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Tigre de Bengala por RyuStark

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Notas del capitulo:

Hola hermosuras <3

Bien, después del drama del capítulo pasado hoy les traigo fluff, un toque de humor y situaciones…¬w¬ Kagami habla un poquito de lo que tiene, pero ya saben, el misterio aun permanece. Eso y que comienza a averiguar más sobre Daiki :D

Espero que lo disfruten <3

//Aomine D.//

—Hey…despierta, Aomine despierta. ¡Que te despiertes te digo! ¡Ya está el desayuno!

Abro los ojos y la boca de golpe al sentir como me tapan la nariz casi asfixiándome. Y claro que se trata de Kagami que me levanta una ceja, seguido de una dulce sonrisa. Carajo, ¿Puede haber algo mejor que despertar y lo primero que vea sea él? No lo creo.

—Maldición Ahomine, casi te pasa un camión encima y ni así te despiertas.

—¿Por camión te refieres a ti y tu enorme, inmenso y masivo trasero Bakagami?

—Eres un idiota, ¡Y mi trasero no está enorme!

—¿Seguro? Yo te lo veo bastante grande.Se lo digo mientras le doy una nalgada, apenas si alcanzando a esquivar el puñetazo que me suelta directo al rostro. Me rio mientras me pongo de pie, estirándome y encarándolo. —¿Tetsu?

—Se fue temprano a cambiarse porque tenía clases.

—Ya, Kagami sé que soy cautivante, pero a menos que tú seas el desayuno será bueno que te hagas a un lado. Me mira fijo y sin aviso alguno me abraza con demasiada fuerza, tanta que me hace gruñir, sin embargo no dudo en abrazarlo también hasta que me empuja separándonos.

—Bien…vamos a desayunar que se enfría.

Tal cual lo dice avanza hacia el comedor. — ¿Tú cocinaste? ¿Con qué? No tengo nada.

—Encontré un par de huevos, harina y algunas cosas más y me las arregle.

Me quedo con la maldita boca abierta al ver que realmente se las arregló de lujo. Huevos, tocino, panqueques y jugo. —Woah, ¿Eso estaba en mi cocina? Lo menciono mientras me siento y no dudo en meterme una cucharada a la boca que me sabe a gloria. —Oh dios, ¿Tú preparaste esto?

—¿Sí?

—¡No sabía que cocinaras tan bien!

—Tonto, siempre te llevo de comer cosas que yo preparo.

—¿En serio? Creí que lo comprabas o algo así, con razón sabía tan maldita sea rico. ¿Quién lo diría huh? Eres todo un geniecillo Bakagami. —Mi novio me rueda los ojos, pero aun así sonríe feliz por el cumplido mientras yo me atasco la boca. —Carajo, hace años que no comía algo decente.

—¿A qué te refieres?

—Bueno pues... no soy un as de la cocina, así que siempre como comida congelada o fuera.

—Aomine, eso hace mucho daño a la larga. La comida procesada sabe bien, pero tan seguido es malo para la salud.

—Oye, ¿Qué esperas? Trabajo mucho y aunque se sostener un arma de fuego, los cuchillos no son lo mío. Eso y que seguramente todo explotaría si intento siquiera encender el horno. —Kagami frunce el ceño mientras yo le sonrío y continúo comiendo. —Aunque sé hacer pasta y pasta también. ¿Ya te dije que la pasta me sale excelente? Eso sí, la salsa siempre es de frasco, pero el queso yo lo rallo.

—Oh sí, como un ser humano puede vivir de pasta señor listo.

—¿Me estás retando?

—Te mato si lo intentas. Sino es que te mueres antes de lo mal que comes.

—¿Qué te digo? La cocina no es lo mío chef súper estrella. Kagami me aniquila con la mirada, sin embargo suelta su tenedor y me mira algo tímido.

—Pues…pues si quieres yo podría cocinar para ti.

Ambos nos quedamos callados mientras yo intento no sonreír como un retrasado. —Eso…eso me encantaría.—Kagami sonríe alegre y asiente antes de volver a comer. Permanecemos en silencio por un largo rato, pero noto que entre la comida saca un par de pastillas que se mete a la boca y se pasa con un trago de jugo. Nuestras miradas se encuentran y él de inmediato baja la suya apenado.

