Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cuando el invierno llega / hunhan por LYhobbit

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola, aquí nueva actu!!!!!!!!!!!! espero les guste ;_;

La tarde se ha consumido, y ahora es la noche quién invade de oscuridad todo el hogar, Sehun había salido para apagar las luces y aprovechar los tenues rayos del sol durante el dorado ocaso. Luhan le había visto, sus pasos eran sigilosos, escondiéndose de él, por lo que no se atrevió a hablarle, en realidad ninguno se animó a conversar tan siquiera un segundo.


Los padres de Sehun no han llegado aún. Luhan se siente extraño, totalmente solo dentro de esos muros. Además no sabe dónde puede encender las luces, y el miedo ahora es quien irrumpe sus pensamientos. En algún momento, los ojos de los cuadros podrían moverse y seguirle cada uno de sus movimientos; o eso ha visto en películas de suspenso y terror. Solo ha podido recordar en dónde está la cocina, la entrada, la sala y el cuarto de la persona a su cuidado donde allí sí hay luminosidad; pero hay muchos más cuartos y necesitará de un mapa para no perderse en un futuro ya no tan lejano. Quisiera ir a platicar con Sehun, como solía hacerlo con sus pacientes en el hospital y despegarse de los miedos aún dentro de su piel, pero sabe que podría hacerlo enfadar y realmente no lo desea; eligiendo ir directamente a la sala.


El frío es abundante en la ciudad, y ha comenzado a invadir también su cuerpo, sin importar si todo el lugar está completamente cerrado y los ventiscos no pueden entrar. Su suéter ya no es suficiente para el clima gélido de esta noche, y su gorro se lo quitó apenas sintió calor en su recorrido por la casa. Sus pies están congelándose, y la única manera de entrar en calor es frotando sus manos y emanar un poco de vapor sobre éstas.


Se recuesta sobre un sofá, y por fin escucha un auto detenerse cerca de la entrada. Podrían ser los padres, o quizá algún sirviente o mayordomo.


Una llave entra, o eso alcanza a oír, y por fin escucha voces. Una mujer enciende una luz y allí se percata de la persona con quién había entablado una conversación hacía unos días atrás. Luhan voltea y agradece por todo los cielos a que por fin llegó la familia.


—¡Oh, joven! Disculpe por haber tardado. El tráfico en la ciudad es terrible —exclama la dueña quitándose el abrigo poniéndolo en un sobrio perchero. Es la madre, Luhan la conoció en el hospital. Recuerda aquella extraña conversación de pocos minutos. Habían platicado muy poco del joven de quién cuidaría, ella se mostró bastante ansiosa cuando su teléfono sonó, contestó muy rápido y luego se tuvo que retirar agradeciendo el tiempo prestado—. ¿Sehun no te mostró tu habitación? ¡Ah, le expliqué muchas veces cuál era!


—Ese chico, está totalmente malcriado, pero enseguida me va a escuchar, aquí no toleraré ese tipo de comportamiento —musita un hombre vestido elegantemente con traje negro y moño en el cuello. Podría ser el padre, Luhan no lo había visto, es la primera vez. Sin embargo, se le ve notablemente molesto cuando nombra a su hijo. Sus facciones y rudeza con la que habla y se refiere al muchacho es perceptible —¡Sehun!


Luhan se sobresalta por el grito, pero no dice nada. En los 5 segundos posteriores marcados por el segundero, abre los ojos en par justo al voltear a la derecha. Sehun ya está allí, a un lado de las escaleras, parado con la cabeza mirando el suelo, descalzo, y sin haberse cambiado aún o puesto el pijama. Luce temeroso, sus manos juegan enredándose y tejiéndose para aminorar la sensación de temblores emergiendo sin vergüenza alguna de cada poro.


¿Será que le teme a su padre?


Porque parece que no solo él teme.


—¿Acaso no sabes tratar bien a los huéspedes? ¿Es que acaso eres realmente un tonto? ¿No puedes decodificar unas simples palabras? —Camina mientras se va acercando su hijo. Le intimida con cada paso, tan firme y superior. No hay seña de algún cambio de comprensión, tal como el señor y jefe de la casa que es.


La mujer solo mira a su hijo con consternación, porque no podrá defenderle, porque con esa simple mirada en su pareja sabe que no podrá hacer nada, aun y por más que lo quiera y ame. Solo baja la cabeza y frunce el ceño; rendida. Aunque por dentro esté deseando hacer algo por su primogénito.


—Señor Oh, no es su culpa, yo quise quedarme aquí esperando por su llegada. Si debe culpar a alguien es a mí, yo… preferí estar aquí para sus avisos y aclaraciones acerca de mi…protegido —interviene, y el señor Oh se detiene, virándose hacia él. Luhan tiembla, solo un poco, porque no sabe si actuó de la manera correcta, solo sabe que su instinto de protección le ha hecho desenvolverse como se debe—. Incluso me ofreció una taza de chocolate caliente, Sehun es muy amable.


