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Dreamland por Mizuki Nozomi

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Notas del capitulo:

Hola :3 Que alegría volver por acá :'3 

Por favor disculpen mi largo y no avisado hiauts; se me acabaron las vacaciones y justo al entrar a clases se me juntaron mis fechas de exámenes y exposiciones, entre otros acontecimientos nada agradables respecto a mis compañeros de clase, y otras cosas. Quienes siguen "Torpes notas" (solo esta en wattpad) ya me leyeron chillar por eso en su momento X'D lol

Anyway, vayamos a lo bonito y comencemos el capitulo 💕 Hasta ahora es el mas largo de esta historia, y la verdad es que ni yo me lo esperaba :'v Pero bueno~  Espero les guste! Trate de ponerle algo de mucho feel (? :'3 

Muchas gracias a todas las personas que siguen esta historia. Sus comentarios me llenan de felicidad <3 En verdad se los agradezco con el corazón <3 

[Nos leemos en las notas finales :3 ]

DREAMLAND

CAPÍTULO 7. BAJO EL AGUA

Trataba de contener el aire en sus pulmones y mantener la cabeza fría, pero la desesperación del momento le estaba haciendo el trabajo casi imposible. No estaba seguro de cuanto más podría resistir. Tal vez si soltaba aquella mano a la que se había aferrado antes de verse sumergido en lo que parecía ser el fondo del océano mismo, aun tendría oportunidad de nadar de vuelta a la superficie, en lugar de morir de manera tan tonta; pero incluso esa idea era demasiado arriesgada. No sabía si habría un lugar al que regresar y, aunque lo negara mil veces, se sentía incapaz de soltar su agarre sobre la mano ajena, preocupado por el hecho de que esta no correspondiera a su toque con fuerza alguna. 

Apretando los parpados ante sus últimos momentos de lucidez por la falta de oxígeno, apenas pudo soltar un fuerte jadeo cuando, a segundos de dar absolutamente todo por perdido, su cuerpo se vio siendo escupido por el agua sin explicación alguna, por lo que cuando su cuerpo cayó nuevamente a suelo firme quedó aturdido por un rato, mientras sus pulmones, aliviados, hacían el intercambio de aire que tanta falta les hacía, a la par que con torpeza él trataba de levantarse, quedando apoyado en sus rodillas antes de por fin abrir los ojos, cubriéndolos parcialmente con una mano para protegerlos de la luz del nuevo escenario, que si bien era escasa no dejaba de ser molesta en ese preciso instante.

Lejos estaba de haberse logrado reponer del todo, cuando una alarma se prendió en su cabeza recordándole que algo le hacía falta, o mejor dicho, alguien.

Con el corazón detenido y un nudo en la garganta, volteo a todos lados con velocidad, levantándose a tropezones cuando a unos metros vislumbro el cuerpo inmóvil y empapado de su pelinegro enemigo dándole la espalda. No necesito más de un segundo en obligar a su sistema a olvidar el cansancio que la adrenalina de casi morir ahogado le había dejado, apresurarse entonces  a llegar con el informante, volteándolo para poder ver su rostro, comprobando con creciente pánico que no estaba respirando. 

r13; ¡Hey, pulga! –habló mientras lo sacudía por los hombros con fuerza, temiendo lo peor. -¡Mierda, despierta, Izaya!

Acomodándolo de espalda al suelo, abrió el abrigo del menor con rapidez, apoyando su oído contra el pecho de este y escuchando casi al instante un lento palpitar.

Comprendiendo que de momento el problema era solo un paro respiratorio –seguramente por el tiempo que había contenido la respiración- no demoro en tomar el rostro de Izaya para inclinar su cabeza hacia atrás, sosteniendo con una mano la respingada nariz y con la otra el mentón, dispuesto a unir sus labios con los contrarios para pasarle lo que a sus pulmones no lograba llegar.  

Tomando una gran bocanada de aire, cerca estuvo de hacer su cometido cuando sorpresivamente el pecho del informante se vio elevándose, logrando con ello parar sus acciones.

Liberándolo de su toque, se separó un poco del menudo cuerpo, observando con notable confusión como la inesperada acción se repetía tras apenas unos segundos de que el pecho bajara, indicando el intercambio que estaba dando lugar…

Obligándose a despabilar, volvió a inclinarse sobre el informante cuando tras unos momentos y con gran desespero Izaya comenzó a toser, expulsando una pequeña cantidad de agua en cada reflejo, buscando darse la vuelta para quedar de cara al suelo.

Entendiendo lo que quería, Shizuo le ayudó con su cometido, sosteniéndolo por los brazos una vez quedo arrodillado para evitar que colapsara mientras frenéticamente, y tras haber sacado el líquido restante de su boca, comenzó a inhalar y exhalar aire, manteniendo su rostro oculto por el húmedo y despeinado cabello.

Preocupado por la desesperación casi palpable proveniente del menudo cuerpo, hizo amago de soltar los delgados brazos de este para darle algunos golpecitos en la espalda, pensando que quizá aquello podría servir de mejor ayuda, pero ni bien pudo aflojar el agarre para comprobar que podía por sí mismo, Izaya soltó un gemido ahogado antes de darse la vuelta y aferrarse con notable fuerza a los costados de su chaleco y prácticamente pegarse de lleno contra su cuerpo.

A punto de soltarle un golpe por creer que se trataba de un ataque del informante, trató de liberarse del efusivo agarre, pero en respuesta solo obtuvo que Izaya se aferrara aún más a su torso, sin señales de querer separarse, lo cual era algo increíblemente extraño por tratarse de él.

Confundido, dejó de intentar apartarlo de su cuerpo y puso atención a los fuertes temblores que acompañaban la rápida y profunda respiración del informante, además de algunos murmullos que este soltaba entre pausas, sin ser capaz de entender que era lo que decía.

r13;Pulga… -se vio murmurando tras pensarlo unos momentos, pasando a poner sus manos tras la espalda del nombrado, moviendo una de estas de arriba-abajo, buscando a la par de ello calmarse a sí mismo después de lo que había sucedido.

Si distraer su cabeza significaba estar tan cerca de la persona que más odiaba, podía tolerarlo al menos un rato…porque ¿qué más se suponía que podía hacer? Realmente hasta hace unos instantes no se había sentido amenazado por aquel extraño lugar, pero ahora que las cosas estaban moviéndose a otro nivel  debía admitir que comenzaba a preocuparse. Si la cosa esa, o lo que fuera, podía atacarlos de ese modo casi mortal, ¿qué más les esperaba?

