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Camino a la venganza por nofynoky

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Notas del capitulo:

Oh shit, espero no estar aburriéndolos!

<3 

Aún estaba oscuro y Sebastian se encontraba sentado sobre la rama de un árbol, tenía las manos cubriéndole el rostro. Estaba angustiado por no encontrar a su amo y a cada segundo que pasaba se imaginaba algo peor que lo anterior. 


Su cansancio era evidente, no era un cansancio físico, más bien era uno mental. Su pequeño amo lo tenía en ese estado y no podía evitarlo, este pensamiento catastrófico  le rondaba desde hacía horas y no parecía querer dejarlo en paz.


Simplemente no entendía cómo le costaba tanto ubicar su presencia. Algo estaba interfiriendo gravemente en su lazo demoníaco. 


Acaso, ¿Era posible que otro demonio se hubiese tentado con el alma que no le pertenecía?


La ira lo inundó como una ola negra que amenazó con sacar a flote su verdadera forma,consideró distintos escenarios en los cuales descubría al ladrón y lo destrozaba. 


Sin darse cuenta, su furia se había exteriorizado en una neblina negra que lo envolvía y que oprimía. Las ramas más cercanas se tornaron grises y quebradizas, envenenadas y consumidas por el humo infernal de Sebastian.


De pronto y sin previo aviso, el vínculo volvió. Sebastian se paró de un salto y se lanzó en volandas hacia el lugar donde estaba su humano. Comenzó a correr a una velocidad vertiginosa, en tan sólo unos segundos había encontrado el lugar, era una enorme mansión que identificó como la una de las tantas pertenecientes a la familia Trancy; su primera impresión fue de extrañeza, no lograba encajar qué estaba haciendo Ciel en aquél lugar. Ni cómo había llegado hasta ahí desde la mansión Druitt.


Por primera vez olvidó sus modales de mayordomo y no se detuvo a tocar ni nada por el estilo, sólo podía pensar en encontrar al joven lo antes posible. 


Los pasillos eran largos y llenos de habitaciones, sin embargo no se topó con nadie en el camino.


Pronto llegó a la puerta de una habitación principal, sin pensarlo dos veces abrió y entró.


El peor error que pudo haber cometido fue abrir esa puerta, sin embargo se quedó ahí sin saber qué hacer. Un sentimiento extraño lo recorrió de pies a cabeza, pero no quiso indagar más allá. La escena ya era suficientemente desconcertante como para prestarle atención a su interior. 


Mientras Sebastian intentaba juntar las piezas, Ciel no tuvo tiempo de reaccionar, se estaban gritando e insultando y de pronto Alois lo estaba besando. Fue un beso torpe, brusco, casi un golpe entre labios. Había sido completamente impulsivo.


Fue tan brusco e inesperado que Ciel se asustó y lo empujó hacia atrás con todas sus fuerzas.


- ¿QUÉ MIERDA TE PASA? - Le gritó Ciel agitado, nada de esto podía ser normal. Se restregó la boca como si se le hubieran pegado un montón de gérmenes.


De pronto Alois comenzó a reír a carcajadas, Ciel lo miró desconcertado. Vaya demente con el que había ido a parar.


¿Era esto alguna clase de retorcido juego mental? Ese idiota definitivamente debía sufrir de algún tipo de trastorno, simplemente no era normal.


Por el rabillo del ojo vio una figura y el alma se le cayó a los pies ¿alguien había presenciado aquello? 


Se volteó en seguida y se encontró con el sorprendido rostro de Sebastian. Impactado abrió sus grandes ojos, Sebastian tenía aquella expresión de desconcierto tan peculiar. Algo así como "no es que me importe, peeeero..." 


La figura alargada y delgada del mayordomo estaba como una estatua bajo el marco de la puerta. Su cabello oscuro y su piel pálida le otorgaban una apariencia vampirezca. No estaba seguro de qué pasaba por la mente de Sebastian, ni siquiera sabía lo que pasaba por su propia mente.


- ¿Ves lo fácil que sería arruinar tu reputación Phantomhive? - Alois siguió riendo tan fuerte que hasta parecía que lloraría de risa. - De hecho lo haces bastante fácil vistiéndote de mujer en público, ¡Imagina lo que diría la reina!


Ciel volvió su atención al rubio con una furia que ya casi no podía contener. Y con la misma rapidez con la que había comenzado a reír, se puso completamente serio y lo miró con unos ojos que le provocaron escalofríos. Definitivamente era la mirada de otra persona, una mirada fría y despiadada, de esas que dicen "Soy capaz de hacer lo que sea si así lo quiero y no me importa lo que te pase".


