Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tigre de Bengala por RyuStark

[Reviews - 200]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola bebés <3 :D

Ayer como a eso de las once empecé a contestar comentarios para luego actualizar como de costumbre, pero me quede dormida. No pude más, en serio fue un día brutal para mí. Pero apenas desperté de mi letargo extremo, comí algo y estoy aquí.

Y ahora sí, hablando de la historia NO termina hoy.  Los aterroricé en vano, lo siento. Y es que el ‘final’ me quedó tan largo que lo tuve que cortar en dos, así que hoy es el penúltimo y el veinte el último de la historia como tal. Además de un extra que haré. En total serán 21 capítulos.

Por hoy solo sé que les traigo feelings, sorpresas relacionadas a la familia de Kagami y muchísimo fluff rosado y esponjoso. Creo que nos dará un poco de diabetes a todos. Así que espero que lo disfruuuuteeen.

----Aomine D.----

—No puedo creer que aún no planeen la boda Aominecchi.

—No hemos tenido tiempo, los gemelos aún son pequeños y nos tienen ocupados, pero estoy seguro que en un par de meses Taiga y yo nos estaremos casando sin problemas. ¿Vendrás con Yukio cierto? —Le pregunto a Kise que se encuentra sentado frente a mí, bebiéndose un café y rápidamente asintiendo emocionado.

—¡Claro que iré! ¡No me perdería la boda de mi mejor amigo por nada del mundo! —Grita en exceso eufórico y haciéndome rodar los ojos. —Ha pasado tanto en estos últimos meses, ¿Qué me dices? ¿Estás feliz con tu nueva vida? —Me pregunta con una sonrisa amable.

—Tengo salud, me gusta mi trabajo, mi novio me ama y mis hijos crecen con bien. Sinceramente no le puedo pedir nada más a la vida.  Jamás creí ser tan feliz como lo soy junto a Kagami. —Kise suspira enamorado de mi respuesta porque a pesar de todo siempre será un niñato sentimental por dentro.

—Aominecchi, ¿Cómo supiste que Kagamicchi era el indicado? ¿No te dio miedo que te rechazara? Ya sabes, por lo joven que es y todo.

—¿Me creerías si te dijera que el miedo nunca pasó por mi cabeza? Desde la primera vez que lo vi lo supe Kise. Supe que él cambiaría mi vida para siempre, no sabía de qué manera, pero no quise esperar a averiguarlo y fui tras él tan rápido como pude. Hay oportunidades que llegan no una vez en la vida, sino en una eternidad. Para mí Kagami es esa eternidad.

—¡Oh, suena como una locura tan emocionante!

—Así es, a veces ocurre que lo que empieza como una locura, se convierte en lo mejor de tu vida.

—¡Aominecchi es tan romántico! ¡Me harás llorar de la emoción! —Por supuesto que Kise chilla de la alegría, sacándome un gruñido y que ponga los ojos en blanco.

—Desde que te volviste a casar con Yukio estás insoportable Kise.

—¡Moo, ya no soy Kise! Soy Ryota o en todo caso Kasamatsu. Esta vez sí me cambié el apellido. Así que llámame así.

—Lo que sea ‘Kise’,  si ya terminaste de parlotear sobre los misterios de la vida tengo que irme a casa a recoger a Taiga, irá conmigo a una cena importante.

—¿Algo de negocios? ¡Ah! ¡No me digas! ¡Aún no le cuentas a Kagamicchi que en realidad eres un súper agente secreto y hoy irán de infiltrados!

—Mierda Kise, tantos videojuegos ya te jodieron la cabeza. Y no, solo cenaremos con un conocido.

—¡Aburrido! Y bien, ¿Quieres que cuide a los bebécchis por ustedes? ¡Recuerda que es mi turno, la última vez le tocó a Kurokocchi y ahora me toca a mí!

—Pues será en otra ocasión, que esta vez los llevaremos con nosotros. —Kise refunfuña por mi respuesta, pero finalmente lo acepta.

Y ahora sí, un buen estrechón de manos, seguido de un abrazo del que no me libro y por fin salgo de la cafetería rumbo a mi hogar. Carajo, aún no me creo que Kise y yo ya nos hablemos bien y nos consideremos ‘amigos’. Será que ir lentamente nos ha dejado volver a confiar el uno en el otro.

El que consideré como mi hermano, una vez más ha vuelto a serlo. Estoy alegre por ello.

