Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tigre de Bengala por RyuStark

[Reviews - 200]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Heyaaa bebés <3

Estoy muerta, agotada, terminada. No quería actualizar jajaja, estoy demasiado cansada, pero me dije “Las promesas son deudas” así que heme aquí.

Este capítulo me quedó más dramático de lo que esperaba, pero es necesario, porque ya necesito que se empiecen a aclarar las cosas. Quería poner puro fluff, pero en su lugar terminé con mucho hurt/comfort y obviamente humor estúpido. :’v  

Por fin se tronarán las palomitas entre Aomine y Kise, así que asegúrense de tener su mantequilla para acompañarlos. ¿Qué? <3

Espero que lo disfruten y perdón si hay algún error o algo está raro. ¡Estoy en otro mundo! Jajaja

------Kagami T.-------

Nunca había estado tan incómodo, preocupado y triste como en este momento. Muero por gritar, por pedir perdón, por decir muchas cosas pero no puedo, más bien no debo. Permanezco en silencio, jugando con mis manos muy nervioso e intentando averiguar qué hacer para que Aomine no siga molesto conmigo.

Pero pareciera imposible.

Quisiera que me mirara feo, que me gritara, que me dijera algo. ¡Lo que sea! Pero lejos de eso ha permanecido callado, sentado en la sala y por supuesto sin siquiera dirigirme la mirada.

Cualquiera pensaría que por como es Aomine, al enojarse reaccionaría lanzando todo por doquier, maldiciendo y soltando lo que piensa de golpe, pero en su lugar es esta clase de agresivo-pasivo permaneciendo callado y matándome de la angustia. —Daiki…—Hablo desde el comedor donde llevo media hora sentado, sin siquiera recibir señales de vida de él.

—Ahora no Taiga, ahora no. —Me dice firme y con un tono bastante acusatorio.

Por donde me encuentro no puedo ver que expresión tiene, así que en su lugar solo veo su espalda. ¡Pero no puedo seguir así! Ya fue demasiado, por lo que me armo de valor y voy hacia dónde está él sentándome a su lado. —Necesito que me hables Daiki.

—Taiga, ve al cuarto a dormir o haz otra cosa, en este momento necesito espacio.

—Lo lamento…perdón. En serio lo siento por todo. Pero no me alejes. —Le digo sujetándolo con fuerza por el brazo. Daiki por fin me voltea a ver después de un largo rato con el ceño un tanto fruncido. Nos miramos fijo y lentamente él se va ablandando hasta suspirar agotado.

—Estoy muy enojado contigo en este momento Taiga. Y no quiero decirte algo de lo que después me pueda arrepentir.

—Daiki ya te pedí perdón, sé que te debí haber dicho lo de Nash, pero no creí que…

—¡¿Qué?! ¡¿No creíste que fuera importante?! ¡¿Pensaste que tú podías controlarlo?! ¡¿Eso maldita sea creíste?! ¡Carajo Kagami, qué pasa contigo por todos los cielos! —Por fin grita furioso, soltándose y levantándose para tomar distancia.

—Sé que estuvo mal pero… —Aomine me silencia extendiendo su mano.

—Kagami, no solo me ocultaste que Nash ha estado acosándote e inclusive agrediéndote físicamente, sino que si no fuera porque hoy yo recibí esas putas flores, tú habrías seguido sin decirme nada. Y lo peor de todo es que no parecieras comprender el riesgo al que te expusiste. ¿Es que acaso estoy pintado? ¿No confías en mí? ¿Qué no significo nada para ti?

—¡Sabes que no es así! ¡Tú eres todo lo que tengo!

—¡¿Entonces por qué me mientes?! ¡Lo sabes, sabes cuánto odio las mentiras y vas y me lo haces en la maldita cara!

—¡No te mentí! ¡No quería hacerlo! —Le digo angustiado y hasta un poco enojado.

—¡Ocultar la verdad es lo mismo que mentir! —Me grita hostil, una vez más alejándose y apretando los puños antes de volver a verme, respirar hondo y soltar la tensión. —Taiga, ese hombre es un criminal con muchos antecedentes de los cuales no quiero ni entrar en detalles, pero las cosas que ha hecho no tienen nombre. Y tú no solo lo enfrentaste solo, sino embarazado por si lo olvidas.

—No…no lo olvido, solo…solo que. —Pienso en qué decir sintiéndome terrible por entender los puntos negativos de lo que he hecho. —Lo lamento Daiki. No quería mentirte, ni ocultarte nada, en serio lo siento. —Le digo sintiendo mis ojos cristalizarse, los cuales me limpio a prisa.

—No llores Taiga, no solo es tu culpa, también estoy molesto conmigo por no haberlo notado. —Me dice Daiki acercándose a mí y tendiéndome su mano para que la tome. Pero más que su mano me arrojo contra él para abrazarlo tan fuerte como puedo y llorar. Maldita sea llorar, porque mi venenosa mente me hizo sentir por un segundo que podría perderlo.

