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Only reason. por DNA

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La residencia se encontraba en completo silencio, el sol ni siquiera se asomaba aún en el horizonte y los habitantes del lugar se encontraban en medio de un merecido descanso luego de un largo día de trabajo.


Sin embargo, todo el silencio y paz fueron arrebatados de golpe. Un estridente golpe despertó a la pareja dormida dentro de la habitación. Las luces fueron encendidas sin siquiera darles una advertencia y ambos apenas reaccionaron a todo lo que estaba pasando.


— Hola, buenos días. Tomaré las llaves de tu auto —dijo brevemente el intruso.


— Joder, niño de mierda, son las putas cuatro de la mañana —masculló Jung Sun molesto.


— Sí, lo que sea. Recuerda que estaré aquí al medio día para que vayamos a revisar lo del regalo —informó apresurado.


— ¡Tan sólo lárgate! —Exclamó irritado, arrojándole su almohada con una mano e intentando cubrir sus ojos de la molesta luz con la otra.


Sehun no dijo nada más, saliendo de la misma intempestiva forma en la que entró. Jung Sun suspiró aliviado al verse libre de él, solamente para abrir los ojos de golpe tres segundos después y salir corriendo de la cama.


— ¡Sehun, pequeño bastardo, son las putas cuatro de la madrugada! ¡¿Dónde mierda estás yendo?!


Sehun solamente se rio de los gritos del mayor, poniéndose en marcha antes de que él llegara al garaje. El vehículo cargado con todo lo que necesitaría para ese día.


Dos personas lo esperaban en la solitaria acera frente a aquel bloque de apartamentos, ambos más dormidos que despiertos debido a la hora. Al verlos, Sehun solamente pudo sonreír, recordándose que les debía una buena comida a esos dos por siempre ayudarlo en todas sus locuras.


— Oye, debiste habernos citado más temprano, estamos empezando tarde —escupió sarcástico Lay.


— No te quejes tanto, Yixing. Les invitaré el desayuno —aseguró.


— Él nos comprara un insípido jugo y un sándwich horrible en alguna tienda de conveniencia —bufó Chanyeol.


— Y los voy a dejar escoger la tienda de conveniencia, ¿no es genial? —Bromeó.


Lay fue el primero en mostrarle el dedo medio, advirtiéndole que, si lo hacía, iba a arruinar su jodida noche mágica con Luhan. Sehun únicamente pudo reírse con ganas, abriendo el portaequipaje para que ellos comenzaran a descargar el vehículo.


— Esto es peor que cuando me hizo subir al segundo piso de su escuela secundaria para poder dejar aquel estúpido juguete raro para él —farfulló Chanyeol.


— No fue tan malo.


— Casi me caí mientras trepaba a la ventana de un segundo piso —le recodó.


— Por eso te digo que no fue tan malo, yo me reí.


— Vete al demonio, Lay.


Sehun únicamente se reía, escuchando sus falsas quejas. Era verdad que Chanyeol se había quejado infinitamente por hacer aquello, pero ciertamente se había opuesto rotundamente a que Sehun lo hiciera por sí mismo, cumpliendo con la tarea de todas formas.


— Bien... ¿Qué tenemos que hacer? —Preguntó finalmente Lay, tras el último viaje al auto.


— Primero que nada, debemos limpiar el lugar, los muebles irán en la habitación de invitados, también las luces y...


— Oye, oye —intervino Chanyeol—. Con calma, amigo.


— Chanyeol tiene razón —comentó algo divertido Lay—. Nosotros somos algo lentos, tienes que ir paso a paso si no quieres que lo hagamos mal.


— Okay, lo lamento, creo que estoy un poco nervioso —murmuró avergonzado.


— Sí, lo notamos. —Chanyeol rió—. Vamos, no te preocupes por nada, sabes que, aunque todo pueda descontrolarse un poco, nosotros podremos sacar el trabajo adelante.


— Lo sé, gracias.


— Okay, entonces... Manos a la obra, tenemos que dejar este lugar increíble para asegurar que nuestro amigo tenga acción está noche —animó Lay.


— Vete al demonio —bufó.


— ¿Qué? ¿Me dirás ahora que esa no una de tus intenciones?


— Oh no, claro que no. Todo sea por ver a mi Bǎobèi Lù feliz —respondió Chanyeol con una horrenda imitación suya.


— Jódanse los dos y dense prisa —ordenó divertido con sus estupideces.


— De acuerdo, primero moveremos cada mueble, así que... caballeros, es momento de sudar —indicó Lay.


— Oye, pero si nosotros prácticamente haremos todo el trabajo físico... ¿Qué harán los demás? —Interrogó Chanyeol con el ceño levemente fruncido.


— Idiota, ¿qué no leíste las trescientas hojas en la carpeta que nos dio? Ahí venia todo —respondió risueño el mayor.


— Número uno; ni siquiera eran diez hojas las de la carpeta, y número dos; los demás también deben hacer varias cosas.


— Es verdad. Baekhyun y Kyun Min deben ir a recoger varias cosas a diversas tiendas por toda la ciudad, Jackson debe ir hasta la ciudad vecina por las flores que Sehun solo pudo conseguir en una sucursal allá, Bobby tiene que venderle su alma al diablo y convencer a Suho de recibir hoy a Sehun para charlar.


— ¿Por qué no pedirte eso a ti? ¿No es como mil veces más fácil?


— Bueno, yo soy un ser humano ordinario, ¿sabes? No puedo estar allá con JunMyeon y aquí con Sehun. Supongo que por ello alguien debía hacer el trabajo si yo iba a estar aquí.


— En todo caso... ¿Para qué exactamente quieres reunirte con él? —Interrogó curioso.


— Para algo, ahora, dejen de parlotear y dese prisa porque tenemos mucho que hacer —señaló tranquilamente.


— ¡Sí señor! —Exclamaron los otros dos. Riéndose cuando el rodó los ojos con fastidio.


 


***


 


La mañana comenzó algo extraña, no era necesariamente mala, pero se sentía algo extraña desde que Sehun no apareció en la puerta de su hogar como cada mañana.


YiFan por otro lado, él parecía sumamente animado esa mañana. Se ofreció a llevarlo y también a ir a recogerlo para más tarde, Luhan se negó a lo último utilizando de excusa el club de soccer. Quien sabe, tal vez al final de la escuela, Sehun apareciera mágicamente a buscarlo.


Igual que cada mañana, sus amigos lo saludaron en la entrada, al menos los que estaban ya que al menos de Chanyeol, Baekhyun, Kyun Min y Jackson no había ni rastros.


— ¿Y los demás? —Preguntó.


No era que no lo pudiera imaginar, era solamente que tenía curiosidad sobre lo que ellos iban a responder. Sehun era meticuloso cuando se trataba de sus planes, así que ellos debían ser nada menos que perfectos al responder o él los haría sufrir las consecuencias. Bien, tal vez Luhan era malo al dejar que su novio lo acosara así, pero también tenía curiosidad.


— Bekhyun dijo que se quedaría por algo que surgió con los niños en casa del señor Kim. —Haneul habló primero.


— Chanyeol no se sentía bien e iría al doctor para averiguar si algo estaba mal. —Jun Hong continuó.


— Ja-Jackson y Min dijeron que hoy estrenaba esa película de la que no dejaban de hablar, así que fueron para la primera función —habló Cherry al notar que todos la miraban en espera de su turno para excusar a sus dos amigos restantes.


Era bastante creíble y, de no ser por el hecho de que todos faltaban convenientemente ese día, Luhan probablemente hubiera creído que todo era como ellos decían. Sinceramente Luhan los felicitaba para sus adentros por tan buen desempeño y el esfuerzo de su novio.


Un bajo gruñido lo sacó de sus cavilaciones y al volverse a su derecha, descubrió la sombría imagen de Hyun Jae. Fue algo inesperado, había estado más que acostumbrado a siempre tener la sonriente y tierna faceta del menor tras él, así que no supo cómo reaccionar ante sus evidentes celos.


— Relájate —dijo seriamente.


Eso pareció tranquilizar al menor, quien rápidamente puso una expresión avergonzada debido a su comportamiento. Luhan le sonrió tranquilamente, entrando finalmente a su recinto escolar seguido de su reducido grupo de amigos.


Sorprendentemente, esa mañana su mirada no se cruzó con la de aquel molesto tipo tan pronto ingresó a su salón de clases. Lo cual quería decir que tal vez no había asistido tampoco ese día.


La idea inmediatamente lo mortifico, temeroso de que algo desagradable lo esperara ese día, una vez Sehun fuese a buscarlo. Felizmente, para la segunda hora, él simplemente se apareció de la nada con una expresión lúgubre en el rostro, como si apenas pudiera contener su odio infinito por el mundo entero.


No reparó en la existencia de nadie, parecía estar sufriendo de uno de esos días donde nada salía como él quería. Haneul susurró un quedo: "que miedo", inclinándose un poco más cerca de Luhan cuando él pasó cerca de su escritorio.


Luhan por su parte fingió que no existía, continuando con la conversación un tanto superficial que había estado manteniendo con su amiga. Nada era fuera de lo normal, exceptuando a su alterado profesor de Física que parecía tener un ligero colapso nervioso por el solo hecho de Sehun faltando a clases.


Al final su jornada escolar, sus amigos parecían casi desesperados por llevarlo con ellos a perder el tiempo por ahí. Luhan se negó rotundamente de todas formas y ellos parecían al borde del llanto.


— Luhan sunbae —llamó tímidamente Hyun Jae—. Sé que ya repetiste muchas veces que no quieres salir, pero... Si no tienes nada que hacer, ¿podrías regalarme unos minutos?


Los ojos de sus amigos se iluminaron con esperanza, sabiendo que si jugaban bien sus cartas ellos bien podrían conseguir su objetivo de todas formas.


— Bueno...


— Tú, pequeña mierda —gruñó por lo bajo la peligrosa imagen de un furioso JongDae.


Todos —exceptuando a Luhan que estaba más bien acostumbrado a sus malos modos—, lo observaron con miedo puro. El hombre se acercó a ellos, tomando bruscamente el brazo de Luhan, quien únicamente frunció el ceño con su vista clavada donde esa mano se cerraba con fuerza en su carne.


— ¿Qu-Qué crees que...?


— Cállate —ordenó.


La boca de Hyun Jae se selló de golpe. Luhan dio rápidamente un paso al frente, tan desafiante como un gatito a los ojos de JongDae, sin embargo, todavía le reconoció sus agallas.


— Vamos.


No era una pregunta, tampoco un pedido. Él simplemente comenzó a arrastrarlo desde que no había liberado el agarre de su brazo. Escuchó las voces alteradas de sus amigos llamando su nombre y se giró levemente en su dirección.


— Está bien, chicos —elevó la voz para ser escuchado—. Sé lidiar con él, no se preocupen por nada.


El hombre chasqueó la lengua antes de simplemente empujarlo sin cuidado a los asientos traseros de su auto. Sus poco convencidos y angustiados amigos lo observaron con aprensión, pero sin intervenir.


Luhan bufó cuando el mayor abordó el vehículo y lo puso en marcha. Él siempre parecía algo molesto de tener que estar cerca suyo, pero Luhan debía reconocer que ese día lo parecía aún más que de costumbre.


— ¿Le pasó algo a hyung? —Interrogó, poniendo una nota de sarcasmo en esa última palabra.


— Como si no lo supieras ya, pequeña rata —masculló con los dientes apretados.


— Tendré que decepcionar a hyung, pero no tengo idea alguna de que me hables.


El mayor gruñó y si eso asustó a Luhan, se aseguró de parecer totalmente inmutable. No sabía que tenía al otro de mal humor y mucho menos alcanzaba a comprender que tenía que ver en eso. Es decir, no había visto al tipo desde aquella noche en Hell y él parecía sumamente satisfecho con su desempeño de esa noche.


— Te haría pedazos aquí de no ser porque le agradas a Minnie —dijo, transmitiéndole todo su desprecio a través del espejo retrovisor.


— Sí, claro, me encantaría verte intentarlo —desafió.


El ceño fruncido del mayor se acentuó más, comenzando una infantil batalla de miradas desafiantes con el menor a través del espejo, misma que terminó por perder cuando el semáforo convenientemente cambio a luz verde y no pudo continuar.


Sin embargo, era Kim JongDae y él no iba a perder tan fácilmente, por lo que sonrió a cambio de la expresión ladina que el molesto niñito le daba.


— Eso podemos arreglarlo. Que explicación vayas a darle a ese novio tuyo más tarde para explicar las lesiones, eso será cosa tuya. Supongo que él simplemente debería saber ya que no puede confiar en tu palabra —soltó tranquilamente.


— Tú... ¿Nos estabas vigilando?


— ¿A quién le importa eso? —Exclamó jovial—. Lo importante es que me aseguraré de arruinar esa cara de niña que tienes, solo para que lo veas colapsar frente a ti —rió.


Él no bromeaba, era obvio que no lo hacía y Luhan estaba en problemas si no lograba que dejara ir su venganza. Lo único que en lo que logró pensar fue en algo que lo hizo apretar los dientes hasta que le dolieron, lamentablemente era su mejor opción.


— Disculpa, ¿dijiste algo? —Interrogó divertido—. Me pareció que lo hiciste, pero no pude entender que fue —mintió.


— Dije que lo que sea que yo haya hecho mal, lo lamento —repitió, pronunciando cada palabra a duras penas.


— No escucho la sinceridad en tu disculpa, ¿sabes?


La mirada del pequeño chiquillo parecía querer perforarlo y eso solamente ensanchó más su sonrisa. Negándose aún menos a ceder.


— Ya dije que lo sentía. No entiendo que más podría querer hyung —habló entre dientes.


— ¿Es así? ¿No sabes que hacer para que crea tus sinceras disculpas? —Luhan asintió a penas—. ¿Por qué entonces no vas y haces que saquen a esos detestables mocosos de mi casa ahora mismo? —Espetó.


La compresión iluminó totalmente a Luhan con esa pregunta. Estaba más que claro si uno se detenía a pensarlo con calma, JongDae vivía en esa mansión después de todo y naturalmente que, con su volátil carácter, no pudo lidiar con el grupo de pequeños niños que rápidamente destrozaron su paz.


— ¿Es en serio? —Soltó algo burlón—. Son solo un grupo de niños pequeños, ¿no crees que estás dramatizando demasiado?


Sus palabras salieron antes de poder contener su impertinente boca, era un defecto que había adquirido desde niño. Había comenzado por la admiración que tenía al hecho de que Sehun jamás había dejado que nadie pasara por encima suyo.


Más tarde, ese ejemplo sumado al dolor de su separación y al constante acoso que había sufrido por su apariencia, lo habían vuelto un mal hábito. Simplemente su lengua no podía ser controlada a tiempo para las señales de peligro que su cerebro emitía. Justo como en ese momento, en que la sonrisa en el rostro ajeno era de apariencia tan gentil, que erizaba la piel.


Tras eso, todo fue como una vorágine para él, lo último claro en su memoria era esa sonrisa mientras ellos entraban silenciosamente a un impresionante edificio y tras eso, nada. Luhan estaba de rodillas en el suelo de reluciente azulejó, vertiendo en el inodoro el contenido completo de su estómago. Alguien lo observaba con satisfacción desde la puerta.


¿Es en serio? —Emitió desde el marco de la puerta, con el mismo tono impetuoso que el menor había usado antes—. Es solamente un video, ¿no crees que estás dramatizando demasiado?


