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Tigre de Bengala por RyuStark

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Notas del capitulo:

Hola mis preciosos bebés <3

Por fin llego con otro capítulo con de todo un poco. Mucho drama, humor, romance y hasta lemon. <3

Como siempre espero que lo disfruten y no me canso de mandarles todo mi cariño ;)

---Aomine D.---

Ya casi lo tenemos, una más y vamos a encerrar a ese hijo de perra, estoy seguro. Así que escuchen, es un idiota que en cualquier momento nos dará el pretexto perfecto para arrestarlo, por lo que quiero que investiguen todas las transacciones que ha hecho en el último mes, también si ha viajado, con quién se ha visto. Carajo, quiero saber hasta cuántas veces fue al baño, ¿Está claro? Quiero saber todo lo que hace.

¡Si señor!

Ruedo los ojos ante la exageración de mis dos subordinados que me miran fervientes. Ahora fuera de aquí. Llámenme si pasa algo. —Se levantan, hacen una reverencia y salen a sus escritorios en la parte exterior para organizarse. Olvide decirles que cerraran la maldita puerta y me da pereza levantarme. Así que mejor me dedico a leer un par de documentos y a firmarlos con algo de satisfacción, porque recién he cerrado un caso más.

¿Uno más a la lista de éxitos?

¿Qué hice para que dios me odie tanto carajo?

Sigues siendo un mocoso en el cuerpo de un adulto.

Qué pena por ti que tienes que soportarme Harasawa. —Se lo digo al jefe que una vez más tiene tanto tiempo libre que ha decidido venir a verme, cerrando a su espalda y sentándose frente a mí. ¿Y bien? ¿A qué debo el placer? ¿Otro caso “importante”?

No tan importante como el tuyo con el niñito ese el otro día.  Joder, en un mirador. Los jóvenes de ahora sí que son fogosos.

Que te den. —El viejo me sonríe de lado mientras yo evito su mirada. —Sé que no viniste a discutir las técnicas orales de Kagami, así que habla ya. —Mi jefe sonríe complacido y se recarga cómodo en su asiento.

¿Qué haces aquí Daiki?

¿A qué te refieres?

Me refiero a esos dos de allá afuera, casi te ponen un maldito altar, cualquiera querría tener el privilegio de trabajar para el mejor detective de la ciudad, sino es que del país. Lo malo es que ese gran detective ahora está con la cabeza por las nubes.

Se claro Harasawa. —Se lo gruño molesto, en búsqueda de la verdad para que deje de molestarme.

Bien, ¿Cuándo piensas dejar esta estación e ir a la agencia nacional? ¿Sabes acaso lo que te estamos ofreciendo? ¿Leíste siquiera la propuesta que te di aquel día en mi oficina? Aomine, ¿No lo ves? Ya no eres un niño y tampoco un viejo, pero ya es hora de que les dejes el juego de los detectives tras las sombras a los más jóvenes. Aquella vez te di este puesto porque me lo insististe, pero es suficiente. Cualquiera se sentiría honrado de ser promovido a tu edad a un puesto tan grande y tú…tú simplemente lo estás evitando.

Mira…Harasawa, mi trabajo está en el campo apresando tipos corruptos, asesinos, estafadores, malditos criminales, no tras un puto escritorio acumulando papeles y dinero. Esa mierda no me va. No me gusta. Si he de estar tras un escritorio toda mi vida me pudriría. Con trabajo y soporto las horas aquí, ¿Y de verdad crees que me iré a la agencia esa de la jodida?

Lo menciono con amargura y un poco de cinismo para provocarlo. Además, ¿Qué mierda hacen ahí? ¿Agencia nacional? ¿Qué es eso? ¿Están supervisando que Godzilla no salga del mar o qué?

Muy gracioso estúpido, ahora te comportas como un niño. Pero bien, sino lo quieres hacer por ti, ¿Qué tal por tu prometido? ¿Por qué van a casarse no?

¡¿Kagami qué tiene que ver en esto?! —Lo rujo molesto.

Aomine ser detective implica estar investigando todo el tiempo fuera, lejos de él. Ya es bastante difícil verlo ¿Qué no? Y cuando se casen será peor, pronto él se sentirá abandonado, solo e inseguro y antes de darte cuenta divorcio seguro, ¡Por dios tiene veinte años!

