Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tigre de Bengala por RyuStark

[Reviews - 200]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola, ¿Mis amores de chocolate con nariz de cacahuate? <3 <3 <3

¿Qué les digo? Este capítulo es el más dramático de todo el Fic, o algo así. –Nah- Y es totalmente necesario porque Aomine descubrirá el secreto de Kagami.  Es drama recuerden, no llega a angst, nah. Para nada, ni se preocupen, solo es drama ardiente, desorbitante y…enloquecedor ¬w¬ Pero sobre todo momentáneo.

--Kagami T.--

Me siento bastante cansado, creo que hoy exagere con el ejercicio. Y lo peor es que aún tengo cosas que hacer y terminaré muerto. Suspiro agotado mientras doblo algo de ropa, hasta que mi celular suena sacándome de mi nube. Sonrío al ver que se trata de Aomine, con sus típicos mensajes de cuánto odia el papeleo de su trabajo y de cómo extraña mi comida. Y obvio jamás puede dejar de burlarse de mis cejas. Vaya idiota.

—Taiga, Taiga…Taiga te estoy hablando.

Reacciono mirando de frente a mi padre, que me levanta una ceja y me arrebata mi celular para dejarlo sobre la mesa sin cuidado alguno.

—Te estoy hablando Taiga. Pregunté si ya tomaste tu medicina.

—Ya lo hice.—Mentira. Se lo digo con tal de que no se enoje, pero por el ceño fruncido que tiene no es muy prometedor.

—En ese caso, ¿Qué quieres de cenar? Pediré algo por teléfono.

—Yo puedo cocinar. Mi padre se cruza de brazos ante mi comentario, poniéndose a la defensiva.

—Ya te dije que no me gusta que cocines, podrías lasti­­marte.

—No lo haré, diario cocino sin problemas.—Al instante me muerdo la lengua al verlo marcar su mala expresión. Oh no, acabo de joderlo en grande. Y mucho al ver lo molesto que está papá.

— ¿Y entonces para que te doy dinero para la comida? ¡Si dije que no puedes cocinar, no puedes hacerlo! ¿Acaso quieres ocasionar un accidente? ¡Se consciente Taiga!

—¡Papá puedo hacerlo! En serio que puedo, no soy un minusválido o algo así. Tengo manos y aunque no me sirve tanto la cabeza como te gustaría,  la sé utilizar ¿Sí? Deja de tratarme como a un inútil.

—No eres quién para decidir eso. ¡Soy tu padre y si digo no es no! ¿Ya olvidaste lo que dijo el Dr. Midorima sobre no hacer cosas que puedan ponerte en riesgo a ti o a los demás? ¿Qué haces si te da una crisis con algo en el fuego? ¿O mientras sostienes algo filoso?

—¿Sabes qué? No tengo hambre. Tu cena algo, pídelo, lo que sea. Estoy por irme muy molesto, pero mi padre me sujeta con mucha fuerza por el brazo haciéndome girar.—Papá me lastimas.

—No he terminado de hablar Taiga.

—Pero yo sí. Me suelto con más fuerza, viendo su expresión sorprendida ya que jamás me había atrevido a contestarle. Por lo que apenas si logro meterme a mi habitación y cerrar la puerta antes de escuchar como grita mi nombre enojado.

—¡Ya no eres un niño Taiga! ¡Deja de esconderte!

—¡Pues tú me tratas como a uno! ¡Tengo veintiún años papá, no doce! ¡Y no saldré hasta que te vayas!

—¡¿Qué dijiste?! ¡Sal ahora mismo y es una orden!

Lo ignoro escuchando de fondo el golpeteo constante, más su reprimenda mientras me tiro a mi cama boca abajo simplemente para mirar la nada. Qué bueno que Kuroko no vino hoy, sino mi padre es capaz de gritarle y sacarlo, si hubiera querido defenderme como en otras ocasiones.

Suspiro cansado porque aunque quiero a mi papá y agradezco que se haga cargo de mí, simplemente no hace más que tratarme como a una reliquia de cristal.

