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Fértiles 01 Tabú por keruchansempai

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Notas del capitulo:

Como pongo abajo, el capítulo está narrado por un personaje al que he llamado "El vidente".

No es Shiva.

Al final averiguamos de quien se trata así que no os desesperéis.

Espero que os guste, ha sido el capítulo más difícil de escribir y no sé si he logrado hacerlo bien.

 

Por otra parte, esta es la idea que me ha estado rondando mientras escribía:

¿Quizás soy la única? Pero he comenzado a preguntarme por qué siento la necesidad de que alguien muera en cada capítulo.....

 

PD: Me he vuelto loca con los tratamientos tú-usted-vos porque según quien esté hablando utiliza uno u otro... Entra dentro de la posibilidad que me haya equivocado en alguna frase.

Disfrutad del capítulo!

PARTE 4

[EL VIDENTE]

Año 232, Aenia

Lo encontraron en la playa, con medio cuerpo dentro del agua. Cuando dos pares de manos lo agarraron por los brazos y lo levantaron, tembló violentamente al tiempo que tosía agua, y luego se agarró desesperadamente a una de las mujeres que lo sostenían.

-A…yuda.

Siguió tosiendo.

-Por favor.

Las dos mujeres lo arrastraron fuera del agua, lo depositaron en el suelo y se fueron.

Volvieron veinte minutos después con su líder a la zaga.

-¿Quién sois? –preguntó ésta. Tenía entre cuarenta y cincuenta años y cabello rizado y de color arena. Sus ojos eran duros y desconfiados-.

-Mi nombre… es Shiva. Ayuda. Por favor.

-¿Por qué deberíamos ayudar a un dominante? –resopló-. No me supondrá ningún pesar que perezcáis. De hecho, solo seréis el primero de una larga lista hoy.

Su postura era hostil, su expresión cerrada, y Shiva supo que realmente no le costaría nada dejarlo morir.

***

Dos semanas antes…

La mujer estaba parada en la popa del barco, observando cómo este bordeaba la costa hasta dejar atrás tierras ystanianas y se internaba en aguas conocidas. Cuando la tierra quedó empequeñecida por la distancia se volvió hacia su acompañante. Éste era un hombre de estatura media, cabello negro y bigote. Ella, por el contrario, era altísima –alcanzaba los dos metros de altura, con toda seguridad-, tenía el cabello rubio cortado por encima de los hombros y vestía una blusa con una falda larga que no se abombaba en absoluto y que era mucho más simple que las que llevaban las mujeres hoy en día, y para complementar el atuendo unas botas que parecían muy cómodas. Aunque la vestimenta era de buena calidad era también muy poco convencional.

-Teniente Simmons, voy a tener que hacer una parada antes de que lleguemos a nuestro destino.

-¿Perdonadme? –confuso, el hombre miró alrededor del barco. Estaban ya en el mar y la costa se alejaba de su vista. Habría sido extraño que la mujer les hiciese volver-.

-No necesitáis cambiar el rumbo. Solo… ya sabéis, podéis prestarme un bote y bajarme al agua cuando… alcancemos cierto lugar. Yo me encargaré de remar a tierra.

-¿Vos os encargaréis de remar a tierra? –repitió como un loro. Abrió los ojos de par en par-.

-Por supuesto, no quiero que vean acercarse un barco tan grande. No tenéis que temer por mí, estaré perfectamente bien.

-Pero, princesa…

-Muchas gracias por vuestra preocupación y por vuestra continua ayuda. Siempre habéis sido increíblemente comprensivo con mis peticiones.

-Pero…

-Sois un gran compañero de crimen, teniente Simmons –ella palmeó su mano con alegría-. Tan galante y colaborador. Sin duda otro se habría achantado ante la idea de reportar erróneamente sobre mí tantas veces a mi hermano, pero vos sois un cómplice a la altura. Sin duda el hombre que necesito ahora para que me deje ir y no haga preguntas.

Palideció. Cerró la boca. Y asintió.

Con una sonrisa, la mujer se alejó de él para hablar con el capitán sobre la barca que necesitaba y para reunir provisiones.

Me quedé a un lado de donde ella había estado parada, mirando su espalda alejarse. El sonido de las olas chocando contra el barco era audible por encima de los gritos de los marineros quienes, al otro lado, se encargaban de sus tareas habituales. El teniente dejó atrás la barandilla donde había estado apoyado y caminó en mi dirección. Pasó a través de mi cuerpo sin resistencia; mi figura invisible desvaneciéndose en la niebla.

Más allá, el sol se escondió detrás de las nubes.

***

La escena cambió y los mismos dos individuos se encontraban discutiendo.

-No, no, no, no, no, princesa –el teniente Simmons parecía realmente horrorizado-. Una cosa es ayudar a escaparos a un festival local o haceros de escolta en visitas sociales, pero esto va más allá de la lógica. Ese lugar es… Vos queréis…

-Oh, teniente Simmons, estáis exagerando. Sé que es un tema delicado pero nadie va a saber que estoy allí… No van a verme, ¿entendéis?

Él siguió negando firmemente, cada vez más horrorizado.

-¡El lugar está plagado de asesinos, Su Alteza! Mi conciencia no me permitiría enviaros sola.

-No seáis ridículo, Simmons. Mi amiga necesita mi ayuda y no me importa si tengo que remar hasta esa playa o luchar contra osos armada solo con una rama. Lo voy a hacer digáis lo que digáis.

Abrió la boca para decir algo pero en el último momento la cerró.

-Está bien, entiendo que no vais a cambiar de opinión.

-¿En serio?

-Así que iré con vos.

-¿Qué?

Asintió varias veces para sí mismo.

-Sin duda es lo que tengo que hacer.

Ella parpadeó.

-Teniente Simmons, he de admitir que no esperaba que tuvierais un espíritu tan aventurero.

Se sonrojó.

-Princesa, no podría volver a mirar a la cara a Su Majestad si algo malo os pasara.

-¿Así que vendréis por el bien de Alexei? Qué decepción. Estaba contemplando compraros un parche de pirata con el vestuario a juego. Os presentaría a mis amistades como este gran personaje sacado del mejor relato de aventuras. Quizás me conocisteis cuando me salvasteis de vuestro adversario, otro famoso pirata, con el que os batisteis en duelo para salvar mi vida. O quizás me salvasteis de morir ahogada lanzándoos a por mí valientemente. ¡Hay tantas posibilidades! Habría sido una historia digna de la mejor reunión social.

Claramente la mujer estaba disfrutando enormemente ver como su rostro se ponía cada vez más rojo, pero finalmente se apiadó de él y se encogió de hombros.

-Haced como queráis, teniente Simmons. En lo que a mí respecta, voy a ir a esa montaña así sea lo último que haga.

***

Al final, fueron juntos. Los marineros bajaron su barca con cuerdas, con ellos dentro, y luego las cortaron y los dejaron a la deriva. Cuando estuvieron lo suficientemente lejos cada uno cogió un remo y empezaron a remar. La mujer necesitó varios intentos para hacerlo bien, con lo que estuvieron varios minutos dando vueltas sobre ellos mismos, pero al final consiguieron ir en línea recta.

La playa estaba bastante lejos. Ningún barco se atrevía a navegar tan cerca del territorio de los clanes de la montaña por miedo a ser abortados, robados y asesinados así que les tomó mucho tiempo.

A medida que se acercaban vieron que la playa no tenía arena, solo rocas, y que había un terreno de aproximadamente cien metros antes de que empezara la montaña en sí. Otra cosa que no pudieron dejar de notar fueron los restos de un barco hundido parcialmente en el agua, con el mascarón de proa atascado entre las rocas. Aunque parecía llevar ahí años, transmitía una sensación de tragedia y muerte.

Escondieron la barca junto a los restos, tal y como se le indicó previamente a la mujer, ya que el mascarón de proa era tan grande que ocultaba cualquier cosa que hubiera al otro lado y la barca no se podía ver desde ningún otro lugar excepto si alguien venía del mar. El teniente Simmons la ayudó a escalar las rocas –afortunadamente la marea estaba baja- y mientras se agazapaban para evitar ser notados vieron que otra mujer –su nombre era Mary- ya había llegado y que les esperaba donde el terreno era menos rocoso. Mary le había dicho a su amiga que la esperaría cada tarde hasta que anocheciera, pero de algún modo ésta había pensado que tendrían que permanecer durante horas aguardando su llegada.

-¡Mary! –susurró la alta mujer-.

Mary la vio y echó a correr hacia ella, por poco tropezando con una roca, y se encontraron a mitad de camino. Se abrazaron fuertemente, aunque intentando no presionar la barriga de Mary. Ella gritó con éxtasis.

-¡Oh, por Yaresh, realmente estáis aquí, Josie!

-Por supuesto que sí –Josie le sonrió desde arriba. Le sacaba más de una cabeza; a pesar de la abultada barriga, Mary se veía diminuta a su lado-.

-Creí que no lo lograríais, o que alguien os descubriría antes de intentarlo, y estaba tan preocupada… -se detuvo cuando notó al teniente Simmons. Sus ojos se agrandaron-.

-Mary, este es el teniente Simmons. Teniente Simmons, esta es mi amiga, lady Mary Riddle.

Ella le tendió la mano con desconfianza. Simmons, por el contrario, pareció como si le hubiera golpeado un rayo. Miraba a Mary como si fuera una diosa caída del cielo. Josie tuvo que golpearlo en un hombro para que reaccionara y le cogiera la mano, aunque terminó sacudiéndola en vez de besársela.

-Tenemos que irnos –le dijo Josie a su amiga rápidamente-. Cojamos la barca y marchémonos antes de que se den cuenta de que habéis estado fuera mucho tiempo y vengan a buscaros. Podemos estar de vuelta en tierra civilizada antes de que se acabe el día.

Ella miró nostálgicamente la barca, como si deseara hacer eso mismo, pero finalmente negó con la cabeza.

-No puedo. No todavía. Creo… Creo que está pasando algo extraño. Que están planeando algo. Algo malo para nuestro país.

-Mary, no seáis tonta. No importa si eso es verdad o no, tenemos que sacaros de aquí.

-Pero soy la única que puedo ayudar. Puedo… no sé, ¿ser una espía? Como en los libros que tanto nos gustaban cuando éramos más jóvenes. Averiguar lo que planean para poder combatirlo.

-Estáis de ocho meses y medio, ¿es que os habéis vuelto loca? Vais a dar a luz en cualquier momento. ¿Queréis hacerlo en medio de la nada, rodeada de asesinos?

-Ellos no son… -bajó la cabeza- no son así, exactamente. Hay buenas personas aquí. Simplemente… necesitan orientación. Y que alguien los detenga antes de que hagan una tontería.

-Mary… -le advirtió-.

-No, escuchadme. Hay niños entre ellos. Lucille… es la más adorable de todas ellos, y solo tiene seis años. Y Daniel, que tiene ocho. Y Río, de doce. Ninguno de ellos sabe lo que sus padres están haciendo, Josie. Piensan que tienen que vivir en esta montaña porque la gente del exterior les hará daño, y que son tóxicos de alguna manera y tocarlos y estar en el mismo lugar que ellos los matará. Su líder les ha comido la cabeza completamente.

-¿Su líder, esa mujer de la que hablabais en vuestra carta?

-Sí –se avergonzó-. La conocí en Riddle House. Se hizo pasar por la esposa de un comerciante para tener acceso a la casa y saquear nuestra despensa. La descubrí mientras huía. Vio… Vio los moretones y las heridas que… me había hecho mi marido. Me dijo que si no hablaba volvería a por mí y me ayudaría a huir de él. Le creí, y volvió. Simplemente no creí que su manera de ayudar sería aceptarme en una banda de… -sacudió la cabeza-. Ni siquiera sé cómo llamarlos.

El teniente Simmons la estaba mirando con una mezcla de miedo y admiración, pues su historia lo había impactado. Josie también estaba orgullosa de Mary y de la fortaleza que había demostrado al escapar, aunque no creía que el desenlace hubiera sido del todo afortunado.

-No podía creérmelo cuando leí en vuestra carta lo que pasó–le dijo a Mary con un hilo de voz-. Fuisteis valiente. Aunque… -miró a su alrededor con aprensión-. Sabéis lo que es este lugar, Mary. Tenemos prohibido poner un pie en esta montaña desde que el clan atacó a todas esas personas hace treinta y un años. Al igual que esa mujer de la que habláis no tiene permitido salir a nuestro territorio. Ese fue el pacto que se hizo hace tantos años.

