JIMIN
No sé qué pasó, había tenido el mejor sexo de mi vida con un sujeto que nunca hubiera pasado por mi cabeza, si mi cuerpo antes reaccionaba a su esencia, ahora se volvía loco por meterlo bajo llave y obligarlo a tomarlo las veces que se le diera la gana, pero esa frialdad aparente con la que había terminado todo… me sentí una puta, no podría darle más vueltas al asunto, sin embargo sus palabras al abrazarme… ese abrazo, sin que se diera cuenta inhale ese aroma a sexo y colonia que irradiaba su cuerpo, cerrando mis ojos hasta escuchar lo último y quedar solo de nuevo en el baño.
-¿qué?- ese maldito viejo me confundía, no se aclaraba ¿para qué aceptó? A lo mejor me hubiera quedado con las ganas, pero luego comprendí, mejor dicho, recordé esa mirada peculiar que había conocido en el restaurante, era una mierda de persona pero solo se protegía de eso que representaba un peligro y al parecer me acababa de convertir en uno-ese viejo- susurré a mis adentros sonriendo con malicia, con perspicacia; me había gustado, lo admito me gusta ese viejo veterano de brazos flacuchos y cuerpo medio formado, así que, como un buen “niño” no permitiré que mi juguete favorito se deshaga de mi tan fácil, el peligro se había metido en su casa y no se iba a ir así no más.
Me di una ducha, me puse una simple toalla en la cintura y baje despacio a la cocina, el trasero me dolía como un demonio, pero tenía al menos que disimular mi fuerza a ese sujeto que fumaba en el marco de la puerta que daba a lo que parecía un jardín.
-anciano- al instante volteó, apagando su cigarro en el cenicero que tenía en un mano, deteniéndose un instante para recorrerme con la mirada, incluso pude notar una sonrisa ladina aparecer, mientras caminaba fuera de la cocina y volvía al rato con mi ropa.
-aquí tienes, vístete, te llevo a tu hotel- la dejó frente a mí, en el típico mesón de una cocina- subiré por mi abrigo y nos vamos- cuando ya se marchó, tome mi ropa, quité la toalla de la cintura y comencé a vestirme, sin embargo, me atreví a dejar algo bien puesto en ese mesón, oculto debajo de una hoja de papel con algunas palabras, así terminé de arreglarme y salir a su encuentro en la sala.
-listo, vámonos- asintió y se dirigió a la puerta.
Tardamos una media hora en volver al hotel, escuchamos algo de música, él logró mostrarme algo de la suya y yo de la mía, incluso nos prometimos pasar algunas canciones luego, fue…realmente divertido y pude sentirlo suelto y tranquilo.
-llegamos, nos vemos Jimin- su sonrisa podía ser suficiente en ese momento tan poco cálido, pero si pensaba dejarlo como un buen juguete, tenía que actuar y rápido.
-nos vemos- le estampé un bueno beso en sus labios, riendo mientras abría la puerta y salía- por cierto, te dejé un regalo en tu cocina- un guiño fue suficiente para lograr ver y deleitarme con su mirada impresionada y ahora sí, entre risas de satisfacción, entrar al hotel, tratando obviamente, de disimular el increíble calambre en la espalda baja.
Fui recibido por J-Hope quien bien enojado, me hacía correr a la habitación, fijándose en cada caminar que el manager no estuviera rondando. Suerte que fue así y logramos llegar al dichoso cuarto, donde me dejé caer en la cama de lleno.
-¿y bien, me dirás?- negué con la cabeza, cerrando los ojos despacio-no te seguiré encubriendo, Jimin no puedo – a regañadientes me levanté, mirando al mayor con recelo-
-es un nuevo juguete, es todo-
-nunca te habías escapado antes por un “juguete”-
-este es… particular, necesita buena atención o sino escapa-
-hablas de un perro, Jimin-
-dile cómo quieras, con este me puedo divertir mucho- una sonrisa bastante burlona se escuchó, mientras desempacaba y empacaba las cosas del día de mañana y terminaba de arreglarme para dormir.
-[MSN]
“Vi tu regalo, tiene buen aroma, lo dejaré para jugar la próxima vez”
Para ser sincero no pensé que recibiría respuesta, o no al menos tan pronto, menos que una sonrisa tonta y pendeja se formará en mis labios; me calmé y respondí
[MSN]
“Buenas noches anciano”
Apagué el teléfono antes de que la tentación me ganara para ver su respuesta y cubriendo mi cuerpo con las mantas, dormí plácidamente lo que quedaba de la noche.
El día siguiente surgió de manera normal, ya solo me quedaba un día allí, pero no estaba bien, ese imbécil no me había dado respuesta y la verdad me hartaba mirar el teléfono a toda hora. Suspiré una vez más y volví la mente al trabajo, continué hasta que la noche ya terminaba y vi una silueta extraña en la salida del estudio, con un par de sodas en las manos, bien frías y una sonrisa socarrona; cuando lo vi, hablaba y bromeaba con los del grupo; me separé de ellos y con la mayor calma posible caminé hasta él, pero la verdad, mi mente, mi cuerpo querían lanzarse, desnudarlo y hacer algo más que saludar.
