Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amante inocente por Haruka Eastwood

[Reviews - 131]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Título: Amante inocente

Resumen: Él y solo él, era la persona que tanto había buscado...
Clasificación: Mayores de 16 años.
Género: AU. Romance. Drama.
Advertencias: Lemon. Mpreg.

Autor: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~
Amante inocente

Capítulo 21: Destino obligado

Aun cuando ya se había marchado, no podía quitar su vista de aquel pasillo que extrañamente se había vuelto frió, incluso diría que tétrico, mientras su mente trabajaba a marchas forzadas, ideando un plan para librarse de todo aquel maldito enredo hecho por su padre. Maldijo al darse cuenta que cada posible solución venía con diversas y muy grandes consecuencias que no estaba dispuesto a afrontar ni hoy ni nunca.

Frustrado, se desordenó el cabello, teniendo deseos de maldecir y gritarle al hombre que estaba a punto de arruinar su vida. No, se dijo con amargura, Jiraiya Namikaze arruinó su vida desde mucho antes, desde que lo apartó de su madre y lo obligó a estudiar algo que odiaba, desde que lo encerraba en la mansión privándolo de cualquier tipo de diversión hasta el punto de asfixiarlo con sus demandas.

Y definir el momento exacto en que todo empezó era imposible, innecesario, porque aquel hombre arruinó su vida desde el instante en que se interpuso en su felicidad. Él no era un niño, tampoco era una marioneta que pudiera controlar como se le plazca, moviendo sus hilos tras bambalinas en un acto carente de toda lógica. Sin embargo, ahora no era más que un títere, sin voluntad ni deseos.

Jiraiya no hacía más que interponerse en su vida y esparcir su veneno. Era una maldita plaga de la cual no podía deshacerse. Indirectamente, se había cobrado la vida de la mujer que tanto amo y ahora, estaba a nada de quitarle la de su niño si no cedía a sus demandas absurdas. No solo eso, también iba arrebatarle a Itachi, aquel varón que le regresó la esperanza y le hizo ser diferente, creer que incluso alguien como él podía ser feliz.

—¿Piensas abandonar a Naruto cuando más te necesita?

—Sasuke… —murmuró sin siquiera voltear a verlo—. Amo a mi hijo, por él soy capaz de renunciar a todo lo que tengo, incluso a la persona que amo.

—No tenía idea… —suspiró, mientras le ofrecía a Minato un vaso de café, que aceptó desganado—. Y estoy seguro de que debe haber alguna forma…

—No la hay.

—Mi padre es como él, yo quería ser fotógrafo, no abogado, sin embargo, cuanto más me esforzaba por complacerlo más me ignoraba —se recargo en la pared con aíre ausente—. Para él solo existía Itachi, sin embargo seguía controlando cada aspecto de mi vida, y yo lo aceptaba porque seguía siendo aquel niño que anhelaba el reconocimiento de papá.

—Al menos ahora eres libre de decidir.

—No somos títeres, Minato.

—Debo verme patético si eres tu quien intenta darme apoyo —sonrió con mofa hacía él mismo—. Y realmente lo soy…

Dio media vuelta sin decir nada más, entrando a la habitación de Naruto con la mirada gacha mientras pensaba en una forma sutil para explicarle a su niño y a Itachi todo, ya que mentirles no era una opción. Pero no había forma para suavizar sus palabras. Se marchaba para tomar su lugar como siguiente líder de los Namikaze, se casaría con alguien a quien jamás iba a amar y tendría un heredero, mientras era obligado a fingir que Naruto no existía.

—Tu padre es un hombre despreciable.

La voz de Itachi destilaba odio, y Minato se dio cuenta que había escuchado su conversación, por lo que no había manera de fingir que todo estaba bien cuando su vida como la conocía iba a derrumbarse. Apretó los puños en un intento por relajarse y caminó hasta Itachi, sentándose a su lado en el pequeño sofá que se encontraba del lado izquierdo de la habitación, tomando su mano con fuerza, sintiendo como empezaba a temblar de rabia.

