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Dreamland por Mizuki Nozomi

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Notas del capitulo:

Esto va a leerse muy gay, pero va: ??’?
Agradezco infinitamente su paciencia y apoyo, estos últimos meses he pasado por tantas cosas que seguir con esta historia solo me deprimía más (especialmente por este capitulo y los temática de la obra en si ???…), pero el hecho de saber que tengo gente por acá leal a mis fics y a mi imaginación siempre ha sido el impulso para volver a ustedes y a mi fandom ??’? 
Gracias por hacerme regresar una y mil veces a lo que amo ??’?

~•~•~

*A algunas personitas les avisé que la actualización se haría el 20 de este mes, pero llegué tan cansada a casa que ya no hice la revisión final y al día siguiente no logré terminarla, y como podrán ver se trata de un capítulo algo largo, así que leer todo cuidadosamente para encontrar errores me tomó más tiempo del pensado. Les ofrezco una disculpa por ello ñ.n

Ahora si, prosigamos con esta historia :')  Tienen mucho que leer hoy uwu

CAPÍTULO 9

LO QUE DETONÓ

Se quedó tirado en el suelo aun después de que el tiempo se viera nítidamente reflejado en la luz que desaparecía de su ventana poco a poco y dejaba su habitación sumida en monocromía, cosa que solo avisaba que tenía que moverse. Si Atsushi regresaba y le encontraba en la misma posición no iba a dudar en continuar una nueva ronda de golpes e insultos.

Fue por ello que, aún soltando un gemido ahogado mientras trataba de levantarse, logró llegar a tropezones al baño, donde con sumo cuidado intento tratar sus heridas, cubriéndolas lo mejor posible, dejando que "accidentalmente" una que otra mancha rojiza o morada adornara su piel, como un sutil intento de pedir auxilio, aunque hasta el momento nadie le había escuchado...Ni siquiera su madre.

Nadie tenia tiempo de ver más allá de sus propios asuntos para ayudar a quienes lo necesitaban.

Soltando un suspiro agotado y doloroso, lavó sus manos tal como había aprendido en la escuela, notando que incluso estas tenían moretes y marcas, al igual que sus brazos.

No podía estar seguro, pero al menos en esa ocasión sentía que las cosas habían cruzado la ralla habitual de golpes; nunca había terminado tan mal, pero ciertamente le hubiera sorprendido que las cosas no fueran así después de lo sucedido, después de que Atsushi encontrara a Emily, aquella muñeca de la que debió deshacerse cuando tuvo la oportunidad...

Porque si ya en el pasado le habían dado una buena lección por ella, por más que le gustara debió odiarla, destruirla...pero no pudo, no cuando era la única "persona" que le escuchaba; aunque por ella hubiera tenido que pagar las consecuencias de tenerla, otra vez, pues ahora su padre tenía más motivos para dañarle y gritarle ofensas entre golpe y golpe.

Entre un gemido ahogado en su garaganta, el sonido de la cinta microporo rebotar en el lavabo se hizo escuchar en las cuatro paredes que le rodeaban, mientras las lágrimas volvían a hacerse presentes en sus ojos, revelando la frustración que su pequeño cuerpo sentía.

¿Por qué todo tenía que ser así?

Él no era idiota, era joven pero inteligente, era obvio que lo que sucedía no estaba bien, tanto dolor, tantos gritos...y la certeza de que si no hacia algo las cosas podrían terminar peor. No quería llegar al "bad end night"(1) de su historia de esa manera. Tanto daño le habían dejado las cosas demasiado claras...pero con su edad y un montón de personas que le tomaban por mentiroso y falto de intención ¿qué podía lograr? No había nadie que le escuchara o le creyera. 

–¡Izaya! –una voz femenina llegó a sus oídos desde el primer piso. Kyouko había llegado, tarde como siempre.

Cerrando la puerta del baño, esperó pacientemente mientras escuchaba los pasos acercarse. ¿Pensaba ir a verlo? Eso era nuevo, usualmente llegaba tan entrada la noche que lo que menos le importaba era saludarlo o hablar con él...

Mirando la perilla con ojos brillantes, se preguntó si debía poner el seguro o dejar que su madre entrara. Esa era una de las pocas veces en las que parecía dispuesta a dedicarle algo de tiempo; quizá podía hablar con ella...En su estado actual ella podría creerle y llevarlo con el abuelo, con quien fuera, pero lejos de Atsushi. ¿Qué tal si...?

–Kyouko, llegaste.

Claro...tal como sus esperanzas habían llegado desaparecieron tan pronto como la voz de Atsushi hizo aparición, deteniendo el sonido de los tacones de su madre al subir por las escaleras.