Y lo estaré aún más cuando vea a Taiga y a los niños. Mis dos preciosos pedacitos de cielo que ayer cumplieron tres meses de nacidos, ¡Tres meses por todos los cielos!

¿Cuándo se pasó el tiempo tan rápido? Apenas ayer Taiga estaba dando a luz a un par de bebitos regordetes y hoy ya son todos unos uh…¿Bebés regordetes con más pelo? Bien, aún son chiquitos pero no quita que nos hayan puesto el mundo de cabeza.

De verdad creí que estaba listo para ser padre, en serio, me leí varios libros sobre cuidados y la mierda, investigué por todo el internet, les compré cada cosa estúpida con tal de que nada les faltara. Y oh carajo. Cuan equivocado estaba.

Son de otro mundo.

Al parecer le sacaron lo llorón a Taiga —no que lo diga frente a él— y no pueden vivir sin mí. Que nadie me malinterprete, eso me encanta. También debo mencionar que son extra tragones, obviamente lo adquirieron de…así es, Taiga. Así que nuestros hijos comen mamilas por tres cada uno.

Y ni hablar de lo risueños que son con esas mejillas gorditas y bien rosadas más los pequeños hoyuelos que se les hacen cuando sonríen. Una vez más, sonrisa de cielo proveniente del guapo hombre que los dio a luz.

Eso sí, la mayoría de mis mejores trajes viajan casi todos los días a la tintorería debido a que son cubiertos con saliva, leche y vomito de bebé. Ah claro, no es un secreto contar que a veces cuando les quito el pañal para cambiarlos, deciden que una vez más es hora de hacerlo y me han dejado todo mojado.

Como todos los niños de su edad lloran algunas —muchas— veces en las noches y gracias a ello ya soy prácticamente sonámbulo. ¿Quién dijo que no se pueden preparar mamilas con los ojos cerrados huh? Ya soy experto en ello.

Y aunque nada de ello suena muy tentador, la verdad es que no lo cambiaría por nada, porque cuando estoy listo para dormir cada noche y veo a mi lado a Taiga arrullando a nuestros hijos no sin antes darme una de sus sonrisas angelicales, de verdad sé que he encontrado la felicidad que siempre estuve buscando.

Mi propia familia feliz.

Sonrío como un idiota ante ese hecho, a la vez que abro la puerta de mi hogar y entro notando que la mayoría de las luces están apagadas, pero al final del pasillo se ven las del televisor encendido. Camino en silencio, escuchando de fondo unos diálogos que ya prácticamente me sé de memoria en compañía de mi risa favorita en todo el mundo.

—¿Otra vez viendo Toy Story Kagami-chan?

—¡Esta película es la favorita de tus hijos! —Mi joven novio afirma por lo bajo y gira para verme, rápidamente sonriendo al igual que yo mientras me inclino para besarlo y de paso acariciar el cabellito rojo del bebé que mese entre sus brazos.

—Taiga, no porque hayan sacado tus cejas quiere decir que les guste. Además, si sabes que ellos ni siquiera ven la televisión ¿Verdad?

—Obviamente yo se las cuento y les encanta. ¡Y no menciones nuestras cejas! Ni hagas ruido que Yuu está tomando su siesta en la habitación.

—Ya, ¿Y qué hay de este jovencito? ¿Por qué no está dormido? —Pregunto mientras me pasa a nuestro hijo que balbucea y mueve sus manitas alegre dejando que lo abrace. Me siento a lado de Kagami, que rápido se pega a mí y recarga su cabeza en mi hombro. —¿Cansado bebé?

—¿A qué bebé te refieres?

—Déjame pensar…al bebé más grande y llorón de todos. Ósea tú.

—¡Ahomine! Ugh. No te rías, pero cuando te fuiste al trabajo los tres nos quedamos dormidos hasta muy tarde.

—Ya sé, dormiste tanto y tan duro que ahora estás más cansado que si no lo hubieras hecho.

—No sé si eres un genio o un raro por saber todo lo que pasa conmigo.

—Tú siempre llenando de cumplidos al padre de tus hijos Taiga. Por cierto, al parecer no te has arreglado. —Kagami me levanta una ceja como no sabiendo de que le hablo. —¿La cena de esta noche?

—¡Oh! ¡Esa cena! Dios, lo olvidé por completo. ¿Es muy importante? ¿En serio tenemos que ir?