Luhan le disparó una mirada cargada de deprecio, pese a las lágrimas que anegaban sus bonitos ojos de ciervo. Su rostro estaba enrojecido y su cuerpo temblaba patéticamente, JongDae se auto felicitó al ver el resultado.


— ¿De dónde sacaste eso? —Espetó furioso.


— ¿De qué hablas? —Fingió inocencia—. Obviamente de su autor, Oh Minho.


— ¡No me vengas con esa mierda!


Se echó a reír con ganas al escuchar su grito de rabia, también por la torpe forma en que trató de levantarse con sus piernas sin fuerza. Tan lamentable que definitivamente rompería el corazón de su querido Sehun si lo viese de tal manera.


— Me duele en el alma tu reacción, ¿sabes? —Suspiró de un modo que solo podía calificarse como teatral—. Realmente este video fue grabado por Oh Minho. Él realmente quería dejarle saber a alguien que tú estabas pasando un infierno ese día.


— ¿De dónde lo sacaste?


— De su móvil —respondió sin más rodeos.


— Imposible, yo vi su móvil entre los objetos que él tenía cuando la policía...


— Estaba hecho pedazos por una razón, pero como dije, yo hago lo imposible posible. Aquí... —dijo arrojando algo que Luhan apenas pudo atrapar—. Romperlo no necesariamente hace que la información almacenada en la memoria interna se pierda. Por ello, hice que mi mejor agente recuperara toda la información que tú necesitas y la pusiera en este nuevo móvil.


— Esto... —Susurró, mirando incrédulo el pequeño dispositivo.


— El video estaba ahí, también algunas cosas más que probablemente te gustaría ver —habló seriamente.


— ¿Tenías que hacer que lo viera solo para esto? —Espetó rencoroso.


— Era por un bien mayor —aseguró.


Luhan lo maldijo y él únicamente se echó a reír, solamente para ordenarle que se largara de su apartamento tan pronto dejara de lucir como un cachorro patético. Se puso de pie torpe pero seguro, andando con grandes zancadas hasta la puerta que se aseguró de azotar al salir.


Se sentía enfermo, las imágenes de ese horrible video parecían todavía vividas cada vez que parpadeaba. Odiaba a ese hombre y odiaba más el hecho de seguir corriendo asustado de su pasado.


El móvil extra en su mochila se sentía como plomo. La frustración había hecho nudos su estómago y garganta. Deseaba gritar para mitigar el angustiante sentimiento que sentía oprimiendo su pecho.


Quería...


Él quería desesperadamente su lugar seguro.


— Oye... ¿Estás bien? —Llamó la poco familiar voz del chico que había conocido apenas el día anterior.


Reaccionó apenas, solo para darse cuenta que había hecho todo el camino de vuelta a su hogar y que DongHo estaba ahí frente a él, mirándolo con extrañeza mientras Jiāo Táng se sentaba a su lado, gimoteando mientras lo veía fijamente, como si supiera que algo no iba bien.


— S-Sí... yo... ¿Q-Qué haces aquí? ¿Co-Cómo...?


— El señor Oh me trajo hasta aquí hace un rato —explicó para detener la verborrea del mayor—. Le pedí permiso para que me dejara pasear a su perro, pero dijeron que era un perro caprichoso y terminaría por arrastrarme por todo el parque, así que me trajeron aquí porque Jiāo Táng siempre se comporta cuando estás cerca.


— Y-Ya veo, pero... ¿Por qué no me esperaste adentro?


— Lo hice, pero estabas tardando y salí esperando verte llegar. Aunque eso no es tan importarte... ¿de verdad estás bien? Luces como si acabaras de vomitar —frunció el ceño.


Luhan sonrió levemente, no solo por lo acertadas de las suposiciones del niño, sino porque era cien por ciento un plan de contingencia de Sehun ante el hecho de que sus amigos no habían podido retenerlo con ellos.


— Estoy bien —respondió sereno, su pecho se sentía algo más ligero al menos—. Solo entraré para dejar mi mochila y quitarme el uniforme, nos iremos entonces a ese paseo.


El menor asintió, sujetando firmemente la correa de Jiāo Táng para guiarlo dentro. Luhan inmediatamente notó que el dóberman no opuso resistencia alguna, continuando obediente a la par del chico.


Tal como dijo, rápidamente hizo lo que había dicho y salieron juntos, prometiéndole a su cuñada que regresarían pronto. Todo el camino fue en completo silencio, a no ser que el menor le hablara a Jiāo Táng.


Él lo observaba con curiosidad, pero no preguntó nada. El móvil en el bolsillo delantero de su pantalón lo tenía con la mente en caos, como si de la caja de Pandora se tratara y de ella ya se estuvieran filtrando todos los horrores del mundo.


— ¿Seguro que estás bien? Podemos regresar si quieres —ofreció el estoico muchacho.


— N-No, yo...


— De acuerdo —asintió—. Iré a jugar con Jiāo Táng por allá —señaló a la derecha—. Puedes sentarte en esa banca para vigilarnos.


Asintió automáticamente, encontrándose con lo ridículo que era de su parte actuar tan patético, cuando supuestamente debía ser el responsable ahí. Hizo de cualquier modo lo que DongHo le dijo, perdiéndose completamente en sus pensamientos.


Regresando a la video grabación de antes, experimentando una vez más las dolorosas huellas de ese día. El temor atascado en lo más profundo de su corazón cuando apretaba los dientes para no gritar y en su lugar rezando como loco desde lo más profundo de su alma, rogando porque ellos no llegaran a Sehun.


Sus manos temblando con la misma impotencia que había sentido, sabiendo que, si ellos decidían hacerlo, sería incapaz de detenerlos. E incluso, cuando Minho pareció tener intenciones de hacerlo, Luhan recordaba haberlo provocado para ser el total foco receptor para su absurdo odio.


Pensó en algún momento, cuando su cuerpo yacía sin fuerzas y su visión era difícil de enfocar que, si no salía de ahí, por lo menos quería escuchar una vez más su voz diciéndole que era él entre millones de personas en el mundo.


El estrepitoso tono de llamada de su móvil reventó su burbuja de pensamientos. Se movió por pura inercia, apurándose a contestar mientras sus ojos buscaban a DongHo y Jiāo Táng, a quienes debería estar vigilando.


— ¿Di-Diga? —Habló con un hilo de voz, su vista enfocada en el niño que jugaba con el alegre dóberman.


Hey, bebé —saludó la persona que, sabía entonces, más necesitaba en ese momento.


— Sehun —susurró apenas.


Bien, sé que dije que no te vería hasta las siete, pero quería escuchar tu voz. Mi tío me dijo que estabas paseando con DongHo y Jiāo Táng, espero ellos se estén comportando.


Sus temblorosos labios se apretaron, entre tanto su vista se volvía algo borrosa. Una risita estrangulada brotó de su boca, apenas logrando creer que solo con el mero sonido de su voz la presión en su pecho se hubiera ido totalmente.


¿Luhan? —Llamó preocupado—. Cariño, ¿estás llorando?


— N-No, yo no... Estoy bien —balbuceó—. Ellos se están portando bien, de verdad.


Luhan, tu voz tiembla. ¿Qué...?


— Quiero verte —interrumpió—. Es decir, quiero ver lo que preparaste para mí. Estoy muy emocionado, aunque probablemente debería decir que no es necesario, yo... realmente quiero verlo.


Será increíble, quiero que sea uno de los recuerdos más preciosos en tus memorias.


— Ya lo eres.


Nene, escucha, si algo va mal...


¡Sehun, cuelga el maldito móvil y trae tu inútil existencia aquí!—Se escuchó la irritada voz de Baekhyun desde el fondo.


Ese pequeño hijo de...


— V-Voy a colgar ahora.


¿Qué? No, espera un...


— Es-Esperare por ti. Sé puntual.


Terminó la llamada sin escuchar nada más, temiendo que sus emociones finalmente se desbordaran. Sentía todo a flor de piel y necesitaba salir de ahí antes de dar un espectáculo a todos en ese parque.


Su joven visitante lucía realmente confundido cuando simplemente lo llamó para anunciarle que se estaban yendo. Luhan hubiera querido decirle que lo lamentaba por actuar tan raro, pero debía llegar a su hogar pronto para así dejar al menor bajo la vigilancia de su familia, teniendo de ese modo la soledad que necesitaba para dejar salir todo.


Alguien estaba por tocar el timbre de su hogar justo cuando llegaba. Un repartidor al parecer, pero más que notar eso, Luhan no pudo despegar sus ojos del impresionantemente hermoso ramo de peonias en sus manos. Todas ellas en el punto máximo de su belleza, el delicado color rosa y el inmaculado blanco mezclándose armoniosamente, pareciendo algo casi fuera de la realidad.


— Busco al señor Wu Luhan —habló el repartidor.


— Soy yo —respondió en automático, todavía hipnotizado por las esponjosas flores.


— Maravilloso —sonrió—. Esto es para usted. Quien las envía le desea un muy feliz cumpleaños —dijo al tiempo que le entregaba el asombroso arreglo y seguir su camino.


Una, dos, tres. Las cristalinas gotitas se derramaron como una suave lluvia en sus mejillas sonrosadas. Una sonrisa temblorosa se extendió en sus labios, completamente opuesta a la expresión espantada de su acompañante.


— Dios, ese idiota —murmuró, abrazando cuidadosamente el ramo a su pecho.


— Hyu-Hyung —llamó sin idea de que otra cosa hacer o decir.


— Lo amo tanto, que seguro me volveré loco si se va —sollozó.


— No se ira, de verdad que no. Te quiere mucho —soltó el angustiado chico.


— Lo sé, sé que no lo merezco, pero soy muy feliz de tenerlo.


El pequeño suspiró no muy seguro de si sentirse aliviado o asustado de verlo llorar de emoción por algo tan simple como recibir flores, pero sabía que era mejor que verlo llorar porque estuviera triste.


Se acercó algo incomodó, tomando la mano del mayor para indicarle que entraran a su hogar, entonces, podría persuadirlo de lavársela cara y tratar de tranquilizarlo un poco más. Tan sólo esperaba que lo que sea que Sehun había preparado además de las flores, no fuera a hacerlo llorar otra vez, o el tipo tendría un colapso nervioso pensando que le había arruinado el cumpleaños a su novio rarito.


 


***


 


El abrupto final de esa llamada lo tenía con un mal sabor de boca, aun cuando debía concentrarse. Era el último lugar que necesitaba visitar y también el que lo hacía sentir más nervioso de todos.


— Las flores deberían estar siendo entregadas ahora, el segundo paquete debería estar a las seis en su puerta. Ya recogimos el pedido en el este, Min tiene ya la entrega en el norte, Jackson está ya de vuelta y se supone que ustedes ya dejaron todo conforme a lo planeado —repasó Baekhyun.


— En teoría, esto sería lo último —agregó Chanyeol.


Sehun asintió aún con el ceño fruncido, mirando el penúltimo destino que necesitaba visitar para casi finalizar con su meticuloso plan para una noche perfecta. Una vez más su vista aterrizó en Baekhyun, algo nervioso en realidad.


— ¿Cómo dijiste que tu padre hizo esto?


— Por vigésima vez, Sehun —bufó—, ya te dije que él solo dijo que entró a la tienda y eligió al cachorro más lindo del lugar porque le recordaba a mí.


— ¿Eso no querría decir entonces que eligió al cachorro feo? ¿Dónde está él?


La risa escandalosa de Lay no se hizo esperar. Baekhyun lo maldijo al instante mostrándole el dedo medio.


— Vete al diablo, idiota —habló molesto Chanyeol—. Mi novio es una obra de arte, envidioso.


— Claro —aceptó sarcástico.


— Niños, dejen de pelear —indicó Jessica.


— Eso, compórtense por todos los cielos. Ya estamos aquí y no queremos que nos avergüencen frente a la amiga de Jessica —intervino Jung Sun—. Además, Sehun, recuerda que tiene que ser tan lindo como Luhan, porque si pides que se parezca a ti, nos van a echar del lugar diciendo que no tienen ese tipo de abominaciones.


Hubo una carcajada de parte de sus amigos. Sehun le hizo una seña obscena y Jessica le dio un codazo para que cerrara la boca. El hombre solamente se reía entre tanto avanzaban al interior del lugar. Una joven sonriente los recibió con una expresión cortés.


— Muy buenas tardes, sean bienvenidos al refugió animal, Huellitas. ¿En qué podemos ayudarlos el día de hoy?


— Hola, mi nombre es Jessica Jung y había agendado previamente una cita.


La chica asintió, tecleando tranquilamente en el ordenador en busca de la información respecto a la cita mencionada por la bella dama. Ella sonrió ampliamente, dando a entender que la había encontrado finalmente.


— Veo que están aquí para realizar una adopción. Veo también que se trata de un caso algo especial.


— Así es.


— De acuerdo, síganme por aquí mientras les explicó el procedimiento a seguir. Luego, los llevaremos al lugar donde nuestros pequeños esperan.


El grupo asintió, continuando su camino guiado por la simpática mujer, quien amablemente les explicaba los procedimientos a seguir una vez el peludito saliera del refugió.


Se escuchaba más fácil que cuando había tenido que cumplir con los requisitos para la adopción. Era una sorpresa para Luhan, por lo que había tenido que pedirle ayuda a su suegra para poder llevarlo a cabo.


Según las reglas del lugar, el pequeño amigo peludo no podía salir del refugió a menos que el hogar al que fuera, garantizara un lugar seguro y amoroso para él o ella. Lo que significaba que los miembros del hogar en cuestión debían pasar por una evaluación, además de que el 60% de los habitantes de dicho hogar, tenían que estar de acuerdo con la adopción.


En este caso, aunque Luhan no podía saber sobre lo que tenía planeado, su familia sí. Por lo que se dio a la tarea de convencer a todos los demás para aceptar la adopción y someterse a la evaluación a espaldas de Luhan.


Había sido relativamente fácil, sus suegros prácticamente habían dicho que sí al instante, Zhao aceptó luego de que le mintiera respecto a que definitivamente sería un cachorro el nuevo miembro de la familia. En cuanto a YanYan, ella solo le había advertido que, de ser un gato, él tendría que hacerse cargo de su tratamiento para la alergia. Sehun dijo que sí sin dudarlo.


Y justo una de esas bolas de pelo era lo que Sehun pretendía adoptar. Simplemente porque Luhan parecía adorar con locura a esa malcriada y gorda mascota de Suho. El cual, por cierto, ni siquiera reparaba en su existencia desde la llegada a Lay, a quien siempre seguía en busca de constante atención.


— Tómense su tiempo —dijo la agradable chica que los había recibido.


Sehun miró con una mueca a los muchos pequeños cuerpos peludos que se dispersaban por el lugar. Algunos mirando con curiosidad en su dirección, entre tanto muchos otros ni reparaban en su existencia.


— Todos son muy lindos —suspiró Baekhyun, alzando en sus brazos al pequeño felino que había estado olisqueando su calzado.


— Adelante, Hun —alentó Jung Sun—. ¿Cuál es el que más te recuerda a Luhan?


Sehun miró nuevamente a todas partes y honestamente, ninguno le resultaba realmente adecuado. Sin embargo, todos decían que ellos eran lindos y seguramente todo era cosa suya y el hecho de que no le gustaran los gatos en primer lugar.


Todavía así, la idea de solamente ir y elegir uno al azar no era su favorita, pero no tenía tampoco idea de cuál de ellos elegir. No estaba resultando como Baekhyun había dicho. No era como ir y solamente encontrar a algún felino que le recordara a su novio.


