Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dreamland por Mizuki Nozomi

[Reviews - 64]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Este capítulo es especial TuT me costó mucho poder terminarlo; temía tardar otro horrible mes más dejandoles en espera :'v
Les advierto que incluye muchos feelings(? :'v <3 

¡Disfruten! 
¡Shizaya is love!

Para Shizuo, la pregunta del demonio fue tan simple que incluso le parecía una broma. Algo tan fácil de contestar que ni siquiera era necesario pensarlo; pero conforme los escasos pero increíblemente silenciosos segundos pasaban, se vio frunciendo el ceño ante la falta de respuesta del informante, quien parecía más incómodo que molesto por la pregunta dada.

— ¿Apenas empezamos y ya vas a rendirte? -el falso Shinra le ganó la palabra al estar a punto de apresurar al menor, y es que, para ese momento Izaya ya debía saber que no podía detenerse a temer en revelar sus secretos... De algún modo –uno no verbal– ambos lo habían prometido. Izaya prometió no usar el pasado de su madre para molestarlo... Igual que a él le hizo constar que, incluso sabiendo los secretos de ambos, su relación no cambiaría. Ambos seguirían odiándose cuando toda aquella pesadilla terminara, pero entonces, ¿por qué aquella simple pregunta causaba tanto conflicto?

"¿Si hubiera sido más fácil no involucrarte en todo esto, por qué volviste? ¿Por qué ayudar a un chico entrometido que no ha hecho más que complicarte la vida con sus acciones?"

No, no creía poder seguir odiando si Izaya no decía lo que en otro momento hubiera sido lo más lógico, si no reía mientras hacía parecer que sus acciones eran completamente planeadas para su propio beneficio...

Si Izaya dejaba de ser Izaya, o mejor dicho, si mostraba al verdadero Izaya Orihara.

—Fue porque se lo debía –sí, ahí estaba...

Tomando aire, el informante había levantado el rostro sin pena alguna, reponiendo la dura expresión de su rostro por algo más relajado, apenas por unos segundos mirando en su dirección.

—Incluso siendo un desconsiderado cuando se trata de su dullahan, Shinra me ha ayudado en varias ocasiones, desde el primer día en que le conocí, no sólo en cuanto a Nakura. Por eso acepté el trabajo y decidí ayudar a... Intentar encontrar el modo de sacarlo de aquí.

Quedando la estancia en silenció, incluso Shizuo se dio cuenta de que esa respuesta, aunque cierta, no era lo que el demonio quería, de modo que cuando un pequeño pedazo de suelo de su lado de la habitación cayó al fuego, amenazando con convertirse en un pedazo más grande, el informante apresuró a corregirse, siendo mucho más específico, tanto que logró confundirle...

— ¡Shinra salvó mi vida! –casi gritó, saltando de su asiento ante la idea de ver el suelo caer a pedazos, y aunque el rubio quiso sonreír un poco por su preocupación, o por el compromiso de mantenerle vivo, no pudo hacerlo. Porque algo estaba muy mal... –Fue hace unos días; me llamó varías veces por alguna tontería y no respondí en ninguna ocasión así que fue a mi departamento y me encontró inconsciente –explicó un poco más calmado, comprobando que aún no había perdido la primera oportunidad, aunque una vez disipada aquella preocupación, volvió a adquirir una mueca dudosa, aunque esta vez no se contuvo en continuar hablando –De no haber sido por él, no sé si... no sé qué hubiera pasado. Aunque no es la primera vez; me ha salvado en varias ocasiones, usualmente por la misma razón... Parece que siempre llega en el momento indicado, que llama en el momento preciso... –negó con la cabeza, apenas sonriendo un poco ante la ironía de lo que contaba –Por eso pensé en hacer lo mismo...Se lo debo. Es un idiota, pero es... mi amigo.

Con su voz desapareciendo, el menor por fin miró de nueva cuenta al demonio, esperando alguna señal de este que indicara que aquella respuesta estaba bien o no, y aunque la expresión victoriosa y malévola de la criatura logró mandar un escalofrió por todo el cuerpo del rubio, presagiando lo peor, pronto el sonido de la madera siendo rasgada anunció el primer punto a su favor en el improvisado marcador, logrando que tanto él como el moreno suspiraran, notablemente aliviados, aunque no por ello el ex barman cambió su expresión ante lo dicho por su enemigo, buscando alguna explicación en su cabeza, siendo la más lógica aquella que le hacía recordar que aquel hombre tenía relación con prácticamente todos los grupos delictivos de la ciudad, desde grandes yakuzas hasta bandas de color y pequeñas pandillas sin aparente relevancia. Suponía que, aunque era difícil de creer al ser el contrario alguien tan escurridizo como para salir ileso de sus constantes peleas cada vez que se encontraban, Izaya también cometía errores, o se metía en más problemas de los que podía manejar.