—No hemos salido en los últimos tres meses para nada y seguiría siendo así, pero esta vez me temo que es en exceso importante. —Taiga berrea un poco, pero finalmente asiente antes de darme un beso y levantarse.

—Es verdad, además te lo prometí así que me daré un baño y arreglaré a los niños. ¿Seguro que podemos llevarlos?

—Son las estrellas de la noche Bakagami, claro que tienen que ir. —Mi novio me levanta una ceja curioso mientras se cruza de brazos.

—No me estás diciendo algo.

—Kagami-chan, me rompes el corazón…¡Me hieres! ¿Me crees a mí, el hombre de tu vida capaz de ocultarte algo?

—No uses chantaje emocional conmigo Ahomine.

—¿De qué hablas? ¡Es súper efectivo! —Le digo exagerado, viéndolo rodar los ojos y levantar las manos en señal de rendición.

—¿Sabes qué? Hagámoslo. No sé qué haremos, pero lo haremos. Ahora dame a mi bebé que lo cambiaré.

Una vez que entrego el bebé me acomodo, subiendo los pies sobre la mesita de centro y viendo la jodida película que ya me sé de memoria. —Hey Taiga, tengo una serpiente en mis pantalones, ¿Quieres verla? También puedes tocarla si quieres.

—¡Ahomine! —Me grita asomándose desde la habitación. —¿En serio acabas de usar la frase de Woody para tus perversiones? ¡No puedo creerlo!

—¿Qué tiene? O si lo prefieres puedes montarme hasta el infinito y más allá.

—Eres un…¡No tengo ni palabras para describirte! ¡Porque degenerado ni siquiera te llega a los talones! —Dice de regreso al cuarto y sacándome un par de carcajadas.

—Oh vamos tigre, esa fue mi bati-señal para decirte que necesito sexo duro, depravado y candente hasta que alguno termine inconsciente o algo así.

—Totalmente innecesario Daiki. Y no menciones la palabra sexo que los bebés te escuchan.

—Son bebés. No saben nada aparte de comer, balbucear, orinar sus pañales y dormir. Eso y que siempre ven cómo te toco en la cama y no pareciera importarles.

—Qué bueno que me lo dices para mandarte a dormir al sillón de ahora en adelante.

No hago más que reírme junto a él, hasta que eventualmente también tengo que cambiarme de atuendo. Hoy es una noche tan importante e intento ocultarlo a como dé lugar. Bien podría decirle a Kagami que cenaremos con su padre, el cual después de tanto tiempo por fin decidió que es momento de dejar toda clase de rencor, miedo y malentendido con su hijo atrás.

El señor me llamó hace un par de días, me dijo que quería vernos y también a sus nietos. Quiero ser positivo y pensar que todo se arreglará entre ellos. Tanto así que he decidido que sea una sorpresa, además de que mi suegro parecía muy emocionado cuando me comentó de la cena.

—Y bien, ¿Qué tal me veo? —Me cuestiona Kagami, robándome el aliento y sacándome una sonrisa en exceso complacida al verlo ahora galante y refinadamente bien vestido con un deslumbrante traje.

—Luces encantador Taiga.

—No pude ponérmelo cuando me lo compraste, porque estaba embarazado y el traje demasiado ‘ajustado’, pero mira ahora, junto a ti hasta parecemos personas decentes, cultas e interesantes. Nadie jamás podría adivinar que en realidad somos una pareja de chiflados. Y bueno, un viejo pervertido en tu caso. —Menciona juguetón mientras se asegura de provocarme al deslizar sus manos por mi pecho fingiendo que alisa la tela.

—No me seduzcas Taiga, que sabes que una vez que empiezo ya nadie puede detenerme. —Aclaro observando su mirada lasciva afilarse al igual que su sonrisa.

—Carajo Daiki, para ser un degenerado no sabes cuánto te amo. —Me susurra cautivante, besándome y llevándome con él.

Y de no ser porque los niños nos recuerdan a base de balbuceos que es hora de irnos, estoy seguro que hubiéramos llegado tarde —muy, muy tarde— a la cena con su abuelo.

No debería darme risa, pero me da y mucha, ya que durante el trayecto en el automóvil, Taiga y yo nos coqueteamos sin pudor y de una u otra manera somos interrumpidos por los bebés poniéndose inquietos, pidiendo comida o atención. Tanto que para cuando llegamos al lugar, pasamos de estar arreglados a desordenados.

