Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tigre de Bengala por RyuStark

[Reviews - 200]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Heyaaa bebés! <3

Es Jueves de tigre de bengala y Kagami-chan viene con todo, oh sí.

Les traigo romance, drama –eww-, un poco de humor, misterio y hasta intriga. Espera, ¿Qué? ¡Rubios x2! ¡Y Nash quiere ver este mundo arder! Ok no >u< jajajaja

Solo diré “detalles” gente, “detalles pequeños”.

Espero lo disfruten :3333

-----Kagami T.------

—¿Daiki ya te despertaste? —Le grito a Aomine desde la cocina, después de haberlo despertado ya más de tres veces en vano. Parece ser que a pesar de que lleva despertándose a la misma hora por años, simplemente no se le ha hecho un hábito. —¡Ya está el desayuno!

—¿Qué ya estás desnudo? ¡Genial ya voy!

—¡Jódete y date prisa antes de que me termine todo! —Ese Ahomine. Simplemente me dedico a terminar de armar un par de platos con pan francés recién hecho, ahora escurriendo en chocolate, con una montaña de crema batida y una más de fresas, frambuesas y hasta un par de malvaviscos.

Al ver mis dulces abominaciones, solo le ruego a dios que me perdone tanta gula porque sin duda me lo comeré todo. Oh sí. Llego a la mesa colocando los dos platos y viendo que a Aomine se le botan los ojos al ver más comida. —¿Qué?

—Creí que desayunaríamos esto.

Me señala los huevos revueltos con mucho tocino crujiente, papas hash-brown y pan tostado. —Ese es el plato fuerte, este es el postre Daiki. Edúcate.

—Eres el epítome del hombre americano ¿No es así?

—Me amas Ahomine.

—Sí, sí…Solo sienta tu enorme trasero y comamos.

Le levanto una ceja, pero no estoy de ánimos para ahorcarlo tan temprano así que obedezco. Apenas comienzo a comer los ojos se me van para atrás de lo rico que me sabe todo. No sé si sea por los bebés, pero si antes disfrutaba la comida, ahora es la gloria.

—Nadie me dijo que estar embarazado sería así de genial. —Dice Daiki mientras se relame los labios y se mete un par de fresas escurriendo en chocolate a la boca.

—Yo estoy embarazado. No tú.

—Si bueno, con tanta comida rica que haces últimamente no me falta mucho para lucir como de quince meses.

—Pues en ese caso haz mucho ejercicio Daiki, que te quiero bien fuerte y firme.

—Oho-ho, olvidaba que últimamente también estás insaciable y me quieres fuerte, duro y firme encima de ti todo el tiempo tigre. Pero no te preocupes, yo y Daiki Jr. jamás te fallaremos en ese departamento.

—Voy a romperte a Daiki Jr. si no me pasas la mostaza.

—Cualquiera diría que comes por tres, pero en realidad tú lo haces por treinta.

—Y también golpeo por treinta, ahora termina que tienes que irte al trabajo y no puedes llegar tarde.

—¿Irás a verme por la tarde para que comamos juntos?

—No puedo, recuerda que hoy vendrán todos a cenar y quiero preparar algo especial. Aunque….si me compras helado tal vez lo piense.

—Kagami-chan, yo mismo te prepararé el helado.

—No gracias, no quiero morir. —Ambos nos reímos y damos un par de besos antes de terminar de desayunar. Daiki acaba primero para irse a nuestra habitación y cambiarse mientras yo limpio lo demás y finalmente voy a verlo, porque esta es una de mis partes favoritas de nuestro día a día.

Me recargo en el marco de la puerta viéndolo ya vestido con un bonito traje de tres piezas negro y debajo su camisa blanca, ahora viendo que corbata ponerse de entre tantas que tiene. No sé porque, pero simplemente me gusta verlo prepararse.

—¿Rojo o gris? —Me pregunta Daiki, viéndome desde el reflejo del espejo frente a él.

—Rojo. El rojo se te ve bien.

—¿Cómo supiste que es mi color favorito?

Mi guapo novio termina de colocarse su corbata y mancuernillas y de acomodarse su saco mientras yo le paso su abrigo y le ayudo a ponérselo. No puedo evitar abrazarlo con fuerza, disfrutando de sus dedos largos metiéndose entre mi cabello para acariciarlo. —Me encanta lo bien que te ves. Eso y que siempre he tenido algo por los hombres elegantes.

—¿Seduciéndome tan temprano tigre de bengala? Si quieres puedo quedarme y darte todo lo que necesitas.

