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Tigre de Bengala por RyuStark

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Notas del capitulo:

Hola bebés :3

Espero todos hayan disfrutado sus vacaciones, que yo disfrute las mías bastante y con ello traigo más Tigre de Bengala ¬w¬

Oh sí. Hoy les dará diabetes por tanto romance y fluff asquerosamente rosado y esponjoso. También hay pasión, drama casi nulo, humor y a Kuroko molestando a Kagami y viceversa. Esos dos son tremendos caray.

¡Disfrútenlo! :DDDDD

---Kagami T.---

—Aomine…no puedo…no…hah. Mis ojos se van para atrás y mi aliento se atasca pesado en mi garganta mientras una convulsión de sensaciones me abruma como centellas palpitantes, al igual que a Daiki dentro de mí. Respiramos agitados y dándonos un par de besos antes de separarnos aun disfrutando la pasión que pareciera no tener fin desde que comenzamos a tener sexo hace más de un mes.

Suspiro agotado, pero también sumamente satisfecho, feliz y hasta relajado, recostándome boca abajo abrazando una almohada mientras miro a mi lado como Aomine se recarga en la cabecera y saca un cigarrillo de su cajón de la mesita de noche. —Creí que lo habías dejado.

—Uno después de hacértelo siempre se me antoja.

—Huh…cuando estés muriendo de un enfisema pulmonar no me vengas lloriqueando.

—Eres más listo de lo que aparentas Bakagami, mira que saber palabras como enfisema pulmonar se merece que te ponga una estrellita en la frente.

—¡Ahomine! Mi estúpido novio se ríe mientras yo le saco la lengua, pero finalmente sonrío pegándome más a él mientras bostezo adormilado. —Tengo sueño.

—Duérmete.

—Ya amaneció desde hace como tres horas por si no lo has notado. Y debo prepararte el desayuno, sino eres capaz de irte sin comer nada. Pero apenas te largues me dormiré de aquí hasta que regreses.

—¿No iba a venir Tetsu?

Gruño al recordar que es verdad, Kuroko vendrá a verme después de todas estas semanas en que he estado evitándolo. Y lo peor es que aunque quisiera seguir durmiendo suena mi alarma del celular que me dice que es hora de tomar mi medicina.

Aunque usualmente me la saltaría, no quiero que ocurran más ‘incidentes’ frente a Daiki. Por lo que sin falta me meto un par de pastillas a la boca y le doy un trago de agua a un vaso que tengo siempre preparado. Así para cuando él regrese del trabajo todo efecto ya habrá pasado.

Aomine me observa en silencio, y yo como siempre evito su mirada, recostándome y cubriéndome con las colchas de nuevo. Esta vez mi novio que ha terminado de fumar se acerca y recarga de lado mirándome y acariciándome un brazo.

—¿Puedo preguntar algo tigre?

—Puedes.

—¿Cuándo…no, más bien, cómo supiste que estabas enfermo? Sino quieres hablar no importa.

Permanezco en silencio, observando cada uno de los detalles de su rostro en búsqueda de algo que me indique cuánto le asusta lo que tengo. Pero más que miedo o desprecio hay mucha curiosidad. Aomine jamás diría algo que me lastimara, es demasiado simple para eso, así que le sonrío y me aclaro la voz.

—Cuando cumplí quince, papá decidió que regresaríamos a Japón por su trabajo, pero como él siempre viajaba yo vivía prácticamente solo. Recién entré a la preparatoria y ahí conocí a Kuroko. Supongo que nos hicimos amigos de inmediato no solo por el basquetbol, sino porque ambos éramos raros y encajamos perfectos. Nos hicimos inseparables.

No sé por qué, pero a mediados de mi segundo año aquí comencé a marearme, confundirme en situaciones simples y a perder la noción del tiempo y del espacio. A veces perdía lapsos enteros del día. Pero lo confundía con agotamiento por los entrenamientos del equipo de baloncesto.

O eso creía… hasta que un día desperté oyendo susurros a mi alrededor. Eran montones de voces que hablaban al mismo tiempo, dándome órdenes, contándome cosas, insistentes, ruidosas, catastróficas. Juraba que eran personas afuera de mi cuarto hablándome. ¿De qué otra manera podría explicar las voces en mi cabeza?

