Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tigre de Bengala por RyuStark

[Reviews - 200]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hiyaaaa ternuras de azúcar con chocolate! <3

No sé ustedes, pero aquí donde vivo hace un calor para morirse. Y ya fuera de eso les traigo de todo un poco, Kise viene con un poquitín más de misterio y drama leve, humor estúpido –como siempre- y eso sí, exceso de fluff con Ahomine y Bakagami enamorándose aún más del otro. Y también les traigo pasión…no sé, creo que nos darán caries a todos lololol.

En fin, disfrútenlo ¡Son los mejores!

------Kagami T.------

—Kagami-kun, no quiero decirlo… pero lo diré. Esto no es una buena idea.

—No pensaste igual cuando te revolcaste con Akashi, ¿O sí? —Kuroko me gruñe haciéndome sonreír burlón mientras caminamos rumbo a nuestro destino.

—Eso no fue una mala idea, fue una pésima idea, de la cual culparé al alcohol.

—Quizás la primera vez, pero que hay de la segunda, la tercera y las demás huh. ¿También estabas borracho cuando fuiste a buscarlo a su oficina el otro día?

—Fue una coincidencia, estaba de paso por su trabajo. Y no sé…accidentalmente cogí con él.

—¿Cómo mierda se coge accidentalmente?…¿Te tropezaste encima de él o algo así? —Kuroko simplemente voltea la cara apenado mientras yo me rio en grande. —Oh vamos, que yo sepa nadie te obligó a tirarte a Akashi, así que deja de ser un llorón y ya acepta ser su novio. Mira que ya bastante tengo con los berrinches del enorme bebé de Aomine, como para sumarle los tuyos.

—Yo…lo pensaré.

—Sí, sí…mientras tanto síguete revolcando con él “accidentalmente”. Pero por ahora creo que es aquí. Apartamento número 77.

—Kagami-kun, no le debes nada, al contrario, el tipo fue un asco contigo. ¿Puedes decirme una vez más que hacemos aquí?

—Kise es mi amigo, bueno…estamos en proceso de. Solo quiero ayudarlo ¿Sí? Así que compórtate bien con él. —Mi mejor amigo me mira fijamente como analizándome, intimidándome pero al final aceptando y tocando la puerta. Ambos esperamos pacientes sin recibir respuesta por lo que tocamos una vez más.

—Bien, no está, vámonos.

—Alto ahí. —Detengo a Kuroko que intentaba escapar a la vez que vuelvo a tocar pero esta vez mucho más fuerte, y es que se oye ruido dentro. Esta vez de milagro escucho un casi inaudible “Ya voy” que me hace sonreír. Claro, hasta que la puerta se abre y un individuo extraño nos recibe.

—¿Sí? —Dice el hombre con una voz que me resulta extrañamente familiar.

—Uhm…lo siento, me equivoque de departamento. Digo apenado.

—¿Kagamicchi? ¿Qué haces aquí?—Inquiere.

Oh santo carajo. ¡Es Kise! ¡Definitivamente es Kise, nadie más me llama de esa forma! —¿Kise eres tú? —El que al parecer sí es Kise asiente mientras Kuroko y yo nos quedamos pasmados ante su nueva… imagen.

El súper modelo y actor Kise Ryota bien conocido por su atractivo, carisma y genial sentido de la moda ha desaparecido. Y en su lugar ha dejado a un tipo con un par de pasadores mal colocados que le sostienen el fleco, lentes enormes  y un pijama de dos piezas atascadas de dragones o algo así. Sumándole que al parecer no se ha afeitado en un par de días y está algo desaliñado.

—Mierda Kise, ¿Qué carajos te pasó?

—¿Eh? ¿Por qué lo dices Kagamicchi? ¡¿Mi cara tiene algo?!

—Tiene todo. ¿Quién eres y que le hiciste a Kise? —Lo señalo de pies a cabeza.

—Oh…lo dices por mi aspecto, supongo que es la primera vez que me ves de esta forma. Pero usualmente luzco así cuando no estoy trabajando en televisión o modelando.

—Los periodistas pagarían mucho por esto. —Dice Kuroko sacando su celular, el cual de inmediato le arrebato y me guardo en el bolsillo ya que Kise nos ha invitado a pasar.

—Lo siento, está algo desordenado.

—Siento como si hubiera entrado en un lugar al que no debía. —Me susurra Kuroko mientras miramos a nuestro alrededor.

En primera el departamento es diminuto. En una esquina yace una pila masiva de ropa y cajas de zapatos caros, hay basura de comida chatarra y a domicilio por doquier, al igual que una que otra figura de acción o como se les diga más cosas raras.

Pero lo más notorio es que a pesar de que el lugar es un asco, Kise tiene una mega pantalla de plasma, varias consolas y videojuegos. Y un escritorio con una computadora masiva, donde aparentemente se encontraba jugando también.

