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Bella Traicion - Malec - The Mortal Instruments por CELESTE_KAIRI

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– Capitulo II –

 

 

− Alexander – dijo limpiando con sus pulgares las lágrimas caídas de su amor − ¿Cómo es posible?  Han pasado…

− Cien años – contesto por el mayor – lo sé… Tengo tantas cosas que siempre he querido decirte desde que nos separamos pero, por ahora, solo quiero abrazarte ¿puedo hacerlo?

− Estúpido Nefilim.

El brujo envolvió el cuerpo de su antiguo amante, estrechándolo con fuerza, como si temiera que tras separarse este se disolviera cual cenizas o fuera una simple ilusión de su mente. Alexander devolvió el abrazo, percibiendo la cálida presencia del hombre que amaba, respirando el aroma tan propio de la piel del brujo, la misma que tantas noches le arrullaba cuando este le abrazaba.

− Bien – la voz de Catarina les hizo separarse por unos centímetros – supongo que tendrán mucho de qué hablar, yo debo volver al hospital – levantándose de su asiento.

− Espera… ¿Alexander es a quien esperabas?

− ¿A quién más? – deteniéndose a lado de la pareja.

− ¿Tú lo sabías? ¿Qué estaba vivo?

− Por supuesto, no muchos lo saben en realidad… Solo los representantes de los subterráneos, la clave, los directores de cada instituto del mundo y mismo instituto de Nueva York tienen conocimiento de tal... Inusual caso.

− ¿Solo ellos?

− Así es… Cuando tu desapareciste tome tu lugar como la representante de los brujos, imagine que hubieses deseado eso, sobre todo por la manera tan arriesgada que tu novio tenía por hacer valer la ley en la ciudad – cruzándose de brazos – No te imaginas las veces que tuve que ir al instituto a curarlos.

− Lo cual te estaré agradecido infinitamente Catarina – contesto Alec con una sonrisa.

− Si, lo que digas – soltando un largo suspiro – Tengo que irme – depositando un beso en la mejilla de su amigo – suerte… A ambos.

Ambos observaron cómo Catarina se alejaba hasta salir por la puerta del local. Sus miradas volvieron a encontrarse, una ligera sonrisa apareció en sus rostros, cerraron sus ojos dejando que sus frentes se encontraran y respiraran el aliento del contrario. Tenían miles de preguntas, miles de respuestas por decir pero, en ese momento solo deseaban detener el tiempo y continuar abrazados de aquella forma.

− ¿Quieres tomar algo? – pregunto Magnus sin apartarse del Nefilim.

− Sí pero… Me gustaría hacerlo en tu Loft – aseguro – si no es mucha molestia.

− Ese lugar es tan tuyo como mío y lo sabes.

El azabache asintió dejando ir el cuerpo contrario. Magnus se alejó para acercarse a la barra de la cafetería y pagar la cuenta. Alec lo observaba con anhelo, había pasado tantos años de que pudo abrazarle, aspirar su dulce aroma, de decirle que lo amaba y ahora estaba ahí ¿Por qué tuvieron que sufrir aquella separación? ¿Por qué su padre tuvo que pedirle quedarse? La mentalidad de los demonios era algo que nunca podría comprender del todo.

− ¿Nos vamos?  –  pregunto el brujo una vez regreso de pagar la cuenta.

 –  Claro – tomando la maño del mayor para salir del local.

 

*~*~*~**~*~*~**~*~*~**~*~*~**~*~*~*

Ya pasaba más de las dos de la tarde cuando la puerta del Loft se abrió, un puñado de hermosos recuerdos le golpeo de pronto. No recordaba con exactitud cuándo fue la última vez que había pisado aquel lugar, cuando se encerraba en la antigua habitación que compartía con su novio para soltarse a llorar por su perdida. Cuando Isabelle tuvo que crear un portal hacia el Loft y sacarle de ahí por la depresión que un tiempo estuvo pasando.  Si no hubiese sido por su hermana, quien estaba pasando por lo mismo, no sabría con claridad donde estaría ahora.

No negaba que el lugar le resultaba doloroso eso era evidente, aun cuando había superado la pérdida, aun cuando el dolor se volvió un recuerdo soportable, volver a ese piso se volvió insoportable, abandonándolo junto con presidente Miau tras dos años de la separación. Volver nunca se le cruzo por la mente pero, tener a Magnus a su lado, como tantas noches soñó era una buena razón para hacerlo.