Así que decidí salir, estaba muy asustado, pero aun así abrí la puerta y eso fue lo peor, porque claramente vi como mi departamento se estaba incendiando. Sentía las llamas quemarme y el humo ahogarme, tan real, tan certero y espantoso. Todo dentro de mí gritaba y simplemente no se callaba. Fue horroroso, y de paso una de mis primeras alucinaciones.

Creí que era real, lo sentí Aomine. Sentí como ardía lentamente cada poro de mí piel. Aun lo siento a veces.

Y aunque desapareció y todo se calmó, solo fue el preludio de peores alucinaciones, casi siempre de cosas feas y personas que no están o que no existen. Un día decidí quedarme en casa recostado en cama por lo asustado que estaba. No recuerdo haber ido al baño u comido, nada, absolutamente nada. Hasta que alguien tocó mi puerta y era Kuroko. Me preguntó por qué no había ido a la escuela.

Y le dije que no era para tanto, sólo habían sido dos días. Hubieras visto la cara que puso. Me dijo que no habían sido dos días, sino más de dos semanas. ¿Entiendes? En mi mente pasaron solo dos días con mis alucinaciones al tope y mis pensamientos disparados.

Estaba sucio, hambriento, no había cuidado de mí y si lo hice no lo recuerdo. En ese momento ambos supimos que había algo muy mal conmigo. Así que aunque le pedí y suplique que no lo hiciera Kuroko le avisó a mi padre.

Papá regresó, me llevó al doctor, descartaron todo hasta dar con un trastorno mental, me mandaron al psiquiatra que me hizo varias pruebas, analizó mi historial clínico y familiar y sorpresa. No me lo creía ni de broma. Un día estaba bien y al otro resulta que estaba loco y que no podía hacerme cargo ni de mí mismo. Y lo peor es que era cierto. 

Al principio me costó mucho aceptar que lo que veía, oía o inclusive sentía no era real. Era como decirme que el aire no era aire. No le creía a nadie y desconfiaba de todo y todos, estaba paranoico y algo…psicótico. Pero con la medicación, la terapia y el tiempo mejoré mucho.

Mi parte coherente sabía que lo que alucinaba no era real, pero dentro de mí sentía que sí, era inevitable. Hasta la fecha sé que me preocupo sin sentido, pero no puedo deshacerme de la sensación. Aunque supongo que al tener una detección temprana acepte bien el tratamiento. Pero aun así…cambió mi vida. Y no solo hablo de la medicina.

Sino que, con muchísimo trabajo logré terminar la escuela. Demasiado y tanto trabajo.

Solo lo logré porque los chicos de Seirin fueron buenos conmigo y me ayudaron. Pero aun así se corrió la voz de que había un tipo loco, así que muchos me miraban con horror en los pasillos y en clases. Y yo…me acostumbre. Kuroko aun siendo un enano sin presencia me defendía. ¿Te lo imaginas? Era de lo más gracioso, no que lo necesitara, pero era muy divertido verlo hacerse el valiente.

Ya al graduarme decidí que la Universidad no era para mí, porque simplemente no logro concentrarme por tanto tiempo. No podría ni siquiera pasar el maldito examen de admisión, bueno, no lo sé. Solo…no quise intentarlo para no decepcionarme. El basquetbol tampoco, me exigiría demasiado físicamente y la medicina me agota hasta el límite. No podría jugar drogado.

Ser bombero menos, nadie en su sano juicio dejaría a un loco meterse al fuego y menos a uno que alucina con incendios. No tenía nada, así que me encerré en casa tal y como siempre lo quiso mi padre hasta que llegó la peor de mis alucinaciones.

¿Ya te conté sobre un tipo raro que me dio indicaciones cuando me perdí y del cual termine siendo su novio sin siquiera saberlo? Daiki que me miraba fijo y con una expresión dolorosa y lastimosa, ahora me sonríe pellizcándome una mejilla.

—Te imaginaste un pedazo de cielo y en realidad era yo. No tienes remedio huh.

—Eres la única alucinación que se volvió realidad Daiki, la mejor de todas. Mi novio se me viene encima, para besarme de nuevo y abrazarme con vigor sacándome una enorme sonrisa. Daiki es el único que logra reconfortarme así.