—No llores bebé. Yo también lo lamento, lo siento mucho. Nunca quise hacerte sentir mal ni mucho menos gritarte, pero en serio me molesté…aún sigo enojado. —Aomine me frota la espalda consolándome mientras yo me aferro a él sin intención de soltarlo. —Me alteró demasiado el pensar que algo malo te pudo haber pasado y que yo no estuviera ahí para ayudarte.

—Nada pasó. Lo juro.

—Sé que quieres protegerme Taiga, que quizás pensaste que lo de Nash era personal y podías solucionarlo, pero no puedes. ¿Me oíste? No puedes. Y cuando no puedes hacer algo, debes de pedir ayuda y dejar que alguien más se haga cargo. Ya no estás solo, ya no tienes que cargar con todo y definitivamente ya no debes quedarte callado.

Asiento contra su hombro que le he mojado, sintiéndome amado y reconfortado ahora que aprieta más el abrazo. Lo amo, lo amo, amo a este hombre y lo quiero para siempre a mi lado. En cuanto Aomine intenta separarme no lo permito aferrándome más a él.

—Vamos bebé, no me iré…solo tomaré un poco de agua y luego te calentaré la cena.

—No tengo hambre.

—¿Qué dije sobre mentir?

—Solo tengo un poco… —Aomine sonríe y me da un beso en la frente mientras yo me separo, pero aún sin soltarlo de la ropa. —Nunca quise mentirte Daiki.

—Lo sé. Y yo nunca quise gritarte Taiga. Pero debes saberlo, puedes destrozarme, hacerme polvo y quebrarme con toda la sinceridad del mundo, pero no me mientas Taiga…nunca me mientas.

—Lo prometo. —Ambos nos damos una pequeña sonrisa y hasta un beso antes de por fin ir a la cocina, donde me siento en la barra mientras Aomine se dedica a calentar nuestra cena ahora fría y que se vio interrumpida cuando todo el pleito inició.

Por una gran parte el alivio ahora me llena por ya no tener que pensar en cómo lidiar con Nash, ya que Daiki se hará cargo.

Sonrío ante ese hecho, recargándome en mi brazo y mirando al padre de mis hijos ya más tranquilo al igual que yo. Me froto el vientre diciéndoles a nuestros bebés que todo está bien, que su padre nos protegerá y que no debemos tener miedo.

—Ración extra de puré de papa, para el chico más lindo del mundo. —Me dice Daiki con una sonrisa, dándome mi plato y sentándose junto a mí para también cenar.

Le sonrío comenzando a comer, pensando que quizás las cosas seguirán un poco tensas, pero lejos de eso Aomine se queja porque el microondas calentó desigual su comida sacándome una carcajada.

—Pagamos tanto por esa cosa y ni siquiera calienta parejo. Por cierto, ¿Quieres algo?

—¿Algo? —Le pregunto curioso.

—Sí, ya sabes…comida o algo.

—¿Ya estamos cenando? —Daiki me rueda los ojos y me pellizca la nariz haciéndome gruñirle.

—¡Tú enorme Bakagami, me refiero a antojos! Aún es temprano así que podría comprarte algo si lo quieres.

—No me consientas que no me lo merezco. —Le digo con una ceja levantada.

—Taiga no eres un niño castigado, eres un hombre que ha aprendido su lección y en todo caso lo pregunto por mis hijos. Sabes que a ellos no les niego nada. —Me dice con una sonrisa boba, haciendo un juego de cejas estúpido y dándome un beso rápido.

—No sé qué mierda hice para merecerte, pero te amo muchísimo Daiki.

—Podrías demostrármelo sabes…—Me susurra mientras me acaricia una pierna, recibiendo rápido un jalón de orejas de mi parte.

—No conoces la vergüenza huh. Galán barato. —Ambos nos reímos un poco mientras terminamos de cenar. —Sabes, ahora que lo pienso, desde ayer se me antojó comer algodón de azúcar.

—¿En serio Kagami-chan? ¿Algodón de azúcar? ¿Esa masa de colores cancerígenos, diabética y pegajosa que se te adhiere a los dientes, la encía y te deja más drogado que todos los estupefacientes del mundo, por todo el dulce que tiene?

—Eres un inmenso idiota, y sí, sí me refiero a eso. Sabe rico y quizás es pegajoso, pero vale la pena. ¿Qué no tuviste infancia o qué?

—Ah, ah. Soy del equipo manzanas de caramelo Taiga. Te dan caries, pero a la vez son un poco sanas. Aunque admito que solía comerme como cinco manzanas y terminaba con dolor de estómago. Entonces mi mamá me regañaba y terminaba sobándome la panza toda la noche. Y yo juraba jamás volver a comer ni una sola manzana con caramelo, pero apenas llegaba la feria o un festival y era el primero en la fila.

—No tienes remedio Daiki. —Le digo divertido y entre sonrisas jalándole una mejilla.

—Ahora que lo pienso, hoy es viernes y la feria está abierta hasta tarde, ¿Quieres que vayamos? Seguro que ahí encontramos tu algodón de azúcar.

