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Roy Swan por Eowyn Fitzgerald

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Después del numerito en la sala subí completamente avergonzado a mi habitación, Jake me siguió pisándome los talones. Se metió conmigo a la habitación, parecía realmente molesto y la razón era la más estúpida posible.

—Jake cálmate.

Le pedí en tono neutro, estaba cansado de sus celos, lo quería muchísimo, pero existían los límites y mi relación con Edward era uno donde no le iba a permitir entrar. Jake no era mi novio, ni mi padre, ni mi hermano de sangre. Era mi mejor amigo, y los mejores amigos no se ponen así de negativos e intensos después de que su mejor amigo supuestamente tuvo sexo. Era la clase de cosas que los amigos varones celebraban con una primera cerveza.

—No me pidas que me calme, tu y él. ¡Ustedes!, Oh... No creo poder pensar en ello sin enojarme.

—Creí que ya habíamos hablado sobre ésto.

Se sentó en mi cama y gruñó antes de cubrir su rostro con ambas manos.

—Eso era cuando iban lento y no se había atrevido a tocarte.

Bien, querían creer que tuve sexo, pues los iba a dejar creerlo. De todas formas que más daba, si pasaba o no era mi decisión y hablarlo también, era mi privacidad.

—Jake, en algún momento tenía que pasar.

Se levantó furioso, mirándome a los ojos con una expresión difícil de descifrar.

—¡Pero no ahora! ¿Qué el niño bonito no se pudo aguantar? ¿No sabe que te puede hacer daño?

—Fue muy cuidadoso —bien, debía admitir que fue malvado de mi parte—.

—¡No quería escuchar eso!

—Es tu culpa por provocarme.

Aún estaba cerca de la cama así que me acerqué, puse mis manos sobre sus hombros y lo obligue a sentarse. Me miraba como un cachorrito herido.

—No vez que solo estoy preocupado —vaya tono más apagado de voz—. Quiero protegerte y no me dejas.

—Pues lo siento, pero estas cosas son parte de una relación. Ya pasó, y volverá a pasar —con la malo derecha lo tomé de las mejillas y se las apreté— tantas veces como así lo quiera. Y con todo el amor del mundo te lo voy a decir por si no ha quedado claro, no te metas.

—Estás enfermo. ¿Te recuerdo que ésta misma mañana fuiste al hospital?.

—Por lo que sabemos siempre voy a estar enfermo, no por eso voy a dejar de vivir con normalidad. ¿Te acuerdas de la vez que jugamos un partido de baloncesto cuando tenía que permanecer en reposo absoluto?.

Retiró mi mano con la suya.

—No es el mejor ejemplo, te llevaron a emergencias después de eso.

—El punto Jake, es que no te metas. Si no dejo a Charlie, mucho menos a ti.

—Roy...

—No acepto réplicas, ésta conversación se acabó.

—Pero...

—¡Se acabó! —Rodó los ojos y se dejó caer de espaldas en mi cama— no seas dramático.

—Puedo ser tan dramático como quiera... Mi mejor amigo me está abandonado por el cara de estreñido.

—No te estoy abandonando, no sabes del increíblemente poco tiempo que pasó al lado de Edward.

—Y aún así te acostaste con él, eres un fácil Roy.

—Bueno, técnicamente no me acosté, estaba montándolo en su auto.

—¡Que no quiero escuchar eso!

—Lo siento, no lo pongas tan fácil.

Tomó una de mis almohadas y me la arrojó a la cara. Le hubiera correspondido jugando a las peleas como cuando éramos niños, pero Bella entró al cuarto y cualquier plan que tuviéramos para esa noche murió allí.

—Jacob dormirá en la sala —ordenó ella con la cara rígida—. No puede estar en ésta habitación por mi, Roy no puede dejar su cama por su condición, yo no lo haré, así que toma tu almohada y ve a la sala, mañana todos debemos ir a la escuela.

Y Jacob obedeció feliz, si Bella se casaba algún día con él, seguramente tendría el matrimonio más fácil del mundo.

A la mañana siguiente desperté con más cobijas encima de las habituales, y almohadas a mi alrededor como en un nido. Esto era una señal de que algo no iba bien, una de las siete señales de que los resultados de los exámenes habían salido mal.

1.- Un nido de comodidad.

2.- Un abundante y delicioso desayuno en la cama.

3.- Decirme desinteresadamente que no era necesario que fuera a la escuela ese día y ofrecerme dormir más.

4.- Charlie faltando al trabajo para cuidarme.

5.- Mamá llamando para hablar conmigo de cuánto supuestamente me extrañaba.

6.- Pasarme un nuevo y extraño medicamento del que nunca había escuchado.

7.- Charlie diciendo a cada momento cuanto me quería.

Todo antes de iniciar algún tratamiento médico incómodo.

Y efectivamente, no pasaron ni diez segundos de haberme despertado cuando la puerta de mi habitación se abrió dando paso a Charlie y a Jacob con bandejas de comida: Huevos estrellados, Hot cakes, tocino, pastel, cereal con malvaviscos, gomitas, jugo de mango, chocolate bebible... Se veía increíble pero no me sentía para nada tranquilo.

En una las bandejas había un nuevo medicamento, no venía en pastilla sino inyectable; trióxido de arsénico. No parecía que me lo fueran a aplicar en ese momento, supuse que un descuido hizo que la caja terminará en la bandeja. Y tuve razón, antes de poder tomarla Charlie lo hizo ocultándola en su chaqueta.

