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Camino a la venganza por nofynoky

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Notas del capitulo:

Espero que disfruten de este capi igual que los otros, lamento ser tan lenta en esto jajaja pero prometo hacer lo mejor que pueda :3

Los primeros rayos de sol comenzaron a filtrarse por las rendijas que dejaban las largas cortinas de la ventana, dando de lleno en la cara de Ciel que comenzó a despertarse poco a poco. Se removió un tanto incómodo, no tenía ganas de despertar aún, pero con pereza comenzó a restregarse los ojos, los rayos de sol eran demasiado luminosos para su gusto.

Se sentía más cansado que de costumbre, pero era su deber levantarse a hacer sus tareas diarias. Probablemente ese día tendría que hacer muchos deberes, de los cuales Sebastian no dejaría que se saltase ninguno, ni por muy cansado que estuviera.

De pronto se dio cuenta de que Sebastian no había ido a despertarle como siempre lo hacía y eso le extrañó. Terminó de abrir los ojos y se quedó mirando el techo fijamente aún medio adormilado. Estaba en proceso de hacerse a la idea de comenzar su día, cuando de pronto una sensación extraña lo invadió. Entrecerró los ojos con desconfianza, no recordaba haberle pedido a Sebastian que cambiase la decoración del techo.

Se quedó ahí muy quieto, siguió observando el decorado con curiosidad y sintiéndose aún desorientado, pestañeó muchas veces como si aún no estuviera del todo convencido de estar despierto.

Se llevó las manos a la cara para desperezarse un poco, de pronto sintió movimiento a su lado y se quedó paralizado. No quería mirar lo que había a su lado, tragó fuertemente sin poder creerse que había dormido con alguien. 

¡¿Pero qué cresta es lo que había hecho anoche?!
Intentó no entrar en pánico, pero como si la vida se empeñara en ponerlo a prueba, ese "alguien" a su lado se volteó y lo aprisionó con un fuerte abrazo de cintura.

Giró la cabeza rápidamente sin siquiera molestarse en disimular su espanto.
Intentó soltarse en vano, su mirada se encontró con un chico rubio de piel blanca y muy guapo que lo abrazaba sin recelo alguno.
Se mordió el labio con nerviosismo, su día acababa de comenzar y ya se había vuelto una locura.

Volteó una vez más la cabeza hacia el techo lentamente, como si de la nada despertara de una alucinación.
¿Estaba realmente despierto? 
Se estrenó los ojos, aún en negación, era demasiado temprano como para lidiar con tanto.
Pasado unos segundos volvió en sí y cayó en la cuenta de que  realmente estaba sucediendo. 
Se llevó con desesperación la mano a su ojo derecho, no podía dejar ver aquella marca sobrenatural. 
Y oh, mierda. ¿Y si ya se la había visto?
Pero más importante aún... ¡¿Dónde mierda se había metido Sebastian que había permitido esto?!
Su respiración estaba acelerada, a tal punto que hasta pensó en que le daría un ataque de asma en cualquier momento. Estaba entrando en pánico, entrar en pánico nunca era bueno.
Intentó calmarse por vigésima vez, se volteó nuevamente hacia su compañero de recámara.
Y efectivamente, a su lado se hallaba un chico, nada más y nada menos que abrazándole.
Tenía su rostro escondido en su pecho, por lo que ni siquiera podía ver quién era aquél.
Pensó en una nueva táctica de acción y tratando de no despertarlo, intentó retirar suavemente el brazo que lo envolvía.
Si tenía suerte, quizás podría retirarse sin ser visto y evitar el escándalo que sucedería a todo el embrollo.
Cualquier otro asunto sin resolver podría dejárselo a Sebastian.
Con mucho cuidado dejó a un lado el brazo del chico y comenzó a levantarse muy lentamente y sin hacer ruido. 
Pero para su mala suerte, el colchón crujió tan fuerte que despertó al rubio.
Ciel se quedó de piedra, esperando que volviera a dormirse y pasar inadvertido. 
No obstante, apenas el chico levantó su cabeza, haciendo visible su rostro, Ciel pegó un fuerte grito y sin pensarlo lo pateó lejos con todas sus fuerzas.
Ambos salieron disparados a cada lado de la cama y el pobre rubio que apenas venía despertando, pasó de largo hacia el suelo. 
Se escuchó un golpe sordo contra el piso, seguido de un gemido de dolor.