¿Lo dices por experiencia huh?

Sí, sí lo digo por experiencia. Y si aceptas el trabajo en la agencia tendrás un horario fijo y mucha más libertad, porque ya no recibes ordenes, ahora las darías, ¿Comprendes? Podrías estar con el chico como tanto quieres.

Eso último me deja callado y pensativo, pero más que pensar en el trabajo pienso en Kagami. Y es que hoy amaneció algo…turbado. No enfermo, pero definitivamente no se veía muy bien cuando vine al trabajo. Estoy muy preocupado por él. Debería irme, sí, eso haré. Me levanto y tomo mi abrigo con Harasawa siguiéndome con la mirada.

¿Aomine? ¿A dónde vas?

Luego te llamo ¿Sí? Lo…pensaré. —Eso parece ser suficiente para él, que se calla mientras salgo.

Eh bebé, perdón, Aomine, ¿Ya te vas? ¿No quieres hacer mi patrullaje por mí? Podrías hablarle a tu novio y follar en plena avenida con él mientras fingen que nadie los ve.

Idiota, ya no es su novio, ahora es su prometido, que no ves que hasta anillo y toda la cosa tiene.

¿Ah sí? Pues iremos a la boda, sólo si prometes que habrá veinteañeros para todos.

Y claro que son Wakamatsu y otros compañeros. Ruedo los ojos escuchando suspiros de amor y chiflidos, más montones de risas burlonas como desde hace dos semanas que ocurrió mi incidente con Kagami. Que los jodan cabrones. —Me voy con una sonrisa y obvio, no sin hacerles un par de señas obscenas.

Apenas van dos semanas y seguro que jamás me dejarán vivo por esto, se lo contarán hasta a mis nietos si tienen la posibilidad los muy malditos.

Sonrío ante ese hecho mientras avanzo en el pesado tráfico de la ciudad. Ya son casi las ocho. Mierda, otra vez tarde, hoy salí demasiado temprano y odio llegar para apenas pasar un par de horas con Kagami antes de dormir. Suspiro cansado realmente pensándome lo que dijo Harasawa. Me gusta mi trabajo, pero me gusta más Kagami.

Ugh, ¿Qué haré?

Todo me da vueltas mientras por fin llego a mi hogar, bajando del elevador y notando que tengo varias llamadas perdidas de Tetsu. Oh no...¿Habrá pasado algo? Me asusto y avanzo a paso rápido a mi departamento, escuchando montones de gritos tras la puerta, como si estuvieran peleando verbalmente. ¿Qué carajo?

¡¿Kagami?! ¡¿Kagami dónde estás?! —Entro gritando por él, apenas si alcanzando a soltar mi portafolio en el recibidor para avanzar veloz hacia la sala donde lo veo algo alterado y gritándole a alguien más hasta que me mira.

Daiki…—Taiga luce deplorable, pero ni así duda en venir hacia mí.

¡Tú! Tú…¡Tú maldito infeliz!

Apenas si reacciono al notar como Taiga no llega a mí, ya que alguien más se me ha abalanzado para sujetarme por el cuello de la camiseta y darme un puñetazo directo al rostro.

¡Basta! ¡No lo hagas! ¡Déjalo!

Choco contra la pared sintiendo un dolor entumecedor, que no tarda en comenzar a punzarme en la cabeza mientras me repongo y miro a Taiga evitar que el hombre se me arroje encima de nuevo. Pero no tardo más que un par de segundos para enfurecer con rabia y ahora yo apartar a Kagami para sujetar al hombre por el cuello de la camiseta.

¡Daiki no! ¡No pelees con él! ¡Papá tú también basta maldita sea! ¡Deténgase!

En cuanto dice que es su padre y comprendo la situación, lo suelto apartándome para ir con Kagami y abrazarlo. Al instante mi joven novio se aferra a mi algo tembloroso y alterado.

¡Aléjate de mi hijo! ¡Tú abusador!

¡¿Abusador?! ¡¿Quién es el abusador que lo tenía encerrado y le decía cosas horribles?!

Daiki no peleen, no peleen, basta, por favor, por favor, haz que se vaya. No lo quiero ver, no quiero.

