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Las tres rosas por Arawn87

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Notas del capitulo:

Hola a todos, vuelvo con la segunda mini historia de este especial por el cumpleaños de Afrodita.

Los dejo con ella.

Rosa piraña


 


El destino debía estar contra él, algún ser maligno ensañándose sin piedad, no había otra explicación. Eso pensaba Afrodita mientras intentaba avanzar a través de aquella fuerte tormenta de nieve, mientras la fría noche de Groenlandia caía sobre él.


- Genial, ahora no puedo ver ni la punta de mi nariz –refunfuñó en voz alta, recibiendo como respuesta una, a su parecer, muy irritante risa.


- Eso te pasa por descuidado –se burló su nada deseada compañía.


- No, esto es TU culpa por meterte donde no te llaman –refutó sin intentar contener su enojo, no con él- ¿Qué haces aquí de todos modos? Y no me digas que el Patriarca te envió porque no me lo creo –inquirió deteniéndose y volteando hacia atrás para ver al hombre que lo acompañaba, quien detuvo su andar para cruzarse de brazos en actitud casi ofendida.


- ¿Y por qué mentiría? Fue él quien me envió, créelo –aseguró, obteniendo un sonoro bufido como respuesta, causándole cierta gracia. Esa actitud infantil no se veía a menudo en el sueco, él era de los pocos privilegiados a quien la mostraba y eso lo hacía sentir un tanto especial- Pareces un niño berrinchudo, ¿acaso no te ordenó seguir a Milo hace unos días? Pues bien, ahora me ordenó a mi seguirte a ti y apoyarte en caso de necesitarlo ¿por qué el escándalo?


- ¡Porque yo no soy Milo! ¡Y ninguno de esos idiotas se comparaba a Albiore! No necesito niñera contra tres Santos de Plata promedio –expresó finalmente el motivo de su indignación- Esto es inaceptable, no puedo creer que Saga me tenga tan poca confianza… -detuvo sus palabras al ver el rostro del otro muy cerca del suyo, quien había todo rastro del humor que hasta unos segundos demostrada y ahora l e brindaba una severa mirada.


Shura tomó al sueco por la nunca y lo sostuvo firme antes de hablar.


- Prometimos no volver a pronunciar su nombre, lo recuerdas ¿verdad? –susurró con voz grave. Afrodita podía sentir su aliento sobre él- Responde ¿lo recuerdas?


- Si Shura, lo recuerdo perfectamente –contestó de mala gana, quitándose al otro de encima y retrocediendo algunos pasos- Solo fue un lapsus, lo importante ahora es encontrar a ese sujeto para poder largarnos de este lugar –puntualizó retomando su camino, intentando seguir el rastro de cosmos de aquel que perseguían.


Ambos continuaron en silencio, concentrados en su misión.


Tras regresar de Isla Andrómeda, Afrodita recibió la orden de viajar a su lugar de entrenamiento para ajusticiar a tres Santos de Plata rebeldes que durante meses se habían negado a responder a los llamados del Santuario y su deber era acabar con ellos. Lo que Afrodita no esperaba era que Saga osara enviar a alguien tras él. Entendía su preocupación con Milo, hubiera sido peligroso si Albiore comenzaba a hablar sobre que el Patriarca era un impostor y sembraba dudas en el escorpión. Pero no con él, no con uno de sus hombres de confianza, de aquellos que le habían jurado lealtad tras conocer su secreto. Indignante era lo mínimo que podía describir dicha situación.


En segundo lugar, maldecía que fuera precisamente Shura a quien enviara, pues al español le encantaba presumir que le otorgaban las misiones más importantes. Irritante era la otra palabra que venía a su mente, seguro el español sacaría eso en cara por el resto de sus vidas y no sabía si podría aguantar las ganas de lanzarle sus rosas. Lo peor de todo, es que uno de los condenados había escapado tras la intervención de Shura.