Vagamente escuchó el escueto saludo de ella hacia su esposo, a quien le contaba lo que había hecho en el día, ignorando el estado de ligera ebriedad en la que este se encontraba, mientras continuaba con sus mentiras y el camino a su propia habitación, quizá para tomar un baño e irse a dormir, esquivando con palabras las insinuaciones de su esposo de pasar una noche juntos, alegando estar cansada y sin humor por el día tan agitado que había tenido.  Pero por supuesto, no se necesitaba ser un genio para saber la verdad. Ella no había salido con amigas, no solía trabajar hasta tarde, no había contratiempos de tráfico... Nunca eran ciertas las palabras de esa mujer, y eso dolía, dolía mucho; sobre todo porque tales mentiras no eran solo un golpe hacia el orgullo de Atsushi, sino también hacia él...Hacía un niño que necesitaba a su madre, que necesitaba aquella ayuda que siempre se ocultaba detrás de excusas sin sentido, sin ser capaz de ver lo que sucedía en su propio hogar.

¿Qué clase de madre abandonaba a su hijo con un monstruo?

Los humanos son capaces de eso y más.

Ante la alarmante verdad de sus pensamientos, el apagado sonido de pasos moviéndose en el pasillo le hicieron voltear con lentitud, sin abrir la puerta del baño ni siquiera cuando la de su habitación reveló un suave rechinido.

Aún si Kyouko nunca estaba en casa, él conocía sus pasos, su manera de moverse, de modo que fue imposible no adivinar que quien ahora se apoyaba contra la puerta del baño era aquel hombre...Como si esperara que tratara de hacer algo, como si hubiera sabido sus intenciones...

Conteniendo la respiración, apretó entre sus pequeñas manos la tela de su sudadera. Aún con la certeza de que él no se atrevería a tocarlo estando mamá en casa, le aterraba sentirle tan cerca, como si a través de la puerta pudiera observarle con aquella mirada que lograba erizar todos los pelos de su nuca.

–Maldito bastardo... igual que la ramera de tu madre –le escuchó sisear entre el escueto silencio de la estancia.

Nunca le había escuchado ofender a Kyouko antes, menos con esa voz que delataba infinito odio, uno que de verdad le alarmaba, pero tal vez el haber bebido tanto era la causa de aquellas palabras, pero lo dudaba...

–Tan pequeño, uhn...te pareces tanto a ella –continuó, repentinamente con un tono en el que parecía a punto de llorar, pero igual simulaban pequeñas risas entre pausas –Pero... pero entonces también eres así, no? Solo...nada es suficiente para ti...

Sintiendo que su rostro cambiaba de color conforme pasaba el tiempo y sus pulmones rogaban por aire, Izaya esperó más palabras colarse a través de puerta, pero apenas alcanzaba a escuchar la profunda respiración del mayor, de modo que le fue inevitable el dar un fuerte respingo cuando un golpe dio contra la madera que le separaba de ese hombre, previo a los pesados pasos de este saliendo de la habitación.

Permitiendo que su agitada respiración apareciera en el amargo silencio, mantuvo sus granates ojos abiertos ante el creciente pánico y la amenaza que había sentido provenir de Atsushi. 

¿Por qué había sentido tanto miedo...? Aún sabiéndose a salvo en ese momento, el miedo había estado presente como nunca antes...

Y es que aunque tratara y quisiera dejar al aire tal duda, le verdad era que la respuesta la tenia en mente con horrible certeza:

La linea estaba por ser cruzada, y el no saber cuándo o cómo con exactitud le dejaba la piel de gallina.

Temblando de pies a cabeza apoyó ambas manos en la fría cerámica del lavabo, buscando estabilidad en esta mientras levantaba la mirada, dando con el espejo, sin otorgar mucha importancia al magullado reflejo que este le mostraba, al menos hasta que vio sus ojos, y por un momento, uno casi instantáneo pero que se imprimió en su mente como venenosa raíz, desconoció al niño frente a él, ese que al que se parecía tanto pero cuya mirada era como la de un muerto, seca, triste, resignada.

¿En qué momento había cambiado tanto? O... peor aún, ¿cómo era posible que nadie notara esa horrible expresión en su rostro? ¿o aquel miedo creciente en sus ojos? ¿Cómo podía alguien permitir que un persona llegará a verse así? Su madre, sus maestras, los vecinos que escuchaban cada golpe y grito...

¿Dónde estaba su humanidad? ¿Por qué nadie hacia nada para ayudarle?

Los humanos podían ser peores que los monstruos.

Si esperaba más tiempo...Si esperaba a que alguien lo salvara se quedaría estancado toda su vida, ¿no era así? Llevaba ya dos años en el mismo bache que poco a poco parecía convertirse en una jaula sin salida...

Y él no quería quedarse encerrado.

