-Onodera- san¡¡¡ es cierto que mantiene una relación con el hombre de la foto?....
- ¿Desde hace cuánto salen juntos?.......
- ¿Se declara a sí mismo homosexual?......
Aquel barullo comenzaba a aturdirlo, se arrepentía de no haberse quedado en casa, debió escuchar a Ryu cuando le dijo que los reporteros habían rodeado la editorial y no tenían intenciones de irse.
Con mucho esfuerzo se abrió paso entre la multitud sin responder a ninguna de las indiscretas preguntas de esa banda de buitres, contuvo la andanada de insultos que acumularon en su boca, no deseaba crear más alboroto y ser tachado de agresor en los programas de chismes.
Suspiró con alivio al entrar por fin al edificio; pero su tranquilidad se vio interrumpida cuando, en la oficina del presidente, un ejemplar del periódico lo recibió con su foto en la primera plana “EL GRAN SECRETO DE ONODERA RITSU” ponía como título. La indignación creció en él ¿qué derecho tenían de inmiscuirse en su vida?, se disponía romperlo cuando algo llamó su atención, la mayoría de fotos tenían como escenario su oficina, el comprometedor material había sido tomado en sus narices por algún granuja infiltrado.
Caminó con pasos airados hasta su oficina, donde aun bufando lanzó el diario sobre el escritorio
-Maldita sea¡¡- dijo mientras apretaba el puente de su nariz en busca de una inexistente paciencia. - El periódico ni siquiera publicó el nombre del maldito fotógrafo- .
Sus cavilaciones se vieron interrumpidas cuando un objeto entró en su campo de visión, un pequeño paquete finamente envuelto descansaba sobre su escritorio, el inusual artilugio tenía una notita con un fondo infantil de patitos “PARA ONODERA RITSU” ponía el discordante papel.
El trazo de aquella letra no le era familiar en lo absoluto, así que movido por la curiosidad más que nada se decidió a abrir el cuadrado paquetito, su ceño se frunció al ver que dentro de este había un paquete un poco más pequeño con otra nota que decía “ábreme” y como si de un paquete de muñecas rusas se tratase dentro se encontraba un paquete aún más pequeño “vuelve a intentar”, cualquiera habría lanzado el paquete pero claro él y su ego no podían darse el lujo de fracasar así que decidió abrir el siguiente paquete y el siguiente y el siguiente, cuando llegó al quinto no supo qué lo tenía más molesto si el pensamiento de que había caído en una broma insulsa o que la estúpida notita lo retara “apenas comienza” ; aferrándose a su último resquicio de paciencia abrió el paquete dejando ver por fin el verdadero contenido.
Tomo el papel doblado con cierto hastío, fue desdoblando hasta abrirlo por completo y leyó CALLE SENGU 3021, en definitiva no tenía idea de lo que sucedía ni siquiera conocía aquella dirección, se dispuso tirar el papel hasta que su celular comenzó a sonar.
-Hola?- al ver que nadie respondía cerró la llamada, acto que fue en vano ya que enseguida volvieron a llamar.
-Hola?- nadie contestaba, ¿era el día de joder a Onodera Ritsu?, bastante ceñudo decidió colgar, ignorando que a la distancia una desgarbada silueta observaba sonriente la escena.
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Al cabo de una semana, las llamadas no habían parado, jamás le decían nada; pero podía escuchar la respiración irregular del interlocutor, como si el nerviosismo en la voz del escritor le excitase. Las cosas empeoraron cuando las llamadas llegaron hasta su departamento despertándolo en mitad de la noche solo para sentirse acechado.
Estaba sentado, nervioso y ansioso, en su cómoda silla ejecutiva cuando recibió la primera llamada del día, en la cual obtuvo el ya acostumbrado silencio, visiblemente irritado lanzó un bufido mientras fruncía el ceño en acto reflejo.
-Me gusta cuando frunces el ceño- habló el extraño por primera vez
Actuando por mero instinto, el escritor se volteó para ver si alguien se encontraba a su espalda ganándose una suave risa como respuesta.
-Oh por favor! Claro que no estoy detrás de ti.- sonó divertida la voz
Por breves segundos se mantuvo una atmósfera tensa, silenciosa, un ambiente en el que ambos intentaban doblegar al contrario. Ritsu podía palpar la satisfacción del otro ante su mutismo.
-¿Quién rayos eres?- espetó con desagrado, quedando prendado del matiz dulce que acompañó a la simple respuesta
-Tu más grande admirador….