Suspirando, decidió dejar de pensar demasiado en el asunto y se concentró en analizar el nuevo escenario al que él y el peli-negro habían sido arrastrados, pues debido a los apresurados acontecimientos ni siquiera había dado una mirada a su alrededor para saber dónde estaban, y quizá, hacerse una idea de lo que venía…

Basta decir que quedó bastante confundido cuando al observar cada parte disponible a su vista, fue incapaz de reconocer el lugar o al menos algo de este. Solo podía deducir que se encontraban en medio de lo que parecía ser un pequeño camino de tierra con algo de pasto, bardeado por algunos arbustos y árboles. Podía escuchar agua corriendo no muy lejos de su posición, tratándose quizá de un rio, pero era incapaz de ver nada más allá de algunos árboles detrás de los que delimitaban el camino, por lo que era imposible confirmarlo. Por otro lado, al final del camino alcanzaba a ver lo que parecía ser una construcción con un patio lleno de juegos, mientras que al lado contrario el escenario parecía cambiar un poco, revelando lo que podía tratarse de algunas casas, tiendas y edificios.

Hubiera querido poder analizar un poco más el lugar donde se encontraban, tomando así un pequeño descanso tras los acontecimientos previos, pero las sombras que poco a poco parecían opacar el escenario,  y la imagen de la ciudad siendo devorada por la oscuridad, indicando así el lugar al que debían dirigirse, dejaban en claro que era tiempo de continuar, y de momento prefería hacer caso a ello antes que averiguar lo que podía llegar a suceder si se negaba ponerse en marcha.

Afortunadamente podía sentir el cuerpo del informante más calmado, a pesar de que seguía respirando con rapidez. Incluso había dejado de farfullar cosas, lo que le llevaba a pensar que quizás se encontraba más orientado como para seguir adelante.

r13;Izaya –le llamó entonces, lo suficientemente alto como para asegurarse de ser escuchado, mientras llevaba sus manos a sostenerle por los hombros, separándolo de si sin obtener objeción alguna.

Teniéndole ahora más a la vista, le evaluó unos segundos, creyendo que se encontraba inconsciente, descartando tal opción cuando una de las manos de este se levantó para pasarla con lentitud sobre sus parpados, que aún eran opacados por las finas hebras de azabache cabello.

Preocupado por la morosidad en aquella acción, Shizuo llevó sus palmas a recorrerse de lugar, acomodándolas sobre la mandíbula y parte del cuello del menor, de modo que era más sencillo manipular la cabeza de este al acunarla de aquella manera, logrando  entonces que su pálido rostro, con alguno que otro moretón,  quedara descubierto, revelando una expresión confundida, como si estuviera reconociéndole...

r13;Shizu-chan… -sonó algo rasposa la usualmente segura y venenosa voz del menor, quien parecía dudar de que se encontraría realmente enfrente suyo, aun cuando le estaba viendo y tocando.

Suspirando, mantuvo su mirada sobre los granates ojos del contrario, incapaz de entender el porqué de la reacción de este tras haber sido arrastrado por los tentáculos, y aunque por unos segundos pensó en preguntarle directamente sobre el asunto, la lucidez brillando en los ojos del informante fue suficiente para que de un momento a otro este le empujara por los brazos, liberándose de su toque para después levantarse con algo de  dificultad, dándole un manotazo cuando nuevamente trató de ayudarle.

r13; ¡Agh! Estúpido fenómeno, más te vale no haberme besado –masculló el pelinegro por lo bajo, haciendo una mueca mientras colocaba una mano sobre su garganta, sintiendo un ardor que recorría esta e irradiaba hasta sus pulmones. Conocía bien esa sensación.

Mordiéndose la mejilla por dentro, el rubio puso su mejor cara de asco, antes de responder con una expresión verbal de desagrado mezclada con un fuerte gruñido.

r13; ¡¿Quién quisiera si acaso tocarte, pulga apestosa?! –agregó después, pero sin poder evitar tomar en cuenta por unos segundos que, según los hechos, alguien sí le había dado respiración boca a boca al pelinegro, y realmente era bastante obvio quién había sido. Lo que no sabía era por qué demonios le hacía enojar tanto saber aquello…

“Porque por eso sigue vivo el muy desgraciado”, se dijo mentalmente, retomando la compostura y empujando por la espalda al más bajo, obligándole a caminar aun cuando este trastabillo por lo fuerte del empujón.

Volteándose con una navaja en mano, Izaya le fulmino con la mirada por un momento, ocultando la pequeña punzada dolor en el tobillo por el que había sido arrastrado, antes de retomar la caminata sin soltar palabra alguna, pues no tenia de otra al reparar en que el lugar comenzaba a oscurecer poco a poco, indicando que necesitaban moverse hacia la luz, y de momento prefería eso antes que algo como lo de apenas hace un rato sucediera otra vez…

La experiencia había sido aterradora…Había sido como volver en el pasado,  a un momento en específico que no quería recordar, pero sabía que esa cosa no pensaba desaprovecharlo, ya se lo había dejado muy en claro…

Sin duda alguna se arrepentiría de seguir adelante, pero el tener a Shizuo pegado a sus espaldas no le daba demasiadas opciones como para buscar alguna salida. Por otro lado, dudaba mucho que Celty accediera a ayudarle si su rubio amigo y el medico clandestino corrían riesgo de quedarse adentro de aquel detestable lugar.

Fuera como fuera, tampoco era como pensara rendirse así como así…aun cuando se hacía una pequeña idea de lo que sucedería, y realmente no era algo que le animara  en lo más mínimo; mucho menos teniendo que compartirlo con el monstruo de Ikebukuro, pero, como había dicho, no era como si tuviera elección.

Soltando un suspiro, ignoro el picoteo que había comenzado a correr por sus brazos y corto el hilo de pensamientos que llevaba, justo en el momento en el que el camino que tensamente recorría con Shizuo llegó a su fin, mostrando uno de los lugares que  más detestaba.  

r13; ¿Qué es esto? –escuchó preguntar al ex-barman, quién con el ceño fruncido evaluaba el escenario frente a él.

