Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Eternos Enemigos por kurerublume

[Reviews - 85]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bien, llegué jaja creí haber encontrado el guión largo, pero aquí aparece como "R ", enseguida hago la corrección :)

Sakurai hermosaaa, gracias por tu review.

¡Disfruten!

CAPÍTULO XI: Tan difícil

 

-  Lucius, ya despierta – escucho una voz a lo lejos – Lucius, maldición, eres un bebé – eso me molesta y en automático pateo al que dijo eso.

 

- Cállate – sigo con mis ojos cerrados y muy cómodo, siento un leve movimiento - ¿qué pasa?

 

-  Pasa que has estado durmiendo tanto tiempo que tuve que cargarte para traerte aquí.

 

-  ¿Qué? – voy observando mi alrededor, hemos llegado a su guarida - ¿en qué momento me quedé dormido? ¿Seguro no me noqueaste?  - le digo en tono de burla, completamente acurrucado en mi cama. Sorprendentemente no me ha molestado que Lykaios me trajera acá y me cobijara; todo lo contrario, seguro se debatió durante bastante tiempo si debía hacerlo o no, lo cual me genera una risilla perversa.

 

- Si te causa gracia pensar en ser noqueado por mí, haberlo dicho antes – hace ademán de querer golpearme, pero yo me quedo quieto - ¿no crees que sea capaz? – me pregunta alzando una ceja.

 

-  Francamente, no. Creo que no eres así. Y en todo caso, eso iría en contra de nuestro trato, ¿no? – coloco mis brazos atrás de mi espalda, con una gran y hermosa sonrisa que seguro le causa dolor de estómago a Lykaios.

 

- Podemos omitirlo de vez en cuando, porque ahorita tengo ganas de pelear contigo – eso logra que me surja una duda.

 

- Ya veo, ¿pero no deberías estar con las demás criaturas? La guerra todavía no acaba y estos días no te he visto salir ni ponerte tu armadura – me incorporo para poder sentarme y verlo de frente.

 

-  Mis amigos pueden encargarse de eso, los he entrenado muy bien.

 

-  De verdad te envidio, si yo fuera tú, ahorita mismo estaría en el campo de batalla.

 

-  ¿Te gusta estar cerca de la muerte?

 

-  No, pero me gusta cerciorarme que nada lastime a mis hombres, no si yo puedo estar ahí para protegerlos – eso parece dejarlo muy pensativo, ya que no dice nada durante un buen rato - ¿Lykaios? Sólo es lo que pienso, no quiere decir que todos deban actuar de esa manera. Supongo que por eso a veces dicen que soy idiota, ¿no? Siempre al frente de la batalla y muy terco como para dejar que mi padre haga algo estúpido con mis hombres.

 

-  No es eso – me responde tranquilamente – me parece excelente que no dejes que se tomen estrategias que puedan costar más vidas de las necesarias y que te preocupes por tus soldados, eso habla muy bien de ti… como persona y como General. Me alegra saber que no todo lo bueno en ti se ha perdido – me tuve que haber molestado por ese último comentario, pero la forma en la que lo dijo, no lo permitió. Escuché un poco de melancolía en su voz, lo cual hace que este desconcierto no termine. Lykaios a veces se comporta tan extraño; tan dulce, tan lejano, tan fuerte, infantil, valiente… tantas cosas que ni siquiera sabría cuál lo define mejor; tantos años de “conocerlo” y la imagen que tengo de él, es diferente a lo que aseguraba siempre sería así.

 

Eso no quiere decir que le tenga aprecio, pero ahora lo valoro como rival digno y no como una criatura inferior que me estorba en mi camino a la victoria.

 

A una victoria que comienzo a ver difícil, en especial ahora. Me siento tan mal al saber que tendré que asesinarlo en algún momento, en un futuro incierto. Pero tendré que hacerlo, así como él buscará lo mismo para los suyos.

 

Por algo es la guerra.

 

 

 

                                                                                                  ***

 

Al dejar bien limpio todo, TODO, me acerco a Arion.

 

-  Disculpa la tardanza – digo suavecito - ¿ya comiste?

 

-  No, esperé por ti – ah, eso suena tan bonito dicho así – come – me acerca mi cuenca, y sin pensarlo más, me tomo lo que contiene - ¿te gustó? – pero me sonrojo al instante, ¿fue sarcasmo? ¿Lo dijo porque me lo acabé de un sentón?  Qué pena, seguro ha de pensar que soy un barril sin fondo.

 

- No te burles, Arion. Disculpa si mi rapidez te provocó repulsión, no fue mi intención – cierro mis ojos y volteo hacia otra parte. Sólo escucho sus pasos acercarse hasta donde estoy, sólo escucho cómo vuelve a llenar mi cuenca con más de eso.

 

-  No fue burla. Come lo que quieras – me quedo quieto por unos segundos para por fin abrir mis ojos y mirar ese ojos negros llenos de… algo que me agrada.

 

-  Gracias, Arion. Eres muy lindo – observo cómo ladea la cabeza, como si no comprendiera por qué le dije eso. Lo cual me enoja, porque es verdad  – en serio.

 

-  Bien – me desilusiona que me haya respondido tan seco, que yo sepa a nadie le molesta un cumplido ¿o sí? ¿O a los minotauros eso es una ofensa? ¡Oh, dioses! Espero que no, lo dije con buenas intenciones. Fue obvio, ¿cierto? Porque no me atrevería a ofenderlo de esa manera – igual tú.