De pronto aquél color celeste en su iris le recordó más a un trozo de hielo que a cualquier otra cosa. 


- No volveré a perder la compostura frente a alguien como tú. - Dijo Ciel escupiendo cada palabra.


Se sacudió las mangas de la camisa y sin darle más vueltas al asunto se dirigió hacia la salida y pasó por el lado de Sebastian sin decir ni una palabra. Si no había nada bueno qué decir, Ciel prefería el silencio, además no le debía explicaciones a nadie. 


Si bien el rubio lo había pillado volando bajo, había comprendido algo de su nuevo rival. Alois era más retorcido de lo que había imaginado. Pero aquello no era lo más preocupante, ya se había topado con un sinfín de retorcidos durante sus 12 años de vida. 


No obstante, Alois poseía algo distinto. Su aparente locura y zigzagueante estado de ánimo no eran más que una fachada, la forma perfecta de camuflarse ante sus oponentes. Parecer un estúpido lunático no era más que su forma de distraer antes de dar el zarpazo final.


Alois no era alguien a quien Ciel debiese darle la espalda, estaba seguro de que volvería a encontrarse con él.


Sebastian aún impactado por lo que acababa de ver, no tuvo más remedio que seguir a su amo. De nada servía molestarlo con preguntas innecesarias, Ciel llevaba aquella mirada pensativa que era mejor no interrumpir.


Y así, tan rápido como había aparecido Ciel, había dejado de importar toda su preocupación la noche anterior. Rodó los ojos detrás de su amo, la verdad es que la desesperación que había sentido, parecía una ridiculez ahora que ya había encontrado a Ciel. 


Estaba intrigado por averiguar quién había sido el responsable de su repentina desaparición, aunque ya podía pensar en algunas teorías sobre su identidad. Olisqueó el aire con aquella nariz puntiaguda y respingada, había otra presencia demoníaca en los alrededores.


Hizo una mueca de disgusto, su instinto territorial era difícil de aplacar. Los demonios no se llevaban bien con otros demonios.


- Sebastian. - La voz de Ciel llamó su atención, era severa otra vez.


- ¿Si?


- Llévanos a la mansión lo más rápido que puedas. - Los ojos zafiro se le clavaron en el interior de su mente, era una orden. 


- Yes, my lord. - Aquella frase pronunciada tan perfectamente clara y grave, parecía proceder desde el interior de la tierra cada vez que el demonio la decía. Era su voz demoníaca asomando a través de labios que parecían humanos.


Bash hizo una leve inclinación en forma de reverencia y con un rápido movimiento tomó a Ciel como si fuese una pluma. En un abrir y cerrar de ojos se transportaron hasta la entrada de la enorme finca Phantomhive. 


Admiraba la habilidad que tenía Ciel para encontrar siempre la manera airosa de salir de las situaciones más incómodas, nunca se gastaba en nimiedades. Sebastian no haría preguntas respecto a un asunto tan mundano e insignificante como el que había presenciado, pero le gustaba la manera en la que Ciel superaba las cosas.


Aunque no quisiese admitirlo, la verdad es que no dejaba de pensar en que aquél rubio, aparecido de la nada, le producía sentimientos que iban más allá del enojo. 


Sonrió con los labios muy juntos, era su forma de ocultar aquella furia que le evocaba. Sin percatarse, el ambiente a su alrededor se volvió helado y oscuro, como una especie de aura maligna que emanaba de él.


Ciel lo sintió como un escalofrío que le recorría la espina dorsal y acababa en la punta de sus nervios. Era claro que Sebastian no estaba de buen humor hoy.


Por su lado, Bash estaba tan ensimismado que ni siquiera le ponía atención a Ciel mientras lo cargaba hasta la entrada.


Una vez dentro de la mansión, Sebastian bajó a Ciel con elegancia. Por su parte, el chico no esperó ni un segundo para subir las escaleras que llevaban hasta el segundo piso de dos en dos. 


El mayordomo levantó una ceja, conocía muy bien a su amo y su impaciencia significaba que estaba molesto a más no poder. Volvió a sonreír, al parecer no er 


Ciel llegó hasta su habitación y de un tirón se quitó la ropa prestada, la lanzó al suelo y se colocó su bata. Esperó a que Sebastian acabara de preparar la tina y se sumergió en el agua hasta que ya no pudo contener más la respiración.


El agua humeante se condensaba en las superficies frías del baño y ondeaban alrededor de sus dedos. Se sentó y abrazó sus piernas quedando sólo sus rodillas y sus hombros fuera del agua, tenía la piel enrojecida por el calor y su mente divagaba de aquí para allá.


Apoyó la barbilla sobre el hueco que formaban sus dos rodillas y desganado pensó en lo lejano que parecía todo lo sucedido. 