—Vaya…no sabía que eras un gamer de clóset. Y me lo ahorraré. Solo dime ¿Por qué? —Le pregunto a Kise.

—¿Por qué LoL y no WoW? —Dice Kise con una mueca rara mientras juega nervioso con sus dedos.

—¿Qué? —Lo miro sin comprender mientras él se muerde los labios.

—Uh, lo siento Kagamicchi creí que hablabas de…juegos, pero supongo que no.

—No sé de qué mierda hablas. Yo te pregunté, ¿Por qué no arreglaste las cosas con Kasamatsu-san? Te dejé todo listo aquel día, debiste haberle pedido perdón, decirle que lo amabas y toda la verdad. Él te hubiera comprendido, hubieran...yo que sé, tenido sexo quizás y ahora estarías feliz con él y no aquí… creyéndote el protagonista de calabozos y dragones o lo que sea que estés haciendo.

—¡Ese juego es anticuado y aburrido! No, digo…uh. No es tan fácil Kagamicchi. Aquel día Yukicchi me dijo que no entendía mis cambios de ánimo y que necesitaba tiempo. Ósea ya no me quiere ¿Entiendes? Ya no me quiere. —Dice Kise con la voz llorosa.

—Kise…¿Por eso has ignorado mis llamadas toda la semana? Por dios, Kasamatsu-san te ama muchísimo, apenas basta con ver cómo te mira. Así que ahora arréglate que saldremos, aunque tampoco me importaría sacarte así.

—Pe…pero no quiero salir.

—Dame una buena razón para dejarte aquí de depresivo.

—Yo puedo darte mil Kagami-kun.

—Tú no cuentas Kuroko. Vamos Kise, estoy esperando.

—No quiero salir Kagamicchi, me siento muy triste e infeliz. Extraño demasiado a Yukicchi y cada vez que pienso en él me dan ganas de llorar... ¡Ay no, pensé en él!—Dice comenzando a lagrimear —¿Ves? Te lo dije, ya lo extraño otra vez. Kagamicchi no quiero llorar frente a todo el mundo.

—Kise por favor, tienes que salir. —Insisto.

—No quiero. Tengo hambre, el corazón roto, mi pizza no tarda en llegar y además mi equipo y yo estábamos por jugar una partida en línea. Soy el tirador estrella así que…

—Yo te tiraré a ti por las escaleras sino te arreglas en este instante. Tienes un segundo. Créeme, no quieres llevarle la contraria al embarazado loco y hambriento. —Kise abre la boca para hablar, pero de inmediato la cierra, asiente como niño regañado y a prisa comienza a vestirse.

Me impacta que en apenas quince minutos, el Kise que siempre he conocido resurge de entre las mazmorras y los ogros.

Una vez fuera vamos a un bonito restaurante en una zona decente, o al menos lo suficiente para que no reconozcan a Kise. Porque después de mi pequeña investigación, resulta que Kise no solo es uno de los actores mejor pagados en todo Japón, sino que es un ídolo entre jóvenes y grandes a pesar de su edad.

—Eh, Kurokocchi ¿Qué tanto miras por la ventana? —Pregunta Kise.

—¿Cómo me dijo este tipo?

—Kuroko, así se refiere Kise a las personas que admira. ¿No es así Kise?

—¡Sí! Yo admiro mucho a Kurokocchi, por ser muy fuerte, decidido y no tenerle miedo a Akashicchi.

—En ese caso acepto el cumplido. Pero dile ya que hacemos aquí Kagami-kun, que no crea que es reunión de chisme y café solo porque sí.

—¡Kuroko! —Nuevamente Kuroko y su poco tacto me hacen gruñir. —Kise estoy contigo porque no solo me preocupa lo que te pasa con Kasamatsu-san, sino también por algo más…Alguien ha estado acosándome. No todo el tiempo, pero a veces…—A Kise se le cae el pastel del tenedor mientras me ve incrédulo.

—¿Cómo que te están acosando? ¿Estás seguro?

—Estamos seguros. —Menciona Kuroko.

—No entiendo Kagamicchi.

Trago saliva sintiéndome algo nervioso. —A decir verdad desde hace un par de semanas sentí que me vigilaban, pero…ya sabes que estoy enfermo. Así que simplemente asumí que era mi paranoia común. Hasta que el sábado después de la reunión oí a Aomine hablar por teléfono. Le estaba diciendo a una persona que me estaban siguiendo y quería averiguar quién era.

Daiki no quiso preocuparme así que simplemente me dijo que no saliera solo de casa estos días. Y aunque intenté no hacerlo, creo saber quién es. —Kise me mira fijo, bastante serio y hasta por un par de segundos algo siniestro.