Lo amo, es un hecho y una realidad.

—Sabes que ya no dejaré que sufras más ¿Verdad?

—Lo sé…en serio que lo sé. Lo abrazo aún más, disfrutando del calor de su cuerpo y sobre todo del cariño que me brinda.

—Siento no haber estado ahí para ti cuando más me necesitaste Taiga.

—Ya lo estás. Ahora deja de lloriquear que tienes trabajo y ya vas tarde y sin desayuno. Nos sonreímos y separamos a duras penas; pero al ver la hora, esta vez salimos disparados de la cama. Él para prepararse y yo para hacerle algo rápido de comer para el camino. Ya en el recibidor, repetimos la rutina de un beso que se vuelven mil mientras él abre la puerta sin intención de salir.

—Te amo Kagami.

Ugh, este tipo. Tan sólo dos palabras suyas hacen mi corazón latir desenfrenado y hasta el límite. —También te amo. Aomine y yo nos sonreímos como un par de idiotas que no pueden vivir sin el otro, hasta que escuchamos un muy pronunciado suspiro que nos hace girar.

—Eso es muy romántico Kagami-kun, Aomine-kun, buenos días.

Nos quedamos atontados apenas captando el flash del celular de Kuroko que se encuentra en la puerta. Parpadeamos un par de veces antes de separarnos y verlo meterse, hasta pasándose entre nosotros como si nada.

—Vaya, en mis tiempos eso se conocía como acoso sexual.

—En mis tiempos se le llama Kuroko Tetsuya. Ahora largo Ahomine. Mi novio me sonríe coqueto, pegándome contra la pared y besándome con pasión. Me derrito entre sus fuertes brazos, rasguñándole la nuca y metiendo mis dedos entre su cabello, como él lo hace con su lengua en mi boca. Suspiro, tiemblo y me deshago ante las cálidas sensaciones, sintiendo mi cuerpo arder necesitado y desesperado por él.

—Quiero hacértelo de nuevo, ahora, aquí mismo.

Aomine me lo susurra caliente y erótico contra los labios provocándome un rico escalofrío.—Yo también quiero. O quería, sino fuera por un flash más que casi nos deja ciegos, haciéndonos ver que de nuevo Kuroko nos mira sonriente con el celular en la mano.

—Oh por favor, por mí no se molesten, finjan que no estoy.

—Buena esa Tetsu, luego me las pasas. Ahora me voy, pero sabes que cuando regrese no dormirás ¿Cierto?

Aviento a Aomine fuera antes de cerrar intentando que no vea mis estúpidas mejillas arder hasta mis orejas. Ese tremendo idiota.

—Vaya, vaya…así que tú y Aomine-kun lo han estado haciendo como conejos y por eso no querías que viniera.

—¿De qué hablas? No sé a qué te refieres. Paso de largo a Kuroko, para ir a la cocina y preparar algo para ambos. Mi sombra me sigue con la mirada, sentándose en la barra frente a mí y poniéndome extra nervioso. Lo sabe, el tipo lo sabe, lo sabe todo, porque si yo estoy loco él tiene poderes.

—Kagami-kun perdió su virginidad con un hombre once años más grande que él, cuan atrevido.

¡Ahí están los poderes! Azoto el cuchillo en la tabla mirándolo sonreír.

—Así que es verdad. Tuvieron sexo y ahora están en su etapa de luna de miel.

—¿Cuál luna de miel? Lo pregunto como no queriendo, pero Kuroko y sus poderes me leen a la perfección.

—Cuando se inicia una relación las personas suelen verse perfectas. Todo es amor, romance, cariño y sobre todo mucho placer. Hay sexo y mimos por semanas, meses a veces. Hasta que eventualmente esa etapa concluye y terminan notando todos los defectos y errores del otro.

Claro que si hay cariño verdadero el amor prevalece y madura. Sino, simplemente todo termina como usualmente pasa.

Lo curioso es que Aomine-kun y tú se brincaron eso. De hecho, desde el principio ninguno dudó en señalarle sus defectos al otro, en discutir y en decir lo que realmente piensan. Normalmente se busca agradar a la persona amada a toda costa, pero ustedes fueron crudos y directos, sin mentiras, ni fachadas, claro dejando de lado lo de tu enfermedad. Cosa que sabe y el hombre acepta sin prejuicios ni críticas.

