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Cuando el invierno llega / hunhan por LYhobbit

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Notas del capitulo:

Hooola!!!!

♥♥¡Feliz día del amor y la amistad!♥♥

Aquí nueva actu!! Espero les guste ;w;

Un lunes por la mañana, luego de las clases, Luhan ha visto mejora con el pasar de los días. Hace algunas anotaciones en una libreta, y de vez en cuando, echa un vistazo al joven escribiendo en una hoja de papel. El dibujo; Sehun ama dibujar, ama sus colores pastel para crear fantásticos escenarios de los ventosos otoños y de los mágicos inviernos, de la dulce primavera y del caluroso verano. Luhan también ama verle dibujar, adora las decenas de ideas plasmadas del menor en las hojas blancas y ello le saca una sonrisa que perdura el día entero. Todo marcha perfecto, conoce un poco más del menor y la confianza está creciendo sin detenerse ni un respiro. Sehun ha podido dormir mejor, le ha compartido su habitación para quedarse juntos hasta el amanecer en medio de cobijas, almohadas y decenas de anécdotas cuando los padres no están. Y cuando la pareja sí se encuentra y no sale por trabajo, el chico especial se suele frustrar porque duerme solo, sin ver la dulce mirada antes de entrar a los brazos de Morfeo; Luhan también ama esa faceta de enfados dulces y gruñidos disimulados.


Luhan ama cada faceta nueva mostrada en su menor.


—¿Ya casi terminas? —pregunta de repente.


—No, f-falta mucho.


—¿Cuánto es mucho?


—Mucho —dice sin más, volviendo su vista al papel.


—Te estás esforzando demasiado, pero sé que te va quedar hermoso como todos los demás.


Luhan ha visto todos los dibujos; desde su niñez hasta su casi extinguible adolescencia. Sehun se los muestra orgulloso y sin miedo a que se burle, porque no lo hará. Todos guardados en carpetas coloridas con estampas de flores, nubes y animalitos del bosque, otros tienen estrellas y figuras animadas; pero a Luhan le atrae más las sílabas encadenadas a la mitad del papel: el nombre de Sehun está trazado en colores. Sehun, ese nombre le queda perfecto a su paciente, con belleza celestial en el interior como en su exterior. Sehun es guapo, porque más allá de su ternura, el menor derrocha una singular belleza masculina. Sus facciones de adolescencia están cambiando, y se transforman en rasgos de un hombre apuesto y atractivo. Sehun huele bien además. Luhan ama el olor a maderos que su menor usa todos los días. Respira la fragancia emanada del pecho en su menor cuando duermen juntos y ello le hace soñar en lunas blancas brillando galantemente.


Se pregunta, cuándo empezó a ver a Sehun de esa manera.


—No —se detiene un momento, sintiendo la inspiración abandonarle, guardando sus hojas y el dibujo en una carpeta azul y sus pinturas dentro de una caja de cartón dorado—, e-este es más e-especial.


—Oh, ya veo.


Hmm —Bosteza luego de haber guardado todo en un baúl de roble y cerrarlo con llave.


—¿Cansado?


—Un p-poco.


Ese día, ambos habían jugado memoria con colores y números. Sehun supo perfectamente recordarlos y emparejarlos. Ya no era tan difícil contar los números, y aunque en un principio solo supiera contar cantidades mínimas, ahora ya sabía más allá de los miles. Aprendió a poder escribirlos y señalarlos, equivocándose en muy pocos casos. Por eso le premió dándole tiempo para dibujar. No había duda alguna, los miedos y castigos crueles eran quienes reprendían su aprendizaje. Los cambios no eran tan significativos como el señor quería; no obstante, la señora de la casa se sentía más segura y agradecida con Luhan. Las peleas entre la pareja habían disminuido, ya sea en la cenas o comidas, pasando a ser únicamente paz silenciosa, aunque algo incómoda, respirándose un aire menos pesado aun con la ausencia de los padres.


La actitud de Sehun ahora también se describía en admiración hacia alguien. Su madre ni su padre nunca lo notarían; jamás, porque su primogénito ocultaba emociones inclinadas hacia la belleza de su probablemente primer amor. Sehun podía dormir por las noches con gestos apacibles, sin congoja. Las pesadillas desistían en visitarle porque sabían muy bien que al salir el sol, en las tardes anaranjadas y en las noches ventosas, ese alguien perteneciendo en su corazón estaría allí para hacer de su día especial. Tan especial.


—¿Y bien? dime, ¿cómo aprendiste a preparar el chocolate?


—Y-yo vi a mi na-nana, me-me mostró y-y dijo.


Luhan le escucha atentamente, sin voltear a otro lado que no esté Sehun. Los minutos posteriores son de reflexión y respiraciones etéreas. De pensamientos inciertos y miradas furtivas.


