Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Eternos Enemigos por kurerublume

[Reviews - 85]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Disculpen la demora. 

Espero les guste este cap,ya habrá salseo entre nuestra pareja más tierna jajajaja. 

DISFRUTEN

CAPÍTULO XXVI: Siendo sincero

 

Una vez que hago la fogata y coloco la espada de Lykaios en ella, solo la danza de las llamas es la que se sobrepone al silencio.

 

Observo cómo Arion está haciendo presión en su herida, pero algo me incomoda, así que lentamente les doy la espalda.

 

—¿Fue Lucius? —le pregunta al centauro con un tono de reproche. Al principio se nota que Lykaios no quiere responder, pero es justo su silencio el que da la respuesta— Te dije, no está listo.

 

—¿Y tu humanito sí? —responde molesto Lykaios. Como les sigo dando la espalda, finjo estar plenamente pendiente a la fogata. Aunque no estoy seguro qué tiene que ver Lucius más allá de que este centauro lo tomó prisionero.

 

—Cornelius, sí; él lo dijo.

 

—No puedo creer que hayas pasado de querer protegerlo a querer cogértelo —su voz y tono logran asustarme un poco. Se nota demasiado furioso, aunque tal vez no sea con nosotros, sino con ¿Lucius?

 

Aun así no puedo evitar sentirme incómodo por decir que Arion quiere… cogerme.

 

—No digas eso —espeta Arion, poniendo incluso más presión en sus manos—. Lo quiero.

 

—Lo que faltaba —contesta sarcástico.

 

—Pero tú también a Lucius. Lo quieres —esa declaración me deja congelado. ¿Lykaios quiere a Lucius? —. Incluso de niño.

 

—¡Cállate! Eso ya no es así. Él me hizo esto, ¡él me ha intentado matar más veces de las que recuerdo! Así que no, ya no lo quiero. Ahora solo cúrame esto para poder continuar con la batalla.

 

Arion voltea a verme y yo a él al mismo tiempo. Seguro no sabe que nosotros ya no vamos a pelear— Te curaré —responde—, pero no regresaré. Me quedo con Cornelius.

 

Lykaios empieza a querer incorporarse, algo enfadado con esa declaración, pero Arion se lo impide. Al final deja de forcejear— Te envidio —dice el centauro con tristeza, dejándose caer en el césped—, pero me alegro por ti. Escóndanse bien, algo me dice que no ganaremos y probablemente nos asesinen a todos.

 

Arion sonríe— Gracias.

 

Y así queda zanjado el asunto.

 

Pasa un momento hasta que por fin está lista la espada. Rasgo parte de mi vestimenta en dos; una para ponerla en la empuñadura, solo por si acaso.

 

—Ya está, por favor, Lykaios —le paso la otra parte que rasgué de mi ropa—, muérdela —se me queda mirando como si no creyera que le va a doler—. Por favor —le pido con voz suave.

 

Y funciona, se la pone en su boca.

 

Me acerco aún más a él y noto que mi mano tiembla un poco, pero en serio no hay tiempo para dudar ahora.

 

—¡Aghh! —grita ahogadamente al sentir la espada en su herida. Comienza a moverse bruscamente y casi logra darme un cabezazo. Arion rápidamente lo retiene— ¡Mnh! —empieza a dejar de poner tanta resistencia, solo veo cómo aprieta los puños para controlarse.

 

—Listo —digo a la vez que retiro la espada. Lykaios cierra los ojos: ha quedado inconsciente—. Arion, ¿podemos llevarlo a tu hogar? —le pido acariciando su mano— No es solo esta herida, realmente su cuerpo ya no puede más. Tiene varios golpes, no podemos dejarlo aquí.

 

Arion me mira fijo para después sonreírme, extiende su mano y la posa en mi mejilla, pero su dedo pulgar lo hace en mis labios y eso me pone muy nervioso.

 

—Te preocupa mi amigo —dice al tiempo que acaricia mi piel—. Eres bueno —se acerca aún más a mí y me abraza. Ante eso, me atrevo a aspirar su aroma. Amo cómo huele.

 

—Te quiero, Arion —admito sin pena.

 

Volvemos a sonreírnos e inmediatamente emprendemos el camino hacia su hogar. 

 

-------------

 

Cae la noche antes de lo esperado, Arion al llegar dejó a Lykaios en su cama. Le dimos agua e hicimos una mezcla de hierbas medicinales para que yo pudiera untarla en todos los moretones y heridas.

 

Mientras hacía eso, Arion preparó las pieles para dormir.

 

Pero ahora, ya que ambos terminamos, me encuentro hecho un manojo de nervios. Solo hizo una, una cama…

 

—Duerme aquí —dice tranquilo.

 

Le hago caso y me recuesto donde me indica, pero él de inmediato se va a otra parte— ¿Arion? ¿No… no estarás conmigo? —me doy cuenta que mi pregunta logra ponerlo nervioso— Quiero… quiero que duermas conmigo, Arion, por favor —le pido—. Solo dormir —aclaro con vergüenza porque ahora se da a entender que…

 

—Bien —se recuesta junto a mí y yo le sonrío para intentar calmar las cosas. Arion me cubre, pero yo, demasiado estúpido, gimo como reacción al sentir su mano en mi cintura.