Haciendo rechinar sus aún deciduos dientes, se dijo a si mismo que definitivamente no podía permitir eso, acabar de ese modo, a lo que aquellos rubíes en su rostro adquirieron algo de luz entre tanto sufrimiento, se llenaron de determinación. 

Por ello, y aunque imperceptiblemente conforme su mente maquinaba una y mil ideas, las comisuras de sus labios comenzaron a curvearse hacia arriba entre espasmos, dibujando una pequeña pero rota sonrisa ante el plan que se formaba frente a sus ojos, y cuyo propósito ahora no sería solo para tratar de pedir auxilio, sino para matar el problema de raíz con sus propias manos.

Matar la ya agonizante inocencia, y bondad.

Aquella voz de su padre que tanto miedo le había dado hace unos minutos, y que le había revelado una verdad que anteriormente no había querido ver a pesar de lo obvio, serviría como su plan maestro ante las futuras intenciones detrás de esta, pues si tales ideas estaban en la mente de aquel retorcido hombre, solo tenia que apresurarlas a salir. Y si estas en realidad no existían, se encargaría de crearlas, y con ellas hacerle caer tan bajo como fuera posible.

Si en la familia Orihara y la Hayashi el honor estaba por sobre todas las cosas, entonces se encargaría de que la culpa y la deshonra fueran sus salvadoras en ese mundo oscuro en el que se ahogaba.

Era su turno de por fin mover en aquella partida, y sin duda alguna iría por el jaque.

~•~•~•~•~•~•~

[Dicen que antes de ser el diablo, Satanás era un ángel]

~•~•~•~•~•~•~•~

"...Mamá llegará tarde, y olvidó dejar preparado algo, así que hicé esto..."

Un empujón.

"Tenias razón, no sirvo para esa clase de actividades. Así que ya no debería seguir intentándolo."

Un golpe.

"No soy grande como otros niños, o como tu... Tu dijiste que era pequeño, y débil. Tal vez es cierto...

Una bofetada. Y una mirada diferente...

"La ultima vez que visitamos al abuelo, dijo que me parecía mucho a Mamá, pero no es verdad...ella es muy bonita y... "

—S-sólo los ojos....el color es diferente, pero...iguales –había respondido, tambaleándose ligeramente a causa del alcohol, mirándole desde atrás de la barra con ojos entrecerrados y ligeramente acuosos.

Entonces él sonrió, un mueca suave y comprensiva, como si por dentro no se quemaran sus entrañas, como si el parecerse a su madre no fuera como una cruel ironía de la vida. Parecerse a la persona que debía amarle...Ja. Al menos en esos momentos de algo le serviría...pues dejando que sus comisuras se rompieran soltaría un comentario de desagrado para hacer enfadar al mayor, logrando que se abalanzara contra su pequeño cuerpo, tirándolo al suelo para abofetear una de sus mejillas...adquiriendo una posición entre sus piernas que nunca antes había tomado, mientras posaba sus grandes manos entorno a su cuello, oprimiéndolo para cortar su respiración, aunque no lo suficientemente fuerte mientras su cuerpo se balanceaba adelante y atrás ritmicamente.

Ya lo tenía...

Poco a poco, en apenas cuestión de algunas semanas supo que todo estaba listo. No podía aplazar más las cosas ahora que tenia la certeza de que su plan funcionaria.

De ese modo, sintiendo pequeños hilos puestos en sus dedos, comenzó a mover estos a total voluntad, cuando mucho tiempo atrás los había estado ignorando, aunque ellos siempre habían estado ahí, ¿no? Invisibles para los ojos de cualquier humano, pero no para los suyos...

Una vez aceptó lo que podía hacer con ellos, solo necesitó encontrar el momento adecuado para una noche hablar encontrar un mínimo momento para hablar con su madre, sabiendo de ante mano que su petición solo podía aceptarla ella, quien pasaba completamente de su esposo para esa clase de decisiones, ignorándole incluso estando ambos en la misma habitación, porque jamás podría amarle...

Aceptando una vida miserable para no perder la estabilidad...

Después, solo tuvo que robar el teléfono de su padre justo esa mañana, y una hora después de que Kyouko se fuera a trabajar, mandando dos mensajes; uno a ella, y el otro a sus invitados, suspirando con alivio al recibir la confirmación de estos a su aviso, de modo que llegarían todos juntos, tres horas antes de la llegada habitual de su madre, y a la que se le había avisado a Atsushi.

...Definitivamente iba a jugarse el pellejo con lo que estaba haciendo; confiar en una hora en la que podían pasar muchas cosas...Pero aún con ello, valía la pena arriesgar su bienestar con tal de lograr su cometido. Además, lo peor que podía suceder era que por primera vez en la vida ellos no llegaran justo a la hora acordada, ya fuera antes o después.  Pero si fuera el caso,  adelantarse arruinaría todo, mientras por el otro lado una demora de quince, treinta, incluso una hora; al menos en ese caso creía poder arreglárselas para hacer funcionar las cosas sin acabar tan mal.

