Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tigre de Bengala por RyuStark

[Reviews - 200]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola bebés <3

Dios, que cansada estoy. Pero sé que si no actualizo todos morirán. Y yo moriré y fin. Lolololol.

Pero en fin, les traigo extra fluff en compensación por el drama pasado, mucho romance tierno y esponjoso -tanto que les saldrán caries-. Humor estúpido, ¡Sorpresas por dos! :D, personaje nuevo y pasión ¬w¬ ¡Kagami es cenicienta! Ok no >u<

Espero que lo disfruten. Los adoro :3

---------Kagami T.-----------

—Ya veo, así que eso fue lo que pasó. Debes saber Kagami, que nada fue tu culpa. Te sentiste atacado y simplemente te defendiste, es una reacción normal para cualquier persona. Pero lo más importante es que a pesar de todo, supiste controlar la situación más adelante e inclusive le pediste una disculpa a Kise y lograste que Aomine se calmara. Me da mucha alegría que ahora puedas contener mejor tus emociones. Eso me indica cuanto has avanzado.

Le sonrío feliz a Midorima y asiento para él mientras permanezco sentado en el enorme diván verde en su consultorio privado. —Sinceramente me enojé bastante, pero después de reflexionarlo supe que si yo no tomaba el control de todo, nadie más lo haría.

—Es bueno que seas consciente de ello Kagami.

Mi doctor me mira impasible y comprensivo como siempre mientras hace un par de notas en su bonita libreta de cuero. Claro hasta que suena una pequeña campanita que nos indica que la sesión del día ha terminado.

—Como sabes no es muy profesional que yo continúe siendo tu psiquiatra, ya que ahora tenemos una relación afectiva que nos conecta-nanodayo. Pero también sé que después de tantos años te sentirías incómodo cambiando de psiquiatra.

—No quiero cambiar de psiquiatra….Y la relación afectiva, ¿Lo dices por Daiki?

—Aomine es mi amigo, parte de mi familia prácticamente. Y eso te hace a ti parte de ello Kagami.

No puedo evitar sonreír como un tonto al escuchar sus palabras provocándole a mi doctor la misma mueca dulce. —No sabes la alegría que le daría a Daiki oírte y saber que lo consideras parte de tu familia. —Midorima suspira como relajándose y recargándose en su sillón.

—Solo porque ha terminado nuestra sesión te lo diré. Aunque Aomine jamás nos sintió tan cercanos, nosotros siempre lo consideramos parte nuestra. Aun cuando se ha alejado en estos años, todos aunque sea un poco hemos estado detrás de él, buscándolo y atrayéndolo muy a regañadientes; en especial Akashi y Murasakibara junto a Himuro. Lo bueno de que ahora estés con él, es que podrá verlo y sobre todo sentirlo.

—Gracias por eso.

—No hay nada que agradecer. Ahora ve, seguro que Aomine te está esperando-nanodayo.

Después de estrechar su mano y sonreírle simplemente me acompaña a la puerta. Apenas abre ruedo los ojos al ver que Daiki que se quedó esperándome, ahora está tirado a lo largo del sillón roncando y hasta babeándose justo como si estuviera en su jodida casa. —¡Ahomine! ¡Despierta tonto! —Daiki se levanta del susto y de golpe, limpiándose la boca y buscándome con la mirada.

—¡Eh! ¡¿Eh?! ¿Dormido? ¡¿Quién mierda está dormido?!  Hey Bakagami…ya saliste, ¿Qué te dijo el doctor? ¿Lo de tus cejas no tiene remedio huh? Ni modo, te las tendré que parchar con un curita.

—¡Yo te voy a parchar a ti la cara a golpes! ¡Deja mis cejas en paz idiota! Ugh…Midorima lo siento. —Mi doctor simplemente sonríe y niega mientras Aomine se levanta, estirándose y dándole la misma mano con la que se acaba de limpiar la baba a Midorima, que frunce la nariz sacándome una carcajada. —Es…un enorme mocoso.

—Lo sé. —Me contesta Midorima.

—Huh, ya quisieran lucir igual de candentes que este enorme mocoso. Pero en fin, ¿No habrá problema con el bebé y los medicamentos?

—No lo habrá. Ya le di claras indicaciones a Kagami, es mejor que él te explique. Y si tienes alguna duda llámame.

—Bien, hora de irnos tigre. —Daiki y Midorima simplemente se hacen un gesto antes de que mi novio me abrace por el cuello y me lleve con él.

—Aomine… —Dice Midorima haciendo que nos detengamos.

—¿Qué pasa?

—Estaré esperando tu llamada. Y también una invitación para juntarnos y celebrar que pronto te casarás con Kagami.

 Aomine lo mira fijamente por lo que pareciera una pequeña eternidad, antes de sonreír, bufar y restarle importancia con su mano.