Pero incluso así...algo en su mirada le decía que esa no era la razón... Y así como él se encontraba interesado en obtener una mejor respuesta a ello, el demonio parecía querer lo mismo, cosa que tan sólo confirmaba sus suposiciones.

"¿Qué escondes ahora, pulga?" hubiera deseado preguntar, que fuera sólo a él a quien él pelinegro respondiera, pero el falso Shinra parecía desear otra cosa.

—Creo que... Nos hace falta un poco de contexto –habló, dando un vuelta a la silla del aludido, colocándose a sus espaldas para posar ambas manos sobre sus ojos, cubriendo estos. El pelinegro apenas se movió, como si el toque de aquella cosa que lejos estaba de ser humana no le molestara en lo más mínimo, cuando para el exbarman parecía tan desagradable... –Todos aquí sabemos que no eres ningún ángel, pequeño... Si bien no puede adjudicarse ninguna muerte a tu propia mano, has sido el causante de muchas de estas; un poco más y podrías ser digno de competir con un demonio de bajo grado. Por tu causa varios grupos han acabado en desgracia, varias personas han acabado con sus propias vidas, aunque tal como dices... no eres tú quien dispara del gatillo. No lo harías. De cierto modo, les ofreces tantas opciones, les dices aquello que esta tan mal en sus vidas... Pero siempre toman el camino más fácil y rápido... mientras tú, actuando con aquella conveniente arbitrariedad, respetas su decisión, les dejas morir... ¿Pero no te convierte eso en asesino? Muchos dirían que sí, otros tantos que no. Me pregunto qué pensará Shizu-chan de eso, aunque tendremos que ahorrarnos su opinión por el momento. Eres tú quien está siendo interrogado después de todo... Así que...

Poniendo un dedo bajo su mentón, como si pensara en la pregunta perfecta, aunque era obvio que ya la tenía, el demonio dio algunos pasos detrás de la silla, mientras el informante aprovechaba aquellos segundos para observar al rubio, sobre todo el amarre que este tenía sobre sus pies y le impedía abandonar aquel suelo que amenazaba con caer al fuego.

—Hey... –la voz de Shizuo llamó su atención arriba, haciéndole ver su rostro, desde donde el cual este sonrió un poco, para él... Como intentando disipar cualquier rastro de preocupación en su cabeza ante aquel ridículo interrogatorio que el otro llevaba a cabo.

Muy apenas fue capaz de regresar el gesto, como una muda promesa de darlo todo ahí... De por una vez en su vida ser completamente sincero a las preguntas que rodeaban los enigmas alrededor de su vida. 

Nadie podía saber lo verdaderamente difícil que era estar en su posición; no quería estar ahí...Pero tampoco pensaba abandonar a su bestia, tal como había dicho antes...

Pero si Shizuo tan sólo supiera...

Cuadrando los hombros cuando el demonio pareció feliz de encontrar lo que tanto buscaba en su cabeza, vio a este ubicarse a un lado suyo, agachándose un poco para acercarse a su oído, como si la pregunta que pensaba hacerle fuera un secreto, si bien su voz fue lo suficientemente alta para que todos le escucharan.

— ¿Qué piensas de la muerte, Izaya...? Has hecho a tantos recurrir a esta como la alternativa máxima al dolor y el sufrimiento en sus vidas... Así que debes tener toda una opinión al respecto... ¿Qué tan bien la conoces?

—Esas son dos preguntas.

El informante dejo de forcejear con las sombras que mantenían su cuerpo pegado a la silla, de modo que estas le permitieron hacer uso de sus brazos para apartar algo de cabello de su rostro, para diversión del demonio, quien con un ademan hizo dar a entender lo que quería que contestara, aunque claro que ya lo sabía. Pero por supuesto hubiera preferido que Shizuo no le escuchara hablar de ello...

Que no supiera. Pero no había de otra, a lo que, suspirando sonoramente, en un gesto de cansancio y resignación, se dispuso a contestar lo que el otro pedía.

—He visto a tantas personas tomar la misma decisión una y otra vez... todas tan ajenas entre ellas, con historias totalmente diferentes, y sin embargo, cuyos problemas les abruman de tal modo que los terminan llevando a mí; obtienen mi atención. Desde ese momento es como quedar sentenciado –comenzó, riendo muy apenas, repasando en su cabeza cada uno de los rostros que recordaba, desde la sorpresa inicial reflejada en estos una vez que reparaban que no se trataba de la persona que les había hecho creer, hasta aquel momento en el que ponía cada carta sobre la mesa, aun sabiendo que todos siempre tomarían la misma... ¿por qué siempre era así? —No es como que... quisiera que con todos pasara lo mismo, pero siempre es tan predecible; queda expuesto todo, es imposible ocultar algo, desenmaraño hasta el más mínimo detalle de sus vidas, incluyendo aquel punto donde las cosas comenzaron a venirse abajo...