Al final había estado tan equivocado.

Lo que sucedió ese día...La rabia, el dolor, la impotencia y el miedo; diez minutos de retardo casi habían acabado con él.

Aún tras varios años, esporádicamente tenia pesadillas con aquellas escenas de su padre tirándole al suelo, rompiendo su ropa para restregar su cuerpo contra el suyo, aplastándole, lastimándole, adentrando sus dedos en lugares donde no debía mientras simulaba estocadas con su miembro desnudo encima de su pelvis. Era tan desagradable recordarlo...una asquerosa pesadilla.

Si en ese momento sus madre no hubiera entrado a la casa con sus abuelos detrás, tal como lo había planeado... No podía ni siquiera pensar en lo que hubiera sucedido. Pues aún estando su padre al borde del desmayo por tanto alcohol ingerido, le había sometido sin problemas...casi rompiéndole los brazos por el fuerte agarre, marcando sus dedos en su delgada piel como si de un tatuaje imborrable se tratara.

Incluso en la actualidad, esa sensación de presión en sus extremidades no se había quitado, hiciera lo que hiciera, siempre estaba ahí.

Si incluso aunque Atsushi no había llegado al final tenia aquellas pesadillas y se había forjado un carácter que buscaba protegerle de todos... De haber ido más lejos en ese momento...¿qué tanto más se habría torcido?

Porque sin importar el tiempo...

el miedo seguía allí.

~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~

De vuelta en el silencioso y frío presente, Shizuo ni siquiera se vio alterado cuando de estar en el pasillo se vieron siendo espectadores en cada uno de los escenarios que Izaya había descrito sin pausa alguna, como si hablara para si mismo entre aquellas burlonas risillas que conforme la historia había avanzado se habían ido perdiendo, dejando su voz monótona y sin sentimiento alguno, como si tal historia le fuera completamente indiferente, pero sus ojos decían lo contrario, o mejor dicho, lo decían todo.

Tan sólo como ver a Atsushi esos rubíes se llenaban de algo que él jamas pudo hacerle reflejar ni siquiera durante sus más peligrosas peleas. Porque, teniendo un pasado como aquel...¿A que más podía temerle? 
En ese punto, la relación de ambos cobraba un sentido diferente, aunque no estaba seguro de cómo era eso. Como si Izaya hubiera tenido sus propios motivos para comenzar con aquella enemistad a todo propósito...

El sonido de lo que parecían ser enormes uñas rasgando la madera de la pared mas cercana hizo que ambos  voltearan a atrás, dando con una pregunta tallada irregularmente en la madera.

¿Por qué?, decía esta, solitaria y limpia, como si esa cosa hubiera adivinado sus pensamientos. Pero cuando la voz de Izaya volvió a hacerse presente entendió que...al parecer ambos habían estado pensando lo mismo.

—La primera vez que te vi me recordaste a él –fue lo que dijo, provocándole un hueco en el estomago que parecía crecer conforme mas hablaba –Tan violento e impulsivo...Te bastó solo verme para comenzar a odiarme. Por eso...pensé que si podía pelear contigo, y ser capaz de huir, defenderme, e incluso estar a la par, sería como superarlo y dejarlo atrás...

Con una pausa, la ahogada risa del informante reveló parte de lo que no decía, pero por primera vez a Shizuo no le molestó. Solo...no quería saber más, porque era doloroso ver a su enemigo de aquel modo, hablándole de algo tan privado que seguro hubiera querido mantenerlo para si por siempre...pero no había otra salida, y de algún modo, en esa situación apreciaba el saber todo aquello...

—Jámas pude atraparte –murmuró entonces, queriendo animar un poco la situación, a lo que Izaya sonrió, apenas un poco, pero tal mueca estaba lejos de ser sincera.

—Pero no hubo diferencia; sin importar mi fuerza, inteligencia, o cuantas veces logrará vencerte. Cuando pienso en él sigo sintiéndome tan pequeño como hace quince años –refutó, mirando el suelo para ocultar su mirada. No quería que nadie le viera de ese modo– ...Es patético.

Y nuevamente rió, aunque ahora no tan descontroladamente. Fue entonces cuando Shizuo entendió que hacer aquello era su manera de quitarle importancia al asunto, aparentando que todo estaba bien. Siempre había sido así. En la escuela nunca había importado quien le ofendiera o le retará; incluso cuando salía lastimado, Izaya tan solo reía. Como si estuviera resignado a todo lo que sucedía, como si sus desgracias las provocara a propósito y disfrutara del dolor que le ocasionaban...