Afrodita acababa de matar al primero con sus pirañas, cuando de pronto vio a excálibur apresurándose hacia uno de los guerreros restantes, decapitándolo en el acto. La sorpresa y molestia que sintió la manifestó de inmediato, reclamando al intruso por su atrevimiento, momento que aprovechó el tercer involucrado para huir. El clima tampoco les ayudó, ya que una tormenta de nieve inició apenas notaron la ausencia del santo faltante y por ello se encontraban desde hace horas caminando por las invernales tierras cubiertas de hielo.


- Estamos caminando en círculos Afrodita, no podemos utilizar nuestro cosmos porque alertaríamos al traidor y tampoco podemos guiarnos por las estrellas porque no se ve un carajo –dijo Shura en voz alta, logrando que su compañero se detuviera. Al ver que tenía su atención continuó hablando- Busquemos un lugar para pasar la noche y podemos continuar al amanecer.


- Descansa tú si quieres, yo no pasaré otro día más en este lugar –respondió lleno de obstinación. El español suspiro y lo siguió.


- Eres peor que un niño.


- No me interesa lo que pienses –Afrodita continuó sin mirarlo, por lo que Shura se apresuró a cortarle el paso, haciendo que volviera a prestarle atención- ¿Ahora qué?


- Esto no nos llevará a nada, vamos a descansar.


- No quiero…


- Afrodita…


- Déjame en Paz Shura, ni siquiera deberías estar aquí –el mayor se acercó dos pasos.


- Si tienes alguna queja, dásela al Patriarca cuando regresemos.


- ¡Vete al demonio! –Gritó dando un empujón en el pecho al español- Todo esto es culpa tuya, no tenías porqué intervenir en mi combate, yo podía solo con los tres, ya los tenía debilitados con las rosas cuando apareciste.


- ¡Por favor! estabas teniendo dificultades ¿crees que no lo noté? –refutó el otro, con cierta arrogancia- Pero está bien, después de todo eran tres contra uno, aunque fueran simples santos de plata.


- ¿Disculpa? ¿Dices que no puedo contra tres estúpidos plateados? –preguntó indignado. Shura curvo sus labios en una media sonrisa.


- Tu lo estás diciendo, no yo… mocoso.


Shura apenas alcanzó a esquivar el ataque de las Rosas Piraña, aquellas que todo lo devoran y matan al instante. Esto hizo que se sorprendiera, pues si bien conocía el carácter del sueco, no esperaba que lo atacara a matar por una pequeña broma. Molesto en demasía, iba a reclamarle cuando tras él escuchó un quejido ahogado, seguido por el pesado sonido de algo golpeando el suelo. Volteó rápidamente para encontrar un cuerpo sin vida tendido a dos metros de distancia, y más sorprendido quedó al percatarse que se trataba del fugitivo que buscaban.


- El muy idiota pensó que podría atacarnos mientras discutíamos, es increíble lo ingenua que puede llegar a ser la gente ¿no crees? –la voz de Afrodita se escuchaba despreocupada, casi alegre. Shura giró su cabeza para mirarlo, reparando en que sonreía con fingida inocencia.


- ¿Cuándo lo sentiste? –preguntó entrecerrando los ojos.


- Hace algunos minutos –respondió con simpleza.


- Pero cómo…


- ¿Olvidas dónde estamos? hay cosas que no se olvidan, sobre todo si se trata de supervivencia –interrumpió para explicar con cierta suficiencia, siendo ahora él quien se acercara hacia el mayor- Por eso te dije que no necesitaba tu ayuda, querido Shura –agregó burlesco.


El español frunció el ceño, molesto consigo mismo por haber sido tan descuidado. Peor aún, por tener que darle la razón a Afrodita, él no necesitaba su ayuda en esta misión, pero si bien lo sabía, le gustaba la idea de tener al sueco debiéndole un favor.


- Bien, felicidades –dijo un sarcástico español- Ahora podemos dar por concluida la misión.


- Por supuesto, al fin terminé con MI misión –enfatizó el menor, sin quitar esa burlesca mirada- Es momento de regresar al Santuario- finalizó listo para volver a caminar.


- Espera un momento –lo detuvo Shura- ¿olvidas que aún estamos en medio de la nada sumidos en completa oscuridad? Debemos buscar refugio para pasar la noche y por la mañana podemos regresar a Grecia. Igualmente, ningún avión despegará con este clima.


