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Dreamland por Mizuki Nozomi

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Notas del capitulo:

¡Hola! ¿Me extrañaron? Jajaja~ okey no. Yo sé que quieren matarme por la ausencia en este fic, pero fue más complicado de lo que pensé terminar el capítulo, y la verdad es que ni yo no entiendo la razón :'v

Agradezco de todo corazón a las personitas que siguen este trabajo a pesar de mi irregularidad en las actualizaciones :'v Juro ponerle más empeño, por ustedes :'3 (en la mañana respondo sus comentarios, ahora me apresuraré a subir esto para poder dormir XD )

En fin~ ya les dejo leer ^^

Nos vemos en las notas finales! :'3 

 

 

DREAMLAND

CAPÍTULO 6. SOMBRAS

Tal como en la habitación anterior, lo primero que les recibió una vez entraron al lugar, fue oscuridad, una oscuridad solitaria y fría, apenas tolerable por la compañía que ambos representaban entre sí y que de cierto modo les hacía querer estar lo más cerca que su desprecio por el contrario les permitía.

Escuchando el sonido de sus respiraciones mezclarse, poco a poco la nitidez hizo presencia, dejándolos sorprendidos con el nuevo paisaje que ante ellos se presentó.

Se trataba de su ciudad, del centro de Ikebukuro, y lo sorprendente de aquello fue no solo que la imagen era completa, pues podían visualizar cada detalle miraran a donde miraran, sino que también la gente que pasaba a cada lado, a veces muy cerca de ellos, lucia demasiado real...

No importaba como lo vieran, parecía un día común y cualquiera...pero ambos sabían que aquello era imposible, y no lo pensaban solo por el ligero tono grisáceo que opacaba los colores del nuevo escenario, sino también porque aunque todos a su alrededor iban de un lado a otro, en su propio mundo, no era posible entender de que hablaba nadie, por más que trataran de centrar su atención en una sola voz para escuchar lo que decía. Además, también estaba aquella sensación extraña que reinaba en el ambiente y les hacía permanecer alerta, con los nervios a flor de piel.

Fue Shizuo quien tras unos cuantos segundos llamó la atención del pelinegro, señalando hacia una estrecha calle a su lado, apuntando después a un costado.

-Se ve diferente –le hizo saber, y era verdad; de algún modo aquel camino en específico lucia más oscuro, a tal grado que en algún punto era imposible ver el fondo de la calle. Aquel era el lugar al que debían dirigirse.

Atentos a los alrededores ambos comenzaron a caminar entre la multitud de personas sin que estas les representaran un obstáculo en realidad, pues convenientemente parecían evitar estorbarles.

-Es como una réplica exacta de la ciudad –murmuro Shizuo, expresando lo primero que vino a su cabeza. Todo con tal de opacar un poco aquellas voces que amenazaban con volverle loco.

-Podría decirse... –concordó el más bajo, antes de entornar los ojos, con una sonrisilla en los labios – Pero pon atención, además de lo obvio hay algo peculiar en todo esto.

Con el ceño fruncido, el rubio volvió a recorrer con la mirada su alrededor, sin ver nada digno de admirase o tomarse en cuenta. Era una ilusión my bien hecha de Ikebukuro, aunque, pensándolo mejor, tal vez había algo que no concordaba...aunque aún no sabía decir que era.

-Los anuncios, protozoo –índico el pelinegro, rodando los ojos a pesar de que en realidad le parecía divertido jugar a las adivinanzas con el mayor –Tienen una pinta demasiado fuera de moda ¿no crees?

Casi llegando a la entrada de la oscura calle, Shizuo reconoció –tras reprimir sus ganas de golpearlo– que él infórmate tenía razón. La mayoría de los espectaculares lucían casi nuevos, pero estos no concordaban con las marcas y la propaganda de su actual época; incluso había tiendas o edificios que no recordaba de su día a día, pero en lo más hondo de su memoria parecían estar presentes.