—Uh…¿No tienes nada que preguntarme?

—¿Tú tienes algo que decirme?—Kagami se lo piensa, pero termina negando y finalmente asintiendo.

—Sabes lo que tengo ¿Cierto?

—Lo sé.

—¿Estás molesto?

—Solo dime algo Taiga. ¿Me lo ocultaste por que no confías en mí, o porque temías que me alejara? Kagami le da un largo trago a su jugo, antes de tomar aire y aclararse la voz.

—Confío en ti Daiki, en serio lo hago. Pero eventualmente todos siempre se alejan. Digo, ¿Quién querría estar cerca de un tipo loco que ve cosas?... No quería que tú también te alejaras. Tú eres…importante para mí.

Esa mirada inocente y lastimera me hace saber que probablemente no uno, sino muchos se han no solo alejado, sino desaparecido. —Kagami, estoy aquí y no me iré eventualmente. Aunque me gustaría saber…¿Estás bien? ¿Lo de ayer te pasa seguido?

—¡No! No me pasa seguido. Ya no me había pasado desde hace más de un año. Pero ayer peleé con papá y me alteré.

—¿Puedo saber por qué?

—Él descubrió que salgo contigo.

No debería atragantarme con mi jugo, pero lo hago tosiendo un poco y mirándolo acusatorio. —¿Él no sabía que estamos saliendo?

—¿No? ¡Y no me mires así!

—¿Cómo quieres que te mire si estás ocultando lo nuestro?

—Es porque antes quería mostrarle lo bien que voy con el tratamiento. El doctor me dijo en la última consulta que mejoré tanto que estaba por terminar mi tratamiento. Y que si seguía igual de bien por más de un año él me daría de alta completamente. Yo quería esperar a eso para decirle a mi padre. Para demostrarle que no soy el inútil que él cree y que puedo tener una vida normal. Pero después de anoche no estoy tan seguro de que pueda hacerlo, sin decir que papá ya sabe de lo nuestro y está muy molesto.

Sorprendo a Kagami al ya haber llegado a su lado, para sentarme sobre el borde de la mesa y tomar su mano. —Hey, lo siento, dije una idiotez, raro en mi claro. Pero lo de ayer fue cosa única ¿Cierto? Puedes explicárselo al doctor, seguro que él entenderá. Si quieres te puedo acompañar. ¿Eso te gustaría?La tristeza en los ojos de Kagami escapa mientras una sonrisa se dibuja en su rostro.

—Sí, sí, creo…¡Creo que tienes razón y si me gustaría!

—¡Hecho!

—Aunque…lo de papá es otra cosa, no quiero volver a casa, seguro que debe seguir furioso. Salí huyendo después que dijo que solo me endulzas los oídos para llevarme a la cama, sacarme dinero y de paso embarazarme.

—Quizás tenga razón, excepto en lo de sacarte dinero. Kagami me da un puñetazo que me hace gruñir.

—Hablo en serio tarado. ¿Qué haremos? Él ya te odia.

—Yo lo odio mucho más.

—Ahomine, ¿Qué no eres tú el adulto maduro o esa mierda?

—No eres divertido Taiga.  ¿Y qué quieres que haga? ¿Qué vaya a hablar con él? ¿Qué le pida tu mano? ¿Qué lo golpee? ¿Qué lo haga encerrar?

—¡No vas a encerrar a nadie! Ni pedir mi mano…aún. ¡Eso no! Solo…solo dejemos que se calme ¿Sí? Lo conozco, se le pasará. Por ahora le pedí a Kuroko que si preguntaba por mi le dijera que me estoy quedando con él.

—¿En serio piensas quedarte con Tetsu?Al instante las mejillas de Kagami arden violentas mientras desvía la mirada.

—Me quedaré aquí y te cocinaré, sino morirás por tanta comida congelada. Seguro que por eso tu cerebro es tan pequeño.

—¿Ah sí? Pues mi cerebro pequeño es compensado por algo enorme más abajo ¿Quieres verlo?—Kagami arde de nuevo, claro no sin jalarme la maldita perilla, que debo recordar afeitarme o un día de estos el tigre me la arrancará de un enojo.—Ah, ah, bien, bien, no más bromas sobre la grandeza de Daiki, ahora suelta y ¡Mierda que tarde es, debo irme!