Cree que puedo quebrarme física o mentalmente con lo que sea. No quiere que haga nada y si fuera por él simplemente debería estar sentado, leer, comer y dormir todo el día. Prácticamente no debería conocer el mundo exterior. Pero muy a su pesar, como solo suele venir dos días cada tres semanas, o a ves más tiempo, al final hago lo que quiero.

Ni él ni nadie me dirá cómo vivir mi vida.

O eso pienso mientras me tallo los ojos y tiemblo un poco, sintiéndome algo mareado y desubicado, cómo si mi mente y yo no estuviéramos en el mismo lugar. No me gusta la sensación, hace mucho que no me sentía así. Creo que…que tal vez hoy si podría tomar la medicina. No veré a Daiki así que no habrá problema.

Sinceramente no quiero hacerlo, hacía tanto tiempo que no la necesitaba. Pero no puedo dejar que empeore. No ahora que se supone estoy por terminar el tratamiento.

Así que me armo de valor, porque no me queda más que salir. Ya no oigo ruido, espero se le haya pasado. Abro despacio, saliendo hasta la sala y quedándome estático como si me hubieran golpeado directo al estómago, al ver a mi padre junto a la mesa revisando el que si no me equivoco es mi celular.

—¿Qué haces? ¡Es mío! ¡No puedes! —De inmediato mi padre eleva la vista y en cuanto noto la furia y el enojo total en él retrocedo por instinto.

—¿Te crees muy listo Taiga? ¿Es eso? ¿Te crees más inteligente que yo? ¿Crees que porque te doy dinero y te puse un departamento puedes hacer lo que quieras, o con quién quieras? ¡¿Eso crees?!

Mi padre lanza mi celular con demasiada fuerza al piso, reventándolo y destrozándolo en el acto.

—¿Quién es Aomine Daiki, Taiga? ¿Te estás revolcando con él? ¿Es eso? ¿Te está sacando dinero? ¿Ya te embarazó? ¡Contesta!

—¡Papá por dios! ¡Aomine jamás haría eso! ¡Él me ama!

—¿Eso te dice? ¿Te endulza los oídos para llevarte a la cama? ¡Te creí mejor que eso! Ven aquí carajo, yo no te eduque para que te metieras con el primer idiota que se te cruzara en el camino. Y más importante, ¿Sabe de tu enfermedad huh? ¿Lo sabe?

Mi padre logra llegar frente a mí, para tomarme por el rostro con fuerza haciéndome temblar. —Papá no es así, te juro que no es así. Aomine me quiere, en serio me quiere a pesar de todo. Y sabes, él… él es un poco más grande, pero trabaja mucho y es muy maduro, responsable y bueno.

—Oh, así que es más grande que tú, ¿Cuánto? ¿Uno, dos, tres años? Que maduro debe de ser.

Al no responderle mi padre abre los ojos aún más, mientras yo siento como si montones de flashazos de luz constantes me palpitaran en la cabeza. Oh no. No ahora. ¿Por qué está pasando de nuevo? Si ya estoy bien, se supone que estoy curado.

—¿Cuántos años más grande que tú es ese Aomine? Y más te vale no mentirme Taiga.

Me muerdo los labios sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas, a la vez que un chirrido agudo y horrible se desata en mi oído, como cuando se pierde un sonido.  Las cosas se mueven y de repente parecieran alejarse y hacerse enormes por lo que agito la cabeza. —Papá…papá…no me…no me siento bien.

—No intentes zafarte del problema Taiga. Que claramente te dije que no podías salir con hombres. Y no me pongas esa cara, que soy tu padre y sé lo que te conviene. El tipejo debe estar contigo por lástima, pero apenas te saque provecho te dejará. Así que ahora mismo le hablas a ese hombre y le dices que no volverás a verlo.

¿Qué? ¿Qué está diciendo? ¿Lástima? Intento comprender todo entre el caos y confusión de mi cabeza, apenas razonando que según él no puedo ver nunca más a Aomine. Y eso jamás lo permitiré. No, no, no. Aomine me quiere.

Lo peor es cuando escucho un cruel susurro, que me hace negar y empujar con fuerza a mi padre haciendo que me suelte y de paso que se estrelle contra la barra de la cocina. —¡No! ¡No haré eso! ¡Amo a Aomine y no lo dejaré! Aprovecho que mi padre se queda con la boca abierta, para salir huyendo tan rápido como puedo.