Ciel no reaccionaba, apoyado sobre sus codos miraba el borde de la cama con la esperanza de que quién había visto no fuera más que una mala pasada de su mente. 
Contuvo la respiración por lo que parecieron interminables segundos,  lucía como si acabara de ver un fantasma. 
Como no hubo respuesta ni nuevos sonidos, decidió asomarse lentamente y a gatas espiar el estado del otro.
Tirado en el suelo, estaba el chico sentado con una mueca de dolor y aún sin comprender lo que había sucedido. 
¿Qué había hecho para merecer un despertar así?
Mientras se sobaba la espalda, se levantó soltando de vez en cuando un bufido de molestia. Había sido una fea caída y demasiado temprano.

De improviso se encontró con la insistente mirada de Ciel Phanthomhive.

- Vaya manera tienes de decir buenos días. - Dijo Alois, molesto por cómo lo despertaron. 
No sólo se había molestado en ayudarlo y darle cobijo, sino que además tenía que aguantar sus berrinches de niño rico.

- No pretendía darte un buenos días ni mucho menos. - Replicó Ciel a la defensiva.

Alois no pudo resistir hacer una sonrisa de medio lado, simplemente no pudo evitarlo. 
Dentro de todo había un toque cómico en la escena. Quizás algo de humor negro y unas cuantas coincidencias muy inconvenientes, le caían en gracia.

Encontrarse de forma tan accidentada con el Conde al que llevaba tiempo buscando, no estaba dentro de sus planes. Mucho menos lo estaba el haber tenido que rescatarlo (porque sí, se sentía con todo el derecho de atribuirse el crédito de su rescate); y sin embargo, muy a pesar de que todo aquello fuera descabellado de por sí, era aún más loco el tener a Ciel en su habitación.
A solas.
En su cama.
Semi desnudo.
...

Una risa explosiva se le salió después de toda esa línea de pensamientos.

- Dios, esto debe lucir muy mal - Se las arregló para decir entre risas.

El pelinegro lo miraba desconcertado; Ciel ya no sabía qué estaba pasando realmente. No lograba recordar nada y allí estaba junto a Trancy riéndose como un lunático.
Todo esto estaba muy fuera de lugar. La noche había comenzado con un objetivo importante, serio, que envolvía la seguridad nacional de Inglaterra. ¿Cómo había llegado a desvirtuarse tanto?

Ciel le sostuvo la mirada unos instantes, levantó una ceja sintiéndose demasiado ajeno al momento.
Esperó pacientemente a que Alois dejase de reír y se levantó para quedar a la misma altura que aquél carismático rubio. De una u otra manera necesitaba recuperar el control de la situación. 
Analizó la escena, la ropa en el suelo, la cama ligeramente deshecha y al extraño con el que había pasado la noche.
Comenzó a recordar fragmentos de la noche anterior, haciendo memoria sobre la fiesta, Lizzie, Bash, Anne y...

Cuando las carcajadas empezaron a cesar, se volvió a enderezar y recuperar la compostura.

Respiró profundamente dándole fin a su ataque de risas. Entonces se puso serio y su expresión cálida cambió totalmente.

- Tú y yo no somos amigos y jamás lo seremos. - Dijo repentinamente.