Le hubiera gustado tener un poco más tiempo para analizar las cosas, pero la imagen de la ciudad quedo demasiado atrás una vez las sombras se abrazaron a su figura y la de su acompañante apenas pusieron un pie en la solitaria calle, haciéndoles imposible poner atención a nada que no fuera la apenas nítida luz que alumbraba su camino a seguir.

-¿A dónde nos lleva? –pudo escuchar la voz de Izaya, aunque bien supo que la pregunta no iba dirigida a él, sino a sí mismo.

Con sus sentidos atentos a cualquier cosa que estuviera por hacerse presente, Shizuo se concentró en el sonido de la acompasada respiración del pelinegro, deteniéndose al mismo instante en el que esta sufrió un pequeño cambio, justo cuando se encontraron frente a frente con una tienda demasiado conocida para el rubio.

No sé por qué no me sorprende, se dijo para sus adentros el ex bartender, soltando un pesado suspiro que no pasó desapercibido por el informante.

-Una... ¿panadería? –la voz de Izaya llamó su atención, haciéndole voltear a tiempo para ver a un grupo de hombres que claramente se dirigían al lugar.

Fue justamente esa imagen la que llevó al rubio a caminar directamente a tales individuos, levantando uno de sus poderosos puños con claros planes de que este hiciera contacto con el rostro del sujeto más cercano, llevándose como desagradable resultado una caída directa al suelo, producto de la potencia y de la nada que recibió a su golpe.

Izaya tan solo inclino el rostro a un lado, cerrando apenas un poco los ojos cuando aquellos sujetos pasaron sobre de él, de un modo que incluso le hizo recordar aquellas películas de fantasmas que sus hermanas solían ver en las noches, cuando irrumpían en su departamento.

No le hizo falta darse vuelta para comprobar que todos ellos habían entrado a la tienda, donde ahora podía observarse a una mujer salir de detrás del mostrador.

Entendiendo un poco la situación, el pelinegro llevó su vista a la bestia, comprobando que este apenas se levantaba con gran lentitud.

-¿Por qué estamos viendo esto? –preguntó con simpleza apenas el rubio estuvo de pie, devolviéndole una mirada derrotada.

-...Solo espera –le gruño como respuesta, mientras se erguía, mirando el cielo unos segundos antes de volver sobre sus pasos, quedando nuevamente de frente a la tienda.

Con el ceño fruncido, Izaya miro de reojo a su compañero, reprimiendo sus ganas de molestarle una vez noto que detrás de ellos se encontraban parados dos peculiares personajes.

-¿Quién...? –volteo, mirando fijamente a los dos pequeños hermanos Heiwajima presenciando la misma escena que ellos. –Oh, oh...

Izaya sintió su corazón acelerar los latidos en apenas un segundo, algo normal cuando se preparaba para pelear con el hombre más fuerte de Ikebukuro, pero en ese momento el sentimiento era muy diferente. La mirada de aquel Shizuo de no más 12 años había logrado ponerlo en un estado de total alerta, pues no solo había enojo o molestia en ella. Ese niño estaba realmente furioso.

Casi inconscientemente se encontró dando un paso atrás cuando, separándose de Kasuka, el castaño mayor paso a través de él con dirección a la tienda, desprendiendo ira en cada poro de su aun pequeño cuerpo mientras observaba como la chica era extorsionada y acosada por aquellos sujetos.

Siguiéndolo con la mirada, Izaya no pudo más que observar como aquel pequeño comenzaba con lo que por poco terminaría siendo una masacre, una lucha donde un menor de edad rompía huesos como si de palillos se tratase, de forma tan ruda y descoordinada que era imposible predecir los movimientos que hacía en el pequeño espacio donde todo se desarrollaba.

Desde afuera podía escuchar los gritos de aquellos hombres...incluyendo los de la única mujer adentro.

Sintiendo la boca seca, y una carcajada llena de histeria en la garganta que quedaría ahogada dentro de sí, Izaya llevó su cuello a girar hacia el rubio a su lado, mirando sin emoción alguna en el rostro como este mantenía los ojos fijos en un punto en el suelo, con una expresión de pena tal que incluso parecía ser palpable en el ambiente que les rodeaba.