Al instante corro a prisa para darme una ducha a la velocidad de la luz, cambiarme y salir con un par de cosas. Ese cabrón de Imayoshi va a matarme. Llego a la entrada viendo a Taiga esperarme con una bolsa de plástico que me da. —¿Qué es?

—¿No dije que no quiero que tu cerebro siga reduciéndose? ¡Es comida! Ah, y me quedo esto.

Kagami me arrebata mi cajetilla de cigarros, haciéndome rodar los malditos ojos y sonreír al sentir como me acomoda el cabello y hasta la corbata. —Sabes, podría acostumbrarme a esto.

—Yo también, pero ahora largo. Que si te despiden no será por mi culpa.

—Sí mamá.Kagami me jala una mejilla a refunfuños mientras yo me rio y aprovecho para acortar la distancia y besarlo. Un maldito beso candente y mojado que me deja idiotizado por él. Amo a este tipo carajo.

—Basta, ahora fuera de mi vista.

—Bien, recuerda si pasa algo llámame. Hay dinero en el tarro de galletas de la alacena y si sales cierra.

—¿Quie…quieres que salga?

—¿Qué? ¿Quieres que te encierre?

—¡No! Solo no estoy acostumbrado a esas órdenes.

—¿Órdenes? Kagami no soy tu dueño, ni tu padre, soy tu novio. Sal, ve al cine, cómprate algo que te guste, pasea, juega un poco, haz amigos, pero ninguno demasiado atractivo eso es prohibido, o gánate un premio nobel, yo que sé, lo que hagan los de tu edad. Solo si tú eres el que llegará tarde avísame. Ahora me largo que es la décima llamada de Imayoshi en menos de un minuto.—Lo beso dejándolo perplejo, antes de salir corriendo y meterme al elevador viendo que ha salido para gritarme.

—¡No llegues tarde que haré de cenar!

En cuanto las puertas se cierran muero un poco y revivo al instante. Esto es como un maldito sueño. Kagami está bien,  no me oculta nada y encima se quedará conmigo. Solo espero poder soportar las erecciones incómodas que están por venir. Eso y que más pronto que temprano tendré que hablar con su padre y hasta con su doctor.

 

---Kagami T.---

Ya no oigo voces.

Bueno, algunas veces escucho lejanos ecos, que retumban como el océano dentro de un enorme caracol si te lo pegas al oído. Ya tampoco miro personas que no existen. Y aunque a veces sigo sintiéndome un poco paranoico, simplemente no puedo evitarlo. Así como tampoco puedo evitar que a pesar de que ya estoy ‘bien’, una que otra vez me pasen cosas que no sepa situar como reales o no.

Supongo que es uno de los principales problemas de estar loco, nunca estás seguro de las cosas.

Me resulta gracioso y hasta entretenido como a menudo las personas utilizan la palabra loco para describir cualquier situación, persona o cosa por pequeña o grande que se sale de lo normal; y en muchas veces de forma positiva. Es como de “Hey, yo en realidad lo estoy y no estoy presumiendo.”

Me rio de mi propia simpleza mientras avanzo lejos del edificio de Aomine rumbo a un supermercado para comprar ingredientes para la cena. No es que nunca saliera, después de todo siempre lo hago para verme con Daiki. Pero para mí el estar en el mundo exterior representa un verdadero desafío. Uno que me encanta y al cual no pienso renunciar.

Durante el trayecto paso por una estación de bomberos, quería ser uno cuando era niño, pero luego se esfumó el deseo. No porque no pueda hacerlo, sino porque en una de mis crisis me imagine un enorme incendio. Y detrás de las crueles, asfixiantes y calcinantes llamas se ocultaba algo que no lograba descifrar. Algo que me asustaba.

Pero eso fue antes, ahora hay algo más que me gustaría hacer, oh sí. Me detengo y miro el bonito edificio de cristal, con preciosos escaparates y aparadores llenos de pasteles, postres y dulces gourmet. Una escuela de pastelería y confitería profesional.