- Ya te dije que no pienso pasar otra noche aquí. Ese piloto despegará sin reclamar si quiere ver otro amanecer –sentenció un tanto molesto, ante lo cual Shura se cruzó de brazos.


- ¿Por qué tanta insistencia en volver de inmediato? ¿Algún compromiso pendiente quizás? –Preguntó suspicaz- O tal vez algún plan al que no estoy invitado…


Un repentino silencio se instaló entre ellos, interrumpido solo por el fuerte soplido del viento y la tormenta de nieve aun cayendo sobre ellos.


Afrodita captó la indirecta, y a su vez, Shura sabía que Afrodita entendería el doble sentido de sus palabras.


- Cuál es tu problema español, eres quien por años ha querido tomar distancia de nosotros ¿por qué esa actitud ahora? –inquirió acercándose al otro, quedando frente a frente, desafiándolo con la mirada. Un nuevo e incómodo silencio se instauró, el cual fue roto por Shura.


- Creo haber visto una pequeña cueva a menos de un kilómetro atrás, podemos hablar ahí.


- No quiero hablar contigo, solo que me respondas y acabemos con esto –refutó el sueco.


- Solo serán unos minutos, pero no aquí, me estoy congelando ¿podríamos ir a la maldita cueva… por favor? –insistió armándose de paciencia. Afrodita suspiró.


- De acuerdo, solo unos minutos -terminó aceptando de mala gana y únicamente por tratarse Shura. Entre cómplices había ciertas condescendencias de vez en cuando.


Retomaron el camino de regreso, pasando junto al olvidado cuerpo del guerrero recién caído sin prestarle importancia, como si nada hubiese ocurrido.


Tras quince minutos de una muda caminada, llegaron a la cueva ofrecida por el español. Un lugar oscuro, húmedo y desagradable, pero al menos ofrecía un especio para hablar más cómodamente que en medio de la tormenta.


- Bien, ya estamos aquí. Habla de una vez –Afrodita dio inicio a la conversación en un tono nada agradable, mientras tomaba asiento en una roca junto a la pared. Shura curvó los labios y respondió.


- No tienes que estar a la defensiva, solo quiero aclarar ciertos temas contigo –dijo utilizando un tono suave, sincero. Afrodita arqueó una ceja, algo desconfiado frente a esta repentina muestra de humildad por parte de su compañero.


Shura se sentó en el suelo, quedando frente a Afrodita. Ambos se observaron por un momento, quietos, en silencio, intentando enfocar la imagen del otro en la oscuridad del lugar ahora levemente iluminado gracias al brillo de sus armaduras.


- ¿Por qué tienes tanta prisa en volver al Santuario? –inició el español, mirando fijamente los ojos del sueco, logrando incomodarlo un poco.


- Creo que ya sabes porqué…


- Aún faltan dos días para tu cumpleaños, no veo porque tienes que estar todo el día pegado a Death Mask.


- Lo que haga o deje de hacer con él es asunto mío…


- ¿Qué van a hacer este año? –Interrumpió el mayor, apoyando su espalda contra la pared- ¿Irán a emborracharse a un bar de Rodorio como el año pasado? ¿O quizás a Atenas como el antepasado?


Afrodita lo observó incrédulo, preguntándose cómo es que Shura sabía esas cosas. Este adivinó sus pensamientos y volvió a curvar los labios, formando una sonrisa algo triste.


- Siempre estoy al tanto de lo que hacen, recuerda que en una época… -se detuvo unos momentos para tragar saliva y bajar el tono de voz- en una época yo también participaba de esas reuniones.


- Si, cuando éramos niños y solo porque Sag… el Patriarca te dijo que interactuaras más con nosotros, probablemente para lograr un mejor entendimiento como “cómplices” que somos –rebatió Afrodita, endureciendo su mirada de tal manera que el mayor la interpretó como acusatoria- Sin embargo, tú siempre lo hiciste de mala gana, y después simplemente dejaste de hacerlo… ¿por qué traes este tema ahora? ¿Volvió a ordenarte que te acercaras a nosotros? –cuestionó sin intentar ocultar la inquietud que sentía. 