— Sehun, sino tienes ni idea, podemos ayudarte a reducir opciones —ofreció tiernamente Jessica.


La sugerencia fue un alivio, definitivamente debería aceptarla. Pesé a eso, ni siquiera llegó a responderla, no cuando un grito lo interrumpió y una pequeña sombra blanca se abalanzó sobre él. Al mismo tiempo, un agitado muchacho aparecía en dirección opuesta.


— ¡Eres una cosita muy grosera! —Exclamó, apuntando en dirección a la pequeña cosa en brazos de Sehun—. Vuelve aquí, ahora —señaló un espació a su lado.


La pequeña criatura trepó por la ropa de Sehun, mirándole con sus pequeños ojitos oscuros, como si pidiera ser salvado de su malvado cuidador. Tan pequeño, su suave y pulcro cabello blanco estaba manchado de café claro en algunas partes, pero seguía pareciendo realmente adorable mientras olfateaba su ropa con su pequeña naricita rosa.


— Es perfecto —murmuró Sehun.


— ¿Qué? —Balbuceó el muchacho que había seguido quejándose sobre lo que la pequeña criatura había hecho en la cocina.


— Sehun, ¿de qué rayos hablas? Tú dijiste que querías...


— No, será él —sentenció, avanzando sin ninguna duda con la pequeña mascota en sus brazos.


— Es-Espera —llamó el chico apenas reaccionando a lo que sus palabras implicaban—. No puedes llevártela.


— ¿Ella? —El chico asintió angustiado—. ¿Acaso ella no puede ser adoptada?


— N-No, ella puede, pero...


— Entonces no veo el problema —continuó caminando sin escuchar los lloriqueos del muchacho.


— Oye, te digo...


— Hola —saludó chica de antes—. ¿Has decidido ya?


— Ella, ella es perfecta —dijo seguro, alzando al pequeño animal para mostrárselo. La peluda cosita se retorció graciosamente.


— ¿Ella?


— Sí.


— Señorita Lee, discúlpeme. Es mi culpa, ella escapó nuevamente a la cocina y cuando traté de atraparla, se lanzó a los brazos de esta persona. Estaba intentado explicarle antes sobre la situación especial de la pequeña, pero él ha estado ignorándome.


— Yo pregunte si había un impedimento para realizar su adopción y él dijo que no, por lo cual no veo problema.


— Hijo, cierra la boca y deja que te expliquen como es debido —habló Jung Sun.


Sehun bufó, aceptando de mala gana lo que el mayor decía, ambos empleados del lugar suspiraron aliviados e invitaron al grupo a tomar asiento para mayor comodidad. La pequeña criatura nunca se movió de los brazos de Sehun, llamando la atención de la hermosa joven.


— Verán, nuestra pequeña, tal como mi compañero dijo, es apta para la adopción. Tiene todas sus vacunas y es completamente saludable. Sin embargo, esta no es la primera vez que han mostrado interés en ella y es nuestro deber advertirles antes sobre su historial. Ella no es mala, es cariñosa y juguetona, pero siempre que ella consigue ser llevada por alguna familia dispuesta, ellos al final terminan por devolverla —comenzó ella.


— Todas las familias anteriores coinciden siempre en una cosa... —continuó el muchacho—. El problema es su actitud. Una vez fuera, ella simplemente se transforma en una chica problemática y arisca —suspiró con algo de tristeza.


— De todo corazón, nosotros esperamos que ella encuentre un lugar donde sea amada profundamente, pero también sería injusto para ti no advertirte sobre lo que ha pasado antes. Sobre todo, porque tú pretendes darle un obsequio muy especial a una persona que quieres mucho —explicó ella.


— De acuerdo, los escuche y entiendo, pero mi decisión es la misma —sentenció.


— Pero...


— Hace un momento, usted me pedía que no solo les diera oportunidad a los gatitos más jóvenes, sino también a los mayores. Me dijo que, joven o viejo, todos ellos pueden ser capaces de darnos mucha alegría con su sola compañía. Por eso, yo quiero darle la oportunidad a ella, creo fielmente que ella simplemente no había encontrado el hogar correcto hasta ahora, y por eso simplemente esas familias terminaron por devolverla.


— ¿Estás seguro? —Insistió ella.


— Completamente —sentenció—. Está pequeña irá a un hogar donde la persona que cuidará de ella, la amará con todo su corazón. Él, Luhan, no va a rendirse fácilmente y créame cuando le digo que él lograra conquistar el pequeño corazón de esta lindura. Tal vez no me crea ahora, pero con solo decirle que mi propio perro lo quiere a él más que a mí, ya puede dar por hecho que ella no querrá volver a este lugar si significa separarse de él.


— De acuerdo —asintió ella, decidiendo creer en las palabras del más joven—. Continuemos entonces con el proceso. No lo mencione antes, pero ella se llama Yuki. Sin embrago, esa persona puede cambiar su nombre si lo desea desde que ella no escucha a nadie cuando la llaman por ese nombre.


Sehun asintió, cooperando activamente para finalizar con todo el papeleo lo antes posible, recibió varias instrucciones más antes de finalmente poder salir con la pequeña aun en sus brazos.


— Tú, pequeña, tendrás como amo a la mejor persona del mundo. Él va amarte y protegerte con todo lo que tiene, pequeña suertuda.


La simpática criatura sacudió su pequeña nariz luego de que Sehun la juntara con la suya, sus pequeños ojitos negros parpadearon lindamente mientras era entregado a Baekhyun. Él la recibió con gran emoción.


— Llévala a ella y todo lo demás, no olvides como debes colocarlo todo y una vez echó, sales de ahí.


— Si, amo —bufó irritado, solamente para soltar un escandaloso chillido tres segundos más tarde—. ¡Ella me mordió! —Exclamó ruidosamente y Sehun se echó a reír con ganas.


— Nos llevaremos extremadamente bien.


Baekhyun le gritó un montón de improperios que él ignoró, tenía que llevar a Lay a su casa después de todo. Él sería su as bajo la manga, en caso de que su simpatía habitual no funcionara contra aquel odioso hombre.


Bobby ya los esperaba en la entrada cuando estacionó su motocicleta frente a esta, apurándolos porque su jefe solamente le concedería cinco minutos a Sehun. El ceño de Sehun se frunció al encontrarse con el nervioso muchacho, no por su mensaje, sino porque era obvio que Bobby no estaba en las mejores condiciones.


Estaba más delgado que la última vez que se habían visto y unas feas ojeras adornaban sus ojos. Quería detenerlo y preguntar que estaba mal, saber si acaso su bastardo jefe estaba explotándolo o algo así, pero él solamente continuaba balbuceando que debían ir rápido. Tirando de su brazo hasta finalmente empujarlo dentro de la oficina de Kim.


El hombre arqueó una ceja en su dirección, apartando la mirada del documento en su mano para centrar su entera atención en Bobby y Sehun.


— Se-Señor, so-sobre...


— Lo sé —interrumpió al tembloroso chico—. Él tiene cinco minutos.


Ambos se miraron el uno al otro y Bobby apenas podía creerse que, su muy estúpido amigo, adoptara aquella desafiante postura frente al hombre al que quería pedirle un favor. Por un segundo, quiso golpearlo y zarandear su cuerpo esperando acomodarle el cerebro.


— Préstame tu auto.


Bobby resolló ante la abrupta petición. Así, sin más, sin primero hablarle bonito o decirle que hoy se veía genial. El hombre tras el escritorio lo observó durante largo minutos antes de soltar una ruidosa carcajada que puso los nervios de Bobby de punta.


— Vaya que eres una pequeña basura insolente, ¿cierto? —Masculló—. Realmente me has hecho reír con esa broma tan absurda.


— No es una broma —sentenció.


La expresión del hombre se ensombreció, un efecto que Bobby debía reconocer, solamente Sehun lograba provocar en su jefe en menos de un minuto. Claro, también era Sehun (además de Yixing), la única criatura tan osada como para actuar todo altanero frente al tenebroso señor Kim.


— ¿Y cómo porque yo te prestaría a ti, mi precioso Mercedes-Benz? —Espetó irritado.


— Tengo una cita sumamente especial e importante con Luhan el día de hoy. Lo he planeado minuciosamente durante meses y necesito tu auto para que todo sea como lo planeé —explicó seriamente.


El hombre continuó mostrándole una expresión de irritación con una pizca de interés nulo. Tamborileando sus dedos en la firme madera de su escritorio.


— También tienes una motocicleta sumamente impresionante que yo te regale, puedes usarla para llegar a donde sea que planees llevarlo —señaló tranquilamente.


— No está noche. Es necesario que sea tu auto —afirmó solemne.


El mayor continuó observándolo con atención y esa sensación de desdén que parecía hasta involuntaria. Bobby debía al menos reconocer el temple de Sehun, porque siendo él ya hubiese empezado a sudar a mares por ser foco de atención de aquella mirada tan intimidante.


— De acuerdo, digamos que yo accedo a tu petición, pero... Tú aún no me has dicho que es lo que obtengo yo a cambio —dijo con una sonrisa ladina.


— ¿Qué quieres? —Masculló entre dientes, deseando poder borrarle la sonrisa de un puñetazo.


— ¿Qué podría querer yo de ti? —Interrogó con arrogancia—. El objeto de mi pregunta es saber que tan desesperado estás por conseguir tu objetivo.


— En pocas palabras, solamente quieres verme humillarme y al final de todas formas dirás que no. —El mayor aplaudió por lo acertada de su conclusión.


— Eres inteligente, eso me agrada—sonrió—. Y justo porque eres inteligente, deberías saber que lo único realmente valioso que podrías tú ofrecerme, es precisamente al pequeño Luhan. De ese modo yo podría encargarme de buscar un hombre mucho más apto que tú para estar a su lado. Bobby, por ejemplo. —La expresión de Sehun se volvió aterradora al instante.


— N-No, de ninguna manera —negó rápidamente—. Me siento halagado de ser considerado, y aunque Luhan es sin duda una belleza capas de derrocar reinos, yo todavía soy cien por ciento heterosexual y no podría funcionar —explicó.


Sehun lo miró con una mueca, la frase ridícula de Bobby, lo habría hecho reír en cualquier otro momento, pero ahora...


Aunque, pensándolo bien, ciertamente su precioso novio seguramente habría podido derrocar uno o dos reinos solamente para conseguir su favor. Dios, Sehun sin duda hubiera entregado un reino entero solo por conseguir intercambiar un par de palabras con semejante ejemplar.


Diablos, su novio era una obra de arte.


— ¿Seguro? —La voz de Suho lo devolvió al momento en el que estaba, haciéndolo bufar—. Yo creo que Luhan realmente podría poner en tela de juicio la sexualidad de cualquiera —comentó con calma.


— No la mía, de verdad que no —aseguró nervioso.


— Si ya terminaste de joderme la existencia, ¿podemos regresar al tema que si me interesa? —Espetó exasperado.


El tiempo seguía corriendo y él aún tenía muchas cosas que hacer como para seguir perdiendo el tiempo con ese idiota.


— ¿Para qué? Se supone que ya sabes que te diré que no de todas formas —sonrió divertido.


Sehun lo decidió entonces, él cien por ciento iba a romper la cara de ese tipo, tristemente su plan no llegó a ser ejecutado gracias a la inoportuna intervención de Lay. Él únicamente irrumpió sin más, arrojándole al más joven algo que pronto supo eran las llaves del auto que había ido a pedirle al estúpido sentado al otro lado del escritorio.


— Regrésalo mañana a primera hora sin ningún rasguño, o no solo será JunMyeon quien pateé tu trasero —advirtió.


— Yixing, ¿qué rayos...?


— Lo obvio, cielo. Es decir... ¿No yo soy el mejor ofrecimiento que vas a recibir de Sehun? —Respondió, sonriendo de ese modo que ellos sabían volvía al tipo un completo tarado a los pies de su pareja.


Los dos menores observaron con horror a su buen amigo avanzar e inclinarse solo para susúrrale algo al mayor de todos los presentes en la habitación. El hombre incluso se sonrojó, haciendo considerar a Sehun la opción de agendar una cita con el psiquiatra de Luhan.


— Si algo le pasa a mi auto, te mataré —advirtió, todavía abochornado.


Sehun hizo una mueca, Bobby rápidamente le dio las gracias y sacó a su mejor amigo de ahí antes de que su jefe cambiara de opinión.


— De saber que sería así de fácil llevando a Xing hyung con nosotros, nos habríamos ahorrado mucho tiempo —murmuró Bobby, todavía arrastrándolo a la salida.


— Bobby —llamó.


— Como sea, por favor se cuidadoso con el auto del señor Kim, él lo ama. No vayas a hacer nada imprudente y por lo que más quieras, no vayas a tener sexo dentro —pidió.


— ¿Estás loco acaso? ¿Cómo se te ocurre pensar que haría algo así esta noche? —Espetó ofendido, zafándose del agarre de su amigo.


Bobby lo observó con una mirada juzgadora, evitando señalarle que en realidad no estaba negando que lo haría en alguna otra ocasión.


— Sí, lo que sea —resopló—. Solamente ten cuidado.


Sehun bufó, su amigo lo había llevado al garaje y ahora solamente tenía que subir al vehículo para salir de ahí. Sin embargo, no se movió ni un centímetro dedicándose a solamente observar la demacrada imagen de su amigo.


— ¿Estás bien? —Preguntó repentinamente—. Luces agotado, y si ese hombre está siendo abusivo con el trabajo, yo...


— No, no es nada como eso —aseguró.


— Bobby.


— Es verdad que últimamente tengo las manos demasiado llenas, pero no es culpa del señor Kim. Es algo personal que estoy resolviendo por mí mismo, podre decirte pronto sobre eso —prometió con una sonrisa suave.


— De acuerdo —cedió, muy poco convencido, pero respetando la privacidad de su amigo—. Aun así, no te sobre esfuerces y tomate un descanso una que otra vez.


Él asintió, despidiéndose efusivamente del más joven, prometiendo que definitivamente iría a ver a Luhan para darle su obsequio. Deseándole mucha suerte para esa noche también. Sehun agradeció sus buenos deseos para finalmente poner el auto en marcha.


Hizo una pequeña parada en el súper, llevando consigo la lista que su dulce suegra había hecho para él. La revisó unas tres veces antes de decirse a sí mismo que definitivamente tenía todo y poder volver al lugar que sería la cede para la mejor de las noches.


Conforme a todas sus instrucciones, todo estaba colocando de acuerdo a sus especificaciones y sabiendo eso, se trasladó libremente hacia la cocina, donde encontró a la pequeña mascota que había elegido para su tierno novio.


Faltaban algunas horas para que Luhan y él se reunieran, por lo que era innecesario que la pequeña criatura pasara todo ese tiempo encerrada. Le sonrió y extendió la mano, bastante satisfecho cuando ella se acercó sin temor.


Se dejó hacer y levantar para ser trasladada a otra habitación. Dónde Sehun recordó el llevarse cualquier pequeño objeto que ella pudiera tratar de comer antes de salir.


— Sé una buena chica mientras terminó afuera, Yuki.


Como era de esperar, ella lo ignoró, obviando lo mucho que no aceptaba ese nombre, por lo que lo más probable era que Luhan tuviera que cambiarlo a final de cuentas. Deba igual, se preocuparía de eso más tarde de todos modos.


De ese modo, abandonó la habitación y volvió a la cocina, realizando una video llamada a quien sería su aliada secreta en esto. Apenas espero dos tonos antes de que su llamada fuera atendida y la bella imagen de ella apareciera en la pantalla.


