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Tigre de Bengala por RyuStark

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Notas del capitulo:

Hola guapuras <3

Como dicen más vale tarde que nunca y aquí estoy. ¿Qué les digo? Hoy vomitarán arcoíris. Les traigo puro pinche fluff, romance dulce, rosado y esponjoso. Ugh. Jajajaja Humor leve y reencuentros, oh sí. El capítulo está medio larguito >u<

Disfrútenlo mucho :D

---Kagami T.---

¿Es todo lo que mi feroz tigre de bengala tiene huh? Creí que los de tu especie eran únicos, porque una vez que quieren algo jamás se darán por vencido.

Haré que te tragues eso. —Con un fuerte zarpazo le arrebato el balón a Daiki, para seguir corriendo hasta sentir que las piernas me arden y brincar, anotando antes de que pueda detenerme finalmente lográndolo.

Al instante sonrío victorioso mientras le echo una mirada qué dice ‘¿Qué tal ahora?’¿Qué decías Daiki? Por si no lo sabías, los tigres de bengala, al igual que las panteras, primero miden a sus presas antes de atacar y comérselos enteros.

Ahora estás hablándome sucio Taiga, si quieres morderme hazlo, pero te regresaré la mordida con mayor intensidad.

Ambos nos sonreímos con un toque de lujuria, mientras yo me dejo caer de lleno en una de las bancas y me vacío encima mi botella de agua en un intento por mitigar el calor.

Por su lado mi guapo y altanero novio se limpia un poco del mucho sudor que emana de su cuerpo con una pequeña toalla, debido a que llevamos jugando cerca de dos horas y por fin hemos llegado al límite.

Y aunque me encantaría presumir en este día, temo que no lo derrote, pero he estado verdaderamente cerca.

Así que mientras Aomine bebe algo de agua, yo me dedico a mirar el cielo de un azul especialmente claro y lleno de enormes nubes. Parecieran seguir un camino silencioso llevadas por la brisa fresca del medio día. Pero lo mejor, si me lo preguntan, es el sol ardiente y brillante que quema casi con ternura e incandescencia.

Un día perfecto lo vean por donde lo vean.

Hey mocoso, me han dicho que si te asoleas mucho tus cejas podrían partirse más.

¡Ahomine! —Y claro que es un día espectacular para tener a Daiki jodiéndome como de costumbre. Sin embargo no hago más que sonreír, levantándome y yendo con él para tomar su rostro y besarlo. Parezco tomarlo por sorpresa, sin embargo lejos de alejarse, introduce con mayor profundidad su lengua en mi boca prolongando el beso.

Vaya que el cumpleañero está muy atrevido el día de hoy.

Huh, quisieras. —Comienzo a avanzar después de tomar mis cosas, con Aomine siguiéndome los pasos.

Es verdad, hoy es mi cumpleaños, el mejor que he tenido. Por primera vez en muchos años de ‘celebrar’ solo, hoy desperté acompañado y pegajoso. Debido a que casi me atraganto, porque al tonto de Daiki le pareció grandioso untarme en la cara un pastelillo que me compró, al mismo tiempo que me decía feliz cumpleaños.

Luego de eso me llevó a desayunar a un buffet increíble y terminamos con un intenso partido. Estoy muy feliz, inclusive Aomine decidió tomarse el día libre con tal de estar conmigo. Y ya más en la tarde Kuroko vendrá a verme después de sus clases y sinceramente no podría pedir más.

¿De qué quieres que sea tu pastel?

¿Pastel? ¿Me harás un pastel?

Ja, ja, muy gracioso. Te lo preparo solo que quieras terminar en el hospital por envenenamiento, o calcinado en la morgue por el horno volando en pedazos. Así que por tu bien y el mío sugiero que compremos uno.

Ambos nos reímos mientras yo observo como saca una cajetilla de cigarros que le arrebato de inmediato.

¡Hey!

Tienes prohibido fumar Daiki, lo sabes.

Ugh, a veces lo necesito.

Hablas como un adicto y no es no carajo. Hazlo como mi regalo de cumpleaños ¿Sí?

¿Regalo de cumpleaños? Ese Kagami, te lo estoy guardando en mis pantalones, ¿Qué te parece recibirlo ahora huh?

Guárdatelo, que el único que recibirá algo serás tú, un puñetazo para ser especifico.—Mi tonto novio me sonríe mientras me abraza por los hombros.

¿Entonces? ¿De qué lo quieres? ¿Fresa? ¿Vainilla? ¿Café? No me digas…chocolate. ¡Puedes imaginar que me comes en cada rebanada de pastel!