Izaya casi pensó en reír a carcajadas, mofándose del poco cerebro del rubio, siendo que era más que obvia la naturaleza del lugar; pero bueno, en realidad no había error en la pregunta; entendía a qué se refería el mayor.

Tomándose un momento para recorrer con la mirada el entorno, soltó un agotado suspiro, dispuesto a acabar con aquello pronto, aun si eso significaba tener que revelar una pequeña parte de su verdadero yo.

r13;Estamos en Shibuya…r13;comenzó, escondiendo cualquier  tinte de duda en su voz, mientras poco a poco entraban en el colorido patio, donde una pequeña cantidad de niños jugaban corriendo de un lado a otro, o pasaban el rato en otras actividades  r13;Pase parte de mi infancia en este lugar.

r13;Algunas personas te llaman “El informante de Shinjuku”; pensé que era porque  siempre habías vivido allá o algo así; además, periódicamente es cuando haces aparición en Ikebukuro. Shinra me dijo que tenías algunas propiedades en ambas ciudades, pero no sueles quedarte demasiado en Ikebukuro –Shizuo hablaba como si aquel tema realmente fuera de su interés, como si sinceramente quisiera saber más, cuando por obvias razones no debía ser así…

r13;Mi familia se mudó a Shinjuku mientras cursaba la secundaria; para cuando ingrese a la preparatoria me cambie a Ikebukuro hasta terminar la universidad. Fue entonces que regrese a Shinjuku y me aloje permanentemente, aunque, como dices, tengo propiedades en ambos lugares. Es que, me gusta aceptar trabajos fuera de mi hogar, salir a pasear… o algo así  r13;sonrío, haciendo enfadar al monstruo r13;No por nada Ikebukuro es mi ciudad favorita~

Ante tales palabras Shizuo no hizo más que torcer la boca, haciendo chirriar sus dientes; le molestaba demasiado la actitud del informante…Porque había momentos en los que este hablaba como una persona normal, como si lo que salía de su boca fuera totalmente cierto, pero después su voz adoptaba un característico tono, de esos que hacían dudar a uno si lo dicho iba enserio o solo se trataba de una mentira.  

A punto de expresar su molestia, y a punto de que Izaya se las arreglará para interrumpirle no estando dispuesto a escucharle, ambos detuvieron sus acciones cuando a su alrededor el cumulo de voces quedo en segundo plano y ambos fueron capaces de concentrar su atención en una sola voz, proveniente de quien alcanzaban a ver era una maestra.

r13; ¡Niños, no se alejen mucho! –advirtió aquella mujer a quienes cerca estaba de pasar los limites que separaban el patio del mar de árboles que rodeaba la escuela, mientras detrás de ella un grupo completo de estudiantes se hacía presente, saliendo al receso que poco antes había comenzado.

r13;Solo estuve en este lugar por un año –la voz de Izaya llamó la atención del rubio, puesto que no había hecho pregunta –No era malo, pero estaba algo alejado de la ciudad, ubicado en parte de lo que más tarde se convertiría en el parque Yoyogi, el más grande de la zona.

r13;Una escuela en un lugar así, ¿no es…?

r13; ¿Peligroso? –Izaya sonrío apenas un poco, ladeando la cabeza –En ese tiempo nadie lo pensó así, siendo que el único camino como tal para llegar o irse, era el que acabamos de usar hace un momento. Lejos de eso podías encontrar uno que otro sendero escondido, pero nadie solía utilizarlos; sobre todo por lo tenebroso que podía llegar a ser, y las historias que contaban las maestras y maestros para mantenernos alejados del bosque.

Mirando de reojo el rostro calmado del informante, Shizuo no dudo de la veracidad de sus palabras, sabiendo entonces que quizá algo en lo dicho tendría importancia dentro de poco; no veía otra razón como para el pelinegro le contara aquello de la nada, siendo el más reacio a la situación en la que se encontraban. Era como si le estuviera preparando para algo que se acercaba…

r13;Oye, ¿qué haces adentro? –la voz de la cuidadora a unos metros de ellos llamó su atención  de nueva cuenta, viniendo esta de dentro del edificio r13;Es hora del receso, ve afuera a jugar un rato.

r13;Ella era molesta… r13;escuchó decir al verdadero Izaya a un lado, antes de que por la puerta apareciera el pequeño cuerpo de este, igual a como le habían visto en el pasillo del hospital y en la ciudad, siendo guiado por la mujer.

Bufando ante la opinión del morocho hacia la amable dama, Shizuo observo con enfado al pequeño futuro informante, analizándolo de pies a cabeza, frunciendo al seño al no reconocer en él aquella característica mirada del mayor, o la molesta presencia que este solía tener…Inclusive la altanera sonrisa estaba ausente, junto al brillo que un niño de tal edad debía tener…

r13;No quiero salir… r13;se le escuchó decir en algún momento, sin ningún matiz de burla o segundas intenciones tintando su aniñada voz, siendo esta bastante apagada.

Confundido por lo que en  apenas un instante estuvo fuera de lugar en su cabeza sobre la persona frente a él, Shizuo miro de reojo a su compañero, notando como este mantenía la vista fija en el rostro de la dama, de modo que él se vio haciendo lo mismo, poniendo más atención a lo que sucedía, notando casi de inmediato como debajo de la apariencia de una amable educadora que buscaba integrar a un alumno con los demás, esta sostenía de manera quizá demasiado fuerte los hombros del menor, momentos antes de soltarlo y empujarle “suavemente” por la cabeza, casi haciéndole trastabillar.

Dando un respigo en respuesta a la casi caída del menor, el rubio observó a este permanecer un momento en su lugar, mientras la educadora regresaba dentro del edificio con las manos dentro de las bolsas de su bata negra con estampado infantil.

Casi al momento en el que la dama desapareció de la vista, el pequeño Izaya, con la cejas ligeramente crispadas en lo que parecía ser pánico ante la imagen de sus compañeros de clase jugando, dio un paso atrás con cierta lentitud, antes de doblar hacia la derecha y caminar con cuidado, perdiéndose en la esquina del edificio tras dar vuelta en esta.

r13; ¿A dónde demonios vas? –cuestiono Shizuo al informante real, quien sin soltar palabra alguna miro una última vez hacia la puerta principal de la escuela, con notable enfado, caminando después detrás de su pequeño yo.

