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Cazadores del Mar Celestial por Kaiku_kun

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Notas del capitulo:

Perdonad por la tardanza, buf, no conseguía parir mejores capítulos... aunque este ya lo tenía escrito, pero era el último que tenía preparado.

16. Interludio – El futuro

 

Unos días atrás, en el Olimpo

—¡Quiero saber qué les está pasando a mis amigos! ¡Déjame verlo!

—Igualmente no podrás hacer nada por ellos. Vamos, Hinano, juguemos un rato…

Desde que Hinano quedó retenido en las salas de Apolo, notó el cambio de ambiente respecto a tierra firme. El hechizo de adaptación de Kirino había servido a medias, y no tardó en quedar más expuesto a sus emociones, positivas y negativas. Estaba más alterable y también se cansaba más rápido. Por eso, cuando conoció al hijo de Apolo supo que estaba perdido: era apuesto, parecía joven, con una melena de fuego brillante y lo peor de todo, era un dios también, con lo que su cuerpo reaccionó “positivamente” de forma natural.

Ese dios, Taiyo (como le gustaba que le llamaran), tenía algunos poderes heredados de su padre y otros que simplemente siempre había tenido. Era un símbolo del sol y del día en toda regla, tenía dotes de visión de futuro y de presagios y podía (como muchos dioses) presentarse en sueños a toda criatura que él deseara visitar por cualquier razón. La primera noche se aprovechó de eso último para provocarle un sueño erótico a Hinano y despertar su interés (aunque realmente no hacía falta). Desde entonces, Hinano sucumbía una y otra vez a sus deseos carnales con el dios y cada noche dormía plácidamente por el cansancio del sexo constante.

O bueno, no del todo. El primer día que Taiyo se aprovechó de la debilidad del humano le dejó claro que no quería hacerle daño:

—No puedo complacer del todo los deseos de ambos, por mucho que quiera —le dijo, extremadamente cerca de Hinano—. Si te penetro podría destruirte. Un humano no puede resistir la potencia de un dios. El último que lo intentó fue Ganimedes con Zeus y aún sigue herido y traumatizado, después de décadas (1). No quiero que pases por eso.

En ese instante, Hinano tragó saliva, algo atemorizado, pero nada les impidió seguir la fiesta fuera de las nalgas del rubio.

En los pocos momentos en los que el humano no estaba inhumanamente caliente, se centraba y recordaba el porqué de su estancia en el Olimpo y, sabiendo de los poderes de Taiyo, le presionaba para que intentara contactar con sus amigos.

—Ahora no quiero, lo que quiero es ver a mis amigos.

—No puedo, no debo inmiscuirme en los asuntos de los dioses mayores. Sería castigado…

—¿Se pueden dar cuenta?

—Mi padre sí.

Hinano bajó la cabeza. Taiyo sintió una punzada en el corazón al verlo de esa manera. No pudo evitar tocarle la mano con su poder de visión, el único que podría pasar desapercibido. Inmediatamente tuvo una visión clara de un humano joven, con el pelo más rojizo que el suyo y con una coleta, muriendo en una sangrienta batalla contra un ejército muy superior, lleno de bestias.

El humano supo inmediatamente lo que había hecho Taiyo y preguntó:

—¿Qué has visto? No es bueno, ¿verdad?

—Uno de tus amigos morirá. Pero se puede evitar.

—Eso no iría en contra de los dioses y de las Moiras? (2)

—Si no ha ocurrido algo ya, si no he sido castigado, es que no es destino de tu amigo morir. Pero debemos actuar rápido.

—¿Se te ocurre algo?

—He visto que la batalla es contra Licaón. Deben estar ya en Arcadia, y conozco a la única criatura que no estará bajo su cruel yugo.

Así fue como, gracias al poder de entrometerse en los sueños de Taiyo, ambos contactaron con Yoichi y le convencieron para que ayudara a Ichiban. Pasaron días tranquilos, llenos de risas (y sexo), sin preocupaciones, esperando el encuentro entre la ninfa y el amigo de Hinano. Taiyo se enteró enseguida cuando sucedió, y calmó a su compañero de juegos con toda alegría, pensándose ambos que todo había acabado bien.

Pero sí que hubo consecuencias. Una muerte menos en la batalla se notaría, aunque Ichiban acabara por no participar en ella, y una cadena de sucesos en el Olimpo impulsó de nuevo a Taiyo a cruzar la línea solamente por su Kinsuke, su rubiales.

—Los dioses hablan de Licaón constantemente —le contó Taiyo, tumbado en la cama con su humano favorito—. Han descubierto algunos de los horrores que ha cometido y no les parece suficiente el castigo que querían imponerles.