—No puedo creer que haya pensado por un segundo que luciría igual de bien por el resto de la noche. —Menciona Kagami limpiándose una enorme mancha de saliva de la camisa, la misma que utiliza para peinarse de nuevo, porque ahora parece que le explotó la estufa después de que los gemelos decidieran que su cabello era genial y aparentemente comestible.

—Por como luce el lugar, supongo que sobra decir que no puedo ordenar una hamburguesa ¿Verdad?

Me rio ante el comentario de Taiga, porque nos encontramos en el que de día es un bonito y pequeño museo y de noche se abre como restaurante de lujo. El lugar tiene vista hacia la terraza del jardín y es iluminado cálido y agradable brindando ese ambiente distinguido.

—Daiki, no hay nadie, el restaurante está vacío. —Indica Taiga evidenciando que todas las demás mesas se encuentran desocupadas.

—Bueno, hoy es una noche especial. —Kagami me mira sin comprender, hasta que parece hacerlo.

—Aomine Daiki, ¿Reservaste todo el maldito restaurante para nosotros?... ¡Tú despilfarrador demente! —Claro que no me libro de un jalón de cabello aún a distancia.

—Hubiera sido un lindo detalle, pero no fui yo quién lo reservó tigre de bengala. —Una vez más Kagami me escudriña con la mirada sacándome una sonrisa.

—Por aquí caballeros. Sus acompañantes ya han llegado y los está esperando.

¿Acompañantes? Pienso por un segundo. Espera, sólo se supone que es uno. Quizás se equivocó el mesero. Así que no me queda más que respirar muy hondo y una vez más atenerme a mi destino.

—¿De qué acompañantes…? —Habla Kagami que de un segundo a otro se calla.

Giro sonriente para ver que mi chico lindo se ha quedado pasmado, con la boca abierta e inclusive soltando la servilleta con la que se estaba limpiando. ¡Seguro que ya lo vio! Volteo una vez más para ver que ciertamente su padre ya ha llegado y nos espera de pie muy afable junto a una mesa.

Pero no está solo. La sonrisa se me borra dándole paso a la sorpresa extrema al ver a una bella mujer sentada a su lado.

—¿Mamá? —Susurra Taiga a mi lado, dejándome con la boca abierta mientras lo veo salir corriendo tan rápido como puede hasta la mesa donde se encuentran.  No logro entender nada de lo que pasa, apenas si empujando el carrito de nuestros hijos y llegando con ellos.

—Oh por dios, mamá….mamá eres tú. De verdad eres tú. No puedo…no puedo creerlo. ¡Eres tú! Creí…creí que jamás te volvería a ver. —Kagami se arrodilla para abrazar muy fuerte a la mujer que permanece sentada e impasible.

—Aomine…—Me saluda mi suegro.

Con trabajo estrecho su mano sin apartar la vista de Kagami que no para de abrazar y besarle las manos a la mujer. —Ella…ella es…

—La madre de Taiga. Mi esposa. —Afirma con una sonrisa mientras yo simplemente no acabo de creerme lo que veo. Pero no hay duda, es idéntica a Taiga, ese cabello, las cejas, los ojos y sobre todo la sonrisa de cielo. La mujer que vi en las fotos aquel día en su casa.

—Pero ella…ella estaba…

—Internada. —Declara el hombre. —La madre de Taiga lleva varios años internada en una clínica psiquiátrica y no se le tenía permitido salir. Pero logré que su doctor nos concediera un permiso.

—Ya, ya veo… —Digo aún incrédulo ya que mi tétrica mente llegó a pensar que ella estaba muerta. Y no es así, oh no. Al parecer está más viva que nunca y acariciándole el cabello con dicha a su hijo.

—Mamá dime algo, me reconoces ¿Verdad? Ha pasado mucho tiempo, pero sabes quién soy ¿No es así? —Le pregunta su hijo muy emocionado.

La mujer voltea a verlo fijamente por un par de segundos, permaneciendo en silencio y poniéndonos de los nervios hasta que sonríe.

—Mi pequeño tigre.

—¡Sí! ¡Sí! Soy yo mamá, soy yo Taiga. Tu pequeño tigre. Bueno aunque de pequeño ya no tengo nada. —Kagami y su madre se ríen felices robándome el corazón.

—Gracias, gracias papá. No sabes cuánto soñé con volver a verla y también a ti. A ambos juntos una vez más. —Menciona Kagami que se ha levantado para abrazar a su padre, el cual finalmente le regresa el gesto efusivo.