Ciel intentó interpretar toda esa seguidilla de sucesos, pero la verdad es que estaba lisa y llanamente confundido.
Se quedó pensando un segundo en el porqué de la aseveración del rubio. ¿Era acaso necesario corroborar eso? Pues era algo obvio, no se conocían... a menos que... Ya se hubiesen conocido de forma que aclarar ese punto fuese necesario.
Ciel se sonrojó ante la vergonzosa idea que cruzó su mente.

- Acaso tú y yo... anoche... quiero decir - tartamudeó nervioso, actuar así era algo muy impropio de él, pero también lo era toda la situación.

Alois le devolvió la mirada divertido, no tenía ningún interés en ser educado con su huésped. Levantó una ceja y se cruzó de brazos mientras cambiaba su peso de un pie al otro.

- ¿Estás insinuando lo que creo que estás insinuando? - preguntó indignado, sus ojos color agua lo escrutaban impacientes.

- ¡No! Es decir, ¡Sí! - Todo estaba saliendo fuera de planes - Quiero decir ¿Qué hago aquí?

Alois no podía creer lo que Phantomhive había deducido de las circunstancias. 
Una sonrisa incrédula atravesó su rostro, encontrándose nuevamente con un confuso Ciel. 
Lo miró de arriba abajo con esa sonrisa que dejaba entrever sus dientes blancos y que le provocaba un intenso sentimiento de ira a Ciel. 
No era más que otro chico malcriado de la alta sociedad, uno peor que él. Quisiera o no admitirlo, odiaba verse reflejado a si mismo en otros.
Esa sonrisa perfecta le recordó a aquellas risas viciosas de antaño y le entraron ganas de borrársela de una vez por todas.
Ciel se contuvo y sin decir una palabra se dirigió hacia sus cosas. Quería vestirse de una vez por todas y marcharse de ese lugar para siempre.

- Déjame decirte, que por muy favorito de la reina que seas, no voy a besar el piso por el que caminas. No eres más que un chucho pretencioso.

Ciel se volteó enfurecido, el silencio se había vuelto hostil.

- Mi reputación no viene de la reina, ni de alardes, métete conmigo y saldrás con la cola entre las piernas Trancy.

La furia irradiaba de la pupila desafiante de Ciel. Se acercó tanto a Alois que por un segundo creyó que lo mordería como el chucho que era.
Alois aprovechó de hacer notar cada centímetro que le sacaba a Ciel.
Esto se estaba poniendo tenso. La quietud del momento pendía de un hilo y nadie quería hacer el primer movimiento.
Ciel era más bajo que él y aún así se las arreglaba para intimidarlo. 
Parecía que sería un instante infinito de hostilidad, hasta que el rubio hizo un chasquido con la lengua y le dio la espalda a Ciel, quien se quedó clavado al piso con las manos empuñadas.

Lo siguió con la mirada, estaba aún enfurecido por la insolencia del otro y muy frustrado de que le diera fin a la discusión así como así.
Entretanto, Alois se dirigió en silencio hacia un enorme armario y comenzó a rebuscar en él. Estuvo en ello un par de minutos y luego se volteó encarando a Ciel, que no se había movido ni un ápice.

Le lanzó un par de prendas y él las observó como si no supiera qué hacer con ellas.

- ¿No vas a cambiarte? No creo que quieras quedarte así todo el día. - hizo una pausa dirigiéndole una mirada  expresiva y casi aburrida de verlo aún ahí. - Bueno, tal vez sí quieras andar semi desnudo por la vida. ¿Qué sé yo de cuáles sean tus preferencias hoy en día? - comentó Alois levantando los hombros como si realmente no tuviera idea.

- Tú no sabes nada de mí. Y no tengo porqué darte explicaciones.

Ciel había logrado calmarse, al menos superficialmente. Le envió una mirada tan fría que Alois sintió cada nervio crisparse hasta su nuca. Ya comenzaba a recordar lo mucho que detestaba a ese Conde altanero y enano. Rodó los ojos impaciente por hacerlo desaparecer ¿En qué estúpido momento se le había ocurrido traerlo hasta ahí?

