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No es de sangre por Heartshaoi

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Notas del capitulo:

¿Qué por que estoy actualizando dos dias seguidos?

(no es spam, lo juro)

Entraré en examenes, y la universidad no me dará tiempo hasta 2 semanas :l

les adelanté el capitulo del viernes.

 

Ojalá les guste D:<

 

¡A leer!

Capítulo 8: Un secreto que prefería no saber

 

 

 

¿Cuántos meses han pasado ya?

 

 

Desde que obtuvo los encargos estuvo teniendo más trabajo de lo normal. Como Illumi no podía cuidarlo todos los días Gotoh era el responsable de ayudar con el aprendizaje  de Killua. La practica constante de educación y etiqueta estaba por fin dado sus frutos después de 5 semanas, el resto de características llegaban conforme aumentara con el estudio. El desarrollar una mente estratega no era fácil, lo que necesitaban de Killua era su cabeza, su futuro mandato y liderazgo y para lograrlo necesitaba expresarse, transformar su personalidad tímida y cobarde a una más decidida y capaz.

 

Solo que Illumi no ayudaba con eso. La interacción era necesaria para el desarrollo social, y Killua no podía desarrollarse si solo se mantenía como un alumno rodeado de infantes. Por eso, había sido una dura decisión para Silva tener que dar el para quitarlo del colegio y mandarlo de viaje durante un mes a un país europeo.

 

La idea demostrarle el mundo al niño había sido recomendación de Zeno que viendo al limite a Illumi optó por darle un respiro con esa excusa.  Su propuesta fue considerada buena cuando fue sustentada técnicamente, además Illumi podría centrarse en obtener más información de Kurapika y Kuroro que cabía recalcar estaban muy raros en las últimas reuniones.

 

Silva parecía poco contento con enviar a su hijo lejos, no quería pensar en un accidente o en una perdida o desaparición, estaba en un estado analítico calculando fechas, obteniendo el más mínimo cuidado con su amado hijo, Silva no dejaría que nada le pase y estaba a punto de enviar a Illumi como guardaespaldas.

 

Para suerte del hijo mayor eso no sucedió y Killua se fue con Gotoh a un viaje con retorno antes de Navidad. Y para Illumi aquel mes fue la paz encarnada en su vida que no había sentido nunca antes. Nada era mejor que invertir su tiempo en él, solo que al primer día se dio cuenta de que pensaba en los lindos ojos azules de Killua, o cada vez que pasaba un avión por el cielo pensaba como habrá estado el niño en su primer viaje de primera clase…

 

No podía negárselo, su mente que era capaz de omitir lo innecesario se encargaba de darle el recuerdo más bonito todo el tiempo: su hermanito.

 

No lo quería y no se quería dar una oportunidad para dejarlo entrar en su vida, quería seguir creyendo en la culpabilidad ajena, quería que alguien cargue con ese pesar por que él no podría hacerlo.

 

Tenia miedo, era un humano que sufrió el desamor, la marginación, que vivió en la frialdad y ahora ese ser al que había estacado con agujas de muerte estaba en su vida, robándole el aliento, los pensamientos, quintándole la vida, la supuesta paz.

 

La confusión que había tenido había sido enterrada junto con el libro que le regaló el albino. No lo había leído, ni siquiera se había tomado la molestia de levantarlo de aquella última vez, la limpieza tenía la orden de hacer su deber en todo lugar menos en ese cuadrilátero al fondo del cuarto.

 

Antes de dormir durante las noches de ese mes veía el libro con obstinación, se seguía preguntando por que su madre odiaba tanto a Killua,  o por que tantos fetiches extremos con Kalluto que no paraba de maquillarse a toda hora o de por que Alluka prefería decir que se casará con su amigo – varón – imaginario.

  

 

¿Qué nadie podía ser  normal en su casa?

 

No.

 

Antes de volver a juntarse con los demás miembros de la cúpula decidió que sería el momento indicado para buscar respuestas a los extraños comportamientos de los demás. En el por qué Gin constantemente se acercaba a Kurapika con intenciones – a su vista – insinuantes. O del por qué Leorio que siempre permanecía al lado del rubio ahora paraba cabizbajo y desaliñado.

 

Si bien no se lleva una relación personal con ellos, si quería saber porque tanto alboroto por el Kuruta que no paraba de ser visto de pies a cabeza por Lucifer. Illumi sabía que habían años de anécdotas que él desconocía, historias que solo Zeno, su abuelo, podría saber, pero se limitaba a preguntar porque prefería enterarse por sí mismo. 

Por eso un día lunes – muy relajado por tener el domingo libre -  quedó en juntarse con ellos  antes que el sol se oculte al B13 para coordinar ciertos temas navideños.