—¿No le vas a preguntar quién es la persona Kise-kun? —Le menciona Kuroko a Kise que se aclara la voz y suelta sus cubiertos para enfocarme de lleno.

—Kagamicchi, aunque no somos amigos, me…importas, porque sé que eres el mundo de Aominecchi. Así que te lo diré solo una vez… Obedece a tu marido y no salgas. No vivas con miedo, pero definitivamente no le des el gusto a ese bastardo de que te atrape en su juego. —Dice Kise antes de levantarse y dejar el dinero de su cuenta para intentar salir rápido.

—¡Kise, espera! —Me levanto tras él apenas alcanzándolo ya afuera del restaurante. —Lo sabes, sabes quién es él ¿Cierto? Nash… —La mirada de Kise se torna algo opaca a la vez que me sujeta con fuerza de la muñeca.

—Lo sé. Y precisamente porque sé quién es te lo advierto. No te metas en terrenos peligrosos de los que después no puedas escapar. Asumo que saliste porque esperas encontrarte a ese hombre de frente y pedirle que se detenga. Pero te diré algo. Él no se detendrá. Ni aunque se lo pidas, ni aunque supliques y ruegues. Porque esa clase de hombre está retorcido y disfruta el herir a los demás, no por morbo o maldad, sino porque  de verdad lo goza.

—Kise…¿Qué te hizo? —Le pregunto angustiado.

—¿A mí? Nada. Más bien preocúpate por lo que te hará si tiene la oportunidad de obtener tan solo un minuto a solas contigo. No dejes que juegue con tu mente Kagamicchi, él es muy bueno en eso. Después de todo lo aprendió de… —Kise se traga sus palabras y una vez más me sonríe antes de acariciarme el rostro y hasta el vientre con una ternura que me sabe tan melancólica como dulce.

—Kagamicchi, todo estará bien. Aominecchi no dejará que nadie te haga daño, estoy seguro. Y ya que me has sacado de casa, me siento un poco motivado así que iré a ver a Yukicchi a su trabajo. Quizás me rechace otra vez, pero lo intentaré ¿Sí? No te preocupes más por mí.

Kise me abraza con mucha fuerza, y esta vez no dudo en hacer lo mismo. Porque por primera vez, realmente siento que somos un par de amigos que recién se reencontraron después de mucho tiempo lejos.

—Bueno, llámame cuando quieras y prometo que esta vez contestaré. ¡A menos que me esté reconciliando con Yukicchi o esté derrotando al súper jefe!

Me rio un poco viendo a Kise irse, no sin antes guiñarme un ojo y jugarse el cabello como la típica celebridad coqueta.

—Kagami-kun tiene a los amigos más raros del mundo.

—Empezando por ti. —Le digo a Kuroko, que al parecer ya pagó y ha salido. —¿Y bien? ¿Qué se supone que haga ahora que las cosas no salieron como lo esperaba?

—Esa es una excelente pregunta. Ya es tarde  y está anocheciendo Kagami-kun, así que sugiero que vayas con tu marido.

—¿Y qué hay de ti?

—Casualmente el odioso de Akashi-kun me ha invitado a cenar. Y aunque me gustaría rechazarlo, prefiero llegar tarde y dejarlo lucir patético.

—Eres diabólico.

—Por supuesto que lo soy. Lo aprendí de Kagami-kun. 

Ruedo los malditos ojos, pero sin más Kuroko me acompaña hasta la estúpida agencia nacional, que es un edificio innecesariamente grande y de cristal. Y aunque pensé que no era mi día de suerte, en cuanto veo a Aomine salir listo para recoger su auto que le ha sido traído al frente sonrío indudablemente.

—¡Daiki! —El padre de mis hijos me busca con la mirada hasta encontrarme mientras yo le hago señas.

—Tigre de bengala, no me dijiste que vendrías así que estaba por irme.

Aomine que ha cruzado la calle, llega a mí estrujándome con fuerza entre sus brazos y sacándome unos suspiros pronunciados. Porque aunque lo vi hace un par de horas, a mí me parecieron milenios separados de él, su calor y todo su cariño. Dios, como lo extrañé. —Te extrañé idiota.

—¿Podrías no seducirme frente a mi trabajo Kagami-chan? Sabes que cuando pierdo los estribos, poco me importa si hay una persona o un edificio entero viéndonos.

El torpe me saca una carcajada y de paso un par de besos candentes, que me hacen aferrarme a su espalda mientras su lengua entra juguetona a mi boca, tocando mis puntos más sensibles y provocándome que hasta las piernas me tiemblen.

Y estoy seguro de que iríamos mucho más lejos, de no ser porque lo empujo en cuanto recuerdo a mi acompañante. Al cual busco con la mirada sin encontrar, inclusive dándome un par de vueltas sobre mi propio eje.

