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Detrás de ti por Yais

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Notas del capitulo:

Muchas gracias por sus comentarios (prometo responderlos en el transcurso de la semana). Son un encanto y me hicieron muy feliz :'D.

La verdad es que no imaginé que hubiera tantos fans de Spideypool en AY, tan amables y tan buenos conmigo. Espero que este capítulo les guste.


Capítulo 2

Tan pronto Peter ingresó a SI, sus compañeros de internado lo bombardearon con preguntas sobre el incidente de esa mañana y él se dedicó a contestarles mientras sostenía una sonrisa nerviosa.


No era bueno tratando con las multitudes. Además, a diferencia de Spider-Man, él no era muy elocuente y siempre mantenía un perfil bajo, así que trató de restarle importancia a su experiencia contando los hechos usando el tono más monótono posible.


Afortunadamente, era bastante común que los civiles se vieran involucrados en las batallas de los súper, así que no pasó mucho tiempo antes de que alguno de sus compañeros recordara alguna anécdota digna de mencionar y él dejara de ser el centro de atención.


O eso creyó, pues cuando estaba a punto de liberarse de la multitud, Rick, el alfa por el cual la mayoría de los omega en el laboratorio suspiraba, lo tomó del hombro con una mano y con la otra le tocó la frente. –¿Te sientes bien Peter? –preguntó.


–Sí –contestó y se hizo instintivamente para atrás.


Rick arrugó el entrecejo –estás… parece que tienes fiebre. –Declaró sin soltarlo.


Entonces Peter recordó su inminente resfriado. Con todo lo que pasó, olvidó que tenía que tomar su medicamento. Algo bastante descuidado, considerando que él sabía perfectamente lo que ocurría cuando se resfriaba: perdía sus súper poderes.


Que ridículo. ¿Qué dirían sus archienemigos si se enteraban? Que el punto débil del –orgullosamente dicho– Amazing Spider-Man era el virus de la influenza.


–Estoy bien Rick, no te preocupes –Peter retiró la mano de su compañero con un movimiento lento. –Todo por el privilegio de vivir en NYC ¿no? –bromeó.


Winter, otra alfa del grupo le dedicó una sonrisa –no sabes el susto que pasé cuando te vi en el noticiero Petey, estoy tan feliz de que no te lastimaran. –Utilizó un tono que le recordó mucho al que usaba Liz, su antigua compañera del colegio, para dirigirse a él. Ternura con una muy pequeña pizca de amor.


–Ah… gracias –Peter no sabía qué decir. Ahora que lo pensaba, prefería la atención de todo el grupo a tener a dos alfa pendientes de sus movimientos.


Entonces las puertas del laboratorio hicieron el típico “bip” que indicaba que alguien con acceso autorizado ingresaba y Tony Stark se abrió paso en el lugar como el dueño que era.


–Parker, creí que hoy no vendrías a trabajar. –A diferencia del resto de sus compañeros, quienes se pusieron nerviosos mientras intentaban fingir que trabajaban en lugar de cuchichear, el mencionado se sintió un poco sorprendido.


Desde el incidente de esa mañana había recibido la llamada de dos personas. La primera fue de su tía a la que tuvo que repetirle cinco veces que se encontraba en perfectas condiciones; la otra fue de Fury, el director de SHIELD. A él no le contestó. No tenía ganas de reportarse.


Debió suponer que enviaría a alguien a interrogarlo. Pero no esperó que fuera Iron-Man.


Se encogió ligeramente de hombros como respuesta casi al mismo tiempo que Tony le señalaba la pantalla que estaba al fondo del laboratorio. Ahí siempre tenían formulas, pero en ese momento estaba en streaming el noticiero con la imagen de los bomberos removiendo los escombros de la tienda de ropa y retirando el espectacular de la mitad de la calle.


–Esas son noticias de última hora ¿no?


–Sí, la policía solo me hizo unas preguntas antes de dejarme ir. Pensé que era mejor venir aquí que ir a casa. –No quería pensar en la cantidad de personas heridas o muertas durante el atentado.


Tony ladeó la cabeza levemente, en un gesto que hacía cuando intentaba comprender algo que lo molestaba y al final le hizo un gesto con la mano.