Viéndose ignorado, Shizuo le siguió de cerca, notando a un pequeño grupo de estudiantes cuchichear a unos cuantos metros de su posición, riendo a carcajadas nada inocentes para su edad…

Encogiéndose de hombros, volvió la vista enfrente y apresuró el paso hasta quedar de nueva cuenta junto al pelinegro, observando entonces que la figura del niño al que perseguían no se encontrar en ningún lado, como si apenas al doblar la esquina este hubiera echado a correr a algún sitio.

Sin entender entonces hacia donde se dirigía Izaya, el ex-barman siguió con duda los pasos de este, mirando a su alrededor cuando llegaron a la parte trasera de la escuela, donde no había más que una alberca algo descuidada y varias cosas de deporte almacenadas sobre uno que otro contenedor; un poco más lejos había lo que parecía ser un pequeño almacén donde quizá se guardaban algunos otros materiales. De eso en más, el lugar estaba completamente vacío.

r13;Nos tenían prohibido venir acá, a menos que fuera hora de deportes –rompió el silencio Izaya, manteniendo ambas manos dentro de las bolsas de su chaqueta –Por eso no hay nadie.

Con el ceño fruncido, el rubio dio unos cuantos pasos más enfrente, sin entender entonces por qué el yo pequeño de su enemigo se encontraba por allí, de modo que comenzó a buscarlo con la mirada, separándose del pelinegro.

r13;Espe… –creyó escuchar decir algo al informante, justo cuando pasaba enfrente de dos contenedores donde al instante encontró un pequeño cuerpo oculto en medio de estos.

r13;Aquí estas.

Agachándose hasta quedar en cuclillas, Shizuo observó con atención al niño que, con la mirada baja, mantenía un objeto entre sus pequeñas manos; al parecer se trataba de un muñeco, o algo parecido. Además, por la misma posición del menor, también pudo notar algo que anteriormente no, y eso era la gran cantidad de curitas que este tenía en las piernas y parte de las rodillas. ¿Debajo de su poleron gris tendría más?

Intrigado, Shizuo deseo preguntar por el origen de aquellas heridas al informante, pero un quedo suspiro de parte del menor le hizo mantener la atención en este, viéndolo tan pequeño  y solitario…Una escena realmente triste por tratarse de un niño.

Vagamente, Shizuo se vio recordando que cuando él era pequeño, antes de tener problemas con su fuerza y esas cosas, solía mantener una buena relación con los chicos de su clase, y aun después de que todo explotó, cierto futuro medico clandestino se la pasaba pegado a él como chicle, de modo que en realidad jamás pasó por aquello de estar completamente solo durante las horas libres…

Al parecer Izaya sí.

Manteniendo su posición, y sin perderse de cada uno de los casi nulos movimientos del menor, fue consiente de los pasos con los que el informante se colocó a un lado suyo, apreciando la misma escena que él, casi al instante haciendo un sonido con la boca que no le pasó desapercibido en lo más mínimo.

Mirando de reojo a su enemigo, Shizuo noto la mirada incomoda que este mantenía sobre su otro yo, identificando en esta lo que bien podía ser vergüenza, o quizá solo enfado, no estaba seguro; en lo que respectaba a aquel sujeto jamás podía estar seguro de nada…

r13;No sé por qué no me sorprende que desobedecieras eso de no venir a este lugar –comentó entonces con algo de humor, sin desear realmente sacar el tema a flote debido a la situación, pero sabiendo que era algo que necesariamente tenía que hacer.

Izaya pareció querer responder a lo dicho casi de inmediato, pero las palabras no salieron de su boca aun cuando abrió está para ello.  Como si no estuviera seguro de la respuesta que debía dar.

Fueron unas molestas risas cerca de su posición las que parecieron dar un empujón a las cosas, haciendo que el pequeño Izaya oculto en las sombras se quedara completamente quieto, antes de guardar con rapidez el juguete dentro de la bolsa de su suéter.

r13;Este era un buen lugar para esconderse… –musitó el verdadero pelinegro, por fin dignándose a hablar  –pero ya sabes, los escondites no suelen durar demasiado.

Casi al instante, hizo aparición el mismo grupo de niños que Shizuo había visto reír de manera extraña en el patio; dos pelinegros y dos castaños. No hizo falta pensar demasiado para entender que no estaban allí solo para jugar.  

r13; ¡Izaaa-chan~! –llamó entre risas uno de los infantes, castaño y con brackets, siendo secundado por sus otros tres amigos.

De inmediato Shizuo volteó a ver al aludido, quien encogiéndose aún más parecía desear ser tragado por las sombras, o por el concreto. Casi pensó en burlarse por el ridículo apodo con el que los mocosos le llamaban, en venganza a como el informante solía decirle desde que se habían conocido, pero el contexto de lo que sucedía le impedía hacer tal cosa…

r13;Vamos Iza-chan, ¿no quieres jugar con nosotros? –resonó ahora la voz de otro, un pelinegro algo más bajo que los otros, con corte tipo coco, haciendo una mueca mientras con los demás seguía buscando al menor.

Shizuo supo que era cuestión de tiempo para que lo encontraran.

r13; ¡Izaaa-chan! La maestra se enojara si sabe que huiste otra vez.  

Entre los contenedores, el pequeño Izaya se estremeció, al tiempo que revelaba su aniñado rostro, mostrando una mirada angustiada.

Justo en ese momento, el pecoso castaño aquel que había hablado al último y quién por ser más alto parecía ser el líder, se colocó frente al escondite de un salto, gritando con alegría un “te encontré”, como quien jugaba a las escondidillas con su mejor amigo.

Shizuo se levantó de la posición en la que se hallaba a la par que el niño tomaba por el brazo a Izaya y lo sacaba de entre las sombras, exhibiendo su éxito ante sus amigos, quienes pronto rodearon al objeto de su búsqueda, delatando que, aunque más bajos que el de pecas, seguían superando en tamaño al futuro informante.

Preocupado, el rubio dio unos pasos enfrente, deteniéndose en el momento en el que el cuerpo del informante real se le adelanto y trato de colocar una mano sobre el hombro del líder del castaño, quedándose estático cuando esta paso de largo su imagen, sin verse afectada en lo más mínimo, tal como en la escena de la panadería…

Suspirando sonoramente, Izaya dio dos pasos atrás, cruzándose de brazos con fuerza, desviando la mirada por unos segundos antes de regresarla enfrente, visiblemente incomodo al ser objeto de estudio del monstruo aquel a su lado.

r13; ¡Oye, te estamos hablando! –demando atención el más bajo de los brabucones, mientras uno de sus compañeros zarandeaba de un brazo a su víctima – ¿O te crees demasiado como para hablarnos? ¡Deberías estar feliz de que queramos jugar contigo! ¡Nadie más lo haría además de nosotros, Iza-chan!