—¡Kuroko! ¿Kuroko dónde estás? ¡Daiki, Kuroko desapareció! O quizás esté aquí, pero no lo vemos. ¡A veces hace eso!

—Bakagami, Tetsu se fue después de tomarnos un par de fotos hace como tres años, deja de lloriquear y vamos por algo de cenar.

Le gruño a mi novio que me toma de la mano y me lleva al auto donde ya nos espera el chofer con la puerta abierta. Una vez dentro Daiki atiende un par de llamadas mientras mira por la ventana y yo lo admiro como un tonto. Me encanta esa aura poderosa, elegante y hasta cierto punto erótica que Aomine expide con cada gesto y movimiento.

Desde mirar la hora en su reloj, la forma en cómo frunce ligeramente el ceño y más aún como acaricia el interior de mi muñeca con su mano libre. Mal, este hombre me tiene demasiado mal por él. No me queda más que suspirar derrotado, porque en cuanto me mira de reojo con esos ojos de cian intenso, sé que ni hoy ni nunca podré contra él.

—¿Qué pasa con esos ojos soñadores tigre? ¿Me quieres dar una mordida? Tranquilo, soy tuyo por el resto de la noche.

—Idiota. —Le digo mientras me pego a él dejando que me abrace ahora que por fin ha colgado. —¿Puedo preguntar por qué el chofer? Creí que te gustaba manejar tu auto.

—Bueno, ahora tengo una imagen que mantener Taiga.

—¿Quién te crees? ¿Bruce Wayne?

—Algo así. De día soy el guapo, carismático e irresistible comandante de la policía y de noche…espera, de noche también lo soy. Y aunque tampoco soy el novio de gatubela, te tengo a ti y a nuestros preciosos tigrecitos…Ni el imbécil de Bruce Wayne tiene eso sabes. Nadie más que yo posee el privilegio de disfrutar tu compañía y esas curiosas cejas de flecha.

—Debería matarte, ¿Lo sabes verdad? —Daiki me sonríe de lado, a la vez que me despega para quitarse el saco, la corbata y hasta el chaleco, seguido de arremangarse y finalmente alborotarse un poco el cabello no sin meterse un cigarro de chocolate —su nuevo vicio— a la boca. —¿La imagen que mantener se fue al carajo?

—En este momento ya no soy el comandante Kagami-chan, soy tu novio con el que tendrás una cita.

—¿Una cita? Creí que iríamos a cenar.

—Si bueno, creo y no estoy muy seguro, a veces se pueden tener citas mientras se cena. —Aomine me lo dice con su tonito toca cojones y burlón, que me hace jalarle la maldita perilla hasta verlo gruñir.  Y probablemente debería darle la golpiza de su vida, pero ya nos hemos detenido y ahora Aomine que le ha dicho al chofer que puede irse, toma mi mano para ayudarme a bajar del vehículo. Supongo que no me queda más que atenerme a mi dulce destino.

--------Aomine D.----------

Kagami tiene muchas facetas lindas, pero una de las mejores y de mis favoritas es la que me da cuando algo se sorprende, justo como ahora, que ha abierto la boca de la impresión y me levanta curioso una ceja.

—¿Qué es este lugar?

—¡Un campo de mini golf! —Digo emocionado.

—Mini…¿Mini golf? ¿Vamos a jugar golf?

—Así es.

—Eso es muy…lindo e idiota, típico de ti. Pero en primera no sé jugar golf, o mini golf o lo que sea y en segunda muero de hambre.

—Oh Taiga, ¿Qué no has oído que para todo hay solución en esta vida menos para la muerte? Bueno, pues yo te enseñaré a jugar mini golf, y quizás no lo mencioné pero los dueños del lugar son americanos y me han dicho que dentro venden unas hamburguesas gigantescas y deliciosas. —Ahí está. Con eso lo tengo. Apenas he mencionado hamburguesa y Kagami prácticamente se ha visto corriendo en un campo de lavanda mientras muerde su más culposo placer.

—En ese caso supongo que debemos entrar. ¿Qué tan malo puede ser el mini golf?—Me dice ansioso, tomando mi mano y casi arrastrándome a las cajas donde compramos nuestros boletos.

Ya dentro me sorprende lo bonito que es el lugar, con varias áreas verdes distribuidas para jugar, palmeras, árboles y hasta un riachuelo artificial que rodea varias partes y se cruza por medio de diversos puentecitos. Carajo, hasta hay una pequeña cascada. Pero claro que a Kagami le importa un carajo las locaciones, ya que está muy ocupado buscando el área de comida.

—¡Ah, puedo oler la carne! ¡Ahí!

