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Atrapados en un videojuego. por Glacia Hailstorm

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Notas del capitulo:

¡Alola! ¿Cómo están lectoras y lectores? ¡Espero que bien! Aquí les traigo un nuevo capítulo, no olviden dejar un review con sus ideas, siempre serán tomadas en cuenta ♥

Sin más que decir, disfruten la lectura :'3

Capítulo 2. ¿Por qué Shura hace esto?

Cuando estuvieron en tierra completamente, Aioros bajó de aquel pegaso y le miró.

– Bienvenido a Winglysus, sería buena idea que entremos a tu reino –

– ¿Mi reino dices? – Preguntó desconcertado mientras bajaba del corcel alado.

– Debiste haberlo imaginado. Anda, entremos que debo explicarte muchas cosas – Dijo mentalmente mientras se encaminaba dentro de aquel lugar.

El de ojos cielo solo imitó al cuadrúpedo volador y le siguió. Se sentía confundido. Hasta ahora solo sabía que él, su hermano y Shura eran líderes de los reinos mencionados por el pegaso. ¿Y qué hay de sus demás compañeros? ¿Ellos también lo serían? Mientras caminaba podía ver a los guardias de pasillo, que se mantenían firmes a su paso. Luego vio una silla enorme, dorada con el sillón rojo, esas típicas donde se sentaría un rey en una película de castillos, a la derecha había una habitación con llave, la puerta era de madera con la chapa de color negro opaco.

– La llave está en una bolsa de mi silla de montar – Aclaró el pegaso.

El castaño buscó entre las bolsas de cada lado de la dichosa silla, parecía no encontrar el llavero, hasta que justamente en la última bolsa lo encontró, cuando abrió la puerta, se encontró con un montón de hojas enrolladas dando el aspecto de pergaminos junto con libros desgastados, dando un aspecto algo antiguo y en la gran mesa de madera estaba un mapa. Dejó que el corcel entrara primero, luego Aioros entró cerrando la puerta cuidadosamente tras de sí.

– Bien pegaso, explícame, no he dejado de pensar sobre eso, sobre Shura – Dijo muy preocupado – ¿Realmente él será el que quiere el poder para el mal? ¿Por qué?

– Quizá es el que tiene más temor para ser cegado por el mal pensando que hace el bien –

En ese momento le llegó un recuerdo cuando se había quedado en casa de Capricornio porque Shura estaba enfermo.

-------- Flashback ---------

Era una maravillosa tarde, soleada y tranquila, eso era reconfortante ya que el día anterior hubo mucho viento seco que arrastraba polvo y basura consigo. Pero para Shura no era nada bueno, el cambio tan brusco de clima le causó una reacción alérgica muy fuerte. Tanto así, que estaba tendido en la cama enrollado en cobijas y con muchas cajas de pañuelos en su mesita de noche. Aioros por supuesto le estaba haciendo compañía o más concretamente cuidando de él.

– Aioros, es totalmente innecesario que estés aquí – se quejó Shura ya que conociendo a su novio, se quedaría despierto toda la noche velando por su bienestar y eso era lo que quería evitar, era algo sin sentido – He tenido más alergias en mi vida, así que puedo decirte que me mantendré vivo – le sonrió.

– Ahhh Shura, claro que no, no es problema para mí, quiero que estés bien y no te esfuerces de más – comenzando a acariciar sus cabellos.

– Esto no es justo, puedo cuidarme solo, es una alergia no estoy inválido –

Y continuaron discutiendo hasta que Shura se cansó y dejó que Aioros hiciera lo que quiera.

– Bien, como quieras – dijo resignado y molesto por no poder ganar la discusión. Se acomodó en la cama dándole la espalda para no verle.

– No te enojes Shura – acercándose a la cama matrimonial donde estaba su cabra malhumorada tapada hasta la cabeza.

– Es que Aioros, ya te conozco, te quedarás despierto toda la noche velando como si tuviera una enfermedad terminal – Dijo aún debajo de las cobijas.

– ¿Eso es lo único que te preocupa? – Dijo enternecido por la actitud preocupada del de la décima casa.

– ¿Qué más podría ser? –

– Que me escondas algún amante secreto que tenga más atractivo que yo – Bromeó.

– Si fuera así ya sería el stripper barato de todos – Siguiendo el juego.

– Deberías ser el mío – saltando de repente a la cama, cayendo encima del de la décima casa, tratando de meterse en las cobijas para atacar a Shura.

– Jajajaja ¿Qué haces Aioros? – Rió el joven español removiéndose para quitárselo de encima ya que se estaba enredando entre las cobijas. Olvidando por completo la perversa proposición del griego.