[Quienes viven una guerra constante, no tienen pasado, presente, o futuro]

Cuando sus risas hubieron menguado un poco, el escenario volvió a cambiar; una vez más estuvieron de regreso en el pasillo, pero este era aún mas oscuro que antes, apenas podían distinguir sus cuerpos, a lo que Shizuo se adelantó para buscar sostener al pelinegro, quien con un manazo rechazó su toque, sabiendo la razón de aquella oscuridad:

Aún no terminaba su historia, pero llegado a ese punto, lo peor ya había pasado...O eso quería pensar, porque de ningún modo revelaría aquel agujero ciego en sus palabras.

—Mi familia no pudo soportar la idea de que el escándalo se hiciera publico, así que, aunque mis abuelos casi lo asesinaron, Atsushi fue expulsado de ambos clanes, amenazado para no regresar jamas –continuó, mientras la oscuridad desaparecía poco a poco –Un tiempo después...Mamá volvió a casarse, esta vez con Shirou, con quien ya tenia una relación...y de quien ya esperaba por mis hermanas aún antes...antes de lo sucedido.

Frunciendo el ceño, pateó una colilla de cigarrillo en el suelo, mostrando sus blancos dientes con ironía.

—Con ello mis abuelos se enteraron por fin de todo, incluyendo que yo no era su legitimo nieto, y eso era imperdonable, así que fue la ultima vez que les vi –continuó, recordando vagamente aquel momento, de modo que las comisuras de sus labios se curvaron ligeramente abajo, al tiempo que sus ojos se acuaban ligeramente –A partir de entonces, y comenzando una vida relativamente nueva, Mamá jamás se perdonó lo sucedido...y por ello se hizo una mujer estricta y sobreprotectora. Quería estar siempre al pendiente de lo que hacia, nunca me dejaba sólo; incluso Shirou le apoyó en ese aspecto. Insistían en llevarme con psicólogos, tanatólogos, un montón de gente que me "ayudaría". 

—Pero tu no querías eso... –susurró Shizuo, apretando ambos puños al entender lo que Izaya trataba de decir, y que casi de inmediato este le confirmó.

—Si... ya no quería nada de ellos. Era muy tarde para tratar de enmendar las cosas, y esa atención que Kyouko comenzó a darme simuló un nueva forma de maltrato que no estaba dispuesto a seguir. Así que...cuando el momento llegó tan solo marqué mi limite, y ellos tuvieron que aceptarlo y dejarme solo...porque yo no podría perdonarles nunca.

—Esa forma de jugar con las personas, es tu manera de tener el control de las cosas.

Izaya rió, al fin con algo de verdad en el tono de sus carcajadas.

—No le des tanto crédito a mis traumas personales –se quejó mordiendo uno de sus labios – No importa qué lo detonó, Shizuo, yo soy así, es lo que me mantiene vivo, y lo que me gusta. No quiero que por tu maldita compasión o lastima trates de cambiar las cosas. Aún si comencé a odiarte por su culpa, lo haría incluso si no fueras un jodido monstruo.

El rubio sintió como el enojo crecía dentro de si por lo dicho, pero de alguna manera esa furia no iba estrictamente dirigida contra Izaya, y aún si la prueba parecía haber terminado, él quería saber...

Porque algo le decía que le estaba diciendo una verdad a medias. 

Así que, ignorando las sombras de Celty adornando el pasillo completo, y la voz de Kadota llamarles en un susurró, la bestia llevó su mano a sostener la muñeca del informante cuando este hizo amago de tocar la pared.

—¿Qué estas haciendo? –exigió saber el pelinegro, jalando de su extremidad aún sabiendo que era inútil el tratar de liberarse de él de manera pacifica, a lo que tomando un navaja intentó acuchillarle, pero el rubio le detuvo justo a tiempo, inmovilizando ambas extremidades –¡¿Qué demonios te pasa?! ¡Suéltame!

Sin planes de obedecer a su mandato, Shizuo le obligó a acercarse para que dejara de rehuir la mirada, frunciendo el ceño apenas consiguió su total y enfadada atención, que distaba mucho de parecerse a aquella expresión de odio que le había dirigido en el callejón hace unos días. Esta era diferente, como si un velo hubiera sido retirado de sus ojos, revelando algo que no podía entender; como si Izaya hubiera estado escondiendo algo en ellos todo ese tiempo. 

—¿Por qué siento que debías decirme algo importante y no lo hiciste?

—¡Te digo que me dejes, monstruo! –insistió el pelinegro, a punto de lanzarle una patada, pero justo en ese instante el movimiento de algo detrás del rubio llamó su atención, dilatando sus pupilas y haciéndole palidecer –¡ABAJO!