Eres un imbécil con el ego del tamaño del mundo. Y no, no quiero un pastel enorme. Después de todo solo seremos tú y yo. Pero si tanto pastel quieres yo lo puedo preparar.

Oe, ¿Qué es esa actitud Bakagami? En un cumpleaños el festejado no debe hacer nada, ni esforzarse en lo absoluto, solo dejarse llenar de comida y regalos.

Esa es tu excusa de toda la vida Daiki. Y bueno…tal vez uno pequeño, podríamos invitarle un poco a Kuroko. ¡Ah! ¿Y si lo compramos en la tienda de Murasakibara?

¿Hah? ¿Por qué ahí? Hay más lugares.

Sí, sí, pero lo quiero de ahí. —Aomine me gruñe, pero termina asintiendo y llevándome. Tal vez de milagro pueda hacer que se encuentre con su amigo y charlen un poco.

Apenas entramos al lugar miro que ese chico Tatsuya y que tengo entendido es el esposo de Murasakibara, se encuentra tras los mostradores hablando con un empleado. No pareciera tomarnos importancia, por lo que yo me dedico a ver entre los pasteles el que más me gusta.

Date prisa, ya quiero ir a casa. Y que no te sorprenda que alguno esté mordido.

¿Mordido?

¿Ya te olvidaste que el gigante es quién los hace? Y así como es de adicto al azúcar no me sorprendería que mordisquee sus propias creaciones.

Le aseguro señor, que no es así.

Giramos ante ese comentario, encontrándonos con Tatsuya que nos sonríe amable y hace a Aomine chasquear la boca.

Aomine Daiki, tanto tiempo sin vernos.

Qué hay reina gótica, ¿Cómo están los condenados del inframundo?

Muy gracioso, ¿Qué haces aquí? Tenía entendido que no eras del tipo dulce. Y que en su lugar te gustan las cosas turbias, desagradables y amargas.

Por eso me encantas Himuro y he venido a coquetearte.

Esos dos sacan chispas entre sí, con una enorme y hasta cruel sonrisa que se dan. Por lo que me decido a aclararme la voz para llamar su atención. En cuanto Tatsuya me mira de inmediato sonríe feliz.

¡Taiga! ¡Eres tú! —Me sorprende que me recuerde de aquella vez, inclusive abrazándome y revolviéndome el cabello.

Oe, no lo toques. Y espera, ¿De dónde lo conoces?

Taiga que gusto me da verte, aquella vez tenías prisa, pero ahora puedo hablarte de los cursos, ¿Por qué a eso viniste no? Te juro que Atsushi no dejaba de preguntar por “Gami-chin” y si ya se había inscrito, le dije que volverías y tenía razón.

Aomine que ha sido totalmente ignorado, afila su mirada para verme con curiosidad mientras yo me rio nervioso. Uh no, no, nada de cursos, solo vine por un pastel.

¿Pastel?

Así es, pastel.—Aomine lo dice abrazándome por los hombros de nuevo, besándome en la mejilla y sorprendiendo a Tatsuya.

Es el cumpleaños de mi novio, así que menos platica y dale el pastel que quiere que se lo compraré. Y espero en el servicio no venga incluido el seguirte oyendo hablar.

Tan delicado y atento como siempre Daiki. Pero dejándote de lado, ¿Es en serio? ¿Es tu cumpleaños? ¡Haberlo dicho antes Taiga! Dime qué pastel quieres.

Le sonrío y le señalo a Tatsuya un enorme y bonito pastel, que debe tener unas tres capas y que escurre en delicioso chocolate, con montones de trozos macizos y perlas de azúcar bellamente decorado.

Ese será. Envuelve este pastel por favor. —Le dice Tatsuya a su empleado.

Disculpe Himuro-san, pero su marido dijo que ese ya estaba vendido.

Entonces tendrán que hacer otro, porque este es de Taiga. Ahora envuélvelo y agrégale esas dos charolas de pastelillos y también dos de las que tiene la variedad de caramelos.

No, no es necesario. Solo el pastel.—Le digo apenado.

Es mi regalo para ti ¿Sí? Sé cómo los mirabas el otro día así que llévatelos, y no te preocupes que tenemos montones más.

Oe, ¿De qué me estoy perdiendo? ¿Desde cuándo son amigos?

Huh, quién iba a imaginar que un tipo sin chiste como tú saldría con alguien como Taiga.

¿Quieres pelea eh?

Inténtalo Daiki, terminarás con una charola enterrada en donde menos te gustará.

Esos dos de nuevo se miran con fuego preocupándome, pero finalmente Tatsuya se ríe cortando la tensión y sorprendiéndome al jalarle una mejilla a Aomine.