- Nada de eso –respondió de inmediato- Es solo que… de pronto sentí la necesidad de hablar de esto… porque… -Shura calló su titubeo, un tanto avergonzado por lo que iba a decir. 


- Shura, detesto la intriga -dijo Afrodita, en modo de advertencia. 


- Bien, sucede que ya no quiero ser un extraño –dijo al fin, intentando que su voz se mantuviera firme- Somos los más cercanos al Patriarca, quienes le juramos lealtad porque compartimos un ideal, por eso, creo que debemos estar unidos… los tres… 


Afrodita enmudeció ante la palabras de su compañero, entrecerró los ojos, le miró desconfiado, ¿cómo podía creer en Shura? quien siempre ha pasado junto ellos con ese aire de superioridad solo por ser quien tuvo la misión de matar a Aioros. No obstante, sus ojos denotaban sinceridad, era una mirada transparente, algo que jamás había visto y no estaba seguro de cómo tomarlo, ¿por qué ahora? ¿Qué lo impulsó a decirle eso a él precisamente?


 


- ¿Has hablado de esto con Death Mask? –preguntó a continuación. Shura soltó una pequeña risa. 


- Claro que no, primero quería tratar contigo –respondió un poco más relajado-  Creo que entre los dos, eres con quien corría menos riesgo de ser atacado –finalizó poniéndose de pie. 


Shura caminó lentamente, acortando la distancia que lo separaba del sueco, y se agachó frente a él quedando muy cerca uno del otro. Afrodita esperó en silencio el siguiente movimiento. 


- Pero no es el único motivo –continuó con voz ronca, mirando intensamente a los ojos del menor- También porque solo contigo he intimado de manera… diferente… -dijo tomando una de las blancas manos de su compañero- Quiero recuperar eso… 


Hubo solo un pequeño instante de silencio antes de que la burlesca risa de Afrodita hiciera eco en el ambiente. Miró a Shura como quien mira a un niño que acaba de decir la mayor payasada del mundo. 


El español no se molestó por la reacción del sueco, era la que esperaba, porque sí, lo conocía mejor de lo que el mismo Afrodita creía, en todas sus facetas, y estaba preparado para cualquier cosa que pudiera decir y hacer. 


- Por favor Shura ¿qué quieres recuperar? Si nunca hemos tenido nada, ni siquiera una relación de amistad verdadera –soltó sin tapujos- A menos que consideres la única vez que estuvimos juntos como una “relación” y eso sería bastante estúpido.


- No es una relación, pero fue el inicio de algo y quiero retomarlo desde ahí… si me lo permites –continuó- No te estoy pidiendo matrimonio ni nada similar, solo que nos acerquemos y de esa manera tal vez podernos unir los tres. Estoy seguro de que Death Mask aceptará si tú lo haces primero.


- ¿Por qué estás tan seguro de que lo haría? –Preguntó aún incrédulo. Shura se acercó un poco más antes de responder, tanto que Afrodita pudo sentir su cálido aliento en el rostro.


- Porque aceptó unirse a la rebelión después de que tú lo hicieras ¿o me equivoco? –Afirmó muy serio- Y no solo él, en el fondo, yo también lo hice por eso.


- ¿Qué estás diciendo?


- Que no te extrañe, en esa época éramos relativamente cercanos por ser casi de la misma edad ¿lo recuerdas?


- Lo recuerdo, fue después de matar a Aioros que te volviste un presumido insoportable y comenzaste a fingir que no existíamos.


- Es cierto, y no me enorgullezco de ello… pero no es de lo que quiero hablar ahora –retomó el asunto que deseaba tratar-Solo intento decir que cuando vi tu apoyo al nuevo Patriarca, pensé para mí que si alguien como tú, quien parecía tan puro, juraría lealtad a quien matara a Shion, entonces lo que ocurrió debía ser correcto, que era así como las cosas debían suceder. Luego Death Mask dijo que también se uniría y entonces lo hice yo. Pero fuiste tú quien tomó la iniciativa.