 –  Nunca pensé que el lugar estuviera tan… –  hablo Magnus tratando de encontrar la palabra correcta mientras cerraba la puerta tras él.

 –  ¿Ordenado? – contesto el de ojos azules, quitándose el abrigo y dejándolo sobre el sofá de la sala.

 –  Si, cuando volví imagine que mi Loft ya sería cenizas o, parte de los bienes de alguien más.

 –  Catarina se encargó de todo, decorarlo, mantenerlo limpio, del mantenimiento pero sobre todo de que contara con la suficiente seguridad para evitar algún robo innecesario – dejándose caer sobre el sofá.

 –  ¿Solo ella?  –  acercándose al azabache.

 –  Si… –  juntando sus manos para apretarlas con fuerza – El dolor era insoportable, estar en este lugar me recordaba que ya no estabas aquí así que…

 –  Te fuiste – sentándose a su lado, dirigiendo su mano izquierda hacia la mejilla del menor.

 –  Junto con presidente – confeso con una leve sonrisa – no puedo negar que al inicio le resulto difícil adaptarse al instituto pero, después de algunos días lo recorría felizmente.

 –  Presidente tenía la costumbre de adaptarse a cualquier lugar al que lo llevaba.

 –  Lo sé.

 –  ¿Vivió bien?

 –  Lo hizo, creció, engordo – riéndose – tuvo pequeño gatitos que corrían por todo el instituto.

 –  Me imagino que volvían locos a los demás.

 –  Si, pero lo dejaban pasar esos gatitos daban alegría al instituto, el cual comenzó a llenarse de Nefilims.

 –  ¿Cuánto…?

 –  Dieciocho años.

 –  ¿Tantos?

 –  Según me comento Clary un gato vive entre diez a dieciocho años dependiendo de cómo vivan – aclaro – fue feliz, sufrí su muerte pero… Sus hijos compensaron eso.

 –  Y actualmente...

 –  El actual tátara… En fin el actual nieto de presidente es la mascota del instituto.

 –  ¿Cómo le pusieron? – pasando sus brazo por el hombro del menor para atraerlo hacia su cuerpo.

 –  Presidente Miau Segundo – mirándolo a los ojos – no me preguntes, la tátara nieta de Isabelle se lo puso, dijo que era en honor al primer presidente.

 –  Nunca podría imaginarme a Mi pequeña mascota como abuelo  –  soltando una ligera risa de solo pensarlo.

 –  Deberías, porque lo es.

El silencio se instaló en el ambiente un  par de minutos antes de que la voz del brujo lo rompiera.

 –  Alexander  –  lo llamo  –  Lamento lo que sucedió, si hubiese habido otra forma, si hubiese encontrado otra manera de salir de ahí yo…

El Nefilim se giró sobre su lugar, tomando el rostro ajeno entre sus manos para dejar que sus miradas se encontraran, como si fuese la primera vez que se veían.

 –  Escúchame… Nunca ¿me estas escuchando? –El brujo asintió – nunca te he culpado por lo que sucedió Magnus, hiciste lo que creías correcto, creíste que solo así podrías salvarnos, hiciste un enorme sacrificio por aquellos que te importaban… Por salvarme la vida – pegando su frente con la de el – te odie por un tiempo  –   confeso – cada noche te preguntaba ¿Por qué? ¿Por qué me dejaste? ¿Por qué me abandonaste? – Tratando de evitar las lágrimas – pero nunca había respuesta, con el tiempo acepte que tu sacrificio es el mismo que yo hubiese hecho por salvarte… Cuando amas, los más grandes sacrificios son pocos si de salvarle se trata – acercando sus labios a los de mayor – por eso el amor que te tengo creció con cada día que pasaba – posando por unos segundos sus labios sobre los del contrario.

 –  Alexander... Lo haría un millón de veces sin pensarlo.

 –  Yo también.

 –  Sé que tenemos muchas cosas de las que hablar pero... La que me inquieta por ahora es la razón por la que sigues aquí – El de ojos azules frunció el ceño – No me malentiendas, no sabes lo feliz que estoy que estés aquí, conmigo, es solo que… Alexander, ningún mortal ha vivido tanto mucho menos con la apariencia de un joven de veinte años. A menos que seas un brujo o en su defecto un vampiro – mirándole de arriba abajo – no eres un vampiro ¿cierto?