-Así que hasta una bestia como tu puede sentir culpa, eh~ -murmuró sin cuidado, regresando la vista hacia el lugar donde finalmente todo había terminado, y un roto y asustando niño tan solo caía de rodillas, gritando por razones que Izaya no necesitaba adivinar.

Que desastre...

-Ella era una persona amable, conmigo y mi hermano –soltó quedamente el rubio, dignándose por fin a observar la escena –Nunca quise lastimarla.

-Eras un niño –el informante se encogió de hombros, hablando aun cuando preferiría no hacerlo –Siendo tu supongo que era de esperarse que tarde o temprano sucediera algo así. No es muy diferente a tu yo actual.

El rubio rió secamente.

-La primera vez pude haber matado a mi hermano, o a mis padres.

Izaya volvió a observarle, haciendo una mueca apenas perceptible al verlo tan sereno; después miró a la mujer tirada en el piso de la tienda, inconsciente, mientras su cuerpo completo perdía color, incluyendo su ropa, entendiendo con esto que aquella "cosa" le estaba indicando cual debía ser la próxima pregunta a realizar. No pudo evitar soltar un suspiro, derrotado. Enserio...preferiría dejar de lado el tema y largarse...

Mientras tomaba aire para por fin hablar, el sonido de lo que parecía ser un pequeño hipido llamó su atención, a lo que con calma miro atrás, observando al Heiwajima menor con su usual (in)expresión en el rostro, con la única diferencia de que sus ojos se encontraban llenos de lágrimas que se él negaba a dejar caer, mientras a sus espaldas una pequeña pero creciente cantidad de personas comenzaban a hacerse presentes, y quienes, tal como en la calle principal, hablaban a un mismo tiempo, con la diferencia de que ahora se podía escuchar claramente todo lo que murmuraban.

"Alguien llame a la policía"

Apretando la mandíbula y sacando el aire lentamente, el informante se obligó a soltar su pregunta.

-¿Qué sucedió con ella?

"Es peligroso"

-Por lo que supe, termino con un brazo y dos costillas rotas, entre otras cosas; fue despedida una semana después de regresar al trabajo.

-Un hueso roto siempre es una molestia cuando se necesita estar en movimiento –comentó el pelinegro.

"Deberían encerrarlo"

Shizuo hizo un sonido que no llegó a formar palabra alguna, pero le dio la razón a su acompañante. Ambos ya habían pasado por ello, quizá uno muchas más veces que el otro, pero los dos entendían el punto.

-Supe que se fue de Ikebukuro años después, que consiguió trabajo en otro lugar. Solo eso.

-¿Ella no te volvió a ver? –interrogo de nueva cuenta, ahora con verdadera curiosidad.

-¿Querrías ver a la persona que te mando al hospital tras dejarte inconsciente y herido?

"Ese niño es un monstruo"

Ignorando las incesantes voces a su alrededor, Izaya analizo un momento la pregunta antes de dejar que una pequeña risilla saliera de entre sus labios, logrando con ello que el más alto por fin lo mirara, con claros planes darle un golpe en la cara para callarlo, pues le irritaba que ese hombre en especial se burlara de él, pero Izaya dijo dos palabras que casi de inmediato lograron detenerlo...

-Yo si~

Y por un momento, Shizuo pudo observar una expresión en el rostro ajeno que nunca antes había podido. Se trataba de una sonrisa, una pequeña, apenas notable a la vista por la mínima elevación en las comisuras, pero era, por mucho, la más sincera que había visto jamás de parte del informante.

Entonces, dejando de escuchar las molestas voces que no paraban de repetir aquellas mismas palabras una y otra vez en una secuencia y volumen que alteraban su compostura, reconoció que él pelinegro tenía razón. A pesar de todas sus peleas, de todos los golpes e insultos que le había dirigido durante sus persecuciones, desde el día en el que se habían visto por primera vez frente a frente, Izaya jamás lo había dejando atrás, jamás le había temido, ni siquiera cuando las peleas llegaba a un grado tal que incluso había acabado cerca de tener uno o dos huesos rotos.