Apenas si alcanzo a tomar mis zapatos y llaves antes de salir volando intentando liberarme del yugo que me oprime hasta el alma. Una vez en las calles me calzo y de nuevo salgo corriendo como si se me fuera la vida en ello.

Mi vida es un asco, lo ha sido siempre, hasta que conocí a Aomine. Él me ha dado un propósito y muchas razones para querer despertar cada día, y ni siquiera mi padre, ni mi propia locura podrán evitarlo.

Aomine es mi destino.

Lo es, lo es, realmente lo es. Ese pensamiento me retumba al igual que montones de cosas más en la cabeza mientras corro recibiendo todo tipo de miradas. Curiosas, crueles, burlonas, malvadas, simples. ¿Por qué no me dejan en paz?

Corro sin detenerme, por minutos, quizás horas, o segundos, no lo sé. Pero me detengo ansioso, agotado, desesperado y harto dándome vueltas sobre mi propio eje sintiendo el cuerpo arderme pesado. ¿Dónde estoy? ¿Dónde…dónde? ¿Qué hago? Aomine…Aomine ven.

Me dejo caer de cuclillas, para meterme las manos entre el cabello y jalármelo preocupado. Oh no…oh no. Mi respiración se agita constante y acusadora matándome lento, hasta que por obras de la vida miro hacia arriba y veo un enorme edificio que se me hace conocido.

¿Qué es este…? ¿El edificio de Aomine? ¡Sí! ¡Sí! Sonrío y me levanto, sin poder evitar sentir mis ojos mojarse. Lo logre, llegue, llegué a él. Me introduzco al edificio recibiendo una particular mirada del portero, pero en cuanto le enseño la llave, el hombre me sonríe dándome alivio.

Quince, piso quince. Presiono el botón repetidamente hasta que las puertas del elevador se cierran. Aomine, veré a Aomine. Por fin, por fin. Él me salvará, él sabrá que hacer, él no dejará que nos separen. Lo repito en voz alta como un mantra, notando mi ropa húmeda por el sudor caliente que me recorre el cuerpo y moviendo mis  manos ansioso. Llega, llega, llega.

Finalmente, en cuanto llego a su puerta trago saliva. ¿Toco? ¿O solo abro? Me lo pienso por segundos, pero son más rápidas mis manos temblorosas que abren el seguro. —¡Aomine! Grito su nombre apenas entro, pero nadie me contesta. Está oscuro y él no está. Todo en mí se derrumba al igual que yo, que me dejo caer en la entrada tras cerrar la puerta a mi espalda.

El piso se siente frío contra mi rostro.

Pero solo debo esperar, solo un poco más y él llegará. Suspiro ante ese pensamiento hasta que miro por el filo de la puerta al ras del suelo unos pies pasar. Al instante trago saliva y me incorporo pegándome a la pared. Oh no…¿Y si papá me siguió?

Me asusto aún más al ver esos pies pasar de nuevo, y no solo es un par sino dos, tres, muchos. Son muchos. No…no, seguro que papá le llamó a sus tipos rudos y ahora vienen a lastimar a Aomine para que se aleje de mí. Pero no lo dejaré. No lo haré. No dejaré que nadie nos separe. No esta vez. Ya no más.

 

--Aomine D.--

Maldito día de la jodida, estoy muerto. Solo quiero tomarme un buen vaso de whisky, darme un baño y dormir hasta el año que viene. Oh sí. Sonrío ante ese pensamiento durante el alto, aprovechando para estirarme y bostezar.

Ya pasa de media noche y ahora que lo pienso Kagami ya no me contestó los mensajes.

Seguro que se quedó dormido como el enorme bebé que es después de ver mil partidos de la NBA por televisión. Carajo, ¿Debería llamarlo? Siempre le digo que lo haré, pero me da algo de vergüenza hablarle en plena madrugada, como si fuera una puta colegiala que no puede dormir por pensar en él.