Aunque sin objeción a las palabras dichas, el aludido se revolvió para deshacerse del agarre del niño, pero aquello solo ocasiono que su atacante soltara un quejido, como si le hubiera lastimado, lo que de inmediato se tradujo a que el que parecía ser su mejor amigo –otro pelinegro pero con lentesr13;le propinara a Izaya un fuerte empujón como castigo, haciéndole caer al suelo con fuerza, de modo que el objeto que este recelosamente había escondido entre sus ropas termino por revelarse.

r13; ¿Qué es eso? –exigió saber el pecoso, agachándose para tomar el juguete entre sus sucias manos, cosa que el pelinegro trató de evitar sin demasiado éxito al ser sostenido por los otros chicos.

r13; ¡Es una muñeca de tela! ¡Mi hermana tiene una!–reconoció el morocho de lentes, haciendo que su amigo se las mostrase, de modo que Shizuo también pudo verla mejor.

En efecto, se trataba de una muñeca hecha de tela, con cabello castaño de estambre atado en dos coletas hechas trenza. Vestía con ropas bastante detalladas en colores opacos. De verdad era muy bonita…  

r13;Pero no hacen nada, ¡son aburridas!

r13;Y también son cosa de niñas –habló entonces el castaño, apretando el juguete mientras enfocaba su desdeñosa mirada en el pelinegro aun en el suelo, quien con el ceño fruncido observaba el objeto en manos del contrario  – Ahora entiendo porque eres tan llorón, Izaya, ¡eres un marica!

Las risas y sonidos de asco de parte de los demás no tardaron en hacerse presente, y fue justo en ese instante en el que Shizuo reparó en que el verdadero informante a su lado había desviado el rostro hacia el bosque, como si mirara algo sumamente interesante mientras todo aquel show sucedía.

¿Acaso no pensaba decir nada? Es decir, del tiempo que llevaba conociéndole, aun sin así quererlo, Shizuo sabía que Izaya siempre tenía palabras para defenderse cuando alguien le difamaba, y aunque lo de ahora no era más que un recuerdo, se le hacía extraño el silencio del informante.

Realmente hubiera querido escuchar la voz del pelinegro en ese momento, para esa situación, pero cuando las risas de los menores se detuvieron de repente, su atención se vio devuelta hacia estos, notando entonces que el pequeño Izaya parecía estar diciendo algo, aunque su voz era bastante baja como para entenderle si no se le ponía la atención necesaria.

r13;…Es solo un juguete, no muy diferente a un oso de peluche, como el que trajiste a clase el año pasado para la actividad navideña; no tiene nada de… –decía el pelinegro mirando a los ojos al niño de pecas, pero antes de que pudiera seguir este mismo le propino una patada que dio directamente en su pierna, haciéndole callar tras soltar un quejido de dolor.

Shizuo apretó con fuerza los puños, con enormes ganas de golpear a aquel niño idiota al ver el rostro desencajado del menor, quien inútilmente trataba de aparentar que no le había dolido tal acción.   

r13; ¡Es diferente! –gritó entonces el más alto, advirtiendo con la mirada a los demás que no se atrevieran a contradecirle o burlarse – ¡Las muñecas solo son para niñas, y jugar con una te hace un marica! ¡Por eso la maestra no te quiere, por eso nadie en clase quiere hablar contigo! Dices cosas tontas y pareces niña… ¡pequeño y delicado como una, pero no lo eres!

A la par de sus palabras, el pecoso arrojo la muñeca al suelo, y le propino otra patada al menor, esta vez elevando su pie y dando en el brazo cuando Izaya levanto este para defender su rostro, apenas a tiempo.

r13; ¡Le dejaras una marca! –intervino entonces el niño coco, sosteniendo al mayor por el brazo.

r13;Y la maestra le va a creer que lo molestamos si la ve –apoyo otro.  

Mientras discutían, Shizuo observo con tristeza como el pequeño pelinegro trataba de contener las lágrimas dentro de sus ojos, evitando también hacer algún tipo de puchero, aunque el temblor de su cuerpo delataba su silencioso llanto.

r13;Ella no le creerá nada; Iza-chan es torpe, ¡diremos que lo vimos caerse en el patio!

Escuchando tal plan, el rubio se llevó una mano a la nuca, conteniendo un gruñido; sabía que los niños eran crueles…pero a veces de verdad se sorprendía del poco corazón que estos eran capaces de mostrar cuando se topaban con alguien más débil que ellos, alguien vulnerable. Incluso en su escuela había visto casos similares, aunque nunca al grado de lo que ahora presenciaba…porque, por la misma razón que odiaba la violencia, usualmente él mismo era quien detenía esas cosas; desde el momento en el que los brabucones le veían echaban a correr, liberando a la víctima.

Que lastima que él no hubiera estado en la escuela de Izaya para ayudarle…

“¿Qué tontería estoy pensando?”, se reprendió mentalmente al recapacitar sobre sus pensamientos. ¡Estaba hablando de la persona que le hacia la vida miserable! Incluso hace un momento había tenido el deseo de defenderle, si pudiera, pero ahora, recordando  de quien se trataba ese pequeño niño, ¿pensaba lo mismo?

Observando como el de brackets jalaba del cabello al pelinegro para evitar que siguiera tratando de huir, él no pudo evitar pensar que si…

r13;Entonces agárrenle bien –volvió a hablar el líder, quien teatralmente chocaba un puño contra su mano contraria –Le enseñaremos a Iza-chan a ser un verdadero hombre.

r13;Izaya –llamó Shizuo al informante cuando su otro yo fue levantado del suelo, antes de que un puñetazo en el rostro le regresara abajo.

Quería que el pelinegro le dijera algo, que le explicara las cosas. ¿Por qué le molestaban de esa forma? ¿Por qué el menor no hacía nada para defenderse? ¿Por qué no gritaba por ayuda?

r13;Está por terminarse el tiempo –fue lo único que salió de boca del verdadero Izaya cuando este se colocó otra vez a su lado ante su llamado, al fin prestando atención a la escena.