–Acompáñame –Peter miró de reojo a sus compañeros –vamos a la enfermería, necesitas un chequeo rápido –continuo Tony para no levantar sospechas. Como si presentarse en persona no las levantara lo suficiente.


Para el resto podría parecer únicamente raro, pero para Peter también significaba que algo malo había ocurrido o estaba por ocurrir. –Estoy bien señor Stark –protestó, pero aun así lo siguió fuera del laboratorio y camino a los elevadores.


Claro – comentó el mayor mientras ambos ingresaban al elevador. Tony le lanzó una mirada de reojo a los internos antes de que la puerta del elevador se cerrara. –Creí que el estilo héroe anónimo era lo tuyo.


–Si bueno… – Peter hizo una mueca mientras el elevador se ponía en marcha. Tony no había indicado un piso, pero, aparentemente, JARVIS siempre sabía hacia dónde se quería dirigir su creador. –No tuve mucho tiempo para hacer las cosas como hubiera querido.


Pasaron varios segundos en silencio hasta que las puertas del elevador se volvieron a abrir. El viaje fue relativamente largo y hacía arriba, así que Peter intuyó que estaban en una de las zonas de acceso restringido en Stark Industries.


–¿Dónde estamos? –preguntó mientras salían.


–Necesito que respondas unas preguntas sobre lo que pasó esta mañana.


–No fue nada que no pudiera controlar.


Tony negó levemente. –Créeme, tengo mejores cosas que hacer que ser tu niñera. Pero eres mi responsabilidad y mientras más pronto me saque a Fury de encima mejor. Además me preocupa tu salud mental.


Mientras ambos entraban a una oficina privada Peter bufó.


Él no era no agente de SHIELD per sé –nadie se había molestado en otorgarle un contrato laboral y mucho menos pagarle por sus actos heroicos–, pero Fury había reclamado su “propiedad” y a cambio de “permitirle” patrullar en NY siempre tenía un ojo sobre él.


Al principio protestó, pero al ser el más joven e inexperto de todos, nadie lo apoyó con su caso. Después, cuando logró unirse a Los Vengadores, Tony había prometido hacerse responsable de él.


“Mejor yo que ellos”, fue lo que dijo para convencerlo y, en parte, tuvo razón. Al principio creyó que Tony, en su calidad de alfa, estaría muy tentado a controlarlo. Pero, la verdad era que podía contar con los dedos de una mano la cantidad de veces que su guardián había cuestionado su proceder.


–No necesito una niñera, y ¿qué tengo de malo? –se señaló la cabeza.


El mayor no se molestó en responderle de inmediato, primero hizo unos cuantos movimientos con las manos hasta mostrar un holograma con la grabación de las cámaras de vigilancia en la calle donde ocurrió la explosión y algunas tomas de Daily Bugle Communications.


–Por un momento creí que te revelarías ante todos –dijo señalándole la escena donde se veía a Peter temblando, intentando rescatar a la niña. – Pero, dejar tu vida en manos en manos de Deadpool, ¿estás pasando por alguna “etapa” de adolescente?


Peter arrugó el entrecejo mientras veía la imagen de Deadpool y él a mitad de la calle, justo cuando el mercenario le estaba apuntando a la cabeza. Prestó atención a la barra de reproducción y se preocupó aún más. Lo que a él le habían parecido un par de segundos en realidad habían sido dos minutos.


–Ya no soy un adolescente, y no paso por ninguna etapa –gruñó –tengo 19 años. Esto –dijo señalando al mayor y a él– creo que tenía sentido hace dos años, pero ahora me parece que ya no estamos en ese momento.


–18  –corrigió Tony.


–19 –alegó Peter, mirando a su interlocutor con una expresión indignada.


–No vamos a hablar sobre eso –Stark levantó las manos para dar a entender que su posición como guardián no era el tema de la discusión.


–Además ¿una etapa? –Peter lo miró con una mueca– si tuviera algún problema ¿de verdad crees que esa es la mejor manera de preguntarlo?


–Por algo siempre utilizo condón –el mayor se excusó antes de parar la cinta donde Peter respondía al mercenario. –Sólo tengo dos preguntas y después te dejaré ir.


Peter abrió la boca para protestar, pero se lo pensó mejor y permitió que el mayor continuara hablando.