Suspiro maravillado y enamorado viendo los detalles de los caramelos cristalizados, de los pasteles coloridos y cremosos y de las piezas de chocolate que lucen celestiales.Papá jamás me hubiera dejado entrar a una escuela así, pero ahora quizás…sea diferente. La cuestión sería cómo pagarla. Por como luce todo parece costosa.

—¿Vas a entrar?

Giro topándome con una pared inmensa, que más que pared es un enorme tipo de más de dos metros, cabello púrpura y mirada simplona y despreocupada. —Eh, no.

—¿Por qué no? Mirabas todo casi babeando. ¿O te vas a enlistar en alguno de los cursos? Deberías darte prisa que comienzan pronto. Anda rápido entra. Que entres te digo.

El hombre me empuja, listo para abrir la puerta e introducirme al lugar pero logro apartarme.

—¿No entras? ¿No te gustan mis postres? ¡No me agradas!

—¡Claro que me gustan! ¡Me encantan! Espera, ¿Dijiste tus postres? ¿Tú los hiciste? ¡¿Eres el dueño del lugar?!

—Son míos y de mis estudiantes y si tú no los comes yo lo haré.

—Espera, ¿Tú eres Murasakibara Atsushi? ¿El chef a cargo? ¿El que ha ganado todos esos premios internacionales?

—Lo soy. ¿Tú quién eres?

—Kagami Taiga.

—Bien, Gami-chin ¿Ya comemos los postres?

—Atsushi, nada de comer postres para ti que tienes clases que dar. Y ya te he dicho que no molestes a tus potenciales clientes o estudiantes.

Un chico de cabello negro cubriéndole un ojo y con un curioso lunar bajo el otro, me sonríe amable mientras aparta levemente a Murasakibara.

—Pero Muro-chin, no quiere entrar.

—Y no lo puedes obligar. Ahora tú entra que tus alumnos ya te esperan.

Murasakibara que para su edad parece nada menos que un enorme niño refunfuña y entra, no sin antes detenerse y mirarme.

—Espero verte en clases pronto Gami-chin. Puedo ver que te gustan los dulces tanto como a mí.

—Lo siento, a veces puede ser muy directo. Pero si estás interesado en las clases yo puedo darte informes, soy  Tatsuya y mientras que Atsushi es el chef a cargo yo administro el lugar. Mira justo aquí traigo todo sobre ello.

Me lo dice mientras me pasa un folder de los varios que trae bajo el brazo. —Eh…no. No puedo…no. Yo…me voy, pero gracias por todo. Me despido de Tatsuya y salgo a prisa sin atreverme a voltear. Maldición, no le regrese el folder y es que siempre me pone nervioso hablar con extraños. Suspiro agotado, pero antes de darme cuenta ya he ingresado al supermercado.

Recorro los pasillos metiendo variosproductos e ingredientes para la cena, el postre y el desayuno de mañana. No creo que a Aomine le moleste que gaste el dinero en comida, así que inclusive me doy el lujo de llevar un par de botanas y bebidas. Sonrío pensando en los montones de platillos que prepararé para él, ese torpe se llevará una enorme sorpresa.

—¿Qué…qué haces? Sh, sh…vete, ve con tu mamá.

A mi lado un tipo realmente sospechoso de cabellera rubia y lentes de sol intenta ahuyentar a un pequeño niño que le jala la camiseta.

—Vete…anda, tu mamá debe estar buscándote.

—¿Está perdido?Llamo su atención, viendo que el hombre se encoje de hombros como diciéndome ‘Yo qué sé’. Por lo que me arrodillo frente al niño.—¿Sabes dónde está tu mamá?El pequeño niño niega. —¿Quieres que te ayude a buscarla? Apenas asiente lo tomo de la mano y comienzo a buscar. Ya que la encuentro, lo entrego y recibo un agradecimiento antes de volver a mi carrito junto a ese hombre extraño.

—Me salvaste sabes, los niños realmente no son lo mío.

—Supongo que todos tenemos problemas con algo.

—Ni me lo digas, mi marido no deja de decirme que deberíamos tener un par de ellos y por más que le digo cuánto me aterra él no parece comprender. Además de que no estoy listo para perder mi figura por un niño. Soy Kise por cierto.