Al Zoldyck no le gustaba llegar temprano ni tarde, solía aparecer exactamente en el mismo segundo que el reloj marcaba la hora de la reunión, todos sabían eso, y con el tiempo su actitud se había vuelto parte de la relación entablada. Pero por cosas de la vida llegó antes de lo esperado y aburrido de tener que ver la cara de los guardias decidió dar una  vuelta por el casino.  Había mucha gente como era de costumbre, el ruido de las maquinas era un baile rítmico entre los gritos de los ganadores y los murmullos de las mujeres.

 

Nunca se había permitido pasar por otro lugar más que el del subterráneo, y había descubierto más de lo que creía ver ¿Cuartos vacíos?  ¿Desde cuando ese lugar se había vuelto un burdel? Le dio curiosidad por saber las intenciones de Hisoka – que encargado estaba del tema – por permitir a unos promiscuos animales revolcarse  en su cara.

Sí, era una afirmación por que escuchaba los gritos de una mujerzuela tras la puerta donde se había detenido.  Decidió encarar al pelirrojo, quería saber porque el casino de su padre estaba siendo usado de tal forma, y justo cuando despegaba la suela de su zapato del brillante piso escuchó algo ilógico ante su raciocinio.

  

-          Kurapika… - logró escuchar que dijo una voz masculina justo antes de que se fuera.

 

Se quedó en shock antes de siquiera poder reaccionar, queriendo confundir el tono con el chirrido de su zapato, conocía esa voz, y esos gemidos tras la delgada pared dejaron de ser asquerosos para ser traumatizantes.

Illumi solo pudo irse para esperar a la reunión en cualquier lugar menos ese, y supo el motivo de esas miradas cómplices entre los mafiosos, se sentía extraño cuando les hablaba, no era lo que esperaba, no de ellos al menos…

 

-          ¿Estás bien? – le había preguntado Chrollo al verlo un poco afectado por quién sabe qué cosa.

 

A lo que no contestó y siguió con otro tema, el motivo por el cual había ido de verdad. No era de su incumbencia meterse en los temas personales ajenos y como había decidido se limitaría a hablar de ello, talvez más adelante le sea de ayuda…

 

 

 

...

 

 

 

Faltaba poco para las fiestas de fin de año, las calles como era de costumbre estaban adornadas de luces parpadeantes con motivos navideños. La víspera se acercaba poco a poco y se podía sentir en el aire como la multitud se perdía en el consumismo, regalando las horas de vida en billetes por un par de medias nuevas que se colgaban en la chimenea. Illumi regresaba de la reunión y el frío ya le calaba los huesos por andar caminando durante horas por la plaza de la ciudad. Buscaba tras las vitrinas algo nuevo en que gastar su dinero, desde la mañana que se había levantado no había parado de ansiar comprar algo en la tienda de regalos, la nieve cubría sus zapatos y mientras divisaba  los objetos tras la transparencia no podía dejar de pensar en si Killua le traería algo de su viaje.

 

Era inconsciente, un pensamiento indeseado. Solo era natural y fluido, aunque se lo negara quería otra muestra de afecto, algo que lo vuelva a sentir vivo. No sabía si era por la nieve que le traía recuerdos de su niñez o por que estaba teniendo problemas mentales por la experiencia en la cúpula. No lo sabía, pero entendía que la tranquilidad era subjetiva al verse sin su rutina diaria.

 

Tal vez por eso pensaba en Killua, además faltaban dos días para que regresara y tenía el deber de ir a verlo. Le echaba la culpa a eso, sentía ansiedad y desde hace tiempo ya que no reflexionaba de lo que quería en verdad. El paso de los meses le habían dejado en claro muchas cosas que, con o sin Killua en su vida, esta seguiría siendo igual. Pudo saberlo la primera semana que el albino se fue de viaje. Las cosas no cambiaron, su familia de mierda – como el solía referirse– seguía igual. No importaba si el niño estaba lejos o cerca, si vivía o moría, todo giraba en torno a las decisiones de su abuelo y su padre.

 

Estaba harto, comenzaba a dudar de la verdadera causa de su odio. No quería seguir siendo manipulado por su madre, prefería tener que lamer los pies de Gotoh antes de si quiera imaginar siendo como ella.  Empero lamentablemente el desprecio por Killua era lo único que había sacado de ella, años de influencia habían dado frutos convirtiéndolo en lo que ahora es.

 

Optó por comprar, chocolate y bombones con licor para la llegada del albino. No podía olvidar la regla de oro de llevar algo para compartir, así que sabiendo que no podría alcoholizar a su hermano, le dejaría con las ganas de probar los bocadillos…

 

 

 

 

 

 

El volver a verlo fue como la primera vez, reaccionaba ante su luz como un murciélago queriendo escapar de lo maravilloso que era contemplarlo. El aeropuerto estaba muy lejos y decidió esperarlo en la cocina leyendo un libro, y el no haber avisado que estaría ahí le trajo otra vez una experiencia inexplicable en su corazón.