—Tú y Naruto son mi prioridad… son lo único bueno en mi vida…

Itachi apretó los labios y conteniendo su frustración e impotencia, se giró hacía Minato tomándolo del cuello de la camisa. Lo odiaba y se odiaba a sí mismo, incluso pensó en que si fuera un doncel o mujer todo sería diferente, pero no, era un maldito varón que ni siquiera tenía derecho a decirle algo por miedo al rechazo de su propia familia que podría darle la espada en cualquier momento si se enteraban de sus gustos aberrantes.

Pero ya no importaba, lo había perdido y aquella sería la última vez, por lo que decidido, estampó sus labios contra los ajenos, en una protesta llena de dolor e impotencia. Entonces lo besó con furia, lo besó con pasión y con temor. Lo besó porque sabía que sería la última vez que lo haría, aquel era un beso de despedida que jamás espero dar, sin embargo ahí estaba, intentando refrenar todos y cada uno de sus sentimientos pesimistas.

Importándole muy poco que Sasuke haya entrado en ese preciso momento, paralizándose en el marco de la puerta sin poder creer que su siempre correcto hermano estuviera besando con desespero a Minato mientras se aferraba a su camisa con una mano y lo atraía de la nuca con la otra, enredando sus dedos en aquella espesa mata de cabello rubio para profundizar el desesperado contacto, deseando con toda el alma que aquel momento fuera eterno.

Era una pesadilla que lo llenaba de desesperación y únicamente aquellos labios cálidos lo anclaban al mundo, correspondiendo con la misma pasión desesperada que comenzaba a agobiarlo. Ya nada importaba si de todas formas iba a perderlo, aferrándose a su cuello mientras refrenaba las molestas lágrimas, sintiendo aquellos cálidos labios danzar junto a los suyos con intensidad y nostalgia.

—No pongas esa cara, Sasuke —murmuró en cuanto se separó de Minato, intentando normalizar su respiración y voz, aferrándose a sus brazos, mientras veía fijamente aquellos hermosos ojos azules—. Me enamore de un hombre al que nunca debí ver más que como mi jefe, pero ¿qué importa si es incorrecto? —suspiró poniéndose de pie, encarando a su hermano—. Mañana se va porque tiene un deber para con su familia y el pequeño Naru y no porque él quiera, sino por Jiraiya... 

Ignorando a Sasuke, salió de la habitación, dedicándole una última mirada a Minato, llena de frustración y rabia al recordar lo que dijo aquel bastardo. Por más que intentara pensar en una alternativa para poder ayudarlo, simplemente no existía. Incluso pensó en hablar con su padre y comentarle lo del chantaje, era un hecho de que Fugaku lo escucharía, el problema es que a Jiraiya le bastaba con ofrecer algunos billetes a las personas indicadas para que olvidaran el "pequeño incidente".

Aquel hombre no tenía escrúpulos y lo quisiera aceptar o no, el dinero le daba poder. Las personas de las altas esferas sociales prácticamente hacían sus propias leyes, se imponían a base de miedo y chantajes justo como lo estaba haciendo Jiraiya. Y por todo lo que le había platicado Minato, era capaz de eso y mucho más.

Incluso había contactado con varios compañeros de la facultad de derecho por asesorías ante posibles amenazas, intentando estar preparado para todo, pero siempre le decían lo mismo, que el hombre era un amable y carismatico filántropo, dueño de una multinacional. No se podía hacer nada porque ante la ley, era una persona íntegra. Y socialmente era respetado por muchos, incluso apreciado así que necesitarían pruebas de gran impacto contra él, si es que realmente ese buen hombre era capaz de amenazarlos, pero lo veían imposible.

Sí… imposible. Se dijo con amargura y la ira burbujeando en su interior.