Kagami me lo susurra con algo de miedo, provocándome una amarga sensación y de paso que me tranquilice. Mire señor, no sé qué hace aquí, pero si ha venido a hablar esta no es la manera. Le pido de la manera más atenta que se retire y cuando se calme puede llamarme y charlaremos. —El hombre me mira enojado mientras le tiendo una tarjeta, que no tarda en arrebatarme y despedazar.

¿Hablar? ¿Crees que quiero hablar contigo? ¡Vine por mi hijo! ¡Taiga nos vamos, ahora mismo! ¡Tú y este hombre no se verán más!

¡No iré contigo! ¡Ahora vivo con Daiki y me casaré con él! ¡Soy mayor de edad y no puedes hacer nada para detenerme! Y ahora vete o te juro que haré que Daiki haga que todos sus amigos del cuartel te encierren y nunca más salgas. ¡Y mírame y dime si crees que estoy mintiendo papá! ¡Mírame!—Kagami lo grita con un exceso de violencia y mucho enojo acumulado, sorprendiéndonos a su padre y a mí por igual.

Estás muy mal Taiga, y tú estás peor por seguirle los juegos a un loco Aomine Daiki. Pero aquí no se acaba, ¿Me oyeron? Tú volverás a casa conmigo tarde que temprano cuando este tipo se harte de ti. ¡Y ahora tú mírame y dime si crees que te estoy mintiendo!

¡Dije que largo!—Kagami me suelta para irse contra su padre y empujarlo hasta el recibidor logrando sacarlo y azotarle la puerta en la cara.

¡Vuelve y no respondo!

Llego rápido para sostenerlo antes de que se desmorone y llevarlo hasta el sillón, donde lo abrazo con fuerza y le froto la espalda intentando tranquilizarlo. —Todo está bien, estoy aquí.

Lo siento, lo siento, lo siento tanto. Perdón, perdón. Maldición, Daiki lo siento. Él…él obligó a Kuroko a darle tu dirección y…¡Carajo!

Hey, hey, está bien, no importa. —Kagami tiembla entre mis brazos por largos, prolongados y terribles minutos. Y le hablo para calmarlo, pero en cierto punto deja de responderme. Así que en su lugar le acaricio el rostro, donde se han secado ya un par de lágrimas. Pero lo más intrigante es que no me mira a los ojos, sino que su vista se encuentra clavada en el sillón frente al nuestro.

¿Taiga? Taiga mírame, bebé mírame… —Kagami no lo hace, pero en cuanto veo como extiende su mano intentando alcanzar algo que no está ahí, comprendo y trago saliva. Tomo su rostro entre mis manos haciéndolo enfocarme. Taiga, ¿Qué…qué estás viendo? —Se muerde los labios por un par de segundos y se lo piensa antes de suspirar.

Alex…la tía Alex.

¿Alex? —Lo miro confundido y algo angustiado, porque está pasando. Kagami está viendo a alguien que no está, aquí justo frente a mí.

Uh-huh, ha estado ahí todo el día. Cuando papá llegó y comenzó a decirme cosas feas Alex lo reprimía con la mirada y le decía que me dejara en paz, pero él no la escuchaba. La ignoró. Sabes, ella fue quién me dijo que debía dejarle claro a papá cuánto te quiero y que no regresaría con él.

¿Eso dijo Alex?

Sí. Está feliz de que papá se haya ido. A ella le agradas Daiki.

¿Ah sí?

Sí. Inclusive opina igual que yo, piensa que mi mamá te amaría y nos daría la razón para casarnos. Ojalá ella estuviera aquí.

Oh Kagami… —Lo abrazo con demasiada fuerza, mirándolo sonreír tierno al ya haberse tranquilizado y regresarme el gesto con efusividad enterrando su nariz en mi cuello. Pero sé que no ha terminado en cuanto miro como no sólo me sonríe a mí, sino también a “Alex” que claramente no está aquí. Inclusive tendiéndole la mano y apretándola tal como si entrelazara sus dedos con ella, cuando sólo lo hace con el aire.

El golpe en el rostro me duele, la garganta me arde y los ojos también. Y por primera vez en mi vida me siento tan vulnerable y sobre todo débil. ¿Qué se supone que haga? —Taiga…mírame. ¿Cuándo te tomaste tu medicamento por última vez?

Uh…¿Cuál medicamento?

Tigre, sabes a que me refiero, sé que sí.

Tal vez yo…no lo tome.—Me lo dice despacio y algo apenado.