Kagami-kun, lo que quiero decir es que lo tuyo y lo de Aomine-kun me parece la relación más sincera que he tenido el placer de ver hasta ahora. Ustedes aman cada defecto del otro y a la vez son tan tontos, que está en su naturaleza el quererse y perdonarse. Y ahora que encontraron el placer en los brazos del otro, simplemente su amor ha aumentado. Ambos le dan luz a mi vida Kagami-kun. Y por cierto, ¿Te dolió cuándo lo hicieron la primera vez?

—¡Sutil transición Kuroko! Carajo, sabía que no me dirías cosas bonitas por nada, ¿A eso le llamas ocultar que eres un pervertido huh? Y algo más, ¿Nos llamaste tontos? Mi amigo finge demencia, haciéndome sonreír y continuar con la comida. Porque aunque lo último era innecesario, creo que tiene razón. Sé que lo mío con Aomine no es algo momentáneo ni pasajero…es algo eterno.

Pero dejando de fuera el amor, nos dedicamos a comer y a ponernos al día por las semanas perdidas.

—Te dije que ese…¿Cómo se llamaba? El amigo de Aomine-kun, el amargado, de dinero y ojos penetrantes.

—¿Akashi?

—Ese. Bueno, pues aquel día después del café, Akashi-kun me esperó y cuando te marchaste de la estación, él llegó por arte de magia y se ofreció a llevarme a mi casa e inclusive me invitó a cenar.

—¡Te dije que le gustabas! ¡No me digas, aceptaste y ahora están saliendo! ¡Lo sabía! ¡Vi cómo te miraba!

—Kagami-kun y su tierna e inocente imaginación. Por supuesto que lo rechace frente a una enorme multitud y luego me fui.

—Kuroko, a veces puedes ser realmente perverso.

—Lo aprendí de Kagami-kun.

Ruedo los ojos por la tontería, pero terminamos riéndonos y planeando que iremos de compras, porque será mi cumpleaños en unos días y Kuroko insiste en llevarme por algo nuevo. Y ya estamos por irnos, cuando de repente mi celular suena y en cuanto miro de quién se trata mi paranoia actúa y me hace ver por la ventana, pensando que el tipo debe saber que Kuroko está aquí.

—¿Quién es?

—Akashi. Kuroko me mira inexpresivo como siempre indicándome que conteste. —¿Hola?

—Taiga buenos días, llamaba para decirte que por fin logré confirmar la asistencia de Ryota. Era el último, pero con ello he cumplido mi deber. Sin falta todos estaremos juntos en el cumpleaños de Daiki.

—Vaya Akashi, muchas gracias, no podía esperar menos de ti. No sabes cuánto te lo agradezco.

—No es nada Taiga, todos irán, pero como sabes Shintaro, Atsushi y Ryota son casados, así que irán con sus esposos, espero no te moleste. Por mi parte iré solo, pero tú puedes invitar a más personas, quizás amigos tuyos o del trabajo de Daiki.

De inmediato comprendo la indirecta de Akashi, sonriendo y mirando a Kuroko que niega ferviente. —Pues Kuroko irá, él podría hacerte compañía. Al instante mi pequeño amigo se me viene encima para echarme pleito, haciéndome reír y darle la espalda para que no me quite el teléfono.

—Es bueno saberlo, me encantaría ver a Tetsuya de nuevo.

—¿Ah sí? No me digas, de hecho él está aquí y me dice que también se muere por verte. Claro que recibo un jalón de cabello mortal, que me tira el teléfono y me hace reír mientras lo recojo antes que Kuroko que intenta matarme con la mirada.

—Tú y Tetsuya son bastante interesantes Taiga, esperaré con ansias verlos de nuevo.  Pero hablando de la fiesta ¿Necesitas algo más?

Escucho a Akashi mientras veo a Kuroko apuntar algo en una hoja de papel que me muestra. Me dice con señas que son cosas de la fiesta, en las que ya nos habíamos puesto de acuerdo, por lo que asiento y comienzo a leerlo.“Yo haré de cenar, la fiesta empieza a las siete, es casual y jódete Akashi habrá pastel”Apenas capto me muerdo la lengua. —¡Kuroko! Mi mejor amigo comienza a carcajearse mientras yo muero internamente por el silencio al otro lado de la línea, hasta que escucho una risa casual.