—Necesito que te vayas para que pueda comer a mis anchas y ver mis películas junto a los bebés. —Le digo mientras avanzamos hasta la entrada.

—Kagami-chan, tú y mis hijos me hieren al no incluirme, pero supongo que tengo que ir a trabajar.

—No llegues tarde ¡Recuerda que hoy vendrán todos!

—Lo que sea. Por cierto no salgas, amaneció nublado y en las noticias dijeron que llovería fuerte por la tarde. No quiero que te mojes.

—Sí, sí… —Le grito a la vez que se cierran las puertas del elevador. Y aunque me dan ganas de tirarme a la cama y alado colocarme el refrigerador para ver la televisión todo el día, la verdad es que tengo muchas cosas que hacer. Empezando por limpiar el desastre de la sala.

Todo porque ayer Aomine y yo celebramos en privado que cumplí cuatro meses y medio de embarazo. Que más bien fue un pretexto para comer sin culpas y ver un estúpido maratón de Jurassik Park. No sé qué tiene Aomine con los dinosaurios.

Dejando de lado eso, aun no puedo creer lo mucho que han cambiado las cosas a mí alrededor en tan poco tiempo. Ahora que Aomine es jefe de la policía, sale mucho más temprano del trabajo e inclusive hay veces que lo acompaño a algunos lados. Lo cual me hace bastante feliz ya que pasamos más tiempo juntos. Ya hasta les estamos preparando su habitación a los bebés, de los cuales no quisimos saber su género para que fuera una sorpresa.

Eso sí, ya sean niños, niñas o uno y uno, tendrán que conformarse con una habitación tapizada con cosas referentes a basquetbol y Godzilla; cortesía de Aomine que saca a relucir sus matices de decorador reprimido. Me acaricio el vientre ante eso sabiendo que nuestros hijos serán unos niños muy consentidos.

Por otro lado Kuroko ha estado muy ocupado con la universidad, pero no quita que venga a verme religiosamente al menos dos veces por semana. En cuanto a papá…no he sabido mucho, por no decir nada de él. Y aunque por una parte me alegra que no venga con sus dramas, por otra me pone triste. Porque a pesar de todo lo quiero, lo extraño y…me duele la distancia.

Es mi padre después de todo. Quizás me sobreprotegió y fue algo estricto, pero estuvo ahí para mí. O eso quiero pensar. Espero algún día comprenda mi relación con Aomine y nos apoye. Creo que en cierta parte he retrasado mi boda con el único propósito de que papá asista. Ojalá no me quede esperando por siempre.

Aunque es curioso, porque quizás mi padre no esté, pero la generación de los milagros ha llegado a mi vida para nunca más irse. Tatsuya junto a Takao vienen a verme todos los jueves, ya que es día de cocteles y shots —según Takao— aunque yo suelo beber jugo mientras comemos y nos ponemos al día.

Y a todos los demás los miro un día cada fin de semana. Escogen ya sea viernes, sábado o domingo y nos juntamos en la casa de alguien al azar o en algún lugar específico y desayunamos, comemos o cenamos y nos la pasamos realmente bien.

Lentamente no solo yo, sino también Daiki, nos hemos ido incorporando a una enorme familia.

Y ya que hoy nos toca ser anfitriones, me dedico a hacer mis tareas del hogar, más varios platillos con el paso de las horas para dejarlos listos. Claro hasta que me dan ganas de matar a cierto idiota al ver que me faltan un par de ingredientes. ¡Ese Ahomine! Le dije que no se comiera los duraznos y las mandarinas porque las ocuparía para un postre y fue se las trago todas y encima me dejó las cáscaras tiradas en la barra.

Lo lamento por ustedes hijos, se quedarán sin padre cuando acabe con ese tonto.

No me queda más que suspirar, ponerme un suéter y salir rumbo al supermercado. Durante el camino saludo al portero y a un par de vecinos, supongo que ya me resulta más fácil tratar con las personas. No diré que mi paranoia ha desaparecido, porque la sensación de ser vigilado aun la tengo oculta, pero ya no como antes que desconfiaba de todos.

Ya en el supermercado hago rápido mis compras, porque me urge regresar a casa. ¡La espalda me está matando al igual que los pies! —privilegios de embarazado— como diría Tatsuya. Y ahí voy, una vez más atravesando el parque de regreso a mi edificio, comiéndome un durazno cuando algo, no, alguien llama mi atención. Una cabellera rubia. Es él. Es Kise.

Kise está sentado en una banca del parque y está… llorando bastante dramático. El sabor dulce de la boca se me vuelve amargo, a la vez que me acerco a prisa a él. —¿Kise estás bien? ¿Qué te pasa? —Le digo tocándole un hombro para que me mire.