Sin entender a qué se refería, Shizuo regresó la mirada hacía los niños, justo en el momento en el que, tras varios golpes en el rostro y otras partes del cuerpo del más bajo, quedando este adolorido y con una mejilla hinchada y la nariz sangrante, el pecoso por fin se detuvo, embozando repentinamente una sonrisa que para nada le agradó al rubio.

r13;Tráiganlo –ordenó este tras unos segundos, mirando hacia la piscina con ojos brillantes –Tal vez con un buen baño se le quite lo niñita...  

r13; ¿Q-qué? –la quebrada voz del pelinegro se hizo presente, llena de nerviosismo – ¡N-no, esperen!

r13; ¿Qué pasa? ¿El delicadito no quiere mojarse un poco?

Riendo nuevamente, y sin estar dispuestos a escuchar una respuesta de parte del menor, los niños le tomaron por las piernas y comenzaron a jalarle por el suelo, tampoco dándole importancia al daño que le ocasionaban con sus acciones, siendo que el piso de concreto raspaba las rodillas de Izaya, abriendo viejas heridas.

Llegando casi a la orilla, el pelinegro se removía tanto como le era posible para liberarse de sus captores, pero justo en el momento en el que el rubio dio por hecho que no había manera en que este se salvara, una voz ya conocida por él se hizo presente en el lugar.

r13; ¡Niños! ¡¿Dónde están?! ¡Se terminó el recreo!

Deteniendo sus acciones, los mocosos se miraron unos a otros antes de apresurarse a soltar al pelinegro, agachándose entonces para quedar a su nivel.

r13; ¡Oh! ¿Qué hacen aquí? –hizo aparición la maestra a la que habían visto hace un rato en el patio, quien frunciendo el ceño se acercó a los aludidos, deteniéndose unos segundos al ver mejor la escena frente a sus ojos – ¡¿Qué fue lo que sucedió?!

Llegando hasta los infantes, quienes hábilmente fingían estar ayudando a levantarse a Izaya, la mujer se apresuró a tomar el mando de la situación, sosteniendo al pequeño por los hombros, mientras detrás de ella los otros miraban amenazantemente a este, en advertencia.

r13;Estábamos jugando a las atrapadas, pero Izaya vino acá y se cayó –relato uno de los brabucones, siendo apoyado por todos –Creemos que se golpeó con el borde de la alberca pero no nos ha dicho nada.

r13;Ay, Izaya, te había dicho que no vinieras a este lugar sin permiso –reprendió seriamente la maestra tras escuchar las palabras de aquel niño, mientras con un pañuelo limpiaba el rostro del nombrado –Ahora mira lo que te ha sucedido…Espero les digas lo que paso a tus padres; no quiero un malentendido como el de la vez pasada, ¿entendido?

Bufando mientras con molestia la mujer se levantaba y tomaba al pelinegro de la mano, indico a los demás chicos que fueran a avisar a enfermería de lo sucedido para que prepararan una camilla, pues el sangrado de la nariz de Izaya no se detenía.

Aceptado y deseándole suerte al pelinegro con una muy peculiar mirada, la pandilla de amigos se retiró del lugar, quedando entonces solo la maestra y el pequeño Izaya, quien suspiro aliviado al no tener enfrente a aquellos niños…

r13; ¿Por qué siempre te metes en problemas, Izaya? –gruñó tras unos segundos la cuidadora, por lo bajo, arreglándose la bata e indicándole al menor como sostener el pañuelo bajo su nariz, inclinando hacia atrás la cabeza.  

Para Shizuo fue demasiado extraño ver cómo, aunque obedecía a las indicaciones, el menor parecía ignorar las palabras de su maestra, como si no estuviera dispuesto a decir nada sobre lo sucedido, cosa que él no entendía.

r13; ¿Qué? ¿Ahora no vas a decirme que alguien te golpeo? Que te estaban molestando –continuo la mujer, logrando que el rubio abriera aún más los ojos, con sorpresa. Acaso…   r13;Bueno, ya es un avance. Al menos dejaras de inventar cosas. ¿Ves que no era tan difícil?

Sonriendo satisfecha, la pelinegra revolvió el cabello del menor, sin notar la mueca que este hacía por el dolor ante sus acciones.

r13;Sí me golpearon –gruñó Izaya tras unos segundos, perdiendo la paciencia, deshaciéndose entonces del agarre de la mayor, mirando por unos segundos a la muñeca tirada detrás de la mujer, antes de hacer una mueca y darse vuelta, comenzando a caminar r13;Aunque, como siempre, usted no va a creerme, bruja sin cerebro.

Sin importarle si la ahora visiblemente enfadada mujer le había escuchado o no, Izaya desapareció del patio en pocos segundos, antes de que esta soltara una maldición contra él y le siguiera los pasos, dejando a Shizuo y al verdadero Izaya por fin solos.

Al principio, Shizuo espero pacientemente a que el informante dijera algo, pues por su parte no sabía con exactitud que decir..., pero Izaya parecía fingir que él no se encontraba presente, mientras con aparente calma daba otra mirada al lugar, antes de enfocar su vista en la muñeca aun tirada en el suelo, yendo entonces hacia esta y agachándose, tomándola entre sus manos ahora sin problema alguno…como si esta fuera real.

r13;Fue el regalo de una de mis vecinas –resonó por lo bajo la voz pelinegro, quien por unos segundos presiono con fuerza a la muñeca, antes de dejarla caer al suelo nuevamente –Me la dio cuando se mudó a Tokio, para asistir a la universidad. Era una persona amable aunque no la trate mucho.  Años más tarde me entere de que murió de cáncer.

r13; ¿Por qué te la dio? –cuestiono el rubio, manteniendo las manos dentro de los bolsillos de su pantalón.

Mirando al cielo, Izaya pareció pensar su respuesta unos momentos, antes de soltar esta con lentitud, en dos nuevas preguntas.

r13; ¿Crees que estaba equivocado? ¿Un niño no puede jugar con muñecas?

Por su tono de voz, Shizuo supo que la respuesta que Izaya esperaba era importante, aunque bien él podía darse el lujo de burlarse aprovechando su taciturna actitud…pero no había razón real para ello, así que, suspirando, fue sincero con sus palabras.

r13;No, no lo creo. De hecho, Kasuka también tuvo una cuando era niño. Se la pidió a mis padres en su cumpleaños.

