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Amante inocente por Haruka Eastwood

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Título: Amante inocente

Resumen: Él y solo él, era la persona que tanto había buscado...

Categoría: Naruto

Clasificación: Mayores de 16 años.

Género: AU. Romance. Drama.

Advertencias: Lemon. Mpreg.

Autor: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Amante inocente

Capítulo 4: Amores que matan

Mikoto se acomodó el largo camisón de seda beige, antes de girarse y mirar a su esposo en la cama, recargado en el amplio cabecero tallado a mano mientras leía con falsa atención un libro. No tenía ni idea de cuanto tiempo lo estuvo observando, pero era el suficiente para que Fugaku volteara a verla, regalandole una sutil sonrisa. Su amada y dulce Mikoto, estaba aún más bella que hace treinta y cinco años cuando le robo el corazón.

—¿Qué es lo que te preocupa, mujer?

Una su suave sonrisa se dibujó en los labios de la fémina mientras se acercaba con elegancia hasta la cama, recostandose al lado de Fugaku quien no dudó en atraerla hacia sus brazos, besando tiernamente su mejilla. Sin importar lo serio e intimidante que resultaba en ocasiones, cada que estaba al lado de esa mujer que se había vuelto su corazón, le era imposible seguir manteniendo esa fachada de frialdad, por lo que se tomó su tiempo para admirar las finas facciones de su rostro, notando un deje de preocupación en esos amables y resplandecientes ojos ébano, tan fascinantes como todo ella.

—Cariño… ¿no crees que estás siendo muy duro con Sasu? Él solo quiere tu aprobación, saber que su padre le quiere y apoya.

En cuestión de segundos, la habitación se llenó de un incómodo silencio, mientras Fugaku se incorporaba, manteniendo la vista es un punto fijo frente a él. Sus masculinas facciones se tensaron, apretó la mandíbula con fuerza y justo cuando Mikoto estaba a punto de disculparse por su imprudencia, él soltó el aire que estaba reteniendo y miró con seriedad a su esposa, acercándose hasta atraerla nuevamente en un abrazo posesivo, dejando que ella se acurrucara contra su pecho.

—Es mi hijo —murmuró bajo, mientras en sus labios se formaba una sonrisa orgullosa—, es un chico noble que se esfuerza en todo lo que hace, sin embargo también es muy inteligente y hábil en varias cosas, incluso más que Itachi, y lo último que deseo es que se le suba el ego a la cabeza. Él puede llegar muy alto mujer, más que ningún otro —besó la sien de su esposa con dulzura antes de continuar—, pero solo lo hará dando más de si, y creeme que si comienzo a darle concesiones se confiara.

—Cariño…

—¿Si?

—Prometeme que se lo dirás, estoy segura que se esforzará incluso más.

—Muy pronto mujer, aún no es momento —susurró en un tono lleno de secretos, dando por terminada la charla.

●●●

Gimoteó débilmente al cambiar de posición en la cama. Había perdido la noción del tiempo y solo sabia que era tarde, probablemente las diez u once de la noche, daba igual la hora ¿qué importaba? No es como si a alguien le preocupara. Así que con el cuerpo tembloroso y el espíritu hecho jirones, se obligó a incorporarse soltando un sollozo triste mientras terminó de rodear su maltrecho cuerpo con sus delgados brazos.

Había llorado tanto que su garganta protestaba a cada segundo. Sin embargo Sai jamás se detuvo, al final comprendió que no lo haria por mas que se lo pidiera y rogara entre gimoteos desesperados, tan solo se resignó, dejando que lo poseyera una y otra vez como la bestia que era, mancillando y destrozando lo poco que quedaba de él, rompiendo su voluntad y su orgullo hasta hacerlo trizas, mientras la mofa brillaba en su retorcida mirada, y todo por un su maldito ego, porque según él, había coqueteado con otro varón.

En esos momentos realmente deseaba haberle insinuado algo a Sasuke, tal como le afirmó al bastardo Shimura, quien no dudó en abofetearlo tan fuerte que la boca se le llenó con el desagradable sabor de su sangre. Sin embargo, le bastó una mirada para saber que Sasuke era diferente a todos los varones con los que había estado, era único y pese a su semblante serio y mirada penetrante, había una infinita dulzura escondida bajo esa fachada de chico duro que tanto le llamó la atención. Una semana atrás, Naruto nunca se hubiera fijado en él y es que creí ciegamente que Sai le amaba y le aceptaba pese a estar a un paso del abismo. Ahora todo era diferente, la perspectiva que tenía sobre Sai Shimura se retorció de tal forma que brincara de alegría si un día desaparece.