– Ven aquí Shura – decía entre risas el castaño, cuando logró meterse entre las cobijas, buscó ponerse encima de su pareja.

– ¿Qué quie...?– Cuando fue callado por un beso repentino del de ojos cielo, forzoso al principio, pero luego volviéndose suave y tierno. Cuando se separaron Aioros tuvo el placer de ver a su español sonreír, esas sonrisas que solo él, Camus, Deathmask y Afrodita conseguían. Parecía que el español iba a decir algo, pero... – ¡Achú! – Su semblante pasivo rápidamente cambió a uno de pesadez y molestia – Quítate de encima, Aioros – Dijo demandante con una mirada afilada.

El de sagitario obedeció, no porque temiera a Shura. Solamente por el hecho de que su pobre cabra se sentía mal y podía tener cambios de humor increíbles, lo sabía, aunque rara vez tenía alergia. En silencio se dirigió al marco de la puerta, cuando estaba a punto de cruzarla volteó sobre su hombro para decirle lo siguiente:

– Cualquier cosa que necesites me hablas – su actitud cambió drásticamente por el trato del español, mostrando un poco su triste semblante.

Shura había vuelto a taparse hasta la cabeza. Se sentía mal, no físicamente, sino por la expresión que había adoptado en ese instante el de sagitario.

– Perdón Aioros... – Susurró deseando que lo tragara la tierra.

Shura trataba conciliar el sueño, más no podía. Se sentía tan mal, ese rostro triste del centauro le recordaba a aquella expresión que hizo antes de matarlo, se sentía terrible. Desde ese día no volvió a ser el mismo, las noches eran largas y llenas de pena, dolor, miedo... Miedo a que todo ese tiempo hubiera sido engañado y haya matado a Aioros para un fin egoísta. Le premiaron llamándolo el santo más fiel de Atena, más, ese premio era para el arquero fallecido en aquel entonces. Ahora que había vuelto a la vida se prometió que nunca haría triste al santo de sagitario si lograba dirigirle la palabra sin que este le rechazara.

El santo de Capricornio se sentía cansado, fatigado. Sentía ese hormigueo en sus piernas que le daba a entender que aquella posición en la que se encontraba hacía que se entumiera. En cuestión de segundos se levantó como si de un rayo eléctrico se tratase, pero ese hormigueo en sus piernas se intensificó, tanto así, que estaba totalmente entumecido. Aun así insistió en moverse, como era natural en los capricornio; tercos hasta la muerte. Pero producto de esto, cayó estrepitosamente al suelo, soltando un corto pero fuerte quejido ya que el hormigueo se volvió increíblemente molesto, pero aún no iba a rendirse, tenía que disculparse con Aioros, el no merecía ser víctima de sus cambios de humor... Quizá Afrodita o Deathmask sí, pero eso es otro tema. Así que arrastrándose como serpiente con manos siguió su camino.

Mientras tanto el sagitario estaba haciéndose de comer. Asaltando los muebles y refrigerador llenos de comida. Tenía un desastre en aquel lugar, era obvio que si Shura veía eso lo mataba. Se le había pasado la tristeza, a decir verdad lo hizo a propósito para torturar a la cabra, él estaba bien, excelente en realidad.

– Qué delicioso se ve – dijo con unos ojos llenos de estrellitas y una sonrisa en forma de "v" (algo así: °v°).

Aioros estaba contemplando su obra maestra: un sándwich que parecía medir cerca de 20 cm de alto más un chocomilk en el vaso más grande que tenía el español. Ni el mismo se esperaba encontrar chocolate en polvo entre los productos de cocina de la cabra aunque este último fuera fan de los dulces y pasteles. Dejando su sándwich y vaso de chocomilk en la mesa, se sentó, cuando estuvo a punto de darle el mordisco más grande escuchó un quejido de su cabra terca y berrinchuda.

– Shura... –  susurró e inmediatamente se levantó, causando el chirrido de la silla y sin importarle esto, corrió al lugar donde escuchó el quejido.

Encontró a Shura tendido boca arriba en el suelo y miraba perdidamente el techo como si fuera la cosa más interesante del mundo.

– ¿Shura? – preguntó extrañado el caballero de sagitario.

– ¿Si? – preguntó de vuelta, como si estar en el suelo fuera la cosa más normal del mundo.

– ¿Qué demonios haces en el suelo? – su tono de voz lo delataba, quería reírse.

– Búrlate todo lo que quieras – mientras trataba de incorporarse – No me importa – su tono de voz cambió un poco ya que estaba soportando ese hormigueo y sonaba forzado – Pero me disculparé contigo – logrando sentarse al menos.

