustado.

     —#Goku, estoy en la universidad. Inmediatamente tomo un taxi para ir por él, ¿de acuerdo?

     —Sí. Yo me quedaré con él—soltó un suspiro—. ¿Quieres que le avise también a la tía An’nin?

     —#¿A mamá?...—al adolescente le extrañó su silencio profundo—. No, no es necesario, Goku. Yo me encargo de eso, ¿sí?

     —Claro… Iré con Goten, ¿sí? Avísanos cuando llegues.

     Terminó de despedirse y regresó con él, notando que ya se estaba vistiendo con ropa limpia. Se sentó cerca, y lo observó en silencio, sólo viendo cómo trataba de mantener la calma en esa situación tan imprevista. Finalmente, cuando terminó de guardar la ropa sucia y de reunir sus pertenencias, se sentó en la banca, subiendo sus piernas y cruzándolas.

     —¿Quieres llamar a tu mamá para que vaya con ustedes? Gohan dijo que se encargaría, pero…

     —No, no le digas—interrumpió, mirándolo rápidamente—. Es que… últimamente ha estado muy enojada—susurró, bajando la mirada—. Ella… la he visto bebiendo en las noches.

     —¿De nuevo? —el otro asintió—. Tengo vagos recuerdos de cuando era pequeño y me quedaba en tu casa, ella a veces se tomaba unos tragos. Pero papá decía que ella lo dejó rápido.

     —¿Sabías que mi papá dejó a mamá por mi culpa? —Goku negó con un movimiento de cabeza, desconcertado—. No creo que ella lo recuerde, pero yo todavía lo tengo muy vívido a pesar de tantos años. He pensado mucho en ello estos días, más que nada porque el otro día me quedé platicando con Trunks; él me contó que sus padres murieron cuando ellos eran pequeños, y por eso sus abuelos son quienes los cuidan.

     —Mirai siempre fue muy reservado de eso. Sólo sabíamos que vivía con sus abuelos, pero nunca por qué.

     —Cuando tenía cinco años, mamá una vez dijo que mi papá se había ido por mi culpa. No quería más hijos, porque era difícil mantener una familia grande—soltó aire—. Gohan me contó que mamá, cuando eso pasó, no lo resintió tanto. Ella tenía un buen trabajo y nunca le demostró a él algo relacionado, era Gohan quien notaba que ella metía a veces botellas de vino a su habitación antes de encerrarse los viernes. Por eso él aprendió a cuidarme desde muy pequeño, porque al menos un día a la semana tenía que hacerlo.

     >>Después lo dejó. Se veía más animada, pero… de momentos era muy sobreprotectora conmigo. Cuando quise meterme a tae-kwon-do me lo prohibió. Y al crecer y querer aprender artes marciales también.

     —Recuerdo que una vez que me quedé en tu casa también me había dicho algo así. El “es algo muy peligroso. Son pequeños, se lastimarán”. Aunque, claro, a mí me lo dijo por ser doncel. Gohan sí entrenó artes marciales una temporada.

     —Doncel… —susurró, con una mirada perdida en el suelo—. A mamá no le agrada que tú seas doncel.

     —¿Eh? —alzó su mirada, para verlo. Lo notó tímido, preocupado todavía—. Supongo que tiene prejuicios. Está bien, no te sientas mal por cosas de ella.

     —He pensado mucho—soltó aire—. ¿Recuerdas cuando competía en baloncesto y me dieron un golpe? Ella se puso demasiado mal… —reacomodó sus piernas, para abrazarlas contra su pecho—. Desde que hemos empezado a salir, Trunks y yo a veces nos quedamos en el jardín de su casa, platicando de muchas cosas. Le he tomado demasiada confianza—rio muy bajito—. Él me gusta demasiado…

     —Se nota mucho que ambos se gustan—el otro pelinegro sonrió. Pero esa sonrisa, algo apagada, no terminaba de convencer a Goku—. ¿Qué se dijeron?

     —Él dice que mamá trata de manipularme—soltó un suspiro—. Lo peor es que sé que tiene razón. Ella siempre me decía cosas como “me lastimas mucho cuando haces cosas como estas”, cuando le oculto cosas. Por eso no quería entrar al equipo, si ella se entera, de nuevo se pondrá mal y llorará mucho. Desde la competencia se intensificó su comportamiento.

     >>Cuando Gohan se fue de casa, ella no quiso volver a verlo. Le tomó un poco de odio, porque “la estaba abandonando”, al igual que papá hizo alguna vez con ella. Para ella hubiera sido más cómodo que Gohan se quedara hasta muy mayor, pero eso significaba que Gohan no fuera a la universidad que él quería, que estaba en Kyoto.

     —Sí sabía que se fue porque quería estudiar en esa escuela, pero no creí que la tía An’nin se molestó por ello.

     —Gohan trabajaba para pagarse sus estudios. Creyó siempre que estaría mejor si sólo era yo y mamá, porque ella siempre fue cariñosa conmigo, aunque algo protectora—bajó la mirada—. Hace un año Gohan empezó su posgrado en el Centro de Investigación que está en el sur de la ciudad, por eso he podido pasar más tiempo con él. Ella, de cierto modo, “lo perdonó por su abandono”. Pero fueron cinco años, así que en ese tiempo ella se volvió más protectora, por eso quise evitar todas las competencias.

     >>Pensé en también irme, cuando cumpla dieciocho. Pero me da miedo que ella atente contra sí misma si lo hago, por mi culpa. Sé que a veces puede sonar exagerado, pero me asusta que en algún día se haga daño.

     —¿Por qué nunca nos dijiste? Somos familia—el menor sólo rio un poco nervioso.

     —No quería molestar—desvaneció despacio aquella curvatura en sus labios—. Aunque en otros momentos, he sentido que tiene odio también hacia mí… En parte lo entiendo. Mi nacimiento ocasionó que su pareja la dejara; y aparte los medicamentos que, supongo, son costosos…

     —¿Medicamentos? —repitió.

     —¿Mgh? Ah, cierto. Creo que nunca te conté bien sobre ello. Desde los once tengo que tomar pastillas, una vez cada semana. Mi mamá dijo que eran por mi bien, porque el médico creyó que no tendría buen desarrollo. Aunque como lleva tiempo enojada, no le he dicho que ya se me acabaron.

     —¿Sabes qué la molesta?

     —No. Tengo una sospecha, pero no puedo confrontarla. Un día, cuando Trunks y yo estábamos en una cita en un parque del centro, la vi subiendo al auto de un hombre. Creo que tiene pareja, pero no puedo decirle lo que vi porque ella no sabe que no me quedo a estudiar—soltó aire—. También la oí hablando por teléfono, y diciendo que ella vive sola. No sé con quién hablaba, pero prácticamente negó mi existencia ahí.

     >>Ha estado sola, dedicándose únicamente a criarme. Entiendo que esté cansada…

     —Goten…—susurró. Pero las palabras no salían de sus labios, no tenía algo adecuado qué decir para tratar de aminorar la situación.

     Aunque, ¿algo podría hacerlo? El chico la pasaba mal, a causa de algo pasado muchos años atrás y que, evidentemente, no era su culpa. Pero ahora tenía esa nueva percepción de aquella mujer, de una persona lastimada, cegada del dolor, de momentos mostraba su bondad y amor, pero en otros se desquitaba con quien no era responsable.

     —En fin… Sólo espero que no sea nada malo—sonrió—. ¿Vamos por un pastelito de chocolate a la cafetería? Muero de hambre.

     —¿Eh? —sonrió al notar que el chico por fin mostraba otra vez esa faceta optimista—. Claro. Vayamos.

     Ambos salieron de aquel lugar, sintiendo un alivio al sentir el aire frío del exterior en contraste del calor y vapor del lugar. El más alto cerró con ayuda de la llave que le solían prestar, y fueron caminando hacia la cafetería, pidiendo un panquecito de chocolate con chispas.

     —¿Mhg? Gohan me envió un mensaje—sacó el teléfono de su bolsillo—. Dice que está afuera.

     —Creí que tardaría más—cerró el cierre de su maleta deportiva—. Iré con ustedes.

     —¿Estás seguro? Creí que ibas a ir con Vegeta a su casa.

     —Lo puedo ver mañana. Quiero ir con ustedes—pasó su brazo por encima de los hombros de su primo—. No te preocupes por ello.