Deja de hacerte el difícil Daiki y ya ven a casa ¿Quieres? Mis hijos aun a tanto tiempo sin verte, no dejan de preguntar por su torpe tío el detective. Ya casi me perforan los oídos con “Queremos historias de policías del tío Aomine”.

Huh, ya veremos.

Bien, entonces también trae a Taiga, avísame y los estaremos esperando.

Dije que ya veremos.

Aomine y Tatsuya se miran por largos segundos inexpresivos, hasta que Tatsuya suspira y viene conmigo para palmearme un hombro. ¿Qué fue eso? ¿Ir a casa? ¿Sus hijos? ¿El tío Aomine? Creí que no eran cercanos.

Feliz cumpleaños Taiga, disfruta tu día. Ah, y si ese idiota te hace algo avísame y voy a cortarle hasta el nombre ¿Sí?

Gracias, pero…puedo preguntar, ¿Por qué tanta amabilidad conmigo? Recién nos conocemos. ¿O es porque soy el novio de Daiki? —Aprovecho para preguntarlo ahora que Aomine se ha ido a la caja a pagar.

Sabes Taiga, desde que te vi por primera vez supe que eras especial.

Odio esa última palabra con tanta furia y fuerza que no puedo evitarme tensarme. No hay nada peor en mi mundo que ser considerado ‘especial’. Y aunque sé que Tatsuya lo dice con otro significado, porque no hay manera de que sepa lo que tengo, aún así es incómodo.

O será que quizás en otra vida fuimos hermanos. Nunca se sabe.

Eso último me agrada más haciéndome sonreír. Quizás.

Quizás…Taiga, tú y yo tenemos mucho que hablar sobre Daiki, ahora lo sabes ¿Cierto? Además, él no sabe lo de la reunión, o eso dijo Akashi, pero no es tonto, no por nada es detective, así que cuidado de no estropear la sorpresa. Por ahora ten mi número, llámame cuando puedas, no importa la hora ¿Sí? Pero llámame.

Asiento y tomo su tarjeta para guardarla justo antes de que Daiki llegue hecho un remolino.

Oe, ese tipo no quiere cobrarme nada, dile algo Himuro.

Es porque dije que era mi regalo para Taiga y se acabó, ahora fuera a disfrutar.

Aomine le dice hasta el color de su apellido mientras Tatsuya lo ignora, pasándonos las bolsas y sacándonos no sin guiñarme un ojo.

¿Quién se cree que es?

Cierra la boca Daiki, nos regaló postres por mi cumpleaños y no discutiré más. A menos que quieras que el próximo delito que resuelva la estación de Too sea el de tu cuerpo encontrando  con un pastelito atorado en la garganta.

Oye, oye…yo puedo atorarte algo mejor a ti en la garganta sabes.

Ruedo los ojos ante su comentario descarado y estúpido, limitándome a jalarlo y por fin regresando a casa. Una vez ahí soy el primero en tomar una ducha mientras Daiki guarda las cosas. Ya cambiado y fresco miro que en mi celular no tengo ninguna llamada de Kuroko, se supone que ya debió haber llegado, ¿Se habrá retrasado con algo?

Y tengo mi respuesta en cuanto tocan el timbre. Daiki, Kuroko llegó. — Mi novio me da una respuesta inaudible desde la regadera, que ignoro para salir y abrirle a mi amigo llevándome una tremenda sorpresa.

¡Feliz cumpleaños Kagami-kun!

¡Kagami, cuánto tiempo sin vernos!

Me quedo con la boca abierta al ver a varios compañeros de mi antiguo equipo de baloncesto tras Kuroko. Y para comprobarme que no estoy alucinando Riko me da una tremenda palmada en el brazo que casi me lo rompe.

Kagami recordaba que vivías en un departamento normal, no en un enorme y lujoso penthouse.

Uh bueno…es de mi novio. —Lo digo algo nervioso y rascándome la nuca. Riko me mira fijo al igual que Hyuuga y Kiyoshi-senpai mientras que a Koganei, Izuki, Mitobe y a Furihata se les escapa una especie de chillido raro de la garganta. Supongo que nadie ha cambiado mucho en estos años sin vernos.

Así que Kuroko no mentía, en serio tienes un novio huh.

¡Qué bien Kagami, me da mucho gusto por ti! —El último es Kiyoshi-senpai que me sonríe enérgico como siempre, mientras se acerca para palmearme la cabeza como si fuera un perrito.

¿Y no nos vas a invitar a entrar Kagami?

Ah, claro, claro adelante. —En cuanto todos se pasan detengo a Kuroko que intentaba escabullirse. ¿Qué es esto? ¿Reunión de preparatoria en serio? Kuroko maldición.