-Eso ya lo sé, pero estaba tan agradecida con Thalia por rescatarme… Intenté… -se sonrojó- intenté escapar cuando me di cuenta de adonde quería llevarme. Al final me convenció de que no formaba parte de ningún clan ni nada parecido. Que nada de lo que se decía en la Corte era verdad. Y todo era tan normal cuando me presentó a los otros miembros de la comunidad… Casi todo eran mujeres y niños. Todos parecían tan felices…

-¿Y qué sucedió para que me enviarais una carta?

Su rostro se ensombreció.

-Los rumores que escuché y los planes empezaron después de que la enviara. Antes de eso, simplemente tenía miedo por mi bebe.

Josie frunció el ceño.

-Habéis dicho que hay niños ahí arriba. ¿Por qué le harían daño a vuestro bebe?

Bajó la cabeza.

-No creo que pueda decíroslo. Quiero… Quiero permanecer unos días más para asegurarme de que no vayan a hacer nada malo. Espero estar equivocada a ese respecto. Y si lo estoy, no quiero traicionar su confianza y contaros algo que no debería… La respuesta a esa pregunta es muy delicada y estaría dando a conocer un secreto que no es mío.

-Mary… Estamos hablando de…

-Ya sé lo que vais a decir. Estamos hablando de supuestos asesinos. Del supuesto clan de la montaña. Pero no son para nada eso. Si hubo un clan éste ya no existe. Solo es un grupo de gente que viene de distintas partes de Aenia e incluso de otros países, gente como yo que sufrió en su hogar, que buscó una vida nueva y que solo pudo encontrarla escondiéndose en una montaña maldita cuya reputación era tan mala que nadie se atrevería a venir tras ella en su busca. Esa fue la principal razón por la que me quedé. Sabía que lord Riddle no vendría a por mí a este lugar, ni siquiera por su… -se señaló la barriga- por su hijo.

Se abrazaron de nuevo y Josie no volvió a cuestionarla, probablemente porque se sentía culpable por haber ensombrecido su ánimo con sus preguntas. Sacó una manta y ropa nueva para que estuviera más a gusto e intentó dársela, pero su amiga se negó a aceptarlas ya que aparecer con algo nuevo levantaría sospechas y le preguntarían donde lo había conseguido.

Se despidieron alrededor de una hora después.

-Tengo que volver a las cuevas –dijo Mary-. Es donde vivimos. Están en lo alto de la montaña, pero en la otra cara. Vivimos allí para ver quien se acerca desde las aldeas. Desde esta cara solo pueden venir por mar, y nadie se atreve a hacerlo de todos modos. El barco sigue ahí hundido como advertencia.

-¿Hundieron un barco? –se horrorizó Josie-.

-No. Naufragó contra las rocas a causa una tormenta hace diez años. Venían de algún país extraño de fuera de la Confederación. Todos murieron menos una mujer y su hija de cinco años. Ahora viven con nosotros –Mary suspiró-. Es lo que intento deciros. También hacen cosas buenas. Han acogido a muchas personas que habrían muerto sin su ayuda, yo entre ellas. Se lo debo. Les debo mi silencio.

Josie asintió. Mary la cogió de la mano y sonrió alentadoramente.

-Al final descubriré que todas mis sospechas son infundadas y que solo cuchicheaban sobre tonterías, y podré irme con la conciencia libre.

Por algún motivo, Josie también deseó que fuera así.

***

-Yo creo que las personas que provocaron toda esa masacre hace 31 años fueran realmente el clan de las montañas, pero que algo pasó y todos murieron o escaparon a otro sitio –dijo Mary al día siguiente-. Y que la gente que vive aquí llegó años después y se encontraron la montaña vacía. La mayoría de los miembros con los que he hablado llevan aquí cinco, diez, quince años. La líder, Thalia, es la que más tiempo lleva pero no creo que sea posible que lleve aquí tantos años. Solo tiene cuarenta y cinco años.

Hizo una pausa.

-Está bien, podría haber formado parte del clan y haber sido una adolescente por entonces, pero entonces no sería culpable de nada. Era demasiado joven. En todo caso, si todos están muertos, nunca lo sabremos. Quizás es mejor así.

***

Ya que Mary solo podía venir por las tardes, el teniente Simmons y Josie se pasaban gran parte del día escondidos en una cueva que Mary había encontrado cerca de la playa. Ella les dijo que no era seguro permanecer en la playa, no solo porque no había sitio adonde huir excepto el mar sino porque una tal Jenny y la niña que nombró el primer día, Lucille, iban cada mañana a alimentar a los animales que tenían encerrados allí. Había caballos, cerdos y gallinas, al menos por lo que se podía distinguir de los relinchos, gruñidos y cacareos.

Al tercer día, aprovechando que estaba todo tan silencioso, Josie salió al exterior a respirar aire fresco, sin alejarse demasiado. Cuando volvió Mary ya estaba allí, hablando animadamente con el teniente Simmons.

-¡Josie! –la saludó ella-.

-Hola. ¿Ya habéis descubierto algo? ¿Por fin podemos irnos?

Negó con la cabeza.

-Volvieron a reunirse anoche. Estaban todos los adultos menos un par de los nuevos… y yo, claro. Todavía no confían en nosotros –suspiró-. Intenté hacerme la encontradiza con ellos, fingir que quería preguntarles si querían beber algo, pero en cuanto me veían aparecer se callaban. Sin embargo…

-¿Sin embargo?

-Llegué a escuchar algo sobre traer más gente a la montaña. Solo que… no lo sé… es raro.

-¿Por qué es raro?

-Nunca lo planean cuando llegan miembros nuevos. Siempre sucede porque Thalia los encuentra por accidente, como a mí. ¿Cómo podrían planear atraer a tanta gente? Hablaron de entre veinte y treinta personas. Es imposible que tantas personas quieran venir a vivir aquí, y todas de golpe.

Josie se extrañó.

-Creo que es peligroso que continuéis aquí con ellos. Lo mejor es que nos vayamos y avisemos al rey de que sucede algo extraño en este lugar. Seguramente se puede planear algo sin poneros a vos en peligro. Mary, por favor, esto es una locura. Pensad en vuestro bebe. Cuanto más tiempo pasemos aquí más probabilidades habrá de que encuentren la barca, ¿y entonces cómo escaparemos? Sin contar que entonces sabrán que estamos aquí y nos buscarán.

Mary se mordió el labio.

-¿Podemos esperar un par de días más? Volverán a reunirse, y la siguiente vez a lo mejor consigo escuchar algo más.

-La señorita Mary es tan decidida como vos, princesa –dijo el teniente Simmons-. No va a cambiar de parecer fácilmente.

-Ayudaría que estuvierais de mi lado.

-Y lo estoy –la expresión de Simmons decayó-. Es solo que pienso que no podemos obligarla a hacer lo que queremos nosotros.

-Yo quiero seguir intentándolo un poco más –dijo Mary-. ¿Por favor?

En silencio, Josie asintió.

***

Una semana después, diez días desde su llegada, Mary llegó corriendo a primera hora de la mañana, sobresaltándolos. Era la primera vez que llegaba tan temprano, normalmente se encontraba con ellos por la tarde. Entró en estampida a la cueva, jadeando. Simmons se levantó de un salto y fue a su encuentro, cogiéndola de los brazos y estabilizándola. Mary le envió una mirada de gratitud.

-¡Mary! ¿Qué sucede? –preguntó Josie al verla tan alterada-.

-Lo he averiguado –sollozó-. Ya sé lo que planean. ¡Josie, es horrible!

Josie se paró en el acto, a medio camino de su amiga. Algo en su tono de voz levantó alarmas en su cerebro.

-¿Qué sucede?

-Josie, lo siento mucho –la miró con lágrimas en los ojos-. Los escuché anoche. Me… me escondí detrás de los árboles y… Josie, planean atacar a la comitiva que pasará por aquí de regreso desde Ystania.

-¿Q-Qué? –se le formó un nudo en el estómago. Palideció. Sabía exactamente a quienes se refería Mary. Ella misma habría estado en ese grupo si la urgencia por venir a rescatar a Mary no la hubiese hecho coger un camino distinto-. ¿Q-Qué estáis diciendo?

-Piensan que así ganarán notoriedad y que los escucharán. Saben que el grupo tiene que pasar por una colina que está cerca de aquí para llegar a Bainwe, la aldea donde tiene pensado detenerse para conseguir provisiones y enviar un mensaje a la capital. Piensan atacar cuando acampen allí para pasar la noche. Bainwe es demasiado pequeña para que pueda instalarse tanta gente y por eso piensan que acamparán en la colina.

-No puedo ser. ¿Por qué quieren atacarlos? ¿Por qué ahora, cuando han estado tantos años en silencio?

Mary tembló.

-D-Dicen que quieren luchar contra la desigualdad. Por las tragedias que todos los que hemos venido a parar aquí hemos sufrido y de las que hemos huido. Quieren… Quieren venganza.

-¿Contra mi hermano? –gritó Josie-.

Negó con la cabeza.

-No creo que sepan que él está en la comitiva. Piensan que solo hay soldados y consejeros. S-Sin embargo, aunque averigüen que el rey está entre ellos, no creo que se detengan. Están muy enfadados. Nunca los había visto así.

-¿Nunca los habíais visto así? –repetió, levantándose con furia-. ¿Están planeando hacer daño a mi familia y decís que nunca los habíais visto así? ¡Los habéis estado defendiendo durante días!

-Princesa… -Simmons intentó pararla. Parecía realmente apenado-.

-Lo siento, Josie… -Mary se cubrió la cara-. Realmente pensé que no sería nada. Pensé que solo estaba siendo paranoica.

La otra mujer miró hacia otro lado.

-H-He estado tan enfadada con Alexei, p-pero nunca querría que le pasara nada malo. Ni tampoco a Aradon…

Mary la cogió de la mano.

-Tenemos que avisarles –dijo-. Antes de que lleguen a la colina donde planean atacarlos. Uno de nosotros… debe ir a avisarles.

-¿Cuánto tiempo tenemos?

-No lo sé… ¿no tendrían que haber llegado ya? Vos llegasteis hace diez días y dijisteis que os habíais separado cuando ya estabais en la frontera –frunció el ceño-. Incluso por tierra, hace días que deberían haber llegado. Thalia también comentó que era extraño.

Josie sacudió la cabeza.

-Tendrían que haber llegado hace días, en efecto, pero… pero… -se sorprendió-. Eso es. Nos encontramos a alguien antes de salir de Ystania… -miró al teniente-. A ese chiquillo, ¿recordáis?

-Sí –asintió-. Deben haberse quedado en Ystania más tiempo del previsto por si despertaba.

-Exacto. Por eso se están retrasando –suspiró-. ¡Y pensar que le dije a Su Majestad que recoger a ese chico del camino sería el peor error de su vida! Al final resultará que será lo que les salve la vida –hizo una pausa-. Es decir, si el retraso ayuda a que nos dé tiempo a avisarles, lo cual todavía está por ver.

-Tengo un plan -Mary cruzó los brazos y se abrazó. Parecía totalmente cohibida-. Mi marido… Tenemos… un traslador en la propiedad. Podemos usarlo para pedir refuerzos en la capital. Esta misión nos viene demasiado grande para encargarnos solo entre nosotros tres.

Los otros dos la miraron con los ojos abiertos de par en par.

-¡No! –gritó Josie-.

-Debo… volver con él –respondió Mary con un hilo de voz-. Es nuestra única alternativa.

-¿Volvéis con lord Riddle y luego qué sucede? ¿Pensáis que os dejará utilizar el traslador para ir a la capital? ¿Para que os volváis a escapar? Incluso si le contáis lo que está sucediendo aquí no os creería.

-Incluso si os creyera –añadió Simmons con bochorno-. No dejaría que avisarais a nadie porque entonces toda la Corte sabría que su mujer se escapó de casa y le abandonó.

-¡P-Pero la vida del rey está en peligro! ¡Y la de todos los demás!

-¡Ese hombre os ha golpeado durante meses! –estalló Josie-. ¿Creéis que le importa alguien más que sí mismo? No, no dejaremos que volváis allí. No os pondremos en peligro. Lo que debemos hacer es encontrar a mis hermanos y hablar con ellos.

-No podemos poner todas nuestras esperanzas en ese plan –argumentó Mary-. Estaríamos dependiendo del hecho de poder encontrarlos a tiempo, por eso mi plan es mejor.

