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Entre lobos y omegas [OMEGAVERSE] por Walker_chan

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Algunas veces odiaba su reloj biológico y el hecho de que siempre es el primero de su casa en levantarse temprano. La suavidad y calidez de las cobijas le hacían querer estar ahí por algunos minutos más; si despertaba tenía que iniciar como todos los días su rutina: levantarse, cambiar su muda de ropa, despertar a sus hermanos y alistarlos para bajar a desayunar.

No le molestaba especialmente hacer eso, le gusta mucho ser el hermano mayor y ser un ejemplo para sus hermanitos.

Pero, si no se levantaba pronto, llegaría su madre a regañarlo por hacerse el flojo, como había hecho ya en algunas ocasiones, aunque después le dé un tierno beso en su cabeza mientras desayuna.

Abrió los ojos y se acostumbro a la luz de la habitación, si, ya era de mañana y la luz del sol se colaba por entre las cortinas color granate.

¿Granate?

Que el recordara, las cortinas en toda su casa eran de color durazno, no granate.

Y la ventana…su habitación no tenía ventana ¿Por qué había una ahí?

Se levanto de golpe sentándose en la cama e inspecciono toda la habitación.

Ese no era su cuarto. El dormía con sus hermanos en la misma cama y esta donde dormía precisamente no había lugar para tres personas. Incluso las cobijas eran de otro color.

¿Dónde demonios estaba?

Una habitación pequeña dentro de una casa donde toda la estructura parecía estar hecha de madera. Una mesa pequeña a un lado suyo con una silla y un librero con varios objetos tallados en madera y libros.

¿Dónde estaban los juguetes y ropa sucia de sus hermanos pequeños?

¿Dónde estaba él precisamente? Lo último que recordaba era ser perseguido por el bosque de unos lobos que seguramente lo devorarían vivo y sin embargo, estaba ahí, cómodamente dormido ¿Qué había pasado luego de desmayarse por la fiebre?

— ¿Qué lugar es este? —se levanto de la cama y se acerco a la ventana abriendo las cortinas y el cristal para ver hacia afuera y ver si reconocía el lugar donde estaba.

Al divisar el exterior no pudo reconocer nada y todo le resultaba extraño. Era como estar en un pueblo diferente al que vivía. Algunas cabañas de un solo piso y con varios metros de distancia unas de otras, miró hacia abajo y noto que donde él estaba era un segundo piso dando una mayor vista al lugar.

Todo el suelo y hasta las azoteas de las casas estaban cubiertos por una gruesa capa de blanca nieve que brillaba con la luz del sol, dando una hermosa vista a sus ojos.  

Pero aun así, con lo bello que fuera ese lugar, estaba en casa de un desconocido. 

Cerca de ahí pasaban un grupo de niños jugando y correteándose entre ellos, por sus aromas pudo distinguir a otro omega, algunos alfas y un par de betas. Todos parecían de la misma edad, quizá uno o dos años mayores. 

Mientras los miraba, uno de ellos volteo hacia su dirección cruzando miradas. Era un muchacho de tez morena y el cabello rubio que lo miraba con mucha curiosidad.

Asustado cerró las cortinas para romper ese contacto.

Genial, ahora ya lo tenían divisado y no veía viable algún plan de escape sin que lo atraparan de nuevo.

— Oh, ¿ya despertaste? Eso quiere decir que tu fiebre ha bajado —un hombre mayor a él entro a la habitación con una bandeja en sus manos, parecía que traía algo de comida y agua.

El pelirrojo se asusto por la repentina aparición y su rostro cambio más a una expresión de asombro, como quien encuentra un tesoro y no lo cree.

El otro chico era alto, de complexión delgada con el cabello castaño claro y una amistosa y cálida sonrisa en sus labios.

— Tienes cara de haberme reconocido ¿No es así? Yata —continuo dejando la bandeja sobre la mesa y tomando asiento sobre la cama.

No era posible. Ese chico había desaparecido algunos años también bajo el título de “sacrificio”.

— ¿Totsuka…? —el contrario sonrió al escuchar su nombre.

— Me alegra saber que aun me recuerdes.

Guiado por la emoción de encontrar a alguien conocido, subió de nuevo a la cama para poder abrazar al otro.

— ¡Totsuka! ¡Estás vivo!

— Lo estoy, lo estoy —correspondiendo al gesto del menor—. Me alegra que tú también estés vivo.

Levanto la mirada bastante confundido. Había en su joven mente muchas dudas que quería fuesen resueltas. No entendía mucho cómo funcionaba ese sistema entre los licántropos y los humanos del pueblo.

— Entiendo que puedas estar algo confundido ahora, yo también lo estuve. ¿Quieres que te explique? —el menor asintió con energía. Quería respuestas ahora.

 

*******************************

— ¡Ey, Rikio! ¿Qué haces? —uno de los chicos beta se acerco al ver que el rubio no les seguía.

