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Amante inocente por Haruka Eastwood

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Notas del capitulo:

Hola!! Este capítulo se lo dedico a girlutena y a Lucy por sus bonitos rw, realmente me animarón mucho ♥♥

Título: Amante inocente

Resumen: Él y solo él, era la persona que tanto había buscado...

Categoría: Naruto

Clasificación: Mayores de 16 años.

Género: AU. Romance. Drama.

Advertencias: Lemon. Mpreg.

Autor: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Amante inocente

Capítulo 2: Un gran amor de padre

No había duda de Naruto que era un impulsivo de primera, alguien que jamás, “jamás” se detenía a meditar sobre las consecuencias de sus actos, y pese a que en esta ocasión no era algo “malo” lo que hizo, no dejaba de pensar en eso. Vamos, que solo a él se le ocurría detener del brazo a un varón guapísimo y varios años mayor que él, sin un aparente motivo, poco faltó para decirle: “No te vayas… al menos dime tu nombre”, para acto seguido vivir una escena romántica de un libro barato.

En este punto, solo le quedaba alejar esa sensación extraña que le provocó la sonrisa de aquel atractivo chico, así que frente a la puerta de su casa, apretó los labios, sacudió su cabeza y soltó un suspiro cansado mientras se adentraba en silencio, dándose cuenta que ya era de noche, probablemente las ocho. Tenía el tiempo justo para hacerse algo sencillo de cenar y poder irse a dormir.

Claro que todos sus planes se vinieron abajo, cuando entró a la sala y observó con un miedo casi tangible a Minato. Su padre lucía más serio de lo usual mientras se quitaba la corbata y revisaba la correspondencia, entonces sus piernas temblaron mientras le rogaba a cualquier dios que quisiera escucharlo, que aquel varón haya llegado a casa solo minutos antes que él o estaría en serios problemas

—P-Padre…

En un rápido movimiento, Minato se giró para ver a su retoño mientras soltaba un imperceptible suspiro de alivio, corroborando con la mirada que realmente estuviera bien. Había llegado a las cinco de la tarde, debido a que terminó su trabajo en Suna antes de lo previsto, sin embargo al llegar encontró la casa sola y conforme pasaban las horas, su mal humor y estrés iban en aumento al no tener idea de en donde podía estar su hijo.

—¿Donde estabas? —demandó autoritario, acercándose hasta el pequeño doncel que agacho la mirada y retrocedió un paso.

—F-Fui a la tienda ttebayo —temeroso, levantó una pequeña bolsa que contenía un paquete de galletas y una caja de leche.

Minato apretó los labios en una mueca disconforme. Lo que más odiaba es que le mintieran, y en un rápido movimiento, levantó la mano y abofeteó tan fuerte a Naruto, que el pequeño doncel cayó de sentón, observando asustado a su padre mientras llevaba una de sus manos a la zona dañada, sintiendo un escozor que logró humedecer sus ojos.

—No lo volveré a preguntar, así que dime la verdad.

—Yo…

Naruto guardó silencio, no podía decirle que fue a ver a Sakura, ya que era un hecho que su padre se molestaría aún más al saber que estuvo en aquella casa. Aun así no evitó soltar un chillido de sorpresa cuando Minato se agachó para tomarlo del brazo con fuerza, obligándolo a ponerse de pie.

—Esta es una casa decente y no voy a permitir que te comportes como un cualquiera, llegando a la hora que se te dé la gana —caminó hasta la puerta, llevando a Naruto consigo—. Si tanto te gusta estar en la calle ahí te vas a quedar.

—No, por favor no ttebayo —comenzó a llorar mirando suplicante a su padre que se detuvo con la mano en el pomo de la puerta—. Fui a casa de Sakura-chan y se me hizo tarde, por favor no me saques, juro que no volveré a llegar tarde tteba.

—Tienes prohibido ir a su casa, ¿me entendiste? —Naruto asintió un par de veces, siendo soltado por Minato—. Ve a preparar la cena.

Y por muy extraño que resulte, una amplia sonrisa se dibujó en los labios de Naruto mientras observaba a su padre, agradeciendo internamente que esta vez no se haya enojado tanto, después de todo, había sido su culpa por llegar tarde.

