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Amante inocente por Haruka Eastwood

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Título: Amante inocente

Resumen: Él y solo él, era la persona que tanto había buscado...

Categoría: Naruto

Clasificación: Mayores de 16 años.

Género: AU. Romance. Drama.

Advertencias: Lemon. Mpreg.

Autor: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Amante inocente

Capítulo 3: Timido pretendiente

Una mueca disconforme se dibujó en los sensuales labios de Sasuke. Estaba seguro que cualquier muestra de idiotez desataría una ira letal que dudaba poder contener, mientras a cada segundo apretaba con más fuerza el enorme paquete de libros que el docente le había pedido llevar al edificio aledaño, aquel que estaba destinado a los alumnos de secundaria y se encontraba en el extremo contrario al suyo, a escasos diez minutos.

Probablemente hubiera aceptado de buena gana toda la faena, fingiendo amabilidad si tuviese que ir solo, importando muy poco tener que hacer dos viajes para llevar ambos paquetes de libros, pero para su mala suerte, era acompañado por un sonriente y cantarín Suigetsu que no dejaba de atormentarlo con sus aberrantes chillidos que según él, era la letra de una nueva canción. El chico —aquel ser o criatura frustrante que caminaba a su lado— se había autoproclamado su mejor amigo un par de meses después de entrar a la carrera —lo cual seguía siendo bastante sospecho desde su perspectiva— y lo peor de todo es que asistían a las mismas clases y en los mismos horarios.

—¿Cuánto tiempo más me vas a seguir observando con admiración?

Una sonrisilla juguetona se dibujó en los labios del Hōzuki, mientras suspiraba con dramatismo al observar el amplio e imponente cielo bañado de preciosos tonos anaranjados y amarillos que se mezclaban con sutileza, hasta formar una cascada de colores vibrantes que daban paso al amanecer. Una vista realmente maravillosa que estaría encantado de disfrutar, aunque se obligó a fijar su mirada en los intimidantes ojos negros de Sasuke, poseedores de un matiz sombrío y fiero que mantenía alejados a todos, menos a él, aunque más allá de eso era capaz de apreciar una profunda tristeza que empañaba su alma.

—No seas engreído, Uchiha —le dedicó una amplia sonrisa de dientes afilados—, me preocupo por mi amigo que parece querer echarse a llorar en cualquier momento.

—Que te den.

—Estaría encantado, pero… —su rostro se transformó en segundos, mostrando una expresión seria e intimidante— eres mi amigo y sé que algo tienes.

—No es nada.

Dio por terminado el tema, mientras avanzaba más rápido con la intención de alejarse de Suigetsu y su facilidad para interpretar sus inexistentes gestos. Si, era verdad y comenzaba a creer que aquel molesto chico era su amigo, sin embargo estaba a años luz de poder confiar en él. Sus recuerdos eran un constante tormento en más de un sentido,  le provocaban una sensación de vulnerabilidad y pérdida que lo dejaban abatido, desorientado y con un intenso vacío, uno tan grande que sentía romperse algo dentro de él, algo que jamás podría recuperar ni componer.

No estaba listo, pensó. Y probablemente nunca lo estaría, al menos no lo suficiente para revelar aquello que lo atormenta y lo deja en vela la mayor parte de la noche. Sus miedos eran suyos, y así sería siempre, porque nadie podría comprenderlos, y dudaba sobre si deseaba que alguien lo hiciera.

Fue en ese preciso momento cuando lo vio. La oscuridad que empezaba a rodearlo se disipó con un viento cálido, teñido de una embriagadora esencia que eran como una caricia a sus sentidos. Cerró los ojos e inhalo con fuerza el aroma de miel caliente y té de canela que estaba seguro, provenía de aquel precioso doncel sentado bajo la sombra de un inmenso árbol de cerezo, a escasos tres metros de donde se encontraba.  

