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No es de sangre por Heartshaoi

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Notas del capitulo:

Creí que jamás lograría escribir otra vez un capitulo ya hecho con anterioridad, no sé si está igual que antes, siento que adelanté algunas cosas...

T_T

Intentaré no ser tan descuidado con eso de los capitulos, gracias por esperar a los que están leyendo...

 

¿Ya les dije que con quién más shippeo a Killu es conmigo?

 

 

¡A leer!

 

Capítulo 7: Un poco del pasado

<<Una herida no sanada, una historia no contada>>

Esperó a que se acomodara sus sentimientos para poder bajar a saludarlo, pese que no se encontraba del todo estable pudo decirle un Hola esperando la  típica respuesta cruda de Illumi. Otro domingo más pasaba al lado de ese nuevo ser que había entrado a su vida, regalándole nada, demostrándole todo. Killua estaba incomodo, entendía perfectamente bien que había cometido un error, un error que le había quitado lo que ya había construido.

 

Su hermano no se caracterizaba por responderle, o por llamarle por su nombre, solo lo miraba, y sus ojos se habían vuelto parte de la comunicación, parte de la complicidad que solo él sentía.

Por eso se sentía especial – de cierta forma –  ya que solo con él tenía esa relación distancia - hermandad y había aprendido a sentirse cómodo con él.

Solo que las cosas no salieron como lo esperó la noche que Gotoh se encontraba fuera de casa. Había estado con su hermano a solas demasiado tiempo, y, creyendo que tal vez pueda hacer algo para acercársele  cometió un grave error.

El Tocarlo.

El simple gesto de tocar la espalda de Illumi mientras este cocinaba había causado una reacción violenta que lo asustó sobremanera. Si no fuese por su rápido reflejo hubiera sido cortado por el otro que no dudó en rasurar el aire con su fuerza.

Cuando yació en el suelo se quedó perplejo por la idea de que casi es decapitado por Illumi, y no pudiendo reaccionar prefirió quedarse en la fría alfombra que parecía ser lo más reconfortante en se momento.

 

- Casi me mata... – pensó.

 

En cambio la experiencia para Illumi fue aún peor, indeseada en toda su expresión, lo que hizo no fue con intenciones de asesinarlo - aunque quisiese - porque si no él también moriría a manos de su padre. Solo que era habitual no dejarse tocar por nadie, y cuando alguien lo hacía era para golpearlo o intentarlo matar.

 

Solo era una reacción, algo que nacía de él. Una forma de vida que nadie podía cambiar, Killua no lo comprendería, e Illumi lo sabía. No le explicaría al menor que era en realidad un ser mucho más macabro del que puede ver en el mundo físico. Creyó que de esa forma sería mejor, creyó que sería mejor tenerlo a raya donde debería estar... como alguien fuera de su vida.

 

Por eso las semanas habían sido incomodas desde la última visita del azabache, no era tan diferente a la primera vez, al menos no para Illumi, pero sí para Killua que quería preguntarle miles de cosas a su "hermano"

 

Quería saber si ya leyó el libro que le regaló o si sabe preparar más postres deliciosos.

Su hermano mayor era lo único que tenía de contacto con el resto de su familia, era lo único que lo hacía sentir parte de algo fraternal, si debía cambiar para caerle bien a su mayor, entonces lo haría, se lo había propuesto después de recibir indicaciones semanas atrás de un entrenamiento que estaba más cerca de ser una lista de quehaceres.

 

Si querían que haga eso, él lo haría.

 

Él le demostraría que podía ser bueno en todo, que podría leer más libros recomendados por su parte, que podría cocinar a su lado y experimentar lo que tanto ha deseado por años.

Solo quería un hermano, Killua solo quería estar al lado de alguien más y el único sujeto disponible era Illumi, el único adulto con su misma sangre que lo acompañaba...

 

...

 

(69)

 

El viaje de Silva había traído más de un problema para la familia ya que - otra vez - Kikyo se la pasaba deambulando como esquizofrénica por todos los pasillos de la mansión, hostigando a sus hijos, siendo superficial a la hora de hablar, ganándose la apatía de cada ser viviente en casa.