El pelinegro mantenía la vista en aquel círculo trazado alrededor de su bestia, sin mirarlo realmente. Tan solo quería evitar la manera en la que su enemigo debía estarle observando... Como cualquiera lo haría; como alguien sin corazón, alguien enfermo, despiadado. No necesitaba recordar la clase de persona que era... lo sabía.

—Les muestras el error en el que viven, y cómo llegaron a ello. No ofreces caminos más que uno, Orihara. Los abrumas con su propio auto-desprecio; les demuestras lo vacía que es su existencia, como la de un muerto caminando entre los vivos. Tan patéticos y humanos... Lo gozas, ¿no es así? Lo has dicho antes, no eres capaz de matar a alguien con tus propias manos, y tampoco eres tan bueno para salvar a alguien que quiere morir... aunque tú lo diriges a ello. ¿No te convierte eso en su asesino?

Tragando saliva, el informante frunció el ceño, sin saber qué contestar. ¿Lo disfrutaba? Claro, amaba ver aquellos escenarios, descubrir la historia que llevaba a sus humanos a tal existencia y razón de ser... Y disfrutaba de hacerles llegar a un punto de quiebre donde tuvieran que decidir... ¿pero decidir qué? Si solo dejaba cavidad a una opción.

—No es... Yo... —no podía negar lo que el demonio decía, pero... tampoco era completamente cierto lo que afirmaba. ¿O sí...? ¿Qué tan humano podía ser si aquel Shinra tenía razón...? Ni siquiera podía recordar por qué comenzó a hacerlo, a llevar a personas "inocentes" a tal situación...

—No es sólo un camino.

Informante y demonio voltearon hacía el rubio, quien mantenía la cabeza en alto, sin la expresión que creían tendría este al pensar en todas las personas cuya muerte estaba marcada por las acciones y palabras del hombre al que supuestamente odiaba... Shizuo parecía tranquilo. 

—Celty... me habló de eso antes, cuando salvó a una chica que decidió saltar. Ya sabía lo que pasaba en ese callejón, pero descubrí también que conforme más lo pensaba, menos te responsabilizaba de ello. Aunque seguía odiándote y convenciéndome de que esa era otra razón para hacerlo aún más, incluso si era ajena a mí –dio a conocer, para molestia del castaño y sorpresa del informante, quién le veía sin entender – Tú no los empujas, no les pones una navaja al cuello para que salten al vacío. Ellos lo deciden; porque prefieren eso antes que enfrentar lo que hace miserables sus vidas. Es cuestión de perspectiva; algunos ni siquiera deben saber qué problema tienen hasta que tú se los muestras... eso debería bastar para que hagan algo, que decidan cambiarlo, o saltar...

El silencio dominó la pequeña habitación por unos instantes. Incluso el demonio parecía alterado por las palabras del rubio. No era así como debía pensar... No tenía lógica. Él había visto sus recuerdos, cada evento de su vida, y aunque era cierto que en algún momento se enteró de aquel dato sobre las actividades favoritas del informante, y le maldijo por ello al grado de buscarle para dar inicio a una nueva pelea, tiempo después lo dejo de lado; no creyó que la razón fuera que lo consideraba un hecho irrelevante... se trataba de la vida de una persona... ¿Qué eso no era importante para los humanos? Procurarse entre ellos, castigar cualquier cosa que atentara contra su existencia...

Con el enfado haciendo presencia, hizo que las sombras que sostenían al rubio ascendieran por el cuerpo de este, enredándose sobre su cuello, presionando parte de este al tiempo que el suelo bajo sus pies temblaba, desprendiendo pequeños pedazos de madera.

—No dijiste que yo no pudiera hablar –clamó el rubio, sin alterarse ante sus sombras, cosa que pareció molestarle más, aunque antes de que pudiera contestar o hacer algún otro movimiento, el informante se le adelantó.

—Creo que la muerte es uno de tantos caminos; probablemente el más cortó. Es ese que todos deciden tomar no porque sea el más fácil, sino porque ya están agotados. A mi parecer, sería interesante verles decidir usar lo que ya saben para cambiar sus vidas, pero tal como has visto, no interfiero en ello –suspiró; no era como que de repente quisiera cambiar la manera en la que las personas y ambos hombres enfrente suyo le veían, era imposible, siendo que esa parte de su vida, la que le convertía en un maniaco, se torció años atrás, sin posibilidad de regreso —...No puedes hacer que alguien cambie de opinión una vez que las opciones están enfrente de ellos. En mi caso... He tomado demasiados caminos, sin encontrar lo que quiero en ninguno...mientras que otros se han visto interrumpidos en último momento.

Haciendo una pausa, el informante miró al demonio, levantando una ceja.

— ¿Ya he respondido tú pregunta?