—¿Kagami?

Sin duda se sorprende al verme, apenas si dejando de sollozar mientras yo me siento a su lado y observo que estruja un folder entre sus dedos. —¿Quieres que le hable a Kasamatsu-san? —De inmediato niega muchas veces, sorbiéndose la nariz y limpiándose los ojos. Luce terrible.

—Debe ser gracioso verme llorar como un tonto en un parque.

Lo miro preocupado mientras él se ríe entre lágrimas, quizás de los nervios. —¿Pasó algo? —Kise se muerde los labios y me mira fijamente, cómo debatiéndose si contarme o no.

—Vengo…vengo del juzgado.

—¿Del juzgado? —Recuerdo que Kasamatsu-san es abogado, seguramente fue a verlo.

—Sí…vengo de…de…—La voz de Kise se corta y cada vez se hace más pequeña preocupándome hasta el exceso. —Vengo de…firmar mi divorcio con Yukicchi.—De inmediato Kise vuelve a quebrarse y a comenzar a llorar con fuerza haciendo que un terrible nudo se cree en mi garganta.

Kise llora amargo y terrible, como nunca antes había visto a nadie llorar en toda mi vida mientras abraza el folder. Y aunque quizás me odie y me esté buscando más problemas lo abrazo. Kise se tensa por la repentina acción, sin embargo no me despega y continúa llorando por un largo rato. Uno en el cual odio a mis hormonas más que nunca, por tenerme lagrimeando con él y ni hablar del cielo que cada vez se pone más gris y oscuro.

—Lo…lo siento. —Kise se despega para limpiarse y yo aprovecho para hacer lo mismo.

—¿Puedo preguntar por qué se divorciaron? —Lo peor es que al ver su rostro triste una horrible idea cruza mi mente. —Kise, ¿Fue por mi culpa? ¿Por lo que pasó con Aomine? —Pregunto horrorizado.

—¿Qué? ¡No! No…no, claro que no. Esa fue una de las gotas que derramó el vaso, pero ya teníamos problemas desde antes. Fue mi culpa.

—Kise…—Le froto un brazo mientras él me observa fijamente, bajando su mirada hasta mi vientre. —Uh…son dos enormes. Nos enteramos hace un par de meses. —Kise sonríe débil antes de recargarse de lleno en la banca y suspirar agotado.

—¿Recuerdas cuando te dije que no me gustaban los niños? —Me pregunta de la nada y yo asiento en silencio. —Te dije que mi marido me pedía que tuviéramos algunos y yo siempre le contestaba que no estaba listo para perder mi figura por un bebé. Pero la verdad… —Kise una vez más comienza a llorar, pero igual de rápido se contiene.

—La verdad es que no puedo tener hijos. No puedo. Desde que era joven me habían dicho que era esa clase de hombre, pero cuando tenía 17 me ocurrió un…incidente y quedé estéril. Al poco tiempo me hice novio de Yukicchi y un par de años después nos casamos. Sabes, él se casó conmigo con la idea de que formaríamos una gran familia juntos. Pero yo nunca le dije que no podía dársela, aun cuando quise creer lo contrario.

Me sometí a los tratamientos más caros e invertí casi todo mi dinero, pero jamás pude quedar embarazado. Y me daba tanta vergüenza decírselo, que siempre le inventaba ese pretexto de que ya luego vendrían los bebés y que aún éramos jóvenes. Pero la verdad es que nunca llegaron y ya no somos jóvenes. Supongo que me obsesioné con ello, no le decía nada y lo harté.

Él dijo que me desconocía totalmente. Que yo no era el hombre con el que se casó y que mis actitudes estaban terminando con lo poco que quedaba.

—¿Él…te dejó por eso? —Le preguntó triste mientras tomo su mano.

—No…por supuesto que no. —Kise se ríe y niega con una sonrisa melancólica. —Yukicchi jamás haría eso. Él no es esa clase de hombre, él jamás me abandonaría. Él es muy bueno... Aun cuando alguien lo pudiera tratar mal, siempre tiene un lindo corazón y perdona lo que sea. Y aunque sabe defenderse, siempre prefiere que lo hieran para que los demás no sufran…él es como tú Kagami.

—Kise…¿Entonces tú…?

—Entonces yo se lo pedí. Le pedí el divorcio. Porque aunque he jodido todo en mi vida…a él no. Ya no puedo. Su cara cuando me dijo que no me conocía…estaba tan triste Kagami. Tan triste. Y no quiero que él viva infeliz. No se lo merece. Así que le dije que lo más sensato era separarnos. Él no quería, se negaba, pero es lo mejor.