—¿En serio? ¿Quieres ir a la feria ahora mismo?

—¡Claro! Yo podría comprarme una manzana y a ti tu masa pegajosa e innecesariamente dulce y hasta nos subiremos a los juegos.

Pondría los ojos en blanco de no ser porque Aomine ya se encuentra tomándome de la mano, agarrando nuestras chaquetas y sacándome del lugar. Me dedico a mirar su espalda conforme avanzamos pensando en que si yo estoy loco, él lo está mil veces más, pero me encanta. Estar con Aomine Daiki significa vivir una aventura sin fin cada bendito día.

—Aomine, Kagami-san buenas noches ¿Saldrán? —Nos pregunta Susa que se encuentra en la puerta junto a Wakamatsu-san.

—Hey ustedes dos, vamos a la feria. —Les dice Aomine a sus amigos.

—¿A la feria? —Inquiere Wakamatsu-san con una ceja levantada.

—¿Qué? ¿Te da miedo subirte al carrusel o qué? No te preocupes, puedo tomarte de la manita mientras lo haces si te asustas mucho. —Suelta Aomine burlón y recibiendo un codazo de mi parte.

—¡Aomine maldito! ¡¿Quieres ir a la feria?! ¡Yo te llevaré a la feria en un ataúd!

Por supuesto que Wakamatsu-san está por brincarle encima y matar a Aomine, de no ser porque Susa-san lo detiene mientras yo le jalo una oreja a Daiki, que se encontraba arremedándolo y volteándole los ojos para provocarlo. Dios, juro que a veces sigue siendo un enorme niño.

—Nosotros iremos detrás de ti Aomine y mantendremos nuestra distancia, si nos necesitas solo llámanos. —Menciona Susa después de lograr domar a su fiero compañero.

—Bien, bien, pero si Wakamatsu-chan se pierde,  moja sus pantalones o llora por su mamá es tu responsabilidad. —Finaliza Aomine antes de tomarme de la mano y que salgamos volando, porque esta vez seguro que si lo apuñalaban.

—Un día te van a dar una paliza. Y yo les daré pastel cuando terminen de hacerlo.

—Kagami-chan, me rompes el corazón, debes estar de mi lado. —Dice Daiki dramatizando y ya manejando su auto rumbo a la feria.

—¿Me comprarás algodón de azúcar por ello?

—¡Oh sí bebé!

—Entonces también te daré pastel, cuando estés en el hospital después de que te hayan dado una paliza. —Aomine suelta una carcajada mientras yo sonrío, entrelazo mis dedos con los suyos y miro por el retrovisor de mi lado que evidentemente el auto de sus amigos nos viene siguiendo.

Ya en la feria que afortunadamente no queda muy lejos y que decidieron establecer en un parque algo grande, me deslumbro apenas me bajo del auto. Todo grita color, diversión y mucha alegría. Porque de inmediato me llega el aroma dulce a caramelos, el de mantequilla de palomitas y resuena esa clásica musiquita de feria más todo el ambiente.

Lo mejor es que al ser fin de semana está bastante lleno y eso hace lucir el lugar de lo más entretenido. —¡Daiki hay una enorme noria! —Le grito emocionado al ver la noria llena de foquitos de colores que gira lento. —¡Quiero subir a la punta y verlo todo!

—Bien, bien, pero tranquilo, no quiero que empieces labor de parto en plena noria de la puta emoción.

—¡Esa sí que sería una historia para contar!

—Ja, ja, muy gracioso Bakagami, la historia de cómo nacieron nuestros hijos en la punta de una noria y cómo yo me morí del infarto por ello. Ahora venga, dame la mano y no te alejes.

—No me trates como un niñato. —Le digo sacándole la lengua y tomando su mano.

—Mocoso adorable, te juro que si no hubiera tantos niñitos corriendo te lo haría contra ese puesto.

—¡Ahomine! —Grito avergonzado, sintiendo mis estúpidas mejillas arder y jalándolo. —Pues si te crees tanto, demuéstrame tu habilidad de tiro al blanco señor me lo puedo todo.

—¿Me estás provocando para que te embarace?

—¡Idiota ya lo estoy! Me refiero a que quiero que me ganes un peluche o algo.

—Oh, que decepción, comenzaba a emocionarme, pero ven, vamos.

Por supuesto que vamos a un puesto donde le dan un rifle de juguete a Aomine y en el cual para su pena, las balas ni siquiera son balas y son corchos. —Daiki date prisa, quiero ese oso, el del bote de miel.

—Lo haría pero, ¿Cómo mierda se supone que tire esa botella de cristal con este corcho diminuto? ¿Dónde están las balas de verdad? —Gruñe casi arrojándole el rifle al dueño.

—¿Quién te crees? ¿Rambo? Por eso es un juego, ingéniatelas, no sé cómo pero quiero ese jodido oso para el cuarto de los gemelos. —Daiki refunfuña ya que por más que le da a la botella, simplemente no se cae. Claro, hasta que se le ocurre una idea y me dice que me acerque. —¿Ahora qué?