—Yo también hijo y estoy seguro de que tu madre se siente igual. Pero parece ser, que aún no nos presentas a ciertas personas importantes.

Kagami sonríe enternecido y con los ojos cristalizados, más no atreviéndose a llorar. Como hacía tanto que no lo veía, ahora separándose y cargando a los niños.

—Papá, mamá, ninguno de nosotros empezó bien. Pero hoy por primera vez tengo el placer de presentarles a sus nietos y también al hombre de mi vida. Sabes, a simple vista Daiki luce como un jefe de la mafia, pero en realidad tiene el corazón más grande del universo. Papá…este hombre me salvó en todos los sentidos cuando nadie más pudo y sobre todo, nadie me hace tan feliz como él.

De inmediato me aclaro la voz avergonzado, escuchando a todos reírse y estrechando una vez más la mano de mi suegro.

—Es un honor al fin conocerte Daiki, gracias por cuidar de mi hijo hasta ahora y sobre todo gracias por quererlo tanto.

No debería encontrarme sonriendo como un idiota que finalmente se siente aceptado y reconfortado, pero lo hago. Estoy emocionado y profundamente conmovido. Porque conforme transcurre la noche entre copas y comida, las risas, anécdotas y viejas historias salen a relucir; mostrándome una vez más, que aunque eventualmente todo se termina en esta vida, la familia es para siempre.

Y en momentos así es cuando más pienso que no puede ser una casualidad que Kagami y yo nos hayamos encontrado. Debió ser el destino.

Me burlo interiormente de mí, porque Aomine Daiki, el hombre ‘grande’, ‘poderoso’ y ‘maduro’ que no creía en los cuentos de hadas ni en el amor eterno. En este instante se encuentra enamorado hasta la locura.

—Quisiera brindar por su futuro matrimonio. —Menciona el padre de Kagami sacándome de mis lagunas mentales y sonrisas permisivas.

—Una boda…¡Qué maravilla! —Exclama la madre de Taiga.

—Así es mamá, es mi boda con Daiki ¿Vendrás verdad? —Le sigue el inocente juego Taiga mientras sujeta la mano de su madre que responde la pregunta asintiendo muy feliz.

La bella mujer pareciera estar perdida gran parte del tiempo, simplemente mirando de un lado a otro muy sonriente. Lo curiosos es que no ha dejado de acariciar a su hijo, su esposo y hasta sus nietos. Está enferma, es una realidad, y sin embargo ella no deja de mirarlos con ternura extrema.

Y me creo lo suficientemente arrogante para saber la respuesta. Puedes borrar a alguien de tu mente, pero sacarlo de tu corazón eso…eso es imposible.

—Daiki…Daiki.  —Me sorprendo al sentir como la madre de Taiga me llama, toma de la mano y me da un par de apretoncitos.

—¿Sí?

—Cuídalo, cuídalo mucho. —Por supuesto que se refiere a su hijo y a mí no me queda más que afirmar encantado.

—Lo haré. No se preocupe. —Mi suegra me sonríe enternecida y al igual que como su hijo hace, termina recargándose en mi hombro y sacándole un lindo suspiro a Taiga. Sencillamente una noche maravillosa.

—Papá, prométeme que mañana vendrán a nuestro hogar a comer. También le diré a Alex que vaya. No sabes lo feliz que se pondrá de ver que mamá está fuera de la clínica.

—Claro que iremos. Aunque seguro que tu tía me esperará a palos y supongo que me lo merezco.

Tengo curiosidad de oír más, pero me despego para dejar que Taiga hable con sus padres un tanto más en privado. Por segundos miro a Kagami abrazar a su papá y negar como diciéndole que ya nada del pasado importa y otros más riéndose mientras le besa las manos a su madre. Por fin parece que Taiga ha dejado ir todo ese peso que cargaba con él.

Ya en el auto de regreso a casa, ambos permanecemos en silencio más que nada porque los gemelos duermen ya que pasa de media noche.

—Gracias Daiki. —Susurra Taiga manteniendo su vista fija en la ventana.

—No empieces que yo no hice nada.

—No sabes lo que dices. —Kagami voltea a verme con una expresión que nunca antes había visto. Alegría, nostalgia y mucho cariño. —Papá me contó un poco de lo que le dijiste cuando fuiste a verlo. ¿Y sabes que hizo cuando te fuiste? Viajó a la clínica en la cual mi madre estuvo internada por años, después de que él se diera por vencida en cuidarla personalmente.