Esperando una respuesta, se cruzó de brazos, notando el apresurado palpitar de su corazón, que era lo único que demostraba cuan alterado se encontraba por dentro... no solo por la amenaza no verbal del demonio ante Shizuo, sino porque estaba seguro de lo que sucedería a continuación. Ese Shinra no desperdiciaría tal oportunidad... Era demasiado obvio. Se lo había dicho. Además, parecían haberle enfadado un poco...

—Por el momento; fue una respuesta perfecta —aprobó el mayor de todos, retomando su caminar para situarse de lado del rubio, sin apartar sus sombras del cuello de este, como dejando una advertencia. No estaba en las reglas dichas, pero sin duda era mejor no arriesgarse... o al menos no si no era necesario, eso pensó Shizuo –Dicho aquello, podemos retomar la primera pregunta, ¿no crees?

Riendo entre dientes, el pelinegro asintió muy apenas, con ambos ojos brillando de un modo que para Shizuo resulto familiar tras haber mirado tantas veces estos en lo que llevaban dentro de aquella pesadilla sin sentido.

—Izaya Orihara... ¿Qué tal si nos muestras a lo que te referías, y nos cuentas un poco del papel que Shinra ha tenido en todas esas ocasiones?

Shizuo vio al menor tomar aire muy apenas, antes de asentir una sola vez. Llegados a ese punto, su cabeza le mataba uniendo todos y cada uno de los puntos hasta el momento dados, descubriendo con creciente pánico aquello que el demonio había demostrado como algo obvio pero que él aún se negaba a aceptar y le obligaba a mirar perplejo el momento en el que las sombras desaparecían de entorno a la cintura de su enemigo, permitiendo que este se levantara para quitarse la cazadora, botando esta al suelo, desfajando su playera sin necesidad de soltar el cinto del pantalón.

Incluso en ese momento, el rubio se dijo que Izaya siempre había tenido particular preferencia por la ropa oscura, y una constitución tan delgada... Muy dentro suyo se preguntaba si usaría la cazadora para cubrir un poco tal característica, o era solo porque le gustaba, aunque ciertamente no le imaginaba vistiendo de otro modo... aunque ese no era el mejor momento para pensar en tales cosas, porque por algún motivo Izaya parecía reacio a mostrar aquello que el demonio tanto parecía anhelar, como si se tratara de la mejor obra de arte del mundo, y a lo largo de todo aquel viaje bien había aprendido ya que eso no era una buena señal.

— ¿Tan mal se ve la de esta última vez? ¿O es que eres algo tímido?

—Vete al infierno.

Alimentando su valor con enfado, el pelinegro se quitó la playera con rapidez, como evitando con ello echarse atrás a último momento, dejando ambos brazos a sus costados, ligeramente abiertos para que cada pedazo de piel fuera visible.

Shizuo se dio cuenta entonces de la razón por la que antes jamás había visto al informante con playeras que no fueran de manga larga, aunque nunca lo había pensado. Quizá porque Izaya siempre actuaba tan seguro de sí mismo, como si fuera alguien ajeno a cualquier problema a su alrededor.... Nunca le había visto llorar, hasta hace unas horas; nunca le había visto triste, o pidiendo ayuda...

Nunca pensó que Izaya fuera como cualquier humano, porque era difícil hacerlo si este parecía completamente ajeno a la normalidad. Y aun pensaba de ese modo... incluso al mirar aquellos profundos y largos trazos que pintaban cada brazo de su enemigo. No se trataba solo de pequeñas y pálidas líneas, aunque las había, debajo de aquellas marcas oscuras bordeadas por halos rojizos que desfiguraban la pálida piel sobre la que se encontraban e iban desde las muñecas hasta el pliegue de sus brazos, lugar donde los cortes parecían incluso más pronunciados, recientes...especialmente un grupo de estos.

Había tantas cicatrices que seguro al pasar una mano sobre aquella lastimada piel tan solo dejaría al descubierto más de estas, porque era imposible que heridas tan profundas desaparecieran sin dejar rastro alguno. Aquellos cortes, lo apostaba, iban tanto o más debajo de la dermis, y una herida a tal profundidad jamás sanaría por completo... Al menos no en alguien que no fuera él.

Visiblemente feliz, "Shinra" tomó una de las manos del menor, jalando de esta para hacerle extender el brazo, acariciando con su libre toda la superficie de este, sin que el informante se moviera ante su toque, aunque no dejaba de mirarle con odio por debajo de la humedad de sus ojos.

—He visto a tantos humanos con marcas en ese lugar... Es su favorito cuando se trata de la idea de la muerte, pero cometen un error al elegir; las muñecas son demasiado visibles, y...