—Estaré encantado de probar el pastel Taiga, dile a Tetsuya que también estoy contando los segundos para estar con él.

—Huh, qué se cree, ya cuélgale Kagami-kun.

Kuroko me arrebata el celular y le cuelga a Akashi dejándome con la boca abierta.—¿Sabes que nos puede matar cierto? El tipo es un demente y mira que yo soy un demente, pero detecto algo aún más peligroso en él.

—Que se atreva.

Suspiro prolongado y simplemente salimos de casa. Ni siquiera vale la pena llevarle la contraria a Kuroko, porque cuando ya ha decidido algo no hay quién lo haga cambiar de opinión.

 

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—Kagami-kun, mira está camiseta para tu marido el detective, ¿Qué te parece?

Me lo pregunta Kuroko ahora que nos paseamos por los pasillos de la sección de hombres del centro comercial. —Uh…no lo sé, por lo que vi en el clóset de Daiki suele usar ropa muy cara. Me da miedo regalarle algo no tan bueno y que no le guste.

Y lo digo porque aunque mi padre tiene bastante dinero, jamás he sido alguien que se fije en etiquetas ni marcas, pero si Aomine está acostumbrado a cosas caras, darle algo diferente podría molestarle.

—Kagami-kun podría regalarle a Aomine-kun una lata sucia y aplastada. Y el hombre aun así la enmarcaría en oro y la guardaría como una reliquia. Te adora. Aunque…digamos que más que regalos materiales Aomine-kun seguramente espera una larga noche de amor y pasión candente con Kagami-kun.

Le doy un codazo a Kuroko que lo ha dicho frente a uno de los señores de ventas, que nos sonríe nervioso como no sabiendo a donde mirar avergonzado al igual que yo.

—¿Busca un regalo para su marido?Cuestiona el hombre cortando la tensión y aumentando el calor en mi rostro.

—Así es, sólo que no sabe que regalarle, ¿Usted que le recomienda?

El hombre sonríe porque hemos dado en el clavo y nos comienza a mostrar montones de cosas, como ropa, productos de aseo personal y zapatos. Aunque entre aparadores miro en una preciosa vitrina montones de mancuernillas, pero las que llaman mi atención se encuentran en el centro como gritando ‘somos especiales’.

Observo embelesado las preciosas mancuernillas brillantes con la feroz imagen de una pantera plateada con ojos azules. ¡Se le verían increíbles a Aomine con una de sus camisetas de vestir!

—¿Le gustan caballero? Están recubiertas en oro blanco y los ojos son zafiros de la más fina calidad, seguro que su marido queda muy complacido.

Y sí que me gustan, ¡Me encantan! Pero en cuanto veo el precio casi grito, ¿Qué carajo? ¡Son caras, jodidamente caras!Podría comprarlas con mis ahorros, pero luego me quedaría en ceros y no me gusta mucho utilizar el dinero que Aomine me da para gastos de la casa y según él personales.

—Kagami-kun si te gustan cómpraselas. Le encantaran, además al señor detective lo que le sobra es dinero, seguro que puede darte más si se te acaba.

—Kuroko no hables así, no lo digas como si Aomine fuera un viejo pervertido y rico que me mantiene. Y aunque la realidad es algo parecida, no quiero que suene como que solo quiero a Aomine por su dinero, no señor.

—Están prácticamente casados, así que debe darte dinero por cuidar la casa, alimentarlo y procurarlo. Es un trabajo de tiempo completo. Así que no hay nada de malo, ni vergonzoso en recibir algo a cambio por tu esfuerzo y seguro que él lo sabe. Además es su cumpleaños ¿Qué no? Piensa lo feliz que estará.

Quizás me convención, quizás. —Ugh…me las llevo. —Ese Aomine, si supiera realmente cuanto lo quiero. Mira que gastar todo mi dinero en él antes que en comida. Pero es inevitable, sí él es feliz yo también. ¡Estoy tan jodido!

Así que el día se pasa volando, comprando regalos y yendo a enmarcar un par de fotos que imprimí hasta que el tiempo de volver a casa llega.