Fue a verla y cómo si tus palabras hubieran hecho algo en él, recordó todo lo que alguna vez le prometió a mamá. Él recuperó las ganas de querer salvarla de nuevo aun cuando todos le dicen que es imposible. Y esta vez no desistirá sin importar lo que pase… Daiki, fue porque tú le dijiste que nunca te irías de mí lado y soportarías lo que fuera con tal de tenerme contigo.

Esta vez el que tiene que desviar la mirada soy yo al sentir un extraño y enorme nudo crecer en mi garganta.

—Daiki párate allí. —Me indica Kagami señalándome un parque que bien conocemos.

—Taiga ya es tarde y los niños…

—Daiki, detente allí por favor.

Quiero gruñirle en la cara y decirle que no, pero termino deteniéndome y siendo casi arrastrado por él a la banqueta justo alado del auto.

—¿Reconoces este lugar?

—Basta Kagami, no hagas esto.

—Daiki, ¿Reconoces este lugar? ¿Justo aquí?

—No me harás llorar. —Le digo casi enojado porque siento los malditos ojos arderme mientras lo veo reírse aún con los ojos cristalizados y húmedos.

—No te quiero hacer llorar tonto, te quiero hacer recordar. ¿Sabes que pasó aquí?

—Aquí nos conocimos.

—Así es. —Me dice Kagami mordiéndose los labios y sujetándome el rostro. —Benditos aquellos que pueden recordar los momentos más felices de su vida, porque ellos poseen el paraíso en su memoria.

—¿Por qué haces esto? —Le pregunto abrumado en sensaciones mientras también lo sujeto por el rostro.

—Daiki…así como tú, yo jamás olvidaré todo lo que has hecho por mí y nuestra familia. ¿Me oíste? Nunca lo haré. Y aun cuando el destino decidiera llevarse mi memoria poco a poco, estoy seguro que tú me contarás nuestra historia día a día…¿No es así?

—¡No digas eso! —Es lo único que alcanzo a gritar antes de abrazarlo con tanta fuerza que seguramente lo estoy lastimando. Lo abrazo como si fuera la primera y la última vez. Lo abrazo diciéndole cuanto lo amo y sobre todo gracias por quererme… Lo abrazo porque simplemente no me imagino una vida sin él a mi lado. —Jamás digas eso Taiga. Tú no te irás…promételo.

—¿Prometerlo? ¡Lo juro! ¡Nunca me iré! ¡No podrás librarte de mí jamás! —Me grita feliz mientras me despega un poco y sin soltarme para que nos miremos. —Idiota, ¿Qué parte de me volviste más loco no entendiste? ¡Si me voy, te llevo conmigo carajo! ¡Y también a los tigrecitos!

Ambos nos reímos aún con putas lágrimas en los ojos, quizás por el exceso de emociones o porque realmente no somos más que un par de chiflados que se aman. Y aunque seguramente no tarda en llevarnos una maldita patrulla por el estúpido escándalo que tenemos en plena madrugada, aún así vuelvo a sujetarle el rostro para acariciárselo con rudeza.

—Niñato idiota con cejas de flecha, estómago sin fondo y mente retorcida, me jodiste por ti carajo y tienes que afrontar las consecuencias.

—Oblígame imbécil. —Me dice divertido mientras se abraza a mi cuello y choca sus labios contra los míos en un beso profundo y estremecedor.

Lo maldita sea único que me faltaba para estallar por él. De inmediato lo estrujo entre mis brazos mientras lo beso con tanta agresividad, que en cuestión de segundos logro probar el tenue sabor metálico de la sangre de Kagami en mi lengua. Tanto que aprovecho para tocarlo todo lo que puedo, jalándole la ropa y hasta el cabello intentando deshacerlo por completo.

—Espera…Daiki espera carajo. —Me gruñe apartándome y limpiándose la saliva que escurre obscena por sus labios ahora rojizos, húmedos e hinchados por el turbio beso. —No aquí. Vamos a ir a casa, ahí nos aseguraremos que los niños se queden bien dormidos y luego cogeremos…¿Cuáles fueron las palabras que ocupaste hace un rato?

—¿Duro, depravado y candente?

—¡Sí! ¡Eso! Agresivo, sucio y salvaje.

—Vaya, eso suena aún mejor Kagami-chan. Pero continua por favor…—Taiga sin duda frunce el ceño adorable y me da un puñetazo en el pecho que me hace reír.

