Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Rewind, please por VanniaDel

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 


Pasaron unos cuantos días, Bill había preferido mantenerse en casa y disfrutar viendo películas o escuchando sus discos antiguos de música. Ese día era el evento de jinetes por el aniversario del pueblo, terminarían la jornada con algunas competencias y juegos para los niños. Sus ánimos no estaban de lo mejor y pensando que seguir encerrado no le haría mejor, se alistó con un par de botas y jeans que no lo hicieran resaltar mucho entre el resto de la gente.


Pasó a buscar a Mía con la intención de que fueran juntos, la mujer había estado sintiéndose muy indispuesta durante esa semana y Bill trataba de sacarla a dar una vuelta cuando podía. Ese día tendría la misión de llevar a Jay para que hablaran los dos, eran sus amigos y no soportaba más la idea de que estuvieran amoldándose a vidas que no les harían felices, cuando todavía tenían la esperanza de resolver sus dilemas.


—Jay estará en el stand del rodeo, mejor lo hablan ahora, seguro en la noche se va al bar- giró el volante en la esquina y viendo un tumulto de personas decidió estacionarse en el primer espacio vacío que encontró, antes de que se le acabara la calle.


Bajaron y fueron a ver la feria, ella estaba callada y no hacía más que gestos de nerviosismo, Bill le compró un jugo natural y la envalentonó para lo que estaba por enfrentar.


—Voy a estar aquí, avísame si quieres irte o que demos otra vuelta, ¿te parece?- Mía le abrazó apretándolo fuerte de sus hombros, le acarició el cabello y la dejó ir antes que se le fuera el valor.


Viéndola a lo lejos se fue por la dirección contraria, quería ver la corrida que harían en las competencias, siempre iba con su padre cuando era niño y no quería perder esa tradición que más de un grato recuerdo le traía a la cabeza. Justo llegando al final quedaban algunos lugares, todos estaban dispersos de pie al lado del cerco de madera, las personas preferían estar en la mitad o en el inicio de la pista porque al final solo daban la vuelta para avanzar el último trecho.


 


Vio a un par de personas conocidas que le saludaron a lo lejos nada más verle, respondió con una sonrisa moviendo su mano. Tomo posición esperando que empezara la carrera, ya habían pasado dos duelos y quedaban otros dos. En el siguiente venía Blake contra Tom, siempre habían participado juntos, llevaban una larga lista donde no siempre ganaba el mismo, entonces se podía decir que esta era la ocasión donde se marcara la diferencia.


En eso sintió que alguien le ponía un sombrero en la cabeza, distrayéndolo de los competidores que se subían a montar.


— ¿Apostaste por mi hermano?- Liam le dio un abrazo de saludo y Bill le correspondió riendo y acomodándose el sombrerillo vaquero.


—Por Blake, Grinny le ganará a ese caballo.


— ¡Es una yegua loca!-la risa de Liam era contagiosa, se quedaron viendo que pasaba desde el otro extremo. Estaban a punto de comenzar.


Con una señal de partida, los jinetes salieron apresurados tratando de adelantar al otro, Blake era un jinete de tomo y lomo dedicado al arreo del ganado. No había por donde perderse, aun así Tom siempre se arriesgaba y le daba pelea, en la vuelta logró adelantarle pero cuando quedaban unos cuantos metros, la yegua salió presurosa y radiante con el primer lugar.


 


 


 


 


Bill no había perdido detalle mientras Tom se llevaba al caballo hasta una parte del establo donde limpiaban a los equinos. Lo había atado con un nudo que él aun recordaba, era ligero para que se deshiciera con facilidad en caso que se asustara, juntos practicaron hasta que les saliera cuando tenía doce años.


Con el cepillo de raíces le estaba quitando el barro y la suciedad, Kratt estiraba su cabeza buscando liberarse de la cabezada, Tom le palmeó el torso despacio para calmarlo de ese repentino tino de tirar contra la atadura. Cuidadosamente pasó el cepillo por la línea natural del pelo acariciándole de paso las zonas más sensibles al roce.


Cuando sintió que había visto suficiente, se bajó de la valla dando un salto caminando en dirección al establo.


—Kratt está muy grande.


Tom estaba concentrado, no se había dado cuenta de su presencia y cuando lo escuchó desvió la mirada para saludarle con una inclinación de cabeza. Siguió cepillando el lomo dándole su atención también a Bill.


— Qué lindo sombrero- se rio  mientras rodeaba al equino cepillando el otro extremo, así tenía de frente al otro que se acomodaba el cabello hacia un lado y ponía de nuevo el sombrero en su cabeza.