Era la misma belleza del día anterior, sin embargo, no había tenido la oportunidad de admirarlo como era debido, y si en esta ocasión podía, era gracias a que estaba profundamente dormido, sosteniendo un pequeño libro entre sus delicadas manos, tan frágiles como todo él. Su cabello era de un dorado imposible, ligeramente largo y rebelde el cual sostenía descuidadamente en una trenza que descansaba sobre su hombro izquierdo, mientras los mechoncitos de su frente se movían al compás del viento, acariciando su tierno rostro.

Su piel lucía suave y tersa, haciéndole una delicada y muda invitación a que deslizara el dorso de la mano sobre la tibieza de su mejilla. Y sus ojos, aquellas preciosas gemas eran adornadas por unas largas y gruesas pestañas de un color similar al oro fundido, que formaban un amplio abanico sobre su rostro. Finalmente centró su atención en aquella sensual e inocente boca, cuyos labios de durazno le incitaban a besarlo de una forma tan intensa y lujuriosa que cualquier doncel decente terminaría escandalizado.

—Veo que tienes buen gusto —escuchó un silbido de aprobación que logró sacarlo del sensual transe en que lo había sumergido aquel bonito doncel—, aunque me sorprendió saber que te iban los rubios, siempre creí que lo tuyo eran las morenas curvilíneas.

—Tsk, ninguno. No tengo tiempo de fijarme en mujeres o donceles.

—Si claro, como digas —rodó la mirada hasta detenerla en el rubito que seguía plácidamente dormido—. Me pregunto si tendrá pareja.

—Y yo me pregunto si Karin te castrara antes de matarte.

—Eres un aguafiestas —comenzaron a caminar en silencio, alejándose de aquella tentación preciosa—. En cuanto a Karin, actualmente tenemos problemas, ella quiere ser enfermera…

—Y tú quieres que sea una sumisa ama de casa. 

Suigetsu se mantuvo callado el resto del camino, pero lo cierto es que Sasuke tenía razón, él ansiaba una mujer dulce y obediente que se quedara en casa a cuidar de sus hijos, no a una chica temperamental que amaba llevarle la contra, aún así la amaba demasiado, tanto como para pensar en ceder a sus caprichos.

●●●

Con la mirada gacha, Naruto llegó a la puerta del instituto. Había permanecido tres horas después de clase en la biblioteca, el único lugar —sin contar la casa de Sakura— en donde se sentía realmente tranquilo, acompañado de cientos de libros y un agradable silencio que le transmitía una extraña sensación de paz. Le hacía olvidar por un breve periodo de tiempo, la singularidad de su vida.

Desgraciadamente no podía quedarse ahí para siempre. Se veía obligado a salir del mundo de fantasía en donde lo sumergían los libros, y regresar a un presente que prefería borrar, solo para dirigirse a casa deseando con todas sus fuerzas que algo en la actitud Minato haya cambiado. Soñaba con ver una sonrisa amable mientras le acariciaba el cabello preguntándole por su día. Era algo absurdo, pero a pesar de su constante rechazo y sus palabras teñidas de un frió intenso y dañino, amaba a su padre más de lo que merecía, tanto como para creer que un día lo aceptará y serán una familia feliz.

—Patético —farfulló molesto consigo mismo.

—¿Disculpa?

Inconscientemente dio un respingo antes de levantar la vista y contemplar a un atractivo varón de ojos ébano, los mismos que lo habían observado con una extraña curiosidad y diversión el día anterior. Estaba tan cerca, que era capaz de oler el inconfundible aroma almizcleño de su exquisita colonia.

De repente, su corazón comenzó a latir con desenfreno dentro de su pecho y sus mejillas se tiñeron de un precioso tono granate que contrastaba mágicamente con sus resplandecientes ojos de un azul adamantino. No sabía si estaba nervioso o asustado por estar frente a un hombre tan imponente, que le provocaba extrañas sensaciones que su embotado cerebro se negaba a interpretar.

—Yo...

Sasuke era incapaz de apartar su mirada de ese precioso doncel. Ni siquiera se percató del momento exacto en que sus pasos lo llevaron frente a él, pero estaba tan cerca que bastaba con estirar la mano para poder tocar aquella delicada manita que se movía con elegancia y nerviosismo. Estaba seguro que si daba un solo paso al frente, podría atraerlo hacia su cuerpo y aprisionarlo en un protector abrazo mientras jugueteaba con los finos mechones de su cabello, hasta lograr deshacerle la tranza.