A pesar de la desventaja de fuerza existente entre ambos, ese hombre incluso se proclamaba superior a él...y siempre regresaba para reiterárselo. Si lo analizaba un poco, podía decir que Izaya era la única persona en el mundo que realmente no tenía problema con lidiar con su fuerza y temperamento. Si las cosas hubieran sido diferentes entre ambos, si no hubieran sido enemigos desde la primera mirada, si Izaya no tuviera una actitud tan odiosa con la que lograba enfurecerlo en cuestión de segundos, ¿Cómo hubieran sido las cosas?

Observando nuevamente al pelinegro, notó como este había perdido la sonrisa y ahora miraba hacia la tienda con total calma, en lo que parecía ser una mirada analítica, de esas que desde la escuela solía poner cuando sopesaba un problema.

Suspirando, el rubio tan solo meneo la cabeza de un lado a otro ligeramente, negando para sí mismo, en un afán por hacer que su cerebro dejara de pensar demasiado las cosas.

-Eso es porque eres un sujeto de lo más retorcido -carraspeo a modo de respuesta, recobrando su atención, embozando una sonrisa irónica para ocultar los pensamientos que aun rondaban en su cabeza -¿o no?

Riendo secamente, el pelinegro se limitó a fruncir las cejas en una expresión de burla, antes de encogerse de hombros.

-Quien sabe.

Y así, mirando ambos la imagen enfrente una vez más, fueron conscientes de como todo a su alrededor se oscurecía, apenas un poco más, y las personas retomaban su camino, como si nada hubiera pasado.

-¿No ha terminado? –pregunto Shizuo tras unos segundos, en vista de que todo a su alrededor seguía siendo demasiado visible a sus ojos.

Izaya giro sobre sí mismo con lentitud, evaluando el lugar con el afán de poder responder la pregunta que el rubio había soltado al aire, y que él había pensado de igual forma.

Por su parte, Shizuo sintió un escalofrió recorrer repentinamente su espina dorsal, casi al mismo tiempo en el que, mirando al suelo, noto un pequeño hilo de agua correr entre sus zapatos, antes de que a este se le sumaran otros tantos. ¿Qué estaba pasando?

Sabiendo que Izaya se había dado cuenta también de lo que sucedía, descubrió que aunque el escenario seguía siendo el mismo, había hecho aparición una puerta al final de la calle, y casi podía jurar que se trataba de la misma por la que habían entrado.

-Debemos salir de...

La voz de Izaya se hizo presente, pero esta se vio silenciada cuando, a pesar de estar en lo que se suponía era el "exterior", el chirrido de lo que ambos identificaron de inmediato como una puerta llamó su atención, haciéndoles voltear al lado contrario de salida, donde otra puerta había hecho aparición, con la diferencia de que esta se encontraba abierta por completo... y aquel niño pelinegro que habían visto en el pasillo estaba parado de frente a ella, apenas a un paso de desaparecer en la oscuridad de su interior.

"(...) la vergüenza y la tragedia de esta familia." –se escuchó un leve murmullo, apenas perceptible a su oído, salir desde las sombras. Se trataba de una voz masculina...que uno de los dos reconoció casi al instante.

Con la respiración cada vez más acelerada, el informante tomo al rubio por el brazo, sacando a este de la sorpresa para después jalarlo consigo, comenzando una carrera hacia la salida de aquel lugar mientras, en cuestión de segundos, las pocas personas visibles en la ciudad, siendo ahora tan solo sombras imposibles de distinguir, se volvían hacia ellos, persiguiéndolos.

-¡¿Y ahora qué?! –quiso saber el rubio, sin entender nada de lo que sucedía.

Sin dar respuesta alguna, Izaya continuo corriendo, liberándolo de su agarre para esquivar uno de los cuerpos que se habían lanzado contra él, antes de por fin llegar a la salida, apresurándose entonces a abrir la puerta y volver a tomar a la bestia de la muñeca, pues este estaba por darse la vuelta para propinar un golpe a quien en algún momento de la carrera le había roto de un rasguño parte de su chaleco de barman.