Me pego más a él, rozando nuestros hombros y tragando saliva al recibir el folder que me pasa. Lo abro sintiendo un feo dolor en el pecho al ver que son puras fotografías de él y Kasamatsu, desde que eran jóvenes, del día de su boda y otras más del paso de los años que compartieron juntos.

—Es curioso Kagami…hay personas como yo que por décadas intentamos tener un hijo sin lograrlo. Y personas como tú a las que simplemente…les pasa. Pero supongo que ya no importa, ahora solo me queda eso. ¡Vaya broma, casi dieciséis años juntos y solo me quedé con unas malditas fotografías!

Kise se ríe una vez más probablemente del dolor mientras yo me siento un idiota por jamás saber que decir en momentos así. —Kise…¿Por qué no le dijiste a nadie?

—¿A quién le iba a decir? ¿A mi familia? Mi mamá me odia y mi papá no me habla. ¿La generación de los milagros? Ellos también me detestan. Después de lo que te hice, se vengaron de mí de la mejor manera. Dejaron de hablarme. No me tratan mal, solo…lentamente nos alejamos. Pero no te sientas mal, es mi culpa. Además aunque le hubiera dicho a alguien, no hubiera servido de nada. Sabes Kagami, ahora comprendo un poco lo que Aominecchi sintió cuando lo dejé.

—Kise…no digas eso. Todo mejorará. —Kise sonríe antes de levantarse, sacudirse y estirarse mientras escuchamos el cielo tronar anunciando que lloverá pronto.

—Bien, bien, aunque me gustaría seguir contándote mi patética vida será bueno que te vayas. Si te refrías estando embarazado será un problema. Te diría que me saludes a Aominecchi, pero él tampoco me conoce.

Kise simplemente comienza a irse, pero indudable lo detengo. —¿Tienes hambre?... ¿Si quiera tienes en donde quedarte?

—Kagami…¿Por qué haces esto? Soy el hombre que le arruinó la vida a tu novio y además te dije cosas horribles. ¿O acaso es lástima?

—¿Lástima? Ojalá fuera eso. Kise…yo no pude estar con Aomine cuando lo perdió todo hace ya tantos años. Pero quizás si pueda estar contigo hoy. Ya es suficiente con que una persona haya sufrido tanto ¿No crees? —Tomo su rostro entre mis manos y pego mi frente con la suya viendo sus ojos llorosos al igual que los míos.

—¿Sabes por qué a Daiki le dolió tanto lo que me hiciste? ¿Y por qué se tomó la molestia de ir a tu casa a decirte todas esas cosas? Porque aún le importas Kise. A pesar de todo Aomine aun te piensa y te quiere, porque aunque lo heriste y te equivocaste eres su familia. Y a la familia no se le abandona jamás. Así que por una vez en tu vida cierra la boca y ven conmigo. Con nosotros. Nadie tuvo la decencia de decirle esto a Aomine, pero yo si te lo digo a ti. Ven.

Ni siquiera lo dejo contestar tomándolo de la mano y llevándomelo conmigo casi arrastrando. Dios, estoy entre enojado, prendido, emocionado y triste. Porque aunque no sé qué mierda acaba de pasar, lo que sí sé es que esta basura de los rencores pasados entre todos tiene que terminar ¡Y tiene que terminar ahora!

—Kagamicchi…digo, Kagami tu…tu celular está sonando.

Apenas si suelto un poco el agarre al que tengo sometido a Kise conforme avanzamos a prisa para contestar. —¡¿Qué?!

—¿Cómo qué Bakagami? ¡Llegué al igual que los demás y no te encontramos! ¿Dónde estás? ¿Y por qué estás tan enojado? ¿Es porque me comí las mandarinas?

—Jódete tú y las mandarinas, que cuando te vea te las meteré por el…Espera, ¿Ya llegaron los demás? ¡Oh carajo!

—Son casi las siete Taiga.

—¡Las siete! —Grito casi arrojando a Kise a los autos al exagerar el movimiento. El cielo ya está de lleno oscuro y ahora se ven un par de rayos iluminándolo. ¡Ahí se fue mi día de nuevo! —Mierda, lo siento. Uh…digo ya vamos para allá Daiki.

—¿Vamos? —Inquiere Daiki curioso.