—Tú distrae al hombre.

—¿Hah?

—Solo hazlo Bakagami. ¿Quieres tu mugroso peluche o no?

Afilo mi mirada hacía él, porque así como es seguro que hace una locura, sale huyendo y me deja como idiota. —Bien, pero date por muerto si haces algo chistoso ¡Y no está mugroso!

—Sí, sí…ahora coquetéale al hombre o lo que sea, pero distráelo solo un segundo.

Lo ahorcaría, pero en su lugar los nervios me llegan mientras le hablo al hombre sobre el clima. Claro hasta que Aomine me da su mejor cara de ‘¿Es lo mejor que se te ocurrió?’ que tengo que cambiar de táctica. —Y…uh, ¿Cuánto tiempo más va a estar la feria? —Le pregunto al hombre, sonriéndole como un idiota.

—Unas semanas más. Oh, por aquí tengo un folleto.

—¿Ah sí? ¿Le importaría mostrármelo? —En cuanto el hombre se agacha, Aomine hace lo mismo a la velocidad de la luz para agarrar una piedra. ¡Una jodida piedra por todos los cielos! Y no una pequeña, sino una piedra enorme tamaño edificio, la cual le arroja a la botella tirándola y hasta rompiéndola.

—¡Ah, ha! ¡Gané! ¡Deme mi peluche!—Dice Aomine eufórico y arrojando lejos el rifle mientras el hombre se incorpora a prisa sin comprender qué carajos pasó.

—Uh… sí, sí…¿Qué premio quiere? —Suelta el hombre ya que al parecer no le queda más que aceptar su derrota.

—El estúpido oso, ese, el del tarro de miel.

Apenas el hombre me lo da, Daiki me saca volando del lugar porque el hombre ya ha recogido la piedra y comienza a buscar hacía los lados. —Oh por dios, eres un criminal, espera y también eres policía. ¡Un policía criminal!

—Cierra la boca, prácticamente le pagamos el oso con tantos intentos fallidos. Y sí, sería un criminal y más si eso significa verte feliz tigre.

Abro la boca para replicar, pero mejor la cierro sintiéndome arrogantemente especial mientras abrazo mi estúpido oso. —Solo porque nos quisieron estafar te lo paso esta vez. —Aomine me sonríe y me da un beso en la mejilla antes de seguir nuestro recorrido.

Porque a pesar de que ya cenamos, me aseguro de adquirir cada cosa que se me antoja en los puestos, seguido de un par de globos que el idiota de mi novio me compra y me amarra a la muñeca como si de un niño se tratara.

Lamentablemente por mi embarazo hay muchos juegos a los que no puedo subirme, incluyendo la noria que me pone en exceso triste. Pero Daiki dice que vendremos después con los niños y que será aún más divertido. Así que en su lugar jugamos en varios puestos y nos subimos a unas geniales tazas que giran, aunque el cobarde de Aomine no me dejó aumentar la velocidad.

Y por supuesto a mi favorito, al carrusel, justo como ahora.

Giramos despacio, mirando a las personas difuminarse con las lucecitas brillantes y neones de los demás juegos, que se pierden con la música del carrusel y del ambiente. Todo mientras Daiki y yo nos atacamos de la risa porque nos hemos subido a un par de caballos.

Debemos lucir completamente ridículos, un tipo en traje y otro embarazado estirando sus manos para entrelazarlas en pleno juego. Y aunque todos deben pensar que estamos locos —y si lo estamos— la verdad es que en momentos así es cuando me siento más vivo que nunca.

Enamorado hasta perder la cordura, feliz hasta las entrañas y emocionado por el simple hecho de estar con él.

Ya en tierra la euforia no pareciera desaparecer, por lo que nos damos un par de vueltas más antes de chocarnos contra un árbol y darnos un par de besos apasionados. Aomine me roba el aliento entre mordidas juguetonas y manos traviesas que apenas me sacan un gemido, también me hacen separarlo. —Basta, hay mucha gente y nos miran raro.

—Déjalos mirar, que sepan lo que es bueno en la vida.

—Idiota. —Sonrío jalándole una mejilla y llevándomelo ya listo para irnos.

—¿En casa me dejarás hacerte cosas para adultos Kagami-chan?

—¿Me estás coqueteando Daiki?

—No necesito coquetearte, mi táctica sigue siendo la misma desde el día en que te conocí… Te seduciré con mi torpeza.

—Suena bien, pero antes un último algodón de azúcar y una manzana con caramelo. Y después puedes seducirme con cuanta torpeza quieras.

Un par de risas más y finalmente obtenemos por lo que se supone habíamos venido en primer lugar.

—Vaya, esto sabe mejor de lo que recordaba. —Menciona Daiki mientras muerde su manzana que cruje deliciosa cuando se quiebra el caramelo en su boca. —La última vez que comí una fue… hace muchos, muchos años, más de los que pensé que pasarían.