Pruebas... todos necesitaban pruebas. Actualmente estaban con las manos atadas. Siempre lo estuvieron, incluso pensaron aquella posibilidad junto a muchas otras igual de catastróficas. Minato se preparó para todo pero Itachi jamás imaginó que al final, se desarrollaría el peor escenario posible.

———

Naruto observó a Sasuke y a Minato mantenerse tensos y dedicarse miradas que no sabía cómo interpretar. Había despertado cuando ese hombre llegó a la habitación y gracias al silencio fue capaz de escuchar toda su conversación, sino es que gran parte. Entendía porque tomó esa decisión pero no podía dejar de sentirse culpable, sobre todo al ver la expresión dolida en el rostro de Itachi.

Para él fue muy fácil darse cuenta de lo que Itachi y su padre sentían el uno por el otro. ¿Cómo no notarlo si se miraban con el mismo amor y devoción que Sasuke y él? Por lo que había tomado su mano en silencio, disculpándose por todo. No podía hacer nada más, simplemente suspiró e inhaló un par de veces con la esperanza que de que el nudo de su garganta y las ganas de llorar desaparecieran.

—Itachi-san…

—Así que era él —gruñó Sasuke, apretando su puño, encarando a Minato.

—Da igual quien sea ahora, deberías saberlo.

—Lo lamento ttebayo… todo esto es mi culpa…

La suave voz de Naruto acabo con el tenso ambiente, sumergiéndolos en la nostalgia al ver al pequeño doncel sollozar en silencio mientras cubría su rostro con las manos, intentando amortiguar el sonido de su llanto. Por lo que Sasuke se obligó a calmarse, relajo sus facciones y caminó hasta la cama del blondo, sentándose en una orilla, sin saber cómo reconfortarlo.

—Naru… —tomó sus manitas entre las suyas para poder apreciar su rostro, juntando su frente con la contraria—. No te disculpes, no tienes por qué disculparte… tú no has hecho nada.

—Es mi culpa ttebayo… por mi culpa te peleaste con Itachi-san y debes…

—Tú no has hecho nada, cielo —Minato se sentó en una silla junto a la cama, viendo fijamente la puerta por donde se había ido Itachi—. Mi padre es un hombre egoísta, alguien que jamás entendió la importancia de una familia —acarició el cabello de su niño, en cuanto Sasuke se apartó un poco, ayudándolo a sentarse—. Naru, tú eres lo mejor que me ha pasado en la vida, y tu madre estaría muy orgullosa de ti si te viera…

—¿Realmente te iras?

—Si… pero intentare volver cuanto antes —apretó los labios—. No quisiera dejarte de nuevo, menos ahora.

—Lo lamento…

—Ya dijo que no tienes que disculparte —le regalo una sonrisa, besando su frente mientras lo abrazaba con fuerza—. Te amo mucho cariño, y sé que estarás bien, que Sasuke te cuidara.

Por un momento, Sasuke dejo de lado su desagrado por haber descubierto la relación enfermiza de Minato y su hermano, teniendo en cuenta que en ese momento lo más importante era Naruto. Y renuente a apartarse de él, permaneció a su lado mientras intentaba consolarlo por la repentina partida de aquel hombre, cuyas palabras dulces e interminables charlas logro que su amado doncel volviera a dormir.

—¿Ya te vas? —espetó en cuanto lo vio levantarse y dirigirse hacia la puerta.

—Aún hay muchas cosas que debo hacer —suspiró con cansancio—. Sé que no es ni será fácil aceptar lo que viste entre Itachi y yo… y es estúpido pedir que nos entiendas, aun así debo pedirte que cuides de él y de Naruto…

—Itachi sabe cuidarse solo. No es un niño.

—No, no lo es —susurró—. Itachi es un hombre que ha sacrificado incluso su felicidad con tal de mantener las apariencias y el amor de su familia. Tú pudiste ir en contra de tu padre por mi hijo, pero él no…

Tras decir eso, salió del cuarto de Naruto con prisa sin siquiera voltear a ver a su niño, debía encontrar a Orochimaru cuanto antes y explicarle lo sucedido. Afortunadamente, tras dar vuelta en uno de los pasillos que lo llevarían al área del laboratorio, choco de lleno contra alguien.