Zeno era el único que mostraba lastima por ella, todos la odiaban por ser tan "caprichosa", pero el abuelo que comprendía un poco más el pasado de todos, entendía perfectamente lo que le sucedía.

 

- ¡Tranquilízate mujer, te saldrán arrugas!

 

Le decía para asustarla por descuidar su imagen, a lo que dejaba sus lloriqueos a un lado solo para cuidar el cutis - que para bien o mal - era su herramienta de trabajo.

 

- Abuelo ¿Por qué Silva no me dice a dónde va? - le dijo recostándose a sus pies, secándose el sudor con un pañuelo bordado de flores.

 

- Porque no te quiere, entiéndelo.

 

Siempre era la misma plática y luego un largo silencio fúnebre donde se respetaba la muerte de la esperanza en Kikyo. Era consciente que no era amada, que los hijos que había tenido habían sido producto de sexo con drogas.

Era desdichada en todo sentido, aunque fuese dotada de belleza y riqueza no tenía libertad y mucho menos amor... Hubiese sido más fácil para ella echarle tierra al asunto con Silva, a su romanticismo falso cuando eran jóvenes, pero no podía, lo amaba ciegamente, y aún a esa altura con más de 20 años pasados estaba dispuesta a morir por él.

 

Por un solo beso de su amado…

 

Estaba cansada de tener que lidiar con la pantalla que era, pero siempre sacaba fuerzas para hacerlo cuando Silva se lo pedía.

Y con el tiempo aprendió a distraerse con Kalluto, a formarle como a ella lo hicieron las tías de Zeno. Criada como la hermana de Silva, experta en actuación y en cinismo real, en estudios, en universidades, en doctorados, todo para mantenerse al margen de Silva, el primogénito de Zeno, que había conocido con los 15 años cumplidos.

¿Cómo no iba a estar loca si desde pequeña había sido asegurada como la futura esposa del hombre más bello del planeta tierra?

No lo creyó hasta que estuvo casada, pero la realidad vino con los anillos de boda que se perdieron a los pocos años. Ella veía a Silva como hombre, él la vio como una criada, hija de sirvientas.

Eso no hubiera impedido el amor entre ellos, solo que a él jamás le metieron en la cabeza la idea enfermiza de aferrarte a algo con la vida. Tal vez Kikyo si tuvo que experimentar aquello y por eso no puede soltarse de esa atadura.

 

Esa vil atadura.

 

...

 

Ella no se quedaría con los brazos cruzados mientras ve a sus hijos hacer lo que se les da la gana, sabía que no podía permitirle a Silva salirse con la suya, por eso intentaba llamar su atención de mil formas y solo la conseguía cuando se metían con Killua.

Así que ahí estaba su plan, en su raciocinio errante imaginaba que si el albino desaparecía ella tal vez podría ocupar más espacio en su mente.

Lo haría, había planeado años desaparecerlo, pero no sería fácil, mucho menos con Illumi de lado de su padre. Gotoh moriría antes de ayudarla. Así que sin más remedio tendría que hacer "otro trabajo ella sola"

Otro trabajo como el de hace unos 10 años atrás...

 

FLASH BACK

 

El ronroneo del motor era ligero y cómplice en el acto donde estaba. Había estado esperando a poco más de dos calles que el auto de Silva pasara indicándole que ya se había marchado. Estaba con las manos frías encuerada de pies a cabeza, luciendo un sombrero negro que cubría su cabello de la humedad y de la lluvia torrencial.

Los latidos de su corazón se apresuraron cuando por fin tuvo el pase libre de su marido. Se secaba las lágrimas que aun salían incontenibles, llenas de una amarga sensación, llenas de decepción, de miseria...

 

- ¿Cómo pudiste amor?... - susurro queriendo ser escuchada, pero nadie le contestaría esa noche de lluvia.

 

- No me dejaste más opción - pensó con una sonrisa y decidida dejó su estadía para encaminarse a la gran corriente...