Entonces fue en ese momento cuando Aioros olvidó que quería reírse y prestó atención a lo que decía Shura. Se hincó frente a él y acarició su mejilla. Sintiéndose mal ya que todo había sido actuado y esta vez el español si hizo algo al respecto.

– Yo prometí que no volvería a lastimarte... Pero, eso es lo que estoy haciendo y perdón Aioros, porque siempre en vez de actuar me pongo a pensar todas las veces que te he lastimado y quería disculparme por eso también – mientras bajaba tímidamente su mirada. Se sentía vulnerable. Dejó escapar una lágrima y cerró fuertemente los ojos.

El español sintió como era rodeado por los fornidos brazos del griego, este mismo lo estaba ayudando a ponerse de pie.

– No te disculpes por nada Shura – mientras lo cargaba al estilo nupcial. Se dirigía al cuarto del de capricornio, entró y lo dejó en la cama, para después sentarse a su lado – No pienses en eso, ya pasó, no deberías vivir en el pasado – dijo sin mirarle.

– Es que tú no lo entiendes – mientras le daba la espalda al castaño.

– Deberías dormir – Dijo notando las crecientes ojeras del joven de cabello verde oscuro y tratando de cambiar el tema.

– No puedo dormir – Musitó con tristeza.

– ¿Quieres que duerma contigo? – esta vez dirigiéndole la mirada.

– ¿No te importa? – susurró no queriendo encararle.

– ¿Cómo puedes decir eso? Amo dormir contigo – dijo sonriéndole.

Shura siempre había sido así, le importaba saber que era lo que pensaba con cosas tan simples, a las que el español ya debería estar acostumbrado, pero aun así preguntaba como si faltara de su confianza. Pero quitándole importancia a aquello, se acercó a los labios de su querida cabra cabrona y adorable para darle un simple beso, tratando de transmitir todo su cariño en él. Amaba el sabor de aquellos labios; amaba a Shura.

Pero fue separado de un momento a otro, Aioros se detuvo un momento para ver al de capricornio, quien estaba acostado con un brazo cubriendo sus ojos verdes. Se sorprendió mucho cuando lágrimas resbalaban en su piel nívea, comenzó a escuchar pequeños gemidos de angustia y susurraba:

– No puedo hacerlo Aioros... Por favor perdóname, deja de negar que te maté... No he dejado de pensar en eso desde hace 13 jodidos años – su tono era entrecortado y suplicante debido a que lloraba con más intensidad.

Miraba con sus orbes azules al chico debajo de él. Se sentía tan mal, pero no quiso interrumpirlo, le dejó continuar y escuchó en silencio.

– Me considerarás un imbécil porque quizá sigo culpándome de hechos ocurridos en el pasado... Pero... ¿Cómo no quieres que piense en eso sí tú me gustabas? Fuiste mi primer amor platónico... Y yo, cegado por el hecho de que quizá nunca notaras mis sentimientos o que trataras de humillarme quitándome el lugar del santo más fiel de Atena, te asesiné... Sin escuchar razones, sin escuchar a mi corazón... Y yo no tengo excusa, Aioros, ni siquiera porque era un niño, porque todos nosotros fuimos criados para tener una mentalidad de adulto, una mentalidad de un caballero, para las decisiones que nos tocara resolver más adelante... ¡Yo tengo la culpa! – Gritó esto último para estallar en llanto.

– Pero estabas recibiendo una orden – dijo sumamente incrédulo por el explosivo comportamiento del español.

– ¡Pero yo pude haberte creído para escapar junto contigo y proteger a Atena!... Pero no lo hice... Me cegué por un amor que era correspondido y nunca me di cuenta hasta el momento de tu muerte –

"— Te amo Shura — sonrió dulcemente mientras impulsado por la fuerza del español impactaba contra una pared rocosa, y después caía al vacío. "

– Extrañé todas esas noches que pasábamos a solas bajo la luz de las estrellas o esos días bajo la sombra de un árbol... Lloraba en tu ausencia... Rezaba para que volvieras, para que me abrazaras, me cargaras y me dieras esos besos de buenas noches en mejillas y frente. Pero eso nunca pasó, tú no volviste porque yo te había asesinado. Dita y Deathmask trataban de animarme, yo estaba muy mal, no solo por mí, sino porque me había encargado de quitarle su hermano a Aioria de manera egoísta y no me atrevía a darle la cara. No soportaba la idea de que te llamaran traidor y que molestaran a Aioria por ello... Por mi culpa, traté de hacerme a la idea de que eras el traidor realmente, pero algo dentro de mí lo impedía, hasta que Shiryu me hizo ver la dolorosa realidad el día que luché contra él – lagrimeó más y se secó con la manga de su camiseta.