Pondría los ojos en blanco, pero sinceramente no me sorprende, por lo que simplemente me dejo llevar hasta los carritos ambientados donde hay algunas personas formadas. Ya que tal y como dije, todo es comida americana. Así que mientras Kagami se forma en las hamburguesas a mí me toca ir por el postre. Y por fin, tres milenios después nos sentamos en unas banquitas con su mesita de madera.

—Pues no está gigantesca, pero está buena supongo. —Me dice Taiga mientras muerde su hamburguesa y me muestra un rostro de placer intenso en cuanto el queso derretido se funde con la carne jugosa. —Supongo que para un americano es tamaño bebé, pero para un japonés eso es masivo tigre.

—Los japoneses no saben de lo que se pierden.

—¿Una muerte prematura? —Ambos nos reímos y seguimos comiendo mientras platicamos de todo y a la vez de nada. A muchos les parecería trivial, pero a mí me fascina, porque estar con Kagami es un placer, el simple hecho de oír su voz, su risa y ni hablar de esa sonrisa que me dice que jamás había visto nada tan bonito en mi vida hasta que lo conocí a él.

—No sabía que esta clase de lugares estuviera abierto tan tarde.

—Ahora lo sabes, cierra hasta las dos de la mañana.

—¿Quién querría jugar a esa hora?

—No lo sé, tal vez un embarazado con antojos. Que más que jugar quiera comer hamburguesas con mucho queso. —Sonrío mirándolo comerse mi helado mientras me saca la lengua juguetón y se acaricia el vientre. —¿Rico?

—Sí…¿Ya me enseñas a jugar?

—Venga, vamos. —Kagami y yo tomamos un par de coloridas bolas de golf y unos palos y finalmente vamos al primer hoyo. —No es tan difícil, mira ya puse la bola, ahora le das despacio con el palo y tiene que entrar en el hoyo. Si no lo hace tienes otros seis intentos ¿Comprendes? —Por supuesto que he sido ignorado, porque Kagami ha decidido patear la estúpida bola y juguetear con el palo que se le enreda en unos arbustos.

—Hey, mi palo…¿Por qué mierda es tan pequeño?

—Porque es golf miniatura Taiga.

—Lo odio. Además tengo que hacerme mucho para adelante y no sé si lo has notado pero el que parece bola soy yo. Y si me inclino demasiado me iré de boca y no precisamente al hoyo Ahomine. Haz algo al respecto.

No puedo evitar reírme mientras tomo el estúpido palo y se lo doy para colocarme detrás de él, pegando mi pecho contra su espalda y ayudarle a sostenerlo. —Bien sostenlo fuerte, ahora solo inclínalo pero no demasiado que no es golf normal y golpea suave…¿Kagami? —Mi novio gira su rostro para verme y mostrarme que tiene las mejillas rosadas. —¿Qué?

—Eres un bastardo vergonzoso ¡Estás haciendo el cliché de las películas conmigo!

—¿Hah?

—Ya sabes, dónde el típico galán barato le enseña a su conquista a jugar. Y me estás avergonzando, todos nos miran.

Es más fuerte que yo la sensación, que termino soltando una carcajada a la vez que lo sostengo con más fuerza para que no se suelte. —Te encantan los clichés, además estás embarazado de mí Taiga y se nota, no es como que quiera ligar contigo. Bueno, no a estas alturas.

—¡Pues deberías! ¡Liga conmigo estúpido, soy tu novio y aunque ya esté embarazado es tu obligación hacerlo!

Oh dios, debí haber hecho algo muy bueno en mi vida pasada para merecerme a este niñato encantador. —Ven aquí mocoso adorable. —El mini golf sale sobrando, ya que de inmediato lo giro para tomar su rostro y darle un par de besos entre risas tontas. —Te amo Taiga…como no tienes una pequeña idea.

—Justo como debe de ser.

Kagami me sonríe y me sorprende, porque toma el palo y como si fuera lo más común de la vida, le da a la pelota que se dispara directamente y entra al hoyo sin ningún problema. —Vaya…

—¿Qué? ¿En serio creíste que no sabía jugar golf? Mi padre es un experto y me enseñó desde que era un niño. Aunque jamás había jugado con equipo tan pequeño, pero es lo mismo al fin. Ahora, si aún te crees el rey del mundo y logras ganarme te daré las buenas noches como más te gusta.

Me retracto. Debí haber hecho algo muy malo con apariencia de bueno en mi vida pasada, porque al ver esa sonrisa de lado bastante coqueta, desafiante y tentadora sé que voy a ganar. No por molestarlo, sino porque al parecer a Kagami le encanta ponerme caliente. —¿Sabes lo que va a pasar si me haces enojar de verdad cierto?