●●●

Te puedo decir con certeza, que la vida de Sasuke era de un tono grisáceo, inclinándose más hacia el negro con matices lúgubres y un tanto sombríos. Pero no es porque careciera de momentos felices en la vida, no, claro que no. Simplemente eran tan pocos, que estos se representaban como una gotita de pintura blanca que caía en un inmenso lago lleno de un líquido negro que la absorbía en su totalidad, quitándole importancia hasta que quedaba en el olvido. Sin embargo, en estos momentos una sonrisa ladina se dibujó en sus bonitos labios de durazno al contemplar una carpeta entre sus manos.

Desde siempre se había empeñado en lograr que su padre lo reconociera, motivo por el que dedicaba la mayor parte de su tiempo al estudio, teniendo así, resultados más que favorables y que harían enorgullecer a cualquier padre, lástima que no era el caso de Fugaku Uchiha. Y es que con tan solo diecisiete años, Sasuke había conseguido adelantar un curso (al igual que su hermano Itachi) y entrar a la universidad de Konoha para convertirse en un famoso abogado, pese a que su sueño era algo más sencillo. Al final, se decantó por esa carrera para agradar a un hombre, que solo le miró y dijo que estaba bien.

Para nadie existía la duda de que el menor de los Uchiha también era un genio y prodigio, incluso, muchos de sus profesores pensaban que era uno más grande que su hermano. Por este motivo no era de sorprender sus excelentes notas en cada materia pese a “competir” con alumnos mayores que él. Y eso era suficiente para permanecer con una enorme —según él— sonrisa en los labios mientras deseaba llegar más rápido a su casa y mostrarle sus notas a Fugaku.

Incluso había tomado un atajo, pasando por unas calles atrás de su casa para no tener que rodear el parque, y pese a ir concentrado en sus pensamientos, celebrando internamente su pequeña victoria, no evitó observar a un hermoso doncel de piel canela y magníficos ojos azules. Simplemente era precioso y conforme se acercaba, notó aquel color granate que se posaba traviesamente en las mejillas trigueñas, dándole así, un toque dulce que lo cautivo, regalandole una suave sonrisa.

Hasta ese momento, jamás se había fijado en ningún doncel o mujer, ya que su prioridad eran los estudios, pero nadie me dejará mentir al afirmar, que ese rubio no podía ser pasado por alto ¡Era imposible por muchos motivos! Sin embargo, pese a la exótica belleza de aquel ángel de sonrisa tímida, Sasuke siguió su camino tras dedicarle una mirada significativa, aunque nunca esperó que una delicada manita se aferrara a su suéter, deteniendo su andar. Curioso, giró un poco, contemplando la expresión avergonzada y un tanto temerosa del pequeño.

—¿Te puedo ayudar en algo? —cuestionó de forma suave, pero al mismo tiempo su voz era gruesa e imponente como todo él.

—Yo… no… esto… p-perdona ttebayo.

En menos de un parpadeo, aquel doncel bonito lo soltó, dio media vuelta y comenzó a correr como si su vida dependiera de ello, como si Sasuke pudiese perseguirlo y devorarlo tal cual lo haría una peligrosa pantera, pero estaba lejos de haber sentido miedo, era vergüenza por lo que había hecho. Sin embargo, por primera vez en mucho tiempo, Sasuke comenzó a reír por lo cómico del momento.

Si lo pensaba bien, nunca le había pasado algo así. Las mujeres y donceles lo evitaban por el mal carácter que tenía, y su amigo Suigetsu aseguraba que jamás triunfaría en el amor si seguía usando aquellos enormes lentes, mientras ocultaba su cabello con una “fea” boina gris, aunque él no le veía nada raro a su atuendo y tampoco es como si le interesara conseguir una pareja. Primero debía concentrarse en sus estudios y hacerse de una profesión, después podría preocuparse por conseguir una buena esposa.

Claro que mentiría si dijese que aquel rubito no le llamó la atención, solo le quedaba esperar volver a encontrarlo —si es que lo hacía—. Con ese pensamiento se adentro a su casa. Era un lugar bastante tranquilo y muy ordenado, por lo que acomodo su maletín en una esquina del sofá yendo a la cocina en donde diviso a una hermosa mujer de tez blanca y cabello negro, quien portaba un precioso vestido de manga larga en color azul cielo, que se ajustaba de maravilla a su esbelta figura, y pese a que Mikoto estaba por cumplir los cincuenta años, lucía mucho más joven.

Ella era sinónimo de perfección a ojos de Fugaku, alguien dulce, serena y sumisa, con una belleza delicada y sobria. Su amada Mikoto quien se encargaba de la casa, quien le dio un primogénito varón que resultó ser todo un genio y con quien ha vivido los últimos treinta años. Claro que sus hijos también la veían de esa manera, sobre todo Sasuke, para él, su madre era la persona más importante, gracias a ella podía afirmar que su vida no era mala, sino todo lo contrario.