—Kagami-kun hemos planeado el cumpleaños de Aomine-kun, ¿Pero qué hay del tuyo? ¿Qué quieres hacer? ¿Ya tienes planes aparte de la cena romántica y noche de pasión?

—Eres la peor persona sobre la tierra, que te lo sepas carajo. Y no sé si Aomine trabajará ese día, pero estaré feliz con verlo un rato, tú podrías venir sino estas ocupado y cocino algo para ambos. —Mi amigo me mira fijo, hasta que asiente y sonríe imperceptible.

—No te preocupes Kagami-kun, será un gran día, te lo puedo asegurar, de eso yo me encargo.

—Si quieres puedo invitar a Akashi. Se lo digo con malicia viéndolo rodar­­ los ojos.

—Ahí vamos con ese otra vez.

—Si bueno, tú me molestas con Aomine yo te jodo con Akashi. ¿Por qué no lo quieres? No me digas, ¿Sigues enamorado de Kiyoshi-senpai?

—No Kagami-kun,  eso fue hace milenios. Además él ahora está con ese...desagradable de Hanamiya Makoto. ¿Quién lo diría? De haber sabido que lo que tenía que hacer para gustarle a Kiyoshi-senpai era romperle un brazo, lo habría tirado de las escaleras hace mucho tiempo.

Pongo los ojos en blanco, pero terminamos riéndonos y es que disfruto el molestarlo. La venganza es dulce ¿Qué no?

—Ahora me voy y no olvides que tienes cita con el Dr. Midorima en un par de días, ¿A qué hora quieres que pase por ti? Aunque si quieres lo hablamos el día de tu cumpleaños.

—De hecho…iré con Aomine. Quiso acompañarme y le dije que sí. —Kuroko me mira fijo casi perforándome el rostro. Está bien, tal vez me pone un poco…muy nervioso cuando me mira de esa forma.

—Es bueno que se involucre.  Entonces te veré en tu cumpleaños y no empieces la fiesta sin mí.

—Sí, sí, la iniciaré con mis amigos imaginarios, adiós. —Le sonrío y él a mí mientras lo acompaño a la puerta. Supongo que después de tantos años ya me puedo dar el lujo de bromear casualmente sobre mi locura.

En cuanto a mi deambulo por todas partes buscando un lugar para guardar el regalo de Aomine, pero es algo difícil en una casa que no es mía y que él conoce a la perfección. Así que finalmente opto por esconderlo en la parte alta del pequeño closet para abrigos de la entrada.

Luego de ocultar la evidencia y colocar las fotos que enmarque por todo tipo de mesitas y estantes suspiro agotado. Ahora esto luce tenebroso, fotos de nosotros por doquier. Mierda, del tipo loco pase al novio obsesivo, quizás debería quitar algunas. Son solo cuatro, pero aún así…

—¡Kagami llegué!

Brinco del susto ocultando tras mi espalda la única foto que alcance a tomar, viendo a Daiki entrar a la sala mientras sostiene otro de los marcos y se quita el abrigo. ¡Joder olvide que puse uno en la mesita de la entrada!

—¿Qué es esto?

—Uh…Daiki me lo pregunta con una mueca curiosa y simplona que me hace tragar.—Una foto.

—No me digas chico lindo, casi pienso que es una nave espacial.

—Sólo dámela y la tiraré.

—¿Tirarla? ¿Por qué? ¿Y qué ocultas tras de ti?

Mierda, me descubrió. Aomine se deja caer sobre el sillón y sube los pies sobre la mesita de centro mientras continua viendo la foto por un largo rato muy sonriente. Supongo que ¿Le gusta?

—Me encanta esta foto, luces candente tigre de bengala. Más que en la mesa de la entrada la quiero en mi cartera, en mi celular y también en mi computadora.

—Y creí que yo era el loco obsesivo. Ambos sonreímos mientras yo llego a su lado, recargándome contra él y besándolo para luego pasarle la otra foto que ocultaba. —Creí que lucirían mejor en un marco que en mi cámara.

—Una idea brillante. Hablando de eso, ¿Cuándo vas a ir por el resto de tus cosas?

Me lo dice mientras se levanta y avanza hacia la cocina conmigo siguiéndolo. —¿Cómo que ir por mis cosas? —Aomine me levanta una ceja a la vez que le da un trago al cartón de jugo.