—No te pongas llorón y mejor prueba mi algodón. —Le digo metiéndole de sorpresa un poco a la boca. —¿Rico no?

—Ugh, carajo…sabe horrible. Siento el azúcar carcomiéndome los dientes.

—No te preocupes Daiki, para la gente de tu edad ahora venden unas dentaduras muy realistas. —Por supuesto que Daiki me gruñe, inclusive acercándose y mordiéndome una maldita mejilla. Me rio empujándolo para apartarlo a la vez que le quito su manzana para probarla. —Oh…está buena, pero mi algodón está mejor. Por cierto, ¿Nos podemos subir al carrusel una última vez?

—¿De nuevo? Ya nos subimos como cinco veces.

—¡Pues le gusta a tus hijos idiota!

—Siempre culpándolos, pero la verdad es que los tres son unos enormes bebés mimados.

Aomine no me deja negarlo al meterme nuevamente su manzana a la boca.

—¡Ah, son Kagamicchi y Aominecchi!

Ambos giramos ante esa voz reconocible hasta en Marte topándonos con Kise que viene del brazo de Kasamatsu-san.

—Buenas noches. —Nos saluda Kasamatsu.

—Que hay. —Menciona Daiki sin chiste.

—Hola, ¿Qué hacen aquí? —Digo no sin darle un codazo a Aomine para que se comporte.

—¡Le pedí a Yukicchi tener una cita conmigo y aceptó! —Menciona Kise alegre mientras Daiki como siempre se limita a ver a otro lado con tal de no enfocarlo.

—No te creí del tipo de ferias y colores Kasamatsu-san.

—¡Qué cosas dices Kagamicchi, Yukicchi es el hombre más romántico del mundo! —Por supuesto su ex-marido le levanta una ceja. —Sabes que es verdad Yukicchi. Cuando éramos jóvenes, en nuestra primera cita me trajiste a una feria como está. ¡Y por ello decidí que sería bueno recordarlo porque fue muy especial!

—Creo que algo así pasó, pero ahora que lo recuerdo bien no fue una cita. Más bien todos aceptamos venir juntos como amigos, inclusive estaban Moriyama, Kobori y Hayakawa. Tú hasta trajiste a Aomine contigo con eso de que no se separaban nunca. —Dice Kasamatsu-san como si nada haciendo tensar a Daiki y avergonzar a Kise.

—¡Moo, Yukicchi no arruines mis memorias! Si digo que fue nuestra primera cita, lo fue y se acabó. Además en esa ocasión también nos besamos por primera vez en la casita del terror. —Dice el rubio inflando las mejillas y sacándole una carcajada a Kasamatsu-san que no tarda en revolverle el cabello.

—Bien, bien si tú lo dices es porque debe ser verdad. Ah…qué tiempos aquellos. ¿Los recuerdas Aomine? Éramos unos niñatos despreocupados, viviendo entre risas y un par de lágrimas pero siempre felices.

El comentario hace que todos permanezcamos en silencio, en especial a los dos que les ha caído la pedrada con más fuerza. Y aunque no quisiera hacerlo, algo me dice que por fin es el momento perfecto. —Kasamatsu-san, ¿Te quieres subir conmigo al carrusel? Daiki ya se hartó y a mí me gusta tanto.

—¿Qué? ¡No! Yo me subiré contigo. —Aclara Aomine al instante.

—Kagami, será un placer. Yo también quiero subirme desde que lo vi. —Suelta Kasamatsu-san tajante.

—Pe…pero, Yukicchi nuestra cita. —Susurra Kise nervioso al quedar claro que se tendrá que quedar con Daiki.

—Solo es un juego Ryota, al bajar tú y yo haremos lo que quieras, pero ahora espérame junto a Aomine ¿Quieres?

Le dedico una última mirada de disculpa a Aomine que me ve entre incrédulo e indignado mientras Kasamatsu-san me guía para alejarnos de ellos. —¿Está bien lo que hicimos cierto? ¿No se matarán?

—No lo sé. Pero ya han pasado muchos años Kagami, más de los que debieron haber permitido. Al menos si se intentan matar querrá decir que se comunicaron y eso es un inicio. Ya es tiempo de que lo dejen ir.

-----Aomine D.------

Me han pasado cosas malas en los últimos años, pero esto es demasiado. No puedo creer que Taiga me haya dejado con Kise, seguramente intentando que arreglemos algo irreparable. Algo roto. Totalmente quebrado.

—Van a tardarse, la fila es larga. —Habla Kise sacándome de mis pensamientos, ya que ambos nos encontramos mirando hacia donde están Kagami y Kasamatsu ahora platicando alegres después de haber desatado el infierno.

—Hace algo de frío. Asegúrate de que Kagamicchi no se vaya a resfriar.

Quisiera ignorarlo, pero en su lugar le contesto con un gruñido neutro. Permanecemos en silencio por un minuto o quizás una hora, no lo sé, pero es…raro.

