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Alice Human Sacrifice por Yami Red eyes

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Notas del capitulo:

 

Una eternidd para actualizar, sorry.

 

 

Mientras, unos niños siguieron el camino del bosque

Y tomaron té bajo un árbol de Rosas.

La invitación que les llegó del castillo

 Era un naipe de corazones.


La cuarta Alicia eran niños gemelos
por curiosidad llegaron al País de las Maravillas

Pasaron muchas puertas encontrando pena y dolor.

Y finalmente llegaron hasta aquí.

La hermana mayor era obstinada
y el hermano menor era muy listo

Fueron los que más se acercaron a ser la Alicia Real

Pero…

Nunca pudieron de su sueño despertar

Y vagaron eternamente por el País de las Maravillas.

 

 

-Alice cuatro-

 

 

Yuya Sakaki—tez pálida, ojos grana, cabello esponjado hacia atrás en dos colores, abajo rojo y en la copa verde —, era un chico muy alegre y vivaz a sus 13 años de edad, gozaba de amigos y lujos, su pasatiempo favorito era hacer malabares callejeros aunque no necesitara las limosnas. Estaba comprometido con una bella chica peli-rosa, de enormes ojos azules, tez blanca y figura esbelta, de nombre Yuzu Hiragi, ella venia de noble familia quién le daría herederos en un futuro no muy lejano. Siempre se la pasaba regañando al chico por hacerse el tonto en cualquier lugar que se parase.

—¡Damas y caballeros! ¡Se abre el telón para el teatro callejero! ¡Solo paguen con sus mejores sonrisas y disfruten el espectáculo!

Comenzó lanzando tres bolas de tenis al cielo y hacerlas circular por sus manos sin dejarlas caer. La gente aplaudía mientras Yuya cambiaba de pose cada vez más difícil sin dejar perder la acrobacia.

Astral miraba con profundo interés el desarrollo de su acto.

—Pregunten lo que sea y yo les responderé. —Sakaki Decía a la audiencia con la seguridad de poder resolver lo que sea que cuestionaran, eso para demostrar su gran capacidad de usar múltiples funciones en su cerebro sin equivocarse.

—¿Cuánto es 56 por 60? —una persona se atrevió a participar, también para poner en ridículo al “cirquero” preguntándole de matemáticas.

—Eso es fácil—hizo una pausa—3360 sin error.

Algunos sacaron su celular para hacer el cálculo, la ovación no se hizo esperar al corroborar la respuesta.

—¿Cuándo fue la culminación de la segunda guerra mundial? —gritó otro.

—8 de mayo de 1945—Cambió de pose, le dio tiempo de sacar de su chaqueta un palo de madera de 90cm de alto, para mantener rodando una de las bolas con una mano mientras con la otra seguía haciendo malabares.

Todos aplaudieron excitados por la certeza.

—¿Cuál es la capital de Greenwich?

Yuya soltó una carcajada.

—La que tú le quieras darle a ese meridiano que está en tu corazón.

Todos rieron, Yuya se divertía a la vez que hacía feliz a las personas. Tenía talento e inteligencia, tenía fama y dinero, tenía amor y amigos, solo tenía un único defecto.

—¡Sakaki Yuya! —su prometida había llegado a sacarlo de balance, le dio un golpe con un enorme abanico haciendo caer todas las pelotas.

La gente se sorprendió pero no dijo ni hizo nada.

—¡¿Hasta cuándo dejarás de hacerte el tonto?! ¡No quiero que mi prometido sea visto como un bufón de circo, Shaaaandaro! —zarandeaba al chico quién solo se dejaba hacer. Tristemente la muchedumbre iba disipándose debido a esa agresividad.

—¡Y...Y…Yuzu espera!

Era una chica inteligente pero agresiva. Su apariencia frágil podía hacer pensar a cualquiera que era una “damisela en peligro”, mas Yuya sabía exactamente qué clase de gorila era.

La chica suspiró. —No tienes remedio, pero debes madurar para mí.

Yuya se incorporó, sacudió el polvo de su ropa mientras hablaba.

—Pues si no me vas a dejar ser como soy, será mejor que vayas buscando otro marido. —parecía desinteresado por completo.

—¡Nada de eso, tu eres mi prometido y yo tu futura esposa. No hay nadie mejor que yo para que lo sea!

—¿Nadie? Ah, claro que lo hay.

—¡¿Ah, sí?!—la chica se preocupó, ahora se estaba arrepintiendo de fastidiarlo tanto.

—Sí, es alguien maravilloso, lleno de encanto y personalidad. Cuyo talento lo ha llevado a conocer como se mueve el mundo, además de ser hermoso, e inteligente, bastante carismático...

Sonaba increíble, Yuzu de inmediato optó por disculparse, no quería que la cambiara por nadie. Ella dependía por completo del estatus social de su prometido puesto que su familia estaba pasando por una grave crisis financiera.

—Yuya, yo lo sient…

—Sí, soy yo mismo, ¿Qué mejor persona en este mundo para mí que yo? No los culpo por querer tenerme, yo soy fabuloso, puedo sacarlos de su ignorancia y…

Yuzu fue enfureciendo en el transcurso que Yuya alardeaba de sí mismo, un nuevo “abanicazo” había dejado un chichón en la cabeza del joven talentoso.

—Auh, duele. —se sobó la parte dañada.

—¡Eso te mereces por creerte tanto! ¡Deja de hacerte el idiota y regresa a la escuela! ¡Ya no quiero que te vayas a hacerte el tonto en la calle y faltar a clases!

Sí, el defecto más grande del chico de “espectáculos” era su soberbia.