Hola, bebé —saludó con su tono cariñoso—. ¿Listo para esto? ¿Estás nervioso? —Preguntó animada.


— Hola, mamá —saludó—. Definitivamente estoy listo y muy nervioso, quiero que esto sea perfecto. Gracias por ayudarme, de verdad.


No es nada, mi amor. No sabes lo emocionada que estaba cuando te acercaste a mí para pedirme ayuda —dijo risueña—. Me gustaría estar ahí para guiarte personalmente, pero Xiǎolù podría sospechar algo si desaparezco así.


Sehun asintió, poniéndose manos a la obra. Tenía solamente un par de horas para terminar con todo lo que faltaba y la cena era uno de los puntos más importantes. Sabía que podría haberla comprado para ahorrarse tiempo y esfuerzo, sin embargo, simplemente tenía que ser él quien la hiciera.


Le había dado vueltas al asunto y la respuesta seguía siendo la misma, debía hacerlo por sí mismo. Se había acercado a su suegra para pedirle ayuda y no terminar con un desastre entre las manos. Por lo que se encontraba en ese momento siguiendo cada instrucción al pie de la letra y probando cada cosa que hacía.


Todavía esperando que no saliera mal y que, lo que estaba preparando y encontraba con buen sabor, no resultara todo lo contrario para Luhan. Terminó tras un tiempo, completamente satisfecho, su dulce suegra no paraba de felicitarlo por el excelente trabajo y la promesa de que realmente le encantaría a su pequeño.


Le agradeció una vez más a la preciosa dama antes de cortar la llamada y limpiar el lugar. Sabiendo que tenía el tiempo justo para llegar a su hogar y terminar de prepararse. Gritando apenas un estoy en casa mientras corría hacia su habitación, si alguien respondió, él no tenía idea alguna.


Se tomó su tiempo para prepararse. Sintiéndose realmente extraño viéndose al espejo, preguntándose cuando había utilizado siquiera un traje como eso. Sin embargo, Luhan lo valía, aun cuando era extraño y hacer la corbata era tan tedioso que considero estar mejor sin ella, pese a que terminó por usarla de todas formas.


Miró en dirección al reloj que marcaba la hora en la que el debería estar saliendo. Echó un nuevo vistazo a la imagen en el espejo y completamente convencido de que estaba bien, salió de la habitación.


— Oye, idiota, el tío Jung dice que...


La oración de Baekhyun no finalizó, su estúpida expresión de asombro era graciosa, Jessica y su tío no parecían tener una mejor reacción. Tal vez la menos tonta fue la de DongHo, quien incluso recordó no tener la boca abierta.


— No llegó a dormir, no me esperen —anunció antes de salir del lugar.


— ¿Quién era ese? —Interrogó el asombrado niño, mirando a los tres mayores que todavía parecían tontos mirando a la puerta.


 


***


 


— ¿Y qué opinas? —Preguntó la emocionada mujer, colocando un espejo frente a él.


Luhan asintió, completamente agradecido con su dulce cuñada que lo había ayudado a darle un aspecto decente a su cabello. Su madre parecía al borde de las lágrimas al verlo, YiFan tenía una mueca que parecía algo dolorosa pero tampoco estaba diciendo nada negativo.


Se volvió en dirección a su padre y hermana mayor en busca de aprobación, recibiendo dos pulgares arriba de parte de ella y una sonrisa amorosa de parte de su padre. Fue también él quien se acercó para acomodar el cuello de la camisa, dándole un par de palmaditas en los hombros.


— Luces guapísimo, él tiene un excelente ojo.


Luhan se sonrojó levemente, preguntándose si él se refería a la ropa que Sehun le había hecho llegar esa misma tarde, o al hecho de que obviamente al ser su hijo, su padre no encontraría a nadie más maravilloso que él.


— Oh, mi bebé —habló su madre con la voz algo rota—. Has crecido tanto.


— No tanto, mamá —murmuró, inclinándose sobre la tierna caricia de la suave mano de su madre en su mejilla.


— Me parece que fue apenas ayer cuando tenías tres años y corrías por todos lados pidiendo que alguien te atrapara —ambos rieron ante el recuerdo—. Ahora eres más alto que yo —murmuró—. Más valiente y fuerte de lo que pude imaginar que serías. Estoy muy orgullosa de ti.


Luhan sonrió tiernamente, sosteniendo en su mano la contraria, depositando en su dorso un tierno beso. Ella rio, con esa risilla de niña que había acompañado a Luhan en casi todos sus recuerdos más felices.


— ¡Xiǎolù! ¡Xiǎolù! —Gritó Zhao mientras entraba a la sala de estar—. ¡Él llegó! —Anunció emocionado.


Luhan miró en dirección a la entrada, viendo cruzar la elegante figura de su, normalmente, despreocupado novio. Sin embargo, ese día no usaba su ropa casual y Luhan debía admitir que nunca lo había visto usar un traje hasta ese día.


El efecto fue brutal, comenzando por su corazón, que se había detenido por una fracción de segundos solo para volver a latir con una fuerza salvaje. El calor comenzó desde ahí, viajando por todo su cuerpo hasta mudarse a sus mejillas y posteriormente a todo su rostro.


Su familia parecía tan encantada y sorprendida con él, tanto, que ni siquiera notaron que Luhan sentía las piernas inestables y que la mueca en su rostro era de vergonzoso pánico al pensar que, si él decidía acercarse, Luhan iba a tener un ataque al corazón.


Ese efecto sobre él, Sehun lo había tenido desde hacía mucho tiempo, solamente era que Luhan había aprendido a controlarse para no avergonzarse a sí mismo. Había escuchado de un sinfín de personas que él tenía un rostro cautivador.


Luhan lo sabía, así como sabía sobre la perfecta figura que se escondía bajo la ropa. La había acariciado más veces de las que podía recordar como para no saberlo. A sus ojos, su novio era una tentación constante, pero en ese momento, viéndolo usando ese traje mientras sonreía de ese modo...


Era más de lo que las hormonas alborotadas de un adolescente como él podían manejar. Era pecaminoso y los pensamientos que su mente estaba teniendo eran demasiado vulgares como para alguna vez decirlo en voz alta.


— Luhan...


Cuando esa voz llamó su nombre, una corriente eléctrica recorrió todo su cuerpo, sus labios se apretaron más en aquella mueca torcida y el calor en su rostro se disparó algunos grados más. Él comenzó a acercarse entonces y Luhan podría jurar que contuvo el aliento, mientras los nervios en su cuerpo aumentaban a niveles críticos.


Balbuceó algo, no supo exactamente el qué, pero debió ser muy tonto si la risa casi psicópata de Zhao le decía algo mientras el corría a la segunda plata y de vuelta su habitación. Escuchó también la voz de su madre llamando su nombre, aun así, se negó a volver ante el miedo de un ataque de seguir un segundo más frente a él.


Escuchaba los latidos de su corazón en sus oídos y no pudo evitar chillar al escuchar los tres suaves golpecitos en su puerta. No necesitaba abrir la puerta para saber quién era, y el solo hecho de saberlo ahí, tuvo su rostro aún más acalorado que antes.


— Bǎobèi Lù... —Luhan contuvo el aliento al escucharlo—. ¿Podrías abrir la puerta para mí?


— No —respondió apenas.


— ¿Por qué no?


— Porque voy a verte.


— ¿Tan mal me veo?


— No es eso, y ese es el problema.


Hubo una suave risa al otro lado y Luhan lo maldijo por estar tan tranquilo mientras que él sentía que tendría un colapso en cualquier instante. Golpeó una vez más con la misma suavidad y Luhan casi gimió por la sorpresa.


— Lu, cariño, no puedes quedarte ahí. Tenemos que irnos —señaló con ternura.


Sabía eso, sin embargo, también sabía que una vez abriera la puerta iba a avergonzarse a sí mismo. Su rostro ya era una bandera roja brillante, las manos estaban sudándole y su corazón parecía tener por objetivo perforarle el pecho antes de poder salir corriendo lejos.


— Cielo, por favor.


A regañadientes la puerta fue abierta, la sonrisa en los labios de Sehun creció y sus ojos oscuros brillaron de ese modo que hacía sentir a Luhan como un ser divino. Aunque, en ese momento se sentía más bien como el mismo tímido mocoso que no había tenido ni idea de cómo hablarle la primera vez que lo vio.


— Sabía que te quedaría bien, pero... Diablos, luces celestial —halagó, acariciando su sonrojada mejilla con cuidado.


Luhan emitió un débil quejido lastimero, inclinando su rostro en busca de la sutil caricia. Sus labios seguían torcidos en una mueca algo linda y su sorpresivo golpe de timidez tenía completamente cautivado al más alto.


La tierna caricia descendió hasta su mentón, elevándolo para así tomar un beso de los labios contrarios. Incapaz de no sonreír al notar que las manos ajenas temblaban ligeramente al tomar las suyas.


— Estoy nervioso —admitió en voz queda.


Su adorable confesión hizo al más alto sentirse enternecido. La persona frente a él parecía tener la fórmula perfecta para derribar todas sus barreras. Con cuidado, como si sostuviera lo más precioso en su vida, rodeó en sus brazos la figura contraria y besó apenas su sien.


— Pensé que habías dicho que querías verme —murmuró algo divertido.


— Y-Yo no esperaba esto —susurró apenas y él rio con suavidad.


— Entonces... ¿Nos vamos?


Luhan pareció meditarlo un momento y finalmente asintió, su mano todavía temblaba cuando Sehun la sostuvo y su rostro seguía mostrando esa linda expresión de vergüenza en él. El chillido de la hermosa madre de Luhan fue lo primero que escucharon al bajar las escaleras.


— Rápido, cariño, toma muchas fotografías.


— Mamá —llamó abochornado.


— Okay, okay —cedió risueña—. Ve con cuidado, diviértete mucho, mi amor.


Compartieron con su pequeño un breve abrazo, besó su coronilla y dio una discreta mirada a Sehun para pedirle en silencio que cuidara de su bebé. Él asintió de modo imperceptible, haciéndole saber que recibió el mensaje.


— Lo traeré de vuelta mañana temprano —prometió.


— ¿Para qué demonios necesitas de tanto tiempo? Solo vas a darle un maldito obsequio —soltó un malhumorado YiFan.


Sehun tenía muchas respuestas para él, sin embargo, todas eran vulgares y no iba decirlas frente a su suegro. Por lo que simplemente se obligó a mantener cerrada su impetuosa boca y sonrió a medias para el idiota sujeto.


— Hasta mañana, mis amores —se despidió la bella dama.


Ellos asintieron, siguiendo su camino con Zhao tras ellos, pidiéndole a Sehun dejarlo ver más de cerca el auto. YiFan también los seguía, no queriendo dejar ir a su hermano menor y YanYan iba a su lado, dándole miradas feas mientras se preparaba para detener al mayor de ser necesario.


Ella observo a sus hijos y la sonrisa en sus labios se volvió un poco pequeña. Ellos estaban creciendo más y más, volviéndose independientes y capaces por su cuenta. Abriendo sus alas para volar lejos por su cuenta mientras ella los veía partir.


El primero había sido su pequeño YiFan. Ella ni siquiera podía recordar cuanto fue que lloró pidiéndole que dejara la idea de quedarse en China e ir con ellos. Él nunca cedió, prometiéndole a cambio ser muy valiente por su cuenta, obedecer a la abuela, hacer los deberes de la escuela y llamarla cada noche para decirle que la amaba y darle las buenas noches. Ella apenas aceptó, sollozando todo el vuelo hasta aterrizar en Seúl.


Luego estaba su niña, su preciosa YanYan iba a ser la siguiente. La universidad había lanzado apenas un mes atrás una convocatoria para ir de intercambio a una escuela en Francia y siendo su pequeña como era....


¿Cómo ella no aplicaría?


Sabía del talento de su hija, era casi seguro que su solicitud fuera aceptada y para el siguiente año, ella se iría a un país desconocido, completamente sola mientras ella se quedaba ahí, rezando cada noche para que su pequeña se mantuviera sana y cumpliera todas sus metas.


Su pequeño Zhao por otro lado, él aún no decía nada, pero ella había visto algunos folletos de una universidad en Incheon. Faltaba poco para los exámenes y sabía que él estaba nervioso sobre decirles, lo que sin saberlo, la ayudaba a prepararse para la noticia que en realidad ya sabía.


Lo que solo le dejaba a su pequeño bebé, a su dulce Luhan, pero sabía que no dudaría. No al ver al maravilloso joven que caminaba a su lado, ese extraordinario muchacho pronto iba a llevarse a su bebé y aunque pensarlo dolía un poco, todavía estaba feliz.


Ellos la llenaban de orgullo, no deseaba otra cosa más que cada sueño que ellos tuvieran se volviera realidad, aun si era difícil verlos partir. Porque, no importaba lo lejos que ellos volaran, su mamá siempre iba estar ahí, esperando con los brazos abiertos si ellos alguna vez necesitaban volver si perdían el camino.


— ¿Cariño? —Habló su esposo al notar su sonrisa temblar.


— No es nada —susurró, alcanzado la mano contraria—. Solamente pensaba en que nuestros hijos están creciendo muy rápido.


Esa simple oración le dio la comprensión que necesitaba, ella comenzaba a sentirse melancólica al saber que sus pequeños iban a dejar pronto el nido. Llevó la delicada mano de ella a sus labios y la besó, sonriéndole tranquilizadoramente cuando ella lo miró. Porque una vez sus niños emprendieran sus propios caminos, ellos todavía se tendrían el uno al otro para continuar mirando desde lejos.


— Es verdad, pero ellos van a estar bien.


La vio asentir, mostrando esa sonrisa preciosa que veía incluso en Luhan, devolviendo el gesto para ella.


 


***


 


Desde que el viaje había empezado Luhan tenía muchas preguntas para hacer. Por ejemplo...


¿Cómo es que él había conseguido el Mercedes-Benz de Suho?


¿A dónde diablos estaban yendo?


¿Por qué necesitaban ropa que se veía tan cara para ir ahí?


Y sobre todo... ¿Por qué él continuaba acariciando su muslo de ese modo mientras conducía?


¿Qué acaso no veía que su pobre corazón apenas podía soportarlo?


Tuvo un tonto pensamiento entonces. Algo de verdad un poco absurdo, pero la idea ya estaba ahí y...


¿Podría ser que lo estuviera llevando a alguna clase de hotel de lujo?


La idea por si misma ya era bastante ridícula, es decir, si ese fuera el tipo de obsequio en el que Sehun pensó con tanto esmero, ellos simplemente podían hacerlo sin necesidad de un costoso hotel.


— Llegamos —anunció.


Lo vio apresurarse a abrir la puerta para él, sonrojándose intensamente al darse cuenta que ese no era ningún hotel de lujo y que, además, él probablemente era alguna clase de pervertido.


— ¿Pasa algo? —Interrogó al notar su abochornada expresión.


— No... Yo solo... N-No sabía que tu tío todavía conservaba el lugar —comentó torpemente.


— Él creyó que sería buena idea conservarlo para ponerlo en alquiler —respondió.


Su mano buscó la de Luhan mientras caminaban. Inconscientemente Luhan mismo apretó ligeramente la mano del más alto, mientras pensaba en lo que acababa de decirle.


— ¿Qué hacemos aquí si el lugar está en alquiler entonces?


— Es porque, aunque él pensó que podría ser una buena idea, en realidad no lo hizo.


— ¿Por qué no?