-Incluso si tenéis razón, uno de nosotros puede ir en vuestro lugar e intentar convencer a vuestro marido. No podéis hacerlo vos. Tenéis que pensar en vuestro hijo.

-¡Estoy pensando en él! Todo lo que he hecho lo he hecho por mi bebe. Escapé de lord Riddle por él. Hui con Thalia por él. O-Os escribí por él. Thalia… me he pasado las últimas semanas intentando convencerme de que es una buena persona, pero aun así os escribí porque… porque no quería poner a mi bebe en riesgo por ser demasiado ilusa y creer que nunca le haría daño. P-Pero después de escuchar lo que tienen planeado hacer… Estoy aterrada pensando lo que le harán a mi bebe si… si resulta ser un niño.

Ninguno de los dos entendió lo que Mary intentaba decirles, pues era demasiado increíble para que alguien se lo imaginara. Sin embargo, lo que sí vieron fue que sus ojos se habían oscurecido; la imagen que daba era verdaderamente la de una madre luchando con uñas y dientes por la vida de su hijo.

-Lo matarán. Lo sé ahora. Solo piensan en vengarse y… y en eliminarlos a todos. No puedo quedarme con ellos más tiempo… Incluso si la alternativa es volver con lord Riddle, al menos sé que él no le haría daño a mi bebe.

-Hemos dicho que esa no es una alternativa. Yo me encontraré con vuestro marido y el teniente Simmons saldrá en busca de mi hermano. Como última alternativa, Simmons, si no encontráis a Su Majestad debéis ir a Bainwe y avisar a los aldeanos para que envíen un mensaje a la capital, aunque llegue con semanas de retraso. Y vos, Mary… vos debéis esperar aquí e intentar… -miró su abultada barriga con cierto temor- intentar aguantar a que volvamos antes de dar a luz.

Mary les dio la espalda. La vieron apretar los puños, enfadada, pero no llegaron a imaginar lo inconforme que estaba con el plan hasta que vieron el desenlace con sus propios ojos.

Dos horas después, cuando el teniente y Josie se atrevieron a salir de la cueva e ir a la playa aún a riesgo de que les encontraran, llegaron al lugar donde habían atado la barca para encontrar la mayor sorpresa de todas.

Ésta había desaparecido. Y también Mary.

***

Durante días intentaron salir de la montaña, sin éxito. Intentar nadar bordeando la costa habría sido un suicidio; el mar estaba agitado, con las olas chocando contra las rocas, el choque tan violento que enviaba espuma y agua en todas direcciones. Cuando se acercaron un día para comprobar si se había despejado el tiempo vieron que habían trasladado a los animales a otra localización por riesgo a que fueran empujados al mar durante una tormenta. Supieron que sería imposible tomar esa vía en los siguientes días.

Habrían podido nadar hasta tierra ese primer día, el día que Mary escapó con el bote, pero absurdamente intentaron encontrar otro medio de escape. Sin embargo, tomaran el camino que tomaran desde la montaña, siempre se topaban con alguno de los amigos de Mary y tenían que retroceder rápidamente antes de que fueron vistos. Un día estuvieron a punto de chocar de lleno con un grupo de niños que habían salido a recolectar frutos, pero por suerte las plantas eran tan altas que les confundieron con sus padres y pudieron dar una excusa rápida y desaparecer. El teniente Simmons sugirió que uno de los dos creara una distracción para que el otro pudiera escapar, pero de ese modo cabía la posibilidad de que fueran capturados ambos, así que desecharon la idea rápidamente.

Un par de días después, en otro de sus intentos de escape, dieron de lleno con lo último que hubieran esperado encontrarse. La prueba de que habían llegado tarde. Y de que Mary había fracasado.

A la cabeza de la fila de hombres encadenados iba una mujer que vestía de negro de la cabeza a los pies. Llevaba la cara oculta excepto por los ojos y la boca, pero se podía ver que no era un hombre por su figura y por la manera en que su vestimenta se curvaba en la zona de sus pechos. En la mano llevaba una cuerda, la cual terminaba en las manos maniatadas del primer hombre que caminaba precariamente tras ella. Otra cuerda unía a ese hombre con el siguiente en la fila, y otra con el siguiente, de modo que ninguno podía huir sin arrastrar a todos los demás con él, y la mayoría de ellos estaban tan heridos que apenas podían caminar, mucho menos correr para escapar.

Escondidos detrás de una hilera de árboles, Simmons y Josie vieron la procesión de hombres ser empujados pendiente arriba por otra mujer encapuchada. Esta iba a lomos de su propio caballo y llevaba una porra en la mano con la que golpeaba a quien se rezagaba. Uno de los prisioneros intentó correr, llevándose al que tenía delante y detrás de él consigo, pero pronto las cuerdas que lo retenían se quedaron cortas y se cayó al suelo. Su pelo rojo ya estaba lleno de sangre pero la caída le abrió una nueva brecha en la cabeza. Con una exclamación de horror, Josie se dio cuenta de que se trataba de su hermanastro Aradon.

El teniente Simmons tuvo que retenerla para que no echara a correr para ayudarlo, sobre todo cuando la mujer que iba al final de la fila se apartó de su posición e impactó su porra en la parte interna de la rodilla de Aradon. Escucharon el chasquido del hueso y su grito de dolor. Simmons tuvo que taparle la boca con una mano para evitar que gritara.

-Tranquilizaos, princesa. Por favor, simplemente no… Shhhh… Nos van a descubrir, ¿y entonces cómo les ayudaremos?

Se escuchó un bramido y por un momento Josie pensó que había sido ella, que no había podido evitarlo y había gritado, pero entonces vio otra figura desplazarse de la fila de hombres y correr hacia Aradon para socorrerlo. La única razón por la que él no fue golpeado fue porque el resto de hombres al completo pareció volver a la vida y reorganizaron la fila rápidamente adelante y atrás de ellos dos, con lo que la mujer no tuvo motivos para quejarse de que la hilera hubiera sido socavada. Chasqueó la lengua y ordenó que emprendiesen la caminata de nuevo.

Entre dos personas consiguieron cargar a Aradon, que era un peso muerto. El golpe lo había dejado inconsciente. Ahora que estaban más cerca distinguió a unas pocas personas. Estaba el Consejero Crabbe, que encabezaba la fila, seguido de alguien que no reconoció, seguido del capitán Fairchild, quien tenía el brazo doblado de una forma extraña y sangraba de una pierna, seguido del Sanador Oaks, seguido de… Alexei, quien cargaba a Aradon a la espalda, y seguidos ambos por el Consejero McRae, Fenton, quien era amigo de Alexei.

-Los… Los rescataremos, Su Alteza, ya lo veréis –susurró el teniente Simmons, aunque no podía ser posible que se lo creyera. ¿Cómo íban a rescatarlos cuando tantos hombres armados no habían podido hacer nada contra esta gente?-.

Ese grupo en concreto desapareció pendiente arriba, y luego le siguió otra hilera, ésta compuesta por hombres de aspecto fatigado que apenas podían seguir el ritmo. El que los vigilaba parecía ser un hombre, aunque también iba encapuchado y no podían estar seguros. Este, a diferencia de la mujer, ni siquiera parpadeó cuando uno de los cautivos se cayó y sus compañeros, agotados, no notaron su desaparición y a punto estuvieron de pisarlo. Otra mujer, quien cabalgaba por detrás, corrió hacia ellos y ayudó al rezagado a levantarse. Estos hombres ni siquiera estaban heridos; parecía que simplemente no estaban en forma. Desde luego no era soldados.

Minutos después, la procesión terminó y se quedamos solos y escondidos entre los árboles. Tardíamente Josie se dio cuenta de que estaba temblando.

-¿Cómo vamos a ayudarles? –preguntó con un hilo de voz-. ¿Y qué…? ¿Qué le ha pasado a Mary?

Se miraron el uno al otro. La respuesta era simple. Mary no había podido avisar a la Corte del ataque porque no había podido llegar a la capital, y no había podido llegar a la capital porque su marido la había atrapado y detenido.

El horror les devolvía la mirada en la expresión del otro, ambos demasiado sobrecogidos para poder expresarlo en palabras. Los hermanos de Josie habían sido atrapados, ellos eran incapaces de escapar a pesar de estar libres y Mary… Mary estaba en algún lugar y necesitaba su ayuda, pero tampoco a ella podían ayudarla.

***

Mientras tanto, a varios kilómetros de distancia, otro joven príncipe se despertaba. Su nombre era Malik Myrthäel y tenía veintisiete años. Aunque ya era un hombre hecho y derecho, su principal fuente de diversión consistía en perseguir jovencitas y retozar con ellas, salir de fiesta con sus amigos y rehuir cualquier signo de responsabilidad.

Aunque era mayor que ella por tres años, era su hermana Marianne, embarazada como estaba, quien estaba a cargo de la Corte en ausencia de su hermano mayor, el rey. A Malik se le asignó quedar a cargo de los asuntos de seguridad, aunque nadie esperaba que tuviera que desempeñar papel alguno pues si tuviera que hacerlo significaría que el peligro era lo bastante elevado para que el ejército tuviera que movilizarse y hacía años que no sucedía algo de semejante magnitud.

Malik estaba intentando consolar a su hermana pequeña, Liliana, quien no se estaba tomando bien la ausencia de sus otros hermanos, cuando un sirviente llegó corriendo.

-¡Su Alteza! He estado buscándolo. ¿Puede venir conmigo, por favor?

-¿Qué está pasando? –Malik se sorprendió por lo nervioso que parecía el sirviente-.

-Ha llegado un Sanador local que dice que una paciente suya necesita hablar urgentemente con quien esté al mando del Palacio en ausencia del rey.

-Marianne está al mando en su ausencia –replicó él, quien consideraba un gran alivio que Alexei hubiera escogido a Marianne en lugar de a él; era ella quien tenía que aguantar las mortalmente aburridas reuniones del Consejo y escuchar las peticiones de los súbditos durante las audiencias públicas-.

-Disculpadme, príncipe Malik, pero Su Majestad fue claro cuando dijo que en cuestiones de seguridad usted está a cargo… y la paciente asegura que ese es el caso.

-¿Yo? –se sobresaltó-.

Como si pudiera ayudarlo en algo, Malik miro a Liliana. Ella le devolvió la mirada.

-¿A qué esperáis? –le espetó ella-.

-Oh… Oh, claro –se levantó rápidamente-.

El sirviente lo miró durante un buen rato, luego pareció entender que pretendía que abriera la marcha y empezó a andar de vuelta al palacio.

-¿El Sanador sigue aquí? –le preguntó mientras entraban en el salón del trono-.

-Sí, Su Alteza –dijo el sirviente-. Está ahí mismo.

Una vez allí, el Sanador intentó explicarle atropelladamente lo mismo que el sirviente ya le había dicho. A Malik le parecía un poco raro que armaran tanto alboroto por una paciente desconocida que podría estar mintiendo y si por él fuera habría ignorado completamente el asunto –desde luego tenía mejores cosas que hacer- pero solo de pensar en el sermón que recibiría de parte de Alexei cuando éste regresara le entraron escalofríos. Siempre era mejor seguir la corriente y hacer lo que debía. Tendría tiempo de sobra para buscar compañía más apetecible cuando todo esto acabara.

***

El Sanador lo llevó a un hospital local. Todos los hospitales habían recibido fondos para modernizarse a principios de año así que al menos se veía limpio y con suficientes camas e instrumentos para trabajar, pero a Malik le parecía que había pocos Sanadores para tantos enfermos.

La paciente en cuestión estaba en una sala distinta de la que vieron al entrar. Otro Sanador se acercó cuando llegaron.

-Ahora no es el momento, Sanador Martin.

-¿Qué ha pasado? –preguntó él con confusión. Oyeron gritos desde el interior de la sala-.

-La paciente estaba demasiado malherida, el… el bebe…

Esta vez escucharon alto y claro el grito que vino del interior:

-¡No! ¡Mi bebe! ¿Dónde está mi bebe? ¡Traédmelo! ¡Traédmelo! ¡Mi bebe!

Los pies de Malik le obligaron a entrar sin que él tuviera voluntad sobre ellos. Vio a una mujer tendida en la cama, gritando a pleno pulmón mientras era sujetada por varias mujeres para que permaneciera tumbada. Llevaba el camisón blanco del hospital pero la mitad inferior de este estaba completamente ensangrentado. La mujer era morena, con pelo rizado y ojos enloquecidos. Por un momento se le hizo terriblemente familiar pero no tenía ni idea de donde la había visto.