 

¿Qué? ¡Ja! ¡Ja! No, escuché mal. Escuché…¡tan jodidamente bien eso! Piensa que soy lindo, ¡me lo dijo!

 

Ah, ni entiendo esta emoción que está a punto de desbordarse. Pero se siente bien, lo siento en mi pecho… y en mis mejillas. Me he ruborizado, pero no me da pena, no esta vez.

 

-  Gracias. Provecho – al terminar, me aseguro de limpiar todo antes de que Arion lo haga.

 

-  Cornelius – volteo rápidamente hacia él, sí, él, ha dejado de ser “eso”.

 

-  Dime.

 

- Hoy, ese paseo que querías, ¿está bien? – sonrío ampliamente para responderle con un emocionado “¡Sí!”, a lo que él sonríe igualmente.

 

Qué bueno que saldremos de aquí. Sí me escuchó este Arion. Me encanta cuando me consiente así. Aunque estoy seguro que la intención no era salir y convivir con él, pero ahora mismo no puedo pensar en otra cosa que no sea eso.

 

 

 

                                                                               ***

 

Me quedo unos minutos en esa posición, esperando por algo… pero nada. Bronte no regresa.

 

-  Menudo idiota – susurro completamente molesto. Ya los efectos de esa puta droga están desapareciendo, así que mi erección se va. Mi orgullo estuvo cerca de caer, tan cerca. Sólo quiero olvidar que estuve a punto de pedirle “más” a un sátiro – bien, hora de actuar – me levanto pesadamente para comenzar a recoger mis prendas del piso y ponérmelas con sigilo.

 

Voy hacia la ventana más cercana, y vaya, no sabía que estaba en una especie de castillo. Y esta torre es muy alta. Salir de aquí de un salto sería salir, pero de mi vida; acabaría muerto en un segundo. Hago una mueca de fastidio.

 

Bien, sólo hay tres puertas y sería idiota salir por la que entré. ¡Menudo problema!

 

Me acerco a la puerta de en medio, y sólo es un armario. La segunda se ve más prometedora… y lo es. ¡Unas escaleras! Venga, ¿qué tan idiota hay que ser para dejar a un prisionero cerca de una salida? Mis pies se mueven solitos y en sigilo. Hay poca luz.

 

- ¡Hey!

 

¡Puta madre!

 

Corro con mucha velocidad, pero mi cuerpo sigue con ese hormigueo por culpa de ese maldito sátiro.

 

-  ¡Aghhh! – una lanza atraviesa mi hombro y logra tumbarme por la fuerza con la que me atravesó – mierda – me levanto lo más rápido que puedo, pero no lo suficiente. Este sátiro, que huele asqueroso, se pone sobre mí para colocarme boca arriba.

 

-  Vaya, ¿nuestro señor no te enseñó a comportarte? – me da mucho más asco que con el otro. Este pedazo de mierda prácticamente me está presumiendo su erección – porque yo puedo ser un buen maestro – con lentitud, saca la lanza y la coloca esta vez en mi mano. Y duele, duele muchísimo, incluso puedo oler mi sangre. Pero eso no es lo peor, lo peor viene cuando una mano logra sacar su pene de su ligero pantaloncillo.

 

Sí, así es como conozco a los sátiros. Lujuriosos, violadores, infames; concupiscentes.

 

- Suéltame ahora – con mi mano libre, logro quitarme esa lanza. Mi vista se torna borrosa, pero logro darle un puñetazo en el estómago tan fuerte que se descuida – apártate – me voy poniendo en pie, pero otro sátiro aparece, con una sonrisa que me genera asco. Ya en serio, ¿Qué sólo piensan en meterla en cualquier cosa que se mueva?

 

-   Mascota desobediente – me dice el recién llegado.

 

- Animal mal entrenado – le respondo con burla - ¡maldición! – sin saber cómo, acabo en el piso, siendo golpeado por ellos.

 

-  Te la vas a tragar entera, guapo – baja mi pantalón y siento esa cosa dura y caliente rozar mis nalgas – así que afloja – el otro me detiene la cadera y la pone para que el primero la meta.

 

-  ¡No, suéltenme ya mierda! – lo digo con furia, pero en realidad tengo miedo. Me estoy muriendo de miedo por dentro. No quiero esto, no quiero, ¡no quiero!

 

-  Soldados – esa voz – dejen a mi mascota en paz. Es grosero que no lo estrene yo primero.

 

-  Señor Bronte – de inmediato se paran y hacen una leve reverencia - ¿gusta que lo detengamos por usted? – observo cómo frunce el ceño.

 

- Claro que no. Yo mismo lo llevaré a mi habitación. Pueden retirarse – se acerca a mí lentamente y escucho sus pezuñas chocar contra el piso – y oigan – al pasar junto a ellos, les golpea con una potencia tal que terminan retorciéndose en el suelo – no vuelvan a tocarlo sin mi permiso – zanjado el asunto que yo “le pertenezco”, me carga. Me rehúso al principio, pero mis heridas me han debilitado más de lo que pensaba – ya en serio, no te pongas así, Domitius o te juro que acabarás peor.

 

-  Puedo curarme yo solo.

 

- Lo sé – ignora mi comentario y me carga. Cierro mis ojos con lentitud para reaccionar al sentir algo suave en mi espalda – descansa por ahora, hermoso.

 

Descansar, claro.

 

Si me descuido en cualquier momento, acabarán marcándome todas estas bestias libidinosas.

 

No lo permitiré.

Notas finales:

¿Les ha gustado este cap?

Nos vemos el próximo martes ;)

¡BESOOOOOS! 😙💜💛💙


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).