—Ya no puedo esperar…

¿Quién era este chico otra vez? Oh sí, Kagami Taiga…el que es y será siempre mi bendita perdición carajo. —Bien, pues tráelo, pero luego no llores mucho tigre.

—Te encanta hacerme llorar.

Ambos nos sonreímos desafiantes, pero sin más comenzamos el juego. Un juego estúpidamente cardiaco que nos tiene gritando, jalándonos el cabello, riéndonos, burlándonos del otro y por supuesto provocándonos en los dieciocho malditos hoyos. Porque aunque sé que debería haber muchas cosas por las que preocuparme y de las que debo encargarme, en este momento no puedo pensar en nada más que en lo feliz que me hace Taiga.

—¡Ah, entró! ¡Gané! ¡Te gané Daiki!

Kagami me brinca encima, abrazándose a mi cuello y besándome en grande. Sonrío internamente porque mi chico perfecto no duda en tomarme de la mano y llevarme a prisa para que salgamos del lugar. Durante el trayecto en el auto Kagami permanece en silencio, apenas regalándome una que otra mirada que me dice que esta noche me dará el cielo mismo.

Inclusive en el elevador del edificio, el chico más letal del mundo, apenas si roza tenues sus dedos contra los míos. Sé que los dos morimos por arrojarnos el uno al otro, pero aun así permanecemos quietos. Tan maldita sea quietos que la tensión se siente eléctrica y pesada en el ambiente que de un momento a otro se ha puesto brutalmente caliente y húmedo, como presagiando una buena noche de pasión.

Pero la fachada no dura, porque en cuanto la puerta de nuestro hogar se cierra a nuestra espalda, de inmediato soy estrellado contra la pared desatando un infierno que nos terminará matando de la agonía. Kagami jadea agitado, en exceso necesitado y desesperado contra mis labios mientras nos movemos torpes en la oscuridad.

Con trabajos logramos llegar a nuestra habitación a tientas y después de tirar cada cosa contra la que nos chocamos. Pero una vez ahí, Kagami me destroza la camiseta y me abre los pantalones mientras yo me dedico a morderle, chuparle y succionarle esos labios tan suaves, carnosos y húmedos que tiene.  

—Daiki…Daiki, Daiki…te necesito, te necesito ahora.

Los dedos tibios de Kagami recorren mi pecho desnudo, palpando y reconociendo mi piel caliente que ahora pareciera derretirse entre sus dedos al igual que el resto de mí. Pero no es suficiente. Nunca lo maldita sea será. Por lo que yo también le quito prenda a prenda hasta que por fin el roce es directo, lascivo y placentero.

No sé en qué momento estamos en la cama, conmigo sentado y recargado contra la cabecera y con Taiga sobre mi regazo y besándome sin frenesí. Dejándome tallar mi lengua obscenamente contra la suya hasta sentir la saliva escurrir de nuestras bocas y nuestros dientes rozarse entre sí.

Y a pesar de que todo es penumbra, puedo distinguir claro la silueta de su cuerpo erótico y sobre todo la de esos ojos intensos, animales y salvajes, del color más rojo que grita peligro, pero también deseo infinito. Justo como los de un depredador que está por consumir a su presa.

—Daiki…date prisa, tócame…ahógame, acaba conmigo.

Mi cuerpo arde no solo por sus palabras, sino por tanto calor abrumándome los sentidos al igual que a él. Kagami se encuentra sudando pesadamente e intensificando de cierta forma la esencia a madera picante de su cuerpo que se fricciona contra el mío. Porque simplemente es parte de él esa personalidad cínica, retorcida y vulgar que disfruta de llevarme al límite.

—Uhm…estás tan grande y grueso Daiki, tal y como me gusta. —Su voz sale maliciosa y perversa contra mi oído.

Tan perverso que no duda en pasar su lengua por mis labios mientras sujeta mi erección con firmeza y comienza a masturbarme con ambas manos, asegurándose de presionar cada vena hinchada y de esparcir el líquido tibio que brota desde mi punta.

Usualmente amo tener el control, pero esta vez no puedo más que echar la cabeza para atrás y disfrutar del placer retumbante y cosquilleante que comienza a acumularse en mí y que me tiene totalmente duro y latente por él.

—Eso es…estás listo.

Ambos lo estamos. Y más Kagami que me hace vibrar al dejar caer de su boca un espeso chorro de saliva viscosa y tibia sobre la punta de mi erección. Ahora el que sonríe cruel soy yo, al mirarlo temblar desesperado e intentando colocarse con cuidado sobre mí.

Pero Kagami no necesita ayuda, porque sabe precisamente lo que me gusta y también a él.

Tan solo basta con que se acomode y en cuestión de segundos el placer explota en ambos asfixiante, enloquecedor y retumbante en cuanto comienzo a adentrarme lento en su apretado interior.