Se echó nuevamente hacia atrás dejando que el agua lo cubriese por completo. Sólo en ese momento bajo el agua, con los sonidos amortiguados y la respiración contenida, podía pensar bien. Sin distracciones banales, como lo fue el encuentro con Trancy.


Recordó lo que había hablado sobre el caso, dos días antes de la noche fatídica donde se vio obligado a vestirse de niña. Botó el último poco de aire que le quedaban en los pulmones, estaba tan frustrado.


Volvió a tomar aire, se sentía acalorado, pero *ás tranquilo. Repasó las palabras de su informante, pues la policía no le gustaba colaborar con el perro guardián de la reina. El caso de Jack el destripador, se había vuelto un enigma.


Repetía un patrón interesante y misterioso en la forma de matar y en la elección de sus víctimas. Pero lo que más le había llamado la atención era el caso similar que se había dado tiempo atrás, sin embargo no había tenido el mismo impacto y se había perdido en el olvido.


No obstante, su fuente no era más que un excéntrico loco que le dificulta las cosas, haciendo de cada problema un acertijo. Era molesto, pero era el único dispuesto a compartir su información con el Conde.


Lo perturbador del caso era aquello que "le faltaba". Todas aquellas prostitutas descuartizadas con increíble precisión, les faltaba algo imprescindible y que nadie mencionaba. 


Recordó las palabras exactas de su fuente,"eran mujeres incompletas, sin útero".


Definitivamente no era un detalle al azar, nada en este caso era al azar.


La crueldad despreocupada que irradiaban esos cuerpos era desgarradora, pero definitivamente no podría haber sido realizado por cualquier persona. Los cortes eran demasiado académicos.


Es por ello que había pensado en el Vizconde Druitt. La sospecha general sobre su cabeza había influido también, pero sus primeros estudios en la Universidad de medicina en Londres y su mala fama lo convertían en el perfecto sospechoso.


Habían muchos aspectos a considerar, el sujeto debía ser experto en anatomía, conocer la rutina de la policía y faltaba descubrir un motivo.


Un sonido interrumpió sus pensamientos, dirigió su mirada hasta el origen del sonido y vio a Sebastian sujetando una toalla y una bata. Entonces se sonrojó aún más al recordar el incidente de la mañana, realmente quería hundirse en el agua y no volver a salir nunca más.


Vestirse de chica era lo peor que había tenido que hacer en pos de una investigación.


¿¡Porqué había aceptado?! 


Ah, ya había tenido esta discusión mental anteriormente. 


"Cualquiera que viera a un niño tuerto y a su apuesto mayordomo, sabría que eres "tú" Ciel, no hay forma de disfrazar tu identidad" Cuando Anne había usado ese argumento no había tenido más remedio que sucumbir ante la horrible verdad, ser un conde tan reconocido era problemático.


Sin embargo, no había sido todo en vano. Al menos sus sospechas sobre Druitt eran más fundadas que antes, ahora que había intentado secuestrarlo o "secuestrarla". Fuera de eso, todo lo demás había sido un gran fracaso.


Se levantó de  golpe salpicando agua fuera de la bañera, miró el reloj en la pared del baño. Ya habían pasado algunas horas, pero seguía siendo temprano.


- ¡Sebastian! - El mayordomo se acercó con la toalla y la bata en mano, miró a Ciel intrigado, el chico había decidido hacer algo.


- ¡Tráeme ese horrible vestido ahora! 


Sebastian asintió, pero no era lo que tenía en mente exactamente. Al menos había sido una buena idea tomar el vestido de la casa de los Trancy. Suspiró de alivio por no haber tenido que volver hasta allá a buscar el condenado vestido.


- Bien, ahora volveremos al lugar donde Alois me interrumpió. - Dijo Ciel contemplándose en el espejo, el vestido estaba raído y algo desarmado por los sucesos de la noche, sin embargo así era más que perfecto.


- ¿Se refiere a cuando el señor Trancy lo rescat...? 


- ¡Donde Trancy interrumpió mi investigación!


Definitivamente Ciel no estaba dispuesto a darle tal crédito al rubio raro.


Una vez que Ciel estuvo disfrazado otra vez, volvieron a la "escena del crimen", el enorme jardín lucía completamente diferente a la luz del día.


- ¿Ya volvió el Vizconde a su mansión?


- No, aún se encuentra inconsciente.


- bien. - Ciel caminó hasta la orilla de una terraza en altura y llena con arbustos decorativos. - Sebastian, ahora necesito que me lances hacia abajo.


 


 

Notas finales:

Espero cualquier review con ansias!!! 


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