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La verdad no permanecerá oculta por Mari-Sponge

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Notas del capitulo:

Bien, perdón por la tardanza :'v pero aquí está el capítulo :3

-En-chan... -susurró un tanto apenado, sintiendo como su corazón latía con fuerza a causa de aquellas últimas palabras, sin percatarse del rubor que se abría paso en su rostro, sonriendo cálidamente -Gracias, En-chan...

-No tienes que agradecer -susurró el joven, caminando aún lento para luego, mirar al cielo. -Vaya día... ¿crees que el fin de semana esté así de despejado?

-Mmmm... Eso espero... No es que no me gusten los días nublados o lluviosos, pero te haría bien el aire fresco -respondió un tanto distraído, observando el camino. -Cuidado con esa roca.

-Ah... gracias -le respondió sonriendo, -va a ser un largo camino -comentó algo perezoso.

-Con tu condición, sí... será un poco más largo -una breve risa escapó de sus labios, haciendo que su cuerpo temblara un poco. -Lo siento, lo siento, ¿estás bien?

Soltó un suspiro, y en cuanto sintió el tambaleo, miró al otro -Tranquilo -le tomó del mentón, para poder verle fijamente a los ojos. -Hey, mírame... Atsushi... estoy bien -respondió, regalándole una cálida sonrisa.

Tragó saliva, nervioso ante la cercanía de sus rostros. -Ammm... yo... emmm... -al no poder mover el rostro, solo se limitó a desviar la mirada, para cerrar los ojos después. -S-si... -comenzó a tartamudear, sin saber que hacer, notando que habían dejado de caminar.

Se le quedó mirando unos momentos, notando el carmín del otro -Atsushi es lindo sonrojado -susurró el castaño, para así soltarle y seguir su andar.

Parpadeó un par de veces, tratando de asimilar las palabras ajenas. -¿Q-que yo qué? -siguió caminando al lado del otro, tocando su rostro, sintiendo el calor en sus mejillas. -D-deja de decir cosas vergonzosas, En-chan.

-Siii -dijo el chico con una sonrisa aún en el rostro. Pasado un rato, finalmente llegaron a su casa. -¿Gustas pasar? Aunque no hay nadie por ahora, mis padres salieron y regresan la otra semana -comentó, mientras buscaba las llaves de su casa.

-Claro -respondió alegre, observándole con calma -¿Quieres que te ayude? -dejó ambas mochilas en el suelo, acercándose más al mayor, sosteniéndolo con delicadeza para que no se cayera.

-Gracias, pero puedo solo. Además, debo de hacerlo, porque entonces, ¿qué haré o cómo le haré cuando me quede solo? -caminó a la sala lentamente, haciendo leves muecas a causa de las heridas. -¿Quieres tomar algo? Bueno, solo tengo jugo en el refrigerador -preguntó caminando a la cocina.

-Por mi no hay problema en quedarme... Con permiso -entró a la sala, dejando las mochilas junto a una pared. -No te molestes, yo lo sirvo -siguió al otro, buscando los vasos para servir el jugo.

-¿Te quedarás hasta que mejore? O bueno, ¿ya pueda moverme más? -le miró, para así apartarse ante la ayuda del menor. -Lo siento, y gracias -tomó su vaso y volvió a la sala, sentándose en el sofá.

-¡Claro! Me quedaré lo necesario y lo que quieras -sonrió alegremente sentándose a su lado, tomando un sorbo del jugo. -Ah, pero primero tendría que avisar en casa... y traer algo de ropa -comentó pensativo, mirando el techo.

No pudo evitar reír un poco ante la reacción del otro -Tienes razón, te diría que te presto la mía, pero... te quedaría grande y holgada -comentó, para tomar un sorbo de su bebida. -Estás muy delgado -y dicho esto, soltó un suspiro.

-¿Ah? ¿Sigues con eso? -reclamó volteando a verle con el ceño levemente fruncido. -Ya te dije que tengo el peso de acuerdo a mi edad y estatura -volvió la mirada al frente, tomando otro sorbo de su bebida.

-Sí, sí... si tu lo dices -comentó y volvió la mirada al otro. -Entonces... ¿irás por ropa y a pedir permiso? -le miraba fijamente.

Torció un poco la boca, pensando -Mmmm... podría llamar para pedir permiso y que me traigan ropa -susurró, tratando de decidir que hacer, -tampoco quiero dejarte solo -volvió la mirada al castaño.

-Tranquilo, no es como que vivas hasta el otro lado del país, y como que muera por unos minutos que me quede sin mi Atsushi -sonrió y se recostó en el sofá. -Quizás duerma en lo que vas y vienes, y si gustas, te puedo dar las llaves.

Le miró algo preocupado, dejando el vaso sobre la mesita. -¿Estás seguro? ¿Y si necesitas algo, o ir a algún lugar? -comenzó a sentir ansiedad ante la idea de dejar solo al castaño.

-Como gustes, sólo sugerí algo, siempre puedes escoger lo que te parezca mejor -le sonrió, aún recostado en el sofá.

Imitó al otro, cerrando los ojos -No, me quedaré me sentiré inquieto si te dejo solo -respondió más calmado, tratando de calcular el horario de sus padres.

-Está bien entonces... -dijo cerrando sus ojos, -y... ¿qué quieres hacer? -preguntó el chico, aún recostado.

-No lo se, aún es temprano -alzó la cabeza, volteando a verle. -¿Tienes hambre? Puedo cocinar algo -preguntó un tanto animado- Aah... pero solo se hacer curry.

-El curry es una buena idea, además de que es delicioso el que hace Atsushi -comentó abriendo sus ojos y mirando al otro.

El carmín asaltó sus mejillas, mirando sorprendido al otro -N-no es para tanto, En-chan... s-solo es curry -tartamudeó, preguntándose por qué su corazón latía tan rápido, para levantarse con rapidez. -I-iré  a ver si están los ingredientes que necesito -y dicho esto, salió corriendo a la cocina.

-¿Hum? -el castaño elevó su mirada en dirección a donde huyó el otro, con una expresión de confusión en el rostro. -¿Dije algo malo? -se preguntó, volviendo a recostarse, mirando al techo, pensando en todo lo que pasó durante el día, para finalmente soltar un suspiro y relajarse, sintiendo aún el dolor en su cuerpo.

Una vez en la cocina, comenzó a sacar ingredientes y ollas, buscó un delantal, para al final, solo quitarse el saco y arremangarse. Comenzó a cocinar, probando de vez en cuando el sabor, alternando su atención entre el curry y el arroz. Al terminar, sirvió dos platos, colocándolos en una charola, con un par de cucharas -¡En-chan! La comida está lista -depositó la charola en la mesa con mucho cuidado, sonriendo cálidamente al ojiazul.


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