 –  Si lo fuera  creo que mi temperatura corporal te lo hubiera dicho – soltó una pequeña risa.

 –  Lo siento es solo que no encuentro alguna forma para ello, salvo lo primero que mencione o la magia negra y tu alguna vez mencionaste que eso no te atraía.

 –  No soy un vampiro, tampoco un brujo creo que el simple hecho de que mis runas sigan en mi piel – mostrando su brazo – es prueba suficiente de ello, tampoco use magia negra eso va en contra de todo lo que creo y jure proteger.

 –  ¿Entonces? ¿Cómo?

 –  ¿Recuerdas la batalla contra Sebastián en Edom?

 –  Lo recuerdo, demasiado bien para mi gusto.

 –  Aun tengo pesadillas por ello – dijo Alec  mordiéndose el labio inferior – cada noche sueño con esa batalla.

 –  No eres el único.

 –  Recuerdo vívidamente ese día, Clary nunca nos dijo que extrajo el fuego celestial del cuerpo de Jace – volteando a ver a al brujo – creyeron que esa era la única forma de matarle pero… Cuando Ella le clavo la daga y el fuego contenido en allá lo envolvió, creímos por un minuto que su plan secreto había funcionado, ver a Sebastián solo con un pequeño holló en su costado izquierdo, el cual se regenero por el poder de Lilith en esa dimensión nunca estuvo en sus planes.

 –  Un plan que debieron compartir, nunca sabes que puede suceder y menos en esa dimensión.

 –   No puedo negarlo.

 –  Pero no entiendo ¿Qué tiene que ver eso? Jace finalmente lo mato.

 –  Si, acosta de su propia vida – llevando su mano hacia el lugar donde estaba su vieja runa parabatai –Cuando sucedió eso ¿recuerdas como Sebastián nos mandó a volar por los aires?

 –  Si, supuse que eso tuvo que ver con mi padre, Sebastián no podía utilizar la magia.

 –  Por unos instantes nos separaron, Clary, Jace, Simón y yo quedamos en la parte izquierda del lugar mientras…

 –  Joselyn, Isabelle, Luke y yo en la derecha.

 –  No podíamos vernos por los enormes bloques de piedra frente a nosotros, durante la caída… Un demonio que había sobrevivo al poder de la espada Skeptron, surgió de entre los escombros y  atravesó mi costado derecho.

 –  ¿Qué?  –  mirando con sorpresa el rostro del contrario.

 –  Jace lo hizo cenizas.

 –  ...

 –  Las iratzes no funcionaban  –  confeso  –

 –  ¿Por qué no me lo dijeron?

 –  Estabas demasiado débil como para usar tu magia y sanarme Magnus.

 –  Aun así yo…

 –  Me estaba muriendo – confeso en un susurro – la sangre estaba emanando de la herida, mi visión estaba volviéndose borrosa, por un instante Jace considero pedirle a Simón que me convirtiera.

 –  Quería salvarte la vida.

 –  Me negué, quizás piensas que estaba loco para hacer eso.

 –  No, te conozco, ser un vampiro es algo que no deseabas.

 –  Jace me tomo entre sus brazos, podía escuchar los sollozos que soltaba – apoyándose sobre el hombro del brujo – Su parabatai se moría en sus brazos, Sebastián estaba por matarnos, no teníamos como salir de aquel lugar… No era un cuadro muy bonito ¿no crees?

 –  No, no lo era – apoyando su cabeza sobre la del ojiazul.

 –  Fue en ese momento que Jace apoyo su mano sobre la herida y…

 –  ¿Y?

 –  No sabemos qué sucedió en realidad, supongo que era tal la desesperación de Jace por salvarme que, el fuego celestial que aún estaba dentro de sí apareció de repente pero en vez de envolverlo… Se dirigió hacia la herida.

 –  Pero Clary extrajo todo con la runa que creo ¿Cómo es posible que el fuego celestial siguiera en Jace?

 –  Al parecer la runa no extrajo todo el fuego celestial, solo contuvo la mitad de él en la daga.

 – …

 –  Según Simón, noto como las runas de nuestro lazo parabatai se iluminaron en eso momento ya que su luz se podía distinguir por sobre la tela.