–¿Sabías que Deadpool estaba ahí? –Peter negó y ante su respuesta Tony hizo una mueca. Era difícil saber si su negativa había sido una buena o una mala noticia.


Pasó un par de segundos en silencio antes de hacer la segunda pregunta. –¿Crees que, por algún motivo, él sepa algo sobre tu verdadera identidad?


El castaño abrió los ojos, asustado al contemplar la posibilidad. Sólo Fury, Stark, Matt, muy probablemente MJ y Johnny conocían su identidad y, para él, ellos ya eran muchas personas.


–No… pero, creo que lo que pasó fue una coincidencia –sintió la necesidad de decir aquello porque lo hacía sentir bien.


–Con Deadpool no existen las coincidencias – Stark declaró, serio y Peter entró en pánico. Él también lo sabía. Deadpool podría ser un lunático, pero no tomarlo en serio y no sospechar de él era un grave error. ¿Por eso Fury lo había llamado?, ¿sabían algo que él no?


–¿Qué pasa? –preguntó con miedo.


Tony se dio cuenta de que lo había alterado, así que se acercó a él para ponerle una mano sobre el hombro –nada –intentó tranquilizarlo– no tenemos ninguna pista, sólo eso –señaló la pantalla donde aún estaba la imagen de Peter y Deadpool congelada –si te dijo algo, si hay algo que debiéramos saber. Nos ayudaría mucho que nos lo dijeras.


Peter volvió la mirada a la pantalla y el corazón se le aceleró. En alguna misión pasada o en algún trabajo reciente ¿Deadpool lo había descubierto? Se preguntó ¿qué estaba pasando por su cabeza en esa mañana?, ¿qué hacía?


 


La respuesta era que en ese instante Peter no quería que el mercenario matara al hombre del lanza gradas. Pero también lo estaba oliendo. De hecho, recordaba que Deadpool olía muy, muy, bien. Tanto que lo había calmado en ese momento y, el recuerdo, lo estaba calmando ahora.


Tenerlo cerca le había causado una sensación de paz, que jamás había experimentado antes. Ni siquiera cuando el tío Ben le leía un cuento antes de dormir, porque jamás sintió un cosquilleo en el vientre bajo mientras su tío le relataba alguna historia.


Tony apretó el agarre que tenía sobre su hombro e inconscientemente olisqueó el aire.


Sin duda la cercanía que Tony y Peter compartían y la pose que el primero tomó podría considerarse acoso laboral, pero, Peter no se sintió intimidado. Como horas antes, todo a su alrededor desapareció.


Claro, a diferencia de Deadpool, Tony sólo olía un poco diferente a como siempre, y ese cambio sólo lo hacía un poco más atrayente. Muy poco. Olía más como familia que como pareja. Eso, sin contar que Tony también olía a compañero de Steve Rogers.


Peter se inclinó un poco hacia él para identificar bien el aroma y su acompañante hizo lo propio.


Ninguno de los dos eran personas muy físicas. Salvo los ocasionales apretones de manos o gestos de apoyo, siempre mantenían la distancia. Así que ese comportamiento era anormal. Después de todo, su relación era más parental que otra cosa y a pesar de que Spider-Man siempre olía a beta, Tony sabía que era un omega.


–Sr. Stark –la voz de JARVIS se escuchó por encima de los inexistentes pensamientos de ambos y entonces un golpe de realidad los atacó. Los dos se echaron para atrás como si una fuerza invisible los hubiera repelido.


–¿Qué demo.. – dijo Tony tapándose un ojo y acariciándose la sien con una mano. Como si repentinamente tuviera un terrible dolor de cabeza.


Peter abrió los ojos a más no poder y se dio cuenta de lo que había pasado. Era un tonto. Ahora todo tenía sentido. Comenzó a tartamudear – es me-mejor que me vaya… no-nn-o me siento bien. No sé qué... me tengo que ir.


Corrió para salir de la oficina. De haber encontrado una ventana cerca, de buena gana se hubiera puesto la máscara y lanzado por ella para salir de ahí lo más rápido posible.


 


Media hora más tarde entró a su departamento y, tras cerrar la puerta, lo primero que hizo fue lanzar un grito de frustración antes de comenzar a darse de topes contra la superficie de madera.


–Estúpido, estúpido, estúpido –dijo una y otra vez mientras se golpeaba. –Parker, bien hecho –gruño e ironizó.


