El resto de la semana fue realmente tranquilo, Otabek llegaría la mañana del día siguiente y Yuuri ya estaba de alguna forma estaba perdiendo la calma, antes los nervios y la impaciencia que lo invadía solo con pensar en el olor que su alfa solía tener.
Yuri durante toda la semana estuvo haciendo pregunta, resolviendo dudas y pensando en cómo debía enfrentar al mayor, en que era lo que realmente quería saber, lo que realmente necesita conversar con su madre y luego con su pareja.
En la cena de esa noche, el menor permaneció en un profundo silencio, la comida de Victor no era la mejor, pero la de Yuuri siempre contaba con un sabor que terminaba con el rubio deseando más.
—Yuuri me comentó que habían estado conversando y que probablemente tendrías algunas dudas, ya te sientes listo para que hablemos.
Los ojos de Yuri se cruzaron con los de su madre y miles de preguntas pasaron por la mente del rubio ¿los ojos de su madre siempre les habían parecido tan suaves? ¿Siempre habían estado tan tristes?
Los labios de Yuri se abrieron, pero mucho que lo necesita, por muchas palabras que estuvieran atoradas en su pecho y en su garganta, ninguna parecía querer salir, por alguna razón sabía que no era el momento para reclamar, después de escuchar todo lo que el alfa le había contado muchas cosas habían cambiado.
—Yuri, toma. — El pelinegro puso sobre la mesa una taza de té verde, alejándose para darles espacio para conversar.
—Yuuri me contó lo que había pasado cuando mi padre conoció a mi madre. — el rubio se quedó en silencio, notando como los labios de Victor se habían contraído ante sus palabras, para el omega era tremendamente doloroso de escuchar, de ver como su pequeño, su cachorro consideraba a alguien más como su madre. — Dijo que perdiste muchas cosas, pero que en realidad siempre habías estado solo, que no cambiaste mucho luego de eso.
—Mis padres me dejaron a cargo de Yakov cuando solo tenía 8 años, nunca tuve cosas realmente buenas, yo era un omega nacido de dos padres alfas, algo realmente poco común y de alguna forma, un poco deshonroso para ellos, cuando quede embarazado Yakov ya no pudo hacerse cargo de mí, la Ley no se lo permitía, debía dejar de patinar y quedarme junto al alfa que fuera hacerse cargo de mi bebé.
—Entonces, debiste abortarme, debiste obligar a mi padre a hacer algo, a pagar por el daño que te estaba causando.
—Cuando me dieron la opción y creí que era lo correcto. — el niño sentía que su pecho se le apretaba, Victor acababa de decirle que lo iba a abortar, que su abuelo y su padre le propusieron matarlo.
— entonces…
—Acepté el procedimiento, pero la noche anterior en el procedimiento, te soñé, vi tus ojos, era un recuerdo hermoso, simplemente con verte, con escucharte, con eso sentí que no podía sacarte de mi cuerpo, que debía dejarte vivir, esa mañana me hiciste tener muchas nauseas, me sentía muy mal, no podía salir de la cama, me dolía el cuerpo, la piel, todo, como pude hice mi maleta y escapé, no quería obligar a nadie.
—¿Ibas a cargar solo conmigo? Pero eras un niño. — Yuri por primera vez lo miró realmente preocupado, como si realmente el menor lo quisiera y lo cuidaba, como si realmente se encontrara interesado en lo que le pasara al mayor.
—Si bueno, era pequeño, pero quería quedarme contigo, no quería tener que abortarte, me cerré a esa idea y terminé por escapar, fue en ese tiempo en que me reencontré con Yuuri y bueno fui despreciado, el debió contarte esa parte de la historia.
Ambos se quedaron en silencio, pero por primera vez en esa semana, el ambiente entre ambos no era realmente tenso.
—Necesito saber, si luchaste tanto por tenerme, por mantenerme a tú lado, ¿Cómo pudiste dejarme en manos de otra omega? ¿Fue por Yuuri? ¿Por tú alfa?
—Todo lo contrario…— Victor sentía que las manos le temblaban, se sentía mareado y el cuerpo acalorado, no quería llorar y terminar con fiebre, llevaba todo el día sintiéndose extraño, podía jurar que había enfermado.
—¿Podrías contarme de las coreografías que haces para mí? — Yuri cambió la pregunta entendiendo que el omega no le diría nada más del tema.
—Cuando cumpliste un año, Yuuri me permitió patinar y con ayuda de Yullia y tú padre, pude conseguir los permisos, realmente tenía dudas del programa libre, por lo que cambie de idea muchas veces, pero finalmente terminé haciendo uno solo pensando en cómo era mi primer año siendo tú madre.
—El otro día en la pista hiciste la de mi cumpleaños número 6.
—¿Cómo lo sabes?
—Lo deduje, es por tus movimientos, eran solitarios, pero a la vez llenos de amor, me trasmitiste algo tan diferente, me recordó a ese tiempo en mi vida, mi escuela, los niños mayores, pero la soledad estaba justo en ese lugar, ese fue el recuerdo que llegó a mi mente con tus movimientos.
Victor sonrió, recordando en cómo habían quedado grabadas en su mente cada una de las coreografías que había preparado para su hijo, para cuando el pudiera verlas. —hace años preparé una para ti, solo la haría el día que pudiera verte nuevamente, me gustaría que representaras Agape, como parte de tú programa, bueno, solo si tú y Yakov están de acuerdo.
El rubio lo miró por varios minutos, pero realmente no supo cómo debía responder a eso, se sentía realmente frustrado, quería negarse, sentía que estaba bajando sus barreras con el otro y realmente tener una relación de madre e hijo ahora con Victor, le parecía algo realmente estúpido, además de una falta de respeto para Yullia, que había estado con él durante tanto tiempo, pero por otro lado, no podía negar que ahora sentía al mayor de forma diferente y hasta algún punto, podía comprender sus acciones.
—Dame tiempo Victor, solo dame tiempo…— Se puso de pie dándole la espalda al mayor y antes de salir agregó. — te agradezco lo que estás haciendo por mí. —para luego alejarse.
Victor se quedó con una sonrisa en los labios, si bien no había logrado mejorar la relación con el menor, al menos por ahora su mirada ya no estaba llena de odio.
Victor se puso de pie, pero sus piernas cedieron, terminando con él de rodillas, le costaba respirar, sintió como la vista se le nublaba, sintió su cuerpo temblar y un sudor frío recorrió su espalda.
—Ven amor, te llevaré a la cama
—¿Yuuri? — Su vista quedó en la puerta, donde un muchacho de rubia cabellera lo miraba, con un extraño gesto en el rostro.
—Victor…—escuchó la voz de su hijo, sintiendo como el pecho se le apretaba, su vista se nublo y la voz de su pareja se perdió en la neblina.
Un suave—Tranquilo, yo te cuido. — fue lo último que el omega escuchó de su pareja, antes de perder el conocimiento.