Y es que es así, van casi tres meses desde que formalizamos y han sido maravillosos. No lo digo solo porque el torpe es una mezcla de furia y ternura al mismo tiempo, sino porque las cosas han ido bastante bien entre ambos. Y me refiero a las físicas también. No hemos follado aún, pero no quita que las manos y besos curiosos nos hayan llevado a todos lados.

—Buenas noches Aomine-san.

Le hago un gesto de saludo con la mano al portero del edificio, mientras me meto al elevador y llego rápidamente a mi piso. Bostezo de nuevo frente a la puerta pensando en sí debería llamarle a Taiga, metiendo la llave y notando que está abierto. ¿Qué carajo? En cuanto empujo la puerta, miro que las luces están encendidas.  Hay alguien dentro.

—¡No te muevas!

Brinco del susto al ver a Kagami salir frente a mí apuntándome con un cuchillo. —¿Taiga? Mierda, casi desenfundo mi arma.

—¡Daiki!

Taiga arroja lejos el maldito cuchillo y corre a mis brazos, para aferrarse a mí como si la vida se le fuera a ir si nos separamos. —¿Qué pasa? ¿Qué haces aquí? No me dijiste que vendrías, aunque estoy feliz pero… Me veo interrumpido por Taiga que me sujeta por la ropa y me da un par de tirones para que me enfoque en él y su rostro aterrorizado.

—Aomine ¿Te lastimaron? Están afuera ¿Verdad? ¿Qué te dijeron? ¿Papá te dijo que te alejaras de mí? ¡No le creas, no le creas nada! ¡No le hagas caso! ¡Aomine llama a tus amigos del cuartel y has que se los lleven! ¡Diles que se vayan! ¡Que los encierren lejos! ¡No los quiero aquí!

—Woah…Kagami. Hey, hey, tranquilo. Kagami tiembla alterado entre mis brazos mientras yo intento comprender qué demonios está pasando. —Taiga escúchame, tranquilo, estoy aquí. Y no hay nadie afuera.

—¡Claro que sí! ¿Qué no los oyes reírse de nosotros? ¡Se creen tan listos! ¡Los detesto! ¡Papá les pagó para que te molesten!

—¿Qué? ¿Taiga de qué hablas?

—Aomine aléjate de la puerta, pueden oírnos hablar. Ven…rápido.

Kagami me jala rumbo a la sala mientras yo miro que se encuentra desaliñado, tembloroso y con la respiración agitada más los ojos rojizos y llorosos. Luce deplorable.—Taiga, ¿Te sientes bien?

—¡Eso no importa! Aomine ellos…ellos quieren lastimarnos.

—¿Quiénes? ¡Taiga no entiendo!

—¡Yo tampoco!

Kagami se aleja de mí, asustado y hecho un mar de nervios, desesperándome y preocupándome en exceso. —Kagami…¿Qué tienes?

—Aomine…están aquí. Entraron.

Al verlo caer de cuclillas y cubrirse con las manos el rostro como un niño asustado de un monstruo, sé que algo no está nada bien no solo con él, sino con toda la situación. Y aunque no entiendo un carajo, sé que me necesita. Por lo que no dudo en correr hacia él, para arrodillarme y abrazarlo dejando que se aferre de nuevo a mí.

—Tengo miedo. Ya vienen. Y ni siquiera sé si eres real.

Lo miro sin comprender, sin embargo lo abrazo con mayor fuerza, asegurándome de acariciar su rostro y de frotar su espalda. —Shh…estoy aquí y nadie te hará daño.

—Pero ellos…

—Ellos no pueden lastimarte porque te protegeré. Kagami mírame bebé, estoy aquí. ¿Me ves? ¿Me sientes? Soy real y estoy aquí, contigo, ahora y no me iré. —Apenas digo eso Kagami fija sus ojos en los míos y asiente dejándome consolarlo. Le froto la espalda por un largo rato, por fin confirmando algo que no quise creer.

Sé que Kagami no es normal, pero no creí que llegara a este punto. De pura suerte me deja llevarlo a mi habitación, donde lo hago recostarse junto a mí y de nueva cuenta abrazarlo.

—¿Siguen ahí verdad?