—Después de coger nos pelearemos como solemos hacerlo mientras me abrazas y para cuando amanezca, de una vez y por todas pondremos una fecha para casarnos. Porque si no paso de ser Kagami-chan a Aomine-chan pronto, de verdad alguien perderá la maldita cabeza. Y lo digo en todos los sentidos Daiki.

Abro la boca entre indignado, complacido y caliente mirándolo verme según él muy serio. —¿Podrías por favor, por una vez en tu vida, dejar de seducirme tan descarada y abiertamente?

—Déjame pensarlo, no. No lo haré. Ahora vamos a casa. —Concluye guiñándome un ojo y tomándome de la mano.

Kagami que del cielo pasa a ser el infierno calcinante y picante en un segundo me tiene sonriendo de lado y abriéndole la puerta para una vez más entrar al carro. Donde nuestros hijos aún siguen durmiendo como los adorables bebés que son.

Ahora es cuando más agradezco que sean chiquitos y no comprendan que sus padres son unos inadaptados —que los aman con su vida—pero raros al fin y al cabo.

—Daiki…

—¿Sí? —Inquiero más curioso que nunca, ya que su pregunta ha venido acompañada de su mano acariciando mi pierna peligrosamente.

—Baja la velocidad o tendré que golpearte, recuerda que llevas a tus hijos atrás.

—Lo recuerdo Taiga, no por nada se te ocurrió estropear mi auto de lujo con esa fea estampa de ‘Bebés abordo’.

—¡Es por precaución Ahomine!

No me queda más que reírme junto a mi coqueto e intrépido novio, para al llegar bajar todo el circo que traemos debido a los gemelos y finalmente subir rumbo a nuestro departamento.

—¿Hoy también les diste la noche libre a Susa y a Wakamatsu? —Me pregunta Kagami mientras se abren las puertas del elevador en nuestro piso.

—Así es…estos meses no ha pasado nada y creí que por fin ya era tiempo. ¿Qué opinas? ¿Fue muy pronto?

—¿Bromeas? Cada vez que voy al súper mercado y esos dos entran tras de mí, la gente no sabe si tomarnos una foto por lo ridículo que luce la situación de tres tipos masivos y dos bebés en carrito o si echarse a correr del miedo porque parecemos secuestradores.

Un par de risas más se desatan entre nosotros mientras yo meto las llaves notando que está totalmente abierto. —Taiga, ¿Alex dijo que vendría a pasar la noche hoy?

—No estoy seguro, sabes que a veces viene y a veces no. Y hoy no le pregunté. Puede que sí, ya sabes cómo es de torpe y olvidadiza, ahora date prisa que necesito ir al baño y tus hijos necesitan su cuna.

Suspiro inseguro porque algo está raro aquí. Y aún así no me queda nada más que abrir viendo que evidentemente las luces están prendidas conforme avanzamos hasta la sala. Donde veo una de mis peores pesadillas hechas realidad. No…¡No ahora!

—Alex, estamos en casa…Oh mierda.

—Bienvenidos familia… —Contesta Alex que se encuentra nada decente en la comodidad de mi piso y con nadie menos que Satsuki. Porque de todas las personas, tenían que ser ellas.

—¡Dai-chan, Kagamin!

—¿Es en serio Satsuki? ¿En mi sala? ¿Sobre el tapete de mis hijos?... ¿Ves Kagami? ¿Ves por qué te dije que no debías presentarlas? ¡Ves a lo que me refería! —Digo fingiendo indignación.

—Alex, te dije que Momoi era prohibida carajo.

—Oh vamos Kagamin, de ahora en adelante tú y Dai-chan no tienen que decirme tía ni nada por el estilo.

—¡Ay por dios, qué horror! ¿De mi mejor amiga a…? ¿Saben qué? Me voy a dormir con mis hijos. Adiós. Y cuando despierte más les vale a ustedes dos que hayan arreglado esos peluches tirados. —Menciono finalmente yéndome a mi habitación, para quitarme el saco y luego de cambiar a mis hijos meterlos en su cuna.

—Ya se fueron, Alex dice que lo siente. Solo que ambas bebieron de más esta noche. Mañana en la comida se disculpará adecuadamente contigo.

—No estoy molesto, solo…no lo sé, ¿Traumatizado? Carajo, qué bueno que los gemelos aún son bebés y no vieron eso.

—Como si no hubieran visto a sus padres hacer cosas peores.