Sin esperarlo, y apenas al terminar de hablar, el informante fijo la mirada sobre la suya, manteniendo un contacto visual de apenas unos segundos, como si buscara alguna pista de mentira en lo antes dicho, pero al no encontrarlo, pronto embozó una diminuta sonrisa, mirando entonces de vuelta al juguete en el suelo, dejando sin aliento al rubio.

Por un momento, el ambiente entre ambos pareció ser más ligero y tranquilo, algo sumamente extraño pero agradable; por ello les fue imposible no dar un respingo cuando, sin esperarlo, el lugar quedo sumergido en la oscuridad, tan rápido como si se encontraran dentro de una pantalla y esta hubiera sido apagada…

Sin perder tiempo a pesar de la sorpresa, Shizuo fue el primero en apresurarse a avanzar hacia donde debía encontrarse el informante, temiendo que algo como lo de hace un rato volviera a suceder y les separara.

Tanteando con las manos en la oscuridad, casi de inmediato se encontró con la tela del muy conocido abrigo del menor, quien apenas al sentirle también busco reconocerle con sus manos, palpándolo por los brazos y soltando un suspiro aliviado.

A pesar de la oscuridad, a Shizuo le pareció ver el brillo de una de las navajas del informante, por un breve un instante,  y aunque su cerebro se apresuró a pensar que le atacaría con ella, después entendió que Izaya la tenía en mano por si las sombras aquellas que le habían arrastrado por los pasillos estaban de vuelta…

Estando preparado para cualquier cosa que les esperara, Shizuo mantuvo una mano sosteniendo con moderada fuerza el brazo del pelinegro, quien sin objeciones hacía lo propio, teniendo entre sus dedos parte del borde de la camisa ajena.

r13;Más te vale que no me sueltes… –dijo en un susurro Izaya, cuando en la oscuridad se escuchó un crujido, como si alguien hubiera pisado una rama seca o algo parecido.

Sintiendo sus músculos contraerse, el rubio jalo por el brazo a su enemigo, sin responderle, colocándolo a su lado, algunos centímetros por detrás, indicándole mudamente que no soltara su agarre sobre su camisa.

Sin objeciones, el informante tomó un hondo respiro y se preparó para lo que fuera que estuviera por pasar, pero…justo cuando creyeron que aquella cosa estaba a nada de llegar a ellos, la luz regresó, de modo que se vieron cegados por varios segundos.

Desorientado, Shizuo tardo un poco en reconocer que el lugar donde se encontraba era el mismo que el de hace unos segundos. Estaban parados en el mismo lugar.

r13; ¿Por qué seguimos aquí? –preguntó, temiendo algo que ya se imaginaba.

r13;Es que aún no se termina –indicó Izaya, soltando su agarre sobre el rubio para después colocarse a su lado, notando el cambio de color que el cielo había experimentado, delatando el paso del tiempo.

Casi a la par de las palabras del informante, su pequeño yo volvió a hacerse presente en el lugar, asomándose al patio con cautela desde la esquina del edificio, valorando si este era seguro antes de caminar, justo hacia donde él y Shizuo se encontraban.

No hizo falta preguntarse sobre la razón de su presencia en el lugar una vez el menor se detuvo cerca de ellos, para recoger la muñeca que hace unos momentos Izaya mismo había tomado antes de regresarla al suelo.

Shizuo no pudo pasar por alto el tono rojizo y algo amoratado de una de sus mejillas y la nariz, que al menos ahora ya no sangraba.

r13;Creí que pensabas abandonarla –comentó apartando la mirada, mientras el pequeño  guardaba la muñeca en su mochila, cuidadosamente.

r13;Mhn…posiblemente eso hubiera sido lo mejor, pero tenía un significado algo sentimental para mí  –confesó el pelinegro, levantando una ceja una vez que su otro yo término con lo suyo –Además, me gustaba, neh~

Sonriendo ante sus palabras, Shizuo perdió tal expresión inmediatamente cuando escucho nuevamente risas…esas que ahora sin duda alguna odiaba.

Afortunadamente, el pequeño Izaya también pareció escucharlas, por lo cual se apresuró a acomodarse la mochila y correr directo al bosque, adentrándose a este sin dudarlo.

Mirándose de reojo, ambos hombres ignoraron la presencia de los mocosos brabucones aparecer en el lugar y fueron detrás de los pasos del menor, viendo claramente la sombra negra que había aparecido a sus pies para marcarles el camino a seguir, por lo que en tan solo unos segundos lograron verle a no mucha distancia de ellos, caminando entre los arboles sin dudar ni un segundo de la dirección que llevaba.

r13;Yo no solía tomar el camino principal; rodeaba por el bosque para evitar a esos chicos –explicó el informante cuando noto la mirada confundida del rubio, aceptando que este no era tan despistado como parecía, aunque eso era algo que sabía desde antes.  

r13; ¿Por qué se metían contigo? –cuestionó con enfado el rubio, como si el molestar a un niño como el que estaba justo enfrente de ellos en ese momento fuera algo impensable, cosa que le causo gracia al pelinegro.

r13;Bueno, en realidad no es difícil entenderlo. Tú mismo sabes que cuando alguien es diferente las personas suelen notarlo, y entonces es cuando consideran dos opciones: La primera, que es interesante y por tanto deciden acercarse; o la segunda, que es demasiado extraño y por tanto deben hundirlo y deshacerse de él –Izaya se encogió de hombros, como si sus palabras fueran demasiado obvias –Eso es algo que tú has visto y vivido; no debería parecerte extraño.  

r13;Pero es diferente –replicó Shizuo, señalando con la mano al menor, quien murmurando algo entre dientes era ignorante a la presencia de ambos hombres –Él no tiene nada de malo, es solo un niño; no debería pasar por esto.

Levantando las cejas y haciendo una mueca divertida, Izaya negó con la cabeza, como si lo dicho por el rubio fuera una buena broma.

r13;Shizzy, es algo muuuy~ adorable lo que tratas de decir, pero ya me estas hartando –la voz del informante adquirió un tono irritado, perdiendo todo rastro de burla mientras le miraba con enojo, casi como si en cualquier momento fuera a tratar de apuñalarlo –Lo peor es que no se si hablas enserio y eres tan idiota como para creer en lo que dices sabiendo de quien estas hablando, o solo buscas burlarte de mí en este mismo instante.

r13; ¡¿Ah?!