—Estas buscando que te diseque… —refunfuñó un varón con molestia antes de levantar la vista—. Oh… Minato, estaba a punto de ir a buscarte.

—Tengo que hablar contigo.

—¿Por qué la urgencia? —interrogó con seriedad, haciéndole una seña para que lo siguiera.

—Me encontré con Jiraiya.

Orochimaru se detuvo bruscamente, viendo con curiosidad a Minato y su expresión sería, por lo que suspiró mientras abría una puerta que daba a la sala de descanso de ese piso, invitándolo a pasar.

—¿Qué te dijo?

—Debo tomar mi lugar como el Namikaze que supuestamente soy.

—Tu padre es un idiota —siseó con cansancio—. Cuando te fuiste de aquí no lo podía creer porque esperaba que regresaras a él en cuanto entendieras que estabas equivocado. Creyó que acabarías obedeciendo como siempre lo hiciste… la paso muy mal después de aquello.

—¿Estas defendiéndolo? —cuestionó entre asombrado e incrédulo.

—No, simplemente te digo lo que paso —sonrió—. Jiraiya es un idiota impulsivo, dale tiempo, ya no es aquel bárbaro que conociste hace años.

—Tiempo es lo que no tengo, y para mi sigue siendo el mismo manipulador y desalmado que me dio la espalda.

—Mmm te sorprenderás —susurró para sí mismo—. Pero no creo que estés aquí solo para hablar de él, ¿o sí?

—Tengo que pedirte un favor.

—Es sobre Naruto-kun —afirmó, obteniendo un asentimiento de cabeza por parte de Minato.

—Necesito que me mantengas informado sobre él, su tratamiento y avance.

—He estado haciendo unas pruebas —abrió una de las carpetas que llevaba en manos—. Es anemia aplástica moderada pero por su embarazo puede conducir a grave —le entregó unas hojas a Minato—, necesitare tomarle más muestras de sangre y hacerle una biopsia de medula, pero quiero que tengas claro que la salud de Naruto-kun y el feto peligraran aun cuando reciba el tratamiento.

—¿Inmunosupresores? —cuestionó con preocupación por conocer el posible tratamiento, comenzando a evaluar pros y contras—. ¿O planeas iniciar con aquello?

—Es casi seguro que los inmunosupresores dañen al feto —respondió con calma—. Aun necesito hacer más pruebas y la biopsia, pero la opción más factible es una transfusión de sangre.

La siguiente hora se fue entre charlas sobre cómo sería mejor proceder de acuerdo a los resultados que arrojen las pruebas que le haría. Al final, Minato se despidió con un semblante serio y preocupado, sin embargo, en cuanto cruzó la entrada del hospital dispuesto a marcharse una suave voz lo detuvo.

—¿Pensabas irte sin despedirte?

—No puedo despedirme de ti o no querré irme —contestó sin voltear a verlo, prefiriendo alzar el rostro y cerrar los ojos para disfrutar de la fresca brisa nocturna—. Jamás desee irme.

—Lo sé —permaneció unos pasos atrás de Minato, inhalando el humo del cigarrillo con calma.

—Tú no fumas.

—Es un mal hábito tuyo que se está convirtiendo en propio.

—¿Sigues molesto?

—Jamás lo estuve, al menos no contigo.

—Preferiría que me odiaras.

—Y tú sabes lo que yo prefiero —apagó el cigarrillo—, pero no todo se puede, señor Namikaze, pero tenga por seguro que cuidare de su hijo y su empresa hasta que regrese.

Con un nudo en la garganta tras aquel intento de despedida, dio media vuelta dispuesto a entrar nuevamente e ir donde Naruto y Sasuke. Entendía que no tenía caso auto compadecerse ni ponerse a llorar sin siquiera haber intentado hacer algo, mucho menos atormentaría a Minato con absurdos sentimentalismos que solo lo pondrían en otro predicamento, porque la prioridad era aquel pequeño rubio y la vida que crecía dentro de él.