 - Vaya, ahora yo soy el culpable de tus decisiones.


- En cierto modo, Sí.


- ¿Cómo dices?


- Tranquilo, no es un reclamo ni mucho menos, solo que… tuviste ese efecto en mi –dijo acercándose un poco más, susurrando en la boca del menor- Tal vez todavía lo tengas… Afrodita… -finalizó terminando al fin con la distancia y posando sus labios sobre los de Afrodita, quien se mantuvo quieto y expectante- ¿Puedo hacerlo? –quiso asegurarse antes de continuar. 


- Puedes –murmuró el sueco en respuesta, pero Shura no alcanzó a alegrarse.


De un segundo  otro, el español se vio atrapado entre el frío suelo y el cálido cuerpo de Afrodita, quien se sentó a horcajadas sobre él y apoyó sus codos uno a cada lado de su cabeza. Shura pudo sentir el cabello del sueco acariciarle el rostro, más suave que la seda, no pudo moverse ni hablar. Conocía a Afrodita y sus reacciones… o eso creía, porque no sabía qué es lo que pretendía a continuación.


- Afrodita… 


- Puedes –repitió el sueco, en voz alta, interrumpiendo la réplica del mayor- Pero será a mi manera -dijo mientras meneaba sutilmente sus caderas, provocando el efecto deseado- ¿Me dejarías Shura?


La propuesta era clara, la respuesta, no tanto, Shura nunca pensó en invertir papeles… ¿se dejaría? ¿Se dejaría tomar por Afrodita?


El  sueco espero paciente por la respuesta, sin mostrar expresión alguna en su rostro y  tampoco moverse un milímetro, dejando claro que se quedarían así hasta obtener una respuesta.


Shura se vio reflejado en los ojos del menor. Definitivamente no esperaba esa actitud por parte de Afrodita. Estudió el rostro de su compañero, serio y sereno a la vez, indescifrable como pocas veces. Sentía que esa mirada lo hipnotizaba, parecía sedienta, hambrienta ¿cómo podría negarse a ser devorado por ella?


- Te dejaría, Afrodita –respondió finalmente, sintiendo su voz más ronca de lo normal. El aludido sonrió ligeramente y en un segundo terminó de acortar la casi nula distancia que los separaba.


Afrodita lo atacó sin posibilidad de responder, abriéndose paso al interior de su boca tras lamer sus labios. Fue el beso más exquisito que Shura recordara desde la primera vez y única vez que estuvieron juntos, en aquella loca noche de su malograda adolescencia.


Shura sintió un repentino calor apoderarse de él y de pronto su armadura comenzó a estorbarle, pensó en desprenderse de ella y decirle a Afrodita que hiciera lo mismo con Piscis. Sin embargo, no alcanzó a pronunciar palabra.


De un momento a otro, el beso se detuvo y el cuerpo que lo aprisionaba desapareció, junto con el calor que irradiaba. Abrió los ojos, extrañado, incorporándose sobre sus codos para observar al menor, quien ahora le daba la espalda y se acomodaba el cabello.


- ¿Qué sucede? –preguntó de inmediato, mientras se ponía de pie e intentaba controlar su  latente excitación.


- Nada, solo que no esperaba que aceptaras –respondió Afrodita, con mucha tranquilidad -Pero si voy a tomar tu tan preciada flor, no será en este frío agujero.


- ¿Y entonces? –cuestionó aún sin entender.


- Mi cama me parece un lugar más cómodo –insinuó esbozando una pícara sonrisa- Puede ser tu regalo de cumpleaños para mí, después de la celebración.


Shura sintió un extraño calor en el pecho tras escuchar las palabras de Afrodita.


- ¿Quiere decir que estoy invitado a la fiesta? –preguntó expectante.


- Tal vez, aún debo hablarlo con Death Mask.


- ¿Tienes que pedirle permiso? –cuestionó cruzándose de brazos, preguntándose desde cuando el cangrejo tendría tanto poder sobre las decisiones de Afrodita. Este pareció adivinar sus pensamientos, ya que lo miró comprensivamente.