—Vaya tipos pesados, pero lo que sea. Si fiesta quieren, fiesta les daré. Solo deberías prepararte para sacar a tu paciente estrella de prisión, porque mira que suele ponerse bastante salvaje.

—¡No…no es verdad! ¡Ven aquí! —Me lo llevo jalándolo de una oreja mientras él gruñe y se ríe. —¿Debías contarle eso?

—Como si no ya supiera que eres un salvaje.

—Y tú un idiota.

—Amas al idiota. Soy sexy.

—Quisieras, ahora muévete que se nos hace tarde para el ultrasonido con Momoi. —Daiki se deja llevar y en cuestión de minutos tomamos el auto y llegamos al hospital para ir con la hermana de Aomine. Y es que decidimos que hoy sería el día en que por fin conoceríamos al enorme bebé. Y digo enorme, porque en apenas días pareciera haber crecido bastante.

—¡Dai-chan, Kagamin, por aquí!

Y claro que Momoi nos ha visto y ahora ha venido por nosotros. De inmediato Aomine es empujado, golpeado y casi triturado por Momoi que le reclama el no habernos presentado antes. En cuanto a mi soy abrazado con extra ternura antes de que me lleve casi arrastrando hasta su consultorio.

—Oe, ¿En esa cosa rara podremos ver al bebé?

—Esa cosa rara es la pantalla Dai-chan y sí, sí podrán ver a su bebé y oír su corazón.

Me emociono como nunca por ese hecho, estrujando la mano de Daiki que me sonríe de lado muy orgulloso. Así que una vez que me levanto la camiseta y soy embarrado en gel por fin inicia el procedimiento.

—No veo nada Satsuki. ¿Y por qué aun no ruge el bebé?

—Ni que fuera Godzilla, Ahomine.

—Torpe, lo digo porque aún no sabemos si el bebé será una pequeña pantera o un mini tigre de bengala.

Ruedo los ojos mientras me rio un poco y lo jalo para hacerlo inclinarse y que pueda besarme entre sonrisas. —Eres un caso perdido Daiki.

—¿Nos estamos poniendo traviesos Taiga?

—Oh dios…

La exclamación de Momoi me alerta y asusta a la vez, haciéndome girar preocupado al igual que Daiki. —¿Mi bebé está bien? —Se lo pregunto aterrorizado mientras aprieto el agarre en Aomine.

—¿Por qué pones esa cara Satsuki? ¿Qué tiene el bebé? ¿Está bien?

—Bien…oh sí, muy, muy bien. ¡Están de maravilla! —Dice eufórica.

—¿Cómo que están? —Le pregunto ya tranquilo, pero curioso. Momoi por su lado ahora nos mira en exceso feliz.

—Kagami, Dai-chan…no es uno. ¡Son dos! ¡Dos bebés, tigrecitos, panteritas o lo que sea! ¡Pero dos!

—¡Ja! ¡Dos! ¡¿Dos?! ¡¿Cómo que dos?! —Grita Aomine impactado al igual que yo.

Lo malo, es que apenas comprendemos a Aomine se le van los ojos para atrás y él no tarde en irse de espalda directo al piso. —¡Daiki!

—¡Dai-chan!

Momoi ayuda a mi idiota novio, que así como se cayó se levanta mientras yo me incorporo para jalarle la perilla. —Idiota me asustast…—Más no termino de hablar, porque Daiki toma mi rostro para besarme repetidamente y finalmente abrazarme muy fuerte.

—Te amo Kagami. Te amo muchísimo. Gracias…gracias. Gracias.

Por una muy extraña razón, que seguramente son las malditas hormonas, siento sus palabras llegarme con más fuerza que nunca. Mis ojos arden y mi corazón late en exceso eufórico mientras lo abrazo con insistencia. —También te amo. —El padre de mis hijos y yo nos miramos con alegría a la vez que escuchamos un pronunciado suspiro de amor proveniente de Momoi.

—Se ven justo como yo me veía con mi segundo…no, tercer marido. ¡Estoy tan feliz por ustedes, Dai-chan, Kagamin!

Después de las buenas noticias Momoi continua con el ultrasonido, ahora si señalándonos los pequeños corazones que claramente escuchamos latir. Y aunque he sido feliz desde el primer día en que conocí a Aomine, hoy en especial me siento tan vivo, lleno de ilusión y mucha emoción por la vida, no solo por la que crece dentro de mí, sino por la que pienso compartir junto al hombre que amo.

Al terminar Momoi nos imprime la pequeña foto de los bebés, diciéndonos que aún son pequeños y lo más probable es que dentro de medio mes más podremos saber su sexo —si es que queremos—. Así que después de más indicaciones simplemente salimos felices y extasiados.

—Taiga te pasaré a dejar a casa para que te arregles y haré que alguien pase a recogerte para vernos en el evento de esta noche.