     Fueron hacia la salida y, aprovechando que el taxista había esperado junto con Gohan, subieron los adolescentes al auto para ir hacia una clínica médica donde pudieran atender al más joven. Tan sólo llegaron a un centro de salud, el mayor de los tres comenzó a preguntar más acerca de los síntomas de su hermano, para tener una idea de qué departamento sería el más adecuado.

     Tan solo el menor, todavía algo avergonzado y apenado, explicó lo ocurrido con la mayor cantidad de detalles que pudo, fueron hacia adentro y preguntaron en la recepción para que los dirigieran a un consultorio.

     Debido a que ambos Son eran menores de edad todavía, a cuestión de un par de meses de sus dieciocho años, Gohan tendría que fungir como el tutor y acompañar a su hermano en la consulta. Los minutos pasaban y sólo se mantenían en silencio. Goku en esos momentos aprovechó para analizar a esos hermanos.

     Gohan había interrumpido sus actividades en cuanto supo que algo malo podría pasar con su hermano menor. Y luego la manera en que Goten se permitió expresar todo lo que pasó, lo que pensó y lo que le asustaba… Toda esa situación, si bien era de preocupación, reafirmaba algo que ya había notado hace muchos años: Gohan era un gran hermano mayor.

     Ese chico había madurado, buscó su camino para perseguir sus sueños de ser un gran investigador. Salió de casa para trabajar y pagar sus estudios en una universidad, sabiendo bien lo que eso implicaría, no sólo por el tener que financiarse las cuotas escolares, sino también vivienda, alimento y transporte, además de cumplir con los deberes académicos y domésticos.

     Era impresionante cómo había salido adelante, siendo el número uno de su generación en su carrera de biología, por lo que pudo iniciar su posgrado y estudiar entomología, alcanzando a ver ocasionalmente en sus stories parte de las fotos de los insectos que estudiaba. Sin duda alguna, ese chico era admirable, porque no solo buscó sus sueños, sino que tampoco dejó desamparado a Goten.

     Pese a la distancia, en las navidades le tocó oír cuando Goten recibía regalos por parte de su hermano. Además, él siempre procuraba mantenerse en contacto mediante llamadas y videollamadas con él. Aunque, por lo ahora escuchado, Gohan no había mantenido contacto frente a frente por el rechazo que su madre le hizo por el “abandono”. Aun así, él seguía atento como el buen hermano que era.

     —¿Son Goten? —los tres alzaron la mirada al oír a un médico llamando al joven.

     —Soy yo—alzó su mano un poco para captar la atención del hombre desde su asiento.

     —Puedes pasar… ¿Vienes acompañado? El registro dice que eres menor de edad, debe acompañarte un adulto.

     —Sí. Mi hermano sí es adulto, mi primo también es menor de edad—se puso de pie junto con Gohan.

     —¿Menor de edad? —miró hacia alrededor—. No sé si sea adecuado que se quede aquí afuera solo. Si no hay problema, podría acompañarlos.

     —Goku, ven…—solicitó el menor de los tres. Automáticamente el aludido se levantó y los siguió a ese consultorio.

     Estar en ese lugar, inevitablemente, le recordó a cuando él y Vegeta habían ido a descartar sus sospechas de embarazo. En aquel momento se había sentido completamente asustado, incapaz de poder comunicarle a alguien de su familia su temor. Incluso había pasado por su mente, fugazmente, el hablarle a Gohan para que lo ayudara, confiando en que ese chico no lo juzgaría.

     Recordó que fue una de sus primeras ideas. La primera fue Vegeta, como participante del acto; pero lo dudó mucho por la falta de compromiso entre ambos por lo desligado que fue su primera vez. La segunda fue Raditz, pensando en que, como su hermano mayor, podría ser un poco menos estricto a comparación de sus padres y comprendiéndolo un poco; pero descartándola al recordar cómo solía tratarlo como alguien inmaduro en ocasiones y que habría tratado de exigirle saber quién fue el “culpable”, y sumando a que había sido Vegeta, alguien con quien estaba teniendo primeros conflictos porque estaba teniendo mucho contacto con su hermano menor, la reacción habría podido intensificarse.

     Fue ahí donde pensó en su primo, ese chico que era el mayor y que había destacado como aquel joven formal, educado, y pendiente de todos, dispuesto a ayudar siempre a “los más pequeños de la familia”. Sentía que Gohan, pese a la sorpresa, lo primero que haría sería ayudarlo a aclarar sus dudas, y después, sin importar el desenlace, habría dado un poco de orientación y aconsejarlo, dispuesto a acompañarlo a decirle a su familia si resultaba un sí, o darle una plática para que no se culpara y darle información para que pudiera seguir su vida sexual activa de manera segura si es que lo decidía. Sin embargo, el hecho de que vivía al otro extremo de la ciudad, y el no ser “tan cercanos” le hizo desistir en “darle un problema más”.

     El consultorio era algo amplio. Había una camilla detrás de una cortina corrediza y un escritorio con sillas enfrente. Los hermanos se sentaron en el par de sillas, y él se mantuvo de pie, recargado en la pared, cerca de su primo. Miró a sus alrededores, notando los carteles informativos sobre prevención de enfermedades, sobre la importancia de las revisiones de rutina y de salud reproductiva.

     —Ya veo… Es bastante inusual lo que mencionas, siendo que eres bastante joven y no consideras que hubiera un riesgo de fisura. Y dices que no eres doncel—comenzó a hacer clics en su computadora—. Puedo mandarte hacer estudios, porque son cosas que requieren atención inmediata…

     —¿Crees que pueda ser por úlcera por tomar medicamentos tantos años? —le susurró a su primo, captando inmediatamente la atención del mayor de ellos, incluso del médico.

     —¿Hubo medicación? ¿De qué tipo?

     —Yo no… Yo no sabía que estuviste tomando algo, Goten.

     —¿Eh? —se sintió algo intimidado por tantas miradas posadas sobre él—. Desde los once. Porque el doctor dijo que tendría problemas de crecimiento.

     —¿Por qué nunca supe eso?

     —E-es que mamá dijo que no quería preocuparte. Y yo… yo no…

     —¿Fue medicación que te recetaron en este instituto? Estoy buscando tu expediente médico, pero no encuentro nada de eso…

     —Fue con un médico amigo de mi mamá. Él es quien le actualizaba las recetas. Se supone que eran vitaminas y hormonas de crecimiento, ella era quien iba por ellas a la farmacia.

     —Sólo un endocrinólogo puede hacer ese tipo de sugerencias, y muchas veces incluye inyecciones subcutáneas—el hombre cruzó sus brazos sobre el escritorio, tratando de ver más las reacciones del joven—. ¿Recuerdas el nombre de las pastillas?

     —No… Mamá solía quitar las etiquetas. Sólo una vez se la vi cuando me dieron unas de reemplazo temporal, pero tenía un nombre raro y no lo recuerdo.

     —Todo esto lo siento tan extraño…—pensó Goku, ante la tensión de esa situación—. Asocio todo con “eso”, pero…—miró de reojo al hombre mayor, que también se veía pensativo. Soltó un suspiro disimulado y preguntó en voz alta—: ¿Primosiston?

     —¿Eh? Me parece que sí. Creo que sí…

     —¿Primosiston? ¿Qué tanto tomaste?

     —¿Eh? —miró de nuevo al médico—. Creo que sólo fueron un mes, una a la semana. Después de eso retomé las otras pastillas.

     —¿Estás seguro de que no eres doncel? —indagó nuevamente—. ¿Algún caso en tu familia?

     —Pues…—miró de reojo a su primo, quien volvió a suspirar hondo.

     —Yo lo soy. Somos primos, mi papá es su tío. Sobre nuestros ancestros, creo que nuestro tátara abuelo lo era.

     —Me parece algo interesante eso, porque… Claro, necesitaría hacer diagnósticos, pero que un familiar lo sea, aumenta las posibilidades. Es un gen recesivo, si tus padres, ambos, lo compartían, aumentaba esta posibilidad—jugó un poco con su bolígrafo—. Te voy a redirigir a varios departamentos, porque medicación de ese tipo, suponiendo que sea lo que dijiste, puede desencadenar problemas cardiovasculares, problemas de densidad ósea, retención de líquidos…

     >>No puedo hacer ningún diagnóstico ahora. No sin saber qué consumiste—el más joven asintió despacio, bajando la mirada. Todas estas acciones eran notadas por sus acompañantes, quienes eran totalmente ajenos a toda la información declarada recientemente.