El noveno custodio cerró los ojos un momento. Realmente se sentía muy mal porque Shura haya llegado a ese estado, pero se sentía contento ya que por fin se estaba desahogando correctamente. Abrió sus ojos para mirarle directamente, no pudo evitar hablar en aquel momento.

– Sigues sin tener la culpa – afirmó con seguridad el griego.

– ¿Qué? – mientras aquellas imágenes que producían sus recuerdos aún cruzaban por su mente.

– Todavía eras muy pequeño para tomar una decisión de esa magnitud, y aunque hayamos sido criados como caballeros, no fuimos criados para amar – mientras bajaba la mirada – Si tú desobedecías a Saga que era el gran maestro en ese tiempo... Quizá te hubiera hecho daño o te pudiera haber controlado mentalmente... Yo me dejé asesinar, no solo porque tenía a Atena en mis brazos, sino porque quería protegerte, yo te amaba y te sigo amando como el primer día – mientras miraba finalmente a Shura, quien estaba desconcertado y conmocionado.

– Pero Aioros tú... ¿Por qué nunca me hiciste ver la realidad? Pude haberte apoyado y...– no pudo terminar ya que las lágrimas volvían a correr de sus mejillas.

No podía contenerse más, todos esos años donde ocultó sus deseos de ver a Aioros, de saber si realmente estaba haciendo el bien, donde ocultó su frustración y dolor estaban saliendo a flote en ese momento sin poderlo controlar. Él era muy bueno manteniendo a raya sus sentimientos, pero esta vez había llegado a su límite, ya no podía más, no podía ocultarlo más. Estuvo tan preocupado por Aioros. Haciendo a un lado sus pensamientos volvió a prestar atención al escuchar nuevamente al arquero.

– Porque si lo hacía, haría que tú, Aioria y quizá otros caballeros sufrieran el mismo destino que yo, muriendo bajo las manos de otros dorados –

Entonces fue cuando Shura compendió todo. Aioros tuvo el coraje para huir llevándose sus propios sentimientos a la tumba, el amor que le tenía a él, a su pequeño hermano y a su diosa.

– Todo lo hiciste pensando en la vida de los demás y no en la tuya – susurró sentándose para mirarlo a los ojos.

– Haría cualquier cosa para protegerte – dijo esto mientras sentaba al español sobre él y lo abrazaba fuertemente – Pero ya no tienes de qué preocuparte, ahora sabes la verdad sobre mis acciones y que tú no tienes la culpa de nada – sintió como Shura se acomodaba sobre él para abrazarlo mejor y poder recargar su mentón en el hombro del castaño – Te amo mi pequeño – susurró con una voz suave, en cambio recibió una sacudida y suspiro de tranquilidad por parte de capricornio.

Cuando se separaron, Shura optó por mirarle a los ojos, esos ojos donde sentía que podía ver el universo entero, donde podía reflejarse él mismo como si de agua cristalina se tratase. El capricornio no entendía, no le cabía en la cabeza la idea: ¿cómo demonios es que Aioros se había enamorado de él? Si él mismo había atentado contra su vida. Bajó la mirada, no se sentía merecedor de ese inmenso amor que el griego le daba, sentía los labios de Aioros sobre sus mejillas, luego sobre su frente y finalmente un cosquilleo en su cintura, ya que el arquero había puesto sus brazos alrededor de esta. Aún intentaba asimilar todo lo dicho anteriormente por el castaño.

– Pero, me gustaría saber si me perdonas por no haberte dicho todo esto hasta ahora – dijo esta vez el caballero de sagitario arrepentido.

En ese mismo instante, por automático, levantó la mirada, no podía molestarse, al fin y al cabo lo hizo para protegerlos. Así que esta vez sonrió comprendiendo que debía dejar el pasado y vivir esta nueva oportunidad, esta nueva vida, donde podía amar al castaño nuevamente sin preocupaciones, sin guerras, sin maldad.

– Por supuesto que te perdono – dijo mientras se acercaba a los labios del griego y daba un dulce beso.

----- Fin del flashback ------

– Pero aquella noche creí que habíamos aclarado eso... – susurró incrédulo.

El pegaso parecía querer decir algo cuando la puerta fue abierta abruptamente.

Continuará...

Notas finales:

¿Qué les pareció? ¿Quién creen que sea? ♥

Quiero agradecer a las lectoras que escribieron un review el capítulo pasado ♥

No olviden dejar su review ya sea votando por una pareja o por las criaturas mágicas que acompañarán a nuestros caballeros :3  

Gracias de todo corazón por todo el apoyo ♥  

Bueno, ¡nos leemos luego! ¡Bye bye! ¡Besos! ♥


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