—Las probabilidades de morir son menores –agregó el informante, con voz algo más baja de lo normal, quien arrebatando su brazo al demonio, cruzo ambos sobre su pecho, antes de, a petición de este, volver a bajarlos –Las venas son pequeñas, y pocos cortan una arteria en esa zona; aún si lo hicieran, terminaría coagulando y el sangrado pararía... Lo descubrí en preparatoria –acarició casi inconscientemente las cicatrices un poco más pálidas que las otras que ahí se encontraban, incapaz de mover su vista lejos del demonio, no porque prefiriera ver a este, sino porque al menos de ese modo evitaba mirar a Shizuo... —La primera vez fue pocos días después de que nacieran mis hermanas... Shirou me llevó al hospital, y prometió no decirle a mi madre si no lo hacía de nuevo; no volví a intentarlo hasta mi primer año en preparatoria... No era sólo por la idea de la muerte, sólo... dejaba de pensar; era más fácil sobrellevar las cosas de ese modo cuando recordaba o tenía pesadillas... Era mejor el dolor físico que el que taladraba mi cabeza cada noche...

Tomando aire, el pelinegro miró enfrente casi inconscientemente, sin saber si sentirse aliviado de ser incapaz de ver la expresión del rubio, pues este mantenía la cabeza gacha, de modo que las rubias hebras de cabello ocultaban parte de su rostro.

—Shinra era el único que lo sabía...No tengo idea de cómo se enteró, pero siempre parecía llegar en el momento indicado para hacerme una escena... Más veces de las que puedo recordar... —colocó una mano sobre una de las marcas que adornaban su abdomen; uno de los pocos disparos que habían dado en el blanco  —De ese modo o evitando ir al hospital cuando resultaba herido...Para cualquier cosa, he contado con él incluso cuando no quiero hacerlo, incluso cuando él mismo parece querer evitarlo, siempre regresa e intenta salvarme la vida. Hace casi un mes fue el reciente...

Señalando las cicatrices aun con aquel color rojizo, casi morado en el pliegue de sus brazos, pasó un dedo sobre estas, sintiendo las diminutas suturas que unían la piel. Uno de los mejores trabajos del médico clandestino...

—Me encontró en el piso de mi despacho; estaba oscuro... Se quedó conmigo hasta que abrí los ojos; y luego comenzó a llorar diciendo que no podía dejar ir a su amigo...

Bufando y conteniendo las lágrimas que amenazaban con manchar sus mejillas, mordió su labio inferior un momento, no muy seguro de lo que decía. A pesar de todas aquellas ocasiones, nunca se había puesto a pensar realmente en lo que sentía cada vez que tenía que ser rescatado por alguien, por Shinra, por sus hermanas...

—No quiero morir, no es... lo que quiero, pero a veces...no encuentro una verdadera razón para seguir jugando a que puedo encontrar algo mejor, no siento nada, y prefiero sentir dolor antes que vivir de ese modo, sin ningún sentimiento que logré hacerme pensar que vale la pena seguir –hablaba apresurado, apretando ambos puños al desahogarse. No tenía sentido esconderlo, era la realidad, y no podía mentir acerca de eso, aunque así lo deseara.

Respirando hondo, se agachó para recoger su playera, poniéndose esta de mala gana, ocultando todas aquellas marcas que eran el único testigo de la mentira bajo la máscara del segundo hombre más fuerte de Ikebukuro.

Pero el aire se congeló en su pecho cuando, al levantar la mirada, dispuesto a dejar que el demonio se burlara o les dejara seguir, encontró a este casi pegado a su rostro, mostrando unos inquietantes ojos negros y aquella horrible sonrisa que desfiguraba el rostro de su amigo.

Automáticamente su cuerpo buscó alejarse de la amenaza que el otro representaba, viéndose imposibilitado de tal cosa cuando el demonio le tomó por ambos brazos, frenando su intento de huida y acercándole más a su posición, desde donde una tercera mano, salida del cuerpo de este, le sujetaba por el cabello, jalándole de este para hacerle mostrar la cara.

Los ojos del informante se mantenían completamente abiertos a pesar de la molestia en su nuca y brazos, incapaz de ignorar el hecho de que el cuerpo del demonio fuera más alto, como si de un momento a otro este hubiera crecido treinta centímetros; además, debajo del falso rostro de su amigo, como si de una máscara se tratara comenzaban a mostrarse rasgos diferentes, afilados, maduros... parecían humanos pero distaban mucho de serlo...

— ¿Y eso no te hace como ellos? ¿No eres solo un muerto que finge vivir?

Su voz también había cambiado; por una que ni siquiera podía describir. Era simplemente inhumana, algo que debería ser inentendible pero lograba hacerse escuchar, mandando un escalofrío por todo su cuerpo.

Si ya tienes tu decisión, entonces solo queda una cosa por hacer...