— Lo sabrás más tarde —respondió tranquilamente.


Ambos subieron al elevador, Luhan con una linda expresión confundida y él con una sonrisa algo divertida entre tanto presionaba el botón que los llevaría a su piso.


Ellos estaban frente a la puerta del departamento antes de notarlo. La sonrisa de Sehun entonces parecía más bien nerviosa, pero antes de que él pudiera preguntar cuál era el problema, ellos entraron al lugar.


Tan pronto entraron, un pequeño presente envuelto en azul y oro aguardaba en el suelo, apenas destacando en medio del espectáculo de luz dorada que rodeaba la habitación. Las largas cortinas con pequeñas lucecitas adornaban tres de las paredes del lugar, iluminándolo todo bellamente.


En el centro de la habitación aguardaba una mesa pulcramente dispuesta y sobre ella, las mismas flores que había recibido esa misma tarde. La elegante loza se parecía algo que el solo había visto en casa de su abuela, cuando la mucama les avisaba que era hora de la cena.


— Tú... —Murmuró, percatándose entonces que había estado conteniendo el aliento.


— ¿Qué tal? —Preguntó, apenas ocultando su nerviosismo al hacer esa pregunta.


— Es maravilloso, como una escena irreal —respondió fascinado—. ¿Hiciste todo esto solo?


— La idea es completamente mía, pero admito que los chicos me ayudaron —habló con calma, tomando el pequeño presente para entregarlo a su original destinatario.


— Sehun —llamó con una linda expresión complicada en su bello rostro.


— ¿Dime? —Interrogó, solamente un poco divertido.


— Es demasiado —susurró al tiempo que tomaba el pequeño obsequio.


— Unos días atrás... —Comenzó, amando en secreto el poder verse reflejado en los hermosos orbes contrarios—. También pensé que era demasiado solo por mí, aun así, dijiste que lo merecía todo y que volverías a pasar por ello solo por hacerme feliz. En vista de ello... ¿Por qué mi respuesta sería diferente?


Luhan no tenía nada que decir en contra de eso, logrando apenas suspirara derrotado y aceptar el pequeño presente, abriéndole cuando el más alto pidió que lo hiciera. El contenido le robó una sonrisa y un quedó gracias.


Era un cubo rubik.


Uno que Luhan había planeado comprar en algún momento luego de que YiFan rompiera el suyo por accidente unos días atrás.


— ¿Tienes hambre? —Preguntó suavemente.


Sus manos parecían no poder estar separadas por más de cinco segundos desde que habían salido de casa de Luhan y, de esa manera, Sehun lo guio hasta la mesa. Nuevamente, la sensación de ser el ser más torpe en el planeta lo golpeó, aumentando un poco sus nervios.


La simple tarea de sentarse parecía algo titánicamente difícil y la sonrisa en los labios del más alto solamente ayudaba a que todo fuera a peor. Se sentía como la protagonista de algún drama cliché, apenas procesando que el chico que le gustaba realmente le estuviera prestando atención.


Recordó entonces ese drama que LiXue estaba viendo, aquel en el cual la protagonista conseguía una cita con el chico guapo de su escuela, pero todo es una trampa y cuando ella llegaba al lugar de la cita, sus compañeros de clase aparecían para humillarla.


— ¿Está todo bien? —Preguntó al notarlo tan rígido.


— S-Sí, n-no es nada —balbuceó avergonzado de sus tontas ideas—. Estaba pensando que la bajilla, ¿no es porcelana?


— De hecho, lo es, creí que te gustaría.


— Me gusta —admitió.


Sehun asintió con alegría reflejada en su semblante, causándole una revolución con una simple sonrisa antes de retirase en otra dirección. Miró sus manos, descubriendo con horror que temblaban ligeramente, su rostro no dejaba de sentirse caliente y su pulso no lograba acentuarse.


Como si fuera una formula o un hechizo mágico definitivo, buscó en la inmaculada mesa un poco de agua. No la encontró, no obstante, si encontró un conjunto de viejos sobres, atados como un pequeño paquete sobre su propia servilleta.


Todas ellas con la vieja dirección de Sehun en Incheon y su nombre y antigua dirección como destinatario. La letra también era algo desordenada, justo como lo era la letra del más alto cuando niño.


Siempre supo que él había escrito cartas para él durante su tiempo lejos. Cartas que nunca tuvo el valor de darle, al menos, no hasta ese momento en que Luhan finalmente podía verlas con sus propios ojos.


— Puedes leerlas más tarde —habló Sehun, colocando frente a él un plato de su sopa de woton favorita—. Cenemos primero.


— La hiciste tú.


No era una pregunta sino una afirmación. Él no negó o aceptó lo dicho, besando su frente brevemente antes de ocupar su propio sitio. Como era de suponerse, sabía increíblemente bien. Era una lástima que Luhan se sintiera tan inquieto, que tenía la sensación de que vomitaría en cualquier instante.


— Relájate, cielo —pidió con ternura el más alto.


— Yo...


— No voy a comerte, ¿sabes? Bueno, no todavía al menos —bromeó.


— Eres un tarado, Hun —refunfuñó. Su risa suave lo hizo torcer los labios y lo maldijo por lo bajo.


— Lo siento, pero de verdad no entiendo que te tiene tan nervioso. No es como si fuera la primera vez que estamos solos.


— Lo sé, es solo... No lo sé, se siente como nuestra primera cita, ¿sabes?


— ¿Nuestra primera cita?


— Sí —asintió—. Se siente como esa vez. La misma sensación de estar nervioso por todo y al mismo tiempo por nada, temer que al hablar algo realmente tonto fuera a salir de mi boca y que te rías de mí. Y es que eres tan deslumbrante que siento como si mi corazón fuera a colapsar en cualquier segundo. Yo...


— Bueno, nene... —interrumpió—. Bienvenido seas a cada día de mi vida desde que aceptaste darme una oportunidad —sonrió con ternura.


Nada fue capaz de salir nuevamente de los labios de Luhan, a cambio sonrió algo torpe.


— Oye, tengo una idea —anunció, para luego dejar la mesa.


Luhan observó completamente confundido la dirección por la cual él se había marchado, viéndolo volver apenas un minuto más tarde con algo en la mano.


— Eso...


— ¿Qué tal una copa de vino? —Ofreció con una sonrisa divina.


— No, tú sabes que el alcohol y yo no...


— Será solamente una copa y también es una bebida muy suave, debería estar bien. Es únicamente con el fin de que calmes un poco los nervios —persuadió.


Lo observó seriamente durante un rato, pensando en la respuesta que le daría. Sin embargo, si lo pensaba bien, así se embriagará por completo, era Sehun quien estaba ahí con él, nada malo podría pasarle.


Sehun tampoco era del tipo que se aprovecharía de él sino estaba en sus cinco sentidos, aun si Luhan realmente deseaba que él tomara ventaja. No había ningún impedimento entonces, con ello en mente, esbozó una sonrisa y miró a los ojos del más alto una vez más.


— Estás siendo muy insistente, será... ¿Tratas de emborracharme para aprovecharte de mí? —Bromeó.


— Yo no necesito emborracharte para eso, cielo —respondió con la misma nota juguetona en su voz—. Además, lo que sea que yo te haga está noche, quiero que lo recuerdes por la mañana —afirmó mientras servía el obscuro líquido en las dos cristalinas copas.


Luhan tomó su propia copa, el comentario de su novio aun flotaba en el aire y sus mejillas volvieron a retomar el vivo rojo que parecía no querer abandonarlas. Había un recuerdo en su memoria del que hasta ese momento no habían hablado.


— Yo recuerdo lo que hago —masculló quedito.


— ¿Eh?


— Digo que yo recuerdo lo que hago —repitió—. La noche de la fiesta para Cherry en casa de Baekhyun, yo recuerdo todo lo que pasó antes de que viniéramos aquí. Y también...


— ¿También...?


— La noche en Hell —susurró—. Es algo borroso, pero recuerdo a Bobby ayudándome a salir, que Chanyeol nos acompañó aquí y recuerdo... —Jugó nerviosamente con su servilleta, aclarándose la garganta antes de atreverse a hablar—. Recuerdo que te besé —admitió tímidamente.


— Un segundo... ¿Qué acabas de decir?


— Que lo recuerdo... L-Lo del beso quiero decir.


— ¿Lo recuerdas?


— Bu-Bueno, recuerdo que yo te besé primero y luego... —Su rostro subió solo un peldaño en la escala de rojos y apenas consiguió mirar en dirección contraria—. Su-Supongo que realmente nadie me besara como tú lo haces —musitó.


La expresión de Sehun era extraña, a decir verdad. Verlo de ese modo hizo a Luhan olvidarse significativamente de la vergüenza de su confesión.


— ¿Sehun?


La armoniosa risa del más alto apareció de la nada, tomándolo completamente desprevenido. Completamente confundido, Luhan no estaba ni un poco seguro de lo que debía hacer, por lo cual únicamente podía quedarse ahí sin decir o hacer nada.


— Desde ese día, si desde ese día... —Apenas podía hablar por sobre su ataque de risa—. ¿Por qué no dijiste nada al día siguiente?


— ¿Có-Cómo que por qué? —Farfulló abochornado—. Yo estaba tremendamente asustado, creía... creía que, si de verdad lo hubiera hecho, tú me odiarías —susurró—. Fue por eso que recé en mi corazón para que todo no fuera nada más que un sueño y... cuando apareciste al día siguiente, pareciendo tan normal... Yo simplemente me convencí de que todo había sido un mero sueño.


— ¿Cuándo descubriste que no lo era? —Continuó interrogando.


— Justo ahora —murmuró—. Ya que, si hubiera sido un sueño, tú simplemente me hubieras dicho que eso nunca pasó y sería todo.


Una sonrisa surcó los labios del más alto. Luhan era astuto y siempre supo eso, sin embargo, todavía ser víctima de esa adorable astucia le resultaba una experiencia excitante.


— Somos unos tontos —sentenció sin borrar su sonrisa—. Si cualquiera de los dos hubiera dicho algo sobre eso, probablemente el comienzo hubiera sido diferente.


— ¿En qué? —Preguntó con calma—. Tal vez solo en el hecho de que todo hubiera iniciado antes, pero todavía ese hijo de perra estaría ahí como una maldita sombra. Atormentándonos por ese odio absurdo que sentía por el único hecho de vernos felices.


» En ese entonces mi corazón estaba lleno de miedos y dudas, la marca podría ser peor de haber sido en ese entonces, pero estoy seguro que nos hubiera defendido con uñas y dientes como hice aquel día —dictaminó sin temor o duda.


— Luhan...


Las imágenes frescas de aquel video llegaron a su memoria. Su imagen débil y vulnerable tendida en ese suelo frío mientras la siniestra figura de Oh Minho lo veía seriamente desde toda su altura, eran algo que nunca podría olvidar.


Sin embargo, el recuerdo apenas fue un destello. Uno que acabó al sentir la mano en su muñeca, continuó con el leve tirón que lo hizo ponerse de pie y culminó con el toque de los suaves belfos del más alto.


Una de esas caricias tiernas, en la cual Sehun parecía adorarlo, temeroso de romperlo si era un poco más rudo. En donde el tiempo se congelaba para ellos, concediéndoles la oportunidad de perderse en el otro y aislarse del mundo entero.


— Increíble —murmuró algo atontado. Sehun se rio suavemente, acariciando una última vez una de esas tiernas mejillas sonrosadas.


— Okay, hora de terminar de comer para poder continuar con el plato fuerte.


Ambos volvieron a sus sitios, Luhan algo más relajado, aunque todavía sus mejillas se teñirían de rojo si él le sonreía. No sabía si era el vino, o si era por el beso de antes, tampoco le importaba mucho mientras Luhan estuviera cómodo y relajado.


El plato fuerte era uno de los favoritos de Luhan al igual que la entrada. Lucía realmente bien y Sehun realmente se sintió completamente orgulloso de él, sobre todo al observar la expresión maravillada en el rostro de su adorable novio.


El primer bocado fue dado por ambos e inmediatamente Sehun quiso morir. ¡La maldita cosa estaba completamente salada!


Aquella vocecilla que algunas veces se apodera de las personas y que te hace pensar, o hacer, cosas de verdad estúpidas; le dijo que tal vez, y solo tal vez, solo su comida estuviera horrible y la de Luhan no. De ser así podría disimular por un rato que sabía bien hasta que su dulce novio terminara de comer.


Para su mala fortuna, Luhan tenía una mueca de total desagrado cuando le dio una discreta mirada y listo, Sehun quería golpear su cabeza con la superficie dura más cercana.


No tenía idea alguna de cómo había terminado así, él recordaba que todo tenía un buen sabor cuando lo probó, de haber estado salado, Sehun lo habría hecho una vez más. Simplemente no entendía como era que eso había terminado así.


La mirada de ciervo aterrizó en Sehun, encontrando en él una expresión de totalmente lúgubre en el rostro del más alto. Obviamente molesto consigo mismo por lo del plato fuerte fallido, él era tan perfeccionista con todo lo que hacía que era obvia la reacción.


Sobre todo, si dicha cosa tenía algo que ver con el propio Luhan. Cuando era de ese modo, lo que fuera tenía que ser nada más que perfecto. Era como si Sehun sintiera que algo terrible pasaría si algo salía fuera de sus planes.


Fue por ello que, aunque Luhan apenas podía mantener una expresión neutral, se obligó a dar dos bocados más, nada más que dispuesto a terminar lo que Sehun se había esmerado en preparar.


Él lo observó con completo horror y Luhan únicamente atinó a sonreírle con calma. Dispuesto a continuar comiendo, no obstante, no había modo alguno de que el más alto lo permitiera. Levantándose rápidamente para detenerlo, sosteniendo su mano con suavidad.


— Por favor, no sigas comiendo eso —pidió afligido.


— No está tan mal —aseguró.


— Cielo, la maldita cosa está tan salada, que prácticamente puedes sentir los malditos granos de sal cuando masticas —soltó con enojo.


Bien, realmente la declaración era sumamente exagerada, pero Luhan no tenía tiempo de señalarle eso al estar más preocupado por encontrar una manera de hacerle ver que, en realidad, el asunto del plato fuerte no tenía importancia alguna.


— ¿Realmente es tan malo que está única cosa saliera mal? —Interrogó con calma.


— Luhan, esto es uno de tus platillos favoritos y que yo no sea capaz de hacer...


— Sigue siendo solo un problema menor. Todo lo demás es perfecto, el lugar, la decoración e incluso tú te ves impresionante —murmuró—. A decir verdad, no es como que tenga mucha hambre.


— Pero...


— T-Te confieso que, para ser honestos... —Se aclaró la garganta algo abochornado—. Una cena romántica era algo que no cruzo por mi mente al venir hasta aquí.


— T-Tú... ¿De verdad? —Balbuceó.


— E-Eso... Tan solo... ¿No podemos solo saltarnos el plato fuerte e ir directo al postre?


Sehun tuvo la intención de preguntar si esa petición era con doble sentido, absteniéndose al final ante la sonrisa sincera que él le mostraba. Asintiendo en su lugar, para finalmente retirar aquel fallido intento de plato fuerte e ir por el postre.


— De acuerdo. ¿Qué tal si pones algo de música mientras voy por el postre?


Luhan asintió dirigiéndose a lugar donde podía ver el reproductor. En ese lugar, sobre el pequeño dispositivo, un libro descansaba adornado con un esponjoso moño rojo en la cubierta.