—Ya…ya veo. Soy Kagami. Intento lucir cortés con el hombre, que de inmediato pareciera tomarse la confianza de la vida y avanza junto a mi platicándome todo de él mientras yo continuo metiendo cosas a mi carrito. ¿Qué le pasa a este tipo?

—Vaya que llevas muchas cosas, ¿Cocinas para alguien?

—Para mí…novio. Un rico calor se propaga por mi garganta al pensar en Aomine, que se me atora al ver al hombre retirarse las gafas, mostrándome unos ojos dorados como el sol. Se me hace conocido, yo lo he visto antes. Pero no sé en dónde.

—Eh, aparte de ser bueno con los niños cocinas, debes tener muy feliz a ese novio tuyo. En cuanto a mí, la cocina y yo somos enemigos a muerte. Así que casi siempre compro comida fuera y solo se la sirvo a mi marido cuando llega. ¿Es más practico que no?

—Supongo que sí. Le contesto a la vez que escuchamos gritos de unas chicas, que lo han visto y ahora se arremolinan a su alrededor. ¡Está es mi oportunidad! —Me dio gusto conocerte, nos vemos.Salgo como alma que lleva el diablo, disparado hacia las cajas donde ruego que los de servicio me cobren y empaqueten rápido; apenas si logrando salir de la tienda al ver como el tal Kise me hace señas que claramente ignoro.

¿Qué le pasa al mundo hoy? ¿Siempre fueron así de amigables todos? Será que desde que salgo con Aomine un nuevo mundo se ha abierto delante de mis ojos, pero sí que me ha sorprendido.

Respiro hondo y sin más cargo mis montones de bolsas, suplicando que no se me rompa alguna por el peso mientras avanzo notando que ya está oscureciendo.

¿A dónde se me fue el tiempo? Es algo que me pregunto cada día de mi vida.

Una vez en el departamento guardo todo y me siento un rato en la sala para descansar antes de empezar con la batalla de cocinar. Y como no hay ningún partido, no me queda más que ver un programa de un tipo rubio con enormes ojos dorados. Espera, ¡Yo lo conozco! Oh carajo, es el hombre del supermercado.

El programa finaliza y los créditos inician, “Kise Ryota” ¡Es ese Kise! El modelo y actor, ya decía yo que se me hacía conocido. Vaya que es un mundo pequeño. Primero Murasakibara y ahora Kise. Esta zona de la ciudad es elegante, así que supongo que varias estrellas y celebridades viven por el área, e inclusive ahora que lo recuerdo el consultorio del Dr. Midorima también está cerca de aquí.

Seguro que Daiki no me creerá cuando le cuente con quién me encontré hoy.

Pero ignorando mi día de locos, y no precisamente por lo que tengo, me decido a hacer de cenar en grande. El tiempo se pasa conmigo divagando en grande, cocinando y limpiando una que otra cosa, ya que aunque es un departamento de lo más minimalista vengo encontrado ropa, zapatos y basura por todo el lugar. Ese Ahomine me va a oír cuando llegue, ¿Cómo a su edad puede ser tan desordenado?

—Tigre de bengala llegué.

¿Qué estaba diciendo? Parpadeo un par de veces al oír su voz cerca. ¿Tigre de bengala? ¡Oh, yo soy tigre de bengala! —¿Hola?Lo saludo apenas veo a Daiki entrar y arrojar su abrigo al sillón mientras se desata el nudo de la corbata.

—¿Cómo qué hola Bakagami? ¿No deberías estar desnudo y en la cama esperándome o algo así?

—Jódete Ahomine. Tú desnúdate, pero te sacaré a la calle apenas lo hagas viejo pervertido.

—Sí, sí…también te extrañe cejas raras.

—¡Deja mis cejas en paz idiota! Aomine me sonríe de lado mientras se acerca a mí y logra besarme. Ni siquiera lo despego, porque también lo quiero. Dejo que me bese hasta robarme el aliento y hacerme estremecer.

—Woah, ¿Qué es eso que huele tan bien?

Apenas si reacciono viéndolo  caminar hacia la mesa, fingiendo estrujarse el corazón y yendo directo por las hamburguesas teriyaki. Sonrío al ver su expresión de placer total al darle la primera mordida, seguido de un casi desmayo y otra mordida más. Nada me gusta tanto como ver a Aomine disfrutar mi comida.