 

La niebla era espesa, y la hora nocturna le ayudaba a sentirse segura en cada paso, con cada respiro ante el futuro que había planeado. Si hubiera tenido la oportunidad de escoger algo diferente lo hubiera hecho, pero no, no podía dejar pasar más tiempo excusándose con trabajos falsos.


Lo haría, había ido a terminar con una vida por un motivo personal, y deseosa estaba de por fin quitarse ese peso de encima, de saber que por fin podrá dormir tranquila por las noches.

 

Sería algo sencillo, lo había planificado desde hace meses y  todo estaba de su lado, el arma cargada en su cintura, los cuchillos afilados entre sus pantorrillas y el químico incendiable. No podía fallar, era una apuesta con su vida y había jurado bajo su nombre y sangre que lo haría.

La casita que divisaba era pequeña, conocía el perímetro, las calles, los atajos, las familias que vivían alrededor, sabía por dónde se caminaba tranquilo y por donde no, se había pasado semanas estudiando cada detalle para que le resultara fácil su huida. Así que ya acostumbrada a la vista de la fachada decidió entrar por la puerta principal.


Sin miedo y con mucho coraje rompió la débil chapa de la vivienda, y segura de que estaba siendo escuchada saludó con un nada tranquilizante Hola.

 

Divisó a todos lados el cuarto barato y casi paupérrimo en el que vivía el sujeto de caza. Cualquiera con un análisis prudente podía entender la situación dentro de las cuatro paredes, Kikyo no necesitaba más detalles para recalcar otra vez en su mente la idea de que su esposo había estado allí, porque agachándose al piso pudo encontrar un cabello de él.

 

Más que estar nerviosa, se sentía llena de ira, ansiosa de comenzar a deleitarse con los gritos de la mujer que no encontraba y que, a pesar de estarla buscando no daba con ella. Por un momento dudó al no encontrarla en su habitación y sabía que era imposible el error, había estado al pendiente el día entero y nadie podía haber salido sin que ella lo supiera.

 

Pero el detalle de no haberla visto durante más de 6 meses la tenía al borde de la paranoia. Caminaba lento, husmeando con cada paso los rincones que su vista ocupada, no encontrarla estaba siendo, con cada segundo, una experiencia asfixiante, hasta que escuchó un ruido en la sala principal.

 

Corrió con fuerzas, deseando que la dichosa ramera que se había acostado con su marido no escapara, pero lo que encontró fue algo diferente y que desencajaba con sus pensamientos formándole nuevas ideas.

 

¿Cómo puede desearle?

 

Se preguntaba al verla apareciendo de la nada en el lugar que ya había recorrido, sentada en una mecedora, cabizbaja, pálida, delgada, y demacrada. Ya tenía el arma en la mano, y la mujer al verse apuntada solo pudo comenzar a llorar.

 

Fue mejor para Kikyo que aquel ser no pronunciara nada, o si no, estaba segura que la estrangularía con sus manos, no estaba tan loca – aún – y sentía lastima al ver a la otra en ese estado.

 

No usaría el arma para matarla, solo quería contenerla, evitarun forcejeo, un intento de huida, lo que quería era cortarla y recrear en su cuerpo su dolor, su pena. Así que sin importar cuanto la mujer lloraba al verse amenazada no suplicó, no murmuró nada, más parecía rezar con los ojos clavados a la madera del piso, como buscando algo entre las ranuras del parqué.

 

Lo que hizo fue excitante al punto de llegar a la demencia con cada apuñalada clavada en el débil cuerpo ajeno, cada grito fue paz para sus oídos, y cada sensación entre sus manos al desgarrar la piel la dejó complacida. No le bastó con solo matarla cual si fuese un cordero, también la desfiguró y la convirtió en un monstruo. La mujer no intentó huir y actuó como si la estuviese esperando, como si estuviera preparara para la muerte, entregada ya a las manos de la esposa de Silva.

 

 –¡Muere! – había gritado al cuerpo inerte clavándole una vez más el filo entre los músculos débiles, sin darse cuenta de que ya no había nada, todo estaba destrozado y ella, con el cuerpo manchado y la cordura perdida, no se detenía a contemplar su espectáculo.