Como Kagami-kun planea una, yo pensé en planear otra…para ti. Y no te preocupes porque se enoje Aomine-kun, le conté sobre mi idea y él dijo que estaría encantado de recibir a los amigos de su preciado ángel.

Ja, ja, estoy loco, pero ni en mi peor alucinación la bestia de Aomine diría eso.

No, pero dijo “Sí, no veo porque no”. Que es lo mismo, ahora entremos antes de que la entrenadora se trague vivo a Aomine-kun.

Apenas reacciono ante eso, entro de lleno a la sala donde ya veo a mis amigos por doquier comenzando a servir y a montar todo lo que trajeron con supervisión de Riko, la cual se me acerca.

Kagami, él…tu novio, ¿Sabe…eso?

En cuanto menciona mi ‘eso’ todos se callan y me voltean a ver entre preocupados y curiosos. Pero es más su sorpresa al verme sonreír. Lo sabe, de hecho él está tan loco como yo.

¿Cómo? ¿También está enfermo?

No, solo es un idiota.

¿A quién le dices idiota, idiota cejas de flecha? —Y por supuesto que es Daiki entrando a la sala con una ceja levantada y una mueca socarrona y toca cojones típica de él.

Huh, ¿A quién más? ¡A ti! ¡Y deja mis cejas en paz! —Daiki sonríe viniendo a mí y apretándome las mejillas con fuerza para darme un pequeño beso hasta que lo despego. Bien uh…Daiki, Seirin, Seirin, Daiki. Aida Riko, Hyuga, Kiyoshi-senpai, Koganei, Mitobe, Izuki y Furihata.

Una bola de mocosos huh, qué hay.

Buenas tardes señor.

¡¿Señor?! —La cara que pone Aomine por el saludo de Furihata es para morirse de la risa. Y es que odia que le digan señor.

Eh bueno, Kuroko dijo que el novio de Kagami tenía cerca de cincuenta años así que yo bueno…lo lamento, mejor me callo.

¡¿Cincuenta años?! Tetsu maldito.

Bueno, bueno, treinta años, cincuenta, da igual Aomine-kun. El punto es que eres más grande que Kagami-kun y cuando me lo preguntaron simplemente quise darme a entender.  —Aomine le practica una pequeña llave a Kuroko, que intenta zafarse mientras todos nos reímos.

Y justo así, comienza la amigable celebración.

Bebo y como hasta llenarme, invitándoles a todos del pastel y postres que me regaló Tatsuya mientras compartimos viejas historias que Aomine escucha alegre. Aunque más que historias, los chicos se encargan de avergonzarme contándole cada estupidez y torpeza que cometí mientras íbamos juntos a la escuela.

Y justo así es como termine diciéndole Bakagami. ¿Puedes creerlo Aomine? El torpe brincó tan alto que se estrelló la frente directo contra el aro.

Definitivamente suena a algo que le pasaría a Taiga.

Todos se ríen mientras yo le doy un puñetazo amistoso a Daiki y me meto otro trozo de pastel a la boca.  Aomine lo dijo de broma, pero de hecho si tenía ganas de comerme el pastel entero apenas lo vi. Y es que aunque me gusta el chocolate, inusualmente hoy lo he deseado en exceso.

Así que todos pasaron un buen rato en la preparatoria gracias a Taiga y sus…irreverencias. Definitivamente deben venir a nuestra boda ¿No crees Kagami?

Apenas menciona la boda, me atraganto mi pedazo de pastel y toso estrepitoso al igual que Hyuuga y hasta Kuroko que me ve con ojos perversos que me gritan “¡¿Cómo te has atrevido a no decírmelo?!” ¡Oh mierda, le van a salir cuernos y me asará en un puto cazo!

¿Boda? ¿Ustedes dos van a casarse Aomine-san?

Seguro que lo haremos chico gato. Y están invitados.

¡Una boda, que maravilla!

Cierra la boca Kiyoshi, que a ti Hanamiya no te deja ir ni a la esquina sin permiso.

Mis amigos se ríen al igual que yo. También noto que todos se lo han tomado bastante bien. Pensé que pondrían cara de horror porque Aomine se quiere casar conmigo. Pero lejos de eso, me vuelven a felicitar ahora no solo por mi cumpleaños, sino también por mi próxima boda antes de marcharse cuando comienza a anochecer. Claro, no sin hacerme prometer invitaciones para todos.