-Ahora no parece un buen momento –le dijo el Sanador Martin-. Lo siento muchísimo, príncipe Malik, por haberlo traído en balde. Es obvio que la paciente no está en posición de responder a sus preguntas con coherencia.

La mujer siguió gritando:

-¡Mi bebe!

-Lo… Lo entiendo. ¿Podéis llamarme cuando esté más tranquila?

-Por supuesto. Parecía realmente apurada cuando llegó, Su Alteza, y siguió diciendo que tenía algo muy importante que deciros, pero casi de inmediato se puso a gritar de dolor. Venía ensangrentada y golpeada pero no fue hasta que llegó a nuestra puerta que sufrió el aborto. No pudimos hacer nada por el bebe.

Malik no era tan desconsiderado como para no sentir un poco de lástima, aunque no conociera a la mujer de nada, pero sí que era lo bastante práctico para asumir que el supuesto aviso que quería darles la mujer era producto de su mente obnubilada por el dolor.

Decidió que su trabajo ya estaba hecho: había ido hasta ese hospital aunque no estaba obligado, y nadie iba a juzgarlo por volver a casa con las manos vacías cuando era obvio que no había nada de lo que informar.

***

La mujer tardó dos días más en recuperar la cordura. Para cuando volvieron a llamar a Malik éste ya había decidido que todo había sido un episodio sin interés del que no volvería a escuchar hablar. El Sanador Martin le sorprendió apareciendo de improvisto mientras estaba reunido con sus amigos y se negó a marcharse por mucho que Malik le dijo que no tenía ninguna intención de ir con él.

-A la dama le gustaría hablar con vos de inmediato, príncipe Malik –se empecinó-.

-¡Decidle a esa mujer que iréis más tarde a complacerla! –gritó uno de sus amigos. Se escucharon risas de fondo y el Sanador Martin enrojeció-.

Aun así, resultaba obvio que el Sanador no iba a marcharse. Malik se molestó y estuvo a punto de llamar a un guardia para que lo sacara pero, de nuevo, se lo pensó mejor. No necesitaba una repetición de lo que había sucedido cinco años atrás. En esa ocasión Alexei se había molestado con él después de que Malik ignorara una petición suya a favor de emborracharse en una taberna, y no quería ser castigado de nuevo como si tuviera cinco años.

Así que acompañó al Sanador y una vez en el hospital, cuando volvió a entrar en la misma sala de la última vez, la estampa con la que se encontró fue completamente distinta. La misma mujer que había gritado como si tuviera un demonio dentro y cuyos ojos habían sido salvajes y furiosos ahora estaba sentada en una silla vestida con un vestido negro, con las manos cruzadas sobre la extensa falda y la espalda tiesa. El aire que la envolvía era nostálgico y la mirada que le dirigió a Malik era la de alguien que cargaba con una gran responsabilidad.

-Príncipe Malik –se levantó y le hizo una reverencia-. Mi nombre es Mary Riddle y vuestra hermana, la princesa Josefine, es una gran amiga mía. Ella me ha enviado para poneros sobre aviso sobre una gran amenaza…

***

De vuelta en la montaña, hogar del clan de la montaña, o lo que quedaba de él al menos, la misma mujer alta que había llegado en barca para auxiliar a su amiga Mary en compañía del teniente Simmons estaba parada en la base de una pendiente, armada con una rama gruesa y apuntando con ella a un chico que estaba de espaldas.

Su ropa, cabello o toda la extensión de piel que tenía al descubierto estaba sucia de barro y restos de hojas y ramitas rotas. Su pelo, aparte de sucio, estaba aplastado a los lados y por detrás. Realmente daba la impresión de que había caído rodando por la pendiente, y si se tenía en cuenta que favorecía una pierna sobre la otra para mantenerse erguida, bien podía ser que realmente se hubiera caído.

-¡Alto! –gritó ella-.

Por detrás de Josie, el teniente Simmons bajó la pendiente a menor velocidad, sus manos levantadas delante de él para mantener el equilibrio, y también él apuntó al extraño cuando llegó abajo.

Éste se detuvo pero no se dio la vuelta.

-¡Soltad cualquier arma que tengáis!

El extraño levantó las manos en alto para mostrar que tenía las manos vacías, y fue entonces cuando sucedió: lo reconocí. Desde mi posición solo vi su espalda, así como su cabello corto y negro, pero en el momento en que empezó a moverse supe de quien se trataba. Llevaba días soñando con esta familia –Josie, Malik- y por primera vez entendí por qué. Fue porque sus caminos iban a terminar cruzándose eventualmente. Porque debía presenciar este momento.

***

Cuando tenía cinco años soñé que mi hermana Briseida me robaba mi juguete favorito y lo escondía en lo alto de un armario, donde no podría alcanzarlo aun si descubría lo que había hecho. Estuve desconsolado durante días a pesar de que mis padres me dijeron que había sido un sueño. Cuando el juguete realmente desapareció acusé a mi hermana, y aunque este fue realmente encontrado en su armario, terminé siendo yo al que castigaron por intentar inculparla, porque no se explicaba de otra forma que la acusara aun antes de que el delito fuese cometido.

Solo tenía cinco años así que no volví a pensar en ello excepto para recordarme lo enfadado que seguía con Briseida.

Cuando un par de años más tarde soñé que asistíamos al entierro de uno de mis tíos no me pareció tan extraño que días después nos avisaran de su muerte. Sinceramente no entendí lo que pasaba. Me parecía increíble que todos estuvieran tan sorprendidos por su muerte y que hablaran sobre lo joven que era y lo poco que se esperaban que pasara algo así, ¿porque acaso no deberían haberlo hecho? ¿Cómo podía ser que ellos no lo hubieran sabido? ¿Por qué actuaban como si hubiera pasado de repente?

Hubo muchos más incidentes similares pero el que recuerdo con más claridad sucedió cuando tenía ocho o nueve años. Estábamos toda la familia cenando juntos y en un momento en que la conversación decayó decidí que lo más natural del mundo era intervenir para prevenir a Audwin de que debía evitar la escalera principal desde ese momento en adelante, porque si no se caería. Mi hermano se lo tomó a mal, como de costumbre, y me miró de una manera que me hizo entender que me haría pagar que intentara asustarlo.

Dos semanas después se cayó por las escaleras.

Todo el mundo me culpó a mí a pesar de que ni siquiera había estado en el lugar del incidente cuando había sucedido. Asumieron que había sobornado al mozo de cuadra para que dijera que había estado en los establos admirando los caballos. Por ello, al mozo lo azotaron por mentir y a mí me encerraron en mi habitación. No hubo testigos de la caída pero yo había sido el único que supuestamente había amenazado con empujarlo escaleras abajo, así que debía ser el culpable. Todo se solucionó exactamente igual que con el incidente de Briseida y el juguete.

Pero ese incidente me ayudó a entenderlo. Todo aquello que soñaba se cumplía.

Por eso, cuando Shiva desapareció, decidí que debía encontrarlo de la única manera que sabía.

Soñando.

***

El chico era, sin duda, Shiva.

Mientras me acercaba miré su perfil, aprovechando que se había girado de lado. Estaba tan delgado que dolía mirarlo, y en general no tenía muy buen aspecto… Se había tintado el pelo de negro, también, lo cual no le favorecía –su pelo siempre había sido su mejor atributo, la verdad-, pero los ojos eran inconfundibles: eran del mismo color azul que los ojos que me devolvían la mirada cuando me observaba en el espejo.

Me había imaginado destinos horribles que explicaran por qué todavía no lo habíamos encontrado después de un mes y tres semanas desaparecido, y casi con seguridad esta montaña no era el mejor lugar para estar en este momento, pero estaba vivo y bien y no pude evitar alegrarme de verlo.

No se podía decir lo mismo de Josie, sin embargo. La mujer no confiaba en él, y de alguna manera había decidido que eran enemigos aún sin intercambiar una sola palabra. Estaba herida –más que físicamente emocionalmente- y necesitaba alguien a quien culpar. Shiva era la primera persona que encontraban a solas, la primera a la que probablemente podrían reducir antes de que pudiera dar aviso a los otros secuestradores. Era su mejor baza para averiguar lo que le había pasado a sus hermanos.

-¿Por qué me estáis atacando? –les preguntó Shiva-.

-¿Por qué? ¿Os parece poco que hayáis hecho daño a mis hermanos?

-Me temo que no sé de qué me hablas.

-¡Silencio! ¡No vais a conseguir distraerme con mentiras!

Shiva se apartó cuando Josie volvió a intentar golpearlo. Parecía más sorprendido que otra cosa, y Josie consiguió darle en el brazo antes de que decidiera defenderse y la inmovilizara con su magia. Ella se quedó estática, sus manos levantadas por encima de su cabeza sosteniendo con fuerza una rama y su pierna adelantada en posición de ataque. Habría sido imposible para ella mantener esa posición durante tanto tiempo; era como si se hubiera vuelto de piedra.

-¡Liberadla! –gritó el teniente Simmons-.

Shiva dio un paso atrás, como si realmente no hubiera pretendido nada de esto. Levantó las manos en señal de rendición.

-Me habéis atacado vosotros primero. Ni siquiera sé quiénes sois. Mira, creo que estamos del mismo lado –intentó razonar-. Es decir, vistes el mismo uniforme que los otros soldados…, ¿verdad? ¿No significa eso que trabajas para las mismas personas? Y… ¿Y quizás has conseguido escaparte?

-¿Qué sabéis de ellos? ¿Habéis visto a mis amigos? ¿Dónde están?

-No los he visto, y eso que he estado buscándoles. Pero deben tenerlos escondidos ahí arriba. He visto los restos de una lucha cerca de aquí, y sé que los aldeanos de Bainwe vinieron anoche a intentar rescatarlos. No creo que tuvieran mucha suerte. Por mucho que quiera ayudar, si no encuentro dónde los tienen…

-Un momento, ¿habéis venido hasta aquí para ayudar?

Shiva parpadeó.

-¿Sí?

Simmons bajó el arma.

-Tenemos que hablar.

***

Media hora después Josie se frotaba las piernas y los brazos mientras le dirigía a Shiva una mirada de enojo. Había sido liberada del hechizo, por fin, y también habían llegado a una especie de acuerdo, pero eso no significaba que de pronto fuesen amigos.

Como Josie le dijo: “solo os tolero porque podéis ser de ayuda para mi gente”.

Shiva les habló del comerciante que había presenciado el ataque y de que los aldeanos de Bainwe habían decidido ir en su ayuda (“Está bien, yo me retrasé un poco, pero al menos sirvió para que no me atraparan como a ellos, ¿no?” mientras que Josie le dirigía una mirada que decía que podía irse al infierno. Claramente no iba a perdonarle pronto que la lanzara pendiente abajo, por accidente cabe decir -¡ellos fueron los que lo sobresaltaron al perseguirlo de repente sin motivo aparente!- y que después la petrificara). Luego les contó cómo había conocido a Alexei, al Sanador Aradon y al resto.

-¿Sois el chiquillo que rescatamos en Ystania? –se sorprendió Simmons-.

-¿Por qué no estabais con mis hermanos durante el ataque?

-Nos separamos.

-Qué conveniente –espetó Josie-.

-¿Estás sugiriendo que me fui a propósito porque sabía que iban a atacarnos? Si fuera así, ¿por qué estaría aquí ahora? Podría estar en Bainwe relajándome o de camino a… a cualquier otro lugar –Shiva miró de uno a otro y finalmente, aunque con cierta reluctancia, Josie asintió-. De todos modos, por si os interesa saberlo, convencí al alcalde de que enviara un mensaje de ayuda antes de venir aquí. Dijo que enviaría uno a la capital y otro a un tal Riddle porque es el que vive más cerca, así que llegarán refuerzos pronto…

-¿Riddle? –repitió ella con incredulidad. Miró al teniente-. No creo que debamos esperar ayuda por su parte. Si no, ya estaría aquí, y Mary también.

Simmons asintió.

-Pero si se ha enviado un mensaje a Marianne y a Malik, entonces ya no tenemos motivos para escapar –añadió Josie-. Ahora debemos pensar en cómo rescatarlos.

Los tres asintieron. Y empezaron a planificar.

***

Tenía seis años cuando me llevaron con la Suma Sacerdotisa. Esta era una práctica que se realizaba con todos los niños de esa edad y se suponía que la Suma Sacerdotisa podría vaticinar mi futuro con una sola mirada.