     Goku sentía que necesitaba escapar. ¿Era posible que toda esa situación se tratara de un secreto oculto toda una vida? No era imposible, desde dos años atrás él mismo había investigado si era posible eso, él mismo estaba dispuesto a buscar una opción para dejar de tener esas “incómodas y desagradables situaciones”.

     A su mente llegó el recuerdo de sí mismo leyendo artículos médicos, foros de internet e investigando sobre algunos endocrinólogos que fueran económicos. Sabía que podría ser interrumpida su regla, pero también se había aterrado un poco cuando leía las consecuencias de algunos medicamentos. Aun así, no había desistido, y había tratado de convencer a un amigo suyo de conseguirle pastillas anticonceptivas por haber leído experiencias acerca de que ocasionaban la pérdida temporal de esto.

     Y ni así lo había conseguido. Raditz se había enterado y las confiscó, luego ocurrió lo de su secreto, y luego lo del susto de embarazo. Y, finalmente, su incidente con su pareja, donde volvió a sentirse angustiado por “su naturaleza”, donde todavía tenía uno que otro miedo a causa de ello.

     Si bien de momentos veía una poquitita ventaja de ello, considerando que en el acto sexual mostraba un beneficio que su cuerpo estuviera “diseñado” para poder tener relaciones con esos roles, incluyendo la producción de fluido en su zona íntima para lubricar mejor y no correr tanto riesgo de fisuras o daños, esa ventaja se veía aminorada por el desprecio latente que sentía el resto del tiempo respecto a sí mismo.

     —Hola, mamá…—los tres guardaban silencio, para que el menor realizara su llamada telefónica—. Sí, estoy bien. Perdona que te moleste mientras estás trabajando, es que me quedé en la escuela un rato más porque nos estaban dando un aviso importante. Entre hoy y mañana habrá estudios de salud para todos, pero nos pedirán saber si no tomamos algún medicamento que pudiera ser necesario aclarar en las pruebas de sangre. ¿Tienes mis recetas? No sé si pueda causar revuelo, porque tomo diario mis pastillas…

     >>Ajá… ¿Entonces son las mismas que he tomado todos estos años? Sí, te agradecería mucho si puedes mandarme las recetas con el nombre ahora, para poder preguntar si debo traer otro comprobante … Sí, yo se los enseñaré. No te preocupes, mamá… No, no he vuelto a los deportes. Sabes que sólo corro un rato enfrente de casa para no descuidarme … Sí, gracias…—cerró sus ojos—. También te amo, mamá…

     Colgó, soltó un suspiro y miró la pantalla de su celular unos segundos. Al cabo de un ratito recibió un mensaje con un documento, el cual reenvió al médico que estaba delante suyo. El silencio sólo era llenado por el sonido de clics y las teclas del computador. Goku sacó disimuladamente su celular, para ver las notificaciones que tenía pendientes de revisar.

     Escribió un “Estaré con Gohan y Goten esta tarde. Ellos me acompañarán a casa” a su madre para no preocuparla por su ausencia de comunicación. Además, envió un “sigo con Goten, hablamos después” a Vegeta, al leer su último mensaje donde le pedía que avisara si irá a su casa o si prefirió irse a la suya.

     —La cédula del médico es real, y acabo de reenviarla a mi colega endocrinólogo para conocer un poco más…—miró al joven—. Necesitaría platicarlo directamente con el médico para saber más, pero por lo que escuché de mi colega y lo que yo conozco, nada de lo que consumiste, salvo el Primosiston, en caso de haberlo tomado, puede significar una consecuencia a menos de que sea mala la dosis recetada de acuerdo con tus necesidades.

     >>Hace muchos años eran necesarias las inyecciones subcutáneas, pero gracias a los avances en la medicina se pudieron tener los mismos beneficios con pastillas para el crecimiento. Aun así… te enviaré a que te hagan una ecografía.

     —¿Ecografía? —repitió Goku, ante esa extraña petición del hombre.

     —Mi colega me mencionó algo interesante. Hay algunos chicos donceles que, por hemofilia, son sometidos a tratamiento hormonal para evitar el desarrollo secundario de sus caracteres sexuales, para evitar que tengan su ciclo, así como para evitar el embarazo en el futuro, debido a lo riesgoso que puede ser para ellos. Sin embargo, tú no tienes en tu historial médico esa condición—se apoyó en el escritorio—. Sólo quiero descartar esa condición de ti, porque no encuentro tampoco alguna nota donde sospechen que tendrías problemas de crecimiento.

     —¿N-no? —empuñó sus manos en la tela de su pantalón deportivo. Forzó una sonrisa tras exhalar profundo—. E-está bien. ¿Sería hoy lo de la ecografía? ¿O vendría otro día?

     —Ahorita mismo, preferentemente. ¿Podrías? Sólo necesitarías tomar bastante agua, y cuando tengas ganas de orinar te pasarían. El que la vejiga esté llena permite la visualización de los órganos cercanos—explicó—. Sé que esto suena algo inesperado, algo complejo y que…

     —No se preocupe, en serio. Sólo quiero descartar que haya algo malo, ¿sí?

     Goku miró a su primo de reojo. Si resultaba ser cierta la sospecha del hombre, y que su tía hubiera tratado de eliminar en él cualquier rastro evidente de su naturaleza como doncel por evidente aversión, ¿cómo lo tomaría ese chico? Bueno, a esas alturas, donde la negativa podría indicar un daño interno de otro tipo, podría ser la respuesta más tranquilizante.

     O quizá no. ¿No era complicado lo que él pasaba? Esa dificultad para aceptarse, las vivencias de cada mes, las incomodidades, los dolores, los cambios en su cuerpo… Todas esas cosas serían difíciles para él, así como lo eran para sí mismo.

     Salieron del consultorio y fueron al segundo piso, esperando en la sala del pasillo hasta que el Son menor terminara aquella botella de agua. Goku se mantuvo algo alejado mientras los hermanos platicaban. Goten se veía tranquilo, y Gohan algo decepcionado y preocupado por aquella situación de la cual no tuvo conocimiento durante tanto tiempo.

     Mientras tanto, Goku sólo se sentía incómodo, no quería aceptar esa realidad para él, ¡podía ser horrible! Él odiaba esa característica de sí, sólo le traía problemas muy seguido, ¡fue la razón por la cual su equipo se desintegró, su familia lo limitó, y por la cual…!

     —Rayos, no quería volver a pensar en eso…—soltó aire y se recargó contra el muro que servía de barandal. Miró hacia abajo, notando la afluencia de gente en los pasillos—. Aunque es inevitable. Era el primer chico que me gustó y con quien tomé valor de querer declararme. No debería seguir atormentándome con algo que pasó en secundaria, pero el recordar que nunca se podría haber fijado en mí por ser doncel y que prefería a los chicos que no lo son, me “rompió el corazón”.

     >>Lo tenía muy idealizado, supongo… Éramos muy buenos amigos, por eso confié en decirle mi secreto. Pero luego me enamoré, me confesé y todo se arruinó—apoyó sus brazos cruzados en la orilla para acomodarse mejor y ver abajo—. Sólo le agradezco que no dijera nada sobre mi secreto a pesar de no ser amigos ya. Le deseo lo mejor.

     >>Recuerdo que la pasé mal, pero ahora… me causa un poco de gracia incluso. No sabía qué era el amor, y juraba que lo era en esos momentos. Fui muy bobo—susurró al aire, antes de voltear a ver a Goten, que estaba jugando “guerra de pulgares” con Gohan—. No quisiera que él viviera la clase de rechazo que yo viví. No consigo mismo. No por parte de alguien más.

     —Ya estoy listo—mencionó, levantándose de su asiento—. Iré con la doctora para avisarle.

     Se acercó a la puerta del consultorio, tocó con su puño y esperó a que la mujer abriera. Tan sólo le hizo una seña a su hermano, fue acompañado por él para su estudio. Goku se quedó afuera, solo, únicamente a la espera de que ambos salieran y dieran un veredicto parcial. Miró a su alrededor, notando que había un cartel de salud sexual con unos cuantos preservativos pegados con su cartel de “tome uno”.