—Vives a unas calles del parque que está en el distrito VII, ¿verdad? —Soltó de repente y tan rápido, mientras se perdía en el intenso azul de sus ojos—. Yo también, podríamos irnos juntos si gustas...

Su voz, pensó Naruto, era fría y autoritaria, aun así era capaz de percibir el nerviosismo que invadía aquellas masculinas facciones, las cuales apreció con incredulidad y fascinación, hasta que logró percibir un diminuto sonrojo en las pálidas mejillas de Sasuke, obligándose a bajar la vista, consciente de que era incapaz de rechazar la invitación que acababa de hacerle.

—Yo... no quiero ser una molestia ttebayo.

—Jamás lo serás —susurró en un tono íntimo y tranquilo, que ignoraba tener.

Ni siquiera sabía porqué se detuvo junto al pequeño doncel. En esos momentos, la parte racional de su cerebro —la que aún funcionaba— le gritaba que él no era así, porque aun sin conocerlo, aquel rubito tenía un poder extraño sobre él que le atraía como polilla hacia la luz. Sin embargo, todo dejó de importar cuando Naruto volvió a levantar la vista y le dedicó una tímida sonrisa mientras asentía levemente con la cabeza, dejándolo sin aliento por lo que pareció ser una eternidad.

—Naruto ttebayo... mi nombre es Naruto —susurró bajito, tanto que dudo si el varón lo había escuchado. Pero cuando vio aquella seductora sonrisa que prometía placeres oscuros y eroticos, supo que si lo había hecho.

●●●

Con movimientos precisos, acomodó su camisa antes de levantar la vista, clavando sus extraños iris opalescentes —que casi se mezclaban con el blanco de sus ojos— en la peculiar pareja que se encontraba a varios metros frente a él. Entrecerró los ojos en cuanto reconoció al varón cuya fascinación por aquel singular doncel era casi evidente.

—No tenía idea que te gustaba compartir —soltó en cuanto escuchó los pasos de su acompañante situarse a su derecha.

—¿De qué hablas?

Con una expresión serena, que casi sería tomada por tétrica, Sai observó atentamente a Neji, no era necesario que dijera algo, simplemente se limitó a seguir su mirada, topándose con la desagradable escena de un Naruto coqueteando descaradamente con el bastardo del Uchiha.

Si bien, el doncel había dejado de tener importancia para él en un ámbito supuestamente romántico, y pretendía dejarlo como una pieza más de su colección de amantes, no podía tolerar ni consentir el verlo actuar como la zorra que estaba seguro que era frente a Sasuke Uchiha, no cuando Naruto debería seguir creyendo que todavía eran pareja.

—¿Qué harás?

—Demostrarle que todavía me pertenece —ronroneó de forma desagradable, dibujando una sonrisa de dientes perfectos en su inexpresivo rostro, la cual hacía una invitación retorcida y bizarra que aseguraba que aquel doncel no volvería a jugar con él. Pero primero dejaría que se confiara, después de todo, el juego acababa de empezar.

●●●

«Muchas gracias por acompañarme hasta mi casa ttebayo» La dulce voz de Naruto aún reverberaba dentro de su cabeza, seguía cautivando sus torpes sentidos incluso después de haberlo dejado en la puerta de una enorme casa. Habían mantenido una charla sin importancia en todo el camino, mientras tenía los nervios a flor de piel, sintiendo el sensual calor que transmitía el pequeño doncel que caminaba a su lado, cuyas mejillas jamás abandonaron aquel sutil sonrojo.

Y sin poder evitarlo, en sus labios apareció una genuina sonrisa, la misma que se borró en el instante en que abrió la puerta de su hogar, observando a su dulce madre servirle el té a su padre, quien estaba sentado en la sala frente a un serio Itachi, que parecía tensar la mandíbula, esforzándose por mantener una expresión afable, aun cuando sus ojos mostraban la verdad de sus emociones.