Casi a la par de sus palabras, y sabiendo que el rubio no reaccionaria a tiempo, impulsó su cuerpo atrás, llevándolo consigo, aunque ello provoco que se sacara el aire al tener que soportar la caída del peso contrario encima. Pero poco tiempo tuvo para recuperarse apenas el sonido de un fuerte golpe contra el concreto le hizo despabilar, quitándose al mas alto de sobre su cuerpo para poder levantarse con un navaja en la mano, apenas alcanzando a detener con esta el filo de un bisturí dirigido hacia el rostro de Shizuo.

En las paredes las sombras de Celty se retorcieron con fuerza al saber parte lo que sucedía.

—¿Shinra...? –preguntó Izaya con voz quebrada al descubrir que quien les atacaba era el medico clandestino...o eso parecía, pero lucia diferente; pálido, con una mirada fría y oscura que nada tenia que ver con él, sin aquellos infantiles ojos castaños...

Ese no era su amigo.

Sabiendo que Shizuo ya se había levantado, sintió a este tomarle por la cintura, empujándole detrás de él sin aceptar queja alguna.

—Tu no eres Shinra –habló entonces el monstruo, reconociendo también lo obvio –¿Dónde esta? 

Sin decir nada, el personaje enfrente de ambos sonrió enormemente, de una manera que de ningún modo podía ser humana. Justo después el piso bajos sus pies comenzó a temblar, siendo secundado por las paredes a su alrededor, que se agrietarón con alarmante facilidad.

—¡¿Qué es lo que quieres?! –exclamó Izaya con notable enojo, apoyando una mano en la pared para mantener el equilibrio, mientras con la otra sostenía por la ropa al rubio, temiendo que este perdiera la cabeza e hiciera una tontería. Esa cosa era rápida incluso para él, hace un momento apenas había podido reaccionar a tiempo ante su ataque.

Sin señal alguna de que aquel falso Shinra pensara hablar para responder  pregunta alguna, este se limitó a levantar un brazo, señalando con un dedo a ambos hombres, quienes sintiendo un escalofrío recorrer sus cuerpos apenas pudieron reaccionar cuando el vacío se abrió bajo sus pies, haciéndoles caer a la total oscuridad.

Izaya gritó, tanto por la sorpresa de la caída como por haber perdido el agarre en la ropa de su bestia, quien dándose cuenta de lo sucedido manoteo en el aire hasta dar con el conocido abrigo de su enemigo, jalando de este para poder abrazarle, queriendo evitar perderle otra vez. Por su parte el informante no se negó al toque, sino todo lo contrario, pues incluso se vió rodeando el cuello del monstruo con ambos brazos, manteniendo los ojos cerrados para no ver lo que les esperaba abajo.

Que lejos han llegado, incluso siendo enemigos... –susurró entonces una voz en el aire, turbia y malévola – Pero aún falta algo~ una sencilla prueba. ¿Pondrías tu vida en manos de quien más "odias"? Y tu, ¿Prefieres verle morir antes que decir la verdad? Juju~ Muero por averiguarlo~ aunque primero deberán ser capaces de llegar allá~

Ambos supieron para quien iba dirigía cada pregunta, a lo que afianzando el agarré desearon que aquella pesadilla terminara, pero aún era pronto, y volver ya no parecía ser una opción dadas las circunstancias.

Sintiendo su corazón acelerarse ante la incertidumbre, el hombre mas fuerte de Ikebukuro tensó el cuerpo al vislumbrar el fondo de aquel abismo.

—¡Respira hondo! –avisó a Izaya, haciendo lo mismo antes de caer de lleno en el agua, que al menos no parecía tan profunda como la ultima vez.

Ayudando al pelinegro a salir a flote apenas la resistencia del agua detuvo su caída, Shizuo le hizo sostenerse de sus hombros mientras nadaba a la orilla mas cercana, suspirando aliviado al llegar a esta y sacar a Izaya del agua, notando el temblor en el cuerpo de este.

—¿A-ahora q-qué? –tartamudeó el pelinegro ante el frió y aquella horrible sensación de volver a caer en el agua, aunque teniendo a Shizuo a su lado eso último no había sido tan malo...

Mirando a su alrededor, ambos hombres se levantaron del suelo viendo una puerta blanca a unos metros de su posición, con una enorme placa arriba que dictaba una frase bastante llamativa. 

"Una torcida historia...una historia de un torcido amor"

Apenas analizando tales palabras, prefirieron tomar un pequeño momento para recuperar el aliento, a lo que apoyando ambas manos en sus rodillas, Izaya respiró hondo un par de veces siendo secundado por el rubio. Si esa era la ultima puerta que debían cruzar para encontrar a Shinra, de verdad necesitaban prepararse, y que sus extremidades dejaran de temblar.

Cerca estaba de decir a Shizuo que continuaran avanzando, cuando la presencia de alguien mas mirándole desde las sombras obligó al menor a erguirse, encontrándose frente a frente con la figura de Atsushi a tan solo centímetros de su rostro, mirándole con aquella mueca tan característica en él.