Carajo, no puedo decirle que Kise viene conmigo, por lo que algo más se me ocurre y tapo el teléfono. —Kise, ¿Puedes comprarme una botella de agua en esa tienda por favor? Es que en serio tengo mucha sed. —Le señalo la pequeña tienda de autoservicio. Y bien podría mandarme al carajo, pero sorpresivamente asiente y se va.

—¿Hola? ¿Taiga? ¿Sigues ahí?—Escucho la voz de Aomine desde el teléfono.

—Aquí estoy. Daiki ¿Invitaste a Kasamatsu?

—Pues le comenté pero me dijo que no estaba en ánimos. ¿Por qué?

—Daiki necesito que Kasamatsu vaya a la cena de hoy.

—¿Qué? ¿Por qué?

—No sé cómo lo harás, pero si Kasamatsu no está en esa cena, te juro que no dejaré que me toques de aquí hasta que nuestros hijos cumplan veinte años.

—¡Oe, no bromees tigre!

—No bromeo, así que haz que vaya, no sé cómo pero lo quiero ahí.

—¿Qué carajos? ¿Debería ponerme celoso?

—¡Solo haz que vaya! ¡Te amo! —Cuelgo de golpe al sentir como me tocan la espalda, girando y viendo que Kise me ve curioso mientras me ofrece una botella de agua.

—¿Estás bien?

—Lo estoy. Ven vamos. —Kise y yo caminamos a prisa ya que la lluvia se ha desatado de la nada haciendo que las calles se despejen. Y aunque Kise sugiere tomar un taxi, necesito hacer tiempo para que su marido llegue. —Kise…¿Aun quieres a Kasamatsu-san? —Mi pregunta lo toma por sorpresa, pero aun así él no duda en asentir y sonreír.

—Es como preguntar si la luna ama a la noche. Apenas van tres semanas que no lo veo y ya me siento a morir. Lo extraño muchísimo.

Conforme caminamos y lo miro de reojo, me doy cuenta que Kise, al igual que muchos más incluyéndome, no es más que una víctima de su propia mente. Sonrío internamente, ya que a pesar de las tristes circunstancias, he logrado que se acerque a mí.

Quizás…tan sólo quizás pueda lograr que las cosas entre él y Aomine se arreglen. No sé si volverán a ser amigos, pero por lo menos me gustaría que dejaran ir ese rencor acumulado. Digo, la vida es muy corta como para vivir encerrado en un círculo de malos recuerdos.

O eso me repito hasta que veo a Kise detenerse en plena lluvia y quedarse catatónico.

Kise gira hacia los lados muy nervioso, como buscando a donde escapar y esconderse. Por instinto lo sostengo mientras enfoco a donde se encontraba mirando, pensando que quizás Kasamatsu llegó, pero no es él. Es ese tipo Nash, el de la fiesta. Y ahora está sentado en una jardinera frente al edificio dónde vivo mojándose sin pena.

—Oh mierda, ¿Cómo llegó aquí? Ven Kise, no dejes que te vea. —Lo jalo y corro a ocultarnos tras unos arbustos altos esperando que se vaya pronto. Pero lo peor es que Kise está como ido. Balbucea en voz baja y su mirada deambula por todas partes aun buscando escapar.

—Kise…Kise mírame. ¿Qué te pasa? ¿Lo conoces? ¿Conoces a ese tipo? —Kise me enfoca y parpadea un par de veces, rápidamente componiéndose, sonriendo y negando.

—No…no, es la primera vez que lo veo. Sabes Kagamicchi creo que será bueno que me vaya. Yo no…no soy bienvenido aquí.

—Claro que lo eres. —Su actitud me enoja un poco y también me sirve para armarme de valor y jalarlo rumbo a las puertas. Claro que Nash nos mira pasar, pero lejos de decir algo simplemente sonríe turbio provocándome un horrible escalofrío.

De inmediato Kise y yo presionamos el botón del elevador casi perforándolo. Porque aun cuando Nash no avanza hacia nosotros, su mirada fría, feroz y animal la siento clavada en la espalda. Sé que está ahí, parado, viéndonos.

El alma me regresa al cuerpo en cuanto entramos y comenzamos a subir. Kise por su lado está algo pálido. —¿Te sientes bien? —Kise sale de sus ensoñaciones, para nuevamente sonreír.

—Sí, bien, estoy bien.

No le creo nada, pero si no me quiere decir no hay remedio. Ya frente a la puerta del departamento ambos nos quedamos en silencio mirándonos.

—Kagami, aún no sé porque estás haciendo esto. Pero gracias. En serio gracias. Yo de verdad lamento lo que te hice… Sé que esto no nos hace amigos, pero quería que lo supieras.