¿Qué? ¿Por qué? ¿Desde cuándo?

Daiki no quiero tomarlo, porque cuando lo tomo mis manos comienzan a temblar, me duele el estómago y no me dan ganas de hacer nada. Siempre que quiero besarte mi boca está reseca y amarga. Y cuando quiero tocarte, lo deseo hacer sin sentir que me rompo. No quiero tomarla, estoy bien ¿Sí?

Taiga, necesito que tomes tu medicina, ahora. Puedes hacerlo por mí ¿Por favor? —Kagami me mira preocupado, debatiéndose entre la razón, la cordura y la claridad definitiva. Suponiéndome que su confusión procede de algo tan profundo que no lo alcanzo a comprender. Sin embargo, el pequeño tigre de bengala se traga todo raciocinio que se arremolina en él y termina asintiendo.

Lo sigo con la mirada al levantarse, escabullirse a nuestra habitación y regresar con un par de pastillas, que se traga en seco y sin despegar su vista del sillón que contiene los rastros de una fugaz imagen. Lo sonrío con orgullo, porque bien podría mandarme al carajo, pero en su lugar viene a mis brazos en busca de refugio diciéndome que esto es todo lo que necesita.

¿Ella no está aquí verdad? —Permanezco en silencio, aferrándome al susurro de ‘Todo está bien’ que ambos nos tragamos mientras le froto la espalda. 

Daiki…dilo, di que no está. Dímelo. Necesito saberlo. Si eres tú quién me lo dice te creeré. Sólo a ti. Y a nadie más.

Ella no está aquí Taiga. Nunca lo estuvo. —Se lo digo lento, escuchando un ronco gemido que se atora en su garganta seguramente por el nudo que se le ha creado.

Sí, eso supuse. —Sus palabras no son tristes, sino que tienen un toque de decepción profunda.

Daiki, ¿Podemos irnos de aquí?

¿A dónde?

A dónde sea. Si ella no está aquí realmente, entonces no quiero verla.

Bien, vamos. —Tal y como nos encontramos salimos del departamento dejando que todo vestigio de locura efervescente se quede ahí. Y ya que es tarde y nadie está para paseos, simplemente terminamos en un hotel cercano en donde después de pedir servicio a la habitación, Kagami come lo que puede, no mucho, y finalmente nos vamos a la cama.

Y aunque cualquiera pensaría que se alejaría, no lo hace. Al contrario. En cuanto las luces se apagan Kagami se aferra con vigor a mí, como si quisiera quebrarme los huesos y de paso todas sus inseguridades y miedos.

---Kagami T.---

Abro los ojos de golpe, sintiéndome turbado por el sueño, a la vez que intento adivinar dónde estoy. Lo consigo al ver que aun entre la penumbra de la noche tengo al pobre Daiki sometido bajo mi terrible abrazo, que es yo totalmente encima de él. Mierda, debe estar todo entumido.

Me le quito con cuidado, mirando como al instante ese ceño fruncido desaparece, seguro que no podía ni respirar.

Pero eso me importa poco cuando mi cuerpo me recuerda porque desperté. Corro a prisa al baño, tropezándome con todo en el camino en búsqueda del maldito baño. Al que llegó después de abrir hasta la puerta del closet. Aterrizo directo en el escusado para vomitar todo el maldito estómago. Y lo peor es que mientras saco hasta mi alma los recuerdos comienzan a llegarme.

Vi a Alex.

Alucine justo frente a Daiki y aparte lo obligue a irnos de su propia casa por mis tontos temores. Maldita sea una y mil veces.

¿Taiga? ¿Estás bien?

¡No entres! —Lo grito, pero es tarde porque él ha entrado. Daiki vete, no me veas…por favor.

¿De qué hablas? ¿Te sientes mal? ¿Llamo a un doctor?

No, no…sólo…vete. ¿Ya salgo sí? —No me atrevo a mirarlo pero sé que me escudriña. Al final se va y me deja para levantarme, bajar la palanca, lavarme la boca millones de veces y casi tragarme todo el frasco de enjuague bucal. En cuanto salgo veo que las luces ya están encendidas y él está sentado en el borde de la cama colocándose su camiseta. ¿Qué haces? Son las cuatro de la mañana.

Iremos al médico.

¿Qué? ¡No!