Debería haberlo dejado morir de frío a la intemperie y todo habría sido mucho mejor. 

Mientras tanto Ciel buscó sus cosas y al encontrarlas recordó que sus únicas opciones eran ponerse ese vestido otra vez, irse desnudo o aceptar la ropa que Alois le había dejado.

Agotado y estresado, contempló sus posibilidades y ponderó los contras, realmente no quería ocupar la ropa de Alois. No quería deberle nada. Se imaginó a sí mismo caminando medio desnudo por la carretera con el viento frío del otoño rozándolo por horas. Realmente no había mucho más que hacer ¿No?

- Puta mierda.

- ¿Qué? - Musitó Alois sin estar muy seguro de lo que había escuchado. 

Ciel lo miró irritado, pero optó por hacerle la ley del hielo al rubio. Tomó de mala gana las ropas que le había dado Alois y comenzó a colocárselas de mala gana.

- Que seas de alta cuna no te quita lo mal educado. Estás en mi casa, te doy cobijo, soy un Conde al igual que tú y aún así me ignoras. - No pudo contenerse, algo que Alois detestaba era ser ignorado.

Ciel continuó con su política de silencio. 

- ¡Te ayudé cuando necesitabas desesperadamente la mano de alguien!

- ¡Yo nunca pedí de tu ayuda ni mucho menos! - Ciel estaba harto de sus ridículos berrinches. - ¡Y a la mierda con las políticas burguesas y los buenos modales! No me importa que seas el Conde Trancy ¡Por mí puedes cortar todo tipo de relaciones con la familia Phantomhive! No las necesito.

- ¡Lo dices porque eres incapaz de aceptar que eres vulnerable! ¡Que necesitaste esa ayuda y que sin mí te habrías muerto o peor! ¡No eres infalible chucho! ¡Fallaste y no quieres admitirlo!

Los gritos iban y venían, poco a poco se había acortado la distancia entre ambos hasta quedar frente a frente. Y una delgada pared invisible los detenía de iniciar una pelea a golpes.  

- ¡¿Tanto necesitas mi aprobación Trancy?! No eres más que un pobre idiota. ¡Me llamas chucho como si fuese un insulto, pero sabes muy bien que mi reputación es envidiable!

- ¡No necesito tu estúpida aprobación egocéntrico malagradecido! El mundo no gira entorno a ti Phantomhive. Y respecto a tu reputación...

Alois se tenía su cara tan cerca de la de Ciel que podía sentir el aire que exhalaba con cada insulto. Era como observar a dos lobos enfurecidos gruñirse con el hocico arrugado y los dientes afuera, dispuestos a arrancarse todo.

Hubo un silencio mortal mientras las últimas palabras de Alois se arrastraban como una amenaza que se extendía en el aire y antes de que Ciel pudiese replicar cualquier cosa, Alois lo agarró del cuello de la camisa y lo levantó.

Ciel se sobresaltó, agarró la muñeca del otro y le mantuvo la mirada con fiereza. El rubio era más alto que él, pero no se dejó amedrentar.

Si bien nadie decía una palabra, el silencio y la comunicación de sus cuerpos era aún más agresiva que cualquier insulto. 

Alois hizo un movimiento rápido y Ciel se preparó para recibir un combo. Sin embargo el ataque lo pilló por sorpresa, en vez de un fuerte golpe, Alois lo besó en los labios.

Ciel abrió los ojos desmesuradamente, estaba impactado, ese había sido el peor ataque que Alois podría haber hecho en esos momentos. 

La puerta de la habitación se abrió de golpe y rápidamente los chicos se separaron con un empujón. Sebastian estaba paralizado bajo el marco de la puerta, pálido por haber irrumpido en tales circunstancias.

 

Notas finales:

algún review? amo sus reviews <3 jeje


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