—¿Lo que dice este joven es cierto, Sehun? —se devuelve a su hijo, nombrándolo seco, sin borrar facción alguna de intimidación.


—S-sí.


—Young, muéstrale su habitación —ordena a su esposa y se retira con algunas risillas sarcásticas, perdiéndose más adelante en uno de los corredores.


La señora envía algunas señas a Sehun para que éste vuelva a su habitación, señas  dirigidas también hacia Luhan para que le siga.


—En este lugar dormirá usted —Le muestra el cuarto.


Es pequeño pero lo suficientemente cómodo para poder descansar. Tiene una cama individual, cobijas, un buró con una lámpara de suave tela, un escritorio con un computador, y finalmente un armario. Además está el hecho de que la vista de su única ventana es impresionante, puede mirar la cuidad pintándose de navidad. Asombrado, se asoma por la puerta y nota que su habitación está junto a la de Sehun, así podrá cuidarle sin ningún problema cuando éste le llame.


—Disculpe…—detiene a la mujer cuando ya va a salir.


—¿Sí?


—¿Qué tipo de discapacidad sufre su hijo? No me lo dijo todo y necesito saberlo, solo sé que sufre un tipo de retraso mental o algo así. El doctor Kim me dijo muy poco, y debo saber todo.


—Es correcto, tiene discapacidad intelectual, retraso mental leve —explica la mujer con una de las miradas más cálidas que Luhan hubo visto en su vida; tal como el amor de una madre—. Es un buen chico, se esfuerza en todo, y aunque a veces falle, no se rinde. Hay algunos problemas para socializar, es más bien porque le da pena hablar y eso, pero en casa siempre platica con sus primos. Sus tíos lo quieren mucho, y sus abuelos lo consienten. Es un muy buen hijo, nieto y primo, nunca pelea, es muy obediente; no le dará problemas, eso se lo puedo asegurar.


—¿Alguna enfermedad física, padecimiento? ¿Miedos, temores?


—No, no, no, está saludable, casi nunca suele enfermarse —expresa con seguridad—. No tiene miedos, nunca dio molestias, desde pequeño se acostumbró a dormir sin compañía y con las luces apagadas, sin osos o juguetes. Tiene el sueño tranquilo porque nunca le escuché gritar horrorizado.


Luhan se pregunta, si toda la familia le ama y le brinda cariño, ¿por qué entonces actúa tan distante con él?


—Oh…y dígame, su padre, es decir, el señor Oh, ¿siempre es así con él?


La mujer no dice nada, solo baja la mirada y sale de la habitación, cerrando suavemente la puerta.


Luhan cree entender por qué a Sehun le cuesta confiar y pone un límite a la cercanía, encerrándose en su mundo, evadiendo la realidad con frialdad y afonía. Su propio padre actúa tan cruel y lo demuestra estoico sin importar qué. Y la verdad aquí también es que duda de aquel amor fraternal que la mujer cuenta de sus más allegados para con él, porque si así fuera, Sehun sería evidentemente disímil. Al menos un poco más afectuoso e inquebrantable.


Duda también que no tenga miedos y pueda dormir plácidamente por las noches, duda del amor, duda de todo, menos de Sehun.


Y se dicta a luchar por todas para ganarse al joven, ganárselo sin tener condiciones, chantajes, o gritos de por medio. Ganárselo como se ganaba la confianza y amabilidad de aquellos pacientes del pasado.


Y sabe que puede, porque no se rendirá.


*


Las cortinas bailan suavemente cuando el viento gélido de otoño se cuela ligeramente por la ventana y susurra despacio sobre la tela de algodón. Ya es de día, lo avisan las personas pasando por la ciudad, murmurando palabras sin sentido quedándose en el aire, los puestos siendo abiertos con efecto dominó y algunos pajarillos cantando friolentamente, soportando aquellos fríos otoñales de Corea. Luhan apenas puede levantarse, es la primera vez durmiendo en un colchón muy suave y cómodo. Permanece sentado por algunos segundos, y cuando su reloj suena, recuerda que está en ese lugar para trabajar. Bajando las escaleras hasta llegar a la mitad de ellas, logra oír murmullos de la nana hacia una sirvienta, sobre algo de un viaje de negocios de duración media. Los padres saldrán por trabajo, y no regresarán en una semana, comentan después.


No entiende por qué su corazón duele tanto, apenas es su primer día de trabajo y ya siente compasión por alguien que supuestamente lo tiene todo. Qué tanto dolor guardará su paciente en su compleja vida solitaria; es vasta y sempiterno, es lo único que conoce del menor.