—¿Cómo lo hacíamos Aominecchi? —Me dice haciendo que lo mire. ‘¿Hacer qué?’ Le pregunto con la mirada. —Ya sabes, antes no podíamos separarnos ni por un segundo y ahora los contamos para irnos lejos del otro. Y contéstame, no quiero hablar solo como un idiota.

—Si bueno, eres un idiota. Un idiota que pregunta estupideces bien sabiendo la respuesta. Tú me alejaste Kise, me maldita sea ignoraste por años. Y ¿ahora esperas que corra a tus brazos? ¿Qué mierda te pasa? Tú nunca supiste lo que es ser un amigo.

—¿Ah sí? Si no mal recuerdo tú tampoco lo sabías. Porque si de alejar se trata tú siempre lo hacías conmigo. —Me suelta como una burla mientras saca un cigarrillo.

—Jódete, no es verdad. —Le digo molesto y quitándole el puto cigarrillo para arrojarlo lejos. —Sabes que tenía que cuidar a mi mamá. Por eso a veces no estaba ahí para ti.

—Tú jódete. No la uses de pretexto, que si tú me lo hubieras pedido yo te habría ayudado a cuidarla como en tantos años atrás. Pero en su lugar eras un idiota egoísta que decidía guardarse todo. Y entonces en las mañanas cuando llegabas a la escuela, agotado y enojado, y yo te preguntaba qué había pasado, tú siempre decías “Nada que te importe” para luego irte y evitar a todo el mundo. ¿Cómo carajos creías que eso me hacía sentir?

—Púdrete Kise, ¿Qué esperabas? Que te dijera  “Oh, mamá está muriendo y no puedo hacer nada para evitarlo, ¿Por qué no la cuidas conmigo y ambos somos miserables viéndola irse?” Escupo con veneno y dolor viéndolo afilar su mirada.

—¡Pues sí maldición! ¡Sí debiste de habérmelo dicho! No era tú elección para tomar lo que yo querría hacer o no a tu lado. Sabes lo mucho que ella significaba para mí.

—Por lo visto no tanto sino fuiste a su funeral. —Por fin después de tanto tiempo le reclamo, viendo a Kise abrir la boca a la vez que sus ojos se llenan de lágrimas que rápido se seca.

—¿Sabes qué? No necesito darte explicaciones, pero ella…ella también fue mi mamá. Así que jamás digas que no me importaba. Que cuando ella murió, no solo tú, sino también yo lo perdimos todo. Ella fue junto a ti y a Momocchi la única familia que he tenido. Y si no pude ir a su funeral, no fue porque no quisiera ¿Sí? Pero yo…yo no me encontraba bien. No estaba bien. No podía ir por más que quisiera haberlo hecho.

Miro a Kise llorar sintiéndome angustiado, molesto y hasta triste. —¿Qué fue lo que te pasó que no pudiste ir Kise? —Le pregunto sintiendo un nudo inmenso crearse en mi garganta y en mi estómago.

Kise por su lado se levanta y se separa a toda prisa, pero esta vez me tiene que contestar. Por lo que lo sigo alejándonos de todo hasta la parte más desolada del parque y sujetándolo con fuerza del brazo para que me mire. —¡Contesta, ¿Por qué me dejaste ese día cuando más te necesite?! —Kise me mira muy molesto, inclusive empujándome y haciéndome retroceder al darme un maldito golpe en la cara.

—¡Tú lo sabías, lo sabías! Sabías que mi mamá me pegaba y que mi papá lo permitía. Y no solo eso, sino que me estaba yendo mal en la escuela y luego Haizaki…ese maldito de Haizaki que no me dejaba en paz. ¡¿Dónde estuviste tú cuando yo más te necesite huh?! ¡No estabas! Yo estaba solo, totalmente solo. —Grita Kise llorando y empujándome montones de veces, hasta que lo sujeto por el cuello de la camisa y le doy un golpe que lo tira.

—¡¿Y entonces qué era yo Kise?! ¿Entonces qué era yo? —Le grito soltándolo. —¿Éramos hermanos qué no? ¿Cuántas veces no te pedí que fueras a vivir conmigo y mamá? ¡Y tú te negaste! Y Haizaki…mierda Kise, carajo, maldita sea. En ese entonces ninguno podía hacer nada más que agarrarnos a golpes con él, el tipo era un hijo de yakuzas por todos los cielos. ¿Pero qué acaso no te prometí que me haría policía, para encarcelarlo y que no pudiera lastimar a nadie nunca más?... ¿Qué acaso no lo cumplí? Me tomó mucho tiempo, sí, pero lo hice Kise, lo hice por ti. —Rujo como nunca sintiendo mis ojos cristalizarse.

Kise pareciera no creerlo, levantándose, llorando y secándose en el proceso antes de arrojárseme con fuerza. El impacto es tanto que ambos caemos, pero como el terreno en esta área está hacía abajo terminamos rodando un poco entre la tierra. Kise y yo nos jaloneamos, golpeamos y rasguñamos, hasta que finalmente lo detengo y separo.