Por supuesto el último en marcharse es Kuroko, que tiene una larga charla con Daiki en privado mientras yo termino de guardar y recoger todo. Ya estando solos me arrojo al sillón agotado y feliz, una curiosa sensación. Aun no puedo creer que en los últimos meses mi vida haya tomado un giro tan repentino y sinceramente me encanta.

Hora de los regalos tigre de bengala.

Daiki llama mi atención, saliendo de la habitación con dos paquetes medianos envueltos en papel. En cuanto comprendo que son regalos para mí no puedo evitar sonreír como un bobo. Tomarte el día, llevarme a desayunar, el partido, la fiesta y ahora más regalos. Te molestaste mucho Daiki. No es para tanto.

¿Otra vez con eso? ¡Cierra la boca y tómalos! Quise esperar a que tus amigos se fueran porque no es por nada, pero mis regalos son extra especiales. Así que vamos, ábrelos ya carajo que me hago viejo.

¿Más viejo?

Ja, ja. Ábrelos ya. Te vas a mojar apenas los veas.

Le levanto una ceja temiendo un poco al saber de lo que es capaz, sin embargo exhalo y comienzo a abrir el primero. En cuanto retiro el papel del primero mis ojos destellan con alegría al ver que se trata de un paquete especial con las tres películas de ‘ToyStory’ en alta definición. ¡Las quería tanto! —Abrazo feliz mis películas y más porque ha recordado que son mis favoritas.

Luego las veremos juntos, ahora el siguiente.

Le sonrío y suelto el paquete para ahora abrir el otro, esta vez sintiendo un mini infarto en crecimiento a coma seguro al ver la caja “Air Jordan Special Edition”. Mis manos tiemblan mientras saco lo evidente, un par de deportivos para básquetbol de la última colección de Nike. ¡Oh mierda, son los ‘Fly Jordan Fly’ en rojo platinado que solo venden para América! —Grito casi desmayándome a la vez que me los pongo viendo que me quedan perfectos.

¿Te gustan Kagami-chan?

¡¿Qué si me gustan?! ¡Me encantan, me fascinan, los amo! ¡¿Cómo supiste que los soñaba?! ¡¿Y a quién carajo le dices Kagami-chan?! —Mi novio me sonríe muy complacido, recargándose más en el sillón mientras yo brinco y corro por doquier con mis nuevas adquisiciones.

Bueno, hace un mes dejaste abierta la página de la tienda en línea, supuse que los querías y los encargué. Afortunadamente me llegaron hace dos días al trabajo. Eso y que Tetsu ya me contó que eres un fiel coleccionista de los Air Jordan.

Oh Daiki…—Me dejo caer a su lado, para abrazarlo con demasiada fuerza y enterrar mi rostro en su pecho, apreciando su rico aroma a cedro y ámbar y aparte demostrándole lo mucho que significa para mí. Daiki, sé lo mucho que valen…no debiste, pero si debiste, ¡Sí, sí que debiste! Gracias, gracias, gracias. Es el mejor cumpleaños de mi vida.

Lo que sea para mi tigre de bengala. Ahora puedes perder contra mí en la cancha con mucho estilo.

Eres un idiota. —Ledoy un pequeño golpe mientras nos reímos encantados y bien abrazados. Mierda, tanta felicidad debe ser una broma. No puede ser real, sé que no, pero aun así me niego a creer lo contrario. Está pasando, de verdad me está pasando y gozaré cada segundo de ello. ¡¿Daiki y si vamos a jugar ahora?!

Sabía que dirías eso.  Si mañana no puedo correr tras los criminales será tu culpa.  Ah, pero antes algo más. Falta un último regalo, bueno algo así. Así que toma tu chaqueta que saldremos.

Daiki no me da tiempo de pensar al levantarse y jalarme para que lo siga. Ambos nos ponemos una chaqueta y salimos en su auto rumbo a un lugar desconocido.

Avanzamos en un silencio acogedor, con él manejando y conmigo mirando a través de la ventana. Edificios enormes, tiendas de todo tipo, restaurantes y bares llenos, personas por doquier que van impasibles tal como la vida misma. Salimos del distrito atravesando el precioso y amplio puente de arcoíris que conecta las islas.

Sonrío en cuanto veo el mar a mi lado tan pacífico como tenebroso de un azul intenso y oscuro por la noche. Pero lo que más me llena de satisfacción es que Aomine ha tomado mi mano y en cuanto nuestras miradas se encuentran sonreímos sin timidez, solo con un deje de delicadeza por la agradable compañía ajena.

Y aunque por momentos mis pensamientos se pierden en el profundo color de los matices de su mirar, aun así logro mantenerme al flote de la cordura en la medida de lo posible. Porque Aomine lo vale. 