De  sonrojos sutiles sin poder ser evitados.


—¿Quieres ver una película?


—Papá no me-me de-deja.


—No le diremos.


*


Aquella noche de fríos suaves y vientos persistentes, fue una noche a solas entre temblores en películas de terror, en asombros con episodios de acción y de carcajadas en las comedias. De un Luhan observando cada gesto de su menor, encontrando así, las mayores fortalezas y debilidades en Sehun.


Era difícil que aprendiera encerrado y en silencio, con libros, libretas y tinta negra adhiriéndose al papel, como lo hubo hecho durante esas casi dos semanas de clases particulares por más de 30 minutos. Sehun se aburría muy fácilmente e intentaba divertirse con cualquier objeto en esa habitación, además progresaba muy poco.


Pero los más importantes hallazgos llegaron después de un interrogatorio. Descubrió la habilidad de sus ojos con su cerebro; era impresionante. Le hizo varias preguntas sobre las películas y aunque aún se le dificultaba hablar, Sehun recordó todo lo visto: cada escenario, gestos y sentimientos. No hubo error alguno en sus oraciones, descripciones bien detalladas y definidas. Tal vez era así como había aprendido a vestirse y a hacer cualquier cosa de adultos con facilidad; solo mirando. Otro hallazgo afortunado, era que tenía una facilidad sorprendente para recordar sonidos. De su boca habían salido frases de personajes que según al joven, le habían llamado la atención.


Lo que se debía pulir era la manera de enseñar por parte de los docentes, instruir con paciencia y perseverancia, algo que evidentemente no dependía solo del estudiante. Parte de sus planeaciones de enseñanza, estaba el mostrar el verdadero mundo en carne propia: sonidos, escenarios, aspectos invisibles al ojo humano. El uso de la realidad cuando Sehun debiera enfrentarse a ella y diese sus primeros pasos fuera de su hogar hacia la libertad misma.


—¿Qué película te gustó más? —pregunta dejando su bloc de notas a un lado.


Habían visto los filmes en el cuarto del enfermero; se había decidido así ya que la habitación del menor no tenía algún aparato con el que pudiesen pasar horas mirando películas, ni siquiera el móvil ambiguo. Luhan contaba con un televisor pequeño y un reproductor de películas en su dormitorio.


—Ni-ninguna.


Una carcajada resuena en las cuatro paredes. Sehun permanece serio y estático; no entiende por qué se ríe su mayor, tal vez porque dijo algo tonto. Sus familiares siempre se burlan de él, en especial sus primos.


—¿De verdad? Pero si las recuerdas bastante bien —suelta sin dejar de reír.


—S-son a-burridas.


—¿No sentiste nada? —continúa con la interrogación.


—So-solo no me-me gustaron —mueve sus pupilas a cualquier lado que no sea con Luhan, porque el colorete rosa ha comenzado a florecer de sus mejillas.


—Pero si tú las elegiste.


—Es p-porque a hyung le brillaron los o-ojos cuan-do me las mos-tró y cuando l-las vio s-se veía l-lind- —cierra la boca y se aparta de los pucheros infantiles.


Comprendido, se siente cautivado al saber que su paciente comprendió sus gestos como nunca antes lo habían hecho sus amigos y familia, como si aquellos ojos hubieran estado atentos a sus más minúsculos movimientos de alegría, de tristeza, de molestia y aborrecimiento. Es cierto, moría por verlas desde hace mucho, las había tenido guardadas en una caja y allí solo se empolvaron con el caminar de los días hasta pasar más de un año; no deseaba verlas en soledad porque se había acostumbrado a los sonidos incesantes de sus pacientes en el hospital. Además, si Luhan tuviera algo que decir sobre la actitud pesimista de su invitado, sería que disfrutó mucho las películas, acompañado de aquella actitud reservada y discreta, sin que nadie les interrumpiera. Saboreando las palomitas y bebidas de frutos rojos preparados por la nana, degustando el dulce postre de manzana y los platillos salados. Disfrutando solo de su compañía entre ellos dos, como si hubiesen sido los dueños de aquel hogar mucho más vivo, mucho menos muerto.


—¿Soy lindo?


—Hyung e-es muy hermoso.


—Sehunnie lo es mucho más.


—F-falso —Luego apunta directo a su mente y luego a su corazón—. La calidez hermosa d-de hyung e-está a-aquí.


En los ojos de Sehun, brota un tipo de tierna incandescencia desconocida en el enfermero. Es tan extraño y delicado al mismo tiempo, y fungen como una caricia en el subrepticio de su alma. Una caricia benigna, y prohibida.


Acaricia el pómulo izquierdo y muestra una medialuna en sus labios agradeciendo al destino haberlas visto junto a Sehun,junto a un algo más.