—¿Cuál evento? ¿Arreglarme? ¿De qué carajo hablas? ¿Sigues drogado de emoción por lo de los bebés?

—¡Tú Bakagami! Ayer te dije que hoy en la noche habrá un evento de gala muy importante por parte de la policía de Tokio, debo ir y en consecuencia tú irás conmigo.

—¿Yo? ¡¿Yo por qué?! —Le pregunto entre curioso y nervioso.

—Eres prácticamente mi esposo Taiga y quiero presentarte con todos. ¿Puedes hacerme ese favor?

El muy maldito me lo dice con esa sonrisa preciosa y destructora que me impide negarme, a la vez que siento un rico calorcito en el pecho por eso de querer presentarme con todos sus colegas. —Supongo que iré.

—Bien, allá te veré que aún tengo trabajo.

Mi novio me besa antes de que yo me baje del auto y suspire alegre, por supuesto besando la fotografía del ultrasonido y finalmente subiendo a mi departamento. Ya ahí, apenas entro brinco del maldito susto al ver a Kuroko salir de la nada con un sartén. —Mierda Kuroko, tengo mal la vejiga con esto del embarazo y tú sales como maldito Jason en viernes trece. ¿Quieres matarme del susto o qué?

—Lo siento mucho Kagami-kun, es solo que pensé que podría ser Akashi-kun.

—¿Cómo carajos Akashi entraría sin llaves? —Mi amigo levanta una ceja que me hace comprender. Akashi es…Akashi. —No hay nada que el dinero no compre huh.

—Así es. Pero en todo caso recuerda, si él entra tú lo sostienes y yo lo golpeo.

—¿Podrías dejar de planear como acortar nuestras vidas por favor? El tipo ni siquiera te ha venido a buscar aquí y estás paranoico. ¡Más que yo, y eso ya es mucho! Mira que a veces desconfío de las miraditas del hombre de la panadería.

—Kagami-kun y su gran imaginación. Ahora ven que ya hice de comer. ¿Aomine-kun fue al trabajo?

Asiento mientras avanzo con él al comedor, donde me complace ver un montón de cosas ricas. Me dispongo a comer con mi amigo y a ponerlo al día de todo lo que aconteció en mis consultas. Claro que Kuroko muere y revive un poco, solo para terminar haciéndome una mini fiesta por la noticia de los bebés y otra más porque está feliz de que saldré con Aomine por la noche. —¿Estás contento porque tendrás la casa para ti y tu acosador favorito podrá venir a verte?

—Ugh…no lo menciones.

—¿Ya me dices qué pasó entre los dos? —Kuroko se cruza de brazos e infla las mejillas como si fuera un niñato haciéndome reír. —Habla ya.

—Él y yo…pasamos la línea, las cosas se salieron de control y me enojé, fin.

—Cogieron, él se puso en plan serio contigo, no supiste cómo reaccionar y huiste. —Kuroko me gruñe porque claramente he dado en el clavo. —Venga ya, no te hagas el difícil, sé que te gusta y tú también. Kuroko…él te tiene mal. Realmente mal. Mal como Aomine me tenía a mi cuando recién nos conocimos y me di cuenta cuanto me gustaba.

—Tu amor con Aomine-kun es uno en un billón. A mí me cuesta trabajo idealizar que me ha sido tan fácil encontrar al mío. Es imposible. Pero ahora es tiempo de arreglarte para tu noche de gala con tu marido el detective y no se hable más del asunto.

Ruedo los ojos porque he sido totalmente ignorado y ahora llevado a mi habitación. —Oh mierda. Kuroko ahora que lo pienso no tengo nada de gala que ponerme.

—No te preocupes, esto llegó hace un rato.

Kuroko me señala un exquisito traje de color borgoña intenso, más una preciosa camisa blanca, un par de zapatos y un abrigo. Todo nuevo y deslumbrante. 

—Tu marido tiene buen gusto y te lo escogió.

Kuroko me lo dice mientras me pasa una pequeña tarjeta con la letra de Aomine. “Úsalo para mi tigre de bengala, nos veremos en la noche”. Me quedo con la boca abierta, muriendo internamente, solo para acercarme y palpar la tela fina, tersa y deslumbrante.  Regalo…un regalo de Aomine. ¡Ugh, ese idiota siempre consintiéndome y gastando dinero innecesariamente! —Esto…esto se ve muy costoso, ¿Qué mierda es? ¿Chanel, Dior, Armani?

—Al parecer Aomine-kun jamás escatima en gastos cuando se trata de ti. Así que ahora menos plática y metete a bañar. 

De no ser porque estoy embarazado Kuroko me metería a la regadera de una patada. Y aunque me gustaría tomarme mi lindo tiempo, por fin noto que el tiempo se me ha ido como agua entre los dedos —como de costumbre— y ya es realmente tarde. Por lo que me tallo a la velocidad de la luz, para finalmente salir, cambiarme y notar que todo me queda a la perfección dándome a entender que fue hecho a la medida.