Arrancándole un grito al jalar más de su cabello para exponer su rostro, el demonio dejo salir una larga lengua, similar a la de las serpientes, pero húmeda e irregular con pequeñas pinchas al fondo de esta, mostrando además aquellos colmillos que antes ya había presumido, puntiagudos y peligrosos, que quedaron increíblemente cerca del rostro del menor cuando recorrió este con su lengua, saboreando su desesperación y riendo por sus intentos de soltarse; era inútil, lejos estaba de ser capaz de defenderse de un demonio, era como ser nuevamente un niño a merced de su abusador, alguien más grande y fuerte...

Sin duda disfrutaría tanto llevándolo al límite de la desesperación y él miedo, pero el sujeto le interrumpió.

— ¡ALÉJATE DE ÉL! —la voz de Shizuo compitió por atención, profunda, grave, amenazando con romper todas aquellas raíces que le mantenían cautivo en su lugar, logrando de inmediato que "Shinra" tomara distancia, dando un pequeño empujón al informante para que este acabara nuevamente sentado en la silla, visiblemente shockeado por lo sucedido. No había podido ni siquiera defenderse hace unos segundos...

Con el estómago revuelto y su respiración algo agitada, el informante vaciló un poco antes de inclinarse y recuperar su ropa, manteniendo esta abrazada a su pecho.

Hace un rato, al haber tirado su cazadora todas sus navajas habían quedado fuera de su alcance, dejándole indefenso ante la criatura aquella que, recuperando su apariencia "humana", asumía una postura relajada, como si hace unos segundos no hubiera intentado matarle.

—Solo era una pequeña broma~ —dijo este, poniendo ambas manos enfrente, como haría el verdadero Shinra para disculparse por su lengua larga o alguna mala acción, aunque era obvio que su supuesta broma había sido hecha con toda intención, Shizuo lo sabía, y era justo eso lo que más le irritaba.

—Pero, enhorabuena, Shizu-chan~ Tu enemigo ha aprobado a tres de las cinco pruebas; ¿quién lo diría? Cualquiera hubiera apostado que te dejaría morir sin más. Incluso tú, seguro cre...

—Eso es mentira. Ya cállate o me harás enfadar... -el rubio había perdido toda paciencia, importándole poco que fuera su vida la que estuviera en juego –Vuelve a intentar hacerle daño y te mataré.

El rostro del demonio se mostró irritado por la amenaza del más alto, y claro, por haber sido interrumpido por este. Cómo se atrevía...

—Valientes palabras para alguien cuya vida pende de un hilo. Ahora veo por qué vales tanto para este chico... -se ubicó a espaldas del informante, quien entre tanta palabrería aprovechaba para ponerse nuevamente su cazadora, al menos hasta que las manos del mayor sobre sus hombros le hicieron apoyar su espalda contra el respaldo, para quedar de frente a su compañero, quién hizo ademan de dar un paso enfrente, sin entender del todo a que se refería el demonio. Aquello último lo había dicho sin sarcasmo pero con claro tono de burla... Y él no era el único que lo había notado. Izaya lucía incómodo, sus manos apretaban el respaldo con fuerza, como presintiendo lo que sucedería...

— ¿Nunca te has preguntado qué tanto le importas a aquel que dice odiarte~? Hace un rato, Izaya te dijo la razón de su desagrado hacía ti ¿no?

"La primera vez que te vi me recordaste a él; tan violento e impulsivo...Te bastó solo verme para comenzar a odiarme. Por eso...pensé que si podía pelear contigo, y ser capaz de huir, defenderme, e incluso estar a la par, sería como superarlo y dejarlo atrás..."

Si, lo recordaba. Lo dijo tras ver sus recuerdos con Atsushi...

"Aún si comencé a odiarte por su culpa, lo haría incluso si no fueras un jodido monstruo"

Izaya había dicho eso... Y sinceramente, no encontraba otra razón por la que el menor pudiera odiarle, además quizá de la obvia discriminación que le tenía al no ser como todos los humanos que tanto presumía amar.

—Torpe humano, no te has dado cuenta, pero tienes que saber... Una verdad dicha a medias, también es una mentira~ E Izaya no fue del todo sincero contigo, aunque no es difícil deducir lo obvio, siendo que ya lo sabes... Todo radica, en aquella diferencia entre su odio por ti, y su supuesto amor por cualquier otro humano...

—Ya dilo –el pelinegro mantenía ambos ojos cerrados, sin soltar la navaja en su mano. Bastante logró evadir aquella realidad por tantos años...

—Últimas dos preguntas –aceptó Shinra, recobrando aquel funesto toque travieso, desapareciendo entre sombras para volver ahora detrás del rubio, tirando parte de la superficie donde se situó — ¿Qué significa para ti amar a otros?

Dejando pasar apenas unos segundos, sintiendo la mirada de "Shinra" y Shizuo encima suyo, abrió la boca para respirar a través de esta, sintiendo su rostro caliente y una lágrima resbalar por su mejilla; pero no podía dudar...