—Esto…¡Esto es lo mejor que he comido en mi vida! Maldición Kagami cásate ya conmigo.

Lo dice sin cuidado, haciéndome sentir mis estúpidas mejillas arder y mi mente dispararse. ¡Quiero gritarle que sí! Pero supongo que aún no es tiempo. —Huh…tendré que pensarlo, no sé si quiero un marido tan desastroso como tú Ahomine.Daiki me sonríe complacido, pero sin más comenzamos a cenar juntos.

Y se siente de bien lo que le sigue. Porque aunque a veces Kuroko me hace compañía y otras tengo citas con Daiki. Casi siempre al final de la noche termino totalmente solo. Pero hoy no será así.

—Así que, ¿Qué tal estuvo tu día?

Me lo pregunta Daiki mientras le salen estrellas en los ojos al ver la tarta de frutos rojos que le dejo en frente y a la cual le pone encima medio bote de helado.—¿Bien?

—¿Bien? ¿Eso es todo? ¿No fuiste a la luna, te ganaste el nobel de la paz por ese trasero de ángel, o descubriste un nuevo planeta? Ya sabes, como dicen los de tu edad “Dejaste tu huella en el mundo”.

—¿Ahora quién es el imbécil que ve mucha televisión? Ambos sonreímos mientras yo me aclaro la voz.—Pues no soy jefe de la NASA, ni rompí los records de Michael Jordan, pero a que no sabes a quién me encontré hoy.Aomine me hace una mueca de ‘Dilo’—Conocí al chef reconocido Murasakibara Atsushi y a Kise Ryota el actor, y ambos fueron buenos conmigo.

Al instante Aomine me muestra su expresión más aburrida de ‘¿Es todo?’—¡¿Qué no los conoces?!—Daiki se levanta y se mete a su habitación conmigo siguiéndolo. —Murasakibara ha ganado por los últimos cuatro años consecutivos el premio de mejor chef pastelero y confitero en Asia por si no lo sabías. Y Kise es…Kise, pero es famoso.

Aomine regresa de la habitación y me lanza una especie de libro, que abro mientras me siento en el sillón y él lo hace junto a mí. Se trata de un álbum con fotos de Aomine realmente joven.—Oh Daiki, ¿Qué te pasó? Antes eras lindo.Mi novio me jala una mejilla que me hace reír mientras él continua con su cuchara de helado en la boca.

Pero ahora el que abre la boca soy yo al ver una enorme foto de Aomine, con los que si no me equivoco son Kise y Murasakibara, los tres de jóvenes junto a otros dos chicos. —Espera, ¡¿Ese es el Dr. Midorima?! ¿Qué rayos? ¿Cómo los conoces? ¿Y por qué mi doctor está en tu foto?

—¿Midorima es tu doctor? Olvidaba que el cuatro ojos era psiquiatra, maldito mundo. Bueno pues todos esos idiotas y yo fuimos juntos a la escuela. Éramos buenos amigos porque jugábamos en el mismo equipo de baloncesto en Teiko.  Kise rubio y torpe, Midorima el nerd supersticioso, Murasakibara niño adicto al azúcar y Akashi el emperador ambicioso. Y yo, un pedazo de cielo.

—Quisieras Aho. Ambos nos sonreímos y damos un beso antes de seguir con las fotos. —Vaya, lucen muy felices ¿Aún se llevan bien?

—No es que no nos llevemos bien. Pero después de la preparatoria cada quién tomó su rumbo, Kise se hizo actor y de paso modelo y salía mucho de viaje. Midorima entró de lleno a la facultad de medicina, Murasakibara se fue a Francia a aprender repostería, Akashi a Estados Unidos a estudiar negocios y yo me metí a la academia de policías. Somos mundos opuestos. Y simplemente nos alejamos. La última vez que nos vimos todos fue en la boda de Murasakibara con su reina gótica, Himuro, hace como más de seis años creo, la verdad no estoy seguro.

—Vaya…por un momento olvidaba que todos ustedes son algo…grandes y que ya han vivido un sinfín de cosas.