     Miró a su alrededor y, bastante disimulado, se acercó para tomar un par y guardarlos en su mochila, por si en algún momento requería por sus encuentros con el Saiyan. Regresó a las sillas, se sentó y miró al techo, sintiendo que su estómago ya estaba aclamando alimento. Cerró sus ojos, sintiéndose bastante incómodo, ansioso y fastidiado. Realmente, sin importar qué fuera lo que ocurría, preferiría que no haya ocurrido, que su primo se encontrara bien y que esa situación jamás haya pasado.

     —Me siento muy cansado, tengo sueño…—colocó su mano en su estómago al sentirlo hacer ruido nuevamente—. Hoy íbamos a comer algo delicioso…—se acurrucó en la silla—. Íbamos a comer los tres juntos…

     Los minutos pasaban y, a falta de alguna actividad pendiente por hacer, se dispuso a tomar una incómoda siesta en esa banca fría. Sus brazos estaban cruzados contra su pecho, y sus piernas flexionadas para evitar estorbar a quien caminara por aquel pasillo. Su cabeza estaba ligeramente ladeada, únicamente trataba de tomar un sueño reparador en lo que por fin los chicos salían.

     No era la primera vez que, ante una fila de espera, buscaba una posición no tan incómoda para “cabecear tantito”. Aunque por dentro en esos instantes deseaba poder estar en casa de Vegeta, tomando una cómoda siesta en su cama, bajo sus sábanas que tenían impregnado el olor de ese chico.

     —Goku…—abrió sus ojos al sentir una mano moviéndolo—. Goku…

     —¿Eh? —parpadeó un poco—. Goten…—bostezó—. ¿Qué te dijeron?

     —Yo…—soltó aire y se sentó al lado suyo—. Al parecer tengo todo… Soy doncel.

     —¿Q-qué? ¿E-entonces…?

     —De todos modos, quieren hacerme estudios completos, para descartar daños de algún tipo por tanta medicación, y ver la evolución, para saber si en el futuro podrán desarrollarse bien—miró al techo—. No sé qué tan sano sea volver a interrumpirlo, y continuar tomando pastillas por el resto de mi vida.

     —Goten…—susurró. Se le quedó mirando, se veía algo ido, pero no tan impactado por la situación como imaginó. Se atrevería a decir que era él quien lucía más inquieto que ese chico que recibió esa nueva noticia.

     —Me alegra que no fuera algo peor—se levantó, con una sonrisa amplia—. Tengo que solicitar citas para estudios, ¿vamos?

     —¿Eh? Ah, sí…—fue detrás de los hermanos, recorriendo casi todo el lugar para que los recepcionistas de cada área pudieran agendarle citas médicas de todo tipo, desde estudios de sangre, radiografías, etcétera—. Se ve demasiado tranquilo. Siempre es alguien muy optimista, ¿no se está forzando a verlo como algo positivo para no preocupar a Gohan? Al final…—tomó disimuladamente una de las tarjetas de presentación con los datos del médico endocrinólogo, fuera de la vista de cualquiera y la metió en su bolsillo—. Al final fue la tía An’nin quien no le dijo la verdad…

     —¿Quieres que te dejemos en casa, Goku? Creo que lo ideal será confrontar a mamá por esta situación, y no quisiera exponerte a un problema que no es tuyo—mencionó el mayor, sacando su teléfono para llamar un taxi.

     —Preferiría acompañarlos, ¿sí? Por si necesitan apoyo de algún tipo—rodeó a su primo con su brazo—. Yo cuido a Goten siempre, lo seguiré haciendo.

     Su primo lo miró unos instantes, soltó un suspiro aliviado y se colgó a él en un abrazo donde se escondía en su hombro. Estaba quieto, manteniendo la calma, sólo inhalando y exhalando profundo, como si fuera ajeno a la realidad nueva en la que estaba inmerso y mantenía esa faceta amigable y sonriente ante ello.

     El viaje a su hogar fue tranquilo, y en ningún momento el Son menor perdió la calma. Cuando parecía que sucumbiría en la ansiedad sólo tomaba aire profundo y lo dejaba salir en una larga exhalación. Al llegar, aprovecharon que la mujer todavía no regresaba del trabajo para buscar pertenencias importantes del menor, como papelería y buscando sus recetas médicas por si en algún espacio de la habitación de la mujer pudiera tenerlas escondidas.

     —Clásico, debajo de la cama…—comenzó a fotografiar cada una de las recetas y estudios médicos que tenía ahí—. Todas son bastante parecidas. Sólo espero, de todo corazón, que no tenga complicaciones a futuro en su salud…—alzó su vista, viendo a su primo que metía en su mochila cosas como sus actas de nacimiento, certificados escolares y otras cosas que pudiera necesitar—. Sus manos tiemblan…

     —Goten, ¿terminaste de encontrar eso? El resto de los documentos puedo solicitarlos de internet—el otro asintió—. Busca suficiente ropa, ¿sí? Yo… yo me encargaré de llevarte al médico esta temporada hasta que digan si hay algún inconveniente o no.

     —Claro, Gohan…—se levantó, dejó su mochila cerca de Goku y fue hacia su habitación.

     —No lo dejarás volver aquí, ¿verdad? —preguntó, guardando toda la papelería en su mochila, ya confiado en que tenía un respaldo en su teléfono por si la mujer se daba cuenta.

     —No lo sé… No le puedes negar a alguien conocer su naturaleza—miró al menor—. Entendería si fuera un efecto secundario por medicamento dirigido a algún problema médico, pero… ¿ocultarle a Goten que era doncel? ¿Y ocultármelo a mí, que soy su hermano y el único tutor legal que él tendría si ella falta? —soltó un suspiro—. No puedo tener a Goten en mi departamento, lo estoy compartiendo con compañeros de la universidad. Mañana buscaré uno nuevo, para ser sólo él y yo—se sentó en el suelo, al lado de Goku—. He ahorrado suficiente, podré con el gasto… A no ser que haya algo que el seguro médico no cubra. En ese caso, tendré que pedir un préstamo.

     —Esta noche pueden dormir en mi casa—el mayor lo miró—. Está mi cama, yo puedo dormir en el sofá de la sala. También tengo una colchoneta, será incómodo, pero podrían acomodarse.

     —Gracias, Goku… —soltó un suspiro pesado—. Tuve mucho miedo cuando me llamaste. Goten es mi hermanito, no soportaría que algo malo le pasara.

     —“Hermanito”…—pensó, bajando la mirada—. Raditz también me ve como su hermanito…

     —Gohan—se asomó por el marco de la puerta—. Ya junté mi ropa y cosas que me gustaría llevarme.

     —Bien—se levantó y fueron a la planta baja. Salieron y subieron aquellas maletas y mochilas en el taxi que los estaba esperando—. ¿No se te olvida algo más, Goten?

     —No, lo demás no son cosas que “extrañaría”—miró aquella casa—. ¿Está bien que deje a mamá sola? Ella…

     —Goten—colocó sus manos en los hombros de su hermano menor—. Por favor, quiero que pienses en ti. ¿Ella te lastima de algún modo? Palabras, acciones, sus reacciones…

     —N-no…—un hilillo de voz se escapó de sus labios, conforme sus ojos se llenaban de lágrimas. Pero esa sonrisa, esa característica sonrisa de ese chico, no se borraba—. Sólo está un poco cansada. De momentos le doy unos cuantos problemas.

     —Goten…—abrazó fuertemente a su hermano menor—. No lo eres, ¿sí? Siempre has sido un buen hijo, cuidaste de ella cuando yo me fui y eso te hace alguien fuerte… Pero quiero que vivas tu adolescencia sin preocuparte de cuidar de ella.

     —Pero…

     —Goten, ella es quien debe cuidar de ti, no al revés—pasó su mano por su cabellera—. Si, cuando nos den resultados, quieres regresar, respetaré tu decisión. Pero como tu hermano mayor, quiero cuidar de ti.

     —¿Mgh? —volteó al ver por el rabillo del ojo, muy a lo lejos, un auto acercándose—. Gohan, la tía An’nin llegó—ambos hermanos se separaron de su abrazo, observando el auto detenerse y a la mujer bajando de él.

     —Gohan, ¿qué ocurre? ¿Goten? ¿Por qué estás llorando?

     —Mamá, ¿cuándo ibas a decirnos que Goten es doncel? —confrontó Gohan.

     —No lo es.  Mi hijo no lo es, el único de la familia es Goku—alzó su brazo e hizo una seña—. Goten, cariño. Vamos adentro.