Bueno a excepción de la camisa, no que me quede ajustada por mis hijos, pero sin duda debo recordar no atascarme con la cena para no matar a alguien de un botonazo. 

Finalmente con la ayuda extrema de Kuroko, mucho gel y un cepillo mi cabello es domado después de milenios siendo salvaje. —Vaya, ¿Ese soy yo? —Y más que a Kuroko se lo pregunto a mi reflejo en el espejo.

—Así es, luces como el respetable y guapo prometido de un gran policía.

Eso me alegra y emociona en exceso, pero no tengo ni tiempo de fantasear, que el teléfono suena avisándome que mi transporte ha llegado. Por lo que a prisa me coloco mi moño, un poco de loción, tomo mi abrigo y salgo volando.

—¡No dejes que nadie te intimide! ¡Y si es así, recuerda que un golpe directo a la cara bastará! —Me grita Kuroko desde la puerta.

‘Clásico de Kuroko’ supongo. Ahora si bajo al primer piso, saliendo y encontrándome con que un estilizado auto negro ya me espera. Pero no solo eso, sino que el ambiente está realmente frío presagiando que necesitaré mucho contacto para entrar en calor.

Extraño a Aomine.

Y aunque sé que ya lo veré, no puedo evitar necesitarlo ahora. Así que entro por la puerta que el chofer ya tiene abierta para mí ansiando mi destino. El camino es relativamente rápido, porque pareciera que el frío ha ahuyentado el tráfico. Mi mente se pierde y divaga por pequeños y grandes lapsos hasta que la puerta se abre una vez más.

Salgo del vehículo, parpadeando un par de veces y por fin asimilando la realidad. Me encuentro frente a una enorme casa, que más que casa parece mansión de dos pisos. Blanca y con elegantes ventanales y columnas al estilo occidental. ¿Qué carajo? ¿Qué no era evento de la policía?

Miro a mis lados a varias personas más llegar en sus autos de lujo y ser recibidas justo como yo, más otras que vienen caminando por el camino de piedra. Todos por supuesto vienen de gala, tanto hombres como mujeres.

Trago un poco de saliva sintiéndome ligeramente fuera de lugar, pero inevitablemente sigo el camino que han preparado hasta la entrada donde hay dos tipos enormes que intimidarían a cualquiera que se quiera colar sin invitación.

—Su nombre caballero.

—Uh…Kagami… No, no…Aomine, Aomine Daiki, vengo con él. Soy su…prometido. —El hombre me levanta una ceja, pero termina buscando en su lista antes de asentir y ahora si sonreírme indicándome que pase.

Apenas atravieso el recibidor y entrego mi abrigo, me pellizco al entrar al salón principal, que yace abierto hacia la enorme terraza y parte del jardín donde está la verdadera fiesta. Me quedo como vil imbécil con la boca abierta, mirando que hay un cuarteto de jazz tocando, meseros con charolas caminando por doquier, varias barras de alimentos y un enorme bar más una bonita pista de baile junto a la fuente con leones de piedra. ¡Putos leones por todos los cielos!

¡Oh carajo! ¡Existen! ¡Estas fiestas en serio existen! Creí que era un invento de las películas, pero realmente hay quienes celebran así de grande y ostentoso. ¡Kuroko no me lo va a creer! Saco mi celular a prisa para tomar un par de fotos a la vez que le robo, bueno, tomo un par de aperitivos, por no decir un montón a uno de los meseros que me sonríe.

Lo malo es que apenas lo mastico frunzo el ceño. Yo cocino mejor. —Mierda, sabe horrible. ¿No tienen alguna hamburguesa o algo así? —Le pregunto al mesero como no queriendo.

—Me temo que no caballero, pero hay todo tipo de cortes de carnes y guarniciones.

—Gracias, ya me las arreglaré. —Simplemente me sigo de lado, maravillándome con todo cuanto veo y tomando fotografías, escuchando un par de risitas inofensivas a mis espaldas. Algunas muchachas y señoras más grandes me sonríen, seguramente encontrando muy entretenido lo que hago. —Uh…hola.

Y así como saludo me voy, porque los extraños no son lo mío. ¿Dónde estará Aomine? Ahora si le arranco la perilla si me deja aquí abandonado. Digo, no me vestí y hasta peine en vano. Así que me dedico a buscarlo sin encontrarlo por ninguna parte.

—Caballero, su bebida.

—¿Me la hiciste doble? Hoy no manejo. —El bartender me sonríe y asiente entregándome mi limonada extra dulce y con mucho hielo a la cual le doy un profundo trago. —Uf, está fuerte. Ahora a seguir con la búsqueda. —Sigo paseándome entre mares de personas mientras bebo y le mando el milésimo mensaje a Aomine que me tiene ignorado. —¿Dónde estás Ahomine?