Entonces se dijo que era suficiente, que tenía que dejar de autocompadecerse. Y tras arrojar las cobijas de una patada llena de resolución a no dejarse pisotear nuevamente por un imbécil como Sai, se arrastró —literalmente— hasta la ducha y se frotó el cuerpo con demasiada fuerza, intentando deshacerse de aquella desagradable sensación sobre su piel, como si las frías manos de él aún lo recorrieran con brusquedad. Desde luego no desaparecieron por completo, pero el tiempo que había pasado bajo el agua fría le ayudó a pensar con más claridad, a juntar los pedazos rotos de su alma para intentar recomponerla con mimos y cuidados que podría llevarle toda una eternidad.

Una parte de él le gritaba a modo de reprimenda, que había cometido un enorme y estúpido error al desafiar a Sai de aquella manera, pero no se arrepentía, y nunca lo haría. Aunque eso tampoco significaba que volvería a tener el valor suficiente para rebelarse contra un varón tan posesivo y territorial como él, quien aseguraba que una vez suyo, siempre lo sería. Como un juguete del que te aburres y botas en un baúl con múltiples cerrojos, impidiendo su escape, y si es necesario quebrarlo pieza a pieza, estaba más que dispuesto a hacerlo con tal de mantenerlo cautivo.

En ese momento, su mallugado cuerpo volvió a tiritar en protesta a causa del agua helada. Parpadeó varias veces sintiéndose desorientado y todo a su alrededor comenzaba a moverse a una velocidad abrumadora que amenazaba con tirarlo. Inevitablemente, cuando quiso salir de la tina, resbaló golpeándose en la espalda, mientras a lo lejos alguien pronunciaba su nombre en un eco extraño, como si la voz se distorsionara alargando cada sílaba que su embotado cerebro apenas y alcanzaba a procesar, segundos después lo vio. Sai había regresado...

●●●

Itachi soltó un pequeño suspiro de agotamiento mientras ingresaba al edificio en el que vivía, arrastrando los pies hasta el elevador. Amaba visitar a su familia pero al mismo tiempo evitaba hacerlo debido al enorme cansancio mental que le acarreaban las charlas con su padre y esta vez no fue la excepción. Así que cuando las puertas se abrieron, contempló con una mueca el amplio pasillo que dividía los dos únicos departamentos de eso pisó, por consiguiente, también eran los más amplios.

En el de la derecha vivía él y en el de la izquierda su amante. Y pese a las enormes ganas que tenía por verlo, sabía que lo más probable es que no estuviera, de hecho, pocas veces dormía ahí —incluso los muebles eran escasos—, ya que pasaba las noches con él o en casa con su familia. Básicamente, rentaba el departamento para seguir manteniendo una buena impresión ante la sociedad, porque si, Itachi era su amante prohibido.

Con el ánimo por los suelos, entró a su departamento en silencio, meditando si debía darse una ducha rápida antes de dormir o no, pero cuando estaba a punto de dirigirse a su habitación, fue apresado por unos fuertes brazos. El calor masculino que emanaba el cuerpo contrario le rodeó como un manto de terciopelo y le traspasó la piel hasta abrasarlo en su totalidad. Sus sentidos fueron asaltados con violencia por la exquisita colonia de él, un aroma intenso y demasiado salvaje con un regusto a menta que aseguraba y podía saborear. Inevitablemente sus labios se curvaron en una sonrisilla pícara y estuvo a nada de ronronear cuando sintió como enterraba la cara en su cuello, deslizando sus ávidas manos por su pecho y vientre.

—Deseo hacerte ciertas cosas que ningún chico decente debería dejar que le hiciera un hombre.

El cuerpo de Itachi se estremeció ante la ronca y varonil voz, susurrada con un tinte lujurioso que prometía grandes y oscuros placeres, envueltos en ambrosía de dioses. Gimiendo con gozo y suavecito cuando el calido aliento de él le erizó cada vello del cuerpo, concentrándose como fuego líquido sobre su vientre, antes de ascender nuevamente cuando su lóbulo de la oreja recibió múltiples mordisquitos.

—No soy ningún chico —jadeó apartándose lo suficiente para quedar de frente a él.

Una amplia sonrisa se dibujó en aquellos labios que eran pura tentación: suaves, turgentes y sensuales de una forma en que sólo puede serlo la boca de un hombre. Antes de conocer a Minato Uzumaki, Itachi nunca había considerado al azul como el color del pecado, de la seducción, pero aquel rubio le hizo sucumbir a la más grande de las tentaciones, porque no solo era su jefe y alguien ocho años mayor, también era un varón al igual que él. Un varón que lo había cautivado con su metro noventa, piel canela y ojos de un increíble azul adamantino. Sin mencionar su astucia, inteligencia y aquel carisma arrasador.