     —¿Por qué, mamá? —mordió su labio inferior—. ¿Por qué no me dijiste?

     —No sé qué te dijo Goku, pero…

     —¡Me asusté mucho! ¡Tenía sangre y no sabía por qué! Y luego…—tragó saliva—. Luego me dijeron que podría tener problemas a futuro por todo eso que tomé. ¿Mínimo lo necesitaba, mamá? ¿Mínimo puedo decir que hubo una buena causa para ello?

     —Te quería proteger de eso, Goten—colocó la mano sobre su pecho—. Quise ser buena madre y que no fueras a sufrir en el futuro por ello.

     —Pero…—empuñó sus manos y bajó la mirada. Poco a poco esa barrera tranquila y serena se derrumbaba en el joven—. Si yo no lo necesitaba… no lo fuiste.

     —¿Qué no lo fui? Gasté tanto en ti, te di todo, me desviví, no dormía, no comía por darte lo mejor y sacarte adelante, ¿y me vas a pagar hablando así, Goten? ¿Tienes idea de cuánto he sacrificado?

     —¡Pues si tanto te estorbo me iré de casa! —gritó—. Para que así ya puedas librarte de mí. Y para que así también puedas ser feliz con tu nuevo novio sin que le digas mentiras sobre que estás sola. Ya no te daré problemas…

     —Pues me darías un alivio.

     Todos se quedaron callados ante sus palabras, incluyendo al chofer, que se había mantenido estático en su asiento para evitar involucrarse en el problema familiar. El menor de todos se agachó un poco, colocando sus manos en sus rodillas, mirando perdido al suelo.

     —De acuerdo—alzó nuevamente su cuerpo y la miró—. Adiós, mamá. Te amo.

     Fue el primero en subir al auto, recibiendo por parte de ella su espalda. La mujer fue al interior de la casa, a pasos firmes y pesados, sin voltear atrás. El otro par de jóvenes, ya resignados de la situación, subieron al taxi y solicitaron el irse a casa.

     Goten sólo miró hacia la ventana en todo momento, ni siquiera la música de la radio, esa canción de su banda favorita, la tarareó como solía hacer siempre. Se mantuvo en silencio, tan callado como si no estuviera ahí. Goku simplemente accedió a darle espacio, sin decir más, y sacó su teléfono para poder entretenerse un rato antes de llegar a su hogar.

     Miró la bandeja de mensajes, donde había algunos de los chicos de soccer preguntando si habría entrenamiento lo que queda de la semana y qué pasaría la siguiente, además de algunas bromas derivadas de ello donde se desviaban totalmente del tema. Abrió de nuevo aquel que recibió de Vegeta, observándolo unos largos segundos.

 


 

Vegeta Saiyan: ¿Me avisas si vienes a casa? Puedo recalentar algo de comida para que no andes todo el día sin comer. Traje arroz con albóndigas.

Son Goku: Sigo con Goten, hablamos después.

<Recientes>

Son Goku: Apenas vamos de camino a mi casa, nos extendimos demasiado y ni siquiera he podido comer algo.

Otro día voy con ustedes.


 

Estoy tan hambriento, que incluso siento cómo el agua cae a mi estómago—volvió a tapar su termo y lo metió en su mochila—. Lo peor es que “malpasarse” no sólo me afecta el mismo día, sino también el día siguiente—miró su casa a lo lejos—. Ojalá alguien haya hecho algo para cenar. Muero de hambre…

     —Ese es el auto de la tía Gine, ¿verdad? ¡Hace mucho que no la veía! —mencionó en un tono enérgico el menor, consiguiendo sacarle una sonrisa a Goku.

     Tan sólo el taxista estacionó, todos bajaron para comenzar a bajar las pertenencias del menor. A los pocos minutos de haber bajado, la mujer había salido de su vivienda en compañía de su hijo mayor, recibiendo, algo confundida, a sus sobrinos con los brazos abiertos. Cuando terminaron de desalojar el auto, y que el hombre se retirara, por fin todos los chicos fueron al interior de la casa, para poder charlar mejor en la comodidad de la sala.

     —Ya veo…—susurró, haciéndose hacia atrás en el sofá, procesando todavía la información—. Cuando me escribiste que necesitabas que Goten se quedara unos días con nosotros no creí que pudiera deberse por algo como esto—siguió mimando a su sobrino, que estaba abrazado a ella por un costado—. Te puedes quedar cuanto quieras, ¿sí? Siempre tendremos espacio aquí para ustedes. Los dos, ¿de acuerdo, Gohan? También puedes pasar todo el tiempo que necesitas aquí.

     —Lo siento, tía Gine. Tengo que regresar a la universidad, mañana tengo un examen importante—hizo una reverencia frente a ella, con sus brazos bien posicionados a sus costados—. Por eso les pido que por favor cuiden de mi hermano menor en lo que también encuentro un mejor departamento para vivir.

     —Claro que sí. Yo hablo con Bardock sobre la situación con An’nin—le besó la cabeza a su sobrino—. ¿Ya estás más tranquilo, cariño? No pasa nada, ¿sí?

     —Estoy tranquilo, tía—soltó una risita baja—. Sólo quisiera descansar. El día fue largo…

   —Claro, pequeño… Kakarotto, hijo, ¿podrías compartir sólo hoy tu habitación con tu primo?

     —Sí, mamá. Yo ya lo había hablado con él, se quedará conmigo—disimuladamente subió su mano a su abdomen—. De verdad estoy hambriento…

     —Perfecto. Goten, ¿quieres ducharte o algo? Para que te sientas más relajado, y para que duermas cómodo.

     —No, gracias. Me duché en la escuela… ¡cierto! Tengo que sacar la toalla mojada, o se apestará—se despegó del abrazo para levantar su maleta deportiva—. ¿Dónde puedo lavarla, tía?

     —Deja eso, pequeño—se levantó del sofá y tomó la mochila—. Yo lo lavo, ¿sí? Tú dedícate a descansar.

     —Pero…

     —Ya, ya… No le rezongues a tu tía—el menor rio—. Anda, ahorita subo con ustedes. No tardo.

     —Tía Gine—habló esta vez su sobrino mayor—. Por favor, les encargo a mi hermano. Necesito regresar ahora a mi dormitorio, pero prometo compensarle las molestias.

     —No es ninguna molestia, Gohan. Anda, ve sin cuidado. Yo lo cuido.

     La mujer lo abrazó, dándole un poco de tranquilidad en esa situación donde el mayor se sentía incómodo de delegar la responsabilidad a alguien más. Después, colocándose primero frente a su hermanito para mirarlo unos largos segundos, lo abrazó bastante fuerte, como si quisiera borrar en ese abrazo la ausencia que tuvo en su día a día de manera presencial.

     Cuando Gohan por fin se fue, Goku y Goten subieron a la habitación del de cabellera alborotada mientras la mujer bajaba al cuarto de lavado para asear la vestimenta que usó el menor ese día. Ya ahí, el más bajo de ellos se dejó caer en la cama con sus brazos extendidos. El mayor sólo se dedicó a verlo unos segundos, notando cómo ese pecho subía y bajaba en una respiración serena.

     —¿En serio estás bien, Goten? —volvió a indagar, atento a todas sus reacciones.

     —¿Te digo la verdad, Goku? —lo miró, con una sonrisa. Pero aquellos ojitos se comenzaron a llenar de lágrimas—. No lo estoy…—empezó a reír, algo nervioso, con ese sendero en sus mejillas acrecentándose. Eso fue señal suficiente para que el más alto se acercara a abrazarlo con fuerza—. No por lo que acabo de descubrir… Creo que una parte muy interna de mí ya lo sabía, ¿sí? Muy, muy en el fondo, y por eso no me costó tanto asimilarlo. Pero… —tomó una bocanada de aire.

     >>No sé si siento alivio de que mamá me echara, porque eso significa que podré estar más tiempo con Gohan y eso. Me duele en el fondo que mamá empezara a sentir rencor y molestia de criarme. Estaba agotada de ello, y aunque trataba de hacer cualquier cosa para que no sintiera que le doy mucha carga, no fue suficiente.