— Me pareció a ver visto a alguien ahí —respondió, señalando la ventana del segundo piso de la cabaña.

— Seguramente es “madre” que nos vigila. Ya sabes cómo se pone cuando salimos después de un toque de queda —el omega del grupo rodo los ojos al hablar de ese chico. 

— Vámonos antes de que Kusanagi nos regañe por desobedecer —uno de los alfas los reto a todos para correr hacia el bosque tomando ventaja al correr primero.

— Vamos Rikio —escucho nuevamente que le llamaban y corrió tras sus amigos, pensando que la persona que vio en la ventana no era Totsuka realmente.

*******************************

 

— Entonces…al hablar de “sacrificio” ¿no se referían a que iba a morir? —el pequeño omega no comprendía del todo las explicaciones del mayor.

— Algo así…No vas a morir porque ambos clanes “Azul” y “Rojo” se encargan precisamente de buscarte, atraparte y llevarte con alguno de ellos para salvarte de que algún licántropo del clan “Gris” te capture antes.

— ¿Los del clan Gris son malos?

— Lo son.

— ¿Porqué?

— Es una larga historia… —suspiro y pensó un poco antes de continuar— de venganza contra el clan “Rojo”. Desquitan su odio contra nosotros y contra la gente del pueblo. Los alfas azules y rojos son los que se encargan de custodiar la paz de Shizu.

—…No entiendo…porque Rojo y Azul tienen que trabajar por separado si ambos se encargan de cuidarnos.

— Por un conflicto de intereses. Tienen una ideología diferente a la nuestra y por ello no nos llevamos bien, a pesar de trabajamos para el mismo objetivo.

Tras unos segundos para reflexionar sobre lo que le estaba contando, el chico dijo algo que descoloco al mayor.

— Tu… ¿Nunca intentaste escapar? Es decir, no moriste, sabes dónde estás y seguro sobre como volver ¿Por qué no regresaste?

El rostro del omega mayor se endureció con esas preguntas, Yata era muy joven como para entenderlo.

— Eso va contra las reglas. Nosotros somos el pago que Shizu hace a los licántropos a cambio de que ellos sigan protegiéndolos del clan Gris. Es algo justo.

— A mi no me parece justo… —bajando la mirada, apretando sus manos sobre el pecho del otro —Quiero regresar a casa…

— Esta es tu casa ahora, Yata —el castaño sonó amable para convencerlo, una vez elegido no había vuelta atrás. O te atrapaba el clan Rojo, Azul o Gris e iniciabas una nueva vida alejado de tus seres queridos.

— Yo no quiero… —noto su voz quebrarse y unas gotas caer, apenas sus lagrimas salieron se abrazo mas al otro. El castaño comenzó a acariciar su espalda y cabeza, dándole ese confort que necesitaba.

— No intente escapar solo porque fuera contra las reglas…yo me enamore…

El más pequeño detuvo un poco su llanto para prestar atención a lo que le decía.

— Me enamore de este lugar, de su gente. Los licántropos son muy diferentes a lo que nos cuentan. Son seres civilizados, con costumbres, creencias, son seres que también sienten —al hablar llevo su mano hasta su cuello donde sentía la cicatriz de su mordida, podía sentir como él y su alfa estaban conectados a través de ella y compartían el mismo sentimiento.

— Pero… —levanto su rostro para mirar al mayor.

— Te costara acostumbrarte, pero te aseguro que nadie es malo aquí… ¿puedes confiar en mi? —levanto el dedo meñique para sellar esa pequeña promesa mientras secaba las lagrimas del menor. —Hazlo por el tiempo en que fuimos amigos de niños.

No parecía estar mintiendo y conocía a Totsuka desde hace mucho tiempo y lucia tan amable como entonces. Incluso le habían “salvado” del clan Gris y estaba durmiendo cómodamente en una cama y en una habitación que sería solo para él.

Levanto su meñique sellando esa promesa, era como esas ocasiones cuando pequeños realizaban travesuras y se prometían no decir nada para no meterse en problemas.

Las mejillas del joven enrojecieron y empezó a sentir demasiado calor a pesar de que el clima fuese frio.

— Totsuka…me siento extraño…

— Es el celo. Anoche tenias una fiebre muy alta y tuvimos que inyectarte supresores para reducir el calor, parece que dejo de surtir efecto. Ahora mismo te traje algo de comida y supresores en pastillas. Te ayudaran con el calor del celo —bajó de la cama y acerco la bandeja hacia Yata.

— Come y descansa, aun hay cosas que debes saber pero todo a su tiempo. Si necesitas algo solamente llámame ¿Si? —sonriendo con dulzura.

El menor asintió y miro al castaño dirigirse a la puerta.

— Por cierto, bienvenido Misaki…este es tu nuevo hogar —dijo antes de salir y cerrar de nuevo la puerta.