Por supuesto, era un libro que Luhan había esperado tener en sus manos tan pronto se enteró de su publicación. Solo que ese libro no estaría en venta sino hasta la siguiente semana, pero ahora estaba en sus manos mientras se preguntaba cómo era que él lo habría conseguido.


— ¿Cuántos obsequios más vas a darme? —Interrogó derrotado—. Ya son cinco.


Sehun rió levemente, al tiempo que terminaba de colocar sobre la mesa ambos postres. Luhan —quien admitía haber estado esperando una réplica de los conejitos que su madre hacía para él—, observó algo asombrado el Mont-Blanc que solamente había probado una sola vez.


— Tal vez no vaya a saber cómo el de la chef francesa, pero hice mi mejor esfuerzo.


Esa sonrisa y la forma distraída en la que pasó su mano por su cabello negro, atrofió por completo todo el sistema de Luhan.


— Por favor, no hagas eso —pidió patéticamente.


— ¿Hacer qué?


— Eso, eso de un momento atrás —musitó.


— ¿Sonreír? —Inquirió divertido.


La luz no era mucha, pero podía ver claramente la ruborizada cara de su novio. El modo en que apretaba el libro en sus manos y ese mal habito nervioso que tenía de torcer los labios como si algo le doliera.


— No, lo otro —respondió.


No volvió a decir nada, acercándose a donde él estaba en su lugar. Lo escuchó gemir por lo bajo y lo vio dar un par de pasos atrás. El libro fue su escudo cuando Sehun se inclinó, solamente que no actuó con forme a los pensamientos de Luhan. En su lugar hizo lo que en primer lugar le había pedido hacer a él.


Una melodía tranquila y dulce llenó el silencio entre los dos, acompañada de la risilla traviesa del más alto y un quejido lamentable de parte de Luhan.


— ¿Estás seguro de que no me veo mal? —Interrogó risueño—. Por momentos pareciera que te cuesta mirarme.


— Ya te dije que te ves bien —musitó—. De hecho, no deberías salir así a la calle. Ya es suficientemente problemático con tu aspecto habitual, no quiero más personas preguntándome si eres soltero.


— ¿Qué no eres tú quien tiene un montón de molestos pretendientes? —Señaló divertido.


— De ese montón, como tú lo llamas, la mitad ya tiene pareja o gusta de alguien. En cuanto a la otra mitad, ellos se dividen entre los que solo me hablaron una vez y aquellos a quienes ni siquiera conozco —bufó.


La armoniosa risa de Sehun se sobrepuso a la agradable melodía emitida por el reproductor. Luhan todavía estaba atrapado en ese lugar entre el dispositivo de audio y su novio, maldiciendo por dentro a este último.


— Me-Mejor deja de molestarme y comamos el postre.


— ¿Qué no era que no tenías hambre? ¿No hace in instante dijiste que lo de la cena era lo último que cruzo tu mente al venir aquí?


Un nuevo quejido brotó de los labios de Luhan y aunque ocultó su rostro tras el libro, Sehun todavía fue capaz de ver sus orejas rojas.


— Ta-Tan solo terminemos el postre —pidió.


Lo dejó ir por esa vez, ambos ocuparon nuevamente la mesa y pesé a no emitir una sola palabra, Luhan le pidió un poco más de vino, empujando la copa en su dirección. El postre también sabía tal como Sehun lo había previsto, lo que fue un gran alivio para su corazón.


— Todo es realmente sorprendente, me encanta —comentó Luhan de la nada.


— Escuchar eso era todo lo que deseaba hoy.


— Aunque en realidad he de admitir que si existe algo que en mi opinión podría ser mucho mejor.


— ¿Qué es? —Preguntó al instante.


Luhan sonrió divertido, sabiendo que lo que fuera que respondiera, Sehun lo cambiaría sin dudar solamente para complacerlo. Sin embargo, no hubo una respuesta y en su lugar se puso de pie, moviendo su silla a un costado del sitio donde él lo miraba mudo.


Una vez ocupando el lugar a su lado, simplemente alcanzó su plato y copa de vino al otro lado de la mesa. Tomando un poco del contenido de esta última mientras inclinaba su cuerpo más cerca del contrario, recostando su cabeza en el hombro ajeno.


— Me gusta más así —murmuró, sintiendo al otro tensarse un poco—. Sentía que estábamos muy lejos.


— ¿No pensaste que lo hice de esa forma para poder seguir fingiendo que soy un caballero y poder tener las manos quietas?


— Me gusta también el tú que no es un caballero. Nunca he pedido que lo seas de todas formas.


Una sonrisa traviesa se plasmó en los labios del más alto, misma que compartió con la persona a su lado. Había un precioso brillo en esos orbes castaños, uno del que solamente su persona había sido testigo y que secretamente hacía temblar todos sus sentidos.


— ¿Acaso estás ebrio? —Preguntó algo divertido.


— No digas tonterías —bufó, acurrucándose contra su costado al tiempo que daba un nuevo sorbo a su copa.


El perfume de Luhan era el mismo de todos los días, todavía así Sehun se sintió mareado por él. La ropa que llevaba era algo que había encontrado fácil de elegir, había bastado verla en el aparador de aquella tienda tan ostentosa, para saber que no habría nadie que la luciera como su novio.


Se sintió inquieto mientras sus manos cosquillaban por tocar a la persona que se acurrucaba contra él. Repitiéndose que debía comportarse, que lo correcto era mantener la agradable velada para Luhan un poco más.


— Si continúas mirándome así, me volveré a poner nervioso —medio se quejó y medio advirtió.


— Perdón —respondió risueño—. Es solamente que de verdad luces como un sueño está noche —elogió, tomando su mano para poder besar el dorso.


Luhan bufó groseramente, sin retirar su mano de las ajenas. Permitiéndole besarla una vez más antes de entrelazar sus dedos. Mirando de reojo el hermoso perfil del más bajo, tuvo el tonto pensamiento de que, entre más lo miraba, su Luhan simplemente se volvía más bello.


Su rostro de ángel se volvió en su dirección y se vio a sí mismo en los ojos más bonitos que existían en el mundo. Supo ahí, mientras una sonrisa preciosa se dibujaba en los labios ajenos, que era momento de darle ese obsequio.


— Luhan —llamó con cautela.


— ¿Mm? —Emitió algo distraído.


— Y-Yo... E-En realidad, hay... Quiero decir, existe un obsequió que me gustaría darte, pero...


Esa extraña faceta nerviosa del más alto captó toda su atención e incluso se abstuvo de señalarle que ya eran muchos obsequios. Eso, lo que fuera que él quería darle, parecía sumamente importante.


— ¿Pero...? —Indagó, instándolo a continuar.


— Este obsequió es diferente... Tienes que aceptarlo al cien por ciento, yo... Yo no espero que me respondas ahora, ni nada, solo... Solo promete que lo pensaras —pidió, sacando del bolsillo de su pantalón una pequeña caja.


Luhan estaba completamente perdido mientras tomaba la pequeña caja con el presente. A primera vista, no parecía diferente a un estuche de joyería, lo que hizo que su sorpresa fuera completamente evidente.


¿Podría ser qué él de verdad...?


— Lo había estado pensando mucho desde hacía un tiempo cuando empecé e vivir solo aquí... Es decir, un día la idea solo vino y yo pensé que sería lindo... En-Entonces cada vez pensaba más en ello...


Las manos de Luhan comenzaron a temblar, podía sentir su pecho palpitando como nunca antes lo había experimentado aun cuando no era la primera vez que aquel tinte rojo pintaba las mejillas del más alto.


— La idea de verte despertar con el cabello revuelto a mi lado, que te quejaras mientras te digo que demasiado chocolate en las mañanas era malo... Escucharte decir bienvenido cuando cruzara la puerta, que me preguntaras si comer en casa o salir por ahí... —Confesó con timidez—. Antes de darme cuenta, yo no quería que tú dijeras adiós al final del día, a pesar de saber lo egoísta que era pensar así cuando tu familia te esperaba. Aun así, yo quería... Quería que te quedaras.


«¡Oh, Dios! ¡Esto es real, esto es real!» Gritaba Luhan para sus adentros, inmóvil entre tanto Sehun le enumeraba todas esas acciones tan simples pero significativas. Con las manos temblorosas abrió el estuche, sintiendo el corazón en la garganta. Sin embargo, no era lo que esperaba.


No, en el interior no había un anillo como tontamente imaginó. Es decir, ambos eran apenas unos niños con un futuro incierto esperando por ellos, su mente y corazón todavía no estaban en ello. Sin embargo, todavía tuvo curiosidad por la llave que se encontraba dentro del estuche de terciopelo azul.


— ¿Esto...?


— Es la llave de este apartamento —musito en respuesta.


— ¿La llave?


— El siguiente año, ambos nos graduaremos y empezaremos la universidad, ambos sabemos que será duro y... Admito que tengo miedo que nuestras nuevas ocupaciones nos impidan vernos más y más, es por eso...


Contuvo el aliento al cruzar sus miradas, jurando secretamente que jamás creyó ver a Sehun tan nervioso e inseguro como lo veía en ese momento en el que estaba más que obvio lo que quería pedirle.


— ¿Te gustaría que viviéramos juntos luego de graduarnos?


Incapaz de seguir manteniendo la mirada contraria, Luhan agachó el rostro avergonzado como nunca antes lo había estado. Su corazón latía al punto del dolor y no solo por la alegría que la propuesta traía, también había un toque de miedo.


— Y-Yo...


— No tienes que darme tu respuesta en este momento —señaló apresurado, temeroso de una negativa inmediata—. Solamente promete que lo pensaras —pidió.


Luhan apretó la llave en su diestra. Honestamente, el corazón de Luhan tenía ya una respuesta gritada con un eufórico sí, por otro lado, estaba la razón diciéndole que recordara que algo tan bonito podría salir mal.


Había escuchado antes que todo cambiaba una vez las parejas daban ese paso, que pasar cada hora de cada día juntos podría reforzar o destruir la unión entre ambos. Luhan tenía miedo de lo último, de que al convivir juntos, Sehun se diera cuenta de que, en realidad, no había encanto alguno en él.


— ¿No te da miedo? —Susurró débilmente.


— ¿Miedo?


— Sí. ¿No temes que, al pasar cada día juntos, descubras que yo no soy tan maravilloso como pensabas? ¿Qué descubramos que al final no encajamos de ese modo?


Esas preguntas lo tomaron desprevenido en su totalidad, descubriendo entonces que Luhan parecía angustiado en lugar de emocionado.


— Claro que me da miedo —admitió—. Aun así, quiero intentarlo.


— ¿Por qué?


— Porque decirte que te amaba también me asustaba mucho antes, pero mira lo bien que ha ido una vez me atreví a hacerlo.


Su sonrisa era todo menos tranquilizadora, contagiando con ella a Luhan. Todavía asustado y sin una respuesta concreta podía sentir una pizca de alivio en su agitado corazón.


— Co-Como dije antes, tengo miedo, pero no estoy diciendo que no. Yo solo... solo... trataré de darte una respuesta lo antes posible —prometió.


— Está bien —aseguró, besando su frente—. Eso es más que suficiente para mí.


Se instaló un silencio extraño, no incomodo, pero tampoco lo contrario. Sehun lo abrazó un poco más fuerte que en ocasiones pasadas, era como si tuviera un poco de miedo y eso preocupó completamente a Luhan.


— Sé que aún falta un poco, pero... ¿Podría pedir algo por mi cumpleaños? —Susurró.


— Todo lo que desees. Sea lo que sea, voy a dártelo —respondió sin dudar.


Luhan asintió tímidamente, la mano que no sostenía la llave apretó la tela del blazer de aspecto caro que usaba él esa noche. Sus mejillas volvieron a recuperar el intenso color rojo de un inició y algo fue emitido de sus labios. Tan bajo que apenas logró captar la palabra de cuatro letras dicha por Luhan.


Le concedió su deseo con alegría, encontrando en sus labios el sabor del postre aun persistiendo. Un besó casi tan inocente como el de aquel entonces de cuando eran niños, apenas un roce.


Los orbes de Luhan brillaban igual que en esa ocasión, revolviendo todas las emociones en el corazón de Sehun. Debía poner un poco de distancia si quería que su noche continuara como él lo tenía planeado.


Sin embargo, el ligero agarre en su blazer no cedió, como un pedido silencioso que decidió ignorar.


— O-Oye, ¿qué dices si...?


Iba a decir algo estúpido, lo sabía bien y tal vez lo mejor fue que Luhan lo hubiera besado de nuevo. Una tímida caricia que correspondió con una torpeza impropia de él, algo que solamente Luhan podía lograr cuando lo besaba con tanta ternura.


Era completamente absurda y a la vez maravillosa la forma en que Luhan podía hacer de él una marioneta sin voluntad. Una con el único deseo de ver sonreír siempre a la única persona, que volvía todo extraordinario con algo como un simple beso, un suceso que se grabaría en su memoria para toda su vida.


El simple tacto de esos labios de seda lo hacían sentir sediento de él, codicioso al punto de querer fundirse en ese beso. Sus manos que habían estado quietas se movieron por sí mismas, una acunando el rostro del chico que era la otra parte de su alma, mientras la otra sostenía la mano que empuñaba su blazer.


El rose que comenzó como una tímida caricia, se transformó a voluntad del deseo incontrolable del más alto. Luhan no se opuso, correspondiendo la voraz caricia con la misma ansiedad que le quemaba el pecho.


Pudo escuchar apenas un sonido metálico antes de desviar sus pensamientos nuevamente a él y al húmedo musculo que invadió su boca, saboreando cada rincón conquistado. Cada latido en su pecho podía escucharlo en sus oídos.


Su mente estaba embotada para el momento en que él permitió que volviera a respirar, su piel cosquillaba pidiendo a gritos que Sehun dejara de actuar como un falso caballero. La mirada que él le daba tenía elevada su temperatura y se sentía vulnerable a él.


Amaba esa sensación y quería más, lo quería todo. Apretó la fina tela del blazer con dedos temblorosos, inclinándose tan cerca de Sehun como le fuera físicamente posible y poder susurrarle al oído lo que tanto necesitaba.


— Vamos a la habitación.


Él se tensó seguramente pensando en alguna forma de negarse, pero... ¿Cómo Luhan podría dejarlo ir cuando lo necesitaba tanto como respirar? En cambio, lo besó en el cuello, justo a la altura del lunar que siempre había amado.


Eso ganó la batalla, la silla cayó al suelo por la prisa con la que él se levantó y el modo en el que tomó su mano para levantarlo de su asiento, solamente podía ser descrita como poco cuidadosa.


— Lo intente, quería ser un caballero para ti —dijo, su voz tenía una nota más grave.


— No lo seas, no es necesario —aseguró al cruzar la puerta a la habitación.


Sus dedos se clavaron en la amplia espalda del más alto, derritiéndose en el beso hambriento que él le proporcionaba. Las manos que sujetaban su cintura le hacían arder la piel aun por encima de la ropa.


Él lo guiaba con pasos a ciegas hasta que sintió chocarse con el borde de la cama. Todo iba tan rápido, era como si las tres copas de vino finalmente le hubieran nublado el juicio. Su cuerpo fue empujado a la mullida superficie y si él pretendía quejarse sobre la rudeza de ello, se quedó con las palabras en la boca.


Su vista fija en la imagen de Sehun, colocándose a horcajadas sobre él mientras se quitaba el blazer y al mismo tiempo que aflojaba la corbata negra era, para él, la imagen más sexy que hubiera visto en su vida.