     —Tal vez sólo tuvo un momento de colapso hace rato, pero no quita el daño hecho…—soltó aire—. Su-supongo que…—sus mejillas se encendieron, comenzó a sentirse nervioso y angustiado—. Supongo que m-me toca ex-explicar lo que conlleva ser…

     —Ah… —lo miró de reojo, luego empezó a reír—. ¡Pusiste la misma expresión que Gohan cuando me explicó cómo nacen los bebés!

     —Aigh, demonios…—cubrió su rostro con su mano, mirando algo molesto a su primo. Pero en él también sentía alivio. Alivio por ver cómo conseguía verse algo animado pese a la situación—. Te voy a explicar lo que yo paso…

     La charla incómoda fue aminorando su disgusto con el paso de los minutos. Goten era alguien que no tenía filtros ni dudas al hablar, por lo que conforme el más alto explicaba, se animaba a preguntar y, Goku, sin más remedios, respondía sus dudas.

     —No suena tan difícil… Si acaso incómodo—sacó su teléfono y desbloqueó la pantalla, para poder dedicar unos minutos a distracción cibernética, ya que se había abstenido todo ese día de ello—. Trunks se quedó preocupado.

     —Me imagino. ¿iban a salir?

     —Sí. Pasamos un ratito juntos comiendo, o estudiando un poco todos los días. Estamos avanzando, de verdad tenemos mucho en común…—miró la pantalla de su celular, mordiendo su labio inferior en un gesto ansioso—. ¿Crees que la tía Gine se moleste si viene a verme? Él dice que quisiera acompañarme un rato.

     —¿Le contaste ya?

     —Pensaba hacerlo si viene—abrazó sus piernas contra su pecho—. Si estamos saliendo, creo que sería necesario contarlo.

     —P-pero… ¿no te preocupa que se sepa?

     —¿Mng? ¿Por qué debería preocuparme? No es nada malo, y es normal…—lo observó detenidamente—. ¿Por Bojack o alguien así de tonto? —Goku desvió la mirada—. Está bien. Creo que, si se enteran, sólo me dedicaré a ignorarlos—ensanchó su sonrisa—. Además, te tengo a ti. Tú me ayudarás a manejarlo si tengo problemas, ¿no?

     Aquella pregunta descolocó un poco a Goku. Si bien toda la experiencia de ese día era totalmente inesperada, que nunca, ni en sus más extraños pensamientos, habría tenido en mente, que ahora mencionara eso le parecía tan increíble. Pero ¿qué no él mismo también tenía dudas sobre su situación? Todavía… todavía, y muy ocasional, se veía envuelto en una constante lucha contra sus propios pensamientos y aceptación de su identidad.

     —Claro. Yo te apoyaré…—sonrió—. Te protegeré, Goten. Yo cuidaré de ti.

     —Je, je, je. Gracias, Goku—ambos adolescentes miraron hacia la puerta cuando fue abierta—. Hola, tía.

     —Hola, cariño. Ya lavé tu ropa—se sentó en la orilla de la cama—. Qué bueno que Goku te prestó ropa para dormir.

     —Muchas gracias, tía—dejó su celular a un lado, y se inclinó un poco más hacia ella—. Tía, ¿te molesta si viene un amigo a verme? Es que quiere acompañarme un ratito, está preocupado por todo lo que pasó y me gustaría poder platicar con alguien.

     —¿Un amigo?... Bueno, es algo tarde—dudó, antes de mostrar una sonrisa—. Pero si quieres puede venir.

     —¡Gracias, tía!

     —Accedió muy fácil… Supongo que es porque ahorita él está en una situación compleja—miró a la mujer, antes de desviar su mirada hacia abajo por el dolor estomacal—. Mamá, ¿hay algo listo para comer?

     —¿Eh? ¡Cierto! —se levantó—. Hubo problemas con el servicio de gas, entonces voy a ir con Raditz a llenar el tanque pequeño para poder usar la estufa. Olvidé que era hoy, y revisando el tanque vi que está totalmente vacío.

     —Oh… Claro, entiendo. Ahorita busco algo para calmar el hambre—sonrió—. No te preocupes.

     —Deja voy ya, para que no se nos haga más tarde y poder preparar algo. ¿Necesitan algo? ¿Quieren que les traiga algo ya hecho?

     —No, tía. Yo estoy bien, puedo esperar.

     —También puedo esperar, mamá.

     —Bueno, ya nos vamos—se acercó a dar un abrazo y un beso a ambos y salió, cerrando de nuevo.

     —Extrañaba a la tía. Es muy linda y cariñosa—se tiró en la cama y abrazó una almohada, mirando a su primo—. Trunks ya viene en camino.

     —Sí… Está bien que te acompañe. De verdad se nota que tienen buena química.

     —¡Sí! De verdad nos llevamos tan bien, tenemos mucho en común y todo es increíble. Me gusta mucho, me emociona demasiado pensar en él—su sonrisa era genuina, que era totalmente obvia para aquel joven que estaba de pie en esa habitación, a quien le podía transmitir esa sensación—. Me imagino que así te sientes tú con Vegeta.

     —¿Eh? —pensó en sus palabras—. Ah… Claro…

     —¿Mgh? —se volvió a sentar en la cama—. ¿Por qué siempre haces ese tipo de gestos, Goku?

     —¿Qué dices?

     —Siempre que menciono tu relación con Vegeta pones esa cara. Como si algo te molestara—el otro desvió la mirada—. Es como si te fastidiara.

     —No me fastidia. Solo…—rascó su brazo con incomodidad—. No sé qué pensar.

     —¿Mgh? ¿Qué tanto tienes que pensar si él te gusta? —pero el silencio por parte de Goku no era interrumpido—. ¿O no te gusta él? Son pareja.

     —Es que…—pasó su mano por su cabello—. Han pasado tantas cosas entre nosotros, peleas, y falta de comunicación. Y la manera en que empezamos, en que han ocurrido muchas cosas… Ya no sé qué sentir con todo.

     —Eso… Bueno, no sé qué decirte, Goku. Yo los veo muy unidos desde antes de saber que son pareja—abrazó sus piernas—. Necesitan sólo más confianza para hablar de lo que sienten, ¿no crees?

     —Supongo—soltó un suspiro pesado y miró su teléfono, notando que tenía un mensaje pendiente de su pareja.

 

 


 

Vegeta Saiyan: ¿Estás ya en casa? ¿Vas a estar ocupado con algo con tu familia ahora?

Son Goku: Ya estoy en casa. Sólo estamos Goten y yo, mi mamá y Rad fueron a la gasera, hay problemas con el servicio.

Vegeta Saiyan: Cierto, en algunas zonas se tuvo que suspender por arreglos.

¿Entonces no has cenado?

Son Goku: Sólo un pastelito en la cafetería de la escuela.

Ahorita buscaré algo en la alacena, para hacerme un sándwich.


 

 

 

—Goku, Trunks me envió un mensaje. Dice que está afuera—avisó.

     El más alto dejó su celular en su mueble y le hizo una seña para que no se levantara. Fue rápidamente a la planta baja y abrió la puerta principal, notando que el pelilila llevaba una bolsa en mano, y su rostro se veía preocupado.

     —Hola, Goku. ¿Goten está bien?

     —Sí lo está. Ven…—comenzó a caminar hacia su habitación tras haber cerrado bien la puerta principal—. Goten, llegó tu visitante.

     —¡Hola, Trunks! —saludó enérgicamente, sentándose en la cama al centro—. Muchas gracias por venir.

     —Ten, te traje pollo agridulce y arroz blanco con cebolla y mantequilla—mencionó, pasándole la charola. El Son abrió la bolsa y destapó la charola, llenando la habitación de un aroma exquisito—. Goku, también traje un extra para ti.

     —¿Eh? —miró cómo su primo, por el hambre debido a la ausencia de alimento en todo el día, comenzó a comer algo apresurado—. Gracias, pero no me gusta la salsa agridulce. Mejor deja que Goten coma bien, y si quiere que coma mi porción.

     —Bien…—miró nuevamente a ese chico frente a él. Tenía sus mejillas algo sonrojadas, y parecía una ardillita por sus mejillas infladas por el bocado de comida en su boca, pero por la manera en que sus ojos estaban ligeramente entrecerrados se infería que sonreía—. Me alegra que te encuentres bien. Cuando te fuiste me quedé preocupado, y que me dijeras solamente que peleaste con tu mamá me hizo imaginar lo peor.