 

—Perdón —me remuevo un poco para alejarme de él, pero Arion toma mi cintura y de la nada me pone sobre él—. A-Arion, ¿qué…? —creo que me estoy sonrojando.

 

—Hazlo, Cornelius —me pide al tiempo que sus manos hacen que me mueva hacia adelante y atrás.

 

—¡Ah! ¡Ah! —cubro mi boca, totalmente avergonzado— No, la vez que te hice eso no te gustó, Arion. Lo vi en tu cara —ambos nos quedamos quietos—. No tenemos que hacer esto.

 

—Me gustó —dice después de unos segundos—, pero eras tú. Te conozco de niño, te veía tierno y… con eso que hiciste, me di cuenta que te deseo —vuelve a mover mi cintura a su voluntad—. Hazlo otra vez.

 

Por unos segundos lo dudo, pero puedo sentir aún sus manos, tocándome y pidiéndome que le dé placer.

 

No puedo… no puedo quedarme quieto.

 

Pongo mis manos en su abdomen y comienzo a moverme— ¡Ah! ¿así? —Arion levanta su torso y ahora tengo su pecho frente a mí. Oculto mi rostro en su cuello y sigo gimiendo— ¡Ahhh, dioses! —exclamo asombrado al sentir su pene erecto. Arion aprieta su agarre y noto cómo pareciera que…— Hazlo, quítame mi ropa —pido casi jadeando de ansiedad. Arion, con algo de lentitud, lo hace. Me quita la parte de arriba.

 

Pego mi pecho al suyo y me froto con necesidad. Mis pezones se erizan tanto que quiero gritar.

 

—Cornelius —jadea en mi oído y eso me nubla la mente. Sin pensarlo mucho dirijo mi mano hacia su miembro— ¡Ah! —gime cuando empiezo a masturbarlo. Debido a la sorpresa, se sobresalta tanto que casi me tira— ¿Qué haces? —pregunta casi con miedo, sosteniendo mi mano que estaba acariciándolo.

 

—Perdón, ¿no te gusta?  

 

Arion resopla un par de veces— Se siente bien.

 

Me acerco a él, tomo su rostro y ambos sabemos qué quiero— ¿Puedo? —cuestiono acariciando sus labios, algo diferentes de los míos, pero para mí se ven muy tentadores.

 

—Cornelius —se acerca a mí y cerramos nuestros ojos. Y por fin, por fin siento nuestro primer beso. No sé cuánto estuve fantaseando con este momento, en probarlo. Es cálido.

 

Lo abrazo por los hombros y él también en mi cintura, haciendo que arquee un poco mi espalda y que esté ligeramente más arriba de él.

 

—Hace mucho que te quería besar, Arion —confieso—. Eres tan bello —pego mi frente a la suya—, tan amable. Pensé que te daba asco —oculto nuevamente mi rostro.

 

—No —con sus dos manos saca mi rostro de su escondite—, nunca —comienza a repartir besos por toda mi cara y el último vuelve a ser en mis labios.

 

Carajo, creo que moriré de felicidad.

 

De verdad es Arion al que tengo frente a mí, y se vuelve a sentir tan correcto que quiero quedarme con él así, toda la noche… toda mi vida.

 

***

 

Después de haber dejado a Dirius a salvo con otro soldado para que se lo llevara en un caballo, monto uno para irme lo más rápido a Caesonia y soltarle la verdad a mi padre.

 

Llego rápidamente a la sala de nuestro señor… de mi padre. Pero está vacía.

 

No debería sorprenderme si se encuentra en sus aposentos, siempre se la pasa ahí cuando no quiere ver a nadie o si está de mal humor. Lo cual es casi siempre.

 

Recorro los pasillos de piso y paredes blancas con ciertas telas haciendo decoración en los arcos a las demás salas. Conozco tan bien este lugar como la palma de mi mano que es casi nostálgico saber que todo fue mentira.

 

Entro en sigilo a su cuarto, la cual claramente no escatima en riquezas y finas telas de colores que contrastan tan bellamente el cuarto blanco. Pocas veces he entrado aquí, así que hay cosas que no reconozco. Mi padre siempre ha sido así de solitario y… egoísta, supongo. Cualidades que no me molestaban en absoluto hasta que leí esos pergaminos.

 

Mi instinto me dice que me mantenga oculto, y así lo hago.

 

Mantener la postura es algo cansado, así que dejo mi espada en el suelo para que mi cuerpo se mantenga ágil.

 

No sé cuánto pasa cuando, de repente, una puerta se abre, una bien oculta que solo podría usarse por quien tenga conocimiento de su existencia. De ahí salen tres siluetas, y cuando las veo, me quedo muy confundido. Está mi padre, sí, ¿pero qué hace mi hermano aquí? Mi padre me dijo que se había ido a explorar y reconocer territorios por conquistar.

