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Conociendo a mamá por Samantha0507

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—Yuuri…— Victor estaba envuelto en los brazos del moreno, mientras este le acariciaba el cabello, la cena de la noche anterior había sido incomoda y diferente para la pareja, aunque el rubio había mantenido un comportamiento educado, a los adultos les parecía que se contenía, un muchacho de 15 años, era todo menos controlado. — me gustaría que Yurio fuera más honesto, quiero que en esta casa se sienta libre de ser él mismo.

 

—¿Aunque implique reclamo de su parte por abandonarlo? — Yuuri solía ser honesto, pero a veces simplemente olvidaba lo sensible que Victor podía llegar a ser, cuando era quien lo hacía ver las cosas.

 

—El me odia, lo tengo más que claro, pero solo quiero que sea el mismo. —Victor se giró besando los labios de su pareja. —tengo hambre Yuuri, ¿prepararías algo para mí y para Yurio?

 

—Si lo sigues llamando de esa forma, terminará odiándote más. — Yuuri sonrió mientras besaba la mejilla del omega. —vamos, haré el desayuno, creo que es bueno que coman temprano, hoy quieres mostrarle la pista.

 

Ambos se habían levantado felices, a Victor le subía el ánimo estar en la pista, amaba pisar el hielo y amaba ver a Yuuri danzando junto a él.

 

Aunque habían pasado años, ambos sentían a la pista como una compañera de vida, Alfa y Omega había nacido muy lejos el uno del otro, con 4 años de diferencia entre ellos, pero las casualidades de la vida, los había llevado al mismo deporte, a pisar las mismas pistas, a ser rivales y a odiarse sobre el frio suelo.

 

 

Yuuri miraba al peligris sobre la pista, era la premiación y a ahora Victor había conseguido una nueva medalla de oro, que lo consagraba como uno de los omegas más jóvenes y más talentosos de la historia.

 

Yuuri caminó llevado por su impulso, sus pies se movían solos y su nariz podía sentir un aroma dulce que lo llamaba, tenía 12 años y deseaba con desesperación llegar a quien producían tan dulce y delicioso aroma.

 

Detuvo sus pasos, mirando fijamente a las dos personas frente a él; Victor era rodeado por los brazos de un joven de cabellos rubios.

 

Victor sudaba y jadeaba, el otro simplemente lo tocaba, apretaba el cuerpo del más pequeño, ambos se veían acalorados.

 

Yuuri sintió una irá crecer en su pecho, sentía asco de como el peligris se dejaba, en como el hombre lo tocaba y el soltaba gemidos como una callejera cualquiera, quiso alejarse, hasta que las palabras de Victor lo obligó a girarse.Basta, no eres mi alfa…Victor forcejeaba, pero su fuerza no se comparaba a la del alfa. no quiero que me marques, yo no quiero que tú…

 

Tranquilo, no quiero unirme a ningún omega, solo quiero calmar el dolor que estas sintiendo, solo quiero disfrutarte.

 

El hombre en un solo movimiento terminó por girar al peligris, quitándole el traje que llevaba, tomando su cuerpo de forma dolorosa, mientras el dulce aroma se esparcía por el lugar.

 

 

—¿Yuuri? —Victor estaba a su lado. Lo miraba preocupado, se había quedado metido en sus pensamientos, en sus recuerdos del pasado, en cómo había descubierto a su omega siendo tomado por alguien más, en como Victor había sido el hombre más repudiado por Yuuri, hasta que sus caminos de sus vidas se habían vuelto a cruzar.

 

—Nada, no ocurre nada, es mejor que acomodes la mesa, hoy será un largo día, si quieres que tú hijo conozca todo en este tiempo.

 

 

 

Yurio estaba escondido tras la puerta, esas muestra de amor eran las misma que su madre y su padre tenían mientras estaban vivos en Rusia, eran las misma que él quería tener con Otabek, pero tenía tantas dudas, odiaba la idea de llegar a ser como Victor y sabía que era culpa del alfa que su madre no se hubiera quedado a su lado, era culpa de Yuuri que Victor no lo amara y lo pusiera en primer lugar.