Suspiro pensando que me enamoré de él con un amor violento, como una tormenta que arrasa con todo a su paso y que calcina con fuego el sólo sentirlo. Un amor glorioso, que bajo ninguna circunstancia pienso dejar ir.

---Aomine D.---

Sé que no tiene sentido pero cierra los ojos tigre. —Kagami me chasquea la boca como el mocoso irreverente que es, pero me obedece cerrando los ojos mientras yo manejo un par de minutos más hasta llegar a nuestro destino. Me estaciono y bajo a prisa, para rodear y llegar a él ayudándolo a salir. No puedes abrirlos aun.

Hace calor.

Sé que te pongo caliente, pero contrólate ¿Quieres?

—¡Ahomine! Ignoro su comentario, aunque si tiene razón, a pesar de la hora hace un maldito calor de la jodida. Lo llevo tapándole los ojos para que no haga trampa y con cuidado de que no tropiece hasta que se agarra de cierto barandal.

¿Qué es esto? ¿Dónde estamos?

Bien, abre los ojos. —Quito mi mano de sus ojos, viéndolo parpadear y mirar a nuestro alrededor. A primera instancia no luce sorprendido, lo cual es como un puñetazo directo a la cara. Puñetazo que olvido al sorprenderme, porque en cuestión de segundos su expresión ha cambiado y de buenas a primeras ha unido sus labios con los míos en un beso corto, pero que es suficiente para matarme lento y saber que fue una buena idea.

¡Se ve toda la bahía de Tokio! ¡Esto es increíble! ¡Me encanta este lugar!

Kagami comienza a caminar a lo largo del lugar como un niño eufórico haciéndome sonreír. Y es que tiene razón, nos encontramos en una inmensa terraza junto a la carretera que sirve de mirador para ver toda la bahía de Tokio.

Lo mejor es que el puente de arcoíris, se ilumina de colores reflejándose precioso sobre el agua oscura, al igual que cada barco que pasa. Y ni hablar de la vista de la ciudad en la parte trasera, justo como la de una maldita postal, sólo que en vivo. Y sí que Kagami parece amar el lugar que por la hora está totalmente desolado.

Sólo no te arrojes al agua por favor, sería un dolor en el trasero tener que salvarte. —Se lo digo ahora que se ha subido a uno de los barrotes del barandal y apunta emocionado a cada embarcación que pasa a lo lejos.

Cierra la boca y mira ese barco, es rojo ¡Rojo!

Ruedo los ojos ante su simpleza, sin embargo como siempre me complace en extremo su tierna inocencia. Por lo que aprovecho para sacar mi último regalo. Mierda, estoy nervioso, pero es ahora o nunca. Hey, atrápalo. —Apenas gira le arrojo una cajita que toma, mirando curioso y levantándome una ceja.

¿Qué es?

Ábrela. —Tal cual lo hace, se queda en una especia de shock que me avergüenza, ya que ha comenzado a mirar la caja, luego a mí y así varias veces. Es para que quedemos claros que voy en serio contigo. Ya sabes…vamos a casarnos.

No.

¿Qué? Creí…—Ahora el que se arrojará al mar soy yo. Hasta que veo como me sonríe de lado.

No me lo estás preguntando, me lo estás afirmando. Y quiero que me lo pidas Daiki.

Suspiro entre aliviado y cansado sin poder evitar gruñirle. —Eres un…ugh. ¿Te encanta torturarme no es así?

Sigo esperando Daiki.

¡Bien! Yo…mierda, no soy bueno para esto.

Tenemos toda la maldita noche.

Pongo los ojos en blanco y termino permaneciendo en silencio por la pena. Nos miramos fijo, pero al cabo de dos minutos termino recargándome en los barrotes, para mirar el mar y Kagami no tarda en imitarme y pegarse a mí.

Pídemelo.

En cuanto me lo susurra suplicante al oído con su aliento cálido, un turbio escalofrío me recorre la nuca y todo el cuerpo, haciéndome mirarlo con furia. Carajo, me encanta este mocoso. ¡Hazlo Daiki! Desde la primera vez que lo viste lo supiste, Kagami es tu todo, tu mundo entero… tu destino. Así se destroce el cielo y se abra la tierra es y siempre será lo que tanto soñaste.

Ambos estamos muy mal Taiga. Locos, jodidos y perdidos en este mundo intentando salvarnos el uno al otro. Tú eres joven y te espera una maravillosa vida por delante. Una vida que sería un privilegio para mí compartir contigo. Sé que probablemente nos querremos matar cada dos segundos. Pero si te puedo jurar algo, es que por más peleas que tengamos, siempre te voy a amar Taiga, pase lo que pase. ¿Quieres casarte conmigo? —Mi joven novio me mira muy alegre, enternecido y sumamente satisfecho mientras manda al carajo el anillo, para abrazarse a mi cuello y besarme.