—Liam me lo dio.


— ¿Quieres montar?- ya tenía todo listo para guardar, pero a Bill le agradaba dar paseos a caballo para distraerse. Estaba tomando la montura y el sudadero cuando el otro negó con la cabeza.


—No, solo venía a ver como estabas- Bill se acercó a acariciar el crin de Kratt, el animal se acercó para que siguiera acariciándolo y el de trenzas sonrió genuino.


—Vinimos a escondernos para llorar en paz- la risa de Bill salió a flote, le dio con el puño en el brazo porque estaba prácticamente burlándose de su derrota.


—Ha sido una competencia justa.


—No apostaste por mí, me quitaste la suerte- Tom cogió el balde del agua y el par de cepillos para ir a guardarlos al armario que tenían escondido para que el resto no le quitara las cosas a su caballo.


—Me dijeron que el año pasado si viniste- la voz suave y con un toque de pregunta alertaron al actor, Tom tenía ese pequeño secreto con él, pero parecía que ya se lo habían arruinado.


—Siempre lo he hecho.


Pasaron unos cuantos minutos en silencio, Kratt se puso a relinchar y patear sobre la tierra, habían algunos insectos que le estaban molestando y Tom se dio cuenta, sería mejor que fuera a avisar que dejaría al equino en su sitio de descanso.


—Tenía la impresión que ya no lo hacías.


—Vamos, acompáñame donde Roby- le dio una mirada de reojo, no quería aclararle el por qué le había ocultado esa información, no le parecía tan grave. Pero Bill parecía verlo de esa forma.


No le acompañó a ver al dueño del establo, lo vio caminar hasta que se encontró con el vaquero con quien se puso a hablar. Kratt seguía moviendo la cabeza para espantar a los molestosos bichos, en un intento por ayudarlo desató la correa de la cabezada. El caballo relinchó molesto y al mover las patas se cruzó con el balde que Tom había olvidado, Bill se tropezó hacia atrás gritando cuando Kratt le echó el cuello encima asustándolo. No soltó la correa hasta que su trasero tocó el suelo, sus manos quedaron con raspones por la tierra.


Tom llegó corriendo para volver a atar al equino, cuando vio que todo iba bien se puso a reír, entre los nervios y la diversión. Kratt se calmó cuando le acarició entre las orejas, quitándose los guantes le tendió una mano a Bill para que se pusiera de pie.


— ¡No te rías!- ya de pie empezó a quitarse los restos de polvo de la ropa, dándole una mirada fastidiada al caballo y al otro.


—No recordaba ese tipo de gritos- Bill se dio vuelta para verlo ordenar una bruza que había caído al suelo, Tom le dio una mirada rápida sonriendo sin ocultarlo.


— ¿Ese tipo?


Cuando las palabras sonaron en su cabeza, el sonrojo fulminante apareció en sus mejillas, Tom soltó una risa ligera guiñándole el ojo. En ese momento escenas que de él y el de trenzas en la cama le invadieron la mente, la vergüenza le estaba saturando el sistema y escuchar una carcajada más fuerte le hizo entrar en cólera.


—Liam me está esperando con Kate, nos vemos.


Tom lo jaló de la cintura y le dejó un beso en el cuello, el moreno le puso las manos en el pecho alejándolo, no tuvo que hacer mucho esfuerzo porque el otro ya se estaba yendo.


 


Después de ver como Roby se llevaba a Kratt mordiéndose las mejillas para contener la risa que de un momento a otro le saldría, se fue al coche. Mía le había mandado un mensaje de texto pidiéndole que le llevara a Jay hasta su casa, que no había podido encararle públicamente ahí mientras más de un chismoso estaría con la oreja parada.


Pasando por el stand se llevó al castaño sin mucha explicación, cuando lo tuvo con el cinturón de seguridad puesto, avanzó en silencio unos diez minutos hasta parar en el frontis de la casa de su amiga.


— ¿Que estamos haciendo aquí?- Jay le vio escéptico mientras miraba las luces encendidas en tu antiguo hogar.


—Tú y Mía necesitan hablar.


— ¿De qué?- Bill quitó el seguro que había puesto en las puertas y presionó sus manos contra el volante.


—Ve a averiguarlo.


—Ya sé que es- el castaño dejó que el silencio inundara por unos cuantos segundos, sintió la mano del actor tocar su brazo con cuidado.