Terminamos tirados al lado del otro, respirando agitados y lamentándonos por largos minutos que nos hacen permanecer en un prolongado silencio que por fin decido cortar. —¿Qué te hizo Haizaki, Kise? ¿Por él no fuiste al funeral de mamá? —Pregunto conciso, escuchándolo respirar hondo y dejándolo ir.

—Me pidió salir con él y como siempre me negué porque ya tenía novio. Creí que se iría después de ver que lo ignoraba como usualmente pasaba, pero ese día estaba muy enojado. Así que lo próximo que supe fue que me dio la golpiza de mi vida junto a unos amigos suyos. Nunca en la cara, porque decía que era lo único bueno que tenía. Pero de ahí en fuera me hizo trizas.

Y no sé qué fue peor, si esa golpiza o que cuando llegué a casa casi arrastrándome mi madre terminó de molerme por haber llegado tarde. Sabes, si ese día Yukicchi no me hubiera llamado para decirme que me extrañaba, no sé qué habría sido de mí. No pude ir al funeral porque el que necesitaba uno era yo. En ese momento tú no necesitabas una carga más Aominecchi. Y yo tampoco podía consolarte. Todo me dolía. El cuerpo, el alma y el corazón. Y sin embargo todo el tiempo te extrañé a ti, a mamá, a Yukicchi. Y los tres estaban tan lejos de mí.

La verdad me cae como una avalancha pesada, helada y asfixiante que me arde en todo el pecho especialmente en el corazón. Estoy triste, muy triste por no haber notado nada, enojado y resentido. Estoy hecho un desastre.

—En serio lo lamento, siento mucho no haber ido. —Susurra Kise muy despacio y lastimero.

—¡Maldición Kise! —Grito furioso antes de sujetarlo por la muñeca con mucha fuerza y sentimientos desbordados. Kise de inmediato se recarga en mí dejándome… ¿Consolarlo quizás? —¿Por qué no me lo dijiste Kise? Yo hubiera ido por ti, te habría salvado.

—No quería que lo hicieras. No podías ni salvarte a ti mismo en ese momento, tú lo has dicho, tan solo éramos unos mocosos estúpidos.

— Esa tampoco era tú elección para escoger. Sabes que habría hecho lo que fuera por ti.

—No pude decirlo, ya no podía ni mirarte a la cara, me daba tanta vergüenza, no solo por lo de mamá, sino por todo. Sentía que si te miraba a los ojos lo descubrirías y no quería que nadie lo supiera.  Era un hombre, no se supone que debía llorar ni lucir patético.

—Eres un maldito idiota Kise y yo también lo soy…¡Carajo! Gruño muy molesto y rabioso, escuchando a Kise comenzar a reírse. —¡¿Qué mierda te da risa?! —Giro para verlo, encontrándome con que me sonríe mientras le sangra la maldita nariz y su ojo comienza a ponerse ligeramente morado.

—¿Recuerdas esa vez que nos peleamos en el lodo, todo por un tonto juguete y cuando regresamos a tu casa mamá nos regañó, luego nos dio un baño y nos dijo que por ser hermanos debíamos compartir? Entonces aun a refunfuños tú me diste el juguete y me dijiste que ahora era mío. Yo estaba tan feliz Aominecchi, tan feliz.

Ruedo los ojos mirando hacia el cielo estrellado, sintiendo mi rostro punzar por tantos estúpidos golpes y rasguños. —Jódete Kise, no era un tonto juguete, era mi robot rojo con armadura especial. Y te lo di para que dejaras de llorar, aunque luego terminaste rompiéndolo tú enorme idiota.

—Lo sé, lamento eso también.

Nuevamente el silencio nos aborda mientras yo sonrío y me río mentalmente recordando cada idiotez que hicimos juntos. Después de todo pasamos la mitad de nuestras vidas juntos. —Lo jodimos ¿No es así? Lo jodimos todo. —Menciono incorporándome, para sentarme y tronarme los huesos.

—Clásico de ti y de mí. —Me contesta Kise haciendo lo mismo.

Nos sonreímos de lado como un par de imbéciles, no sin que yo le dé un manotazo en la cara. —Kagami se va a poner rabioso cuando vea mi ropa y mi cara.

—Yukicchi tampoco estará muy feliz. Sabes Aominecchi, a pesar de ser unos bobos debimos haber hecho algo genial para terminar con personas como ellos.

—Tú eres bobo, pero creo que tienes razón.  —Finalmente nos levantamos del jodido piso con la ayuda del otro, rápidamente lamentando la extenuante actividad. Debo recordar que ya no tengo dieciocho años para estarme agarrando a golpes con cualquiera.

—¡Aquí están! ¡Los hemos estado buscando por todas partes Ahomine! ¡¿Y qué mierda te pasó?! —Me grita Kagami preocupado y llegando junto a Yukio que sonríe en cuanto nos ve. —Oh por dios, ¿Eso es sangre?