 

Lo único que le hizo entrar en razón en ese momento fue sentir su celular vibrando entre sus ropas, no tenía demasiado tiempo para seguir jugando con la carne fresca, no podía permitirse ser descubierta y demostrar tras la línea su claro nerviosismo.

 

Así que colgando la llamada de Zeno le dijo que volvería pronto, había apretado los puños endureciendo su rostro, sintiéndose impotente de no poder saciarse por completo.

 

Se marchó con la cara en alto, deseando no olvidar nada, dejando a propósito la huella de su acto para que su esposo lo viera y se llevara lo peor de la vida como ella al sentirse desdichada. Solo era una venganza, una forma de desahogarse ante su soledad, su marido era el culpable de esa muerte…

De esa inocente muerte…

 

FIN FLASH BACK

 

No quería quedarse en casa esperando a que un milagro sucedería y que sus problemas se resolvieran por si solos. Buscaba a su hijo preguntando  a los mayordomos donde se encontraba Illumi, quería hablar con él, pedir su colaboración, sabía que compartían en común el mismo afecto por Killua y no podía desaprovechar la oportunidad de proponerle algo interesante, muy conveniente para los dos.

 

A penas lo vio, no se contuvo y fue directo al grano sin ningún rodeo.  Illumi ya acostumbrado al poco tacto de su madre le dijo lo mismo que contesta Silva en esas situaciones.

"No estás permitida para saberlo"

Estaba cansado de tener que verla tras cada uno de sus movimientos, por momentos se alegraba no haber nacido 3ero y tener a la loca de su madre encima. Además, no importaba que tanto quiera confabular en nombre del albino, no podía, eso estaba en contra de las reglas y no estaba dispuesto a jugarse la vida por la demencia ajena.

 

-          ¿Por qué no me apoyas, si tú lo odias tanto como yo?

 

La miró con sorpresa queriéndole sacar la lengua por andar diciendo en voz alta lo que estaba prohibido. No le contestó, no le daría el gusto de ser su cómplice, si bien tenía un resentimiento con Killua, era su problema personal que estaba aprendiendo a mantener, y él sabría cómo sobrellevar eso, no quería compartirlo con su madre, a ella la detestaba más que a nadie y le estresaba esa escena.

 

-          Juraría que te has vuelto su perro, no me sorprendería verte de lame botas cuando tu padre le de tu puesto a ese crío – soltó con veneno, intentándolo herir, queriéndole causar más daño del que pudo haber hecho antes.

 

<<¡Déjame en paz!>>

 

Se contuvo de no clavarle el bolígrafo entre los ojos, solo podía apretarlo desfogándose poco a poco, respirando lentamente para no golpearla. Kikyo jugaba con su paciencia y no podía matarla, no podía dañarla aunque quisiese, realmente esperaba el día en que Silva la mate y le traiga paz de una vez. 

 

-          No querrás saber lo que padre piensa de esto… - su tono fue pausado, ligero, sin emoción, sin nada, como si estuviese muerto.

 

-          No le dirás nada porque eres igual que yo – le dijo mofándose – Yo te enseñé a detestarlo, somos iguales…

 

-          ¡No es cierto!

 

La mujer había dado en el clavo, en el punto donde más le dolía, Illumi no admitiría por nada del mundo algo tan descabellado, él no aceptaría algo así.

 

-          Yo no soy como tú… - fue lo último que dijo antes de marcharse dejando a la loca de su madre armando revuelo por nada.

 

Lo que más temía era esas palabras fuesen ciertas, y lo eran, para su mala suerte sabía en el fondo que todo lo que concernía al albino era por culpa de su madre. Cuando Killua llegó a su vida él aún era un niño manipulable, y Kikyo no desaprovechó el meterle ideas en la cabeza.  Aquella conversación le había traído innumerables recuerdos de cuando tenía diez años y siempre escuchaba frases como: Ódialo, te arrebató todo, no es igual que tú, no se parece a ti.

 

Recordar a su madre en aquel entonces le daba nauseas, pensaba en como una mujer tan bonita podría ser tan tirana y dañina a tal grado, estaba seguro que si concursaba ganaría el premio excelencia a la personificación de la antipatía.