— ¿Y bien? –le dijo de repente, como solía hacerlo cuando estaba a punto de golpearle, cosa que casi de inmediato sucedió. Uno de los puños de ese hombre voló directo a su mejilla, tirándole al suelo por el fuerte y rápido impacto.

Adolorido y con el miedo paralizando su cuerpo, supo que no podía con él, tan solo verle le hacía imposible respirar, a lo que con rapidez buscó a la bestia, encontrándole a unos pasos de distancia.

—¡Shizuo! –llamó a duras penas, con un nudo en su garganta doliendo, pero el rubio ni siquiera volteó.

Fue entonces que Izaya se dio cuenta de lo que este miraba.

Ahí, frente a su nemesis, se encontraba una pila de cuerpos desfigurados y retorcidos, todos conocidos para el rubio. Mamá, papá, y todas las demás personas que tanto apreciaba y le querían, mientras a un lado el culpable de aquella masacre sostenía por el cuello el cuerpo inerte de Kasuka. Se trataba del mismo Shizuo, pero este mantenía una expresión desquiciada, enferma y visiblemente satisfecha de sus actos, como si revelara plenamente el monstruo que era por dentro...

Tan aterradora era la escena que por un momento Izaya le temió tanto como al objeto de sus pesadillas, al menos hasta que este último le regresó al ahora con una fuerte patada en el costado, que le hizo rodar por el suelo hasta dar de lleno con uno de los cuerpos en el lugar, notando a este pequeño y delgado, con la ropa rota y un montón de sangre y marcas adornando cada pedazo de piel. Casi de inmediato se dio cuenta que se trataba de su pequeño yo...y eso fue suficiente para hacerle gritar de terror, como si estuviera viendo el final alternativo de esa noche.

Su grito fue tan desgarrador que incluso Shizuo se vio dando un respingo, volviendo en si para voltear a mrarle, al igual que su copia, quien con una sonrisa dejo caer el cuerpo que sostenía en sus manos, y Shizuo no necesitó preguntar nada para comprender lo que estaba por suceder, de modo que se vio dejando de lado el impacto de ver a todos sus seres queridos asesinados por su monstruosa fuerza, para a la par del impostor correr hacia el informante, alcanzando a lanzarse contra el primero antes de que llegara a su objetivo.

—¡Pulga! –gritó en medio del revuelo, luchando por someter a su contrario–¡Corre!

En ese instante Atsushi soltó un gruñido similar al de un animal, para después lanzarse contra el pelinegro, quien reaccionando a la voz de la bestia alcanzó a poner su brazo como barrera, gimiendo ante el puñetazo que su padre dio en éste, haciéndole retroceder y volver al suelo, donde ahogó el dolor del golpe mordiendo uno de sus labios. Si no le había roto el hueso era simple suerte. 

Tratando de no llorar por el dolor, se preparó para un segundo ataque, volteando al momento justo para ver el pie de su verdugo ir contra su rostro, pero antes de hacer contacto con este Shizuo se las arregló para saltar aún con su otro yo encima, llevándose también al castaño, quien nada lento se unió a la pelea para deshacerse del rubio.

Entre puñetazo y puñetazo, Shizuo se tomó el momento de mirar al aún petrificado Izaya, gritándole nuevamente que se fuera. No pensaba dejar que le hicieran daño; fuera o no su enemigo, morir en manos de monstruos como aquellos...eso no podía permitirlo.

Recibiendo un golpe en el rostro de parte de su contraparte, el rubio se vio perdiendo la visión del más bajo, aliviado cuando al volver a buscarle no le encontró cerca.

¿Con qué cara podía pedirle que enfrentara su pasado, y a aquel lado suyo al que cualquiera temería?

Así era...ninguna.

Recibiendo otro golpe en el estomago mientras detenía aquel que iba directo a su cabeza, calló de rodillas en el suelo, tratando de recuperar el aliento. Nunca había sentido esa clase de dolor... Y si que era malo.

Al final...te vean como una fenómeno o no, tu destino es el mismo; la soledad y el abandono –dijo el monstruo rubio, sosteniéndole por el cabello para obligarle a mirar arriba.

Y el supo que eran ciertas tales palabras, siempre lo había sabido. Al final, era imposible imaginar a alguien que se quedara a su lado por siempre a pesar de su descomunal fuerza...

Gruñendo, trató de levantarse y lanzar un nuevo golpe, pero una patada en sus piernas de parte de Atsushi le regresó abajo.

Incluso aquí, morir en este lugar, ¿no te parece adecuado para alguien como tu?