—Bueno, como vivimos juntos pensé que querrías traer tus cosas para sentirte aún más a gusto. O si no quieres ir por ellas simplemente te compramos nuevas si es lo que prefieres.

—Sí, no, ¡No! ¿Qué? ¿Vivir juntos, tú y yo? Lo miro perplejo mientras él suelta una risa peculiar.

—Kagami, a dos personas cohabitando en el mismo lugar se le llama vivir juntos. ¿Qué mierda les enseñan en la escuela hoy en día?

—¡Eso lo sé tonto! Solo que bueno tú…y yo. ¿Por qué?

—¿Por qué vivimos juntos? Aparte del hecho de que nos conocemos hace más de año y medio, somos novios, nos revolcamos cada noche, tú me cocinas, y yo te jodo todo el día aun de lejos diría que estamos bastante involucrados. Eso y que vamos a casarnos apenas escojamos una buena fecha.

Solo no me atraganto por no estar bebiendo nada, sin embargo siento el calor concentrarse en mi rostro y el corazón bombearme como mil cabríos desbocados. —¿Vamos…a casarnos?

—Uh, déjame pensarlo, joder sí.

—¿Cuándo lo decidiste? ¡Y sin preguntarme!

—Oe, no vuelvas esto una mierda incómoda, te lo pedí hace unas semanas después de tu escena de celos, dijiste que sí y luego follamos. ¿Tan bien te lo hice que hasta se te olvidó todo lo demás huh? Vaya tigre travieso.

—¡Ahomine! Mi novio se carcajea mientras yo llego frente a él para encararlo. —Daiki ¿Hablas en serio? ¿Simplemente lo decidiste? ¿Casarnos? Sé que dije eso pero…¿Por qué querrías casarte conmigo? Tengo…problemas, a nadie le gustan los problemas. —Lo miro nervioso y algo triste temiendo su respuesta y viendo a Aomine cambiar su expresión juguetona por una bastante seria.

—Ahora me estoy molestando Kagami y mucho. Así que sólo lo diré una maldita vez. No estoy jugando, te amo y nos vamos a casar y eso implica yo con tus problemas, tú con los míos y juntos jodiéndolo o resolviéndolo. ¿Comprendes? Juntos. Y no sé si lo sepas pero me encantan los problemas, soy adicto a ellos. Así que ahora vas a cerrar la boca y a quitarte la ropa o yo te la destrozaré porque voy a cogerte duro.

Parpadeo y definitivamente me quedo callado al verlo abrirse la hebilla del cinturón, haciendo que un rico y denso escalofrío me recorra hasta la espina dorsal y de regreso. Lo amo, lo maldita sea amo y aunque el mundo se oponga lo quiero mío. Mío para siempre.

Tanto que no dudo en sacarme la camiseta frente a él demostrándole cuanto lo deseo; y arrojármele para tomar su rostro y besarlo con pasión, lujuria y un exceso de locura devastadora.

El amor es efímero y más si es dirigido para personas como yo. Pero este hombre…este hombre está tan o más loco que yo amándome como lo hace. Y para su mala suerte pienso aprovecharme de él sin piedad.

Porque mientras su lengua se talla obscena y deliciosa contra la mía nuestras miradas se encuentran y la de Aomine me dice con fuego bien claro, que si he de pudrirme en el infierno él estará encantado de hundirse conmigo. Y me encanta esa idea. Y se lo afirmo reventándole los botones de la camiseta al abrírsela a jalones.

—Me fascinas Taiga…me gustas tanto que no lo soporto.

Su voz sale ronca, animal y erótica haciéndome sonreír con malicia mientras lo dejo comerme el cuello a besos y a mordidas hambrientas. Por fin termino de sacarle la camiseta para sentir su piel caliente y preciosamente morena entre mis dedos, que pareciera derretirse entre ellos como rico chocolate cremoso.

—Daiki….Daiki. Daiki te amo.Se lo susurro con tanto amor, pero con veneno en igual cantidad, porque sé que mi amor por él es tóxico, egoísta y nocivo, pero no puedo detenerme. Lo quiero y deseo sin límites.