     —Ahhh—soltó un suspiro—. Pasaron muchas cosas. Me pesó un poco la pelea, pero no sé si hubiera sido mejor evitarla. Se estuvo complicando todo, pudo ser peor si se posponía.

     —¿Está relacionado a lo de la vez anterior, de cómo reaccionó porque llegaste tarde?

     —En realidad, pasó algo más difícil…—soltó aire y dejó la charola con comida a un costado, y unió sus manos, tratando de modularse un poco en su nerviosismo. Su mirada estaba baja, enfocada en ellas, tratando de acomodar sus palabras. De pronto sintió unas manos posicionarse sobre las suyas. Alzó su mirada, enfocando aquellos ojos azules que lo miraban atentamente.

     —¿Por qué siento que lo mío con Saiyan no se ve así? —pensó, al notar cómo se dedicaban una miradita coqueta, pero atenta, fija, cariñosa… Sólo mordió su labio inferior, empuñó bien su celular y dijo en voz alta—: Los dejaré solos, para que puedan hablar.

     Salió de la habitación y cerró despacio, para no interrumpir ese momento íntimo y de cercanía entre ambos. Bajó a la sala, mirando lo desordenado de los cojines tras esa tarde donde todos estaban ahí, charlando acerca de la situación inesperada de su primo.

     Se acercó únicamente para acomodar un poco y después fue a la cocina. Buscó en la alacena algunas galletas o alguna sopa instantánea para meter en el microondas. Pero justo en esos momentos maldecía un poco el hecho de que su madre procuraba un estilo de vida saludable donde la despensa semanal limitaba mucho ese tipo de comida chatarra.

     —Al menos hay fruta…—tomó una manzana para lavarla y después fue al sofá, soltando un suspiro de alivio cuando se dejó caer en la mullida superficie—. Mi estómago duele. Y, además…—alzó su brazo un poco para olfatearse. Su playera de licra, la misma que llevaba desde el entrenamiento, tenía un ligero olor ácido impregnado en la tela—. En serio apesto. Necesito una ducha… Debí haber tomado un cambio de ropa para ducharme en la habitación de Rad.

     Dio un respingo al sentir su celular vibrar. Lo levantó, notando la notificación de un mensaje nuevo en su bandeja de entrada perteneciente a Vegeta. Abrió el chat que tenía con él, sorprendiéndose por el contenido de este.

 


 

Vegeta Saiyan: ¿Tienes un momento?

Estoy afuera.

 


 

 

     —¿Vino? —inmediatamente se levantó y salió de la casa, notando que no estaba frente a esta—. ¿Me hizo una broma? —frunció el ceño, antes de ver por el rabillo del ojo a un adolescente asomándose desde unos cuantos metros frente a la casa vecina—. Es él…

     Cerró detrás de sí y, con la manzana ya casi por terminar en mano, caminó hacia él. Lo vio algo sudado, con el mismo short de esa mañana, pero con una playera blanca y una sin mangas encima perteneciente al anterior uniforme deportivo de baloncesto.

     —Saiyan, ¿qué haces aquí?

     —Dijiste que no has comido en todo el día, y que ni siquiera puedes preparar algo ahora—le extendió aquella bolsa donde estaba el logo de un local de comida—. Estaba cerca jugando básquet con unos amigos, así que llegué a comprar esto. Son onigiris; sé que te gustan de atún. Iba a traerte albóndigas, pero ya estaban cerrando el local cuando fui.

     —¿Me trajo comida? ¿Vino hasta acá sólo por esto? —mordió su labio inferior, mirando a aquel chico. Sus mejillas estaban aumentando en su sonrojo tan sólo por esa pequeña acción. Vegeta le dedicaba una miradita serena, con una media sonrisa—. G-gracias.

     —No es nada—se acomodó el morral que traía en su espalda—. ¿Está todo bien con Goten?

     —Eso…—soltó aire—. Su mamá lo echó de casa. Pasará unas noches conmigo en lo que su hermano consigue un lugar para ambos.

     —¿Qué? ¿Cómo es que…?

     —Ella es una persona complicada. Él ya quería irse desde hace tiempo, lo de hoy sólo fue un quiebre de algo que tenía muchas grietas—miró a su alrededor—. Estará bien. Es fuerte.

     —Y tiene a alguien que lo apoya—completó.

     El Son lo miró, dándose cuenta de la mirada de Vegeta posada en él. Ese chico habló con bastante seguridad acerca de ello, sin siquiera conocer el problema real. El Saiyan confiaba plenamente en él, pero ¿cómo decirle que era relacionado a un tema en el que él dudaba demasiado en él mismo? Se lo había dicho a Goten, por supuesto. Si bien era un mínimo de posibilidades que la pasara mal, puesto que desde cierto punto de vista la existencia de donceles era algo normal en el mundo, no quitaba que ocasionalmente se topaba con imbéciles que podían amargar su día.

     Ni siquiera sabía si podría avanzar otro poco él, cada cosa que ocurría muchas veces lo devolvía a ese pensamiento intrusivo donde volvía a renacer ese remordimiento sobre su cuerpo y muchas experiencias incómodas regresaban a él.

     —Supongo… No lo dejaré caer—forzó una media sonrisa que, gracias a la oscuridad de esa banqueta, el Saiyan no distinguiría su falsedad.

     —Está perfecto. De todos modos, si necesita apoyo, puedo yo también ayudar en algo. Lo que sea—una corriente de aire sacudió sus cabelleras—. Ya está refrescando. Mejor te dejo para que puedas cenar y no tengas problemas por mi presencia—volvió a quitarse el morral sólo para sacar dos pines—. Toma. Los encontré en la plaza, y pensé en ti. Me recordó a la pequeña colección que tienes de llaveros de este anime.

     —¿Eh? —miró aquellos dos pines, que se complementaban con forma de piezas de rompecabezas, que tenían los símbolos de kanjis muy significativos en aquel programa que le gustaba ver—. Estos los había visto hace mucho tiempo, pero no los compré porque no llevaba dinero extra. Era una vez que llegamos a comprar comida, no creí que él se diera cuenta de que los veía mucho…—alzó su mirada, sintiendo que nuevamente el calor se acumulaba en su rostro.

     —Bueno. Me retiro para que disfrutes tu cena y…—sus palabras fueron interrumpidas por los labios del Son posándose sobre los suyos y aquellas manos empuñándole la playera, sumado al sonido de aquel corazón de manzana que cayó al suelo—. O-oye, estamos en la calle y…

     —Demonios, sólo cierra la boca—volvió a besarlo, casi desesperadamente. Su cuerpo se inclinaba más hacia él, tratando de tener cercanía. El más bajo, ante aquel tacto, aproximó sus manos hacia su torso tratando de abrazarlo—. E-espera, no te acerques tanto. No me he duchado y huelo mal…

     —Sabes a manzana—susurró con una risita.

     —Ay, parece que no le molesta…—todavía tenía empuñada su playera—. Él también huele a sudor, ¿por qué me gusta más en lugar de darme asco? —tragó saliva y rodeó aquel cuello con sus brazos, para volver a besarlo—. Está calientito su cuerpo. Siempre me hace sentir más cómodo…

     —¿Qué? ¿Me extrañaste? —bromeó, teniendo ese rostro tan cerca suyo, donde el vaporcito de sus bocas se mezclaba tan cerca.

     —Tonto…—cerró sus ojos y volvió a unir sus labios—. ¿Y qué si así fuera?

     —¿Eh? —el Son abrió sus ojos para ver su reacción, viendo que Vegeta tenía una ligera sonrisita.

     —Tsk… Si te vas a burlar, yo…—pero el agarre aumentando de fuerza en su cuerpo, sumado a ese beso retomado, lo hicieron callar—. Le gusta que le diga cosas así. Vegeta demuestra su afecto con acciones de este tipo, agarres fuertes y ese tipo de bromas… Está bajando la temperatura.

     —Sí… Será una noche fresca—lo soltó lento, separándose ambos unos centímetros—. Ve adentro, no has descansado en todo el día.

     —Ajá…—con su muñeca limpió aquella gotita de saliva que estaba en la comisura de sus labios—. Te veo mañana, Saiyan.

     —Hasta mañana—dio un paso, manteniendo el contacto entre ambos por aquellas manos que se tomaban—. Que descanses, Kakarotto.

     —Tú también—entrelazó sus dedos—. Avísame cuando llegues a tu casa.

     —Claro—sonrió—. Te mando mensaje.

