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Feliz cumpleaños Rey por Samantha0507

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La práctica había terminado, pero la falta de Kei había sido obvia para todos, el rubio simplemente les hacía falta y el que se hubiera reportado enfermo molestaba a más de uno.

 

Podía notar su falta, no solo por su persona, el ya formaba una parte importante, alguien que estaba junto ellos y que a pesar de su carácter era una buena persona.

 

Aunque por la mente de algunos pasó la idea de que tal vez Hinata o incluso Kageyame estarían más tranquilo, pero para el segundo había sido todo lo contrario, había cometido errores de novato y se había encontrado a si mismo, mirando la puerta, esperando que el otro se presentara, aunque sabía que eso no pasaría.

 

—¿creen que Tsukishima se encuentre bien? — el peliplata los miró a todos con el rostro preocupado, los menores eran importante para él y que Tsukishima no se presentara les parecía sumamente extraño.

 

—Debe estarlo, aunque no suele enfermarse mucho. — Yamaguchi guardaba sus cosas un poco melancólico. — Tsukki no suele enfermarse, pero siento que ahora era diferente, esa como si algo realmente grave pasó.

 

—¿Qué quieres decir con algo grave? —Hinata lo miró un poco inquieto.

 

—Era por su voz. — todos se concentraron en el de pecas. — es que, conozco a la señora Tsukishima, su voz me recordó mucho a cuando pasó todo con Akiteru.

 

No todos conocían la historia, pero los mayores se habían enterado y ahora entendían a que se podía estar refiriendo el de pecas.

 

Kageyama por su parte no había mirado ni una vez a sus compañeros, solo se quedó observando su camiseta, perdido en sus pensamientos.

 

Luego de separarse de los otros, camino a casa, había optado por meditar un poco, se sentía extraño y a la vez preocupado, solo podía pensar en cómo estaría el rubio, ¿tendría fiebre? ¿Dolor de estómago? ¿Dolor de cabeza? ¿Quizá un resfriado?, detuvo sus pasos cuando la idea de que podía ser algo peor lo molestó, ¿si el rubio tenía algo grave?, ¿si realmente estaba mal?, ¿si ya no volvía al club o a la escuela?, ¿si estaba en el hospital?

 

La mente de Kageyama lo había llevado a una dirección bastante trágica, que probablemente no eran más que los pensamientos de un chico enamorado y preocupado.

 

Caminó hasta la esquina de donde sabía vivía el de lentes, quería acercarse, pero tampoco tenía una excusa para llegar más cerca, no llevaba la tarea consigo, eso probablemente sería algo que Yamaguchi haría, tampoco eran amigos, no era que solo quisiera saber cómo estaba, la verdad es que entre Kei y el había una distancia que nunca había sido realmente obvia para él hasta ese minuto.  Si no fuera por el equipo ellos probablemente ni se conocerían.

 

Miles de opciones pasaron por la cabeza de Kageyama, y en todas ellas podía ver al rubio haciendo su vida, lejos de él, en un punto se preguntó si realmente el existiría para el de lentes, si se habían cruzado o algo, miró sus manos, recordando cuando sus dedos se habían tocado con los del rubio, en lo maravilloso que se sentía tenerlo cerca.

 

—¿Qué hiciste conmigo Tsukishima? — sabiendo que sus mejillas simplemente estaban sonrojadas ante la idea del rubio y el tomados de la mano.

 

 

 

Kei no había salido de la cama en todo el día, apenas había probado bocado cuando Akiteru había llegado a su lado con un platón de sopa.

 

—Hermano, sé que estás triste, pero debes comer, esto te hace daño.

 

Akiteru le dio la sopa como a un niño pequeño, realmente su hermano parecía haberse perdido por la tristeza y el dolor que en ese minuto lo llenaba.

 

Eran cerca de las 6 de la tarde cuando Kei abrió los ojos, sintiéndose agotado, como si no hubiese dormido en muchas horas, a pesar de estar despertando.

 

Le dolía el cuerpo, pero el dolor en su pecho aun parecía el mayor de todos, sentía como si algo le quemara, como si algo en el fondo se quebrara, dejando espacios vacíos en su corazón.

 

Se puso de pie y llegó a la ventana, se perdió un poco en el tono naranjo del cielo, en como todo parecía acoplarse, en cómo todos tenían su lugar, en como esa chica probablemente tenía su lugar en la vida de Kageyama, en como ella sería quien haría feliz a quien el tanto deseaba querer.

 

Se quedó varios minutos en el mismo lugar, hasta que su mirada bajo desde el cielo, a la esquina de su hogar, donde pudo divisar a un joven que simplemente se había quedado de pie, observando, sin moverse, sin hacer nada.

 

Kei sintió que el corazón se le saldría del pecho, se llevó las manos a él, apretando, tratando de que nadie escuchara como este saltaba, como se debatía entre la emoción y el dolor.

 

 

 

Kageyama rebusco en su mochila, no tenía nada más que una revista unos cuadernos y un libro sobre deportes que había conseguido tiempo atrás, tomó la carta y la metió en el centro, ya se había decidido y aunque no pudiera decirlo de frente, esa tarde Kei se enteraría de sus sentimientos.

 

Caminó de forma inquieta, hasta la puerta, con el libro en las manos, Kei por su parte salió de su cuarto, pero no bajó las escaleras, se escondió a lo lejos, mientras su hermano atendía la puerta.

 

Kageyama estuvo un par de minutos en la puerta, le entregó el libro que escondía aquella carta que llevaba todos sus sentimientos, esperando que el mayor no lo encontrara antes que Kei.

 

El moreno se despidió y camino de manera nerviosa, lo había hecho, había entregado esa carta que escondía todos sus sentimientos. El recuerdo de la chica la tarde anterior lo obligó a girarse y mirar hacia aquella ventana por donde entraba el sol, la chica le había dicho que en una carta se ponían todos esos sentimientos que no podían ser dichos en voz alta, todos esos deseos e ilusiones, todo el amor que una persona puede llegar a sentir por la otra.

 

Kei por su parte miraba el sobre y se preguntaba si era correcto no abrirlo, el libro que Kageyama había entregado no le pertenecía y probablemente ese sobre tampoco, se quedó observándolo un par de minutos, hasta que la idea de que ese sobre podía ser la confesión de la chica del día anterior terminó por nublar su mente.

 

El creía que ya no le quedaban ni lágrimas, pero estaba muy lejos de ser verdad, mientras Kageyama sonreía, conforme por la entrega, Kei volvía a llorar, sabiendo que en sus manos estaba aquello que lo había separado del que hasta ahora era, su primer amor.


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