-¡Maldita sea, Shizuo, entra! –le grito el informante jalándolo con todas su fuerzas antes de cerrar la puerta de una patada, cayendo al suelo segundos después con un sudor frio perlando su frente.

Recargándose contra la pared para recuperar el aliento, Shizuo observo con intriga y molestia el pelinegro, quien aún algo agitado se incorporaba con cierta lentitud.

-¡¿Qué fue lo que sucedió allá adentro?! –exigió saber el rubio, sintiéndose ignorado cuando el contrario se limitó mirar a su alrededor, buscando algo.

-¿Celty, Kadota?

-Hey –le llamo, cuando lo vio alejarse unos pasos, mirando con atención cada pared, mientras sutilmente las tocaba, repitiendo aquellos nombres.

Cansado de ser ignorado, Shizuo camino hacia el pelinegro, dispuesto a conseguir una respuesta a su pregunta, pero cuando estuvo a no menos de cinco o seis pasos de su posición, Izaya por fin le miro, con ojos lo suficientemente afilados como para matar a cualquiera.

-Se los dije –soltó de repente, levantando una mano en advertencia –No pienso ir más lejos.

Chasqueando la boca, Shizuo se rasco la nuca, en un intento por controlar el enojo que comenzaba a nacer dentro de su cuerpo.

-A menos que tengamos la certeza de que Celty puede sacarte sin poner en riesgo lo planeado, no...

-¡No trates de razonar conmigo, bestia estúpida! –le corto el informante, dándole un golpe a la pared más cercana –Ya tuve suficiente.

Cabreado, Shizuo estuvo por dar una nueva respuesta, esta vez algo más física, cuando la imagen de pequeñas hebras negras bajando por el techo llamarón su atención. Era Celty.

Mirando hacia el mismo lugar que el rubio, Izaya soltó un suspiro, esperando con paciencia a que las sombras estuvieran a su alcance. Dentro de unos minutos estaría lejos de aquel asqueroso lugar, aun si tenía que amenazar o chantajear a la dullahan para ello.

Furioso por la actitud tan egoísta y desconsiderada de su enemigo, Shizuo gruño, desviando la mirada a un lado de este, o terminaría asesinándolo con sus propias manos, pero justamente en el momento en el que su vista se vio fija en el suelo, pudo ver lo que parecían ser sombras como las de su amiga, pero estas lucían más rudas e inestables, como tentáculos...Eh iban hacia Izaya.

Todo fue cuestión de segundos...

-¡IZAYA! –gritó con fuerza, haciendo que el nombrado reaccionara cortando con su navaja el tentáculo que iba dirigido a su brazo contrario, seguido de uno que comenzaba a rodear su cintura, sin ser capaz de lo mismo cuando con increíble rapidez otra de aquellas cosas aprovechó el momento y se enredó en uno de sus tobillos, jalando de este tan fuerte que el pelinegro cayó al suelo golpeándose con fuerza, antes de ser arrastrado por el oscuro pasillo hacia donde el mismo niño de antes le esperaba.

Shizuo no necesito pensar demasiado las cosas para correr detrás del informante, mientras este trataba por todos los medios de liberarse, sin demasiado éxito debido a la rapidez con la que era arrastrado.

Casi llegando al pasillo cubierto con agua, Shizuo aprovecho su fuerza para tomar impulso y saltar, alcanzando a tomar una de las manos del informante al tiempo justo en el que este era sumergido en el agua turbia, que sorprendentemente resultó ser mucho más profunda de lo que ambos hubieran imaginado.

Lo último que Shizuo pudo ver antes del oscuro vacío que esperaba por él, fue el rostro de Izaya reflejar lo que jamás en la vida espero ver en él:

Miedo. 

FIN DEL CAPÍTULO

Notas finales:

Hola de nuevo ^^ Qué les pareció el capítulo? Espero de verdad que les haya agradado :'v 

Si tienen alguna  duda, sugerencia, critica, por favor dejenla en la caja de comentarios :3 Se agradece muchísimo su opinión >////<  (si cometí un error por favor avisenme, a estas horas mi cabeza ya alucina x'D) 

Nos leemos dentro de poco! (lo juro *-* ) <3


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