— ¿Qué?- con asombro Bill entendió que realmente sabía de qué se trataba esa conversación que debía tener con Mía.


—Estaba esperando alguna confirmación, pueblo pequeño, problemas grandes. Entonces es mío.


—Te necesita- con desilusión sintió un extraño vacío en el pecho, Jay lo había dicho con tanta frialdad que le extrañó su reacción.


—Vámonos


— ¿No me escuchaste?- le evadió mirando por la ventanilla, Bill le tiró del brazo pero que al menos fuera hombre y le mirara a la cara.


— ¡Dije que nos vayamos!


—Bájate, ahora- el grito le había dejado impactado, quitándose su propio abrió la puerta del copiloto para que su amigo saliera.


—Bill ni siquiera tienes que meterte en estos asuntos- dolido por sus palabras le empujó para que de una vez saliera del coche y enfrentara todo el solo.


—Ándate, estúpido- cuando lo tuvo fuera ni siquiera dejó que viera su expresión triste, apenas escuchó las palabras de Jay antes que cerrara la puerta.


—Iré con ella, te hablo luego.


 


 


 


Tom le había llamado esa mañana muy animado, su prima le había dejado un audio en el chat confirmando que Jay se haría cargo de la paternidad. Sabía de sobra que si no hubiera movido muchos hilos en el asunto, Mía no se hubiese atrevido a hacerlo sola y eso le hacía sentirse un buen amigo.


La propuesta había sido muy agradable, eso de ver unas películas por la tarde le dejaba la crepitante sensación de que lo hacía para disculparse por dejarlo solo en su antesala. Cuando llegó, bajó con una caja de pretzels, era una costumbre que habían mantenido cada vez que veían filmes juntos. La especialidad de la casa eran los martini con una aceituna verde atravesada en la copa, mucho vermú y para darle el toque final, unas cuantas gotas de vodka.


De un momento a otro habían empezado a hablar de recuerdos antiguos que se les venían a la cabeza, estaban viendo la tercera película de esa noche pero ninguno parecía estar prestándole atención a la ciencia ficción que ya sabían de memoria.


— ¿Te acuerdas cuando nos robamos el coche de Liam?- Bill se mordió el labio conteniendo la risa, sus mejillas se encendieron recordando lo que había pasado después. Dejó la copa a un lado bajándole el volumen a la televisión.


—Y esa vez que congelamos mis tarjetas de crédito en el cubo gigante- la risa de Tom fue suficiente para que le lanzara uno de los cojines del sofá en la cara. La idea de no sobrepasar su saldo en las tarjetas parecía imposible, y situaciones desesperadas requerían medidas desesperadas.


—Has cambiado mucho- Bill agachó un poco la cabeza para que no viera su expresión tensa, la sonrisa se le había congelado, solo sus pestañeos delataban que seguía en vida y que no lo habían embalsamado.


El problema nunca había sido ese, Bill podía haber cambiado, pero Tom había seguido estancado. Con algo de mal ánimo tomó el bowl del maní y empezó a comer en silencio, un brillo extraño había abierto paso en los ojos del moreno. Retomó la película sin prestarle mucha atención, Tom estaba moviendo su pierna nerviosamente y sentía que de un momento a otro le lanzaría otra frase para el bronce.


—Fui a visitar a tu padre.


¡Boom! La frase resonó en su cabeza mientras se ponía de pie, tomó la botella de agua mineral y se sirvió un poco para refrescar la naciente jaqueca.


—Cumpliste su promesa.


—Lo mejor de las promesas es que puedes pasar de ellas-poniéndose serio, Tom terminó apagando el televisor, Bill estaba afirmado en la mesa con el vaso en sus manos. Miles de pensamientos le asediaron, si él estaba así, el moreno estaría peor. 


El padre de Bill al principio de su relación no había estado de acuerdo con ello, había visto varias veces a Tom con muchas libertades en los bares del pueblo y eso no le gustaba, por eso le había pedido que se alejara de su hijo. Tom hizo caso omiso a esa petición, no tenía por qué darle explicaciones a Gordon cuando las cosas con Bill marchaban bien.


El problema fue después, un par de día antes que el hombre tuviera el accidente había insistido en que no se atreviera a dañar a su hijo ni a oprimir en sus sueños. Cuando Tom supo que había fallecido, acompañó a Bill todo el día, fueron al funeral y estuvieron ahí juntos para aceptar las condolencias. Durante la noche se  había entregado en cuerpo y alma en la que sería su casa, Tom aun recordaba lo diferente que le supo hacer el amor.