—También la calidez de Sehunnie está aquí —dice apuntando su mente y luego tocando justo en donde su corazón late impacientemente —Y me gusta mucho que Sehun esté aquí— Besa las dos mejillas del chico para rematar con un beso sobre la nariz pintada en tenue carmesí—. Me encanta.


*


Es un atardecer apenas rojo, apenas plateado, apenas ventoso. No hay nieve, ni siquiera rastros de ella aunque ya poco a poco se acerca la temporada invernal. Luhan cree que ya es invierno, pero todavía falta un poco más para que por fin lo sea pese a que la ciudad se ha bañado de blanco por algunos días e incluso semanas. El otoño se está acabando y de los árboles solo quedan algunas hojas por tocar el asfalto. Luhan solía odiar el frío, ahora ya no lo hace, tal vez porque le recuerda la manera de ser de Sehun, tan brillante y pulcra.


Sehunnie, tú puedes hacerlo, solo esfuérzate un poco más —unas palabras atraviesan las paredes crema.


—No, no pu-puedo —expresa apretando el lápiz de su mano.


—¡Claro que sí puedes!


—Es-es… ¡Me-me o-odio!


—¡No digas eso!


Hyung es-tá tra-trando c-con un t-torpe…—las lágrimas se resbalan por las mejillas y por fin suelta el lápiz, cerrando lentamente el libro.


—No es así, tú eres brillante, muy brillante.


—No-no, soy… un ton-to, yo…


—¡Basta! No digas nada más por favor, ¿sí? —el enfermero también aleja el libro mientras lo cierra de la misma manera en que lo hizo el primero —Sehunnie, mírame.


—Es-es que… no-no p-puedo ha-hablar c-como un ad-adulto.


—Tengo una idea —Hace levantarse al menor del escritorio y lo lleva a la cama. Segundos después, se sientan y el mayor le hace mirar sus ojos—. Repite hyung.


—¿Eh? —suelta confundido.


—Repite —ordena tomando la barbilla ajena sin soltarle. Aunque Sehun no hace el intento de alejarse, y solo se deja llevar por las suaves manos.


—H-hyu…


—No, así no, hazlo como me llamas siempre, como cuando estoy en mi habitación, en la sala o en la cocina y me necesitas ¿entiendes a qué me refiero?


¿Hyung?


Sehunnie, vas a intentar llamarme sin detenerte —Se pone de pie. Sehun hace lo mismo, copiando el primer paso del enfermero, por lo que lo devuelven sutilmente a la cama—. Vas a llamarme como un adulto lo hace, con firmeza y sin titubeos, por cada tartamudeo daré un paso atrás y entonces saldré de tu habitación y me iré y no regresaré hasta mañana, ni dormiré contigo —avisa—, por cada que lo hagas bien, entonces cumpliré todo lo que me ordenes… Llámame.


Sehun baja la mirada, sus mejillas se han secado y por fin comprende qué debe hacer para no dejar ir a Luhan. Le mira parado en medio de su habitación, seguro, sin tenerle la más mínima compasión, aunque es un poco más cruel comparado a otras veces, porque tiene pavor. No entiende por qué el temor de que se vaya, pero hará el intento de no dejarlo ir, de esforzarse en su habla, de hacerlo mucho más que solo perfecto.


Hyung… —hace una pausa y ya no quiere decir nada más por miedo a trabarse en alguna sílaba. Deja de mirar sus piernas y su mirada va directo a los pies de Luhan que van de retroceso por cada segundo desperdiciado—. Hyung, no te vayas…te necesito…


—¡Excelente Sehun! ¡Lo has hecho increíblemente bien!


—Yo… necesito a hyung


—Muy bien… —felicita.


—Te necesito…te necesito, te necesito…


El tiempo se detiene. No hay horas ni segundos, cada lapso se vuelve un suspiro sempiterno. Y se sitúa allí, en dos corazones aparentemente diferentes.


El silencio se apodera de los labios del mayor y ya no hay nada en esa habitación. Son solo Sehun y él. Los muebles se borran, transformándose en la nada, los gritos del viento se vuelven melodías y el frío se mezcla con los calores veraniegos hasta desaparecer al fin. De su cuerpo entero se desprende un aura tibia y Luhan solo sabe que quiere seguir oyendo esas palabras de la boca de Sehun. No entiende por qué, pero le hace feliz, muy feliz.


—Se-Sehun…


Hyung se ha e-equivoca…


Yo también te necesito.

Notas finales:

¿Les gustó? x'D

Pronto haré una nueva actu.

Y mil gracias por cada visita y el hermoso comentario, lo aprecio mucho; claro que si... dejaran una nueva opinión, crítica o review xD, alimentarías mi alma impura *muhahhahaha*

Ok, nos vemos pronto!!!

Y feliz día!!!♥


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