—¡Tigre de bengala!

Y claro que es él. Giro dejando mi bebida, quedándome agradablemente estático y prácticamente escuchando una estúpida canción de amor reproduciéndose en mi cabeza al verlo terminar de bajar las escaleras, luciendo más guapo que nunca y sonriéndome encantador. El tiempo se detiene mientras Aomine camina hacia mí en ese deslumbrante smoking, apenas recordando respirar al sentir como me abraza y estrecha entre sus fuertes brazos.

—Maldición Taiga, luces precioso…deja de seducirme ¿Quieres?

No me queda más que reírme mientras afianzo el abrazo y le acaricio la nuca con cariño. —Te extrañé idiota, y tú me dejas abandonado con esta bola de estirados. Y no sé si es mi paranoia pero no dejan de mirarme sabes. —Daiki se despega riéndose y acariciándome el rostro.

—No es paranoia tigre, realmente están mirándote. ¿Y sabes por qué? Porque eres el chico más jodidamente guapo, encantador y candente de toda la fiesta. Pero para su mala suerte eres mío.

—Bastardo vergonzoso. Hablándome bonito no lograrás llevarme a la cama. —Se lo digo entre gruñón y divertido, sintiendo mi maldito rostro arder. —No cabe duda que la edad te ha dado las palabras huh.

—No tienes ni la menor idea Kagami-chan.  Ahora ven, te presentaré con todos.

—Espera un momento. En primera, ¿No dijiste que esto era un evento de la policía? Y en segunda, ¿Por qué no hay hamburguesas? —Aomine suelta una carcajada que me hace gruñirle y morderle la mano con la que intenta acariciarme una vez más.

—Eres el mejor Kagami…el mejor. Y bueno, si es un evento de la policía. Es el cumpleaños de Harasawa, mi jefe y al ser un alto mando en la pirámide, entenderás que la mayoría de invitados son policías, aparte de algunos políticos importantes y otros servidores públicos, más empresarios amigos de él.

—¿Y nosotros que hacemos aquí?

—Eso te lo contestaré yo, Taiga-kun.

El que si no me equivoco es Harasawa-san, el jefe de Daiki y por lo visto el festejado, llega abrazando a mi novio por los hombros y haciéndolo rodar los ojos.

—Ugh, largo de aquí viejo chiflado.

—Mucho gusto, soy Katsunori Harasawa y en pocas palabras soy el jefe y el padre adoptivo de este niñato irrespetuoso y rebelde con el que tengo entendido te casaras.

—¿Hah? ¿Desde cuándo se supone que eres mi padre, viejo verde? No te inventes cosas raras.

—Oh vamos, te conozco desde que eras un niño que corría a refugiarse a mi estación, cuando según tú eras perseguido por un enjambre de abejas. Lo hubieras visto, llegaba llorando a mí para que lo consolara y lo llevara con su mamá. Era realmente un niño adorable y llorón…ahora, bueno…es otro asunto.

No puedo evitar reírme al ver a Aomine negar avergonzado. —Harasawa-san es un placer, me encantaría oír más de esas historias.

—Oh no, nadie contará esas historias. Lo tienes prohibido Harasawa.

—Sí, sí…lo que tú digas.

Su jefe y yo nos reímos de su expresión de enfado, claro hasta que uno de sus asistentes le dice al oído a Harasawa-san que ya es tiempo. ¿De qué? No sé, pero soy llevado al salón principal, donde al entrar todos le aplauden al festejado, que no tarda en subirse al pequeño escenario tras el micrófono. Rápidamente agradece la asistencia de todos  y cuenta una pequeña anécdota de su juventud.

Pero lo mejor es que conforme habla, Aomine me abraza por la cintura y yo me recargo en él sintiéndome realmente bien. Definitivamente no importa la ocasión, ni el lugar, porque siempre que Aomine esté conmigo todo es perfecto. 

—Sinceramente a mi edad no me esperaba otra promoción, pero como todos ya saben hace un par de días fui nombrado comisionado general, y deje mi puesto de superintendente general atrás. Puesto que ha tenido a todos en suspenso, pero que ahora tengo el placer de decir que ya tiene un ocupante y quisiera aprovechar la oportunidad para presentárselos. No hay nadie y cuando digo nadie, es nadie en toda la policía de Tokio que no lo conozca por su leal sentido de la justicia y su audacia a la hora de resolver cualquier caso que se le presente. Agente especial Aomine, sé que desempeñará su nuevo cargo a la perfección. —Dice Harasawa-san casualmente antes de comenzar a aplaudirle a mi novio.