—Sí…sí…justo así.

Gruño casi bestial, sintiendo su rico calor asfixiarme, apretarme y succionarme a la vez que un delicioso ardor me brota en el pecho, debido a sus uñas filosas rasguñándome, marcándome y enterrándose en mi piel.

Apenas puedo mantenerme cuerdo, pero sí de marcar se trata, nadie lo hace como yo.

Kagami grita y se retuerce, moviéndose irresistible sobre mí, montándome duro y brutal mientras el que ahora le rasga los muslos y el trasero soy yo. Su piel cremosa se funde entre mis dedos, los cuales seguramente le quedarán marcados sangrantes y púrpuras al igual que mis dientes sobre sus clavículas y hombros. —Dime lo que quieres Taiga.

—Quiero…a ti, te quiero a ti. Quiero que te corras dentro de mí y que…hah. Daiki. Daiki sí. Maldición sí.

Taiga se pierde entre la dulce agonía de su mente difusa y susurros cálidos, haciéndome apretar los dientes y hasta los dedos de los pies conforme aumenta el ritmo por uno vigoroso y salvaje. Dejándome salir casi entero, solo para volver a enterrarme de lleno, hasta destrozarlo y dejarlo bien abierto y mojado para mí. —Mírate nada más, montándome tan duro y bien Taiga.

—Más…más…Daiki más. —Me dice entre balbuceos y palabras corroídas.

Y no sé si es por iluminación nula, pero prácticamente noto cada sentido en mí agudizarse. Dejándome disfrutar de forma casi inhumana el roce de su piel ardiente y húmeda contra la mía, el aroma de su cuerpo combinado con esa esencia viciante a sexo, el sabor salado de su sudor y el dulce de sus labios, el sonido del golpeteo sucio, líquido y morboso de nuestros cuerpos uniéndose profundo.

Estoy jodido de por vida. Porque estoy totalmente enganchado a Taiga, justo como un adicto a una alta dosis de placer.

—Dai…Daiki, tócame…voy…voy…hah.

Nos besamos una vez más, justo como si fuera la última mientras yo lo masturbo con fuerza, mirándolo quebrarse más y más con cada segundo que pasa.  Y es más de lo que puede soportar, porque con solo un par de mordidas violentas y turbias caricias, Taiga termina corriéndose entre mis dedos con fuerza, no solo apretándome hasta el exceso, sino también gimiendo con todo lo que tiene.

Por un momento me detesto, porque amaría seguir cogiéndomelo por horas, años…por siempre, pero también he llegado a mi límite, por lo que me dedico a penetrarlo lento, pero con rudeza, hasta escuchar su cuerpo crujir y sentir la saliva de sus labios caer sobre los míos.

Voy a morirme…voy a maldita sea morirme y lo disfrutaré como nunca.

Una ráfaga de calor eléctrico, húmedo y cosquilleante estalla en mí como veneno ardiente que me consume cruel y destellante mientras me corro maravillosamente dentro de Kagami. El chico más lindo del mundo cae agotado y jadeante sobre mí, dejándome sentir el sudor caliente de su cuerpo empaparme al igual que esa frenética sensación, por el simple hecho de estar juntos.

Lamentablemente, igual de rápido Kagami se me quita de encima y se recuesta a mi lado exhausto. Hago lo mismo girándome y pegándome a él, para abrazarlo y frotarle el vientre con cariño a pesar de esa terrible sensación pegajosa y caliente por la reciente actividad.

—Daiki… —Me susurra Taiga.

—¿Uh?

—Gracias.

—¿Por qué? —Lo miro curioso mientras él me sonríe y se pega aún más a mí.

—Llegaste a mi vida de golpe aun sin saber cómo era realmente, luego me conociste, y a pesar del gran y terrible desastre que soy, aún sigues aquí, a mi lado, queriéndome y haciéndome sentir especial…Tú me haces tan feliz. —Termina de decirme despacio y somnoliento conforme sus ojos comienzan a cerrarse hasta que realmente se queda dormido.

Tengo tanto por decirle, pero jamás he sido bueno con las palabras, aunque Kagami crea lo contrario, así que la manera más exacta que tengo de demostrarle lo feliz que él me hace a mí es abrazándolo. Un abrazo que dura una eternidad, o quizás apenas un segundo.

Otro día grandioso a su lado, pienso mientras también siento mis ojos cerrarse, de no ser porque algo me perturba retumbante. Separo a Kagami y lo tapo con cuidado, antes de levantarme y ponerme unos pantalones porque están tocando la puerta. ¿Quién mierda es a esta hora?