Sí, sí, sí, sí. Carajo sí, maldición sí, sí, sí.

Sonreímos como un par de estúpidos, ya que no para de decirme que si entre cada jodido beso. —Te lo pongo. —Nos separamos y él rápido me tiende su mano. Le pongo el anillo sencillo, liso y delgado de un precioso color negro con un lindo diamante azul en el centro. De mi color claro, para que todos sepan a quién le pertenece el que lo porta.  

Me prometieron que no pesaría nada y que no se rompería por más duro que fueras, así que puedes jugar con él, aunque tal vez debería sacártelo en la cancha. Ya sabes, con esas canastas tuyas nunca se sabe.

Vete al carajo, no me lo quitaré nunca.

Eso me encanta…Oh Kagami-chan, ¿Estás llorando? —Se lo digo de broma, pero al ver su boca temblar no puedo evitar sentir un rico deleite por ver que está tan emocionado como yo.

Jódete, ¿Quién está llorando? Yo no estoy llorando, tú estás llorando.  

Lo gruñe sorbiéndose la nariz, tomando mi rostro entre sus manos y besándome una vez más. Vaya niñato adorable.

¿Qué debería hacer señor detective? Estoy tan, tan, tan feliz…y tan caliente.

Eso último me toma muy por sorpresa, sacándome un jadeo y provocándome un rico temblor en cuanto siento una de sus manos palpar mi entrepierna, para darme un apretón que me pone en ánimos y de paso me hace voltear hacia los lados. Tigre, no sé si te des cuenta pero estamos en plena carretera, quién pase podría vernos aun cuando lo hiciéramos en el carro.

¿Qué escucho? ¿Aomine Daiki está negándose a cogerme donde todos pueden verlo? Esto no puede ser, tendré que hacer algo al respecto.

El maldito demonio hecho un chico de veinte años, con cabello de fuego y sonrisa traviesa me lleva de la mano hasta el auto, para estrellarme contra él y caer de rodillas frente a mí. Oh mierda, va en serio.

Dígame señor detective, ¿Lo que estoy por hacerle se considera un delito mayor?

El muy cabrón me lo pregunta mientras me abre la hebilla del cinturón y comienza a bajarme el cierre de los pantalones. Bueno…te diré que depende que tan bueno seas. —Ambos nos miramos con malicia y más Kagami, que termina de bajarme lo suficiente la ropa interior y sujeta con firmeza mí ya creciente erección.

Mira lo grande y duro que te estás poniendo Daiki.

Me lo dice coqueto antes de darme una deliciosa lamida desde la base hasta la punta, sacándome un ronco gruñido desde lo más profundo de mí ser. Tiemblo no solo por lo bien que se siente su lengua rugosa, húmeda y tibia contra mi carne dura, sino también por la brutal imagen.

Kagami se mete mi grueso glande a la boca y comienza a chuparme con morbo y gula, asegurándose de hacerme sentir lo suave y cremoso que es su interior. Me succiona sorbiendo todo el líquido viscoso y tibio que derramo mientras frota el resto de mi erección con una mano y con la otra comienza a abrirse los pantalones.

¿Qué pasa tigre? ¿Te excita tanto chuparme? ¿Es eso? Vaya pervertido. —Mi sucio y encantador novio me sonríe aun con la boca llena, esta vez mandándome al cielo y de regreso al sentir como relaja su garganta para tomarme con mayor profundidad.

Maldigo entre resoplos y gruñidos, dejando que el rico calor de la noche, más el de la boca de Kagami me envuelvan como terciopelo denso y ardiente. Me pierdo entre el estupor y la pasión, sujetando con rudeza a Kagami por el cabello para darle un par de hondas estocadas, mirándolo atragantarse y comenzar a lagrimear.

Después de todo, por muy perverso y erótico que sea, no quita que sea la primera vez que le joden la boca y tendré que enseñarle como se hace. Por lo que esta vez soy yo quién se relame los labios con crueldad, notando como se estremece ante mi fiero agarre.

Lo sujeto con fuerza por el cabello y la quijada para follarle la boca con violencia, mirándolo atragantarse y derramar gruesas lágrimas, al igual que espesos y burbujeantes hilos de pre-seminal, saliva y fluidos que escurren por la comisura de los labios. Eso es bebé…justo así, tan maldita sea estrecho.