—…Hogar…—susurro pensando en cómo su vida cambio desde que escucho de su madre que el seria el pago de ese año.

 

*******************

 

— Totsuka huele diferente últimamente —comento al aire mientras veía la leña de la chimenea hacerse cenizas por la fogata.

— ¿A qué te refieres? —no prestaba mucha atención a lo que decía el otro, estaba concentrado leyendo un libro.

— Creo que esta embarazado…

— Ajá… —dando la vuelta a la pagina. Un breve silencio se hizo presente y de pronto el sonido de un golpe contra el piso se oyó.

— ¡¿Embarazaste a Totsuka?! —el chico de cabello rubio se levanto de su asiento y encaro a su compañero.

— Tatara es mi omega…no entiendo porque debes de molestarte, Kusanagi —imitando su acción se levanto y miro fijamente al otro, enfrentándolo.

—...Perdona, sí, lo sé —desvió la mirada y camino en dirección a la puerta—. Iré a vigilar a los chicos.

— Creí que lo habías superado —comento mas para sí mismo cuando el rubio salió de la casa. El pelirrojo recogió el libro que el otro había tirado al sorprenderse.

— Espero que lo que dijiste sea verdad, Mikoto.

— ¿Padre? —dirigió su mirada hacia atrás suyo, donde otro alfa pelirrojo lo miraba.

— Me estoy haciendo viejo, sabes —caminando con dificultad en su dirección para poder sentarse en el sofá.

— De nuevo con eso —dejo el libro sobre una mesa y tomo asiento en el otro extremo del mueble.

— Te he pedido un nieto desde que te enlazaste con Totsuka y siempre me has ignorado.

— No estamos preparados… —mirándolo de reojo. El hombre mayor rio a carcajadas por su comentario.

— Tu madre era más joven que Totsuka cuando se embarazo de ustedes.

— Las cosas eran diferentes…

— No estaría tan seguro —su mirada se concentraba en el fuego de la chimenea como si estuviese recordando fragmentos de su pasado.

— No estoy seguro, solo sé que está cambiando su aroma. El tampoco me ha dicho nada.

— Tal vez quiera sorprenderte.

Mantuvieron un agradable silencio luego de escuchar una de las puertas del segundo piso ser cerradas. Miraron los dos hacia las escaleras de la derecha donde el hombre castaño bajaba.

— ¿Y Kusanagi? —se acerco a los otros dos sentándose a un lado de su alfa.

— Salió a ver a los niños.

— No hay mucho ruido…seguramente ya se escaparon al bosque de nuevo.

— Tuvimos toque de queda anoche, no comprenden que es peligroso —comento el mayor de los tres.

— Las cosas están en paz, no parece haber peligro —respondió Mikoto, abrazando a Totsuka por la cintura pegándolo a él y aspirando su aroma.

— ¿Qué hay del niño?

— El parece estar bien, me ha reconocido y eso es bueno —respondió Totsuka con una sonrisa alegre.

— ¿Crees que se adapte pronto?

—…

— ¿Eso es un no?

—…Le va a ser difícil, el tiene familia en Shizu. Me preocupa que llegue a querer escapar.

— Hay que preparar una buena fiesta de bienvenida entonces. Hay que darle a entender que no puede salir de aquí.

— Tienes razón. Tenemos cosas que preparar ¡En marcha! —el omega se levanto en un brinco del sofá y se encamino a la puerta de la casa para salir.

— ¿Y bien?

— Prefiero que Totsuka me lo confirme.

 

*****************

 

— No quiero quedarme aquí —hablaba consigo mismo mientras veía por la ventana otra vez. Se había tomado lo supresores que Totsuka le había dado y sintió su calor disminuir un poco pero podía sentir su aroma ser demasiado abrumador que seguro todos ya lo habían detectado.

Hacia fuera miro a un lobo de pelaje rubio que estaba persiguiendo otros lobos de menor tamaño, parecían estar jugando. En la escena salió el omega castaño hablándoles a todos para que se reunieran.

Algunos de ellos se acercaron hasta el chico en su forma lobuna hasta tirarlo al suelo y jugar con él.

Nuevamente como la noche anterior vio como todos esos lobos se transformaban en personas. Le parecía algo increíble de ver, como si estuviera en un cuento de fantasía.

El lobo rubio se acerco hasta el grupo que no dejaba tranquilo a Totsuka y lo miro transformarse. Era el mismo alfa que estaba cuando había sido atrapado por el de ojos azules.

Por un momento se pregunto qué había pasado después de desmayarse. Había logrado escuchar que era parte del clan Azul pero estaba con los del clan Rojo ¿Por qué? La mirada de ese alfa se veía intimidante pero al mismo tiempo le parecía que era un color de ojos hermoso. Azules, como el zafiro.

 


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