-hola, niño-
-anciano- respondí con una sonrisa, tomando con confianza aquella lata.
-¿vendrás a casa hoy?- me alcé de hombros, mirando en dirección a los chicos que murmuraban y trataban de ocultar el hecho de querer saberse el chisme - ¿ya terminaste, no?- asentí bebiendo de la lata un largo trago que cayó perfecto en mi garganta-bien, te recojo a los ocho en salida del hotel-
-¿quién dice qué estaré ahí?- mencioné altivo, en verdad se confiaba.
-esperaré exactamente treinta minutos, sino sales me iré- mencionó, antes de darse la vuelta e irse de allí, haciendo una seña de despedida con el brazo.
No sé cómo haría pero vaya que iría, lo dejaría esperando un poco para no verme tan fácil, además de que tendría que inventar nueva excusa, J-Hope… bueno bastantes cosas antes de salir, pero lo haría.
Y al fin la noche había llegado, J-hope me había más que rechazado, supongo que también quería proteger su dignidad, así que, fui directo con esa persona a la que le valdría mierda el asunto, Jungkook.
Estaba parado frente a la habitación que compartía con V, por suerte, sabía cuándo Tae salía a comer basura en la calle y toqué; pude escuchar unos pasos adentro y unos segundos después la puerta se abrió, dejando ver a un Kook con el cabello alborotado, ojos adormilados y la bata a medio poner.
-Jimin ¿qué coños quieres? Estaba durmiendo- reí, sabiendo que luego le tendría que devolver el favor doble.
-saldré, necesito que me cubras, si el manager pregunta dile que fui a buscar algo en recepción, créale cualquier mentira-
-¿y qué gano con esto?- suspiré, se hacía tarde y aun cuando dijera que lo haría sufrir, dudaba en sí me esperaría así fuera un segundo más.
-nada sale mal, seré tu esclavo por un día- vi esa malvada sonrisa de conejo ensancharse y simplemente asentir.
-bien, lárgate- justo cuando me cerró la puerta en la cara, suspiré aliviado y corrí hacia mi habitación, tuve suerte de que en esta oportunidad me tocará solo y metí a mi bolso negro algo de ropa y otras cosas, para después salir del cuarto y caminar a la salida.
BYOU
A penas estacioné, tomé el teléfono y comencé a contar treinta minutos como lo había prometido, así, apague el auto y me dediqué a esperar… Ya en el minuto 29, encendí el vehículo y escuchaba esa chillona pero dulce voz acercarse a un paso que consideraba demasiado lento. Suspiré y amagué un intento de arrancar, a lo cual el menor dio un salto y corrió hacia mí, pero oh sorpresa, solo me había movido medio metro. ¡Hace mucho no reía como en esa ocasión! Se adentró con el ceño fruncido dedicándome un fuck you.
-ya, no seas niña- le dije, después de haber mermado la risa, ahora sí, dando marcha al auto.
-eres un anciano decrépito sin vida- escupía su veneno pero solo podía encontrarlo divertido.
A los minutos, con la autopista despejada, llegamos a la parte baja de un mirador que me gustaba mucho, estacioné y le sonreí –baja, llegamos- le dije, bajando efectivamente del auto, para caminar a la parte trasera sacando del maletero unas cuantas mantas.
-¿por dónde?- preguntó, a lo que le hice una leve seña y empecé a caminar. Solo fueron unos minutos en los que subimos algunos escalones y llegamos al mirador. Estaba viejo y olvidado, pero se podía divisar una hermosa parte de la ciudad, me acerqué al barandal e inhalé.
-es hermoso… vaya- lo vi acercándose, mirando su perfil delicado y bien formado, sonreí de manera inconsciente.
-la última persona que traje aquí lo tomó con desprecio- mencioné, sin quitar la vista de la ciudad.
-seguro traes a tus amigas vejestorios aquí- reí, inclinando un poco mi cuerpo hacia adelante.
-no, de hecho eres la segunda persona que traigo, y pensar que con la primera me demoré dos años en traerla y lo rechazó, es increíble haberte traído y que digas que es hermoso- por alguna razón no podía dejar de sonreír, así que cerré los ojos.
-soy una persona a la que se le dificulta mentir- asentí y me separé para ir a tender una de las mantas en el suelo e irme a sentar-¿qué haremos ahora?- alcé mis hombros sin darle importancia, era obvio en que terminaría este encuentro, pero ahora mi cabeza estaba atiborrada de cosas que en realidad solo quería pasar el momento.
Palmeé el lugar a mi lado y viendo que se sentaba, tiré mi cabello hacia atrás- a veces solo se puede pasar un rato ¿no crees?-
-pues sí pero…-
-tendrás tu sexo, Jimin no te preocupes-
-no es eso…-
-no me molesta que lo sea-
-estoy sorprendido-
-lo sé- lo miré unos instantes de nuevo, realmente se le notaba esa expresión de “mierda, no sé qué decir”, así que nuevamente, reí, me lancé sobre él y descubrí que Jimin era muy expresivo.