Le sonrío y le revuelvo el cabello que tiene tan mojado como yo. —Lo sé Kise, no somos amigos. Y es que dicen que lo que rápido empieza, rápido termina y tú y yo iremos lento. Muy lento. —Ambos nos sonreímos mientras yo tomo aire y busco mis llaves. Porque aquí voy, Kagami Taiga, veintitrés años, enamorado, embarazado, próximo a casarme y adicto a la adrenalina. Oh sí…las cosas se van a poner salvajes. Y es que…¡Me encantan las emociones fuertes!

-------Aomine D.-------

—Juro que si vuelvo a escuchar a Murasakibara hablar sobre la diferencia entre muffins y cupcakes otra vez, voy a empezar a ahorcar gente. Y lo digo en serio. —Le digo a Akashi que se encuentra sentado junto a mí en la sala.

Mi amigo sonríe ante mi comentario a la vez que me pasa un suculento puro y otro a Kasamatsu. Al cual logré convencer de venir al decirle que Kagami quería verlo. Seguramente aún se siente culpable así que no dudó en venir.

En la mesa están Takao y Himuro molestando —como de costumbre— a Midorima que ya no sabe si tirarse por la ventana o ahorcar a Murasakibara que no se calla. 

Todos están aquí. ¡Todos menos Kagami carajo!

Está lloviendo horrible afuera y no llega aun cuando le dije que no saliera. ¡Ese Bakagami! Ugh. No me queda más que suspirar intranquilo intentando prender mi puro junto a Akashi. De no ser porque nos son arrebatados y sumergidos en nuestras copas por Tetsu que nos sonríe.

—Si quieren morir háganlo, pero no nos arrastren con ustedes. Aunque si tantas ganas tienen ahí está el balcón. ¿Quieres que te lo abra Akashi-kun? —Le dice Tetsu con malicia a Akashi que le sonríe.

—¿Quieres que te bese Tetsuya?

—¿Y tú quieres que te rompa la cara de nuevo?

—Si hablamos de romper, nadie rompe como yo y lo sabes, ¿Quieres jugar conmigo de nuevo? —Finaliza Akashi con una sonrisa torcida.Esos dos sacan chispas mientras yo los miro con mucho asco.

—¿Quieren conseguirse un puto cuarto por favor? Uno muy lejos de mi casa de preferencia. —Y estoy por decirles algo peor, cuando escucho la puerta abrirse. ¡Por fin!

—Estamos aquí, espero Ahomine y Kuroko no hayan roto nada. —Dice Kagami alegre al entrar mientras yo voy por él muy sonriente. Más no me dura la emoción al ver quién viene detrás de él. Kise. Y estoy por hablar, más no puedo porque Kagami me aparta de un manotazo en el rostro como abriéndose paso.

—Sí, sí, también te extrañe Daiki. Hey, todos vinieron, que bien ¿No crees Kise?

Yo al igual que los demás y ni hablar de Kasamatsu nos quedamos perplejos y en silencio mientras Kagami sonríe como no debiéndole nada a nadie y Kise se ríe nervioso, seguramente deseando meter la cabeza a la tierra.

—Hola chicos... —Saluda Kise por lo bajo.

—¿Por qué tanta pena? Pasa Kise, ya los conoces bien, todos somos amigos. ¡Qué digo amigos, somos familia! ¡Ah! ¡Kasamatsu-san viniste! Kise no dejaba de hablarme de ti, de lo guapo que eres, cuanto te extraña y esas cosas. Sí que lo tienes mal. Dice Kagami antes de empujar a Kise sin cuidado alguno y arrojárselo a Kasamatsu como si nada. —Por cierto, se mojó así que sécalo.

Kise se pone rojo a morir y Kasamatsu no sabe ni qué decir al igual que todos. ¡Kagami qué mierda haces! Casi se me cae la cara mientras le grito eso por telepatía. Y claro que me lee el pensamiento, porque de inmediato deja sus bolsas sobre la mesa con fuerza.

—Ahora…familia. Dejemos algo claro. Si escucho algún pleito en potencia, algún reclamo, alguna palabra mal intencionada o si quiera un suspiro malicioso en esta casa, todos y cuando digo todos es todos morirán. Dios. No quieren ni saber cómo. Estoy excesivamente embarazado, mojado, me duelen los pies y la espalda y no pienso soportar las tonterías de nadie. ¿Me oíste Ahomine?