 –  Eso es extraño, aunque el hecho de que Jace tuviera el fuego celestial en su interior ya era algo inusual para empezar.

 –  Lo sé.

 

“Por favor, quédate conmigo Alec… No puedes morir, no debes morir, juraste vivir a mi lado, combatir codo a codo en cada batalla… Lo juraste por el ángel, no voy a permitir que te vayas y me dejes solo”

“Jace…”

"No vas a morir"

 

 –  ¿Qué sucedió después? – pregunto devolviéndolo a la realidad.

 –  La herida se cerró completamente, como si nunca hubiese existido.

 –  Alexander…

 –  Lo que sucedió después ya lo sabes, Jace se enfrentó a Sebastián, luchamos todos contra él pero… –  bajando la mirada por el recuerdo – finalmente él se sacrificó para detenerle.

 –  Sé que es difícil para ti recordar como tu parabatai murió Alexander, el vínculo que los unía era algo indescriptible y su pérdida debió partir el alma.

 –  Lo hizo, mientras él era consumido por el fuego celestial junto con Sebastián una parte de mí se moría, una parte de mí se volvía… Nada.

Oculto su rostro en el pecho del mayor, dejando que las lágrimas volvieran a aparecer las cuales recorrieron sus mejillas sin querer detenerse. El recuerdo de aquel incidente era algo que lo tenía marcado como si hubiese sido hecho a fuego vivo. Ver a su hermano pedirle perdón por lo que haría era algo que jamás olvidaría, el cómo sujetaba con fuerza a Sebastián por la espalda antes de envolverse por completo con el fuego celestial, haciendo explotar el lugar. Cenizas era lo único que encontraron tras ser disparados por la explosión, no había rastros de Sebastián ni de su hermano solo un montón de polvo de lo que alguna vez fue su parabatai.

 –  Esa noche perdí no solo a mi parabatai, mi hermano, mi compañero en batallas… También te perdí a ti – acariciando la mejilla de su amor – Me sentía tan perdido, por muchos días estuve sin salir de mi habitación en el instituto.

 –  Comprendo lo que pasabas Alexander, la pérdida es algo con lo que no estamos acostumbrados a vivir – Besando la cabeza del Nefilim  –  ¿Tiene que ver tu inmortalidad con lo que sucedió con el fuego celestial?

 –  Si… Los años pasaron raudamente, todos cambiaban, poco a poco me convertía en tío, en maestro, en aliado y en líder pero, note que la mayoría de mis amigos comenzaban a envejecer mientras que yo…

 –  Seguías igual de joven, como cuando te conocí.

 –  Fue por eso que decidí ir a ver a los hermanos silenciosos – relamiéndose los labios – Después de verificar todos sus estudios determinaron que la razón de mí no envejecimiento era el fuego celestial. Al parecer cuando Jace cerró la herida con él, este se introdujo en mi cuerpo, al no tener la misma cantidad de sangre de ángel que Jace este solo se mantuvo inactivo dentro de mi sistema, cuando comenzaba a cambiar el fuego celestial se activaba,  regenerando cada célula que moría por el paso del tiempo.

 –  Curación regenerativa – afirmo  –  ¿eso te produjo el fuego celestial?

 –  A esa conclusión llegaron, el fuego celestial hace que me cure extremadamente rápido y sea inmune a las enfermedades. Al generarse mis células hace casi imposible que envejezca.

 –  Pero, el fuego celestial es imposible de controlar – aseguro mirándole con confusión – Jace tuvo muchos problemas por él.

 –  Nuestra runa parabatai – aclaro levantándose la camisa que traía puesta para mostrar la runa que, ahora era un pálido símbolo en su piel  – nuestro vínculo sagrado fue como el interruptor que lo controla, cuando una célula muere, la runa se activa haciendo que el fuego celestial se manifieste dentro de mi sistema, que duerme dentro de mi sangre.

 –  Quien lo diría, ahora eres como esos personajes inventados por mundanos – dejando escapar una leve risa.

 –  Ni siquiera lo vuelvas  mencionar, cuando los demás se enteraron sobre todo Simón, dijo “Oh, ¡por el ángel! He conocido a Wolwerine en persona” – dramatizando con sus manos.