Juro que debo ser el único que está pasmado como estúpido mientras todos aplauden. Aomine sonríe amable, estrecha un par de manos e intercambia abrazos con varios compañeros y gente que no conozco. Y una pequeña eternidad después, por fin el asunto de su nuevo puesto se cierra y él me sonríe mientras se encoge de hombros. —Perdón, ¿Cuándo pensabas decirme que dejaste de ser detective para volverte superintendente o esa mierda? Espera, en primera ¿Qué es un superintendente general?

—Bueno, fue de improviso. Harasawa fue ascendido hace unos días y me dijo que quería que yo ocupara su puesto. Le dije que lo pensaría, y termine aceptando hoy por la tarde. El superintendente general es el comandante de toda la policía metropolitana de Tokio, Kagami-chan.

—Oh mierda, suena serio. Pero... ¿Por qué? Tú…tú amas ser detective. —Se lo digo preocupado mientras lo abrazo insistente.

—Te amo mucho más a ti y a nuestros hijos Taiga.

—Daiki…pero tu trabajo.

—No pongas esa cara. A decir verdad estoy bastante feliz. No cualquiera es ascendido a un puesto así de grande a mi edad. Y me da gusto que reconozcan mi esfuerzo de tantos años. Ser detective fue una etapa de mi vida, pero ya terminó. Y ahora inicia una mucho mejor. La tuya y mía. La de nuestra familia.

—Daiki…—Me muerdo los labios, pegando mi frente con la suya y mirándolo fijo. —No tienes que hacer esto por nosotros.

—Deja de dramatizar Bakagami…quiero hacer esto. Eso y que ahora tendré una oficina enorme y privada, a la cual podrás visitarme todos los días y jugar conmigo sobre mi escritorio…si sabes a lo que me refiero.

Le gruño entre sonrisas por ese estúpido juego de cejas perverso que me da. —No tienes remedio. Pero prométeme que si es demasiado o no te gusta me lo dirás.

—Lo prometo tigre. ¿Ahora por favor puedo librarme del abrazo del oso asesino e ir por una copa de champagne, para que luego mi prometido y yo bailemos un poco?

Le refunfuño, pero termino sonriéndole y aventándolo hacia la barra mientras yo me voy por un par de canapés al otro extremo. Disfruto de la comida desabrida y de los postres mirando de reojo que un par de señores —que lucen intimidantes— han emboscado a Daiki y ahora platican con él alegres.

No puedo evitar suspirar y sentirme en exceso orgulloso, porque ese es el hombre del que me enamoré. Alguien fuerte, inteligente y sumamente valiente y decidido. Me fascina el verlo desenvolverse con tanta gracia, como si le resultara natural y sencillo. En definitivo amo todas y cada una de sus facetas.

—Tú debes ser Taiga.

Elevo la vista topándome con verde intenso. Un tipo rubio y con un extraño tatuaje en el cuello que sobresale de su camisa, por lo visto extranjero y quizás con apenas un par de años más que yo me sonríe “amable” mientras me tiende su mano. De alguna manera me ha molestado que me llame por mi nombre. —¿Perdón?

—¿No eres el prometido de Aomine Daiki, el nuevo superintendente de la policía?

—Sí, lo soy. ¿Tú quién eres? —Al confirmárselo el hombre me da una turbia sonrisa, que me hace retroceder por instinto.

—Oh lo siento, no quise asustarte. Soy parecido a ti Taiga. Mitad americano, mitad japonés. Mi nombre es Nash Gold Jr. Y recientemente fui transferido a Tokio.

—Ya veo, ¿Y te puedo ayudar en algo? —El hombre me mira con detenimiento, haciéndome sentir realmente incómodo. Hay algo en él que me hace estar alerta. Esa mirada que tiene pareciera casi animal e insana. No lasciva o despectiva, sino cruel.

—¿Taiga, te gusta la magia? Yo sé hacer algunos trucos realmente buenos. ¿Quieres que te muestre uno?

Lo miro sin comprender y estoy listo para empujarlo en cuanto veo una de sus manos acercarse para tocarme, más no tengo que hacerlo ya que Daiki ha llegado para sostenerlo por la muñeca.

—Deberías leer la atmosfera, no le agradas y lo estás incomodando. —Le dice Daiki algo sombrío sin perder su toque refinado ni la compostura. Por su lado Nash le sostiene esa misma mirada cruel a Daiki, hasta que un par de segundos después se suelta y sonríe una vez más amable.

—Lo siento, lo siento. No quise ser grosero. No volverá a suceder.

—No, no volverá a suceder. Además escuché que eres un nuevo recluta ¿Cierto? ¿Cómo es que te invitaron a esta fiesta? Que yo sepa no eres conocido de Harasawa.