Ofendido, Shizuo pensó iniciar una discusión con el informante, o mejor aún, darle un golpe que le hiciera callar, pero, adelantándose a sus acciones, Izaya retomo la palabra, aunque no de la forma en que él esperaba, pues nuevamente su voz adoptó su tono normal.

r13; Tú me odias, y tienes razones para hacerlo, así que solo recuerda eso y no dudes en que para mí es lo mismo hacia ti, monstruo. Así que, no confíes en mí, y no creas que lo que has visto y estas por ver, puede cambiar algo entre nosotros.

Embozando una sonrisa, de esas que el rubio más odiaba en el mundo, Izaya le palmeo un brazo, antes de darle la espalda para continuar caminando, puesto que por su pequeño retraso su otro yo se les había adelantado bastante.

Soltando un gruñido y golpeando uno de los arboles a su lado, el rubio trató de controlar su creciente ira. ¡Izaya era demasiado complicado! En momentos hablaba bien y en otros sus palabras se retorcían y se tornaban complejas y difíciles de entender para él. ¿Por qué demonios siempre tenía que ser así?

Enfadado, el rubio soltó un último gruñido y fue tras los pasos de su enemigo, incapaz de pensar que este fuera el mismo niño al que seguían.

Tras dar vueltas aquí y allá, Shizuo pronto alcanzo a ambos Izayas, siendo el mayor de estos quien se encontraba recargado contra un árbol mientras el otro miraba hacia lo que parecía ser un pequeño rio, que desembocaba en un estanque de tamaño medio rodeado por rocas y algunas yerbas.

 r13;Te tardaste; pensé que ibas a perderte el espectáculo –habló el informante, separándose del tronco y yendo hasta él, mientras su otro yo retomaba su camino.

r13; ¿De qué demonios hablas?

Bufando, Shizuo quiso alejarse de su enemigo y continuar siguiendo al menor, pero la mano del informante pegándole con el dorso a su pecho le hizo detenerse, dispuesto a romperle el brazo, cosa que paso a segundo plano cuando cuatro personas se hicieron presentes en el lugar, saliendo de quien sabe dónde y bloqueándole el camino al pequeño Izaya, quien dando un salto les observo con notable sorpresa, antes de que esta pasara a preocupación.

r13;I-za-ya-chan~  –cantó el ya conocido niño pecoso, avanzando con pasos pausados hacia el nombrado –así que por este camino es que no te encontrábamos después de clases… Que listo, pero, ¡ya no más! Ahora nos tienes aquí, ¿no es genial? Tu patética soledad se terminó.

Mientras su líder continuaba hablando, los otros tres niños comenzaron a rodear a Izaya, quien apretando sus pequeñas manos en puños, miraba con impotencia al castaño, sabiendo que no tenía escapatoria.

r13; Además, la maestra hablo con nosotros antes de la salida, ¿sabes? Al parecer, otra vez dijiste que nosotros te habíamos golpeado, cosa imposible, ¿no crees? ¡Nosotros somos niños buenos!

Desde su lugar, Shizuo deseo que lo que estuviera por suceder fuera detenido por alguien, por quien fuera, pero por lo dicho por el informante, dudaba que eso fuera a suceder en esa ocasión…

Y así, en cuestión de segundos, el pequeño Izaya comenzó a ser golpeado de una forma en la que incluso Shizuo se obligó a cerrar los ojos, sintiéndose completamente inútil, sin soportar ver como a pesar de todo aquel niño de ojos opacos no gritaba por ayuda o trataba de defenderse, porque sabía que hiciera lo que hiciera de nada serviría; nadie le escucharía, y nadie le ayudaría.

Fueron eternos los pocos minutos que pasaron antes de que aquellos mocosos por fin detuvieran sus crueles acciones, mirando satisfechos el cuerpo que, hecho un ovillo, respiraba con dificultad, gimoteando débilmente.

r13;Chicos –llamó  entonces el pecoso, sin pizca alguna de arrepentimiento por sus actos –hace un rato dejamos algo pendiente, así que traiganlo, seguro Izaya se quedó esperando con ansias su baño.

r13;Oye, pero la maestra dijo que…

r13; ¿Que qué? No seas niña, no le pasara nada.

Sin desear enojar al castaño, los otros niños,  menos el de brackets que había querido objetar algo, tomaron el cuerpo del menor nuevamente entre sus manos, arrastrándole por el suelo hasta llegar al estanque que hace un rato este había observado desde una distancia prudente.

Era claro lo que aquellos niños estaban por hacer, a lo que Shizuo no pudo evitar dar varios pasos enfrente, olvidando que no podía hacer nada por detenerles cuando trato de evitar que, ante la mirada y balbuceos aterrados del pequeño Izaya,  estos le arrodillaran justo en la orilla del estanque, antes de simplemente empujarle a este, riendo a carcajadas.

Desde su lugar, el verdadero Izaya observó la escena sin pestañear ni un minuto, viendo a aquellos odiosos niños chocar sus palmas antes de alejarse del estanque, satisfechos con sus acciones y listos para irse, ignorando que el menor no había salido del agua y las burbujas en esta comenzaban a desaparecer.

Para el informante tampoco pasó desapercibido como el rubio se arrodillaba en la orilla, metiendo una mano al agua para tratar de alcanzar al menor, mientras gritaba su nombre, deteniéndose cuando, al dar con una de las apenas visibles manos del pelinegro, le fue imposible tomar esta. El efecto “fantasma” había regresado.

Sin embargo, Izaya admiró la expresión llena de desesperación plasmada en el rostro de Shizuo, que extrañamente le provoco un nudo en la garganta, mientras en sus mejillas, y sin así desearlo, un par de gotas saladas rodaban.  

FIN DEL CAPITULO 

Notas finales:

Pues bien, ese fue el capítulo 7...la primera parte 7v7 jujuju~ 

Si les gusto por favor comenten, si no les gusto, también. Créanme que se agradecen mucho sus lindos comentarios. 

En fin, entonces esto fue todo por hoy ^^ Espero nos leamos nuevamente dentro de poco; ahora me enfocare en la continuación de Torpes Notas y Sin elección. Quienes sigan esos fics por favor disculpen la espera.

Esta semana que viene estaré en Departamentables, desenme suerte plox!! <3 

Les mando mucha buena vibra y un enorme abrazo! Besos!!


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