¡Y un carajo! Llevas así varios días.

Daiki, seguro que pesqué algún bicho, no comí mucho y la medicina es fuerte, debe ser eso. Pero ya pasaron los efectos secundarios así que ya estoy bien.

No me interesa, iremos carajo.

No, estoy bien.

No te estoy preguntando tonto, iremos y se acabó Bakagami.

¡Tú Ahomine! ¡Ugh! ¡Bien! Pero cuando amanezca, no antes. —Nos desafiamos con la mirada, pero él termina asintiendo y dándome la razón sacándome una sonrisa. Por lo que apago las luces sin avisarle y le brinco encima escuchándolo gruñir.

¿De nuevo el abrazo del oso asesino? 

Lo ignoro para besarlo repetidamente. Lo siento Daiki. No quería que esto pasara.

No te disculpes o me harás enojar.

Me gustas enojado.

Te gusta porque cuando me enojo siempre terminamos cogiendo.

Me gusta coger contigo.

Huh, pervertido, quítate ya, ves que soy un abuelo y te me vienes encima como si pesaras dos kilos.

Ahora me siento ofendido. Peso dos y medio para tu información idiota.

Quisieras, ahora jódete y desnúdate, te manosearé mientras intento dormir sin sentir que soy fracturado. Y ni te quejes que me lo debes maldición.

Ambos nos reímos mientras yo me le quito de encima para desnudarnos juntos y de nuevo meternos entre las colchas, conmigo abrazándolo, pero esta vez levemente. ¿Te digo algo y no te enojas?

Déjame adivinar, ¿Se te partieron más las cejas?

Aomine se queja y ríe al sentir como lo pellizco. Eres un imbécil y no, mis cejas están bien. Solo…tengo hambre, Y ¿Sabes que quiero?

Ya sé, lamerme, morderme y comerme entero. Vaya maldito pervertido, sé que soy sexy pero tienes que dejar de confundirme con una deliciosa barra de chocolate cada vez que tienes hambre Kagami-chan.

Ruedo los ojos y le doy otro golpe entre sonrisas. Tú quisieras eso. Y deja ya el puto Kagami-chan.

Es verdad, pronto serás Aomine-chan.

Sonrío ante eso, aprovechando para besarle la quijada. —Te amo idiota. Pero deja de ignorar lo que te digo, tengo hambre y quiero tanto… papas fritas con algo de mermelada.

¿Hah? ¿Sigues dormido? ¿Qué mierda es eso? Suena asqueroso.

Lo sé, pero lo quiero.

Sí, sí, mañana lo conseguimos, ahorita no creo que haya muchas papas fritas con mermelada a la venta.

Bien, me aguanto pero tienes que comprármelo mañana. —Aomine me contesta besándome la frente. Y sé que debería dormir pero no tengo mucho sueño que digamos. ¿Hablamos de lo de papá?

No ahora.

¿Hablamos de algo? —Daiki suspira prolongadamente, sé que está cansado y tiene trabajo mañana, pero quiero, no, necesito oír su voz que me tranquiliza. Es egoísta, pero no puedo evitarlo.

¿Soy el único novio que has tenido?

Su pregunta me toma por sorpresa, pero termino sonriendo. Obviamente no, he tenido como déjame contar…uno, tres…cinco…eres el número diez.

¡¿Hah?!

Me rio ante su exagerada reacción, rápidamente negando y atreviéndome a acariciar su abdomen duro y tibio bajo las colchas. Idiota claro que eres el único, que yo sepa los chicos y chicas no hacen fila por salir con el loco de la clase. Digo, el tipo deportista siempre es popular, pero el deportista ‘loco’, creo que no tanto.

Eres candente. Yo hubiera querido salir contigo aun cuando vieras al maldito Godzilla y hablarás con él.

Eso es porque tú estás más loco que yo Daiki. ¿Y Godzilla en serio? Tengo problemas, más no soy Aomine Daiki ¿Sí? Hasta entre chiflados hay grados.

Jódete, Godzilla es genial.

De nuevo nos reímos ante mi simpleza mientras disfruto subiéndole una pierna encima, aprovechando para friccionar levemente su miembro que no tarda en comenzar a endurecerse.

¿En serio crees que no sé lo que estás haciendo niñato degenerado?

No sé a qué te refieres. Ahora tú dime, ¿Cuántos locos aparte de mi te han flechado?