—¡No es el punto Taiga! —Kagami se ríe divertido de mi sufrimiento mientras nos terminamos de quitar la ropa, para luego asearnos un poco y no hacer nada. Nada aparte de meternos a la cama, taparnos y mirar al techo oscuro.

—¿Quieres hacerlo uh…salvaje y duro, o algo así?

—Nah, se me quitaron las ganas.

—Tienes razón, además hay que guardar algo especial para nuestra luna de miel.

—Oye, oye, espero que esa luna de miel sea mañana o pasado tigre de bengala. Porque hoy quizás no quiero, pero tampoco podré aguantar más.

—Bien, entonces tendremos que casarnos mañana o pasado. —Dice Kagami como si nada, haciéndome girar para verlo.

—¿Ah sí?

—Sí, ¿Por qué no? Mis padres están aquí, también nuestros amigos vendrán si les decimos y podríamos aprovechar.

—Creí que querrías tu boda del siglo con cisnes nadando en chocolate, estatuas de hielo tamaño camión y cascadas de hamburguesas que caigan desde el cielo.

—No me incluyas en tus sueños retorcidos ¿Quieres? Aunque lo de las cascadas no es mala idea. —Una vez más terminamos riéndonos por lo bajo para no despertar a los niños y de paso pegarnos hasta abrazarnos.

—¿En serio quieres hacerlo Taiga?

—Quiero hacerlo. Será una locura…nada raro en nosotros. Así que creo que saldrá bien, ¿Qué te parece?

—Me parece excelente. —Le digo recargándome más en él y sintiendo que el sueño me golpea con brutalidad. Fue un día tan bueno que estoy agotado.

—Daiki… —Contesto un claro ‘Uh’ ya que mi cerebro comienza a desconectarse del mundo. —Te amo. Te amo Daiki, ahora mientras te lo digo y te amo conforme me escuchas. Y lo siento mucho si ya te tengo harto, pero tengo que decírtelo. Te amo profundamente. Porque eres y siempre has sido lo mejor que me ha pasado en la vida.

Esta vez no me atrevo a abrir los ojos, mejor respirando hondo y luchando por mantener mis emociones bajo control mientras lo abrazo más, si es que es posible, sabiendo que no lo amo solamente aquí y ahora, sino que nunca dejaré de hacerlo. Porque a Kagami Taiga es un hombre que se le ama más allá de la razón.

Notas finales:

Resumen del capítulo: Kise y Daiki ya son ‘amigos’ de nuevo. Quizás no los BFF, pero ya se llevan bastante bien y disfrutan la compañía del otro. Ah sí y Kise se casó con Kasamatsu de nuevo.

Luego el estelar, la mamá de Kagami está viva. Y sí, creo que fui muy cuidadosa desde el inicio de jamás mencionar la palabra muerte relacionado con ella. Parecía que lo estaba pero nope. En primera Kagami jamás lo dijo y no es algo que se oculte, luego en el capítulo pasado cuando Aomine dice ‘Que era preciosa’ el Sr. Kagami dice algo como ‘Para mí aún lo es’ ya saben, cosas que nadie notara, lol.

No entraré en detalles pero el señor viajaba tanto porque obviamente tenía que visitar a su esposa de vez en cuando aparte de trabajar. Y Taiga como tal no la veía porque era algo que podía ponerlos mal a los dos (en su mala época) Pero ya saben, ahora la vida les sonríe y fluff y felicidad para todos. La vida es bella.

Y no sé que más decir, el AoKaga están viviendo el mejor tiempo de su vida con sus gordos bebés y su familia reunida. Tanto que han planeado una boda exprés, una locura tan típica de ellos.

Obvio eso quedó para el final, en compañía de la ‘acción’ -Nash- y por supuesto la mención de porque Kagami es ‘tigre de bengala’... Sí, justo con eso se termina el fic. Me hubiera gustado concluirlo todo en uno, pero en serio era muchísimo y no quedaba.

Por cierto quizás no lo dije pero en el extra que es el epilogo, ahí contaré cómo se conocieron bien Aomine y Kagami. Sé que es una duda mayoritaria. ¡Y será resuelta! Ahora si me despido, el próximo capítulo diría que lo publicaré el próximo jueves, pero quizás sea el miércoles. Así que nos vemos pronto. Y como siempre gracias por tanto cariño y apoyo hasta ahora. Los adoro.

P.S. ¡Lamento haberme quedado dormida! >u<


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).