Me lo pienso algunos segundos, pero termino negando. —Se han ido, los ahuyente.

—¿En serio?

—Te lo juro. ¿Me crees cierto? Kagami parece tener duda, pero en cuanto asiente vuelve a abrazarme y yo a él. Los minutos se pasan largos y desgarradores mientras lo tranquilizo como mejor se me ocurre, acariciándole el cabello, el rostro y la espalda; y haciendo que haga lo mismo conmigo para que el miedo no regrese.

Cerca de una hora después Kagami se queda dormido, quizás del agotamiento físico y mental. Lo cubro y me escapo con cuidado de su duro agarre para mirarlo detenidamente. ¿Qué mierda acaba de pasar? Eso no fue un ataque de pánico, fue algo…más intenso y hasta cierto punto aterrador. Estaba como paranoico.

Salgo de la habitación en silencio y tomo mi celular agradeciendo haber intercambiado números con Tetsu, cuando Kagami nos presentó hace ya mucho tiempo. Y aunque son casi las tres de la mañana y es una locura, no sé a quién más llamarle. Así que un par de tonos después y Tetsu finalmente contesta.

—¿Aomine-kun? ¿Pasa algo?

—Tetsu escucha, Kagami se puso mal.

—¿Qué? ¿Qué tiene Kagami-kun? ¡¿Él está herido?!

—No físicamente, pero cuando llegué a mi casa tenía un maldito cuchillo y juraba que alguien estaba fuera y quería lastimarnos. Él se alteró y…

—Aomine-kun dame tu dirección, iré enseguida.

—Tetsu ¿Oíste lo que te dije?, ¿Qué me están ocultando tú y Kagami?

—Aomine-kun, tu dirección por favor. Es urgente, Kagami-kun necesita su medicina.

—¿Medicina? ¿Qué medicina? ¡¿Qué rayos está pasando?!

—¡Aomine-kun tu dirección!

Me sorprendo al oír que el chico sin presencia y de lo más reservado me ha levantado la voz. Así que no me queda más que dársela y quedarme estático al oír que ha colgado repentinamente. Suspiro agotado, sirviéndome un enorme trago de licor frío para tomármelo de lleno, seguido de otro más mientras los minutos largos y pesados pasan.

Me duele la maldita cabeza. No entiendo nada.

Y aun así me asomo a la habitación para ver cómo se encuentra Kagami. Duerme pacifico, aunque algo tembloroso, por lo que saco del closet un par de colchas más para cubrirlo, sentándome a su lado y dándole un beso en la frente. Tetsu habló de medicina, ¿Kagami está enfermo? ¿De qué?

—¿Aomine-kun?

Giro hacia la puerta viendo a Tetsu entrar aun en su ropa de dormir más un suéter algo grande y con una pequeña maleta colgándole del hombro. Luce desaliñado y agitado, como si hubiera corrido un largo camino.

—Estaba abierto, así que entre. Disculpa la intromisión.

—No hay problema.Apenas lo digo me aparto para que él se acerque a Kagami, sentándose a su lado y sacando de la maleta un pastillero de donde toma dos tabletas más una botella de agua que destapa.

—¿Cómo lograste que se calmara?

—Solo lo abrace. Tetsu me mira sorprendido por un segundo, pero igual de rápido recupera su mismo rostro inexpresivo mientras despierta a Kagami despacio, como temiendo que se altere de nuevo. Kagami aun soñoliento se despierta e incorpora lo suficiente, para tomarse las pastillas y darle un trago al agua.

Por un momento nuestras miradas se encuentran y él no duda en sonreírme mientras su mano busca la mía para darme un apretoncito. Esa es la mirada del chico tan dulce como rudo que conozco. El Kagami de siempre.

Así que un par de segundos más y de nuevo cae rendido. Apenas lo comprobamos Tetsu me indica que salgamos a la sala y eso hago, ya que tengo muchas —demasiadas— preguntas que hacerle.—¿Ya me dirás que está pasando?

—Aomine-kun, a mí no me concierne decírtelo, pero intentaré explicarte hasta donde pueda. Kagami-kun…sufre cierto trastorno.