Ese día, nos quedamos mirando el uno al otro, ojos jóvenes e inocentes enfrentándose a ojos cansados y tristes, reconociéndonos el uno al otro a pesar de que era la primera vez que nos veíamos. La anciana que se decía que habitaba la montaña Jii desde hacía siglos no tenía palabras para decirme que no supiera ya.

-¿Qué es lo que has hecho para molestarla? –me preguntó papá cuando dejamos atrás el modesto templo en el que habitaba. Estaba enfadado-. ¿Por qué se ha quedado en silencio?

No se tomó bien lo sucedido, y durante años pensó que si no tenía nada que decir sobre mi futuro era porque no tendría uno, porque un día moriría.

La realidad era que no necesitaba que la Suma Sacerdotisa me dijera lo que me esperaba, y ella lo sabía. Aunque mi propio futuro siempre sería difuso, la vida de las personas se entrelazaba las unas con las otras constantemente y mientras viera el futuro de aquellos cercanos a mí vería el mío indirectamente.

El de Shiva. El de Sirhan. Y el de Lyrae, algún día.

***

Lo encontraron en la playa, con medio cuerpo dentro del agua. Cuando dos pares de manos lo agarraron por los brazos y lo levantaron, tembló violentamente al tiempo que tosía agua, y luego se agarró desesperadamente a una de las mujeres que lo sostenían.

-A…yuda.

Siguió tosiendo.

-Por favor.

Las dos mujeres lo arrastraron fuera del agua, lo depositaron en el suelo y se fueron.

Volvieron veinte minutos después con su líder a la zaga.

-¿Quién sois? –preguntó ésta. Tenía entre cuarenta y cincuenta años y cabello rizado y de color arena. Sus ojos eran duros y desconfiados-.

-Mi nombre… es Shiva. Ayuda. Por favor.

-¿Por qué deberíamos ayudar a un dominante? –resopló-. No me supondrá ningún pesar que perezcáis. De hecho, solo seréis el primero de una larga lista hoy.

Su postura era hostil, su expresión cerrada, y Shiva supo que realmente no le costaría nada dejarlo morir.

Shiva levantó la cabeza, mirando disimuladamente un punto arriba y a la derecha donde otra mujer estaba escondida detrás de las rocas. Josie sacó la cabeza de su escondite y negó.

Era la señal de que el plan no iba según lo planeado y que debían cambiar de táctica. Dondequiera que su líder hubiera estado antes de que las dos mujeres fueran a buscarla no era donde tenían retenida a la gente de Josie, que era lo que habían estado esperando. Habría sido mucho más sencillo en ese caso, por supuesto, pero estando la líder aquí ahora, y teniendo en cuenta que en algún momento querría visitar a los prisioneros, lo mejor que podían hacer era seguirla de ahora en adelante allá donde fuera.

Sin embargo, el principal problema era qué iba a hacer Shiva ahora que estaba en sus manos. Despistarlas y escapar, como tenía planeado, solo habría sido lógico si hubieran tenido resuelto el problema principal –encontrar a los otros- pero no ahora, que escapar de pronto solo serviría para que montaran equipos de búsqueda y les resultara todavía más difícil seguirla.

Quizás solo debía actuar un poco. Ya fuera que se ganara su confianza o que terminara siendo apresado con los otros, el resultado sería el mismo. Si había sido capaz de comportarse durante ocho meses como el perfecto fértil para aplacar a sus padres seguramente también podría hacer esto, ¿verdad?

-Ha habido una tormenta –Shiva tosió-. Mi barca ha volcado y me he caído al agua… Por favor… Tenía que escapar, tenía que dejar atrás ese lugar…

La mirada de la líder se afiló.

-No ayudo a dominantes. ¡Si estamos aquí es para huir de vosotros!

Más personas se acercaron desde el sendero. Josie, que las tenía a la espalda, no se dio cuenta de su llegada hasta que las escuchó reírse. Dio un salto de la impresión y miró frenéticamente alrededor en busca de un nuevo escondite. Cuando no encontró ninguno echó a correr en dirección a la cueva donde había pasado los últimos días escondida junto a Simmons, y junto a Mary antes de eso. Simmons, por su parte, que había estado vigilando desde el refugio de animales, se escondió en el rincón más apartado.

Las personas que se acercaban eran una mujer, un fértil y una niña.

-¡Mamá! –llamó la niña-.

Sobresaltada, la mujer escondió el arma que portaba detrás de la espalda y sonrió.

-Lucille, amor, ¿qué estáis haciendo aquí? –disparó una mirada de advertencia a los adultos que la acompañaban-.

-Martha dice que a lo mejor podemos volver a traer a los animales porque hace mejor tiempo, así que hemos venido a comprobarlo –respondió Lucille alegremente-.

-Me parece que ya no es el caso –dijo la líder-. Hemos sacado a este hombre del agua. La tormenta ha volcado su barca.

-¿Qué vamos a hacer con él, Thalia? –le preguntó una de las recién llegadas a la líder. Ojeó a Shiva críticamente-. Parece bastante joven.

-La edad no tiene importancia, es un dominante.

Los demás asintieron como si eso lo explicara todo.

-¿Qué es un dominante, mamá? –preguntó la niña-.

-Nada –su madre la agarró del brazo y empezó a arrastrarla lejos de la playa-. ¿Por qué no volvemos a casa? Puedes jugar con Río…

Lucille recibió la idea con entusiasmo y ambas desaparecieron por el sendero. Frunciendo el ceño, Thalia, la líder, devolvió su atención a Shiva.

-¿De dónde venís?

-De… -tragó saliva-. De Ystania.

-¿De Ystania? –repitió-. ¿Y qué habéis venido a hacer aquí?

-Yo… Yo solo pensaba en huir –sus ojos se llenaron de lágrimas-. Mis padres… intentaron casarme a la fuerza y… Tenía que escapar. Tenía que hacerlo –agachó la cabeza-. Seguro que están buscándome. Había soldados por todas partes. No podía ir a ningún sitio. Entonces encontré la barca. Y-Yo… la robé. No quería pero no tenía adonde más ir, a-así que me subí y empecé a remar.

-Desde Ystania –dijo Thalia, sin creérselo-.

-Estuve remando durante horas… Pero la tormenta hizo la mayor parte del trabajo. Me cogió desprevenido, y las olas iban tan rápido… C-Cuando he despertado ya estaba aquí. Por favor, tienes que ayudarme.

Shiva medio levantó la cabeza y observó a su público. Hasta ahora solo había visto mujeres y fértiles, y la niña ni siquiera parecía saber lo que era un dominante. ¿Significaba que estaban aquí solos? ¿Por qué Thalia había querido dejarlo morir, y por qué su única excusa había sido que lo creía un dominante?

Miró las rocas. Vacías. Josie se había ido. ¿Simmons escuchaba algo desde el refugio de animales?

Volvió a mirar a Thalia. No parecía impresionada lo más mínimo por su historia, a pesar de que a Mary la había ayudado en circunstancias parecidas. Dubitativamente extendió la mano para coger la de ella. Thalia se apartó bruscamente como si tuviera una enfermedad contagiosa.

-Solo pretendía… -bajó la cabeza, comedido-. Solo quería mostrároslo. Ha… ha sido la razón por la que he llegado tan lejos. Así ha sido como he evitado que me reconozcan. No… No me hagáis nada mientras os lo muestro, ¿vale? –levantó ambas manos en señal de rendición y luego, lentamente, las movió hasta su oreja izquierda. Thalia lo apuntó con su arma mientras él se quitaba el pendiente de malaquita que su abuelo le había regalado-.

El efecto fue inmediato. Su aspecto físico no cambió en absoluto pero ese algo que lo envolvía, que envolvía a todos los fértiles, se hizo “visible”. No para los ojos, era más bien una sensación. El pendiente había estado bloqueando el sexto sentido de todos aquellos que lo miraban pero ahora, sin él, resultaba obvio lo que era.

-¿Cómo habéis…? –Thalia se lo quedó mirando boquiabierta-. ¿Qué clase de truco es este? ¿Pretendéis engañarnos? Si pensáis que vuestro truco de magia hará que seamos más benevolentes con vos…

-Thalia –dijo el fértil que las acompañaba-. Creo que es de verdad. Puedo… puedo sentirlo –alargó la mano y tocó a Shiva en el brazo-. Es un fértil de verdad.

Thalia miró de uno a otro, sin palabras.

-E-Era la única manera de sobrevivir –musitó Shiva-. Tenía que escapar…

-¿Pero cómo es posible…? –Thalia observó el pendiente críticamente. Hizo que Shiva lo levantara para poder observarlo a la luz del sol pero no pareció encontrar nada interesante y, en silencio, Shiva se lo volvió a poner en la oreja-.

-Está bien –concedió Thalia, no muy segura-. Podéis venir conmigo, pero en el momento en que intentéis engañarme o escapar estáis muerto. No vais a tener segundas oportunidades.

***

No lo llevaron a su refugio. Eso habría sido esperar demasiado.

En cambio, la líder, aparte de tenerlo vigilado todo el tiempo, lo obligó a escupir cada detalle de la vida que había dejado atrás.

-Cuando llegamos aquí comenzamos una nueva vida. Es así para todos nosotros. Quién fuimos antes no importa, pero en vuestro caso he de conocer los detalles. No habéis llegado en el mejor momento, y tampoco es usual que los nuevos miembros lleguen hasta aquí por su propio pie. De hecho, sois el primero.

Así que eso hizo Shiva, porque no había mejor mentira que la verdad.

-Mi nombre es Shiva Yarandriel. Crecí en la capital de Ystania y mis padres son Darin y Kael Yarandriel. Tengo diecinueve años. Hace casi dos meses  mis padres intentaron casarme con el señor Murray pero escapé. No es un buen hombre. Mi plan era llegar a la casa de un familiar pero había muchos guardias, y luego me perdí. Cogí un bote sin tener idea de si sobreviviría.

Respondió el resto de sus preguntas y ella, a cambio, resolvió alguna de las dudas que tenía Shiva.

-Todos los que estamos aquí hemos sufrido humillaciones por culpa de los dominantes. Nos han exprimido tanto, nos han quitado tanto, que la única manera de seguir adelante ha sido crear una comunidad donde ellos no tengan voz y voto –Thalia habló mientras caminaban. Sonrió a un niño que corría descalzo por las rocas. Había otros niños con él, todos saltando de un risco a otro con la agilidad de aquel que ha nacido y crecido en este lugar y para quien no supone un gran reto-. Llegué aquí por casualidad tras dejar atrás mi aldea, ¿sabéis? No me di cuenta de adonde estaba yendo, había caminado durante tantos días que todas las montañas me parecían iguales. La jefa del clan me recibió. Ella y su gente llevaban más de diez años intentando sobrevivir por su cuenta en esta montaña porque casi todos los hombres habían muerto luchando contra los soldados del rey antes de que decidieran pactar una tregua, y los que quedaban eran ancianos. Necesitaban sangre joven pero sabían que nadie vendría del exterior. Cuando me encontraron estaban preparando sus cosas para marcharse. Muchas de ellas decidieron emigrar a otro país mientras que otras decidieron aceptar la cultura de sus vecinos y hacerse pasar por una de ellos. Inesperadamente me quedé sola en este lugar enorme; fue entonces cuando lo entendí. Tuvieron que marcharse porque ningún dominante vendría a este lugar, porque ese fue el pacto que se hizo para que el rey perdonara sus vidas, pero eso era precisamente lo que yo quería. Quería huir de aquellos que me habían hecho daño, ¿y qué mejor manera que hacerlo que escondiéndome en una montaña a la que nadie nunca se acercaría? Fui conociendo a los otros miembros de mi comunidad poco a poco, en mis viajes a las aldeas cercanas en busca de comida, y vi que no era la única que padecía por su culpa. Todas estas personas han venido huyendo de la crueldad de los dominantes y han encontrado aquí su hogar.

No le habló de la gente que tenía retenida ni de que, sin duda, quería cobrarse venganza con ellos. Shiva tampoco preguntó. Como recién llegado, no había manera de que pudiera sacar el tema sin que sospechara de él.

***

Shiva sabía que Josie los estaba siguiendo.

El plan, aunque no había empezado de la mejor manera, parecía ir bien por el momento.

Sabía que esta gente vivía en cuevas porque había podido escucharlas hablar sobre ello, pero en ningún momento lo llevaron con ellas. Si en alguna ocasión la líder tuvo que irse alguien más se quedó vigilándolo. El día transcurrió de esta manera, y de paso fue conociendo a algunos de los miembros.