 –  Bueno, es una buena referencia, mundana, pero una buena referencia al fin al cabo.

 –  Muy gracioso  –  mirándole de reojo.

 –  Entonces… ¿Eres inmortal?

 –  Algo así… El fuego celestial cura cualquier herida hecha por un demonio excepto las que me hago por alguna arma.

 –  Tiene sentido, el fuego celestial elimina cualquier rastro de corrupción demoniaca.

 –  Puedo morir – dijo con sinceridad –  pero solo por una herida hecha por alguna arma y que esta sea mortal, el fuego celestial hará lo que sea para mantenerme vivo un tiempo considerable para que me curen pero si no se hace a tiempo…

 –  Morirás  –  terminando la frase del menor.

 –  Excepto claro que me… Bueno… la cabeza – encogiéndose de hombros.

 –  Creo que eso es obvio, nadie puede vivir sin ella Alexander.

Ambos comenzaron a reír por el último comentario del brujo, al imaginarse aquel escenario sin poder evitarlo. Magnus se mantuvo en silencio tras aquel gracioso pensamiento, recordándose que desde que habían llegado a su loft no tomaron nada para acompañar la charla. Se levantó de su lugar con algo de frustración, dejar al Nefilim era algo que no deseaba aunque eso significase solo escasos minutos, si bien podía chasquear los dedos y hacer aparecer diferentes tipos de bebidas sobre la pequeña mesa de centro pero, conociendo al ojiazul, este le reñiría por utilizar su magia en algo personal.

 –  Alexander – le llamo.

 –  ¿Mmm?

 –  ¿Deseas tomar algo?

 –  Un café estaría bien para mí.

Asintió al escuchar su respuesta, encaminándose hacia la pequeña cocina del Loft donde desapareció segundos después. Alec aprovecho aquel momento en soledad para pensar todo lo que había ocurrido en un solo día, cuando despertó aquella mañana imagino verse en su oficina en Idris, revisando cuando reporte y documento el consejo le enviaba, firmando aquellos que creía convenientes mientras que los que no, simplemente los devolvía a su respectivo dueño. Nunca cruzo su mente que volvería a ver al hombre que amaba, sobre todo por que técnicamente aún continuaba con vida.

 –  Parece más un sueño increíble que la realidad – bajando la mirada mientras una sonrisa aparecía en su rostro.

Al escuchar un par de pasos nuevamente acercarse hacia su dirección levanto la vista, su amado brujo caminaba hacia él con dos tazas de humeante café, un aroma que trajo con el miles de entrañables recuerdos, de mañanas frías, besos dulces y cálidos abrazos. Tomo la taza que le correspondía, observando su reflejo en el mismo mientras el peso del cuerpo del contrario se hundía a lado suyo.

 –  Hay algo que quiero preguntarte – tomando un sorbo de su café.

 –   Puedes preguntar lo que sea Magnus.

 –  Es un tema complicado – respirando profundamente  –   pero necesario – percatándose de la intensa mirada que el Nefilim le dedicaba  –  ¿Cómo afrontaste el hecho de que Tenías que ver morir a los demás?  –  Pregunto con temor.

 –  Si, complicada pregunta – imitando al brujo al llevar su taza de café hacia sus labios para tomar un poco de su contenido.

 –  No necesitas contestar, es un tema delicado.

 –  No – bajando la taza de café – Es solo que… No sé qué responder realmente, el dolor aún persiste – deslizando su dedo pulgar por la porcelana de la taza – tantos recuerdos de personas amadas que ya no están… Ahora comprendo lo que significa cargar a cuestas lo que la inmortalidad es.

Magnus dejo su taza de café sobre la mesa de centro para pasar su brazo por los hombros del menor y estrecharlo contra sí, tratando de reconfortarlo con aquel simple gesto.

 –  Aun sufro la perdida de todos, sobre todo la de Isabelle  –  dejando que el calor corporal del contrario lo consolara  –  ella siempre fue mi confidente, mi soporte, era quien siempre me mantenía de pie cuando me caía por la tristeza… En ocasiones me siento perdido sin su compañía.

 –  Te entiendo – contesto con tristeza  –  Pero fue feliz, es lo importante Alexander.

 –  Lo fue, y ver esa hermosa sonrisa en su rostro cada día me decía que todo lo que vivimos no fue tan malo... Al menos para algunos.