—Lo sé, pero eres al único que voy a recorrer con mi lengua centimetro a centimetro.

—Ya lo has hecho —comentó con las mejillas sonrosadas.

—Me encanta tu sabor —acunó la mejilla de Itachi en su mano, sonriendo al ver que ladeaba la cabeza intensificando el contacto—, sin embargo será la próxima vez, estaba por marcharme cuando llegaste.

—¿Ocurrió algo?

—No.

—Quedate~

—Tengo un mal presentimiento. Llame a Naruto pero no contesta.

—Son casi las once, debe estar durmiendo —rozó levemente los labios de Minato con los suyos en una caricia lenta—. No te preocupes.

Era demasiado erótico, tanto que estuvo a punto de ceder ante su petición, desnudarlo abrirlo de piernas y hundirse en su cálido interior, pero no podía, al menos no esa noche, por lo que veinte minutos después, Minato se encontraba en su auto rumbo a su casa, sintiendo aun el calor de Itachi contra su cuerpo, logrando una sonrisa perezosa. En un principio tuvo dudas con respecto a su insana obsesión por aquel chiquillo de mirada tentadora, no solo porque ambos eran varones, sino que el recuerdo de su amada Kushina seguía tan presente como el día en que la conoció.

Minato era consciente de todas las promesas que le habia hecho. Todas rotas, algunas de forma más sutil y otras más descaradas, sin embargo su amor por ella se había mantenido intacto hasta el día en que conoció a Itachi. El pequeño Uchiha revolucionó su mundo de forma irreversible, y terminó por grabarse en su alma a fuego, bajando sus barreras hasta dejarlo expuesto y vulnerable. Itachi conocía el profundo e intenso amor que le profesó a su esposa, su dolor, sus miedos, incluso su arrepentimiento.

Naruto era un recuerdo preciado de Kushina, un tesoro que había despreciado por su odio hacia un destino irreversible, desgraciadamente cuando lo comprendió ya era demasiado tarde, Naruto se había convertido en un hermoso doncel que agachaba la mirada en su presencia, que temblaba con su voz. Y que esperaba un golpe cada que ansiaba acariciar sus cabellos con mimo y aquella ternura que desde siempre le había negado. Lo dañó profundamente, pero conservaba un atisbo de esperanza porque su niño, su mundo, era alguien noble, alguien inocente, aun así no merecía su perdón.

Apretó los labios y estaciono el auto fuera de su casa. Tragó saliva y observó la oscuridad de la noche que le envolvía como un manto gélido mientras abría la puerta de su hogar, dando pasos seguros que resonaron con un tétrico eco, acompañado del inconfundible sonido de la regadera que le hizo suspirar de alivio. Se había puesto paranoico sin razón alguna, por lo que más tranquilo, subió al segundo piso, viendo fijamente la oscuridad en el cuarto de Naruto, la cual se disipaba levemente por por la luz del baño.

—Naruto —esperó varios segundos de pie en el alféizar, y al no obtener respuesta encendió la luz, contemplando la cama deshecha y su ropa regada por el suelo. Frunció el ceño e intentó pasar por alto el nudo que se formó en su estómago—. Naruto, ¿te encuentras bien?

Dio un paso adelante y escuchó una maldición seguida de un golpe seco y objetos cayendo al suelo. Esta vez lo llamó con la preocupación tiñendo su voz, mientras abría bruscamente la puerta del baño, en cuestión de segundos su mirada se topó con el pequeño cuerpo de Naruto junto a la bañera, pero se detuvo en seco al observar el terror en los ojos de su retoño, aún así avanzó lentamente viendolo temblar y comenzar a sollozar.

—Sai… —gimoteó desorientado y con la vista nublada—, vete… ya no más…

 

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Continuará

Notas finales:

Estoy en un dilema, no sé si Fugaku es muy bastardo o muy insensible, D= 

Y quien si se esperaba la pareja MinaIta? Qué creen que haga Minato? Todo esto y más en el siguiente capítulo (? 

Bueno, yo solo espero que os haya gustado el capítulo y me regalen su opinion nwn aprovecho para anunciar que esta historia también esta en Wattpad bajo el mismo título y seudonimo ♥ por aquí os dejo el link : https://www.wattpad.com/398341163-amante-inocente-capítulo-4-amores-que-matan

Cualquier duda no olvideis dejar vuestro lindo rw que con gusto los contesto nwn

Haruka Eastwood


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