 

¿Quién es esa persona a la que lleva en su espalda? ¿Le hicieron algo malo o lo está ayudando?

 

—Dralios, llévalo a su nuevo aposento y asegúrate de repetir el procedimiento. Le dimos una dosis fuerte y con otra será más que suficiente. La siguiente será dentro de un mes, ¿entendido? —mi hermano asiente en silencio.

 

Mi hermano y su eterno cabello negro como la noche… también es un traidor.

 

Cierro los ojos para intentar calmarme y no hacer algo estúpido. Si ataco ahorita probablemente me venzan, ellos son muy fuertes, en especial Dralios, a él nunca pude ganarle en combate.

 

—Entendido —observo cómo se lleva al otro joven y salen de la habitación: esta es mi oportunidad perfecta para confrontar a Nero.

 

Salgo con cautela de mi escondite— ¿Por qué? —mi voz logra sobresaltarlo un poco, pero en cuanto me ve, su semblante se endurece.

 

—¿Por qué…? —hace una expresión de no saber de qué carajos le estoy hablando.

 

—¡¿Por qué hiciste todo eso?!

 

Suelta un suspiro de fastidio— Bueno, ¿es que acaso ya todos saben? —se cubre su cara y al volverme a ver, se da cuenta que tengo los pergaminos— Ya, Lucius, dámelos, solo son basura de alguien que intenta culparme por cosas estúpidas, ¿acaso sabes de alguien que logre borrar recuerdos y hacer que los demás hagan lo que guste? —extiende en su mano, pero yo los resguardo porque jamás se los daría, además de que se acaba de delatar solito.

 

—Yo jamás mencioné nada de eso, padre —respondo con algo de altanería.

 

Noto cómo mi padre se empieza a molestar— Niño, dame eso de una vez o lo pagarás muy caro. No me esforcé tanto como para que al final te atrevas a desobedecerme.

 

—¿Qué cosa, padre? —cuestiono con voz suave y tranquila, como si ignorara sus atrocidades— ¿En qué tanto te esforzaste conmigo? ¿En hacerme olvidar cosas? ¿O que cumpliera ciegamente tus órdenes? Dime, padre, porque lo ignoro.

 

Se hace un silencio en el cual ambos nos desplazamos lentamente para tomar nuestras armas.

 

—He de confesar que el asesinarte no estaba en mis planes, hijo.

 

—Qué barbaridad, yo solo planeaba encerrarte hasta el final de tus días, querido padre —nuestras sonrisas siguen presentes, unas que son falsas y pretenden denotar seguridad en nuestras palabras—. Pero ya que eres así de cobarde, me lo pensaré.

 

Ambos hacemos un movimiento y otro… tras uno nuevo. Me comienzo a centrar en la defensa mientras dejo que mi padre se canse en el ataque. Sus golpes son precisos y con una potencia tal, que mi muñeca empieza a resentirlo.

 

Mi padre tiene una condición increíble, no es sorpresa, pero espero tener la edad como ventaja.

 

Ataque tras ataque hacia mi rostro o mi tórax los detengo a tiempo. Pero también hay algunas patadas que no logro esquivar. Ambos vamos con todo lo que tenemos.

 

Es triste, pero necesario. Eso lo tengo muy presente.

 

Sé hasta dónde puedo llegar y no incluye la muerte de mi padre por mi mano. No soy capaz de hacer eso por muy monstruo que haya sido con todo su pueblo. Creo que por eso soy débil. Si fuera más como Dralios, capaz podría hacerlo.

 

Pero no. Soy Lucius, y así soy yo, así es como veo las cosas y mis acciones pasadas me han hecho de la reputación de piadoso. No lo veo mal.

 

—Venga, hijo. Tu defensa comienza a entorpecerse —jadea mi padre al tiempo que vuelve a atacarme—. Aunque bueno, no me sorprende, siempre has sido débil y malo con la espada.

 

Intento ignorarlo y seguir concentrado en cómo se desplaza, en el movimiento de su muñeca y de sus talones. Sé que quiere debilitarme con palabras hirientes, pero no lo dejaré. Soy muy fuerte como para permitir que algo así me distraiga o venza.

 

—Ciertamente a falta de técnica con la espada, uno debe usar la lengua —contesto para picarle el orgullo y ver si funciona en él. Lo cual surte cierto efecto porque noto sus ataques algo más agresivos y los puedo predecir con mayor facilidad.

 

En eso, veo un punto abierto y me inclino para golpear sus rodillas y lograr que pierda el equilibrio. Cuando él está en el suelo, yo estoy nuevamente de pie con mi espada en su cuello.

 

—Sigues siendo débil —afirma con desdén.

 

Lo único que hago es darle un certero golpe que lo deja inconsciente.

 

Aún tengo que saber qué pasó con mi hermano y aquel joven.

 

No me da buena espina.

Notas finales:

Espero lo hayan disfrutado tanto como yo al escribirlo. 

Pregunta: ¿Quién creen que termine haciéndolo primero con su pareja? jajaja

Nos seguimos leyendo.

¡BESOS!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).