—Casi toda mi vida, todo lo que he amado termina mal. Ame a mi familia, al hombre que debía cuidar de mí, y todo acabo de la peor manera. Intenté amar a más hermanas, cuidar de ellas, protegerlas para que nadie les pusiera un dedo encima, y al final tuve que hacerles daño para que se alejaran de mi cuando me di cuenta de que mi presencia era mala para ambas... y entonces llegó Shinra, queriendo ser mi amigo a toda costa, así fuera solo por obligación, y cuando con el tiempo pensé que todo podía ir bien, lo arruiné. Amar y ser amado tenían el mismo destino para mí, siempre terminaba lastimando a otros...

Limpiando con una mano aquella solitaria lágrima sobre su mentón, Izaya tragó saliva para aligerar el nudo en su garganta, antes de continuar.

—Entonces me di cuenta de que el amor, fuera puro o no, era el sentimiento más dañino que podía existir, y quise amarlos a todos, porque la humanidad no hizo nada cuando lo necesité, nadie me escuchó cuando quería ser rescatado... así que quería ver a todos sufriendo tanto como yo... Quería verlos enfrentar sus vidas en completa soledad, tanto que incluso les doliera, pero todos tomaban el mismo camino... y todo se reducía a eso, a amar.

El informante dio fin a su respuesta, sin cambiar la pálida expresión en su rostro al escuchar la pared marcar un punto más a su favor; lejos estaba de sentirse realmente feliz, sobre todo al por fin tener el valor de bajar su mirada hacía su Bestia, siendo ahora este quien le evitaba, manteniendo ambos ojos fijos en el demonio, como si lo que este estaba por decir fuera el secreto mejor guardado del mundo entero.

"Shinra" no tuvo la piedad de perder más tiempo y soltó aquella pregunta por la que su corazón saltó frenético dentro de su pecho, justo cuando a la par de esta Shizuo volteó a verle directamente a él, tan o más interesado que el castaño por saber la respuesta a su pregunta...

— ¿Y a qué se traduce que odies a Shizuo?

Quedándose sin aire, y sintiendo su rostro perder toda señal de color en este, el pelinegro apretó la madera bajo sus manos, sin darse cuenta de la navaja que aún mantenía en una de estas y cortaba la piel de su palma. El tiempo pareció haberse detenido en ese momento, y de no ser porque el suelo bajo los pies del rubio retumbo estrepitoso antes de que un pedazo de este cayera al fuego, su voz no habría sido capaz de hacerse paso, aunque el demonio se le adelanto...

—Intentaste verle como a todos los demás, "amarlo", pero era diferente, y quisiste que permaneciera así, pero te recordara a ese hombre... ¿cierto? –un pedazo más de madera cayó al fuego, ardiendo en el fondo de este e iluminando inquietantemente aquel pedazo aún integro que rodeaba al rubio, quien a pesar del peligro se mostraba ansioso por escuchar la verdad detrás de aquel odio injustificado con el que ambos habían crecido por más de diez años.

—Sí...

—Y aunque lo odiabas por ello, porque veías en su mirar el mismo deseo de matarte que él, te diste cuenta de que era especial y decidiste mantenerlo cerca de un modo bastante particular; creaste una rivalidad entre ambos que no tuviera cavidad para otra relación que no fuera la enemistad; fue tu manera de intentar ignorar lo que de verdad sentías. No lo querías como amigo, pero tampoco pensaste en deshacerte de él o evitarle..., y elegiste el odio... ¿Por qué?

Moviendo su boca como si quisiera hablar, contestar a aquella pregunta y por fin terminar aquel molesto juego que amenazaba con hacerle explotar la cabeza, el informante frunció el ceño de tal manera que incluso parecía estar sufriendo, saltando en su asiento cada vez que la madera crujía, amenazando con venirse abajo, siendo detenido por aquellas sombras alrededor de su cintura. No podía quedarse ahí sentado... tenía que...

— ¿Por qué...? –pensó escuchar decir al rubio, pero no podía estar seguro. "Shinra" también estaba ahí, a su lado, sosteniendo su barbilla para que no dejara de ver enfrente, al único hombre exento a su torcido amor.

—Díselo, a él... ahora.

A la par que un fuerte crujido anunciaba lo inevitable, la voz del pelinegro se escuchó por encima de este, como un grito desesperado y doloroso.

-¡T-TE AMO! ¡SHIZUO, TE AMO! ¡TE AMO! -las ataduras alrededor de su cuerpo se rompieron justo en el momento en el que, a la par que el demonio esbozaba una mueca de ira total, el piso bajo los pies del rubio desapareció, dejándolo caer directo a las ardientes llamas.

Izaya no dudo ni siquiera un segundo en intentar sostenerle, pero tan rápido como su caída, apenas hubo estirado una mano cuando esta dio de lleno contra el suelo, al igual que su cuerpo, como si las ardientes llamaradas jamás hubieran estado ahí, como si estas se hubieran consumido junto con el cuerpo del ex barman.