—Daiki rápido…rápido maldición, te necesito. Le rasguño la espalda dejando ardientes hileras a mi paso mientras él me baja los pantalones y la ropa interior sin decoro alguno, para llevarme contra la primera pared que nos topamos y estrellarme contra ella haciendo que le dé la espalda.

Sonrío con morbo, girando mi rostro y mirando cómo se escupe sobre un par de dedos, los cuales pasa entre mis nalgas apenas lubricando mi agujero que ya se contrae ansioso por su calor. —Daiki carajo. Se lo gruño ardiente, gimiendo en anticipación al dejarlo sacar un poco mis caderas y cerrando los ojos en cuanto siento su grueso glande presionarse contra mi entrada ahora húmeda.

—Voy a dártelo justo como te gusta Taiga.

Daiki me lo susurra al oído con esa voz de seda líquida y sexo rico, haciéndome derretir y gritar una sarta de maldiciones entre dientes al sentir como me penetra brutal y sin cuidado, hundiéndose en mí hasta tocar lo más profundo.

—Hah…tan maldita sea caliente.

El calor de la noche, combinado con el del cuerpo de Aomine, más el sudor ardiente de su piel aceitosa y de la mía creando una rica fricción al estar bien pegado a mí, me hace perder la cabeza en un mar caótico de pensamientos y sensaciones deslumbrantes y placenteras.

Sensaciones que se elevan por el cielo en cuánto el comienza a embestirme con fuerza y quizás, hasta con algo de furia. Grito y me retuerzo entre bruscas estocadas, sintiéndolo salir, sólo para volver e enterrarse hasta los testículos haciéndome suplicar por más. —Sí…sí, carajo sí.

—Me aprietas tan rico Taiga.

Aomine me lo dice con perversidad mientras continua follándome y alterándome los sentidos.

—Hah…carajo, me corro.Me dedico a masturbarme rápido y vigoroso aumentando mi placer, mientras Daiki entierra su nariz en mi cabello mojado por el sudor tórrido y plúmbeo, para concentrarse en mi esencia ahora mezclada con la suya.

Mi cruel y perfecto novio me sujeta con rudeza por la cintura, tanta que seguramente quiere que sus dedos se queden bien marcados y amoratados sobre mi piel por días enteros.

Follamos por largos, deliciosos y tortuosos minutos, con Aomine susurrándome obscenidades al oído mientras continua penetrándome profundo, hasta dejarme suelto y echo un caos. Y conmigo sonriendo descarado y gimiendo su nombre en un intento por hacerlo destrozarme. —Así…justo así, Daiki.

—Voy…agh, voy a correrme dentro de ti Taiga.

Asiento incapaz de formular palabras coherentes, sintiendo el calor jodiéndome los sentidos y hasta la vista. Oh dios, si es una alucinación me encantaría que durará por siempre. Tanto así, que por fin dejo que el placer me consuma de lleno y sin regreso, corriéndome al sentirlo tan dentro, punzante e hinchado en mí.

Son apenas segundos de eterno goce, que a mí, me parecieran durar una vida entera.

Una vida en la que me muero sintiendo a Aomine terminar dentro mío entre jadeos, mientras sus brazos me estrujan con fuerza contra su pecho y su sudor caliente se resbala por mi cuerpo como miel ardiente y cremosa.

Y esta vez, en cuanto giro para encontrar su mirada con la mía, sé con la misma certeza que algún día he de perderlo todo, que al menos, mientras me quede cordura no lo dejaré ir jamás.

Notas finales:

Kagami contó un poco de su época en la escuela y con ello como su enfermedad afectó su vida social, escolar y personal. Pero para su buena suerte Aomine le ha dejado claro que lo ama incondicional y que ya nadie podrá lastimarlo ¡Cuan bello es el amor! Ah y el final…dios, sí, sí. ¿Me leyeron? ¡Dije sí! Estos dos idiotas adorables se aman con ugh…veneno carajo. Y se casaran y estarán juntos así el mundo se oponga y ya lo dije. <3

Luego la mención de AkaKuro. Me divierte tanto escribir sobre Kuroko y Taiga haciendo de las suyas. Hasta Akashi se ve involucrado. Pero bueno ya veremos más del emperador y la sombra luego.

En fin, gracias por leer. Los amo con mi vida misma. ¡Besos y abrazos para todos! ¡Nos vemos el próximo Miércoles!


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