 

<<Eres igual que yo>>

 

Esa frase le estaba molestando más de lo debido, cuando se ponía a reflexionar de su vida era una experiencia nada gratificante y que, no lo ayudaba en nada. Su vida ya era miserable, no quería que fuese peor por culpa de ella, no le dejaría el camino libre, ella odiaba a Killua y él – aunque no quería darse cuenta – también lo hacía por ella.

 

No quería convertirse en lo indeseado, no quería seguir siendo presa de burla, no podía matar a la familia, todo era demasiado frustrante para su corazón que ya cansado de tanta mierda había huido a un bar lejano. Las horas habían sido cortas ante la barra, trago tras trago, donde seguramente lo fotografiarían y publicarían en una portada de revista amarilla.

 

No solía beber, no era alcohólico, solo estaba cansado de tener esa pantalla en su vida, cansado de que nada fuese real, ni siquiera su nombre lo era ¿Cómo podría vivir en paz? A veces sentía que Killua no era más que víctima de ellos, y exactamente que fuese privilegiado de librarse de ese tormento era el motivo de su envidia.

 

No importaba cuantos vodkas tomase, nada lograba llevarlo al mundo de la satisfacción. Quería perderse pero lo único que divisaba era a Killua sonriéndole, llamándole por su nombre otra vez…

 

-          Ah… no eres tan detestable después de todo, hay alguien que te gana por mucho… - comenzó a hablar consigo mismo, mientras miraba su vaso, observando como los hielos se derretían en el vaivén de su juego.

 

No quería estar en contra la espada y la pared, no quería servirle a nadie, solo quería la libertar que tenía el albino, solo pedía una vida, no un intento de supervivencia. Si no fuese fuerte ya se hubiera suicidado, era un humano normal, no una bestia sin sentimientos como aparentaba, también lloraba –  muy poco reía -  y solía gustar de la comida gourmet.

 

Solo que eso no se ajustaba a los planes de Silva y Zeno, ellos no permitirían que el más desarrollado de los hijos se vaya a desperdiciar por cumplir su sueño patético. Ellos jamás lo dejarían salirse del mundo donde estaban, ni él ni nadie. Illumi lo sabía y ya estaba resignado a vivir en las sombras, compartiendo un odio que no era suyo, haciéndole la vida imposible a sus menores con tal de compartirles su miseria.

 

Por supuesto que era consciente de lo embarrado que estaba su familia entera, desde Kalluto hasta su abuelo podrían perderlo todo por una mala jugada, a veces se admiraba de los pequeños que sin ningún miedo habían aceptado su futuro de buenas a primeras.

 

En cambio él siempre se negó, objetó, se rehusó a tocar un arma, a pelear, a que le enseñaran a persuadir, de niño nunca quiso ser lo que es ahora, y resultó ser el mejor, dotado de habilidades naturales por su padre y de belleza por su madre.

 

Lo más traumatizante para él fue cuando lo obligaron a ir  a un burdel para supuestamente volverse varón, había odiado que lo tocaran, y que lo obligaran a someterse a orgías era peor. Nunca olvidaría eso, su vida sexual no era activa a pesar de tener los mismos problemas que el resto de hombres. Simplemente no tenía cabeza para eso, no encontraba a nadie que lo encendiera, no podía… no después de haber estado con mujeres y hombres desconocidos a sus 16 años.

 

Su familia no solo se había encargado de matar su alegría y juventud, si no de perjudicarle el apetito venéreo.

 

-          Solo un trago más, por favor…

-          No podemos darle más, lo sentimos…

 

Se fue a casa para poder dormir después de una madrugada entre humo y drogas, solo quería cerrar los ojos y dejar de ver el libro que le dio Killua…

 

Dejar de ver a Killua…

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Si Kikyo no te quiere, no importa Illumi, yo te amo ♥ 

Quisiera haber podido darles lo que ya tenía preparado, siento que a esto le falta emoción, no sé. Antes lo había escrito con mucha intensidad, ahora tengo miedo de que pierda toda la conexión D:<

...

 

-Heart


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