———

La mañana había llegado antes de lo que esperaba, y había sido incapaz de dormir aunque sea un poco, dándose cuenta de que no tenía caso posponer lo inevitable, por lo que se bañó y arreglo. Al salir de aquel departamento tomó un taxi que lo dejó frente a la entrada de la pomposa mansión Namikaze, tan imponente y tétrica como la recordaba.

—Una bonita prisión —susurró con desanimo.

La última vez que estuvo ahí su padre lo golpeó y se atrevió a ofrecerle dinero a Kushina para que Naruto no naciera. Habían pasado quince años, y aun así sentía que se le revolvía el estómago y saboreaba su propia bilis. Sin embargo, jamás sintió tanto odio por aquel hombre como ahora. No importaba el trato amable de la servidumbre ni sus rostros de alivio al verlo nuevamente después de tantos años.

—Es bueno ver que sigues siendo puntual, Minato.

—No tenía más opción.

—Tenías muchas opciones —sonrió con cinismo mientras se sentaba en uno de los amplios sillones de aquel salón—. En fin, has perdido mucho tiempo, por lo que tomaras el mando de la empresa y los negocios a partir de mañana. Hoy en la tarde te mostrare personalmente lo necesario —miró el llamativo reloj de oro que colgaba en la pared tras Minato—. Y dentro de unos minutos llegara tu prometido con su familia, iremos a desayunar —se reclinó en el sillón, y movió la mano restándole importancia—. Simples formalidades, después de todo la fecha para la boda está fijada para dentro de un mes.

—¿Qué…?

—No me hagas repetirlo —siseó con molestia.

Después de dar con el paradero de Minato, no le había sido difícil averiguar todo sobre su vida o eso creía, también se había enterado de la delicada salud que siempre tenía su nieto y de la estupidez que hizo al embarazarse de un varón considerado un genio. Era claro que ese doncel no podría pertenecer a la familia Namikaze, y no era tanto por quien había sido su madre, sino porque era casi un hecho que no sobreviviría.  

Años atrás se había enfurecido con Minato por irse con aquella mujer que de seguro manipulo a su hijo, después de todo era un chiquillo de diecisiete que no tenía idea de las malas intenciones de la gente. Evidentemente lo buscó, claro que lo hizo y aquella furia paso a miedo conforme pasaban los años, culpándose y arrepintiéndose de todo, incuso hubo momentos en que lo dio por muerto.

Aun así no se rindió nunca, y cuando finalmente descubrió que seguía vivo, se sorprendió por lo mucho que había logrado en tan poco tiempo.  Entonces se enteró de que Kushina murió en el parto y Naruto era un doncel delicado y embarazado. Fue ahí donde tomó su decisión, sabiendo que su hijo terminaría odiándolo aún más.

Minato siempre había sido alguien dulce, alguien que soñaba con ser médico para sanar a las personas, y su impulso había sido su difunta esposa. Esa hermosa mujer de carácter indomable cuya vida se extinguió poco a poco antes sus ojos, aun así, mientras estuvo viva no dejaba de apoyar a su hijo, dándole los medios que requería para ser el mejor doctor. Sin embargo, tras su muerte, Minato se hundió en la desesperación y angustia, llegando a culparse por la muerte de su madre.

Su tonto hijo amaba demasiado y sabía que de convertirse en medico aquella escena se repetiría incontables veces llevándose un poco de él en cada ocasión, por lo que le obligó a abandonar su sueño que acabaría por destruirlo. Todo iba bien, pero entonces apareció aquella mujer que puso su mundo de cabeza y arruinó su futuro. Le dio un hijo enfermo y murió en el proceso. Ni siquiera necesitó ser un genio para saber que paso después.