Divisando todavía en esa altura, se vira hacia la izquierda, derecha, centro y espaldas. No ve a Sehun por algún lado y se devuelve a la segunda planta para visitarle en este refulgente sol y sonreírle.


—¡Buen día! —llama a la puerta con mucha emoción. Olvidando por un momento que al chico le gusta la tranquilidad, por lo que la intensa emoción es disminuida—. Bajemos a desayunar.


Nadie le contesta, es solo un silencio allanando la habitación. No lo piensa más y la abre para notar el vacío en aquellas cuatro paredes de concreto pintadas en tono beige.


—A-aquí está tu de-desayuno.


Escucha a sus espaldas, en tono tembloroso. Y efectivamente, al mirar atrás, las manos de Sehun tienen una bandeja de plata. Jugo de naranja, pan con mermelada y más leche con chocolate serán su merienda esta mañana. La presentación de los alimentos no es del todo la mejor, porque las bebidas están un poco regadas y el pan tiene excesiva jalea; no obstante, Luhan le agradece con una medialuna sobre sus labios.


—P-pasa.


Una mano le incita hasta el fondo, y le cede primero la entrada.


—Gracias.


En verdad no se equivocó ni mintió en la noche de ayer. Sehun es cálido y amable sin importar su condición, y aunque el inicio no fue el mejor, una confianza liviana ya ha empezado a florecer en aquel corazón de hielo inofensivo.


—Gra-gracias p-por lo de a-ayer.


—¿Eh? —Luhan toma la leche y pan, comiéndolos al mismo tiempo. Se pregunta por qué le han dado las gracias, cuando es él quien debe agradecer a la atención ofrecida. Entonces lo ha comprendido con un par de pupilas nostálgicas y agradecidas; ese ayer se refiere al padre—. Está bien, no te preocupes, debo cuidarte ¿o no? Para eso estoy aquí. Mientras esté contigo, no permitiré que te hagan daño, mucho menos él —enfatiza con notable confidencia, como si ya pudieran ser desde hoy amigos.


—Su-supongo —Esconde su rostro bajo su brazo.


Se ve tan lindo con esa gélida timidez.


—¿Tú preparaste esto? —exclama sin dejar de masticar y beber.


—S-sí —el menor continúa escondiéndose.


—Está delicioso, realmente no creo que necesitas ayuda de alguien —bromea, no del todo, y sorbe las últimas gotas de su bebida achocolatada—. Parece que mi trabajo no es el más eficaz —una mueca divertida se traza sobre él—. Mira, ya me has dado de comer, y debería ser al contrario. Cuando aprenda a hacer pasteles, será de chocolate, y tú serás el primero en probarlo, ¿te gustaría? ¡No, mejor lo haré en tu cumpleaños! Me esforzaré en que quede delicioso como tu chocolate caliente que me diste a probar a mi llegada…


Aunque no le respondan él sigue conversando con suma familiaridad, porque ya son amigos, ¿no? Porque se ha comenzado a ganar a Sehun de a poco a poco; en menos de un día y con el paso de una larga y exhaustiva noche.


Porque todo lo siente muy cálido. Tan cálido. Como si el cristal bloqueando a su entrada estuviese siendo retirado por el mismo dueño de aquel corazón de hielo.


Con una mano, el menor invita a Luhan a pasar mucho más al fondo de su habitación. Le ofrece además, un espacio en la cama mientras palmea una esquina. Baja la mirada, otra vez, cuando el otro accede de inmediato y se sienta muy junto a su cuerpo, a casi veinte centímetros de distancia del rostro de su enfermero. Luego, Sehun estira los brazos para arrimar una mesita hasta ponerla frente a su acompañante. Y le anima a que deposite la bandeja y pueda comer con mejor comodidad al ver los gestos incómodos.


—¿Sehun?


¿Hmm?


—¿Tú ya comiste?


El chico mueve la cabeza, afirmando una y otra vez; asintiendo con la misma cobardía tierna que a Luhan le ha empezado a fascinar.


—¿Qué harás ahora?


No le responden, y no es que el chico no deseé responder. Luhan puede notar cómo se esfuerza pensando para contestarle. Frunce el ceño y luego entreabre sus labios.


—C-clases, e-español y ma-matemáticas.


—Tú puedes, yo estaré animándote.


El sosiego y la congoja se dispersan por todo el lugar, acaparando cada rincón en el momento de su alegría, como si un océano en tonos negros estuviese invadiendo sus cuerpos. Luhan no había tenido antes esa sensación,  o quizá sí, pero ahora es más pesada y no le agrada, porque los rasgos de Sehun pasan a ser un ahogo de pesimismo en el mismo lugar en el que el día de ayer hubo disfrutado de escuchar dulces melodías de una próspera navidad. Y en que justo hace unos momentos, las barreras de cristal eran sutilmente retiradas, respirándose un sosiego confidente e incluso, inquebrantable.