Abro la boca indignado y listo para replicar, pero en cuanto Taiga me lanza una mirada sumamente agresiva que me dice ‘morirás lentamente idiota’, cierro la maldita boca al igual que el resto. Mierda, hasta Akashi se quedó callado junto a Tetsu. Kagami sonríe satisfecho ante eso y se mete a nuestro cuarto, conmigo siguiéndole los pasos y cerrando.

—Dime algo Aomine Daiki y te arranco todo sueño, ilusión y hasta a Daiki Jr.

Una vez más me quedo callado mientras él se termina de secar, cambiar y abrigar para luego abrazarme con fuerza y cariño. Tengo bastante que decirle, pero nada es más fuerte que haberlo extrañado tanto. —No sé qué estás haciendo Kagami-chan, pero te amo muchísimo a ti, tu masivo trasero y cejas de flecha. ¿Y debo siquiera mencionar a los bebés?

—Eres un tonto. Pero nosotros también te amamos…Eso sí, no te duermas que cuando esto termine tú me sobarás los pies y yo te comeré entero.

Taiga me guiña un ojo que me deja encantado, antes de tomarme de la mano para que salgamos una vez más. Por un segundo pareciera que todos estaban por matarse los unos a los otros, pero al ver a Kagami la jauría se controla y se sienta en la mesa para iniciar la cena.

—¿Y dónde están los niños? ¿Por qué no los trajeron? —Pregunta Kagami.

—Momoi y su nueva conquista se ofrecieron a llevarlos a la playa de la ciudad de alado. —Menciona Takao sonriente.

—Qué maravilla, la playa. Oye Kise, ¿No dijiste que Kasamatsu-san amaba nadar? Deberían ir juntos ahora que no hace frío.

A Kise se le sale hasta el espagueti de la boca mientras Kasamatsu se ahoga con su bebida haciendo reír a Takao y a Himuro. —Kagami…—Le digo por lo bajo mientras le toco una pierna intentando averiguar qué rayos está pensando que hace. Si estuvo con Kise ya debe saber que se están maldita sea divorciando.

—¿Qué pasa Daiki? ¿También quieres ir a la playa? No tengo problema. ¿O quieres que te sirva más pasta? Sé que te gusta glotón. —Me dice divertido y dándome un beso.

—¿Yo soy el glotón? —Me rio al verlo gruñirme y rozar su nariz contra mi mejilla. —Bueno, un poco más de pasta no me hace daño.

—Bien, pero espera que Kise le está sirviendo a su marido.

Una vez más Kise casi se va de boca mientras termina sirviéndole por accidente medio platón a Kasamatsu que tampoco sabe a dónde mirar.

—Lo…lo siento Yukicchi, te serví mucho.

—No…está bien.

En cuanto Kasamatsu le sonríe diminutamente a Kise que se sonroja, estoy seguro que nadie está más feliz que el salvaje de Kagami Taiga, porque ya sé lo que está haciendo y sí que está cumpliendo su cometido.

No he perdonado a Kise, pero sinceramente me resulta entretenida la pequeña tortura mental de Kagami. Él lo hace con buena intención, pero no quita que está matando a Kise con cariño.

Ya fuera de los comentarios de Taiga queriendo hacer que los divorciados cojan de nuevo, todo es bastante relajado. Nos reímos por horas, bebemos un poco y comemos mucho más. Tanto que de un momento a otro me encuentro realmente feliz. Muy feliz. Y me resulta extraño. Una sensación casi alienígena. El sentirme tan bien en compañía ajena.

Como siempre debió ser. Pienso por un segundo. Y sin duda, todo se lo debo a mi ángel pelirrojo, que me sonríe adorable mientras se recarga en mí y se come un par de platos de pastel.

—Kagami, Aomine, me voy que Kazunari no tarda en irse de cara al piso. Me llevaré a Murasakibara y a Himuro que no están mucho mejor. ¿Kise vienes?—Dice Midorima cargando a Takao que está peor que muerto.

—No, no, Kasamatsu-san lo llevará a él. Pero que les vaya bien, me dio gusto verlos. Ustedes también se van juntos ¿No? Kuroko, Akashi… Y es que Kuroko no deja de hablarme de ti Akashi, seguro que aún tiene mucho que contarse al oído en el departamento de alguno.—Menciona Kagami inocente.

Al instante la cara de Tetsu y Kise superan cualquier grito interno de ficción. Porque prácticamente Kagami dijo lo impensable antes de sacar a todos —con mucho amor, cariño y delicadeza—. Y a mí…a mí no me queda más que despedirme de todos junto a Kagami, que les sonríe hasta el último segundo, por fin quedándonos solos una vez que se cierra la puerta.