Gruño molesto porque interrumpen mis buenos momentos mientras camino hacia el recibidor. ¿Será Tetsu? Seguro que volvió a darle una paliza a Akashi y busca refugio. Sonrío de lado ante eso, abriendo y sintiendo que la sonrisa se me borra al ver quién es. —¿Kise? —El rubio luce algo decaído, pero aún así me sonríe débil mientras juega con sus manos nervioso.

—Uh…hola Aominecchi. Siento mucho molestarte tan tarde, pero…no tengo tu teléfono y no quiero importunar a Kagamicchi.

—¿Vienes a verme a mí? —Le pregunto algo hostil, ya que no sé sus intenciones.

—Sí…yo, ¿Puedo preguntarte algo?

—Pudiste haberme llamado a mi trabajo. ¿Qué es tan importante que no puedo esperar?

—Tú no me hubieras contestado. Y…es importante.

—Así es, no lo hubiera hecho, así que habla ya. ¿Qué necesitas? —Kise me mira fijamente, con tristeza y con muchas emociones que no sé descifrar, pero sobre todo tiene una larga respuesta que seguramente no oiré.

—Sabes, realmente fue tonto de mi parte venir, lamento mucho haberte despertado.

Sencillamente lo miro sonreírme antes de darse la vuelta para irse. ¿Por qué me frustra tanto el no poder decirle algo? Pero es más mi sorpresa en cuanto Kise regresa para encararme y sujetarme por los hombros mientras me mira con los ojos llorosos.

—Yo aun te quiero. Te quiero tanto, jamás dejé de hacerlo, ni un solo momento, ni un solo segundo desde que nos separamos. Porque eres mi hermano, mi única familia, al único que siempre tuve. Lo siento…lo siento mucho. Me he lamentado cada día desde que te perdí. Y aunque esto no cambiará lo que pasó, necesito que lo sepas.

Estuve esperando décadas por esto y ahora no sé qué hacer. Quiero empujarlo, decirle que lo odio, que nunca lo perdonaré y que no es nada mío. Pero por alguna razón no puedo, porque los recuerdos a veces son más poderosos que la voluntad. Así que en su lugar, simplemente permanezco callado y mirándolo atento, hasta que decide soltarme y tragarse las lágrimas que han brotado de sus ojos.

—No te pido perdón porque quiera que me perdones. Te lo pido porque es lo mínimo que te debo después de tantos años. —Habla ya más decidido.

—Sabes Kise, a pesar de todo yo jamás me arrepentí de los momentos que vivimos juntos. Porque en ese entonces nadie me hizo tan feliz como tú. —Le digo de una vez y por todas, mirándolo sonreírme débil.

—Lo sé, yo tampoco me arrepiento.

—Sin embargo esto no cambia nada entre nosotros. Quizás antes te quise, pero hoy ya no estoy seguro. —Kise me sonríe una vez más mientras se encoje de hombros.

—No puedo pedir más. Por cierto, ten cuidado Aominecchi, Nash ha puesto sus ojos sobre Kagamicchi y no lo dejará ir tan fácil.

Eso me deja impactado y parece sacarle una carcajada a Kise. —¿Conoces a Nash?

—Tú también lo conoces, aunque quizás ya lo olvidaste. Así que ten cuidado. —Me dice antes de irse y dejarme como un imbécil con mil preguntas. Pero a pesar de eso, no me encuentro disgustado. ¡Ugh! Mierda, debí haberlo apaleado.

Supongo que el ángel pelirrojo y tragón llamado Kagami me ha cambiado demasiado para mi gusto. En el buen sentido claro. Hablando de Taiga, ese idiota de Nash, es muy estúpido o muy valiente si cree que puede quitármelo. Y se llevará una sorpresa muy pronto…porque aunque nadie lo sepa, lo tengo justo donde lo quiero.

Notas finales:

Siempre y cuando digo siempre es siempre quise poner a Kise de Gamer intenso. Ya saben, que es el chico bonito, pero que en realidad es un vicioso de los videojuegos –no sé porque- Pero se me hace una idea interesante de AU. Así que helo aquí, ahora que está divorciado se ha encerrado en su baticueva, pero con ayuda de Kagami quizás salga adelante.

Por otro lado ya supimos de boca del mismo Kise que Nash no tiene buenas intenciones y mucho menos es una persona decente. ¡Ah, que nervios!

Y finalmente…el AoKaga, necesitaba que tuvieran una cita donde fueran idiotas, adorables y terminaran cogiendo porque se aman y yo los amo y todos los amamos TAT

Pero eso sí, para terminar Kise por fin le dijo un poco –si un poco- de lo que se ha guardado por tantos años a Aomine. Y eso no es todo, sino que al parecer Daiki conoce a Nash, solo que no lo recuerda…¿Qué? ¡Todo empieza a juntarse!

Por ahora nos vemos el próximo Jueves como siempre y ya saben que los amo muchísimo bebés.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).