 –  No todos pueden tener ese final feliz de cuento que muchos esperan.

 –  No quería un cuento de feliz… Solo quería ver felices a quienes amaba.

 –  Lo sé – apoyando su rostro sobre los cabellos oscuros del contrario, aspirando el suave aroma que desprendían  –   Supe que fuiste el padrino del hijo de Clary  –  hablo tratando de cambiar el tema.

 –  Lo fui, nunca imagine que Clary me lo pidiera sinceramente mucho menos que le diera mi nombre a su hijo.

 –  Imagino que fue todo un reto tratar con un pequeño Herondale tan parecido a Jace.

 –  Increíblemente... No lo fue, quizás Will era parecido a Jace en muchos aspectos pero, heredo la prudencia de los Fairchild así que eso ayudo en su entrenamiento.

 –  No puedo imaginarme a un Herondale ser de esa forma.

 –  Lo sé, es increíble... Pero lo es aún más que me llamara Papá Alec hasta el último día de su vida.

 –  ¿Te llamaba de ese modo?

  –  Lo hacía, durante su infancia pensé que era por la edad, su padre murió antes de que naciera así que, al ser la única figura paterna constante en su vida dentro del instituto aun cuando conviva con Luke o Simón nunca les llamo así, quizás ayudo a que el me llamara de esa forma que nunca le deje solo.

 –  Debió quererte mucho Alexander.

 –  Lo hizo, una vez, cuando cumplió la mayoría de edad le pregunte por que continuaba diciéndome de esa forma.

 

“¿Por qué te llamo de ese modo? ¿No es obvio? Eres la persona más increíble que he conocido, aun cuando tío Simón o el abuelo Luke siempre estaban ahí para mí, el que siempre estuvo constantemente fuiste tú, cada noche cuando dormía y mi madre no estaba en el instituto tu venias a por mí, me constabas un cuento de tierras lejanas o simplemente me arrullabas con esa nana que abuela Maryse te cantaba de niño, cuando me caía me ayudaste a levantarme, cuando obtuve mi primera runa fuiste el primero en felicitarme, fuiste quien me enseño a luchar, quien me enseño todo acerca de nuestra raza pero, por sobre todas las cosas, estoy seguro que mi padre, donde quiera que este, no dejaría que considerara como un padre a nadie más que no fuera  su adorado hermano y parabatai”

 

El Nefilim sonrió ante ese breve recuerdo.

 –  ¿Alexander? – le llamo al ver como se había perdido dentro de sus pensamientos.

 –  Él dijo que… Yo era alguien importante en su vida y que Jace no dejaría que alguien más tomara su lugar más que su hermano y parabatai – regresando a ver al mayor.

 –  Quizás Jace y yo no tuvimos una gran amistad mientras vivió pero, secundo lo dicho por su hijo… Nadie más tomaría ese lugar que no fueras tú.

Ambos miradas se encontraron nuevamente, perdiéndose en la inmensidad del contrario olvidándose por completo del tiempo o el lugar en el que se encontraban, solo existían ellos dos así como los sentimientos que aún permanecían dentro de sus corazones. Alexander llevo una de sus manos hacia el rostro del brujo, acariciándola suavemente con su pulgar. Lentamente fueron acercando sus rostros, respirando el aliento del contrario conforme la distancia su fue acortando, solo se detuvieron cuando escasos milímetros distanciaban sus labios. Una sonrisa aprecio en sus rostros antes de que sus bocas colisionaran por completo y la deliciosa sensación de beber de los labios del otro por fin se concretó.

Continuaron besándose entre lentas y suaves caricias, con calma la temperatura de sus cuerpo comenzó aumentar, aquel deseo ahogado en lo más profundo de su ser lentamente emprendió su camino hacia el exterior con la firme intención de recordarles la necesidad que tenían del otro. Las manos del Nefilim se deslizaron con rapidez hacia la camisa del brujo, tratando con cierta torpeza abrir el primer botón de la misma, acción que provoco que el mayor rompiera el beso que compartían para mirarle un par de segundos y posar sus manos sobre las del ojiazul.

 –  ¿Te quedaras? – respirando profundamente.

 –  ¿Quieres que pase la noche? – conteniendo un jadeo.