—Tigre de bengala, ya me puedes decir ¿Qué carajos te pasa?

—Pasa Daiki, que el tigre de bengala se los comerá a todos empezando por ti. —Me lo dice travieso mientras me lleva hasta nuestra habitación, empujándome y tirándome a la cama para que me recueste.

Y carajo, porque apenas lo veo quitarse la camiseta me recargo en mis codos y me relamo los labios. Me pone tan duro el ver esas mejillas ardientes y esa mueca cínica en su rostro. Kagami no tarda en venir y subírseme encima, pero más son mis ansias que nos termino girando con mucho cuidado dejándolo bajo mío.

—Daiki…

Me acomodo a su lado para besarle el pecho y el cuello, deslizando mis dedos entre su piel tersa y cremosa, escuchándolo suspirar y susurrarme palabras de pasión profunda, que cada vez se hacen más pequeñas y pausadas. El que se lo comerá entero soy yo carajo.

Sí que lo haré…o lo hubiera hecho.

En cuanto subo listo para besarle los labios, me percato que Kagami se ha quedado totalmente dormido. ¡¿Cómo alguien se duerme tan rápido?! —¿Es en serio? ¿Estás jodiéndome Taiga? ¿Poniéndome caliente y durmiéndote? —Indignadole pico una mejilla, que me contesta con un bofetón que casi me tira los dientes.

El tigre sonríe entre sueños, acurrucándose y haciéndome sonreír mientras me sobo. —No tienes remedio tigre de bengala, salvar al mundo de nuevo te cansó mucho huh. —Le susurro mientras le doy un par de besos en el rostro y lo tapo.

Ahora miro mi erección incómoda pensando en que ya que Kagami no despertará pronto, conseguiré placer de otra forma. Una en la que me levanto, salgo a la sala en silencio y abro el balcón con cuidado. Me recargo en una de las paredes donde no cae agua, ya que la lluvia continúa y por fin prendo el otro puro que Akashi me dio a escondidas y que me sabe a gloria. Akashi bastardo, tiene un gusto excelente.

Fumo disfrutando el momento, más el rico aroma a tabaco y a tierra mojada a la vez que miro hacia la pequeña plazuela que hay frente al edificio con algunas áreas verdes, bancas y fuentes. Ya todo está despejado no solo por la lluvia, sino también por la hora.

Suspiro satisfecho, cuando algo capta mi atención entre la maleza. El verde intenso de unos ojos animales. De inmediato voy hasta el barandal, importándome un carajo mojarme para verlo bien. Es ese tipo, está ahí, viéndome fijo, cruel y hostil. Aun a metros de distancia nuestras miradas se encuentran y él sonríe. El hijo de perra está sonriendo.

Lo sabía. Sabía que no era bueno. Le dije que no se acercara a Kagami, porque definitivamente no viene por mí. ¿Cierto?

Me palpo los bolsillos sabiendo que podría llamar a mis compañeros, pero se tardarían mucho y si yo bajo, podría irse. Me maldigo mentalmente, girando al oír la puerta abrirse detrás de mí debido al viento agresivo. ¡Oh no! ¡Me distraje! Desafortunadamente cuando intento buscarlo una vez más, ya no está. Se ha ido. Ya no hay más que maleza y tempestad. ¡Maldito!

Estoy preocupado, porque no sé qué es lo que trama ni intenta. Pero si el bastardo quiere jugar, Aomine Daiki se asegurará de entretenerlo…Solo espera y verás.

Notas finales:

Resumen del capítulo: Kagami vive su vida feliz junto a Aomine ahora incorporando a la GoM a su vida cotidiana. Y eso incluirá a Kise de ahora en adelante, porque como sabemos Taigacienta es un bombón y quiere que todos sean tan felices como él. Ah que cosas…sería una pena que alguien llegara y lo jodiera todo de repente ¿Cierto? Oh sí…Nash. Maldeeeto.

¿Creían que Akashi era un acosador? No tienen ni la menor idea. Y es que…me gusta que todo se prenda un poquito jajaja. ¡No teman! –Uhm-

Por otro lado, Kise entra de nuevo y de lleno, porque él es un personaje extra clave en esta historia, está tan profundo en la vida de Aomine que es necesario que sepan todo de su parte también…¡Oh cielos! Aclaro, nada justifica lo que le hizo a Kagami, pero ahora saben en parte mínima porque se portó así.

Eso sí, les debo el lemon, pero Kagami-chan estaba excesivamente embarazado y cansado jajajaja. Así que nos vemos el próximo Jueves. Los amo muchísimo <3 <3 <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).