 

-          Gotoh. Extraño a aniki… ¿No te ha llamado? No fue a verme al aeropuerto.

 

Por poco y botaba el café en el segundo que escuchó la voz infantil que tanto conocía  en la entrada diciendo eso. Si ya escucharlo hablar era incomodo, era aún peor cuando lo tenía que ver al mismo instante., sonriendo,  llenándose de un brillo inexplicable.

 

Killua volteó su vista y cuando se percató de la situación su hermano mayor estaba ahí mirándole como un demonio. Se sintió nervioso al verse descubierto diciendo tan vergonzosa línea, además había usado el aniki a la ligera como si la formalidad se hubiera perdido. Gotoh que estaba detrás solo pudo saludar intentando romper el ambiente.

 

-          Esto me pasa por no remarcar mi presencia...  – pensó Illumi a la vez que hablaba con Gotoh de los detalles importantes en el viaje que habían tenido.

 

 

“¿Qué otras cosas dirá en mi ausencia?”

 

Killua los observaba y ya entendía regularmente lo que se decían en clave, como siempre había sido ignorado por su mayor y no le dio importancia hasta que el mismísimo Illumi lo llamó.

 

 

-          Tú, ven aquí – le había ordenado casi como un militar con su  voz inimitable.

 

Se acercó lento pensando en lo mal que se veía el momento, dudando dio los pasos y no pudiendo contenerse le contestó con el “, Illumi – san” que tanto le gustaba decir, solo por ver la expresión que causaba. Lo había extrañado, las semanas fuera habían sido nada más que días aburridos sin sentido al lado de Gotoh. Lo que quería y necesitaba era interactuar con Illumi, no con otras personas, necesitaba de él, de su personalidad envolvente y misteriosa.  Había dado por seguro que así podría cumplir con todas las expectativas impuestas, aunque fuese una fatiga para él tener a diario que estar siendo instruido como sus hermanos de los cuales aún desconocía su existencia.

 

Illumi lo revisó de pies a cabeza  verificando que todo esté en su sitio, luego le abrió la boca y buscó caries, para ultimo ver sus ojos en busca de una mala presión sanguínea – Está bien – le dijo a Gotoh que apuntaba todo en una libreta.

 

-          ¿Eres doctor? – había preguntado Killua al verse atendido con amabilidad.

 

Solo se rio y siguió tomando su café, no le contestaría algo tan tonto, ya tenía el letrero en su cabeza que decía 10 años, no olvidaría que aún era un niño curioso, y libre al expresarse por que había sido criado por Gotoh, le era imposible pensar que seria igual a Kalluto o a Alluka. Además su ira había disminuido considerablemente, se había acostumbrado a ese castigo, aceptando que su vida solo dependería de pasar al lado del niño, no podía fallar a su padre, no podría perder ante su destino y jamás le daría el gusto a su madre de matar a Killua.

 

Era cierto que no lo quería como a un hermano, ni siquiera lo veía como los menores Zoldycks, el albino solo era alguien que había entrado en su vida para cambiarlo de a pocos, contagiándole con sus sonrisas y compañía desinteresada. Eso era lo que buscaba siempre, solo que no quería aceptarlo de quien por años había sido su tormento, de quién le había arrebatado el puesto, de quién culpable era de la separación familiar.

 

 

No lo aceptaría, no así…

 

 

Pero para Killua eso era suficiente, no importaba si no lo miraba, si no le daba su atención, solo quería verlo y si podía – de vez en cuando – robarle una ligera sonrisa. Gotoh en cambio ya estaba con los nervios de punta al reconocer la actitud de Illumi, lo conocía, sabía cómo era el mayor de los hijos que también había sido criado por sus manos, sabía tanto de él que juraría que en vez de ayudar al albino lo estaba perjudicando.

 

Lo sabía por qué lo veía todos los días, sabía la cantidad de veces que Killua hablaba de su hermano, o de las veces que le contaba sus sueños a su lado.  Solo esperaba a que Silva reaccionara y lo alejara de su niño, que últimamente decía frases como:

 

¡Tengo luciérnagas en el estómago!

 

 

 

 

 

 

(69)

 

 

 

Había algunas épocas cuando su cuerpo no era más que presa de su seducción, ante lo que llamaba primer amor…

Solía quedarse hasta muy tarde por ese sentimiento, para poder verlo e inventar una excusa  que lo retuviera en su vista, estaba tan perdido ante su masculinidad, ante su risa gruesa y descuidada, que no se había dado cuenta de la diferencia de edades. Mientras él seguía estando de juntas en juntas luchando por conseguir el puesto de representante, el otro era amigo de su abuelo, con esposa, y si no estaba mal informado con un hijo

Pero le era inevitable no verlo con otros ojos, no se consideraba homosexual, ni si quiera tenía importancia su vida en ese aspecto, solo no podía dejar de lado a aquel hombre de más de 30 años que lo llamaba amablemente, que lo alentaba a seguir con sus sueños, que le apasionaba cual si fuese un quinceañero.