Era un hecho que se iba a culpar por la muerte de la tal Kushina, y que una parte de él moriría con ella. Esta vez quería ahorrarle la pena de ver morir a su hijo y estaba bien si lo odiaba por alejarlo de ese niño quien empezaría a recibir el mejor tratamiento que se le pueda dar, pero tras llamar a su gran amigo Orochimaru para saber cómo estaba, comprendió que su decisión fue la mejor.

—Señor, lamento interrumpirlo, pero tiene invitados —la suave voz de una sirvienta lo sacó de sus pensamientos.

—Los recibiré aquí —sonrió viendo fijamente a Minato—. Parece que tu prometido y su padre han llegado… no te preocupes, me tome la molestia de buscar a alguien acorde a tus gustos.

Estuvo a punto de gritarle cientos de improperios pero prefirió morderse la lengua, sabía que no tenía caso discutir con ese hombre por lo que respiro un par de veces intentando relajarse sin mucho éxito. Tampoco le apetecía tomar el té que amablemente le había servido una de las sirvientas el cual ya debía estar más que frío.

—Espero no haber interrumpido algo.

Minato levantó la vista curioso al escuchar la gruesa y seria voz de un varón, entrecerrando los ojos al verlo de soslayo, intentando no ser muy obvio mientras recordaba donde lo había visto. Aquel hombre probablemente rondaba los cincuenta, de constitución fuerte, piel morena y cabello cobrizo, aunque sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Jiraiya. Con movimientos elegantes también se puso de pie para recibir a aquel hombre, saludando con cortesía.

—Sabaku No Rasa, ¿cierto? —murmuró con una sonrisa afable.

—Vaya, no tenía idea de que se conocían —comentó Jiraiya.

—Para nada, he estado en Sunagakure un par de veces y he escuchado comentarios favorables sobre usted y su empresa —vio fijamente a Rasa—. Nos topamos un par de veces pero hasta ahora no había tenido la oportunidad presentarnos.

—En ese caso es un placer —suavizo sus expresiones estrechando la mano de Minato—. Veo que mi hijo estará en buenas manos.

La pequeña mueca de desagrado al referirse a su hijo no pasó desapercibida para Minato, por lo que curioso, enfocó su vista tras él hombre. A varios pasos de Rasa se encontraba un precioso doncel de piel pálida, cabello rojo e impresionantes ojos aqua, vestido con un elegante kimono, quien lo veía como si fuera parte de una pesadilla. Por una fracción de segundo sus ojos se abrieron al darse cuenta quien era su prometido, no había duda de que se trataba del mismo doncel que trabajaba con Sakura… pero si era hijo de un magnate como Rasa, ¿qué diablos hacía en una casa de prostitutas vendiéndose?

—Él es Sabaku No Gaara —los presentó Jiraiya con una sonrisa—. Hijo menor de Rasa y tu futuro esposo…

~ * o0O0o ~ ♦ ~ o0O0o * ~

Continuará

Notas finales:

Hola!! Espero que les haya gustado el capítulo :3 si es así se agradecen comentarios y bueno, solo me queda decir que entre mejor padre quieren ser en esta historia más arruinan la vida de sus hijos XD

En cuanto a Naru y su anemia, bueno sinceramente no me quiero meter en tantos lios explicando una enfermedad, por lo que intentare hacerlo lo más entendible que pueda y los inmunosupresores es medicamento 7u7r de todas formas, cualquier duda pueden preguntar e intentare responderla y si algo me falla en cuanto a información una disculpa de antemano, me leía varios libros pero aun así me sigo revolviendo, sobre todo porque la historia esta ambientada en los años 40, y mi información es de 70 años en el futuro jajajaja 7u7r soy la envidia de Orochimaru :P

Saben, por un momento mi mente perversa dijo, que se haga un trio MinaItaGaa 7u7r Jajaja nah, es broma (?

Bueno, por el momento me despido y les deseo un lindo día. Los ama Haru :3

Haruka Eastwood


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).