—No lloriquees y mejor ven a besarme cejas de cangrejo. —Kagami me mata con la mirada, pero no quita que me abrace tronándome hasta la consciencia. —Mala idea, mala idea aborta la misión, me estás matando Kagami-chan.

—¿Sabes lo preocupado que estaba imbécil? ¡Miren como terminaron los dos! …Así que díganme, ¿Por lo menos valió la pena? —Pregunta Kagami curioso mientras Kise y yo nos miramos.

—Huh. Tú y Yukio tienen una gran imaginación si esperaban volver y que Kise y yo estuviéramos tomando el té con galletas Bakagami. Nuestra pelea aún no termina, así que te veré el Domingo en mi casa Kise, después del desayuno te patearé el trasero así que no huyas cobarde. —Todos sonríen, en especial Kise que rápidamente berrea ridículo y asiente.

—¡Prepárate Aominecchi que SuperGodKise es el número uno en el ranking y nunca nadie ha podido derrotarme!

—¡¿Hah?! ¿Sigues con los malditos videojuegos? ¡Pensé que en tantos años ya lo habrías dejado!

—¡Eso nunca! —Dice Kise feliz.

—Bien, bien, ha sido demasiado por hoy. Ryota despídete. Aomine, Kagami gracias por todo, nos vemos el Domingo sin falta. —Se despide Yukio bastante cordial como de costumbre.

Finalmente Kise abraza a Kagami, le frota el vientre como mil veces y a mí…a mí me pellizca el muy idiota antes de jalarme una mejilla y salir corriendo junto al único hombre que lo aguanta. —Dios…nuevamente envejecí unos cien años por ese imbécil.

—Tú tampoco eres muy brillante que digamos Ahomine.

—No quiero oír eso viniendo de ti Bakagami. —Le digo burlón, viéndolo fruncir el ceño y abrazarme. Ambos nos miramos en silencio mientras yo rozo mi nariz contra su mejilla. —Kagami-chan, ¿Qué te parece la idea de yo comiéndote entero al llegar a casa?

—Uhm…me parece la idea perfecta Daiki, pero primero a curarte y a darte un baño, literal parece que Kise barrió el piso contigo.

—¡Fue al revés!

—Sí, sí…pero venga ya, vamos a casa.

Asiento feliz y sin querer soltarlo, simplemente aferrándome a él. —Sé que siempre te lo digo pero te amo Taiga, te amo muchísimo. No lo olvides jamás.

—También te amo enorme ridículo adorable.

Kagami me da la sonrisa más preciosa del mundo, provocándome un rico calorcito en el pecho y que lo siga abrazando con más fuerza. Si tan solo él supiera que por mucho tiempo fui lo mínimo que pude, y ahora gracias a él soy y tengo más de lo que alguna vez pude soñar. Porque una persona como Kagami te hace entender que no necesitas a alguien que te complemente, sino a alguien que te acepte con los pedazos que te faltan.

Notas finales:

Intentaré ser lo más concisa que pueda y si tienen dudas estaré feliz de aclarárselas. En primera Kagami le ocultó las cosas a Aomine, porque fácilmente pensó que de esa forma lo protegía sin darse cuenta al peligro que se exponía. Ya vimos que no fue así.

Ahora lo otro importante, Kise y Aomine. Carajo, joder, maldición. Ni yo sé que mierda pasó entre esos dos. Solo que por fin dijeron lo que tenían que decirse desde hace más de una década los enormes imbéciles. Porque esto es parejo, así como Kise se alejó, Aomine tampoco se acercó. Ambos fueron unos tontos, malos amigos, cabezotas. ¡Ambos!

Nada de lo que les pasó justifica su actitud con el otro. Pero ya saben “La vida”. Eso y que ya salió un nombre. Haizaki. No sé si lo recuerdan, pero en la conferencia dónde Taiga le confesó a Daiki que estaba embarazado, fue la misma en la que Aomine estaba hablando sobre el arresto al imbécil de Haizaki. Creo que ya se pueden ir uniendo más puntos ¿Cierto?

Y bueno…¿Qué les digo? Ninguno tuvo la razón. Y tampoco ninguno supo manejarlo porque eran niños estúpidos jugando a los adultos. Pero años después ya lo toman “mejor” porque ahora de verdad son adultos que saben que lo maldita sea jodieron. No les diré que Aomine y Kise ya son amigos, obvio no. Pero al menos ahora saben la parte que les faltaba y quizás…quizás las cosas sean diferentes. Después de todo Kise, es y fue muy importante en la vida de Daiki.

Obviamente nada de esto hubiera sido posible de no ser por nuestro ángel de cejas partidas. Tan claro como que Kagami no se pone en acción tantas veces y Aomine y Kise seguirían amargados por el resto de sus vidas en el aspecto del pasado. Kagami es…la luz de Aomine, su todo :333 <3

Así que ya por fin podemos avanzar de eso, para pasar a Nash en el próximo capítulo. Los amo mucho, gracias por leer. Recuerden si tienen dudas en concreto háganmelas saber :v ¡Nos vemos el próximo Jueves! <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).