—¿Amas recordarme lo viejo que estoy cierto?

Aomine me lo gruñe mientras me hace cosquillas, haciéndome retorcer y reír hasta que lo separo. —Tal vez. Pero así me gustas. Aunque, ¿No los extrañas? ¿No te dan ganas de reunirte con ellos? Lo digo porque lucen muy felices en las fotos, demasiado diría yo.

—¿Me ves llorando o algo así? Eso es de niños como tú. Estoy muy ocupado con tu cara y trasero bonitos más mi trabajo como para pensar en ellos. Además tres ya son casados, tienen familias y agendas ocupadas. Y aunque Akashi no está casado es un hombre importante, así que no hay tiempo de pensar en reuniones.

—Eso me suena a idiotez.

—Huh…ya empezamos con las palabras sucias, ¿Quieres decirme obscenidades al oído mientras te como entero Taiga?

Aomine tira el álbum y se me viene encima recostándome sobre el sillón para comenzar a besarme el cuello. —No me seduzcas para cambiar el tema de conversación.

—No sé de qué hablas. Pero mejor, ¿Qué tal si te hago sentir muy bien huh?

—¿Y qué tal si yo te meto un puñetazo y me dices si te hace sentir muy bien? Aomine se carcajea y me da un par de besos más antes de quitarse de encima.

—Sabes cómo arruinar el ambiente huh.

—¿Cuál ambiente? Y deja de cambiar todo, ¿Por qué no te ves con ellos?

—¿Y ahora que te dio por hacer reuniones emotivas? Si quisiera les hablaría, pero no me da la gana.

Lo miro serio y acusatorio, pero termino suspirando. —En unos meses será mi cumpleaños…y también el tuyo.

—Ugh, no me lo recuerdes. ¿Y bien? ¿Qué quieres hacer para tu cumpleaños?

—Para el mío no sé, pero para el tuyo podríamos… Las palabras se me quedan en la boca, ya que Aomine me ha silenciado con su dedo índice mientras niega.

—Sé lo que piensas y la respuesta es no. Kagami no necesito a nadie más que a ti ¿Sí? El tenerte aquí sería mi mejor regalo en ese día, así que deja ir esas ideas fugaces de tu mente. Ahora sino quieres más tarta yo me la comeré toda.

Aomine me besa y se levanta dejándome derrotado. Pero no me daré por vencido, o me dejo de llamar Kagami Taiga. Miro las fotos de nuevo apreciando la inocente y alegre sonrisa de Daiki en ellas. Se ve realmente feliz. No que ahora no lo sea, pero he notado que guarda ciertas cosas dentro de él.

Por ahora tendré que analizar y quizás planear un par de cosas con ayuda de Kuroko, o eso pienso mientras me doy una ducha tibia y reconfortante. Hasta que brinco del susto al sentir unos brazos rodeándome la cintura, por lo que giro listo para matar, hasta que veo que se trata de Aomine. Claro, ¿Quién más sino este degenerado?

Mi primera impresión sería ahorcarlo, pero rápidamente comprendo que está desnudo al igual que yo y ahora recarga su barbilla en mi hombro mientras me regala una sonrisa simplona y curiosa. —¿No conoces lo que es la privacidad Ahomine?

—Ni siquiera me suena. ¿Por qué? ¿Se come? —Ruedo los ojos, pero al final dejo que me gire para encararnos. Mi cuerpo arde al igual que mis mejillas al verlo por primera vez totalmente desnudo. Y sin importarme un carajo que crea que soy un raro pervertido, me dedico a observar detalladamente su cuerpo.

Empezando por su rostro atractivo, que con la edad no ha hecho más que acentuar sus rasgos exóticos y algo toscos. Descendiendo a sus hombros anchos, seguido de sus brazos gruesos y musculosos que siempre se marcan a través de sus camisetas de vestir, su pecho fornido, su abdomen marcado y más abajo…el paraíso prohibido.

Todo mientras el agua tibia lo empapa recorriendo cada línea y curva de su cuerpo duro y preciosamente moreno como el chocolate más rico.

—¿Te gusta lo que ves Taiga? Porque a mí me está encantando todo lo que veo.