—… se trata del mayor de los nietos del senador Õnoki —comentó con tranquilidad Fugaku, tomando la taza de té entre sus manos—, es un doncel de diesiocho años que estoy seguro y será digno de ser tu esposo.

—Buenas tardes, padre, madre… Itachi —saludó con cortesía.

—Cariño, que bueno que llegas.

—Sasuke, has crecido bastante —la expresión de Itachi pareció suavizarse un poco mientras se levantaba con una agilidad asombrosa y abrazaba a su hermano en un vano intento por librarse de su padre—. Sálvame~

—No —susurró para que solo Itachi lo escuchara—, aprecio demasiado mi vida como para interrumpir el tiempo de padre con el hijo predilecto.

—Sabes que no es así, no soy como cree Sasuke, tu eres mejor.

—Él no lo ve así.

—Todos los demás lo sabemos y es lo que importa.

—No para mi.

—Sasuke —la voz autoritaria de Fugaku lo obligó a separarse de Itachi, solo para observar la mueca disconforme de aquel imponente varón, quien ni siquiera se dignó a contestarle el saludo—, retírate.

Aquella mirada le helo la sangre, así que se marchó a la cocina junto a Mikoto, intrigado aún por la conversación que mantenía su hermano antes de que él llegara. Y es que para nadie de la familia era de extrañar aquella obsesión de Fugaku por pertenecer a las más altas esferas sociales. Por lo que sabía, su padre había nacido en una familia demasiado humilde, rodeado de carencias y problemas de todo tipo, sin embargo, hizo de todo por salir adelante. Se enlisto en el ejército y sirvió en la segunda guerra mundial ocurrida entre 1897 y 1902, se había casado con la hija del Coronel y a los cuarenta llegó a ser General de División.

Sin lugar a dudas, su padre era un hombre extraordinario, aunque dejando de lado sus logros personales, se había obsesionado con rodearse de otro tipo de personas, entre las cuales figuraban empresarios y comerciantes de renombre, aunque tal parece que habría que anexar a políticos en la amplia lista.

—Parece ser que Deidara es un doncel extraordinario —comentó Itachi con tranquilidad, por lo que Sasuke volvió a prestar atención a la conversación—, sin embargo, en estos momentos pretendo concentrarme en mi trabajo. Actualmente estoy a cargo del departamento y una relación formal me frena a alcanzar mi principal objetivo.

—Si cambias de opinion, avisame.

Sin necesidad de ver, Sasuke podría imaginar la mueca satisfecha de su padre ante las palabras de Itachi, y es que si los papeles fueran al revés, Fugaku ya estaría fijando la fecha de su boda sin tener en cuenta su opinión personal. Incluso dudaba que se la pidiera, por lo que se fue a su habitación con sigilo, mientras meditaba seriamente en que en un futuro próximo tendría que unir su vida a alguien que no conocía.

Repentinamente, la imagen de la tímida sonrisa de Naruto llegó a su mente con tanta fuerza que lo sintió como una poderosa ola que derribaba todas y cada una de sus defensas, mientras aquel sutil aroma a miel caliente y té de canela lo envolvía como una delicada caricia, llena de sensualidad y promesas dulces susurradas una tarde de verano.

—¿Puedo saber quien es la o el afortunado que te tiene así?

—Itachi.

—No creí vivir lo suficiente para ver tu rostro de enamorado, hermanito.

—Y yo no pensé que rechazarias la oferta matrimonial de padre.

Una sutil y elegante risa varonil inundó el ambiente. Sasuke se permitió observar a su hermano con detenimiento, después de todo, hacía tres meses que no lo veía, entonces llegó a la conclusión de que Itachi era un varón precioso, poseía una belleza rara y sobria que desde siempre lo había desconcertado. A sus veinticuatro años, presumía una piel mucho más cuidada que varias mujeres que conocía, su largo y sedoso cabello ébano siempre iba recogido en una coleta baja, permitiendo que los rebeldes mechones de enfrente enmarquen su rostro de finas facciones pero no por ello menos masculinas, aunque lo más sorprendente de todo eran sus largas y gruesas pestañas negras, cuyas puntas tenían reflejos azules.