—Vaya me descubriste, cuan astuto es el nuevo superintendente. No por nada eras considerado el mejor detective en la ciudad. Y bueno tienes razón, no conozco a Harasawa-san personalmente, solo vine de acompañante de uno de los invitados. Pero ya me voy, no quiero incomodar a nadie.

Daiki lo mira con detenimiento mientras Nash se da la vuelta para irse. —Espera. —Dice Daiki haciéndolo voltear. —Nunca vuelvas a acercarte a mi prometido. Y para ti no es Taiga, es Aomine-san. Ah, y debo informarte que aun soy el mejor detective de la ciudad. Ahora será bueno que te retires, o haré que alguien te acompañe a la puerta.

Nash mira a Daiki con malicia mientras le sonríe de lado y se encoge de hombres. —Lo que usted diga señor. —Le dice Nash antes de salir en definitivo del lugar. Pero aun cuando ya se ha ido, Aomine permanece mirando hacia la puerta.

—¿Daiki? ¿Estás bien?

—Estoy bien, pero no vuelvas a acercarte a ese hombre Taiga. Y si te lo encuentras de casualidad, asegúrate de decírmelo.

—Bien, pero ¿Puedo preguntar por qué?

—He visto la mirada de ese hombre antes Taiga, y no es normal. Es la mirada de alguien cruel y hostil, de alguien con malas intenciones. Seguro que tú también lo sentiste.

— ¿Debería asustarme?

—Por supuesto que no, me tienes a mí. Pero ya no pensemos en él y vamos a bailar.

—No, Daiki, espera. —Y claro que no espera llevándome a la pista que se encuentra vacía, para abrazarme por la cintura pegándonos y entrelazando su mano libre con la mía.—No…no hay nadie bailando.

—¿Y qué? Oh…esta canción es buena.

Escucho la jodida canción que me hace levantar una ceja. —¡Ah, justo esta canción sonó en mi cabeza cuando te vi bajar las escaleras!

—¿Escuchaste a Whitney Houston cantando ‘I have nothing’ en tu cabeza al verme? Mierda Kagami-chan, debes amarme muchísimo.

—Jódete. —Se lo gruño avergonzado, jalándole las mejillas y viéndolo reírse. —A mi mamá le gustaba esa canción ¿Sí? Además, si te amara de verdad hubiera escuchado, yo que sé, a Elvis o una mierda así.

—Sí, sí…lo que tú digas niñato adorable.

Le sonrío abrazándome a su cuello, pegando mi frente con la suya y bailando cómodo, despacio y en silencio por varios maravillosos minutos. Maldición, como amo a este tipo torpe. —Daiki…

—¿Sí?

—No te creas mucho, pero te ves realmente guapo en ese smoking. Hasta me dan ganas de que nos casemos ahora mismo.

—Intenté contenerme Kagami, en serio que lo intenté. Pero es tu culpa carajo.

—¿Hah? —Más no puedo preguntar más, ya que me toma por la mano y comienza a llevarme rumbo a las escaleras rumbo al segundo piso. —Daiki no podemos hacerlo aquí.

—A Harasawa no le importará.

—¡Eres un pervertido! —Mi novio me lleva hasta una habitación en el fondo, a la cual entramos y rápidamente soy estrellado contra la puerta que se cierra a mi espalda.

De inmediato Aomine me besa con un exceso de pasión, que provoca locura al contacto y me prende en fuego aun en plena oscuridad. Tanto que comenzamos a quitarnos la ropa el uno al otro, apenas si logrando sacarnos el saco, abrirnos la camisa y los pantalones.

Tiemblo entre gemidos y suspiros tibios, aferrándome a sus brazos gruesos y musculosos en un intento por no desplomarme por la explosión de lujuria que ha estallado entre ambos.

Su lengua carnosa, cremosa y húmeda entra hasta mi garganta, haciendo que mis ojos se llenen de lágrimas y que de mi boca comiencen a escurrir pequeños hilos de saliva espesa y burbujeante. Mi cuerpo arde en deseo abrumador y demencial que me tiene gimiendo sin control, debido a Aomine palpando mi piel tibia directamente con rudeza y sin decoro.

—Contra la cama. —Aomine me lo ordena profundo y demandante directo al oído, con su voz más pesada, haciéndome saber que no puedo negarme y no quiero hacerlo.

Por lo que aun a pasos torpes logro arrodillarme frente a la cama, notando que Daiki hace lo mismo tras de mí. Aomine como siempre quiere mostrarme que tiene el control, bajándome los pantalones y la ropa interior y pegando mi cabeza contra el colchón.

El muy bastardo se eleva el ego, torturándome y jodiéndome al comenzar a tallar su erección goteante, bien dura y sumamente gruesa entre mis nalgas, asegurándose de restregarla contra mi agujero húmedo que no para de contraerse en espera de ser llenado. —Aomine maldición. Lo necesito…por favor.

—Si tanto lo quieres te lo daré Taiga. —Me lo dice entretenido y perverso antes de hacerlo.