— ¡NO, NO, NO! -exclamó entonces, palpando con desesperación la gruesa madera debajo suyo, antes de comenzar a dar golpes a esta con los puños, aun sabiendo que era inútil -¡NO ES JUSTO! ¡LO DIJE! ¡LO DIJE! ¡MALDICIÓN....!

Sin detener sus desesperados golpes, negándose a que su bestia se había ido, gritó tanto como su garganta se lo permitió, llevándose ambas manos a sostener su cabeza con fuerza, culpandose una y mil veces por lo sucedido al mismo tiempo que las lágrimas se hacían presentes y empapaban su rostro con total libertad.

— No tú... Por favor... No tú...

Entre lamentos y golpes al suelo, sin importarle el mal estado de sus uñas al arañar la madera, o la sangre en su piel astillada, poco le importo que la luz de toda la habitación se apagara por completo, dejándole sumido en la oscuridad, aquella que poco le importaba en comparación al vacío dentro de su cuerpo.

Ni siquiera le importa si el demonio seguía ahí en la estancia, burlándose de su patético estado y su desesperación, o si este pensaba acabar con su vida en vista de su incapacidad o más bien, nula disposición para defenderse...

Cerrando pues los ojos con ambas manos apoyadas en el suelo, mantuvo la cabeza inclinada hacia el suelo. Su promesa de no volver a llorar por nadie, aquel juramento de no sentir, y de amar el mundo de manera tal que fuera doloroso, para recordar cuan peligroso y dañino era aquel sentimiento...

Eso pensaba, que podía huir de la realidad y olvidar los desbocados latidos de su corazón siempre que sus ojos se encontraban con los del rubio, sabiendo de ante mano que entre ambos no existía una posibilidad, porque se había encargado de ello, de que la persona que amaba le odiara con todo su corazón a tal grado que incluso quisiera verle muerto.

Podía vivir así, justamente por la misma razón de ni ser capaz de soportar su rechazo... o que este le aceptara pero fuera tal como Atsushi...

Y sin embargo, en ese momento... era preferible cualquiera de ambas opciones antes que perder a la persona que había logrado que volviera a sentir algo más que sólo odio por el mundo.

Con su cuerpo temblando entre sollozos, y sin detener los ya débiles golpes al suelo, dejo que las lágrimas fluyeran libres, empapando parte del suelo, apenas poniendo atención a la persona a un costado suyo, quien con ambas manos hechas garras soltó un gutural gruñido, antes de desaparecer en la oscuridad entre un fuerte golpe que hizo vibrar las paredes, antes de que, entre un estruendo, algo atravesara el techo, cayendo enfrente del menor con un fuerte quejido, restituyendo parte de la iluminación del lugar.

Izaya cubrió su rostro ante la enorme cantidad de polvo y pedazos de madera en el aire, sintiendo la presencia de alguien enfrente suyo; poco más y le hubiera caído encima...

Pero era imposible no reconocer el aroma a cigarrillos incluso en medio de aquel desastre.

Abriendo los ojos de golpe, el pelinegro miró asombrado a su bestia, quien dándose cuenta de que había dejado de caer, y afortunadamente no lo había hecho en fuego, buscó casi de inmediato al menor, mirándole de la misma manera en que este lo hacía cuando le encontró justo a un lado suyo.

— ¡PULGA!

Solo esa palabra bastó para que Izaya supiera que sus ojos no le engañaban y se lanzara encima del mayor, usando ambas manos para tomarle por el rostro y plantarle un beso, tomándole por sorpresa.

Fue un beso rápido, apenas lo suficientemente largo para dejar al rubio reaccionar, aunque fueron sus manos las que, automáticamente, se aferraron a la cintura de su enemigo, hasta que este rompió el apresurado contacto para enterrar su rostro en su cuello, respirando su aroma, cada vez más feliz de comprobar que era el mismo que recordaba.

— Estas aquí... –dijo sin soltarle, aferrándose a su espalda como si en cualquier memento fuera a desaparecer nuevamente.

Y él, por su parte, suspirando aliviado de que nada malo hubiera pasado, no tardó nada en hacer que sus brazos acabaran por rodear al contrarió como se debía, apretándole con todo el cuidado que podía a pesar de la emoción que casi le hacía olvidar que podía llegar a lastimarlo si usaba mucha fuerza.

Por un momento enserio pensó que se había terminado.

Pero no era así; y dado que aún estaba vivo, no pensaba separarse de su pulga, hasta encontrar a Shinra y salir todos de aquel lugar.

Y una vez fuera...

Muchas cosas iban a cambiar.

Notas finales:

? ¡Si el capítulo fue de su agrado, regalenme un comentario! ?


Para más historias Shizaya, siganme en mi perfil :3


Les mando un enorme abrazo y mucho love ?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).