Estaba Jenny, cuyo nombre real no era Jenny sino Shin-Hye, el cual se pronunciaba Sínje, y su madre Young-Mi, a la que llamaban Yomi. Ambas habían llegado de un país fuera de la Confederación con la intención de comerciar y descubrir tierras nuevas, aprender la cultura y el idioma y volver como mujeres y hombres ricos, pero el barco en el que ellas, el marido de Yomi y el resto de la tripulación viajaban había naufragado debido a una tormenta y ellas habían sido las únicas sobrevivientes. El barco destrozado que Josie y Simmons habían visto el primer día era el suyo.

También estaba Jeremy, un fértil de más de treinta años que había huido de casa después de que su marido le partiera la pierna y lo dejara tullido para siempre.

Luego estaban Melanie y Lucille, madre e hija, que habían perdido su hogar con la muerte del padre de la niña y habían estado vagando por los caminos pidiendo limosna hasta que Thalia las había encontrado.

Thalia tenía su propia historia, y se la contó mientras recogían unas hierbas:

-Mis padres, mi hermana y yo trabajábamos en las tierras de un noble de la zona. Cuando ellos enfermaron le rogué a nuestro patrón que nos proporcionara medicinas, que algún día le pagaría por ellas, pero lo único que él entendió de mi visita fue que mientras estuviéramos enfermos no podríamos trabajar en condiciones así que nos echó a favor de otra familia desesperada. Sin medicinas y en la calle, mi familia murió poco después. Por mi parte, al encontrarme sola y sin dinero, al final recurrí a la prostitución. Es una decisión que toman cientos de mujeres al día. Estuve viajando con un grupo de soldados durante años –hizo una mueca-. Soldados. Sucios, malolientes bastardos que me golpeaban por placer. Llegué aquí por casualidad y ya nunca más me fui. He recibido en este lugar más respeto que con las personas que se supone que viven en la sociedad “civilizada”.

Shiva observó la manera calmada en que trabajaba, yendo de una planta a otra, evitando las trampas que tenían puestas como un segundo pensamiento, agachándose para oler una flor, todo el tiempo hablando de sus tribulaciones como aquel que sabe que el pasado no se puede cambiar, pero que el futuro es algo por lo que se debe luchar.

Contra su propia voluntad, Shiva empezaba a simpatizar con ella.

***

-¿Entonces qué pretendes? –le preguntó Shiva más tarde ese día-. ¿Vas a seguir haciendo crecer la comunidad trayendo gente nueva cada vez? ¿Y si nadie quiere venir?

Thalia resopló.

-Este arreglo no será para siempre. Algún día saldremos de aquí y haremos ver a toda la gente que nuestra manera de ver las cosas es la mejor, y que no necesitamos a los dominantes para nada.

-¿Piensas que los dominantes estarán conformes con eso y que no harán nada?

-No importarán las represalias cuando todos estén muertos –replicó-.

-No estás hablando en serio. No todos son responsables de lo que os ha sucedido a ti y al resto. ¿Por qué les harías pagar a todos, tanto culpables como inocentes?

-Todos son culpables –ladró Thalia-. Ya sea por mérito propio o por omisión.

-Así que te desharás de todos los dominantes, ¿y entonces qué? ¿Cómo van a nacer más niños? –esa era la gran falla que hacía que nada de esto tuviera sentido. Para alguien que decía querer “salvar” el país tenía muy poca mira a largo plazo-.

Ella se echó a reír a carcajadas.

-Mirad a vuestro alrededor. ¿No los veis? Río, Jared, Caleb, Daniel… Habéis estado observándolos todo el día, los habéis visto jugar ahí mismo. Ellos son el futuro.

-Traer niños del exterior solo os va a servir mientras haya dominantes ahí afuera. No entiendo la lógica que seguís. Esto es…

-¿Acaso estáis ciego? ¿A vos estos niños os parecen dominantes? –Thalia señaló con una sonrisa retorcida a los niños que seguían jugando en las rocas. Todos eran pequeños para su edad, de pelo rubio o castaño, ojos grandes y de largas pestañas rubias, nariz de botón, labios rosa y piel suave. Era cierto que había estado observándolos, porque, como Shiva cuando tenía el pendiente de malaquita puesto (como ahora), nada lo señalaba como fértil a pesar que físicamente pareciera uno-. ¡No son dominantes! Crearemos un nuevo mundo, uno que no esté manchado con la dominancia. Una raza sensible que crezca sin las imposiciones sociales que hemos sufrido nosotros. Ellos… -los señaló de nuevo- son nuestra esperanza. Nuestro futuro.

Shiva la contempló, horrorizado.

-No puedes estar diciendo que…

-¿Qué? ¿Que son nuestros? ¿Que nacieron aquí? Lo hicieron. Yo misma di a luz a Jared. Es mi hijo. Y el de Jeremy. Fértiles y mujeres vamos a crear un nuevo mundo, juntos, y nunca más vamos a necesitar a los dominantes. Su reino de terror termina aquí.

***

Josie llevaba vigilando a la líder todo el día, viéndola hablar con unos y otros, incluido Shiva (¿cómo se las había arreglado para que confiara en él con tanta rapidez?), y nada parecía indicar que fuera a tener suerte. Se imaginaba pasando la noche detrás de esta misma roca, congelándose, mientras esta gente se reunía junto al fuego y se cobijaban con mantas. De nuevo, Shiva incluido.

Había perdido ya la esperanza, hasta que al final de la tarde la líder volvió a separarse del grupo y enfiló montaña arriba. Tras indicarle por señas al teniente Simmons (quien vigilaba desde lo alto de un árbol) que se quedara con Shiva por si hacía algo para descubrirse y necesitaba ayuda, Josie la siguió. No estaba acostumbrada a tanta actividad física, al menos cuesta arriba –le gustaba, sin embargo, luchar- pero estaba siguiéndola con mejor o peor acierto hasta que Thalia se puso a escalar un risco. Josie se detuvo. No había manera de que fuera a visitar a los prisioneros; no podrían haberlos subido a todos por ahí, y menos estando la mayoría heridos.

Pero como quería saber adonde iba, Josie dio un largo rodeo, lo que le tomó diez minutos más de caminata por el sendero, y para cuando volvió al punto donde había visto a Thalia desaparecer, Josie miró a lo lejos y las vio… Las cuevas.

Y junto a las cuevas, atados con cuerdas y viéndose cansados y golpeados, sus amigos.

Los había encontrado.

***

Fue una alegría de corta duración.

Enseguida vio lo que las mujeres y los fértiles que estaban de vigilancia estaban haciendo. Los estaban haciendo levantar para moverlos a otra ubicación. ¿Los movían con frecuencia, y por eso no habían podido encontrarlos hasta ahora? ¿O lo estaban haciendo porque sospechaban que había alguien en esta montaña que tenía la intención de liberarlos? ¿Sabían que Josie y Simmons estaban aquí, o era de Shiva de quien sospechaban?

Los prisioneros fueron azuzados sendero abajo; igual que la primera vez, dos mujeres vigilaban cada grupo, delante y detrás, y hoy también llevaban porras. Josie los siguió a cierta distancia y no emitió sonido alguno, ni siquiera cuando los rezagados fueron golpeados. Thalia iba al final de la procesión de personas, ladrando órdenes. Cuando llegaron al risco lo evitaron y tomaron el mismo camino que Josie.

Tras varios minutos quedó claro que se dirigían al mismo sitio donde estaban Simmons y Shiva, y de hecho así fue.

Shiva fue el primero que reaccionó cuando los vio aparecer. Habría sido imposible no hacerlo. El día que se había separado de ellos (¿realmente había sido ayer?) todos habían estado sanos y enérgicos, mientras que ahora tenían incluso peor aspecto que él. La mayoría de ellos tenían heridas aparatosas que no se curarían fácilmente. El Sanador Aradon tenía un corte en el lado derecho de la cara, desde la ceja hasta mitad de la mejilla, que aunque ya no sangraba se le había hinchado tanto que tenía un lado de la cara del doble del tamaño del otro, y eso sin contar que cojeaba al caminar. Alexei también cojeaba y tenía un moretón en la cara, pero por lo demás parecía bien. El soldado que tenían al lado parecía estar caminando dormido, puesto que tenía los ojos cerrados y se balanceaba de un lado a otro. Cuando los abrió perdió el equilibrio y se cayó. Tuvieron que cogerlo entre tres personas porque a ninguno le quedaba fuerza suficiente para sostenerlo solos.

Shiva ignoró a Jeremy, quien intentó detenerlo, y en cambio cargó contra Thalia.

-¿Qué significa esto? ¿Qué les has hecho?

-¿Qué les he hecho? –repitió ella con una ceja alzada-. Nada que no vaya a hacerle al resto de dominantes del país. Ellos serán el ejemplo perfecto de lo que sucederá en el futuro.

-No, no, no tiene por qué ser así. Esto es absurdo –se volvió hacia los cautivos e intentó desatar al que tenía más cerca. Thalia lo empujó lejos-.

-Basta. Os quedaréis quieto y en silencio a menos que queráis uniros a ellos en el sacrificio. Los traidores a su raza también serán ajusticiados, a menos que aprendan a aceptar el nuevo mundo.

En respuesta, Shiva la empujó también. El rostro de Thalia se crispó.

-Melanie, Trisha, Helen, sujetadlo –y al resto le dijo-. Preparad las barcas. Nos encontraremos en la playa.

Alexei intentó hablar con Shiva cuando Melanie y las otras dos mujeres lo arrastraron por su lado.

-¿Qué hacéis aquí?

Shiva se encogió de hombros, como diciendo ‘¿cómo voy a saberlo? ¡Debo estar loco!’.

Fueron los primeros en llegar, seguidos de los prisioneros y las mujeres que los vigilaban, y por último otros más llegaron arrastrando tres barcas. Los ojos de Josie se agrandaron. De haber encontrado esas barcas antes ya haría días que estarían lejos de aquí.

-Hoy es el primer día de nuestro nuevo mundo. Hoy nuestros enemigos morirán y la nueva raza se alzará.

-¿Llamáis a eso raza? –escupió uno de los prisioneros-. ¡Son abominaciones!

Los niños presentes se escondieron detrás de sus madres. Thalia agarró firmemente la mano de Jared y lo obligó a mirar a aquellos que llamaba sus enemigos.

-Nuestro dios Yaresh solo reconoce la unión entre dominantes y mujeres y dominantes y fértiles –dijo otro-. Y precisamente por eso mujeres y fértiles no se sienten atraídos entre sí. Porque la unión entre ambos da lugar a creaciones antinaturales.

-¿Qué sabréis vos de lo que quiere o no nuestro dios? –replicó Thalia-. Si no quisiera que siguiéramos adelante no nos habría permitido este milagro. Nuestros hijos son la prueba de que estamos llevando a cabo la voluntad de Yaresh.

Las barcas fueron depositadas a la orilla de la playa. Thalia ordenó a los suyos que metieran por la fuerza a los prisioneros en ellas.

-¿Nos estáis liberando? –preguntó otro, esperanzado-.

-¿Liberaros? –la líder se echó a reír-. No. Os estamos otorgando el peor castigo posible. Cualquier muerte que pudierais encontrar por nuestra mano nunca sería tan horrible como la que os espera. Seréis llevados mar adentro, y cuando alcancéis la barrera que separa un país del otro vuestro cuerpo se desintegrará en la nada. Dicen que es la manera más dolorosa de morir que existe.

Y sonrió ampliamente.

El efecto fue inmediato. Todos los prisioneros empezaron a luchar por escapar. Cuando fueron golpeados con las porras siguieron luchando; incluso cuando terminaron en el suelo, se levantaron de nuevo. Ser maniatados durante días y golpeados no se comparaba en absoluto con lo que Thalia acababa de describir.

A pesar de la pelea, como si se encontrara en un mundo aparte, Shiva intentó razonar con Thalia.

-Detente, por favor. Por favor. No tienen que morir todos para que tú te sientas mejor –le dijo lentamente-. No todos son culpables de lo que te sucedió, a ti o a cualquiera de ellos.

-Sí que son culpables. Ninguno nos ayudó.

-¡Ya lo sé! Sé eso, ¿de acuerdo? Así es como hemos sido educados todos, tanto dominantes como fértiles. Nos hacen creer que así es como deben ser las cosas. Y es cierto que uno de los dos debe decir basta… pero no de este modo. Nunca de este modo. La manera correcta de hacerlo es ahí afuera –señaló más allá de la montaña, hacia las aldeas-. Tienes que hacerlo como una ciudadana. Como una más. No como una forajida. No como una asesina. Nadie escucha a estas últimas, sea su causa justa o no.