—¿Trastorno?—Lo miro preocupado, pero él de inmediato niega.

—No te asustes Aomine-kun, es…curable.

—¿Qué tiene?

—Digamos que…Kagami-kun no piensa como tú o como yo. Creo que ya habrás notado que pierde el hilo y a veces pareciera mirar, sentir u oír cosas que quizás no estén ahí. Debido a ello ha tenido que tomar medicamentos desde que fue diagnosticado.

Desde el inicio respondió bien al tratamiento, mejor que en muchos casos, pero como todos tuvo una que otra dificultad. Hasta este último año en que te conoció que todo mejoró aún más.

Tanto así que su doctor le bajó la dosis de medicamentos por una mínima, e inclusive dijo que veía a Kagami-kun como uno de los pocos casos en que podría vivir una vida totalmente normal, tal como si la enfermedad nunca se hubiera presentado apenas terminara su tratamiento.

Aomine-kun, sé que es mucho para procesar, pero es la primera vez que lo veo confiar plenamente en alguien. Ni siquiera conmigo había sido tan abierto y contigo le resulta natural. Él vino a ti en su peor momento, tal vez inconsciente pero vino en busca de alivio y parece ser que se lo diste. Nunca habíamos logrado que se calmara en ninguna de sus crisis, más que con sedantes y tú con simples palabras le aliviaste hasta el alma.

—Tetsu…¿Qué tiene Kagami para ser específicos? Ese ver, oír y sentir cosas, lo que sea, que no están ahí es algo…mental, ¿Cierto? Tetsu traga saliva mientras se acomoda bien en el sillón y se llena los pulmones de aire para darme una mirada seria.

—Aomine-kun, ¿El saber lo que tiene Kagami-kun te hará cambiar lo que sientes por él?

—No.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Siempre he sabido que Kagami no es normal. Y precisamente esa anomalía es lo que me gusta de él. Sin embargo no mentiré, estoy molesto, pero no porque esté enfermo, sino por no habérmelo dicho. Soy su novio después de todo. Me cruzo de brazos y le regreso la misma mirada filosa. Kagami es mío con o sin enfermedad y no temo decirlo, o eso le doy a entender a Tetsu con mi expresión.

—Debes amarlo mucho para poder decir eso.

—No es una novedad, así que dilo Tetsu. El hombrecito de cabello y ojos de cielo claro, se muerde los labios algo ansioso, quizás preocupado.

—Él es como un hermano para mí.

—Él es mi novio. Y quién sabe, si acepta en un par de meses, años, no lo sé, él lo dirá, quizás lo convierta en mi esposo.

—No te atrevas a jugar con algo así Aomine-kun.

—¡Yo no juego con nadie, y menos cuando se trata de Kagami!—Se lo digo molesto, azotando mi puño en la mesita de centro. No tengo quince años para salir corriendo en cuanto escucho malas noticias Tetsu. Tú y él son jóvenes aun, pero yo sé lo que es el dolor  y sé que puedo asumirlo y soportarlo. Así que no intentes ocultarme nada que no va a funcionar.

Porque si crees que saldré huyendo no me maldita sea conoces. Así que dilo ya. Se lo digo con brusquedad y pesadez, pero sobre todo con angustia debido al incierto porvenir de sus palabras. Hasta que finalmente lo dice.

Miro sus labios moverse y revelarme la verdad dejándome paralizado.

Mi boca se abre, sólo para volver a cerrarse mientras parpadeo un par de veces intentando asimilar las cosas. Pero nada, no pasa nada. Aunque mi cerebro maquina al mil por hora, algo no me funciona porque sé lo que eso implica, sin embargo no logro razonarlo. Kagami tiene….

—¿Aomine-kun? ¿Aún estás conmigo?

—Lo estoy…lo, lo estoy. Solo…¿Cómo? No, más bien, ¿Por qué? Eso no…no es, no sé ¿Genético, hereditario? ¿Para gente mayor?

—De hecho los primeros síntomas se presentan y desarrollan durante la adolescencia. Como en el caso de Kagami-kun. Y algunas veces aún más temprano. El cuándo y el porqué, bueno…me parece que él debería ser quién te cuente todo esto. Yo ya hice algo que no debí…Aomine-kun, es demasiado, lo sé. Pero aun así me atrevo a preguntar, ¿Cuándo Kagami-kun despierte, debería llevarlo conmigo?