El amor y la admiración lo habían cegado. La obsesión de estar a su lado lo hizo por un momento dudar de su propósito, estaba a punto de dejar a su clan e irse con el resto de zodiacos, solo por verlo un poco más, por escucharlo un poco más…

 

-          Kurapika ¿Quieres un trago?

 

Fue la primera frase de la noche donde empezaron a perderse entre copas y música. La celebración por los quince años de conformación de los zodiacos era algo que no podía dejar pasar, y había ido muy emocionado pensando en su atención, en su brazo alrededor de sus hombros, a pesar de que sabía sobre su timidez en público y de que nunca antes lo había visto tomar. Kurapika era demasiado joven para controlarse, y exactamente la inexperiencia lo había llevado a ese punto tentativo. Amaba a ese viejo, se había convencido que era un arrebato, pero prefería morir antes de perder ese chance, ese regalo de la vida de tenerlo cerca, escuchándolo hablar, acompañándolo en esas 4 paredes, a solas…

 

-          Claro Ging…

 

No recuerda cómo es que sucedió, como es que quedaron tendidos en una cama desnudos, apenas se había tomado media botella cuando decidió confesarse, sintiéndose con valor por el alcohol en sus venas.

 

-          Me gustas mucho…

 

Había pronunciado a la vez que se abalanzaba a besarlo osadamente, sin que le importe la lucidez ajena. Nunca lo hubiera hecho si no fuera con ayuda, así que tiempo después agradecería a la mágica bebida por darle un empujón. Se admiró al no ser rechazado, al ser correspondido con la misma fuerza.

 

-          ¿También estás ebrio?

 

El beso lo cayó y devoró por completo en un juego insaciable, como si estuvieran muriendo de sed entre sus lenguas, mordiéndose para sentir un poco de dolor y volver a la realidad, intentado escapar de ese hermoso sueño compartido. El rubio se dejó llevar en sus manos, sintiendo como le tocaba el cuello con sus dedos fríos, sintiendo como descendía por su cuello con amarga dulzura.

 

No supo si tuvieron  sexo solo por el alcohol, Kurapika hubiera jurado haber escuchado un rotundo No ante su pregunta.

 

¿Pero eso sería una locura, no?

 

Poco tiempo después de ese encuentro creyó que las cosas cambiarían entre ellos dos, pensó que compartían el mismo sentimiento y puesto en ese dilema se llenó de esperanzas de volver a repetirlo.

 

Cosa que jamás sucedió…

 

No lo volvió a ver hasta años después en una reunión de la cúpula, tras tiempo lleno de angustia y consternación, sumido a un error del cual se había dado  cuenta muy tarde, de que Ging no volvería por él, de que fue solo una noche de copas que destruyó su corazón, de convertirse por una noche en su juguete…

 

-          ¡No te me acerques! – le había gritado al tenerlo a solas en una incómoda sala del casino, a la cual habían llegado por planificación del mayor.

 

Estaba tan herido que juraría que lo mataría en ese momento si seguía cerca, tenía ya suficiente con soportar los problemas de su clan ¿Por qué simplemente no lo dejaba? ¿Cuál era el propósito de la conversación?  Su mente estaba ocupándose en otras peculiaridades, buscando el regocijo que una vez Ging fingió darle, no lo podía detestar tanto como hubiera querido, no podía, había sido durante mucho tiempo aquel quién lo guiaba en su juventud, quién había dado alas a una relación de complicidad constante.

 

-          Te estoy extrañando… - le contestó con la típica sonrisa que le caracterizaba.

 

 

Su puño lo hizo callar y caer al piso con fuerza, estaba harto de tener que esperar por una respuesta al enigma de su desaparición. Si no se lo decía, no le preguntaría, pues ya con el tiempo había aprendido a suprimir su anhelo a la verdad.  Le costó trabajo tener que volver a trabajar con él, para ese entonces la llegada de las arañas lo tenía con más trabajo de lo normal, la organización y distribución de roles era caótico, hasta que conoció a su líder…

 

El hombre del tatuaje en la frente, Kuroro  Lucifer…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

El gingxkurapika es mi shipp culposo T_T

 

jajaja, ya en serio, yo también estoy asustado con eso de las parejas...

(¿Con qué me he drogado para imaginar esto?)

#Teamkuroro

 

pd: no tener un beta ya me está afectando...

-Heart


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