No tenía idea de cómo había sido posible que lo olvidara. Cada que se resfriaba, le decía adiós a los poderes de Spider-Man. Y ¿qué hacía con sus súper poderes? Controlaba su aroma y su celo.


La primera vez que se resfrió fue un par de meses después de haber sido mordido por la araña radioactiva. En esa época vivía con su tía May y aún no se le había cruzado por la cabeza utilizar sus habilidades para suprimir su celo, así que tomó su tratamiento, como siempre lo hacía, y se tiró en la cama hasta que la fiebre se fue y sus poderes regresaron.


La segunda vez que cogió un virus, estaba con MJ y su enfermedad no había coincidido con su ciclo. Así que sólo se acurrucó en los brazos de la chica y se dejó llevar por la embriagante sensación de ser un omega al cuidado de un alfa.


Pero ahora, después de lo ocurrido con el Sr. Stark. Dios, que horror. Todo encajó. Los olores, su imprudencia y la forma en que usó sus feromonas para atraer a un alfa. Probablemente estaba en las primeras etapas de su celo o, tal vez, al final de su ciclo. Por culpa de la fiebre, sus súper poderes iban y venían. Y con ellos, su control, así que no podía identificar ningún síntoma. Ni siquiera un poco más de humedad entre las piernas.


 


Tenía más de tres años sin experimentar un celo. No recordaba cómo debía sentirse. ¿Ansioso?, ser un omega en celo, sin inhibidores que había ido a su trabajo e intentado atraer a su jefe, Iron-Man, lo ponía más que ansioso.


¡Quería hacer un agujero y ocultarse ahí hasta que Tanos le hiciera el gran favor de destruir la tierra! Todo para no tener que volver a ver a Tony Stark en toda su vida.


Claro. También necesitaba ir a una farmacia y comprar unos inhibidores. O, mejor, pedir que se los entregaran a domicilio. No podía arriesgarse a perder el control en la calle o intentar atraer al amable señor Jenkins, dueño de la pequeña farmacia en su zona. Con tener que contemplar la idea de cambiarse de trabajo y renunciar a Los Vengadores era más que suficiente. No necesitaba también verse en la necesidad de cambiar de domicilio para no morir de la vergüenza.


Una vez calmado hizo la llamada a la farmacia y fue directo a su armario para buscar esa libreta donde se suponía que llevaba el conteo de sus ciclos. Tenía mucho tiempo sin anotar, así que, aunque fuera una persona extremadamente regular, era poco probable que lograr hacer un conteo exacto.


Cuando tocaron el timbre Peter ya tenía un número, pero sabía que no era correcto. Por lo que dejó la libreta de lado y se secó sus manos sudadas contra su pantalón antes de asomarse por la mirilla de su puerta. En el pasillo se encontraba el hijo del señor Jenkins, Dilan, un beta al que Peter le había echado el ojo desde el primer día que se mudó.


Al abrir Dilan le sonrió, pero él no se encontraba de ánimos para devolver el gesto, ni siquiera quería sostener una charla corta. Así que despidió al chico como si no le interesara y aunque vio a Dilan hacer una mueca de desconcierto pensó que se preocuparía por eso después. Ahora debía ir y meterse en la cama.    


No estaba seguro de en qué etapa del celo estaba, pero daba lo mismo. Tan pronto se tomara los inhibidores y descansara un poco todo volvería a la normalidad.


Se enterró en las almohadas y a pesar de que quería olvidarlo todo, su mente comenzó a torturarlo con los eventos de ese día. No deseaba pensar en Iron-Man así que prefirió enfocarse en Deadpool. ¿Sería posible que conociera su identidad secreta?


Probablemente debería investigar más a fondo. Si el mercenario iba a causar problemas en su ciudad, o a él, lo mejor era mantenerlo vigilado y persuadirlo para que se marchara. Entonces, mientras repasaba escena por escena. Entre adormilado y, sorpresivamente, en calma. Lo recordó.


“¿Qué haces?” – Deadpool le había preguntado qué hacía y él creyó que se refería a por qué quería evitar que asesinara al tipo de la granada, pero seguramente no fue eso.