—¿Qué? ¿Por qué?Tetsu me da una mirada silenciosa que me da la respuesta. Suspiro prolongadamente mientras me recargo de lleno contra el respaldo del sillón, algo cansado y aun incrédulo. —Mira Tetsu, toda mi vida evite cualquier relación afectiva porque no solo no me interesaba, sino que me resultaba frustrante.

Es estúpido, pero hace cinco minutos tenía dieciocho años y ahora tengo treinta y dos. Y sinceramente no sé en dónde se quedó mi tiempo.

He trabajado día y noche porque me encanta mi trabajo, en serio. Pero siempre que volvía a casa me sentía…¿Cómo te lo digo? ¿Vacío quizás? Inclusive ya había dado por hecho que no me casaría, ni tendría una familia, nada. Pero luego llegó ese idiota de Kagami con sus cejas raras y su estómago sin fondo, perdiéndose y sonriendo y me jodió.

Tetsu verás, cuando llegas a mi edad ya no buscas amores eternos como cuando eres joven. Ya no buscas la ridiculez de ‘Para toda la vida y después de ella’ con el romance y las sonrisas bobas, porque sabes que esa mierda eventualmente termina. Ahora buscas a una persona que te entienda, que te complemente, que esté contigo en las buenas y mucho más en las malas. Una persona que no se vaya por una peleíta tonta, sino alguien que te respalde.

Y claro, sentirse amado es increíble.

En este punto de mi vida ya no me interesan los acostones de una noche y las promesas fugaces.  Yo necesito a alguien que cuando regrese del trabajo y sienta que todo es un asco, con solo verlo sepa porque sigo aquí. Y ese alguien para mi es Kagami. Ese torpe enojón y gruñón me, ugh…me hace mejor persona. Kagami es lo mejor de mí. Somos tan parecidos, pero a la vez tan distintos y me fascina. Kagami es…Kagami con todo y enfermedad, eso no cambia lo que pienso ni siento por él.

Sabes, estoy seguro de que lo necesitaré en algún momento difícil más adelante y él estará ahí para mí. Bueno, pues cuándo él me necesite, justo como hoy, también estaré aquí. Alejarse de los problemas no es mi estilo Tetsu, al contrario, creo que me gustan.—El mejor amigo de Kagami me mira fijo como analizándome y aunque debería importarme un carajo lo que piensa de mi un niñato, en cuanto veo como sonríe diminutamente, no me queda más que sonreír igual.

—Ya veo porque Kagami-kun está tan enamorado de ti.

—Gracias Tetsu, pero aunque me gusta Kagami, no me van los preescolares como tú.

—¿Perdón? Aomine-kun es un inepto.  

—Sí, sí, mucha plática pero será bueno que vayas con él. Yo cenaré algo y dormiré en el sillón.

—¿No quieres que sea al revés?

—¿Quieres que lo manosee mientras duerme?

—Por un minuto creí que eras un hombre maduro.

—Si bueno, con los años se aprende a endulzar oídos. Tetsu me rueda los ojos mientras yo le sonrío de lado viéndolo meterse a mi habitación, regresar con un par de colchas que me da y finalmente yéndose.

La sonrisa me dura hasta comprobar que el seguro suena. Me levanto como si nada yendo por la botella de licor para servirme un vaso lleno y bebérmelo entero sintiendo la garganta arderme.

Pienso en todo y a la vez en nada, mirando hacia el ventanal que me muestra los colores neón, apenas alumbrando la penumbra del lugar. Me quito la corbata y el chaleco, y un par de botones desabrochados después y finalmente me recuesto en el sillón a lo largo, recargándome contra un par de cojines. 

Ahora al que se le va el tiempo como agua entre los dedos es a mí, porque ¿Está bien cierto? Kagami es Kagami. Mi Kagami. Está enfermo, pero Tetsu dijo que es curable.Y si algo pasa estaré aquí. No tengo miedo, solo…no recordaba lo que era saber cuánto me necesita alguien. Y lo compruebo al escuchar la puerta abrirse de nuevo por lo que cierro los ojos pretendiendo dormir.