 –  Solo si tu… Solo si es lo que deseas  –   enfocando su vista sobre los ojos azules del contrario.

 –  Magnus… ¿Por qué no querría? – Pegando su frente con la de su amado  –  ¿Por qué no te querría?

Sus labios volvieron a encontrarse, aquella suave caricia era diferente a cualquiera que hubiesen probado en el pasado. Aquel simple gesto transmitía todos aquellos sentimientos que durante muchos años guardaron en sus almas, dentro de sus pensamientos. Sus manos comenzaron a recorrer el cuerpo del otro, de forma lenta y sin prisa, como si se tratara de la primera vez que aquel deseo comenzara a aflorar en su ser. Rompieron el beso, una sola mirada era suficiente para saber que necesitaban estar juntos, sentirse piel con piel. Las camisas de ambos finalmente cayeron al suelo cuando se vieron fuera del cuerpo de su dueño, el Nefilim paso sus manos por el cuello de su amante mientras este los hacía recostarse sobre el sofá, siendo este último quien estaba arriba del menor.

Se volvieron a besar probando la dulce esencia del otro, el ojiazul acariciaba el cabello de su amante mientras disfrutaba de la caricia sobre sus labios. Un breve gemido de frustración se escuchó proveniente de su garganta cuando los labios del brujo se separaron de los suyos, sonrojándose ligeramente cuando la mirada chocolate del glamour de este había desaparecido y en su lugar los ojos de gato que tanto amaba se hicieron presentes.

 –  Extrañaba tus ojos.

 –  ¿Era lo único que extrañabas? – besando sus labios.

 –  Extrañe todo de ti – confeso.

 –  Alexander sé que aún tenemos cosas por hablar pero… –  soltando un leve jadeo por la cercanía del cuerpo del Nefilim.

 –  Lo sé pero… –  elevando su mano izquierda para acariciar la mejilla del brujo – Solo quiero sentirte, recuperar todo este tiempo que perdimos al estar separados.

Magnus sonrió de forma sincera, acuno el rostro del Nefilim bajo su cuerpo, atrayéndolo para besarlo con pasión, atrás había quedado aquella dulzura inicial, todas sus inseguridades respecto a tomar con calma aquel momento desaparecieron. Alexander necesitaba sentirle tanto como él, reclamar cada centímetro de piel nuevamente, recordarle que cada suspiro, cada gemido proveniente de sus labios era causados por el. Rompió el beso, separándose del menor para levantarse.

 –  ¿Magnus? – le llamo con confusión.

 –  Ven – alzando su mano para que la tomara.

 –  ¿Ocurre algo? – tomando la mano que le era ofrecida.

 –  Si, no pienso hacerte el amor en el sofá – aclaro ayudando al Nefilim para que se levantara del sofá.

 –… – sonrojándose ligeramente por la declaración.

El brujo comenzó a caminar, jalándolo levemente de la mano, digiriéndole por el pasillo, un camino que Alexander conocía perfectamente sin necesidad que alguien guiase. Había pasado muchas noches en aquella habitación, sintiendo los fuertes brazos de su novio envolverlo al dormir, cuando yacían bajo el embrujo de la pasión. Se detuvieron una vez llegaron a la puerta de aquel lugar, el brujo la abrió mostrando que la decoración no había cambiado en absoluto.

 –  ¿Recuerdas – girándose para encarar a su amante – La última vez que estuvimos en este lugar?

 –  Si, lo recuerdo como si fuera ayer – sujetando los brazos del mayor mientras este envolvía su cintura.

 –  Hicimos el amor con cuidado – dirigiendo sus labios hacia el cuello del azabache – sin prisa, tomándonos el tiempo para tocarnos – besando la piel de aquella zona.

 –  Estabas herido – dijo soltando pequeños jadeos por la sensación en su cuello – no podíamos ser muy rudos o te lastimarías…

 –  Ahora no lo estoy – haciéndoles girar sobre sus pies – no necesitamos ir lento – empujando al Nefilim para que caminara hacia la cama sin que sus cuerpos se separaran.

 

つづく / Continuara....

 

 

Notas finales:

Lo sé, soy mala y cruel al dejarles el lemon en el próximo capítulo pero, espero que no les decepcione, como dicen, los que esperan pueden obtener el paraíso, ya saben…

En fin, gracias por leer, nos vemos en el último capítulo.


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