—Me tomó por sorpresa —dijo después de varios minutos, sacando a Sasuke de su mundo—. Aunque el hecho de que actualmente quiero concentrarme en el trabajo es verdad.

—Pero… —murmuró arqueando una ceja, conocía demasiado bien a Itachi, tanto como para saber que ocultaba algo—, ese no es el motivo por el que te negaste a conocer al nieto del senador Õnoki, ¿o me equivoco?

Una inesperada tos atacó a Itachi, mientras le extendía una caja de tamaño medio a Sasuke, forrada con papel terciopelo azul, la cual era un poco pesada. Desconcertado, la tomó con mucho cuidado, deslizando los dedos sobre la suave superficie de la tapa. Se hacía una idea de lo que podría ser, aunque jamás esperó que su hermano se la comprara. Y con la alegría propia de un infante, la abrió con prisa y en cuanto divisó el contenido se quedo sin aliento, temeroso de estirar la mano por miedo a dañar su regalo.

—Sabía que te gustaria.

—Gracias —en una reacción instintiva, rodeó el cuello de su hermano con ambos brazos, incapaz de contener la alegría—. Te prometo que cuidare muy bien de la cámara, pero eso no te libra de contarme el verdadero motivo del rechazo a padre.

—Tsk, y yo que creí que lo olvidarías.

—Jamás —sonrió separándose de Itachi para verlo a los ojos—. Y bien.

—Estoy con una persona maravillosa —murmuró con una expresión radiante, sin embargo se esfumó tan rápido como vino—. Pero es alguien que papá jamás aceptaría, dudo que alguien lo haga.

●●●

Aun sentía un millar de mariposas cabreadas revolotear dentro de su estómago, y a pesar de que Sasuke lo había dejado en la puerta de su casa media hora atrás, era incapaz de contener los nervios y una emoción abrumadora que le obligó a sujetar el amplio cojín del sofá contra su rostro y apretarlo fuertemente mientras soltaba pequeños chillidos de alegría.

Y hubiera seguido así de no ser por el insistente golpeteo en la puerta. Extrañado, se levantó y acomodó su ropa antes de verse en el espejo de la sala, peinando un poco los rebeldes mechones que caían desordenadamente por su frente. Sin embargo, cuando abrió se le helo la sangre mientras contemplaba con incredulidad a Sai.

—¿No piensas invitarme a pasar, Naru? —ronroneó seductor y todas las alarmas se dispararon dentro de la mente del doncel.

—No creo que eso sea buena idea ttebayo —rápidamente observó la calle completamente vacía y tragó saliva antes de volver a ver los fríos ojos del varón.

—Que curioso —sonrió de tal manera que le logró ponerle los vellos de punta—. Consideras que es mala idea dejar pasar a “tu novio” a la sala de tu casa, pero no te niegas a que otro varón te acompañe hasta aquí.

—No es así ttebayo… él vive cerca… tan solo coincidimos.

Inconscientemente dio dos pasos atrás al ver una expresión letal en el semblante de Sai, tenía miedo, no sabía si era por el hecho de que alguien pudiera verlos y le dijera a Minato o porque no tenía ni idea de lo que era capaz el varón que estaba frente a él, el mismo que tomó como invitación su retroceso y se adentro a la casa sujetándolo fuertemente del brazo mientras cerraba la puerta con el pie.

—Será mejor que me muestres tu habitación Naru-chan —murmuró con falsa ternura, revolviendole el estoma a Naruto—, debo enseñarte a comportarte —su voz era como un escalpelo que le aterrorizó, mientras aquellas frías manos deshicieron su trenza, comenzando a enredar los dedos con fuerza en su cabello, hasta tirar con brusquedad de él para dejar al descubierto aquel lindo cuello—, y creeme, no será por las buenas.

—No… por favor…

—Jamás permitiré que me abandones —Se acercó tanto a él que el calor siniestro que emanaba de su cuerpo lo envolvió como una amenaza—. Tu eres mio.

 

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Continuará

Notas finales:

Gracias por leer~♥

Haruka Eastwood


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