Aomine me penetra agresivo y hasta el fondo, forzándose a entrar en mí y haciéndome gritar debido al rico ardor y la presión, que me hacen correrme y que un par de lágrimas se acumulen en mis ojos por el exceso de sensaciones quemándome el cuerpo.

—¿Corriéndote con solo tenerme dentro? No tienes remedio tigre.

Aomine no me deja siquiera respirar antes de comenzar a embestirme con rudeza y brutalidad, dejándome percibirlo cada vez más grueso y palpitante dentro de mí. Llenándome rico y hasta el exceso, haciéndome sentir el cuerpo quebrar y un calor extremo esparcirse desde mi interior.

—Carajo Taiga…te sientes tan maldita sea bien para mí. Tan estrecho y caliente.

Daiki quiere perforarme y destrozarme y yo no quiero que se detenga. Al contrario, muevo mis caderas para encontrar el ritmo y acoplarme a sus violentas estocadas. —Sí, sí…sí, justo así. Daiki….Daiki. —Aomine me contesta con un ronco gruñido y una ardiente nalgada que me hace retorcer por el picante ardor.

Mi amor por él, la lujuria y el placer van a matarme y él lo sabe tan bien como yo. Presionando con fuerza mi cabeza contra la cama mientras continúa follándome bestial y a su antojo. Dejándome oír ese golpeteo obsceno, sucio y líquido entre nuestros cuerpos mojados y fogosos que se unen sin descanso ni límites.

 

Aomine sale y entra cada vez más duro y hondo en mí, seguramente disfrutando de oír mi respiración agitada, mis gruñidos y sus propios jadeos insanos y perversos, porque sabe que me tiene jodido por él.

Tanto que me dedico a sorber la saliva que escurre por mi boca, sintiéndolo cada vez más pesado y caliente contra mí mientras sus dedos se entierran en mis muslos y sus dientes en mi cuello. —Dai…Daiki, no puedo…no puedo más. —Se lo susurro gozando de mi cuerpo abriéndose para él y de mi mente perdiéndose entre placer y eternidad.

Y aunque odio no poder controlar las sensaciones, no hago más que rasguñar y golpear la maldita cama, sintiendo hasta las piernas fallarme por la electricidad que me recorre cada vena, torrente y articulación con cada minuto prolongado que pasa. Maldición, está tan profundo, llenándome con su líquido tibio y destrozándome para su placer y el mío.

Es demasiado.

Ya no puedo. No puedo. Me corro entre sonrisas, suspiros, gemidos y espasmos de agonizante lujuria y placer excesivo, sintiendo a Aomine enterrarse en mí tan profundo como puede y recargar su frente en mi nuca para hacer justamente lo mismo. Todo en mi colisiona caótico como nubes sulfurosas, que se combinan con su enloquecedor aroma ahora impreso en mi piel, al igual que las gotas de sudor ardiente que han resbalado desde su cuerpo hasta el mío. —Dai…Daiki…estás loco. Demasiado loco y como me encantas por ello.

—También te amo muchísimo Taiga.

Aomine me lo dice travieso, tomando mi rostro para que gire y pueda besarme candente y despacio, mordiéndome y chupándome los labios; provocándome un rico escalofrío por el vello áspero de su perilla contra mi piel sensible y su lengua morbosa tocando mis puntos débiles. Porque justamente así es Aomine Daiki, trae el paraíso consigo, y sin embargo besa con el infierno en vida. Calcinando, consumiendo y enloqueciendo. Y lo amo. Lo amo. Lo amo. Lo amo…

Notas finales:

Resumen del capítulo; No solo Midorima y Momoi, sino que toda la GoM aman a Aomine y hasta a Kagami aunque el chocolate negro se haga el difícil. Kagami espera no uno, sino dos bebés y es que como no quiero que Kagami se embarace tan seguido, pensé que sería más rápido un 2x1 >u< Y luego de eso Kagami-chan como si fuera la cenicienta llegó al baile, donde encontró a su príncipe encantado ¡Que se volvió súper jefe por su familia! ¡Bammm! Daiki dejo de ser detective gente. Oh dios. Y luego el personaje nuevo es Nash…el tipo vino a joderlo. Todos lo sabemos verdad. ¿De qué manera? Bueno ya lo verán. Y finalmente…¿El AoKaga podría ser más meloso? ¡No lo creo! Siento que me dio diabetes de tanto dulce…:’v

En fin, nos vemos el próximo Jueves con mucho más fluff, algo de drama y ya saben, lo de siempre. Gracias por su cariño y apoyo. ¡Son mi adoración! ¡Nos vemos pronto! <3

Btw, si no han escuchado esa canción de Whitney H. deberían, está bien bonita y me suena a AoKaga puro en tigre de bengala, lol.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).