Mierda Kagami.

Me lo gruñe en cuanto remplazo mi pierna por mi mano directamente. Lo masturbo con vigor sintiendo como no tarda en ponerse bien duro, caliente y palpitante entre mis dedos. —Daiki…¿Cuántos? —Se lo susurro travieso al oído, escuchándolo gruñir y sorprendiéndolo al írmele encima sentándome sobre su abdomen.

Aomine comprende a la perfección mis intenciones, provocándome un rico escalofrío y sacándome un par de jadeos al sentir sus manos grandes y ásperas  acariciar mis muslos y subir hasta mis nalgas para estrujarlas con fuerza y frotarme sin decoro. Daiki…hah.

Me relamo los labios muy excitado, porque aun entre la oscuridad puedo ver esos ojos intensos ahora brillando con perversión pura. Tanta que me invita a tallar mi trasero con fuerza contra él mientras me masturbo casi desesperado. Ambos gruñimos y maldecimos por la candente, húmeda y perversa fricción por el calor encerrado en compañía del sudor tórrido de nuestros cuerpos vehementes.

Ven aquí carajo.

Daiki me jala por la nuca para chocar nuestros labios en un beso morboso y empapado en rendición, donde tallamos nuestras lenguas dejando que la saliva escurra y nuestros dientes se rocen filosos. Nos besamos hasta que el aliento se nos termina, sólo para respirar hondo y reanudar el juego perverso.

Mi cuerpo deseoso y suplicante me pide desesperado el calor de Aomine y estoy por sujetarlo, pero él se me adelanta girándonos y dejándome bajo él. Esta vez no pongo resistencia limitándome a abrir mis piernas para él y rasguñándole la espalda insistente mientras él se termina de acomodar.

Son apenas segundos que me saben a gloria infinita con Daiki sujetando su erección para tallarla contra mi tierno y húmedo agujero, en el cual apenas basta que empuje con fuerza para introducirse en mí.

Aprieto los puños y jadeo entre dientes ante el dolor. Dolor perverso y rico que me hace estremecer al convertirse en hordas de placer puro y delicioso que me tienen gimiéndole al oído. Daiki no se mide, ni se detiene, embistiéndome con furia, sujetándome por las caderas y enterrando su nariz en mi cuello.

Y así, lo único que resuena en el silencio y oscuridad de la noche es nuestra respiración agitada, ahora en compañía de ese golpeteo líquido y sucio por nuestros cuerpos uniéndose sin descanso.

Me dedico a rasgarle la espalda y a disfrutar en grande el tenerlo pesado, fogoso y caliente sobre mí, penetrándome duro y profundo por largos y exorbitantes minutos. Tanto que todo comienza a darme vueltas como mil rayos recorriéndome cada vena. Y aunque intento soportar apenas me basta que roce ese punto increíble dentro de mí, para terminar sobre mi abdomen entre malditas convulsiones y sonrisas.

Porque se siente bien, tan turbia y maldita sea bien.

Así que en un intento por prolongar mis sensaciones, aun tembloroso llevo mis manos hasta su trasero para atraerlo hacia mí, pidiéndoselo más hondo. Y justo así me lo da. Aomine me coge brusco, hasta dejarme suelto y bien mojado para él, haciéndome terminar una vez más en cuanto noto que él lo hace dentro de mí.

Sí, sí, Daiki…sí. —Todo en mi mente se dispersa y me dice que justo esto es lo que necesitaba para borrar cualquier rastro amargo del día anterior. Así que en cuanto sale de mí y se me quita de encima, no sin antes susurrarme que me ama, terminamos enredados y satisfechos.

Eres el único.

¿Qué? —Entre abro los ojos sin comprender, percibiendo que el agotamiento y el sueño me absorben entero.

Conocí a muchas personas en mi vida. Pero desde que llegaste tú nunca más hubo nadie. Eres el único para mi Taiga.

En cuanto comprendo de qué se trata me limito a sonreírle, a abrazarlo y a por fin cerrar los ojos en demasía complacido, feliz y tranquilo. Sí…definitivamente siempre que Aomine esté conmigo, me siento invencible.

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Mierda voy tarde, esta vez Harasawa si me va a meter una golpiza. Tetsu te encargo a Bakagami y no lo dejes escapar, que apenas regrese iremos al maldito doctor ¿Está claro?