Mirándole con derrota, el rubio aceptó para si mismo que tenia razón...pero morir por salvar a alguien más, y tratando de encontrar a otra persona en una situación como esa...eres una buena forma de irse, ¿no?

Riendo para si mismo ni siquiera se removió al ser tomado por la cabeza con claros planes de romperle el cuello. ¿Qué sentido tendría continuar peleando con tan gran desventaja de fuerza? 

Cerrando los ojos, Shizuo aceptó su destino tensando la mandíbula, pero justo cuando la presión de las estructuras de su cervical se hizo presente, un golpe seco resonó en el lugar haciendole abrir los ojos, solo para encontrar una navaja hundida en el pecho de su otro yo, justo donde debía estar su corazón. Segundos después, y ante una mirada de odio, ese Shizuo desapareció como si de cenizas se tratara.   

Detrás de él escucho a Atsushi rugir con odio, liberando sus extremidades, de modo que dándose vuelta lo más rápido que pudo se encontró con el cuerpo de Izaya llevando abajo al mayor, posicionándose encima de este con otra de sus navajas en la mano, sosteniendo esta en lo alto por un momento mientras con sus rodillas inmovilizaba los brazos del contrario. 

Iza-chan... –dijo entonces aquel hombre, sonriendo con notable satisfacción a pesar de estar a nada de morir –Kyouko y tu...siguen siendo iguales...

Esas palabras fueron suficiente para que Izaya bajara el arma con un grito ahogado, apuñalando a su padre con todo el odio posible antes de repetir el proceso una y otra vez, como si las carcajadas que su victima soltaba no hicieran mas que motivarlo a continuar.  

Aún con la sangre bañando su cuerpo y saliendo por su boca, Atsushi liberó una de sus manos colocandola sobre la pierna del pelinegro, haciendo que este se detuviera con expresión descolocada, mientras esa mano ascendía, como si le hiciera una caricia, hasta llegar a su cintura.

Izaya sintió que estaba por vomitar, pero cuando Shizuo apareció frente a él, clavando la navaja con la que le había salvado justo en la frente del castaño todo terminó. El cuerpo de Atsushi desapareció tal como el del monstruo...y con ello el silencio y la luz volvieron al lugar, dejandoles en un pequeño jardín que ninguno se molesto en reconocer.   La puerta también estaba ahí, al final del pequeño senderó adornado con flores y demás vegetación, esperando por ellos, pero ambos asumieron que podían tomarse un pequeño momento; ahora más que nunca lo necesitaban...

Mirando sus manos, el informante fue el primero en soltar la navaja aún en estas, cuya sangre adornandola era el único testigo de lo que acababa de suceder. Su respiración aún era algo agitada, pero con el paso de los segundos fue regulándose, hasta ser solo pequeños suspiros. A su lado, y tras imitarle, Shizuo limpió sus manos sobre su pantalón, para después con lentitud tomar las del pelinegro, haciendo lo mismo con estas ante un indiferente Izaya; una vez concluida su labor, y aunque nada seguro de lo que hacia, peino los azabaches cabellos atrás,  logrando que el brillo regresara a los opacos rubíes que por sus acciones le miraron finalmente a los ojos, hablándole mudamente con estos. 

Pero Shizuo tampoco dijo nada, simplemente se apresuró a jalar a su contrario para abrazarle con fuerza, siendo lo más cuidadoso que podía, ignorando los intentos del informante por apartarlo. Mientras este no le dijera claramente que le soltara, no pensaba hacerlo, y el hecho de que pasados los segundos Izaya hiciera más débiles sus empujones tan solo le instaba más a no soltarle. 

Porque por un momento pensó que Izaya no volvería; por un momento asumió que nada había cambiado, pero la verdad era que todo era diferente, o quizá siempre lo había sido aunque no tenía muy claro cómo podía ser eso...

 —Gracias  –le dijo en un susurró tan sincero que incluso sintió ganas de llorar. 

En sus brazos, el pelinegro dejo de moverse, y sus manos se aferraron a la tela en sus costados. 

  —Muerete... -fue la diminuta respuesta, esa que debajo tenía más de un significado, y a la que Shizuo tan solo sonrió. 

Notas finales:

GRACIAS POR LEER! 

Si os gusta comentar, adelante; estaré encantada de leer sus opiniones :'D
Creo que hasta ahora este ha sido el capítulo más largo y difícil de este fic :T Si les soy sincera, le di muchas vueltas antes de por fin dignarme a compartirlo, así que...de verdad espero les haya gustado :)

Igual espero podamos volver a leernos dentro de poco :"D 

Dessaya les manda un fuerte abrazo! :*

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(1)Bad end Night: hace referencia a una canción de Vocaloid, y bueno, el titulo lo dice todo(?. Pero pueden interpretarlo libremente <3 Por alguna razón me dieron ganas de ponerlo x'D 


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