Fue esa noche, cuando las horas se le pasaron lentas mientras tomaba la decisión más difícil de su vida. Sin ninguna explicación se había ido al amanecer. Cuando Bill despertó el otro lado de la cama estaba vacía, nunca pensó que los argumentos serían él mismo y por eso le esperó. Un día, dos y tres, pero Tom no volvió y él tampoco podía seguir esperándolo mientras tenía la oportunidad de irse en sus manos.


—Me dejaste solo, cuando lo único que necesitaba era estar contigo.


—Pero te seguí, te di tu espacio, conociste ¿A cuántos?, tres o cuatro chicos y no te dije nada, me quedé esperando porque sabía que mientras estabas con ellos pensabas en mí- Bill se sintió ofendido con sus palabras, dejando el vaso de lado se acercó hasta encararlo.


—Ni siquiera pensaste en que no quería estar con alguien más- sus palabras se cruzaron con las que estaba escuchando, Tom no se detuvo y siguió hablándole alzando el tono de su  voz.


—Ni Max te hacía sentir lo mismo, estaba en tu cabeza cada vez que él te tocaba.


—No seas ególatra- Bill habló bajo, su garganta había empezado a cerrarse dolorosamente. Empezó a buscar su móvil entre los cojines del sofá.


—Dime que es mentira- Tom se puso de pie tomándole del brazo, el moreno comprobó que tenía las llaves del coche en su bolsillo y se soltó.


—Me aburriste- sacó las llaves y estaba dispuesto a abrir la puerta cuando de nuevo Tom se le adelantó empujando la madera contra el marco.


— ¡No te vas, ni una mierda!


— ¿Quieres que hablemos?- Bill hastiado le empujó haciéndose a un lado.


— ¡Es que hasta cuando lo evades!- el de trenzas estaba hablando peligrosamente fuerte, sus ojos se pusieron brillosos y Bill estalló perdiendo la poca paciencia que tenía.


—No me hables así, imbécil, te crees que para mi fue facil. Si hubieras actuado así antes tal vez no te estaría culpando ahora- el pecho de Tom sintió su índice apuntarle amenazadoramente, cuando el otro se fue detrás del sillón tuvo la impresión que terminarían diciéndose cosas sinceras pero tan hirientes, que con cautela recompuso sus vocablos.


—Lo hice para que tomaras el coraje de hacer lo que querías.


—Del millón de formas, escogiste la peor- Bill se cruzó de brazos viendo como el otro avanzaba hasta quedar a su lado con mirada apagada.


—Puede ser, pero ya has visto que al menos todo toma sentido.


—El único sentido que tiene es que me buscas como si esperaras a que vuelva, tú lo terminaste, deja de quedarte en el pasado porque yo supe avanzar y ver que delante tenía mejores opciones- Tom le abrazó con cuidado sintiendo que le rechazaba, aun así insistió atrayéndole hacia su cuerpo.


— ¿Mejores opciones como comprometerte? No me vengas con eso- la tranquilidad de Tom le hizo enojar, quitándole las manos de su cintura tomó un poco de espacio personal para respirar.


— ¡Que tiene de malo que quiera una vida tranquila! Necesito seguridad, ya no estoy para juegos. No sé cómo fui capaz de creerte de nuevo, la otra noche volviste a dejarme solo y no puedes decir que te fuiste a pensar en lo que...


 


— ¡Joder, Bill! como no lo entiendes, es que podría recorrerme el mundo entero, pero aun así todos los putos caminos de regreso siguen llegando a ti- Bill quedó mudo después de ser interrumpido, sus ojos se llenaron de lágrimas y cubriéndose la boca, adelantó a Tom para llegar hasta la mesa y afirmarse tras la sorpresa.


—Es mejor que me vaya- quitó su chaqueta de una se los sitiales, asegurando en su mano la llave del coche.


—No, no te vayas. Estás enojado y no quiero  que te pase algo de camino por ir así.


Tom le tomó una mano con cuidado, llevaba razón en lo que decía. Tragándose las lágrimas esperó hasta que le soltara y se fuera a la cocina para cortar la tensión del ambiente, Bill intentó dejar la mente en blanco para no desestabilizarse. Falló miserablemente cuando se sentó en silencio en el sofá y una gota cayó sobre su pómulo.


 


 


Bill se había quedado dormido en el sillón, cuando sintió que su mejilla era acariciada abrió los ojos y vio a Tom con una sonrisa taciturna en los labios.


—Duerme en la cama, yo me acomodo en el sofá.


 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).