Le gruño a Aomine que sale corriendo después de besarme y revolverle el cabello a Kuroko. —¿Tienes hambre Kuroko?

No gracias Kagami-kun, ya desayune.

Yo también, en el hotel con Daiki, pero aun así tengo hambre. —Le indico a mi amigo que me siga a la cocina, dónde como siempre él se sienta en la barra mientras yo me pongo a cortar un par de patatas en tiras mientras le cuento a Kuroko todo lo que pasó ayer con papá.

Daiki se preocupa demasiado, es como tú, un poco de mareos y vómitos siempre han sido normales, bueno, no tan seguidos, pero es…común. De no haber recibido esa llamada de su jefe recordándole que tenía que dar una plática importante, te juro que el tipo me hubiera arrastrado al maldito doctor por nada. Por cierto gracias por venir aunque es tu día libre, no quiero quedarme sólo después de la mierda de ayer. —Se lo digo a mi amigo mientras frio mis patatas en un sartén.

Kagami-kun…¿Tú y Aomine-kun tienen sexo sin protección?

Brinco por una gotita de aceite cayéndome en la mano, más un ardor sofocante colocándose en mi rostro debido a la pregunta, que me hace fulminar a mi amigo con la mirada. Kuroko eres un degenerado.

Y Kagami-kun un tonto. Ahora contesta. ¿Lo han hecho?

¿Por qué quieres saber? Yo no te ando preguntado si ya cogiste con el acosador de Akashi.

Lo único que Akashi-kun cogería cerca de mí sería una paliza. Y quiero saber porque tú y Aomine-kun son tan tontos que no pueden ver lo evidente.

¿Hah? —Se lo gruño a la vez que termino de escurrir mis patatas para ponerles un poco de sal y finalmente sacar el tarro de mermelada de la alacena. Sonrío poniéndoles casi medio tarro y comiéndolas, mirando la cara de asco de Kuroko mientras yo engullo sintiendo la sal y el dulce disolverse en mi boca.

Mierda, sabe mejor de lo que pensaba, ¿No quieres? Ayer se me antojó y Daiki dijo que me las conseguiría, pero en el hotel no hacían papas fritas los muy estirados, ¿Puedes creerlo?

Kagami-kun, te he visto muy detenidamente todos estos años y sé que de ninguna manera bañarías tus papas crujientes en mermelada espesa y dulce. Eso y que el medicamento no te pone así de enfermo y nauseabundo. Y eso me asusta. Así que antes de venir pase a la farmacia por algo. Ahora tómalo y úsalo por favor.

No le tomo importancia viéndolo sacar de una bolsa de plástico un paquete alargado, para abrirlo y darme una especie de termómetro largo. ¿Qué es esta mierda? Ya te dije que no estoy enfermo.

Kagami-kun, orina sobre esto por favor.

¡¿Hah?! ¿Estás loco? ¿Qué clase de estupidez es esta? Sabes qué, olvidaré que dijiste eso. No me hables de ‘eso’ mientras como.

Kagami-kun es un inepto tal y como tu novio, sólo cierra la boca y úsalo. Ahora.

Kuroko me da una mirada que dice ‘No entra a discusión’. Así que le arrebato esa cosa para verla y de paso leer el empaque. “Prueba de embarazo casera” Al instante me cae la realidad como una maldita patada en la cara que me hace temblar y dejar de comer.

Oe, en serio ¿Crees que yo…?

Sólo úsala, que traje tres por si las dudas.

Ambos nos miramos fijo por un par de segundos, pero es más rápida mi reacción de salir corriendo al baño a prisa para encerrarme logrando entrar solo.

Kagami-kun abre la puerta.

Jódete, lo haré solo.

Temo que no la utilices bien.

No soy tan tonto ¿Sí? Sólo…¡Carajo! —Y aunque estoy asustado, hago lo que tengo que hacer, para finalmente esperar. ¿Cuánto tiempo dices que dura?

Tres minutos.

Bien…tres minutos. —¡Tres putos minutos! Oh mierda, esto debe ser una jodida broma. ¿Qué se supone que haga si estoy embarazado? No puede ser ¿O sí? No…no, me estoy asustando sin sentido. Me pierdo en mis pensamientos trazando millones de situaciones imaginarias si da positivo.