El chico mismo era una obra maestra, un maldito dios que quien sabe que había visto en su persona. Tampoco le importaba mucho al sentir el sensual cuerpo ajeno cubriendo el suyo, se fundió en su beso, entregándole todo lo que pidiera entre tanto buscaba a ciegas la hebilla de su cinturón.


Sus manos acariciándolo aún por encima de la ropa eran el cielo, empujando solamente más su libido y hundiéndolo en una marea violenta de pasión. Embriagado por cada deliciosa sensación, fue por ello que lo siguiente que sucedió, lo tomó completamente con la guardia baja.


Gritó, empujando con fuerza al más alto, enviándolo fuera de la cama. El horror de su acción y la mirada confundida que él le daba, hicieron toda su excitación salir por la ventana de la habitación.


— ¿Qué demonios...?


— Y-Yo...


Nuevamente gritó agudamente, sin poder explicar lo que había ocurrido, saltando fuera de la cama y casi besando magistralmente el suelo de no haber sido por los brazos de Sehun.


— ¡Algo me mordió! —Exclamó espantado.


— ¿Qué? ¿De qué hablas?


Luhan no respondió, apresurándose a la cama para sacar las mantas perfectamente acomodadas. Notó entonces dos cosas:


Número uno; sobre esa cama había pétalos blancos, mismos que habían salido volando con el jalando de ese modo la sabana. Lo que le reafirmaba el hecho de que Sehun podía ser sorprendentemente cursi.


Y número dos; bajó la sabana había una pequeña cosita blanca con los ojos negros más bonitos que Luhan hubiera visto. La pequeña cosita parpadeó, bostezando para dejarle ver un pequeño par de colmillos tan blancos como ella, estirándose con gusto en la cama.


Luhan se quedó inmóvil, la mirada prendida a la pequeña criatura blanca que tampoco dejaba de mirarlo y revolverse en la cama.


Ante la escena, Sehun quiso golpear su cabeza contra la pared por haber olvidado completamente que había dejado a la pequeña nueva mascota de su novio, libre en la habitación. Ellos seriamente pudieron haberla herido por dejarse llevar por su calentura.


Aparentemente, ella al ser molestada había mordido a Luhan en alguna parte y por ello ahora estaban ahí, en vueltos en esa extraña atmosfera.


— Es-Esto... Luhan, ella... Veras, te juro que realmente pensé en un gato, pero Baekhyun dijo que para que fuera perfecto debía recodarme a ti y ninguno de ellos me recordaba a ti. Entonces la vi a ella y... Luhan, ella era perfecta, hace esos mismos ojitos que tú haces para salirte con la tuya —aseguró.


— ¿Qué? —Emitió a la nada coherente explicación.


— Es... Quiero decir, ella es uno de tus obsequios —aclaró.


— ¿Me compraste un pequeño hurón? —Interrogó algo asombrado.


— Bueno, solo para aclarar, en realidad Yuki es hembra y no, no la compré. Ella fue adoptada —murmuró, viendo nervioso a Luhan boquear sin saber que decir—. Es... Luhan, es porque tú adorabas tanto al estúpido gato gordo de Suho, que tuve la idea de conseguir una de esas bolas de pelo para ti. Al menos esa era la idea, pero...


— ¿Pero...?


— Yo quería que fuera la mascota perfecta, todos dijeron que eligiera al que más me recordara a ti, pero ninguna de esas bolas de pelo se parecía en nada a ti y... Luego apareció Yuki, ella simplemente parecía perfecta y yo...


— Lo es —interrumpió.


Con mucho cuidado, él se acercó al borde de la cama, la pequeña criatura se puso alerta, alzando su pequeña cabeza y Sehun podía sentir el corazón en la garganta a la espera de lo que fuera pasar.


— Hola —saludó con esa preciosa voz suya.


Su mano se acercó con cuidado al mismo tiempo que la pequeña naricita rosada se agitaba olfateando. Él casi gritó al ver a la pequeña cosita aceptar dichosa la caricia de quien ya la veía con adoración.


— Eres tan linda —elogió, acunándola con cuidado, emitiendo una risita angelical cuando ella se acurrucó en su abrazo.


¡Joder!, esos dos eran tan malditamente lindos que iban a matarlo.


— Dios, es increíble —dijo con una sonrisa preciosa. Una que Sehun quería inmortalizar en una fotografía y enmarcarla para siempre—. Es perfecta. Muchas gracias, Hunnie.


¡Carajo, lo amaba tanto!


— De nada, cielo. Sabía que te gustaría —respondió con falsa calma. Por dentro, él se estaba derritiendo ante su ternura.


De ese modo, todo pasó a segundo plano, incluso su anterior urgencia por arrancarse la ropa el uno al otro. Luhan estaba hechizado por su nueva mascota y la pequeña mimada no parecía mejor que él. Sehun lo observaba con alegría y un toque de alivio, felicitándose para sus adentros por insistir respecto a la pequeña hurón que retozaba en brazos de su nuevo amo.


— Yuki. Yuki —llamó inútilmente, ella simplemente lo ignoraba—. Vaya, ella realmente parece no aceptar su nombre.


Sehun se sentía hipnotizado por él y lo hermoso que lucía aun con la ropa desaliñada de su anterior momento. La sonrisa en sus labios era preciosa y esa mirada en sus ojos era más espectacular que cualquier otra, más brillante que las mismas estrellas.


La cosita peluda en sus brazos era inquieta, ella olfateaba, se retorcía y escalaba la ropa de Luhan, haciéndolo reír divinamente. Solo por eso, Sehun ya la quería más que antes.


— Ellos dijeron que puedes cambiar su nombre si así lo deseas —comentó.


— ¿De verdad? —Preguntó con emoción.


— De verdad —asintió.


Luhan sonrió un poco más ampliamente, mirando con atención a la pequeña que revolvía inquieta en su regazo. Sehun se encontraba sentado justo a su lado, con su mano extendida para poder juguetear con la pequeña hurón.


— 小白 (Xiǎo Bái) —anunció finalmente.


Tanto la inquieta mascota como Sehun se detuvieron al escuchar lo dicho por Luhan. La sonrisa de Sehun se congeló, mientras la pequeña cosita ladeaba su cabeza con curiosidad hacia su nuevo amo.


— Es perfecto para ella, ¿no crees? —Sehun lo miró todavía en silencio—. Desde ahora ese será tu nombre. ¿Te gusta, Xiǎo Bái? —Interrogó, levantando a la atenta pequeña para verla de frente.


Sehun lo amaba, tanto, que no tenía el valor para decirle que ese nombre era horrendo. Básicamente solo estaba yendo y llamándola pequeña blanca, lo cual era un nombre bastante feo. Sin embargo, no dijo nada en absoluto, sonriendo de vuelta cuando él le dio una mirada emocionada.


A final de cuentas, Sehun siempre terminaría por ceder ante cualquier cosa que él dijera. Es decir, solo había que ver el nombre que llevaba su perro, del cual, lo único rescatable era que, al ser pronunciado en chino, no se escuchaba tan mal.


— Xiǎo Bái —llamó y la pequeña cosita blanca de inmediato lo miró.


Bueno, al menos a ella también parecía gustarle ese nombre, por lo cual él asumía estaba bien. Ese coro de ángeles que era su maravillosa risa era todo lo que Sehun podía pedir esa noche. Verlo así de feliz, secretamente era su logró personal.


— Sehun —murmuró seriamente.


— ¿Dime?


— Todo este tiempo, solo me he concentrado en lo linda que es mi Xiǎo Bái, pero... —Inconscientemente mordió su labio inferior —. Yo no sé nada sobre cuidar hurones. ¿Y si hago algo mal?


Tan asustado y al mismo tiempo tan dulce. Sehun inmediatamente se sintió conmovido al ver su preocupación y la forma protectora en la que acunaba a la pequeña roedora, como si temiera que alguien fuera a quitársela.


Su pequeño novio era sin duda el ser humano más precioso que él conocía y esa pequeña cosita peluda en sus brazos, no tenía todavía ni idea de lo afortunada que era de entrar a la vida de su nuevo amo.


— No temas, nene —consoló, alcanzando una de sus manos—. Voy estar contigo durante todo el proceso, averiguaremos juntos lo que haga falta. Además, en el refugió animal me dijeron que, si tienes cualquier duda, ellos siempre estarán dispuesto a apoyarte en lo que necesites para garantizar el bienestar de Yu... de Xiǎo Bái, quiero decir.


Eso pareció ser la clave, la sonrisa de Luhan volvió enseguida, mirando a su nueva mascota con la misma alegre emoción de minutos atrás. Hablándole con ternura al anunciarle que todo iba a salir bien.


Sehun apenas podía contener la emoción que le provocaba ver tan preciosa escena desarrollarse.


— Es realmente hermosa —murmuró con cariño—. Te prometo que la cuidaré mucho.


Sehun asintió ante la solemne promesa que él estaba haciéndole, mirando a la pequeña hurón que pretendía arrancar uno de los botones en la camisa de Luhan. Sabía que no se había equivocado al asegurarles a los del refugió que ella estaría en buenas manos.


— Lo sé, sé que pondrás todo tu corazón y esfuerzo en cuidar de Xiǎo Bái.


Luhan asintió todavía con esa sonrisa preciosa en los labios. Su ropa seguía desaliñada por su desenfrenado momento y su cuello ya lucía algunas pequeñas marcas rojas. Sinceramente, Sehun lamentaba no haber terminado con ello y con sus cuerpos enredados, pero sabía que tenían toda una noche para ello.


Discretamente miró el reloj en la mesita de noche junto a la cama. Las 10:00 pm aún, la noche aún era joven y por ello Sehun podía ser paciente. Además, estar ahí solo escuchando la risa celestial que Luhan poseía, tampoco estaba mal.


— Es el mejor obsequio hasta ahora —dijo risueño.


— No puedes asegurar eso aún, ni siquiera has visto el resto —señaló con calma.


La expresión de su novio se volvió algo complicada y su ceño se arrugó un poco. Sehun solamente trataba de no reírse de su linda expresión.


— Sehun, ¿hay todavía más? ¿Cuántos van a ser? —Preguntó.


— Por supuesto que hay más, cariño —respondió risueño—. Yo pondría el maldito sol a tus pies de poder hacerlo, sin embargo y como ahora parece imposible, tendrás que conformarte con los humildes obsequios que preparé para ti esta noche.


— ¿De qué demonios hablas? ¿Qué de todo lo que has preparado para mí es algo humilde? —Bufó.


— Todo.


— ¿Hablas en serio? —Resopló algo irritado, no comprendiendo para nada que Sehun lo hacía a propósito solo para verlo hacer su pequeña rabieta—. Iluminaste este apartamento como con un millón de luces navideñas, me preparaste la cena, me enviaste flores que arecen realmente caras, estoy seguro que la ropa que estoy usando es de marca y...


Su discurso fue interrumpido por un casto beso que hizo sus mejillas enrojecer, descubriendo entonces la sonrisa odiosa pintada en los labios ajenos. La palabra tonto fue mascullada apenas, mientras Xiǎo Bái trataba de escabullirse de sus brazos.


— Es demasiado —murmuró—. Incluso conseguiste el impresionante Mercedes-Benz de JunMyeon hyung. Lo que me recuerda... ¿Cómo lograste que te lo prestara?


— Oh, eso —se encogió de hombros—. Le ofrecí sexo caliente y dijo que sí.


Luhan frunció el ceño, mirando a su novio de una forma que le advertía no bromear con él. Algo que simplemente lo hizo reír.


— No puedes esperar a que Yixing g“ siempre haga ese tipo de cosas para que consigas lo que quieres.


— ¿Y quién ha dicho que se trata de Lay?


— Sehun, de no ser Yixing g“, la única opción serías tú. Algo que JunMyeon no iba aceptar ni en un milenio, porque se matarían antes de siquiera besarse. Ustedes apenas pueden estar juntos dos minutos antes de empezar a pelear.


Sehun volvió a reír con ganas, acercándose lo suficiente para rodear en sus brazos a su amante, depositando un rápido beso en su sien. Él solamente se dejó hacer, permitiendo que Xiǎo Bái finalmente rodara hasta el centro de la cama. Lo escuchó reír y pudo jurar que ese era su sonido favorito, la canción más bonita de todas.


— ¿Cuántos regalos vas a darme realmente? —Preguntó ya resignado.


— No puedes saber, se supone que los regalos sean una sorpresa —respondió divertido.


— También puedes dármelos todos de una vez.


— Eso no sería nada lindo —frunció el ceño—. Aunque puedo darte uno de ellos ahora.


Lo vio inclinarse hasta sacar un paquete de algún lugar bajo la cama, Luhan apenas pudo creerlo, asegurándose de primero mirar bajo la cama para revisar que no había algo más ahí. Sehun se rio al verlo hacer eso, manteniendo el obsequio en alto hasta que él lo tomó. Descubriendo un tierno (y algo ridículo) pijama con Chopper estampado por todas partes.


— Oh Sehun, ¿es en serio? —Espetó incrédulo.


— Le dijiste a Zhao que te encantaba cuando te mostró la vista previa de la tienda en línea —respondió tratando de no reírse.


— Era obvio que estaba siendo sarcástico —resopló y él no pudo contener más su risa.


— Vamos, nene, está genial. Te verás precioso en él.


— Nos veremos, amorcito —señaló—. Te recuerdo que tú usas la parte inferior.


Sehun asintió completamente de acuerdo con él, viéndolo revisar la prenda con curiosidad. Él no iba a admitirlo, pero realmente le gustaba y Sehun lo sabía, aunque no lo diría en voz alta por el momento.


— ¿Por qué no te lo pruebas? —Sugirió.


— ¿Ahora?


— Claro, estarás más cómodo.


— Sí, pero... —Miró indeciso entre la prenda y su novio—. De acuerdo—respondió, aceptando por fin la propuesta—. Pe-Pero tú te quedas como estás, me gusta cómo te ves.


Eso último fue dicho aprisa mientras salía de la habitación para cambiarse en el baño, Sehun apenas pudo procesarlo, sonriendo divertido. Xiǎo Bái dejó de juguetear en la cama al darse cuenta de la ausencia de Luhan, precipitándose al borde con la intención de saltar e ir tras él.


— Oh, no. Tienes que esperar justo aquí —indicó Sehun, apenas atrapando a la inquieta criatura.


Apenas tardó un par de minutos y Sehun lamento profundamente en su corazón que él decidiera usar las dos piezas del pijama, privándolo así de la magnífica vista de ese par de piernas preciosas que su dulce amante poseía.


— ¿Qué? —Interrogó al verlo tan serio.


— Nada —sonrió, dejando ir a la inquieta mascota para reunirse con Luhan.


Fue recibida con alegría al tiempo que volvía a subir a la cama para acurrucarse cerca de Sehun, quien sin dudarlo rodeó su cintura para acercarlo un poco más. La inquieta hurón rápidamente intentó meterse bajo la camiseta de su nuevo propietario, provocando su angelical risa.


— Hace cosquillas.


— Creo que le gusta tu olor —musitó, enterrando su nariz en el cuello de Luhan—. Es dulce, como caramelo.


— Uhm... Creo que es el perfume que Zhao g“ me prestó —explicó, revolviéndose un poco inquieto en los brazos de Sehun, que tenía su respiración demasiado cerca de una zona muy sensible para él.


— Te queda bien, deberías usarlo más.


— N-No, es de g“g“ y... Deja de hacer eso —pidió al sentir sus labios en la piel.