     —Gracias otra vez por la cena—soltó despacio su mano—. Adiós.

     —Hasta mañana.

     Ambos dieron un par de pasos en direcciones contrarias. Goku se detuvo, mirando aquel par de pines en su mano. Miró hacia atrás, viendo el cuerpo del más bajo alejándose de él a pasos lentos.

     —Saiyan—llamó su atención, consiguiendo que se detuviera y volteara.

     —¿Sí?

     Caminó hacia él, mientras se prendía un pin en su playera. Al llegar frente a él, quitó el broche de seguridad del otro restante para poder perforarle su playera externa y colocárselo en su ropa. Tan solo terminó, colocó sus manos en sus hombros y le dio un casto beso.

     —Nos vemos.

     Lo soltó y ahora sí fue a su hogar, sin mirar atrás para que, pese a la oscuridad, no notara su pronunciado sonrojo. Se encerró, se recargó en la puerta y aferró unos instantes aquella bolsa. Soltó aire y fue a la cocina, destapándola y notando que no sólo se trataba de comida, sino también de un pequeño flanecito de postre.

     Comenzó a comer, algo apresurado y sintiendo satisfacción casi inmediata por todo ese tiempo que se abstuvo de alimentos. Aquellos onigiris sabían a gloria, tan delicioso, que terminó todos con gusto. Incluso comió el postrecito, tratando de saborear el jarabe de caramelo.

     —Estoy lleno…—comenzó a levantar su basura y desechándola en el bote—. ¿Mhg? Ya llegaron—susurró.

     Se acercó a la puerta, abrió, y observó a su hermano mayor llevando el tanquecito de gas a la cocina para ayudarle a su madre a conectarlo. Tardaron sólo un par de minutos, en los que el Son menor únicamente los veía desde su lugar, sin poder ver mucho de cómo se realizaba la conexión debido al corpulento cuerpo de su hermano que le impedía la vista.

     —¿Es empaque de comida? ¿Pediste algo? —mencionó la mujer al ver el contenedor.

     —Ah, sí… Es que no había comido en todo el día y no pude soportar más—miró hacia las escaleras cuando escuchó un sonido de risitas. Vio a su primo animado, conversando con el pelilila. De reojo notó que su madre y su hermano se acercaron un poquito por las voces.

     —Cariño, ¿él es el amigo que mencionaste? —mencionó la mujer, recibiendo una extensión de mano por parte del pelilila, la cual correspondió—. Hola.

     —Buenas noches—saludó el de ojos azules—. Me llamo Trunks, soy amigo de Goten. Gracias por permitirme llegar a su casa para poder acompañarlo un ratito.

     —Ay, no es nada… ¿Tienes hambre? Iba a calentar algo de comida.

     —No se preocupe, cené hace rato. De hecho, ya me iba a mi casa—hizo una pequeña reverencia—. Que tengan bonita noche.

     —Je, je, je—el Son menor lo empujó un poquito—. Vamos, yo te acompaño afuera.

     Con un jugueteo de empujoncitos, que rompía la formalidad reciente, ambos fueron a la parte exterior de la casa. Goku miró esas acciones, donde una vez más se veían tan felices, animados, como si la simple compañía aliviara al pelinegro que había tenido un mal día. Y no sólo eso, sino que esas acciones, donde ambos lucían unidos, quizá más que antes, aliviaron en él su temor de que ellos cambiaran algo en su relación.

     —¿Son pareja? —oyó a sus espaldas. Volteó, notando que sólo estaba Raditz. Posiblemente su mamá había ido a cambiarse a su habitación.

     —¿Y qué si lo son? No se te ocurra decirle nada, está pasando mal momento.

     —¿Sigues enojado?

     —Tsk…—chasqueó su lengua y lo miró unos segundos con su ceño fruncido. Finalmente soltó aire para tratar de relajarse—. Raditz, tú tal vez no lo veas. Pero, que no me traten como a ti, me molesta. Yo también soy un hombre.

     —¿Y quién demonios dijo lo contrario?

     —¡Tú siempre me molestas! Sabes que no me gusta “eso”. No quiero que lo menciones, de verdad. Sabes que me duele…—empuñó sus manos—. Y siempre me tratas como débil.

     —Eres mi hermano, ¿por qué te molesta que siempre trate de cuidar de ti? ¡Es mi trabajo!

     —Eso…—desvió la mirada—. Siempre resaltas algo que nos diferencia.

     —Como sea…—comenzó a subir a su habitación, el menor también fue por las escaleras—-. Por cierto, ten—le lanzó una bolsita de gomitas—. Olvidé dártela. Te la mandó mi chica.

     —Agradécele de mi parte—susurró, acercándose a la puerta de su habitación.

     —Le he hablado acerca de ti—eso hizo detener al menor—. Como tiene exámenes y actividades, no podrá ir a asistir al entrenador de béisbol de la categoría infantil. Así que sugirió que fueras tú—el menor volteó completamente, mirando al más alto—. No será paga grande, sólo un pequeño apoyo. Sería los sábados en la mañana, y apoyar en la tarde si hay torneos. Sólo sería un mes, el próximo. ¿Qué opinas?

     —¿Me consiguió esa oportunidad? —empuñó sus manos e inclinó un poco su cabeza hacia abajo—. Sí me gustaría. Por favor, dile que sí lo haré.

     —Va… Yo le digo—se acercó a su habitación para abrir la puerta.

     —Ehm… Rad.

     —¿Sí?

     —Gracias.

     —…—sólo lo miró, le dedicó una media sonrisa y se metió en su habitación, no sin antes decir al aire—: De nada…

     Goku soltó un suspiro y se metió en su habitación, aprovechando ese momento para meterse en la ducha y poder quitar todos los residuos de sudor y tierra de su piel. Disfrutó aquel momento bajo el agua, tranquilizándose y relajándose, por fin sintiendo que sus músculos se destensaban. Incluso se animó a usar una pijama holgada y playera sin mangas para que el frío de la noche lo ayudara a regular su temperatura corporal.

     Se dejó caer en la cama con los brazos extendidos y miró de reojo su peluche, ese peluche de dragón color morado que su novio le había regalado en su cita doble. Extendió su mano para tocarlo, sólo acariciarlo un poco, como si fuera irreal la existencia de ese pequeño peluche ahí.

     —Goten tiene razón… Nunca le respondo cuando habla de mi noviazgo con Vegeta—soltó un suspiro—. Me gusta lo que hacemos, me gusta lo que me hace sentir físicamente, y siento comodidad junto a él—colocó sus brazos detrás de su cabeza y cerró sus ojos—. Es un chico guapo, y me gusta mucho su sonrisa… Es bonita—tragó saliva—. Me gusta lo que tenemos. Me gusta ser su novio, y sé que él está bien por nuestra relación. Yo también lo estoy, creo…—se hizo bolita en la cama, metiéndose bajo la sábana en su paso.

     >>Me atrae mucho, hay cosas que de verdad me gustan, y más lo que hacemos. Pero no sé si me gusta él. Todo ha sido muy diferente a lo que he sentido con cualquier otro chico. Y no sé si lo que estoy sintiendo es algo más, o sólo la costumbre de estar únicamente enfocado en él…—extendió su brazo para alcanzar el peluche y abrazarlo—. Aunque la pasamos bien, lo nuestro claramente no se ve como lo de Goten y Trunks. Ellos ni siquiera han empezado su relación, y pareciera una relación muy contraria a la mía con Vegeta.

     Soltó un suspiro antes de levantarse y acercarse a su mueble, para sacar del último cajón su bolsa de dormir y colocarla en el suelo, para dormir él ahí. Aprovechó para colocarse en una posición cómoda, con un juego de cobijas limpio en su cama para Goten mientras él usó las propias. Incluso bajó su pequeño “Gran Dragón” para poder tenerlo abrazado en esos momentos.

     —Aun así, me esforzaré para ser buen novio… y que se vea así de bonito lo nuestro—oyó risas en la planta baja, que reconoció pertenecientes a su madre y a Goten. Ella verdaderamente quería a su sobrino y siempre solía charlar con él cuando se encontraban; además, Goten tenía facilidad de seguirle el hilo a cualquier persona para las conversaciones—. No se tomaron a mal que invitara a alguien a casa… Tal vez algún día pueda presentárselos como mi novio…

Notas finales:

(09/03/2024 By Near)


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