¿Ya está? Han pasado casi cinco. ¿Cuántas rayas ves? ¿Kagami-kun?

Tomo la prueba y cierro los ojos. No quiero verla, tengo miedo.

Bien, abre la puerta y yo la veré por ti.

Abro la puerta y se lo muestro sin dárselo. ¿Qué dice? Ay no, no quiero ver. No me digas, no. —Miro a Kuroko que mantiene la vista clavada en la prueba, para finalmente enfocarme. ¿Qué?  ¡¿Qué carajos dice?! ¡¿Lo estoy?! ¡Kuroko me estoy muriendo maldición!

Dice…Felicidades Kagami-kun, le darás a tu marido el detective un hijo.

Al instante comienzo a reírme, porque es mentira, a la vez que miro la prueba que marca las rayas indicando embarazado. Me rio como un tonto de los nervios. —Es mentira. ¡Mentira! ¡Oh mierda estoy embarazado! —Mis ojos se van para atrás y casi me desmayo, de no ser porque Kuroko me jala para salir del baño y sentarme en la cama mientras yo comienzo a casi hiperventilar. ¿Qué?...¿Cómo…cómo pasó? ¡No lo entiendo!

—Ay Kagami-kun… ahórrame la pena de explicarte cómo pasó ¿Sí?, ¿En serio creías que después de follar como conejos con Aomine-kun sin utilizar protección nada pasaría? Por eso has estado sintiéndote mal y comiendo esas cosas asquerosas. Ahora la pregunta es, ¿Quieres al bebé?

¿Qué si quiero al bebé? ¡Claro que lo quiero! ¡No me preguntes esas cosas! —Se lo grito sin pensarlo, ahora si comprendiendo todo y sintiendo una extraña mezcla de alegría, preocupación, angustia, euforia y muchos sentimientos que no logro identificar.

Tendré un hijo de Aomine. —Y más que para Kuroko, me lo afirmo a mí mismo.

—Así es. Ahora, no mataré a Aomine-kun por haberte embarazado antes de casarse contigo, pero ten por seguro que le daré su merecido cuando lo vea. Así que…¿Ya pensaste en cómo decírselo?

¿Y si no lo quiere? —Kuroko pone una cara extraña que en otro momento me daría risa, pero no ahora.

¿Por qué no habría de quererlo?

Kuroko estoy loco. ¿Y si el bebé…? —No termino de hablar debido a Kuroko tapándome la boca.

No lo digas, no será así. Aunque es algo genético, no necesariamente el bebé tendrá que tenerlo. Así que Kagami-kun cerrará su enorme boca y de paso se armará de valor, porque iremos a decírselo ahora mismo para que de una vez por todas te quites esas ideas raras de la cabeza.

Kuroko casi me saca arrastrando por más que me quejo, pero conforme los segundos pasan la angustia pasa a ser remplazada totalmente por mucha alegría. Soy un idiota, claro que Aomine querrá al bebé. Así que con una enorme sonrisa que no me cabe en el rostro, me dirijo a la estación de Too. Después de todo, ¿Qué puede salir mal?

Notas finales:

Bueno, como pueden ver el papá de Kagami llegó a recordarle que no todo en esta vida son flores. Eso y que está seguro que Aomine se cansará de él, pero todos sabemos que no será así. Por otro lado, siempre que el padre de Taiga está cerca, él tiende a alterarse y las cosas no terminan bien. Específicamente con el tigre teniendo una pequeña crisis de nuevo frente a Daiki.

También las cosas se ponen intensas para Aomine, no solo en su trabajo y ni decir que es el chiste del lugar, sino que pronto tendrá que tomar decisiones importantes con respecto a su hogar. ¡Sin mencionar que Kagami está embarazado! Por fin está pasando. Muchos me preguntaron si habría Mpreg como lo puse al inicio. Y si que lo habrá. Se vienen los mini tigres de bengala ¡Oh sí!

¡Ya en el próximo capítulo se le suelta la bomba a Daiki y aparte será la reunión! Así que habrá GoM + Kagami y claro el buen Kuroko y con ello algo de AkaKuro. Así que nos vemos muy pronto. ¡Por cierto la próxima actualización será el Jueves 11 y no el miércoles! Para que no se queden esperando.

Gracias por leer. Los amo eternamente <3


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