Me rio un poco dejando que me abrace por la cintura y haciendo lo mismo con su cuello. Nos pegamos totalmente y sonreímos entre torpes besos y murmullos de palabras sin sentido. —¿Quieres hacerlo?

—Oh sí…hay algo que quiero hacer.

Aomine ni siquiera me deja contestar al dejarse caer de rodillas, sorprendiéndome y haciéndome gemir vergonzosamente al sentir como toma mi ya creciente erección con firmeza, para darme un par de tirones y finalmente metérsela a la boca. Al instante jadeo y me doblo un poco teniendo que recargarme en una mano contra la pared frente a mí, mientras la otra la meto entre su cabello húmedo para sujetarlo.

Daiki me engulle de lleno, chupándome y succionándome tan rico con su lengua rugosa y suave, haciéndome delirar al asegurarse de presionar mi glande y venas hinchadas contra la parte carnosa y cremosa del interior de sus mejillas. Tiemblo sintiendo que el agua ahora me quema, a la vez que montones de turbios escalofríos me recorren la espina dorsal hasta concentrarse en mi vientre bajo.

Porque se siente increíblemente bien, y aun más cuando decide tomarme más profundo, hasta hacerme sentir su garganta estrecha, húmeda y caliente abrirse a la fuerza para mí. Vibro excitado y en exceso necesitado moviendo mis caderas para darle un ritmo firme a las estocadas, mirando a Aomine mirarme con lujuria interminable y sonrientemente perverso aun con la boca llena.

—Dai…Daiki sí, carajo sí. —Me muerdo los labios dejando que una sonrisa cínica se dibuje en mi rostro, tanto que echo la cabeza para atrás disfrutando en grande. 

Mi novio entiende aferrándose a mis piernas para aumentar el ritmo al mover su cabeza, cuando siento algo que me hace brincar. Jadeo y lo miro a los ojos entendiendo. Una de sus manos ha viajado hasta mi trasero, para trazarlo y finalmente buscar con sus dedos esa pequeña entrada estrecha y palpitante por sus rudas caricias.  

Daiki continua chupándome, engulléndome y casi tragándome maravilloso mientras comienza a introducirme un dedo que me mata lentamente por la brusquedad. Al principio es incómodo, pero lentamente el placer pasa a abrumar cualquier pensamiento, por su garganta aun contrayéndose y apretándose a mí alrededor. Daiki parece comprender metiéndome un segundo dedo, para moverlo y abrirlo dentro de mí esta vez haciéndome perder la razón.

Me despego a prisa porque por un segundo ha rozado un punto, que me ha hecho temblar hasta la locura, tanta que la presión ha aumentado en mí y él lo sabe, ya que aun fuera de su boca continua dándome largas lamidas que me llevan al límite. Finalmente dejo que todo colisione en mí, corriéndome y recordando la sensación de su boca cremosa y dedos atrevidos mientras lo miro masturbarse con su vista clavada en mí, también terminando a los pocos segundos.

En cuanto se levanta lo estrello contra la pared para besarlo, morderlo y rasguñarle los brazos. —Daiki…¿Quieres follar? —Mi novio sonríe contra la piel de mi cuello, abrazándome y respirando agitado, seguramente aun recuperándose de su orgasmo como yo.

—No tengo prisa Taiga…aún.

Sonrío complacido, porque aunque también quiero hacerlo tampoco tengo prisa. Pero si algo sé al mirar dentro de sus ojos azules como el cielo infinito y el paraíso mismo, es que en definitivo este hombre será mi perdición.

Notas finales:

Daiki tuvo el mejor despertar de su vida y Taiga lentamente comienza a meterse en su vida, quedándose con él y conociendo a dos de sus ‘ex amigos’. ¡Ya empezaron a salir más personajes, yaay! También una nueva visión de la vida se abre para el tigre al menos momentáneamente. Veremos que les depara ahora que comenzaran a cohabitar juntos jajaja

Para los que esperan el smut, solo diré...paciencia que muy pronto el cielo se abrirá para ustedes. -Y para mi- >u<

¡Ah! ¡En el capítulo siguiente sale el buen Kuroko de nuevo! ¡Y Taiga y él harán de las suyas! Así que nos vemos el próximo Miércoles. Los amo ;) <3


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