-Sois muy inocente si pensáis que eso funcionaría. Debéis abrir los ojos y ver el mundo en el que estamos. El mundo real, no el imaginario en el que parecéis pensar que vivís. ¿Sabéis la verdad? Si fuera ahí afuera y contara mi historia nadie me escucharía.

-No de inmediato. Pero cuando fuerais los suficientes y gritarais todos juntos entonces tendrían que escucharos aunque no quisieran. ¿Que si será difícil al principio? Por supuesto. Nadie os hablará, nadie os tratará bien, pero dentro de veinte años habrá una nueva generación y esa habrá nacido escuchando vuestras voces. Y al cabo de veinte años más, muchas de ellas se habrán sumado a vosotros. No será rápido. No será bonito. Y muchos de vosotros no vivirá para verlo, pero creo que es mejor que el genocidio en masa. ¿No es así?

Thalia bajó el mentón.

-Nos matarían en cuento saliéramos de la montaña.

Ni siquiera Shiva podía rebatir eso.

-Iré con vosotros. Me aseguraré de que nadie os toque –se acercó a ella y extendió una mano-. Porque la verdad es que también creo en ello. Creo en la igualdad entre todas las personas. No los dominantes por encima de los fértiles y las mujeres, ni las mujeres por encima de los fértiles -¿cuántas veces había pensado que era injusta la manera en que trataban a los fértiles? ¿Acaso no había querido siempre ser libre?-. Querría vivir en un mundo en el que nadie tuviera en sus manos el curso de la vida de otra persona simplemente porque la sociedad así lo dicta. Nadie puede elegir el sexo con el que nace, así que nadie debería estar condenado por ello tampoco.

-Un mundo así no existe, no mientras existan los dominantes –musitó Thalia-.

-Existe. En nuestros ideales y en el de muchas otras personas. Simplemente tiene que hacerse realidad.

Durante el breve instante antes de que las cosas se salieran de control estuvo seguro de que había convencido a Thalia. Su expresión no se suavizó exactamente pero hubo algo en sus ojos… algo que parecía anhelo, como si deseara confiar en sus palabras pero no supiera si haciéndolo estaría condenándose a sí misma. Shiva se esforzó por no desviar la mirada de sus ojos, tratando de que viera la verdad en ellos, y fue por eso que no notó el ruido a su espalda hasta que Josie pasó corriendo por su lado como una flecha y se unió a la batalla. Portaba un cuchillo que debía haber encontrado abandonado y lo usó para soltar a sus amigos, quienes al encontrarse liberados atacaron a sus captores con piedras, ramas y algunos con magia. Estaban tan enloquecidos por la rabia, tantos unos como otros, que la lucha fue encarnizada. Un sirviente corrió hacia Thalia y golpeó una roca contra su cabeza. La mujer se cayó, el lado de su cabeza derramando sangre, y para cuando llegó al suelo ya estaba muerta. Sus ojos vacíos lo miraron. Una carnicería igual se desarrollaba por detrás de ella. Shiva se quedó mudo. Él no había querido nada de esto. Lo único que había querido era liberar a la gente que lo había ayudado y que todos se fueran a casa en paz, cada uno por su lado. Si Thalia hubiera defendido sus ideales pacíficamente en vez de recurrir a la violencia…

 “No la habrían dejado. Ella tenía razón. Sabía que la matarían si se atrevía a hablar. Y lo han hecho… porque saben que podría haber cambiado la sociedad tal y como la conocemos y eso no les conviene”. Fue lo que pensó una parte de él mientras que la otra, la más cínica, pensó. “La han matado porque ella los ha amenazado con matarlos quien sabe cuántas veces. Porque los ha torturado. No nos olvidemos de eso”.

Así era. Shiva lo sabía. También sabía que después de que ella planeara un final tan horrible para esta gente, después de que ellos fueran liberados, no habría corrido mejor suerte en un juicio aún sin haber sido abatida en mitad de la lucha, pero aun así…

Alguien gritó y Shiva levantó la cabeza al escuchar la voz. Se trataba del fértil, Jeremy, el que Thalia había dicho que era el padre de Jared. Él y cuatro niños estaban rodeados y daban marcha atrás, pero tras ellos solo había agua. Uno de los niños más grandes cogió una rama pero no parecía saber qué hacer con ella, simplemente la blandía de un lado a otro como si estuviera espantando a una mosca.

Shiva no fue el único que escuchó el grito. Un soldado se dirigió hacia ellos con un cuchillo en la mano (¿era el cuchillo de Josie?) pero Alexei apareció de improvisto y lo agarró por el brazo armado.

-Limitaos a atarlos. Los llevaremos con nosotros.

-¿Creéis que eso es prudente? Son unos asesinos…

-Yo digo lo que es prudente o no, y lo que es conveniente o no. Hacedlo, ¿o acaso tendré que repetirme?

El soldado inclinó la cabeza y le entregó el arma. Shiva no se quedó a ver qué pasaba, avanzó hasta el fértil y lo ató rápidamente antes de que alguien más decidiera hacerlo y se concediera la libertad de golpearlo en el proceso. El fértil se quedó mirándolo, sus ojos llenos de lágrimas.

-Mi nombre es Jeremy –bajó la cabeza-. Me habría gustado un mundo así también.

***

Todos aquellos que seguían maniatados fueron liberados y todos los heridos, de ambos bandos, ayudados a salir de la montaña. Si hubo algún “bárbaro” vigilando por los alrededores mientras todo lo anterior sucedía para cuando salieron ya todos habían huido.

-Ey, chico –Josie lo golpeo en el hombro como saludo-. ¡Lo hemos conseguido!

Shiva asintió secamente. Él no sentía alegría alguna. Habían muerto muchas personas y nada se había arreglado. El motivo por el que todo este desastre había comenzado seguía ahí, y nadie haría nada para arreglarlo, ni ahora ni en el futuro.

-¡Madre mía, borrad esa expresión de cachorro apaleado! –Josie lo agarró por las mejillas y tiró de ellas, forzando una sonrisa-.

-¡Auch! –Shiva se soltó con una mueca de dolor, y ella simplemente se rio y se alejó corriendo en busca de sus hermanos-.

Shiva los vio más tarde, agarrados los unos a los otros en un abrazo de tres. Para cuando se separaron Josie tuvo que caminar en medio de los dos para ayudarlos a caminar, pues ambos cojeaban.

Lo que sucediera en el futuro era un misterio pero por el momento todo iba bien entre ellos, sin importar ofensas pasadas.

En cuanto a Shiva, a él nadie lo invitó a unirse, ni tampoco se lo impidieron directamente, así que cuando el grupo emprendió el viaje de vuelta a casa los siguió sin una palabra. Tenía la intención de asegurarse de que mantenían con vida a Jeremy y a los niños, y nadie iba a echarlo antes de que estuviera seguro de que vivirían.

***

Se toparon con el ejército a medio día de viaje. Más de cien hombres liderados, en teoría, por Malik, quien iba al frente, pero en la práctica por el oficial militar que cabalgaba junto a él.

Cuando vieron al grupo que avanzaba lenta y penosamente por el camino en su dirección, encabezados por sus colegas soldados que habían sobrevivido al ataque, ambos bajaron de sus caballos y corrieron hacia ellos al tiempo que ordenaban al resto mantener la formación por si había un nuevo ataque.

Intercambiaron experiencias. Malik les contó que tras la revelación de Mary Riddle, tanto del ataque como de que su marido había intentado retenerla a la fuerza, impidiéndole de paso informar hasta que pasaron varios días y pudo escapar, Malik emprendió el viaje de inmediato para rescatarlos. El traslador de la familia Riddle fue utilizado para llegar más rápido, y Lord Riddle tomado en custodia para ser interrogado más tarde. Sin embargo, por despecho, al hombre le dio por romper el aparato para evitar ser llevado a juicio a la capital de inmediato, así que tendrían que viajar de la manera tradicional a partir de ahora.

-Hemos traído Sanadores para que curen a los heridos –añadió Malik-. Quizás os gustaría formar una fila…

***

Shiva solo hablaba con Josie y con Simmons, y de vez en cuando con Alexei. Los demás lo rehuían como a la plaga, después de todo muchos de ellos lo habían escuchado intentando razonar con Thalia diciéndole que, como ella, deseaba un mundo más justo e igualitario. Por ello, habían decidido meterlo en el mismo saco que a Thalia y al resto, por mucho que Josie le dijera a todo el mundo que Shiva la había ayudado a rescatarlos.

Pero Shiva no era el único que tenía problemas para ser aceptado. Jeremy fue tratado adecuadamente una vez que los hombres se resignaron a cumplir la voluntad de su rey, pero los niños… Todo el mundo, desde soldados a sirvientes a embajadores los miraba con repugnancia. Más de una vez Shiva temió que habría una revuelta y que los niños no vivirían para contarlo pero, sorprendentemente, nada de eso pasó. Su rey no solo era respetado, su gente realmente lo amaba. Le quedó claro a lo largo del viaje: en todas las aldeas en las que se detuvieron fue tratado con afecto. No era que le dieran el mejor alojamiento y el mejor trato, eso era algo que los de rango superior esperaban recibir siempre, era la forma en que sonreían al verlo, la forma en que sus ojos se iluminaban. Y todo el mundo lo reconocía. Shiva dejó de intentar descifrar el enigma al tercer día. En Ystania el rey rara vez salía de Palacio y enviaba emisarios cuando quería ponerse en contacto con alguien, quizás aquí esta cercanía era normal por muy chocante que le pareciera.

-Podéis dejar de vigilarlos, nadie va a hacerles daño –le dijo Alexei una noche-.

Shiva no dejó de observar a los niños. Ellos, a diferencia de los adultos, no habían hecho nada malo. Incluso si el mundo los consideraba abominaciones desde ese día en adelante, lo único que ellos habían hecho era existir. La muerte de Thalia había sido una cosa. Ella había hecho mucho daño, pese a que a Shiva le habría gustado que hubiera escogido otro método para defender sus ideas, pero los niños eran inocentes.

-No tenías que matarlos.

No tuvo que explicarse. Estos niños se habían salvado, pero solo eran cuatro. Otros tres habían muerto al ser arrollados durante la lucha, y también todos los adultos menos Jeremy. Demasiadas muertes. Demasiada violencia.

-La situación se descontroló por un momento, y todo sucedió muy rápido. Pero no os engañéis. Ninguno era inocente, y tampoco fuimos los primeros a los que atacaron. Eso es lo que no sabéis. Sí que hemos sido los primeros en sobrevivir, sin embargo. El castigo por el asesinato de tantas personas es la muerte, y eso no puedo cambiarlo ni siquiera yo.

-¿Y lo que habéis hecho vosotros no tiene castigo?

-¿Teniendo en cuenta que éramos rehenes y que habíamos sido golpeados y amenazados?

-Teniendo en cuenta que podrían haber escogido un camino más pacífico si me hubierais dado tiempo a convencerles.

-Eso es lo que pensáis vos.

-Eso es lo que es.

-Mirad, la realidad es que lo único que hemos hecho ha sido defendernos, y en cuanto la situación ha sido controlada he ordenado que no se hiciera daño a nadie más. Pero os digo esto: habría muerto hace mucho si cuando me atacaran optara por esperar lo mejor de la otra persona en lugar de defenderme. ¿Entendéis eso?

-Entiendo que la humanidad rara vez se escoge por encima de la venganza.

Shiva debería haber recordado esas palabras cinco años después, cuando se encontró en la misma encrucijada y eligió la venganza sin un segundo pensamiento.

***

De los cuatro niños nadie había escuchado una palabra, ni un grito, ni un gemido, ni siquiera la vez que uno de los sirvientes dejó caer una taza hirviendo encima del brazo de uno de ellos. Pensándolo bien, que Shiva lanzara volando al sirviente con un hechizo no ayudó. Y que luego Alexei lo mandara a limpiar excrementos de caballo tampoco.

Una noche los niños desaparecieron. El soldado que estuvo de vigilancia juró y perjuró que no había visto nada. Todo el mundo sospechó que alguien se había tomado la justicia por su mano, y Shiva habría pensado lo mismo si no hubiera visto la media sonrisa en el rostro de Jeremy cuando el fértil pensó que nadie estaba mirando. Supo que no encontrarían sus cadáveres ni a los culpables precisamente porque no estaban muertos.