Sehun está triste.


*


Las clases comenzarán en poco. Sehun se ata en el vacío de su cuarto, esperando a su profesor minutos antes de ver salir a su confiable compañero y escuchar susurrarle nuevamente un “tú puedes, te veo más tarde” evitando no poder entregarle algo de optimismo en una mueca firme.


La puerta vuelve a abrirse, pero esta vez es un hombre de rasgos adultos y fríos penetrando en su escasa seguridad.


—Comencemos.


Luhan escucha todo desde su habitación mientras acomoda un par de playeras dentro del armario. Hay gritos, desprecios e insultos traspasando su muro, entonces, se acerca a él. Su pecho se oprime y sus ojos se nublan, y cuando intenta despegar el oído de lo frío de ésta para dejar de sufrir, un golpe se hace presente. No sabe si aquello fue solo un juego de parte de su imaginación, y se intenta convencer de que eso fue. Se despega poco a poco del muro, y de pronto un nuevo golpe se desliza a sus oídos, y ya no es uno ni dos, y se van multiplicando a más de una decena. Los insultos también varían junto a los azotes haciendo eco en su mente. Quiebran más y más su firmeza por evitar meterse en lo que no le corresponde; que su paciente está, injustamente, siendo castigado.


Y se queda pensando en qué puede hacer.


—¿Qué dice aquí?


—La-la nochila…


—¡La mochila! ¡Tan tonto eres! ¿Y aquí?


—A…a-zul c-con c-círculos bl-bloncos…


—No te detengas, lee continuo, un bebé lo haría mejor.


—S-se…se e-ncu…entra-a e-en el-


Esta vez, resuena más fuerte el golpe, porque incluso, puede escuchar un cuerpo golpeando el piso.


“…Debo cuidarte ¿o no? Para eso estoy aquí. Mientras esté aquí contigo, no permitiré que te hagan daño”


Se siente como todo un mentiroso, y ya no quiere permanecer estático, sin hacer nada. Por fin se da el valor y sigilosamente sale de su habitación. Espera un poco frente a la puerta, decidiendo cómo detener al instructor o cómo no hacerlo. Finalmente se ha decidido, pero es entonces, que la puerta se abre muy inesperadamente.


—Espero que tenga suerte con el chico, no se esfuerza para nada, así son los retrasados como él. Mejor voy a renunciar, no puedo más, es un idiota —sale el respectivo instructor.


Instructor al que Luhan ya le ha tomado cierto desprecio. Porque cuando mira detrás de aquel desecho humano, Sehun está encogido, abrazándose a sí mismo, rodeándose con sus brazos en una esquina, muy diferente al de la mañana. Temblando, murmurando incoherencias al ritmo de unos lagos amargos e imparables bajando hasta su cuello. Las libretas y libros también están regados por doquier, haciendo parecer que un tornado arrasó únicamente en esa habitación.


Sehun está llorando.


La mesa también está diferente a cómo Sehun la había puesto para cuando Luhan desayunó en ese lugar. Está volteada, con lápices, pinturas y hojas regadas por doquier.


Sehun está lastimado, no solo físicamente.


Luhan, por puro instinto, corre hacia el muchacho, rodeándole y animándole con las palabras más sinceras, regaladas desde el fondo de su corazón. Le toma delicadamente la cabeza y le observa el rostro húmedo, detallando las marcas rojas explayándose sobre las pálidas mejillas. Acomoda el rostro afligido sobre su pecho, regándole calidez, como si esa fuera la medicina para curar uno de los tantos miedos descubiertos en el menor. Y Sehun siente tan bien el tacto de su mayor profundizándose dentro de su cuerpo, no solo en el exterior. El pecho subiendo y bajando le hace sonrojarse en un tiempo súbito, porque a pesar de estar llorando y apenarse de parecer un niño tonto y miedoso, con Luhan todo eso se ha esfumado en poco más de un día, en cuestión de segundos infinitos. El olor y la suavidad entregada en ese cuerpo envolviéndolo es como esos deseos de sentir la paz de aquellos sueños de felicidad acabando por completo con el dolor casi eterno.


Y comprende en ese abrazo, que estar con Luhan, es encontrar otra parte de vida nunca antes sentida, es un inmaculado alivio.

Notas finales:

Para la próxima una nueva actu!! Esperen 7u7

—Si quieren pueden dejar un lindo coment. los invito a dejar una opinión o sugerencia; no muerdo ni nada ;_;

Bye~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).