 


Peter apretó los ojos con fuerza y ahogó un quejido de frustración. Si lo pensaba bien, también había intentado atraer a Deadpool. Durante dos minutos y en cadena nacional.


 


Entre todas las personas presentes, el mercenario era quien tenía el control de la situación. La persona a la que todos estaban mirando con expectación y miedo. Cualquier omega en celo, él, lo consideraría la mejor opción como pareja. Más cuando sus poderes no estaban funcionando y era incapaz de resistirse a su naturaleza y al aroma de Deadpool. 


 


Si bien el resto identificaba a Spider-Man como beta y, hasta esa mañana, Peter sólo se había encontrado al mercenario mientras fingía serlo. Lo cierto era que sus sentidos funcionaban todo el tiempo como los de un omega. De hecho, su mutación los había potenciado, así que incluso superaba a un alfa.


 


Entonces ¿Por qué ahora Deadpool olía tan bien?, ¿por qué tenía que oler tan bien? Cuando nunca antes había olido así. Celo o no, ese aroma no era normal. Suspiró. Sabía que no iba a llegar a ningún lugar ahora que su mente estaba repleta de pensamientos inconexos. Después de todo, su suerte siempre era terriblemente mala, pero ese día en particular había sido un desastre.


 


Horas después, cuando despertó de su siesta, ya se sentía bien. Tanto el inhibidor como el antigripal ya estaban haciendo efecto. Era un poco tarde, pero aun no era de noche, así que se dio una ducha para despejar sus ideas y se preparó para ir a visitar a su tía May.


May era un alfa de la vieja escuela que intentaba adaptarse a los nuevos tiempos. Aun así, veía a Peter como un omega que necesitaba de un alfa que lo cuidara, por lo que durante la cena tuvo que escuchar sus insinuaciones sutiles respecto a que no hubiera estado en peligro esa mañana si tuviera una pareja que se hiciera cargo de mantenerlo seguro.


Su tía lo distrajo, pero no lo ayudó a mantenerse tranquilo. Así que alegando que se estaba haciendo de noche, se despidió de ella. Sin embargo no fue directo a casa, en su lugar, prefirió ponerse el traje de Spider-Man y salir a patrullar.


El aire frío de Nueva York golpeando su rostro y llevándose sus preocupaciones, mientras se balanceaba de un edificio a otro, era lo que necesitaba. Aquel era su verdadero elemento.


No importaba que fuera atípico a su naturaleza. Los rascacielos eran su territorio, él dominaba todo desde los cielos y nadie podía decir lo contrario.


Se paró en el borde de un edificio, alzó los brazos y lanzó un grito para desfogar toda su frustración y energía acumulada. Quería liberarse de todos sus problemas.


–Jack, no eres el rey del mundo.


Peter escuchó esas palabras a su espalda y al girarse con rapidez vio a Deadpool sentado sobre la boca de un ducto de ventilación. Si no hubiera hablado, no hubiera sido capaz de percibirlo. Sin embargo, por su posición, parecía que el mercenario tenía mucho tiempo ahí, probablemente lo vio llegar.


El viento corriendo con fuerza, su desconcierto y las imágenes de todo lo que había ocurrido esa mañana, hicieron que Peter perdiera el equilibrio y cayera de espaldas al vacío. “Yo nunca me tropiezo” pensó y antes de que pudiera reaccionar y lanzar su telaraña sintió como el anti héroe lo tomó de la mano derecha para evitar que siguiera cayendo.


Peter abrió los ojos a más no poder, miró los treinta metros que tenía para caer y después fijo la vista en el mercenario, sintiendo que el corazón estaba por salírsele del pecho.


Se miraron fijamente un par de segundos hasta que Deadpool volvió a hablar. –I’ll never let go, Jack – le dijo, con un tono de voz juguetona y justo después lo soltó.


–¿Qué? – Peter lanzó un grito ahogado. Aunque sólo cayó otros cinco metros antes de recordar que debía activar su lanza telarañas. –¡Deadpool! –gruñó molesto mientras escuchaba al mercenario doblarse de risa en la azotea del edificio.


 


 


Notas finales:

Esto ha sido un poco de transición pero espero que igual les gustara. Mis tiempos sólo me permiten actualizar cada 15 días, pero les prometo que el siguiente capítulo valdrá la pena la espera.

Saludos gente linda.

Yais


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