- Claro que si, después de todo la celebración será en su templo, no puedo llegar con un invitado sin avisarle, sabes cómo se pone –explicó con calma, para luego desviar su atención hacia la entrada de la cueva- Ya está amaneciendo –comentó sin apartar la vista.  Entonces Shura notó unos tenues rayos de sol adentrándose en el lugar.


- Al parecer la tormenta terminó.


- Eso parece… vámonos de aquí  -dicho eso, comenzó a caminar sin preocuparse de si Shura lo seguía o no. Este tuvo que apresurar el paso para alcanzarlo.


- ¡Espera! –Gritó al llegar a su lado- Hablarás con Death Mask ¿verdad?, porque tu cumpleaños ya es mañana…


- Eso fue lo que dije  –Respondió algo divertido por la repentina inseguridad del mayor- No prometo nada, pero lo intentaré acorde al ánimo que tenga en el momento.


- No podía esperar menos de ti –soltó con ironía. Luego pensó que era más de lo que esperaba en un principio y decidió conformarse con esa respuesta.


- Pero descuida, aún si no vas a la fiesta podrás darme mi regalo en Piscis –agregó como si nada, apresurando aún más el paso mientras dejaba a un estupefacto Shura tras él.


El español volvió a sentir un cosquilleo en su parte baja y respiró hondo antes de seguir su camino.


Cuando salieron de la cueva, Afrodita se detuvo unos momentos a observar el entorno.


- Debo admitir que este lugar no está tan mal cuando brilla el sol –comentó con cierto aire nostálgico, contemplando el paisaje alrededor.


- Sin duda tiene su encanto… -dijo el español, sin dejar de mirar el perfil de su compañero, el cual lucía aún más hermoso bañado con los primeros rayos del amanecer.


Permanecieron en silencio un par de minutos, hasta que Afrodita una vez más retomó el camino al transporte que los regresaría al Santuario.


- Por cierto, anoche olvidé decirte algo –dijo de pronto Shura, captando la atención del otro, quien lo miró esperando a que continuara- Además del apoyo en tu misión, debía informarte que el Patriarca recibió una carta del enemigo y nos quiere a todos reunidos en el salón hoy por la tarde.


- ¿Una carta? Vaya… -comentó sin mucho entusiasmo- ¿Sabes de qué se trata? – Shura negó con la cabeza.


- Ni idea, pero de seguro pronto sabremos.


- Seguro que sí


Tras esas últimas palabras, ambos santos continuaron su camino, esta vez sin detenerse, sumergidos en aquel acostumbrado silencio que los caracterizaba. El clima los trató mejor que la noche anterior, era una mañana tibia, sin rastros del frío nocturno que los envolvió.


Afrodita se sentía conforme, pues si bien no hubo un buen comienzo, aquella misión no había resultado tan mal después de todo. Era una verdadera sorpresa que Shura deseara acercare a ellos otra vez, pero no le molestaba mucho. Cuando eran aprendices se llevaron bien, y tantos años de complicidad le hacían sentir más comprensivo con él que con otros. Lo único que preocupaba al hermoso sueco era la manera convencer a Death Mask para que se abriera a la posibilidad de hablar en paz con Shura. Quizás una buena botella de vino español ayudaría en su cometido. Nada perdía con intentarlo.


Al pasar nuevamente junto al cuerpo del caído, Afrodita notó los pétalos negros esparcidos sobre la blanca nieve, logrando un contraste más que perfecto. Tomó una de sus rosas y se fue jugueteando con ella hasta el avión, pensando que sin duda sus mortales creaciones, aquellas que todo lo devoran, eran únicas e inigualables. 


 

Notas finales:

Así es, era el turno de Shura porque es una pareja que me llama la atención. No hubo lemon, ya que me interesaba tocar temas más personales con el español, tantos añios de complices debieron hacer algún eco en su relación (aunque todavía ningún autor la haya desarrollado).


Gracias por su lectura y comentarios, espero que este capítulo haya sido de su agrado.


Nos vemos en el tercero  ;)


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