Reemprendieron el camino con palpable inquietud. Alexei interrogó a todo el mundo, lo que provocó que todos se pusieran nerviosos. Shiva trató de hablar con Jeremy. Soltar cuatro niños pequeños en medio del campo cuando no tenían adonde ir ni cómo sobrevivir por sí mismos no era el mejor plan, sobre todo porque alguien podría descubrir lo que eran.

Pero por lo visto no tendría que haberse preocupado.

A la mañana siguiente Jeremy desapareció también.

***

Shiva se preguntó si su futuro habría sido como el de Jeremy si hubieran logrado casarlo con el señor Murray. No en lo de vivir en una montaña, pero sí en la parte en que culparía a todo el mundo por el dolor que sentía. Uno tan fuerte que le haría olvidarse de sus principios y hacer daño a quien nada le había hecho a él, excepto colaborar para que la sociedad siguiera siendo tan injusta como lo era ahora. Se preguntó si también habría recurrido al asesinato, aunque la idea era demasiado aterradora para contemplarla.

***

Dos días después llegaron a la capital de Aenia. Su llegada causó vítores y una gran oleada de gente salió de sus casas para recibirlos pero la alegría sincera que resultaba tan contagiosa para sus acompañantes no logró quitarle a Shiva de la cabeza la imagen de Thalia cayendo al suelo con los ojos vacíos. Cada noche soñaba que ese momento se repetía, excepto que cuando se acercaba al cuerpo no era la cara de ella la que veía sino la suya. Su cuerpo sin vida se levantaba como si unas cuerdas tiraran de sus muñecas: las manos levantadas y el cuerpo doblado en un ángulo extraño. Su rostro, a pesar de que debería ser el de un cadáver fresco, estaba deformado por la putrefacción y sus ojos eran simples cuencas vacías. Pero incluso sin ojos parecía que su propio cadáver lo miraba directamente y le gritaba: ‘¡Tú dejaste que sucediera!’.

La primera noche despertó gritando y empapado en sudor en la tienda de campaña que compartía con los sirvientes. Estos, o tenían un sueño muy pesado o actuaron como si no lo hubiesen escuchado. En todo caso la tienda se abrió una rendija y una cabeza pelirroja se asomó.

-¿Estáis bien? –era Alexei, quien estaba despierto y vestido a pesar de la hora que era. En ese momento lo vio, temblando y con una expresión aterrada-. ¿Un mal sueño?

-No es nada –se cubrió con la manta hasta la barbilla. Para Alexei debió parecer un acto de defensa infantil contra los monstruos imaginarios de su sueño, lo cual en realidad le beneficiaba porque lo que pretendía más bien era cubrirse-.

-¿Queréis caminar?

-¿Caminar?

-Ayuda a alejar las preocupaciones, y además para cuando volváis estaréis tan cansado que no soñaréis nada. Es lo que hago yo cuando algo ronda por mi cabeza con demasiada insistencia.

-¿Sucede a menudo?

Alzó una ceja y Shiva sonrió sin poder remediarlo. Dominante o no, había algo en Alexei que conseguía relajarlo el mismo número de veces que conseguía inquietarlo. Quizás iban de la mano: era el hecho de que lograra relajarlo lo que lo inquietaba.

-Sucede más veces de las que podáis pensar. Por el lado bueno, tampoco es que duerma mucho. Me limito a tumbarme en cualquier lado cuando ya no puedo aguantar más despierto. Entonces, ¿qué vais a hacer? ¿Venís?

-Está bien, pero date la vuelta un segundo.

-¿Perdón?

-Que te des la vuelta.

Se dio la vuelta, aunque no pudo lucir más confuso mientras lo hacía. Rápidamente Shiva se deshizo de la manta y recogió la camisa que había tirado a un lado. Se la puso antes de levantarse, por si el ruido alertaba a Alexei y se giraba, pero igualmente todo el proceso duró menos de un minuto.

-¿Vamos?

-Sí.

Caminaron durante un rato, aunque en su mayoría estuvieron sentados junto al fuego observando las llamas. Esto le dio un momento para pensar con claridad. Shiva había pasado tanto tiempo preocupado por lo que les sucedería a los niños y a Jeremy que no se había dado cuenta de que había más gente pagando las consecuencias de lo sucedido. No creía que fuera el único al que le acosaban las pesadillas; al menos, parecía razonable pensar que Alexei no estaba despierto a esta hora para disfrutar de las vistas.

-Siento lo que dije –murmuró Shiva. Aquí, sentados en mitad de la noche y sin nadie que pudiera escuchar su disculpa excepto la persona a la que iba dirigida se sintió lo bastante cómodo para decirlo-.

-No importa. Dijisteis lo que pensabais en ese momento, y eso está bien. No tenéis necesidad de disculparos.

Así que Shiva no dijo nada más. Si él daba la disculpa por buena tan fácilmente, que así fuera.

***

Al día siguiente emprendieron el camino como si nada hubiera sucedido. Los demás siguieron ignorándolo, como si su sola presencia fuera un insulto, y Shiva los ignoró a ellos de igual modo. Alexei iba a la cabeza del grupo, aunque tuvo oportunidad de hablar con él un par de veces.

Y entonces, como se dijo, llegaron a la capital. Vítores, saludos y sonrisas fue lo que recibieron allá por donde pasaron, ya que esta gente no tenía ni idea del ataque que habían sufrido. Para ellos, su rey volvía de Ystania sin contratiempos. Shiva vio a un sirviente salirse del camino para saludar a una familia que acababa de salir de una casa pequeña y a otro correr hacia una hermosa mujer que cargaba una cesta llena de frutas y que lo recibió con un beso.

-Ven conmigo –le dijo Alexei-.

Shiva lo siguió.

***

Desperté con un sobresalto, los golpes fuertes en mi puerta sacándome del sueño. Parpadeé varias veces, confuso por el cambio de escenario. Casi esperé ver una fila de jinetes avanzando a mi alrededor, el poco sol que se adivinaba entre las nubes incapaz de derretir la nieve a nuestros pies y ese frío intenso que calaba hasta los huesos impidiéndome pensar con claridad.

Reconocí la mancha de humedad en el techo por lo demás blanco. Estaba de nuevo en mi habitación, en mi cama, a salvo. En mi realidad nadie esperaba que presenciara una lucha que terminaría con la muerte de varias personas. Tampoco a mi primo teniendo pesadillas sobre eso mismo.

Estaba agotado y desorientado y me tomó un largo momento recordar que debía levantarme y abrir si quería que la persona que estaba golpeando la puerta dejara de hacerlo. Por Yaresh, la cabeza me palpitaba.

-Príncipe Perniwillan –escuché una voz llamándome desde el otro lado de la puerta-.

Me froté los ojos para despejarme y salí de la cama despacio. Aunque aquí no hacía frío seguía tiritando. Saqué ropa abrigada del armario y me cambié rápidamente. Cuando terminé, abrí la puerta despacio.

-Buenos días, señora Selma.

-Buenos días, Perniwillan. Tenemos visita.

La miré extrañado. La verdad era que rara vez teníamos visitantes así que sentí la suficiente curiosidad para volver sobre mis pasos y mirar por la ventana. Reconocí la figura de cabello negro enseguida, pues había venido aquí dos meses atrás también.

-¿Qué hace aquí el padre de Shiva?

-Lo acompañan lord Naser y su otro padre también –dijo la señora Selma-. Baja y habla con ellos. Los pobres hombres están desesperados por encontrar a tu primo.

Así como lo había estado yo hasta tener este sueño.

Los tres me esperaban fuera de la casa cuando salí. Me los encontré discutiendo acaloradamente, como supuse que hacían últimamente todo el tiempo. Se habían enviado soldados a cada rincón del país cuando Shiva había desaparecido, sin éxito, y tras un mes Sigul Naser, mortificado por no recibir noticias de su nieto, había admitido haberlo ayudado a escapar y haberlo enviado con su prima. La reacción en cadena que había tenido su admisión no había sido nada buena, y hasta el rey había tenido que llamarle la atención por muy amigos que fueran. Sin embargo, ni los gritos ni las amenazas cambiaron el hecho de que lord Naser ya se sentía lo suficientemente culpable por haber enviado a Shiva tan lejos y haber hecho que se perdiera por el camino. Después de eso, se enviaron casi todos los efectivos al este, pero ni siquiera así se encontró a mi primo.

Los había visto hacía menos de dos meses pero enseguida me di cuenta del cambio en su aspecto. Parecían haber envejecido en ese corto tiempo y el papá de Shiva, Darin, estaba tan pálido que parecía a punto de desmayarse.

-Su Alteza –me saludó Darin-. Espero que no le importune nuestra llegada.

-Por supuesto que no. Siempre son bienvenidos aquí, aunque no logro imaginar qué podría hacer por vosotros.

-¿Ha recibido noticias de mi hijo? Él siempre lo ha tenido en alta estima, si decide ponerse en contacto con alguien será con usted. Si sabe algo, por favor díganoslo. Estamos terriblemente preocupados.

“Sí, sé que ahora mismo está en Aenia porque he tenido un sueño, aunque no es que pueda probarlo…”

-Yo… -titubeé-.

-Necesito que mi hijo vuelva –intervino lord Yarandriel con voz furiosa-. Que se haya ido así sin más, dejándonos aquí…

Lord Naser estalló.

-Si solo vas a hablar para dejar claro que solo te importa la promesa que le hiciste a ese individuo mejor te quedas en silencio. No puedo creer que no estés preocupado.

-¿Que no estoy preocupado? –lord Yarandriel levantó la voz también-. ¡Por supuesto que estoy preocupado, es mi hijo! ¡Y te agradecería que a partir de ahora te reservases tu opinión para ti mismo, que ya has hecho suficiente!

Siguieron discutiendo, de paso ignorándonos al papá de Shiva y a mí. Tras un largo momento en el que quedó patente que no iban a detenerse en breve, y que íbamos a tener que quedarnos aquí parados viéndolos discutir, le indiqué que me siguiera.

Nos sentamos en un banco, ambos con la cabeza baja y las manos en nuestro regazo, nuestra voz un mero susurro. Se lo conté todo. Después de tantos años guardando mi don en secreto decirlo en voz alta no fue tan difícil como pensé que sería. Darin no se escandalizó, de hecho apenas levantó la cabeza durante mi historia, solo reaccionando cuando llegué al final de ella. Sus ojos se llenaron de lágrimas.

-¿Estará bien? –susurró-. ¿Cree que estará bien?

-Se trata de Shiva –respondí de la misma manera-. Siempre encuentra la manera de caer de pie.

Si había alguien que podía lograrlo era Shiva, sin duda. Tras ser cuestionado con la alternativa de vivir una vida miserable o escapar, había escogido esto último sin un segundo pensamiento, y eso ya requería coraje. Yo no había sido capaz de hacer la misma elección, pero al menos, después de tantos años, estaba aquí, a salvo. En mi caso, casarme con Sirhan era lo que me había salvado.

-¿Va a contárselo al padre de Shiva? ¿Lo que le acabo de decir?

-¿Y comenzar una guerra? –preguntó Darin-.

-Pero pasarán cinco años antes de que pueda volver. Todo ese tiempo sin que se sepa qué ha sido de él…

-A pesar del carácter de Kael, quiere a su hijo más que a nadie en el mundo. ¿Y el rey? El rey sigue pensando en él como… como si fuera su hermana que ha vuelto a la vida de nuevo. No van a parar hasta echar esa barrera abajo así sea lo último que hagan. Y una parte de mí quiere que eso pase –dijo el papá de Shiva. Me miró, una lágrima silenciosa cayendo por su mejilla-. Una parte de mí solo quiere que vuelva conmigo. Pero no puedo hacer eso. No puedo dejar que empiecen una guerra por mis motivos egoístas, y que tanta gente muera. Solo puedo desear que vuelva conmigo algún día por su propio pie.

Nos quedamos en silencio después de eso, cada uno sumido en sus propios recuerdos, mientras que lejos de allí, en otro país, otro fértil, distinguiéndose a sí mismo como dominante, despertaba y empezaba un nuevo día.

 

Notas finales:

¿Comentarios?

 

PD: La razón por la que Josie sí que puede ir en barco al inicio del capítulo y no le pasa nada es porque en ese momento la barrera está inactiva, si os habéis fijado pasan dos semanas desde ese momento hasta el final del capítulo, que es el tiempo que Shiva pasa inconsciente en el campamento con Alexei y compañía en el cap. 3 antes del ataque.


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