—Señora hermosa —susurró viendo la diminuta sonrisa en los labios de su madre.

—Estaba pensando en ti, Sasu-chan —giró su rostro viendo el reloj colgado en la pared—, ya es tarde.

—Lamento haberte preocupado, es que el profesor Sarutobi tuvo un inconveniente y el nuevo docente que lo suplantara, un varón de nombre Ibiki, aprovechó que era la última clase y nos estuvo explicando algunas cosas que hará más fácil el curso.

—Lo importante es que estás en casa —sonrió depositando un pequeño beso en la frente del varón—. ¿Podrías ir a cambiarte? La cena estará dentro de poco.

—Claro, ¿y mi padre?

—En su despacho —respondió volteandose para terminar de preparar la cena.

Sasuke ya no dijo nada, tomó nuevamente su maletín y subió las escaleras directo a su habitación en donde lo dejó botado, saliendo nuevamente con una carpeta en mano sintiendo sus nervios a flor de piel. Recorrió silenciosamente el pasillo hasta el despacho de su padre, una vez estuvo frente a la puerta, respiró un par de veces, acomodó su ropa y tocó dos veces hasta escuchar un "adelante" pronunciado con voz rasposa e imponente.

Tragó saliva con nerviosismo mientras abría la puerta y contenía el aliento de forma instintiva, viendo a un intimidante hombre de casi setenta años con cabello canoso. Estaba sentado tras un amplio escritorio de roble, revisando atentamente unos documentos, ni siquiera levantó la vista, por lo que Sasuke avanzó lentamente hasta quedar frente al escritorio de aquel varón.

—Si no vas a hablar, dejame solo, aun tengo trabajo.

—Lamento molestarlo, padre, simplemente quería mostrarle mis calificaciones —una imperceptible sonrisa se formó en sus labios cuando Fugaku tomó la carpeta, observando detenidamente su contenido, cerrándola unos minutos después para regresarla a un confundido Sasuke.

—Bien, ahora retírate.

Aquella sonrisa se desdibujó de sus labios, formando una fina línea recta que evidenciaba no solo su frustración, sino también una gran decepción. Había creído erróneamente que su padre finalmente se mostraría feliz por él, estaba claro que no esperaba un abrazo o palabras de aliento, pero mínimo, creyó que aquel semblante frío cambiaría un poco, pero ni siquiera sonrió, ni relajó sus facciones, nada. Tan solo confirmó una vez más que no le importaba, por lo que dio media vuelta dispuesto a irse a su habitación.

—Lamento haberlo molestado con algo tan trivial, con su permiso.

—Sasuke —rugió el hombre con un tono que evidenciaba su molestia, obligando al pequeño Uchiha a voltearse para ver de frente a su padre—. Acércate —demandó—, dime cuales son tus obligaciones.

Desconcertado, obedeció meditando un poco su respuesta y tras un par de segundos, contestó con voz temblorosa.

—Estudiar.

—¿Qué más?

—Únicamente estudiar, padre...

—Siendo esa tu única obligación, es tu deber tener la nota máxima, así que la próxima vez que me vuelvas a poner esa expresión no te libraras de unos azotes —bramó—. Es como si tu madre esperara una felicitación de mi parte cada que hace la cena o limpia la casa, siendo estas sus obligaciones.

—Lo lamento, yo...

—Retírate.

Con la cabeza gacha, asintió saliendo rápidamente de ahí, una vez en su cuarto, se dejó caer en la cama observando el techo con tristeza. No sabía qué más hacer, creyó que Fugaku estaría "contento" cuando ingresó a la carrera de derecho con tan solo diecisiete años, después pensó que tal vez tenía que demostrarle que merecía estar ahí, por lo que se metió a clases extras y obtuvo la nota máxima en cada asignatura, incluso había leído todos los libros que su hermano ocupó cuando fue a la universidad (actualmente era un hábil contador) y sus horas libres las pasaba en la biblioteca.

¿Qué más quería de él? Se preguntó por milésima vez, intentando no llorar, después de todo, los varones jamás lo hacían.

 

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~ 

Continuará

Notas finales:

Si llegaste hasta aquí, gracias por leer ♥ y quien se lleva el premio a padre del año (? Se aceptan comentarios son gratis y estaras salvando un granito de arena del mar nwn

Haruka Eastwood


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