Me follo su garganta, sintiendo como se abre a la fuerza para mí y contrae a mi alrededor apretándome increíble mientras me percato que más de un auto ha pasado y nos ha visto. Pero a Kagami pareciera no importarle al masturbarse ansioso y gemir aun con la boca llena demostrándome cuanto lo disfruta.

Sonrío y echo la cabeza para atrás dejando que el placer cause estragos en mi mente y en mi cuerpo al embriagarme de lleno y sin salida, como montones de ricos espasmos que me recorren palpitantes y dulces cada vena. Sin embargo antes de que yo pueda explotar, Kagami es el primero en hacerlo, corriéndose entre sus dedos.

Lo mejor es la turbia y erótica expresión de su precioso rostro, que me invita a terminar dentro de él. Y justo así lo hago, porque apenas bastan un par de estocadas más para clavarme en él tan profundo como puedo y por fin terminar entre maldiciones, enloquecedores estremecimientos y jadeos.

Y Kagami, como el niñato jodido que es, no duda en aferrarse a mis piernas para evitar que me despegue hasta que he terminado. Respiro agitado sintiendo el placer punzarme por doquier mientras logro salir de él, para ver como tose mientras intenta tragarse el resto de mi semen espeso y caliente.

Uhm…¿Es todo lo que tienes?

Kagami lo ronronea para mí con una mueca lasciva que me hace sonreír. Ven aquí maldición, voy a darte todo lo que tengo. —Lo hago levantarse para esta vez besarlo con toda intención de comérmelo entero.

Te amo Daiki.

Yo te amo mucho más. —Se lo digo mientras estrujo su delicioso y voluminoso trasero entre mis dedos, escuchándolo gemir gloriosamente para mí. Voy a dártelo tan bien carajo.

¡Alto ahí, policía! ¡Las manos arriba los dos! ¡Ahora! ¡Pero primero súbanse los pantalones par de pervertidos!

O iba a dárselo. Ambos nos tensamos mientras yo maldigo a todos. Tiene que ser una puta broma. Kagami y yo nos separamos cerrándonos los pantalones mientras yo giro encontrando mi mirada con la del policía que nos ha atrapado infraganti. Y ahora sí, sé que estoy jodido al ver de quién se trata. De todos tenía que ser este estúpido.

¿Aomine?

Que hay Wakamatsu.

Pero qué…¡¿Qué carajo?! ¡¿Tú?! ¡¿Tú eres el pervertido?! Bueno, no que me sorprenda…sólo. Agh. Mierda Aomine, reportaron un par de tipos cogiendo en pleno mirador y resultaste ser tú y…. Ah, ya entiendo, este es tu novio el veinteañero.

Qué te jodan maldito. —Wakamatsu me gruñe, sin embargo me sonríe con sorna.

No soy su novio, soy su prometido. —Y claro que Kagami no puede callarse inclusive mostrándole su anillo como retándolo.

Bebé…digo, Kagami, joder, sólo no le eches leña al fuego ¿Sí?

¿Dijiste bebé? Espera, ¿Van a casarse? Sabes qué, no me interesa, sólo súbete los malditos pantalones y largo de aquí. —Dice Wakamatsu.

Que te sepas que no estás invitado a la boda idiota.

Que te den imbécil con todo y puta boda, ahora largo, no todos somos detectives estrella y tenemos trabajo que hacer y entre ello no quiero tener que arrestar tu estúpido trasero de madrugada, para que tu papito Harasawa me la arme al amanecer por haber encerrado a su niño consentido.

Levanto las manos en señal de rendición indicándole a Kagami que nos vamos y justo así lo hacemos. Y aunque sé que para mañana seré el chisme y el chiste del cuartel de toda la policía de Tokio, creo que valió la pena cada maldita segundo. Y sí que lo confirmo al sentir como Kagami entrelaza sus dedos con los míos de regreso a casa, nuestra casa.

Notas finales:

¡Es el cumpleaños de Kagami! El tigre de bengala se la pasó de lujo con su hombre, su mejor amigo y sus lindos ex-compañeros que tanto lo apoyaron en el pasado, y aparentemente en un futuro también :9 ¡Hasta se hizo amigo de Tatsuya!

Kagami recibió muchos regalos eh, a qué sí. Según uno de los data-books ‘canon’ de los personajes, la película favorita de Kagami es ToyStory. ¿No es una preciosura? Y su novio -Huuum- perdón, prometido, pareció recordarlo. Pero sin duda el mejor regalo fue una promesa eterna de Aomine <3 Estos idiotas van a casarse TAT los amo tanto <3

En fin, se viene mucho romance, algo de drama y de todo. Y yo los amo muchísimo. ¡Nos vemos el próximo Miércoles! :D


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