Pero sé que es él. Es Kagami que pareciera no saber qué hacer, pero en cuestión de segundos siento como se sube al sillón y aun cuando es un tipo enorme y sabe que no cabemos bien, no duda en meterse entre las colchas para abrazarse a mi pecho con rudeza. Tiembla contra mi cuerpo y puedo sentir mi cuello humedecerse tibio, está asustado.

—Daiki…estoy loco. Muy loco. —Es un susurro lastimero y cortado que me hace tragar.

—Yo también lo estoy. —Pareciera no tomarle por sorpresa que estoy despierto, en su lugar se pega más a mí, dejándome notar que sonríe contra la piel de mi cuello mientras se sorbe la nariz.

—¿Lo dices para hacerme sentir mejor?

—Nah, lo digo porque es verdad. La diferencia es que a lo tuyo el doctor le puso un nombre…¿Quieres que te cuente un secreto? —Escucho un claro ‘Uh-huh’ que me hace aclararme la voz y finalmente abrazarlo.

—Dentro de mi hay algo muy malo, algo espantoso y terrible. Y aunque yo no veo ni oigo cosas. Si experimento otras más, que estoy seguro nadie más puede. Creo ferviente que no pertenezco a este lugar. Pero esto tú ya lo sabes ¿Verdad?... Claro que sí, después de todo eres el único que ha logrado ver dentro de mí.—Kagami se relaja ante mis palabras justo como yo.

—Daiki…tú si estás más loco que yo.

Y claro que nos da un ataque enorme de risa por su tono burlón, que nos hace carcajear por lo bajo, ya que no queremos despertar a Tetsu. —Mierda, lo sé. Creo que por eso nos gustamos tanto. Pero te prometo que mañana todo será igual. ¿Quieres que mantengamos el secreto entre nosotros? ¿Eso te gustaría?

—Sí, eso me gustaría. —Sé que sonríe al igual que yo.

—Daiki…

—¿Sí?

—¿Estamos tan mal como ellos piensan? Ya sabes, la gente.

—Estamos mucho, mucho peor de lo que piensan. Estamos totalmente jodidos.—De nuevo nos reímos como un par de tontos, porque solamente nosotros entendemos este estúpido, ilógico e irremediable amor que nos tenemos.

—Daiki…sabes, mi medicina se supone que me hace dejar de sentir. Todo. Pero a pesar de eso siento muy claramente que quiero darte un puñetazo y un beso, porque me gustas. Me gustas mucho. Te quiero. Y lo siento fuerte y claro.

Sonrío ante eso, dándole un beso en la frente, que le provoca un tierno suspiro y que me aligera cualquier pesadez que llegue a sentir. —Yo también lo siento Taiga, yo también lo siento…fuerte y muy claro.—Sí, definitivamente esto es lo correcto, o al menos así lo siento.

Notas finales:

Oh sí. Oh joder sí. Sí, sí, sí. Kagami está loco, y no lo digo en el sentido figurado. Kagami realmente está loco nivel psiquiátrico. Y lo sé, dije que Aomine describiría su secreto, no que ustedes lo harían, ok no, haha. Lo hicieron hasta cierto punto.

Y déjenme decirles que es una enfermedad totalmente real y como dijo Kuroko curable. Sí, CURABLE. Podrían investigar por su cuenta y seguro que encuentran algo.  Pero he decidido esperar a nombrarla en voz alta porque así avanza la historia mejor. Así que control mundo.

Esta cosa es fluff, pero antes se tenía que prender en fuego. Y aunque no lo crean la historia no gira en torno a la enfermedad de Kagami. Eso simplemente es un colateral.

Eso sí, ya después de este capítulo se abre el cielo, bajan los unicornios, llueve arcoíris, bombones, colores, flores y todos vomitamos arcoíris. Ya se viene el fluff saca caries, diabético y con ello más personajes, muchos más. :D

Así que nos vemos el próximo Miércoles. Los amo, gracias por leer y por apoyo y cariño ;)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).