—¿Y qué celebramos? —pregunté intentando sacarles la sopa—

—Es solo una disculpa por lo de anoche —me respondió Charlie acariciando mi cabello—, no fue muy agradable de mi parte —me miró por un par de segundos sin decir nada—. ¿Sabés que te amo más a nada en éste mundo, verdad?

Bella ya se había despertado y vestido, se sentó al borde de mi cama con una sonrisa como estando de acuerdo con las palabras de Charlie.

—¿Más que a Bella? —intenté ser gracioso—

—Si, te quiero mucho más. Y haría lo que fuera por ti.

Fue una respuesta muy directa, vaya que estaba intentando con todas sus fuerzas ser bueno para mí. Algo realmente malo debió salir en los resultados.

—Vez Bella, soy el hijo favorito.

—Siempre lo supe —dijo con una sonrisa—. Nadie es tan consentido como tú.

—Tengo una idea —empezó Charlie—, ¿Por qué no dejamos la escuela y el trabajo por hoy?, Hace mucho que no tenemos un día familiar.

—Yo también puedo quedarme —apuntó Jacob—, voy bien en la escuela, seguro que Bill me da permiso.

—Quería verme con Edward hoy —respondí antes de tomar el chocolate—.

Los tres no pudieron evitar reflejar incomodidad, Bella y Jacob miraron a Charlie como hablando telepáticamente y él se encargó de hablar conmigo.

—Invítalo —sugirió—.

—Me voy a la escuela papá.

Salí del círculo de protección que estaban instalando a mi alrededor, no necesitaba eso. Necesitaba que fueran claros y me dijeran la verdad. Dejé la comida a medias y me arreglé para ir a la escuela, por lo tanto los demás hicieron lo mismo, resignándose a que no parecía tener humor. No quería que siguieran protegiéndome como a un bebé, no me consideraba del todo un adulto dieciséis años, pero era lo suficientemente grande para entender.

Afuera hacía frío y estaba nublado, al menos podría estar con Edward, con un clima así lo Cullen no tenían excusas para faltar. Tomé una ducha con agua caliente, me vestí simple con una playera de Batman, jeans azules y tenis negros. Eso de arreglarse para impresionar lo iba a dejar para mejores momentos, además que más daba, como hombre el único cambio significativo que podría tener en mi apariencia sería tener barba, y a mi no me salía vello facial ni corporal. Quería y se supone que tendría que tener ya, pero aparentemente era un tema que tenía mucho que ver con los medicamentos que había recibido desde niño y sus consecuencias, como que tampoco iba a lograr jamás tener una voz profunda y gruesa, o que no iba a crecer tanto como Charlie.

Salí de la casa cuando Charlie y Jacob ya se habían ido, solo quedamos Bella y yo, intentó abrirme la puerta del coche cuando un auto plateado se estacionó frente a la casa. Claro, era mi novio.

—¿Te llevó a la escuela, cariño? —dijo con la ventana baja, dejé a Bella colgada y me subí con él—, ponte el cinturón.

Y aceleró. Una de sus manos iba sosteniendo el volante y la otra tomó la mía casi en el instante en que subí. Tenía expresión seria y miraba al frente como analizado mil cosas a la vez.

—¿Sabés qué es lo que tengo?

—Si, Carlisle no estaba al tanto pero nada más llegué lo escuché de la mente de tu hermana.

—¿Me vas a decir?

—No me corresponde hacerlo, es una conversación que debes tener con tu papá.

—Así que es así de serio... Bien, no voy a insistir. No quiero enojarme contigo.

Llegamos tan rápido que el retraso que tuve al bañarme se compensó. Iba a bajar pero una vez más me tomó con gran facilidad para sentarme en sus piernas y besarme. Me abrazó con fuerza, le correspondí lo mejor que pude. Fue entonces cuando lo vi a los ojos, tenía la mirada de alguien que quería llorar pero no podía.

—Te amo Roy, no quiero perderte nunca.

—Yo también te amo.

No podía mentirle diciendo que no me perdería. Aún si sobrevivía a lo que fuera que tuviera, existía el tiempo, él era básicamente inmortal, y yo era un humano normal. Lo volví a besar, no soportaba pensar en esas cosas e imaginaba que él tampoco.

Y nos volvieron a tocar la ventanilla del coche, era el señor Masón que realmente no estaba tan enojado como debería con dos alumnos en el estacionamiento tan cerca de forma íntima. Bajamos del coche por la misma puerta, era más fácil que volver a mí asiento, nos miró con lastima más que reprobando nuestro comportamiento.

—Vayan a clase, si los vuelvo a encontrar haciendo ésto tendré que castigarlos y no quiero —un profesor no queriendo castigar a un alumno por una falta grave, aquí había gato encerrado—. Por cierto Roy. Tu padre llamó, si te sientes mal avisa a cualquier maestro y le llamaremos para que te recoja.

Eso lo explicaba todo. Asentí con la cabeza y Edward tomó mi mano para entrar al edificio. Fue allí que noté que el resto de los Cullen no estaban por ninguna parte.

—Les pedí que no vinieran —contestó a mi duda no dicha—. Con lo de anoche no estaba seguro de cómo reaccionarias hoy si te los encontrabas.

—No pueden faltar a la escuela solo por mi...

—Todos estuvieron de acuerdo.

—Edward, no quiero que me protejan así. No a costa de ustedes.

—No es un gran sacrificio, Emmett lo está tomando como vacaciones.

—Llévame a tu casa después de clases. Hay que resolver ésto lo más rápido posible.

—Roy, no te esfuerces tanto.

—Contigo estoy bien.

—A mi me amas, es diferente.

—No acepto réplicas —lo besé como despedida y me dirigí a mi primera clase—.


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