—¿Lanzar dos meteoritos y desatar a las Osas no es suficiente? Pues qué crueles.

—Para ellos no es nada. Dentro de una hora va a haber una reunión con los dioses mayores para decidir qué se hace con él.

—¡Tienes que ir! ¡Podrían poner en peligro a mis amigos!

—Me temo que eso ya lo han contemplado. Si deciden un castigo de grandes dimensiones podría desaparecer Licosura entera.

Hinano se quedó devastado ante la noticia. No supo hablar durante un buen rato. Taiyo le prometió que se enteraría de los planes de los dioses e intentaría convencer a su padre de no llevarlos a cabo.

—Cuando acaben la reunión le insistiré.

Taiyo dejó a Kinsuke en su cama por un buen rato. El dios menor se desplazó con sigilo hasta la sala principal (donde días atrás había estado deambulando el Toro), donde encontró a casi todos los dioses mayores sentados, unos pensando, otros exponiendo su opinión. Apolo estaba allí y, aunque Taiyo estaba bien escondido, notó su presencia al instante, algo que el resto no hizo.

Por desgracia, su oculta posición no le daba una buena acústica, y oía las cosas a medias…

—¡Taiyo! —se sorprendió Hinano, al verle volver con una cara apagada, después de casi una hora ausente—. ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué han decidido?

—Zeus y Hermes se harán pasar por invitados para juzgar a Licaón en persona. Si su decisión es negativa… No han dicho qué harán (3).

—Y ¿has probado de hablar con tu padre?

—Sí, he hablado con él… Pero no pude hacer nada. Zeus y Hermes han partido ya. Llegarán mañana por la noche. —Hinano bajó la cabeza—. Además tenemos otro problema. Mi padre ha considerado que espiar la reunión era un acto de descortesía y falta de respeto profundas.

—¿¿Qué quiere decir eso??

—Me ha echado del Olimpo, y a ti también. Y todos los dioses han estado de acuerdo con la decisión.

—¡Eso es una crueldad! ¡No pueden…!

—Sí pueden. Lo han hecho millones de veces. Si creías que los dioses eran algo mejor a los humanos, te equivocas. Son mucho peores y son extremadamente vengativos y rencorosos (4).

—Lo siento…

—No todo está perdido. Apolo ha sido benévolo y me ha dicho que si, pese a la debilidad por la herejía, sobrevivo a todos los castigos que los dioses han lanzado a los humanos y vuelvo con tus amigos al Olimpo, me dejará volver a casa.

—¡Pues vamos a hacer que se cumpla! ¡Esto es una prueba de valor de tu padre, no un castigo!

Hinano apartó a empujones a su deprimida pareja, se vistió con toda la armadura y salió de su instancia para chocar directamente con la pantorrilla de un dios enorme. El mismísimo Apolo.

—Tú, humano, has sido el culpable de esta desobediencia —le dijo, tajantemente—. No puedo arrebatarle los poderes a mi hijo, ni tampoco puedo tocarte a ti, por el pacto que hizo Zeus con tus amigos, pero espero no tener que volver a sentir vuestra presencia cerca de mí en mucho tiempo.

Hinano, pese a lo enfadado que estaba, no se atrevió a contestar a tal autoridad divina. Bajó la cabeza, apretando los dientes, agarró a Taiyo de un brazo y salieron corriendo hacia la salida del palacio, rumbo a un futuro incierto.

Notas finales:

NOTAS:


(1): Si os gusta el mundo griego y el yaoi conoceréis la historia de Ganimedes. El único capricho de Zeus en hombre. Ganimedes era un joven atleta apuesto al que Zeus le echó el ojo de casualidad, así que el dios se transformó en águila y se lo llevó al Olimpo para que sirviera como su copero (y otros lujos 7v7). Lo de la penetración me lo he medio inventado (Javier Negrete, en su novela “Señores del Olimpo” hizo algo similar).


(2): Las tres Moiras son unas diosas con aspecto de anciana, cubiertas con ropa vieja y algo holgada, que se encargan de tejer y cortar muchos hilos. Cada hilo es una vida humana y, cuando se corta, la vida acaba. Básicamente son el símbolo del “destino” entre los griegos. Ir en contra del destino suele acarrear graves consecuencias.


(3): A partir de este instante, toda acción que concierna a Zeus y a Hermes es un mito real sobre cómo acabó Licaón. No os hagáis spoiler leyendo la Wikipedia XDD


(4): Eso es cierto. Los dioses, para los griegos, representan todo aquello que no pueden alcanzar, pero también todo lo que nunca deben llegar a ser. Sádicos, violentos, abusones (en todos los sentidos), arrogantes, orgullosos, caprichosos… cualquiera que sepa un poco de mitología griega se dará cuenta de cuán crueles son.


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