La llamada fue terminada y el sonido de la línea abierta llenó sus oídos, no logró moverse ni un centímetro, ni siquiera cuando la puerta de la oficina fue abierta y Takano comenzó a hablarle.
-Ritsu… Ritsu….- decía el azabache al ver que su pequeño no respondía- Ritsu...
-¿eh? ¿Qué sucede?
-Llevo hablándote más de quince minutos, dejaron esto para ti en recepción – dijo entregándole una pequeña caja.
Temeroso, el castaño abrió el paquete viendo el contenido dejando caer la caja sobre el escritorio, contempló con terror la ecografía que tan celosamente guardaba en su habitación, acompañada de una nota que rezaba:
Somos dos almas rotas
Desde siempre exiliadas
Nuestro lazo, las palabras
La emoción y las horas.
Espíritus que se funden
En desesperada necesidad
De marcar, de poseer
De amar.
SIEMPRE TUYO, ANONIMO
Su mente trabajaba a mil, su corazón latía frenético, su respiración se descontroló y lo supo, estaba sufriendo un ataque de pánico.
Takano al ver la reacción del contrario se apresuró a acunarlo en sus brazos para tranquilizarlo, pasaron alrededor de cinco minutos cuando el pequeño se atrevió a hablar.
-Estuvo en mi casa- murmuró- no hay otra forma de que consiguiera la ecografía
-¿Quién Ritsu? ¿Quién estuvo en tu casa?
-No lo sé, no sé quién es- la confusión se pintó en el rostro ajeno- estoy asustado- culminó sollozando.
Las grandes manos lo sostuvieron con fuerza hasta que dejara de llorar.
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El detective Yokozawa Takafumi se removió somnoliento contra el pecho de su amante cuando escuchó el sonido de su celular, con aire perezoso contestó la llamada de su mejor amigo, enterándose de la situación. Una vez hubo colgado, no tardó más de cinco minutos en vestirse y dirigirse a la salida sin sigilo alguno, después de todo era su día libre y Kirishima Zen no despertaría hasta pasado las once.
Al llegar a la editorial, se encontró con el rostro preocupado de Masamune quién lo guio hacia el presunto acosado, con la voz más suave que pudo encontrar se dirigió hacia el escritor, preguntándole acerca de su situación.
-Me permitirías ver lo que te envió?- preguntó, teniendo casi al instante la caja en sus manos, leyó aquella nota intentando identificar un indicio que le ayudara en el caso.
- Eres cercano a muchas personas?
-No en realidad, mi círculo social es supremamente cerrado, actualmente solo se limita a Isaka Ryu y Takano-san.
-Creo que el sujeto que buscamos es alguien que tiene o tuvo acceso directo a ti.
-Eso es imposible, él mismo me dijo que era solo un admirador.
- Dudo que sea solo un fan enloquecido, en la nota habla sobre un lazo, explícitamente dice: nuestro lazo las palabras, la emoción y las horas eso junto a la facilidad que tuvo para acceder a la editorial me dicen que debe ser alguien cercano. Así que le suplico que haga memoria.
-En realidad no recuerdo a nadie, es la verdad
Yokozawa suspiró resignado, el castaño no sería de ayuda mientras siguiera en shock así que la mejor opción era terminar el interrogatorio.
-Bien, yo me llevaré la nota y la ecografía a los laboratorios para revisar si dejó algún residuo genético; mientras tanto necesitaré que Ritsu se quede con Masamune.
Ambos hombres miraron con sorpresa al detective, quien al intuir la protesta por parte del escritor acotó:
-El sujeto en cuestión ya ha entrado en tu casa así que ya no es un lugar seguro, no puedo dejarte solo en un hotel porque sería igual de peligroso y además alertaría a la prensa, así que la única opción viable es que te quedes con Masamune.- dijo para dirigirse a la salida quitándole a Ritsu toda opción a reclamo.
Takano espabilándose de su estupor inicial, se apresuró a despedirlo en la puerta, recibiendo una advertencia
-Necesito que lo cuides bien, no lo dejes solo ni un momento, quien haya escrito esto considera a Ritsu como algo de su propiedad, como su posesión y créeme que no dudará en venir por lo que cree suyo.- sentenció para abandonar la oficina.
Afuera el viento invernal soplaba contra el rostro del detective, quien contempló un punto inexistente en el cielo, mientras en sus labios se pintaba una ligera sonrisa
-Así que quieres jugar bastardo listo, espero que estés preparado.