— De acuerdo, pero déjame hacerte algo más —le susurró al oído.


— ¿Ha-Hacerme...? Sehun, Xiǎo Bái está...


— Bueno, ciertamente también es mi intención para más tarde, pero ahora mismo me refería a otra cosa —respondió con diversión.


Luhan enrojeció hasta las orejas, dándole una mirada algo agresiva pero silenciosa. Probablemente no queriendo que lo que fuera a decir, el más alto pudiera usarlo en su contra como un instante atrás.


— De hecho, es uno de tus obsequios, tal vez el único que adquirí sin pesarlo bien. Sin embargo, algo me dijo que estaría bien. Aun así, puedes decir que no si la idea no te agrada.


Él asintió, aguardando con paciencia hasta ver a Sehun obtener algo del bolsillo de su pantalón. Se preguntó para sus adentros cuantas de esas cajas de terciopelo él tendría guardadas ahí, poniendo atención cuando el volvió a pronunciar la palabra.


— Antes le habías dicho a Yixing que te gustaría hacerte una perforación en el lóbulo, por lo que al verlos en la joyería creí que te gustarían.


Dos pendientes de botón brillaban en el interior, el centro era completamente negro rodeado por el brillante color plata donde se podían ver grabados pequeños números romanos. No era necesario preguntar mucho para saber que eso no parecía barato, solo había que ver el elegante, pero sumamente discreto diseño, algo que Sehun sabía él definitivamente usaría sin queja sin importar qué.


— Ahí hay dos —murmuró tontamente.


— Usaré el otro —respondió con una sonrisa.


Una versión diferente de los anillos que ellos llevaban, la idea terminó de convencerlo entonces y finalmente dio su aprobación con un tímido asentimiento de cabeza.


— ¿Cuándo lo hará Yixing g“?


— No lo hará él.


— ¿No?


— Es por eso que pregunté si me dejarías hacerte algo... En realidad, me gustaría hacerlo yo mismo, justo ahora.


— ¿Cómo lo harás?


— Con el equipo profesional de Lay, claro está. Él me instruyó paso a paso para hacer esto, incluso Jackson fue mi conejillo de indias para la primera vez, tres de los asistentes del estudio también me dejaron practicar con ellos.


— ¿De verdad? —Interrogó.


No era desconfianza, Luhan sabía que Sehun no pediría nada de eso si no estuviera completamente seguro de lo que quería hacer. Él lo sobreprotegía tanto, que pediría disculpas inmediatamente si sentía que le había hablado de mala forma. Luhan también confiaba en él ciegamente, aún si eso salía mal, nunca culparía al más alto.


— Como dije, tomaré todas las precauciones, hice toda la investigación posible y tengo los materiales adecuados para lo que pretendo hacer. Todavía así, puedes decirme que no y le pediré a Lay que lo haga cuando tú lo desees.


— Hagámoslo —anunció tranquilamente.


— ¿Estás completamente seguro? —Preguntó solemne, tomando su mano y mirándolo directamente a los ojos. Un mensaje silencioso de que no pasaba nada si decía que no.


— Confío en ti.


Una respuesta tan simple y todavía parecía tener al más alto absurdamente feliz. Lo vio moverse por la habitación y preparar los instrumentos que utilizaría. Se encogió un poco cuando la zona en la que se perforaría fue limpiada y de alguna forma, verlo hacer el proceso de esterilización, fue justo como ver a Lay prepararse para grabar en su piel la impresionante silueta del dragón que había elegido.


Los nervios lo traicionaron un poco mientras aguardaba sentado en el borde de la cama y vio finalmente la aguja que atravesaría su piel en brevedad. La expresión dedicada por Sehun todavía le recordaba que podía negarse y él no insistiría. En su lugar asintió, esperando a que todo pasara.


— Puedes cerrar los ojos —ofreció Sehun.


Xiǎo Bái por su parte se acercó, acurrucándose en su regazó como si supiera que su nuevo amo necesitaba de apoyo moral. Ganándose una caricia de parte del humano.


A pesar de la sugerencia, él no lo hizo, como si necesitara saber que era Sehun quien haría eso. Fue un mero instante, un dolor agudo atravesó su piel y se mordió los labios para no quejarse, mirando apenas de reojo la expresión concentrada de Sehun mientras terminaba el trabajo.


El pendiente fue colocado tan pronto limpio la zona, fue casi inmediato. Todo hecho con suma precisión por las manos gentiles y revestidas en látex del más alto. Una sonrisa bellísima nació en sus labios al tiempo que ladeaba cuidadosamente su rostro para ver su trabajo, Luhan seguía inmóvil e incómodo.


Dolía un poco, pero no le importaba ni un poco cuando un espejo fue colocado frente a sus ojos, dejándole ver el resultado final. Era perfecto, gustándole aún más cuando Sehun cambió su propio pendiente por el par a juego con el suyo. De alguna forma, sentía que lucía mucho mejor en el más alto.


— Va a ser incomodo por un tiempo. Va a inflamarse y tendremos que cuidar de esto por un tiempo, pero... Te queda increíble —elogió, poniéndose a su altura.


— Me gusta más como se ve en ti —murmuró, perdiéndose en la caricia sobre su mejilla.


— Luhan —susurró débilmente—, de ahora en adelante, cada vez que el hecho de que hay una marca en ti producto del miedo y el dolor, recuerda también que también llevas esto —rozó apenas su lóbulo sensible—. Recuerda que fue hecha por mí, que es prueba que estamos aquí y que, a pesar de todo, te amo tanto que nunca podría terminar de explicar cuánto.


Lo sucedido horas atrás volvió a su mente, la preocupación en el rostro de ángel de su madre al verlo aparecer con lágrimas en los ojos y su nada convincente mentira de que recibir aquellas bellas flores lo había conmovido inimaginablemente.


Era como si él supiera que ese maldito fantasma hubiera aparecido una vez más para aterrorizarlo.


— Llegué tarde ese día, pero no pasara una segunda vez. El tiempo que me sea concedido a tu lado, voy a volverlo el más feliz de nuestras vidas y haré todo lo que deba a hacer para que sea un para siempre —prometió completamente comprometido con ello, como si fuese la promesa más importante de su vida.


Asintió sin poder formular palabra alguna, nada iba a salir de su boca en ese momento, sentía ya las lágrimas de emoción amenazando con desbordarse, sonriendo en su lugar cuando él besó su frente.


— Me gusta cómo se escucha eso del para siempre —musitó.


— A mí también —dijo risueño, envolviendo en sus brazos la figura ajena.


Se recordó a sí mismo lo que JongDae le había entregado esa misma tarde, con la promesa de que de ese modo tendría muchas de sus dudas resueltas, inconscientemente apretando un poco más fuerte el cuerpo contrario.


— ¿Bǎobèi Lù?


— No es nada, solamente me gusta mucho cuando me abrazas. Quedémonos así un momento por favor —pidió.


— De acuerdo, pero... En realidad, antes quería mostrarte algo.


— Sehun, ya deja de darme obsequios. Es demasiado —dijo con un puchero.


— Vamos, será genial. Tan solo cierra los ojos —pidió.


Luhan apenas obedeció y al verlo finalmente obedecer, se levantó de la cama para apagar la luz. Luhan lo notó de inmediato, abriendo los ojos para preguntar porque la luz se había ido, quedándose mudo ante la imagen de lo que parecía una galaxia entera apenas iluminando las cuatro paredes de la habitación.


— Estrellas.


— Sí, solo es un proyector, pero todas ellas siguen siendo todas para ti.


— Eres realmente tonto —bufó, extendiendo su mano en dirección al más alto—. Dime que no me compraste el proyector también —pidió.


— De hecho, no —rió, tomando la mano contraria para volver a acomodarse a su lado—. Este es algo que mi tío compró para mí cuando era pequeño. Realmente me sorprendió que todavía funcionara.


— ¿El tío Jung Sun lo compró para ti? —Inquirió, dejándose envolver en los brazos ajenos.


Una pequeña intrusa se apresuró hasta ellos, subiendo directamente sobre su nuevo amo que estaba medio recostado sobre Sehun, acomodándose ahí junto a ellos. Ambos rieron un poco al verla.


— Es de cuando comencé a vivir con él —explicó—. En un inició, tenía pesadillas todas las noches. Soñaba con mi madre el día que prácticamente me echó de su lado, otras veces soñaba que ella cumplía su amenaza y le contaba todo a Minho para que te hiciera daño y algunas otras veces... Tenía una pesadilla donde ese hombre por fin le hacía algo realmente horrible y yo no podía protegerla.


Sintió su pecho doler tras sus palabras, incorporándose solo lo suficiente para besar la mejilla contraria. Recibiendo el mismo gesto de vuelta, acompañado con una sonrisa amorosa.


— Mi tío apareció algunos días más tardes con el proyector, diciendo que alejaría la oscuridad y de ese modo yo no tendría pesadillas.


— ¿Y funcionó?


— ¿El proyector? —Luhan asintió—. En absoluto. Sin embargo, lo que realmente hizo las pesadillas desaparecer, fue que, tras cada una de ellas, él vendría a mi habitación, se quedaría a mi lado y me contaría alguna cosa interesante sobre las estrellas y el universo —sonrió ante el recuerdo.


» Nunca se trató del proyector o la luz. Si lo pienso bien, fue el hecho de saber que ya nunca iba a estar solo cuando tuviera miedo, lo que realmente hizo que las pesadillas se fueran —aseguró.


— Igual que tú —susurró—. Cada vez que tenía alguna pesadilla, tú parecías saberlo y estar ahí de una u otra forma para mí.


— ¿No ha sido de ese modo incluso antes de que conociera a mi tío?


— Sí, creo que sí —aceptó—. Entonces... ¿De qué te hablaba tu tío luego de tus pesadillas?


Hubo una sonrisa bellísima antes de que él comenzara por nombrar cada constelación que el proyector mostraba. Luhan lo escuchaba con atención, sintiendo que podría escuchar el sonido de su voz para siempre.


La distancia entre el sol y la tierra, la composición de las estrellas o cuantos satélites existían en nuestra galaxia; era todo algo de lo que nunca habían hablado y por esa razón, era la primera vez que veía al más alto tan entusiasmado al hablar de ello.


Era un descubrimiento maravilloso, cada pequeña cosa que aprendía sobre él le gustaba más y más. Por supuesto, existían detalles que no le gustaban tanto, pero no importaba en lo absoluto, no cuando eran más esas pequeñas cositas que lo fascinaban lo que ganaba al final.


— Sehun...


Una estridente melodía irrumpió en la habitación, reventando la agradable atmosfera y haciendo que Sehun se levantara de un salto de la cama. Lo miró desconcertado mientras corría a la puerta de la habitación.


— ¿Qué...?


— No te preocupes, cielo. No tardaré —dijo rápidamente antes de salir, mascullando un par de maldiciones en su camino.


Fue realmente extraño, haciéndolo sentir un poco fuera de lugar incluso. Debatiéndose entre permanecer ahí o ir a ver qué había hecho a su novio salir corriendo de ese modo. Al final se decidió por salir a comprobar si había algo mal, deteniéndose apenas cuando estaba por salir de la cama.


Repentinamente, la luz volvió y las estrellas del proyector no estaban más, a la par que la familiar y repetitiva canción del feliz cumpleaños se escuchaba por toda la habitación, anunciando el regreso de Sehun. En sus manos un pequeño pastel con solamente una vela en el centro, lista para ser apagada.


El único reloj en la habitación ya marcaba la media noche, dando inicio al veinte de abril, oficialmente el cumpleaños de Luhan. Una sonrisa comenzó a crecer en sus labios temblorosos, al mismo tiempo que el pequeño pastel era colocado a la altura de su rostro.


— Feliz cumpleaños, Bǎobèi Lù —dijo con ternura—. Pide un deseo.


Luhan sostuvo el pastel para acercarlo un poco más a él y poder hacer lo que Sehun pedía, pero...


¿Qué podía pedir Luhan para esas alturas?


No había ni una sola cosa que él pudiera desear cuando estaba viviendo uno de los mejores momentos en la vida. Pese a ello, aun así, cerró los ojos y apagó la vela, guardando su deseo en lo más profundo de su corazón.


— Cuenta una leyenda que hace mucho tiempo, existió una mujer llamada Asibikaashi, quien cuidaba a la gente de la tierra. La mujer araña, velaba por toda criatura de nuestro mundo, inclinándose sobre las cunas y las camas de los niños mientras tejía una fina, delicada y fuerte telaraña que era capaz de atrapar todo mal entre sus hilos y hacerlo desvanecer al alba. —comenzó Sehun de la nada—. Sin embargo, cuando su pueblo se dispersó, le comenzó a resultar muy complicado cuidar a todos los niños.


Luhan lo observó sin saber que decir, sin idea alguna de porque él estaba hablando de una historia como esa de la nada.


— Por lo que las madres y abuelas tuvieron que comenzar a tejer redes con propiedades mágicas que atrapan los malos sueños y las pesadillas, protegiendo así a sus niños. Los llamaron atrapasueños —explicó.


Extendiendo su puño cerrado en su dirección, abriéndola para revelar una fina cadena de plata con un exquisito atrapasueños del mismo material que la cadena como dije.


— Según la tradición, los atrapasueños ayudan a mantener con nosotros las buenas ideas y los sueños agradables, mientras que las malas energías y las pesadillas, son atrapadas por la malla y se disipan por el agujero central con los primeros rayos de sol.


A la par de su explicación, la fina cadena fue colocada en el cuello de Luhan con gentileza. El accesorio se sentía ligero y frío, causándole un cosquilleó.


— Se cree también que protegen a quien lo posee. Es por ello que te obsequio este, para que siempre te proteja y haga que esas pesadillas se mantengan lejos de ti —explicó.


Luhan no tenía palabra alguna, salvo repetirle lo afortunado que era por haberlo conocido, lo feliz que era estando a su lado y el hecho de que no creía merecer estar junto a una persona tan maravillosa como él. Sin embargo, había un cúmulo de sentimientos atascados en su garganta y creía que por ellos nada saldría de su boca en ese momento.


— Sé que es algo tonto poner mi fe en un simple objeto, pero me gustaría creer que, si le transmito a este pequeño atrapasueños, mi ferviente deseo de siempre protegerte, podría ser que te mantenga a salvo de todo lo malo aun cuando yo no esté ahí.


Apretó los labios, conteniendo apenas lo que su corazón sentía en ese momento. Era tan abrumador como hermoso, como si su corazón ya no pudiera albergarlo y fuera a desbordarse.


— Cariño, no llores —pidió con una sonrisita nerviosa.


— No estoy llorando —farfulló, porque era verdad, él no lloraba, aunque sentía que podría hacerlo—. Además, si me pongo a llorar, probablemente tendrás pesadillas por meses.


— Sí —admitió—. No sirvo para ver llorar a la persona que amo.


Una solitaria lágrima escapo de los bonitos ojos de ciervo que Luhan poseía, acompañada de una risita algo tonta, pero de completa alegría.


— ‘爱你 (W’ ài nǐ) —murmuró.


— ‘爱你,爱的。 ”—快乐。 (W’ ài nǐ, ài de. Sh“ngrì kuàilè.) * —Respondió de vuelta, estrechándolo entre sus brazos.


*Te amo, mi amor. Feliz cumpleaños.


Lo era y él no alcanzaba a imaginar cuánto.

Notas finales:

Y esto sería todo por mi parte, con mil besos, un abrazo gigante y el recordatorio de que las adoro, se despide DNA.


Bye Bye


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