 

Hizo un poco de ruido esperando que la pareja se diera por aludida y dejaran de hacerse arrumacos por la casa.

 

El desayuno ya era menos incomodo que el día anterior y el rubio se veía mucho más cómodo que antes, pero se había vuelto un poco más hostil.

 

—Yurio amaras la pista.

 

—Que no me llames así. — El rubio se portaba hostil y le hacía gestos al omega.

 

Yuuri por su parte gozó el tiempo en la pista, patinando a su ritmo, clavando sus saltos, disfrutando como podía deslizarse, como si no hubiese nadie en el lugar.

 

—Patina muy bien, aunque comete errores básicos, para ser un ex campeón. —Yurio se había quedado observando al alfa desde afuera de la pista.

 

—Aunque no lo crees Yuuri solía ser terrible. —el omega se había quedado lejos del rubio, pero le hablaba lo suficientemente alto como para poder escuchar las palabras de su hijo. — pero con el tiempo vence sus fantasmas, aunque las competencias nacionales ya no son lo suyo, creo que prefiera la vida tranquila que llevamos hasta ahora.

 

—¿Y tú? —el rubio podía sentir el veneno de sus palabras. —¿esto es lo que realmente querías? Me abandonaste a mi suerte, solo para poder seguir con tu carrera, pero viendo en realidad parece que la única razón que tuviste fue tu Alfa. —Yurio lo miró por primera vez, notando el gesto de dolor en su rostro.

 

—Fue por tu bien, a mi lado tú vida estaba destinada a la pena y al dolor, pero en los brazos de tu padre la historia sería completamente diferente.

 

—¿Es la verdad o lo que quieres creer? —el rubio lo miró de forma altanera, con el ceño fruncido. —Honestamente creo que eres un cobarde Victor, en la pista te empoderas, puedes hacer llorar y hacer reír, pero fuera de ella, no eres más que un omega que vive a la cola de su alfa, que es capaz de rechazar a su cachorro si su alfa se lo dice, no sabes lo que es rechazado y no tener a nadie que te diga que todo estará bien.

 

Victor quería decirle algo, pero sabía que sus palabras no tendrían sentido, había herido a su cachorro, por ahora su opción era ayudar al rubio a lograr sus metas y esperar si con eso ambos lograban crear un lazo o algún tipo de amistad.

Se fue a la pista, tocando las manos de Yuuri en el proceso.

 

—Patinas muy bien, aunque dudas mucho.

 

—Fue aterrador saber que llevaba el nombre de Victor a mi espalda. —Escuchar la música y como el mayor comenzaba a recorrer la pista, con movimientos dulces, suaves, parecía casi como si llevara un bebé en los brazos. — ama está canción.

 

—Es mi canción de cuna, mamá siempre la ponía para mí.

 

—Sí, Victor la escuchaba cuando te estaba esperando, desde tu nacimiento ha sido para el casi un himno, preparó una rutina bellísima y cada año cambia algunos detalles, pero te aseguro que recuerda las 15 diferentes que ha preparado.

 

— ¿15?

 

—Sí, para tú cumpleaños, viene a la pista y solo, simplemente se dedica a practicar, para él estas coreografías, esa canción, lo son todo, varias veces lo saque rendido, enfermo de aquí, dice que cuando pueda mostrártelas todas, sin errores, se sentirá satisfecho.

 

Yurio prestó atención y dijo. — 6 años, mi primera competencia infantil, puedo asegurar que es lo que interpreta ahora… — Yuuri sonrió, agradeciendo que el rubio tuviera el mismo talento que su esposo, solo había necesitado unos segundo para saber cuál estaba representando.

 

—La que más odia es la de tu cumpleaños número 3. — Yuuri agregó antes de darle la espalda a los omegas, el rubio lo miró inquieto y aunque tenía sus dudas no comentó nada.

 

Yuuri suspiró esperando que todo lo que pasaba no terminara por herir más a su amado esposo. 


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