Yuzu, más que su prometida, parecía su madre; es que aquel chico era tan imprudente que se metía en problemas en cada ocasión. No eran problemas que perjudicaran a terceros, de hecho, le gustaba ayudar a la gente y ser acomedido; más bien era falta de respeto a la reputación de la familia Sakaki que lo hacía meterse en problemas con su sangre. Aunque había veces en los que realmente se metía en dificultades por su inevitable curiosidad.

Yuya era todo un caso, porque realmente era altamente entrometido.

 

 

Alice, que divertida eres. Seguramente podré prevalecer contigo eternamente. —Astral afiló la mirada sobre la figura del chico— En este mundo hace falta más personas como tú.

 

 

—¿Y bien? ¿Vas a venir este fin de semana a mi casa para que mi padre te dé lecciones de caza? —Yuzu iba caminando del lado izquierdo de su prometido. Ambos transitaban por la cera de la calle hacia sus respectivos hogares. —¿Yuya?

El chico, como siempre, iba muy distraído; pero esta vez era algo inusual, parecía que estaba buscando algo en los alrededores.

—¿Yuya?

—¿De dónde sale esa música? — tenía en su cabeza una canción que jamás había escuchado y no entendía por que se repetía una y otra vez.

—¿Música? —la chica prestó atención al ambiente pero no llamó su atención ningún sonido extraño.

—Sí, esa música.

—¿Cuál música?

 

—Dice… La primera Alicia estaba llena de valor,
con espada en mano se adentro en aquel país,
incontables fueron las pérdidas que causo,
dejando detrás solo un sendero carmesí…Esa música.

—¿Qué? Yo no escucho nada.

Sakaki sintió algo de frustración y e detuvo en seco, cerró los ojos para enfocar el sonido, estaba demasiado intrigado.

—¿Yuya?

—Shh…

Percibió de dónde provenía y sin reparos, corrió hacia ese lugar.

—¡Yuya, aguarda! ¿! A dónde vas?!

Siguió adelante, sin medir las consecuencias, sin pensar en nada más que descubrir lo que provocaba esa tétrica melodía. Pronto se vio solo, frente a la entrada del enorme parque de la ciudad, la noche caía lentamente, pero aquel sonido era un poco más fuerte ahí.

—Es por aquí. —siguió la resonancia; para él era excitante, una nueva aventura de muchas tantas que acostumbraba; su corazón se agitaba por la adrenalina y el misterio, sin embargo, esta vez algo en el fondo de su ser le gritaba que parara y regresara corriendo, mas su curiosidad pudo más.

Siempre podía más.

No mucho andar, vio un periódico en el suelo, lo recogió dándose cuenta que era un diario viejo, tenía la noticia estelar de la muerte del vocalista de Gx; inexplicablemente miró algo inusual en la fotografía donde ilustraban a los paramédicos llevando la camilla donde yacía el artista. Tras todos ellos había una silueta blanca, de ojos amarillezcos, flotando entre ellos. Nadie en la foto parecía percatarse del humanoide.

—¿Qué rayos es…?

Escuchó de repente un ruido no muy lejos de ahí, como si alguien pisara una rama, de inmediato se viró para encarar lo que fuera que sea.

Efectivamente había alguien a la distancia; parecía un hombre andrajoso, muy nervioso, de cabello azabache maltratado y canoso, ojos azules.

“La liebre, la liebre, me sigue molestando, no me deja, no me deja tomar el té”. Era lo que ese extraño hombre decía una y otra vez, aterrado, insano.

De repente un ruido espantoso hizo eco en los árboles, tan fuerte que hizo saltar el cuerpo de Yuya; parecía un grito de un joven seguido de un disparo.

“Yo sé que eres importante para mi mundo, no puedo mandar cortarte la cabeza. Eres mi sueño, eres parte de mí.”

Esa última voz siniestra parecía decírselo a otra persona, Yuya dio dos pasos hacia atrás y calló en sus sentaderas; ya había tenido suficiente agitación por un día.

Sin más observaciones se levantó y corrió despavorido, sin embargo el parque parecía haberse transformado en un espeso bosque, pues el camino que había seguido había desaparecido y solo estaba adentrándose más y más.

—¡¿Qué es esto, que está pasando aquí?! —la música seguía sonando, cada vez más fuerte y retorcida.

 

Alice…—la voz de Astral fue audible esta vez. Los ojos grana miraron hacia todas direcciones, deteniéndose en la copa de los árboles, estaba aterrado, buscó al dueño de dicha voz eléctrica.

 

Y la melodía parecía salir de ese lugar, se escuchaba justo en ese punto donde estaba parado. De repente, frente a él, vislumbró una tarima, donde el viento parecía darle vida a las hojas que se alzaban como remolinos en ese lugar.

Astral había ganado habilidades y poder con la adquisición de sus tres últimas Alicias, pero esta sería la Alicia definitiva.

 

Los niños tienen mejores sueños hermosos. —la voz siguió hablando. —Alicia, tú serás la mejor.

 

—¿Quién eres? ¡Llévate todo mi dinero, mi celular, mis zapatos, pero déjame ir!

Luces fantasmales iluminaron el pequeño escenario, y fue entonces que Astral se dejó ver a los ojos atónitos del simpático chico.

—¡Ahhhhhh! —Sakaki cayó de espaldas al suelo. El grito había sido espantoso.

Entonces Astral aprovechó el shock para meterse en la boca del muchacho.

Después calma y silencio.

Yuya ocultó su mirada bajo su flequillo, no había expresión alguna en su rostro por varios minutos, hasta que de un momento a otro entró en razón y parpadeó varias veces.

—¿Qué carajos pasó? —temblaba, ya todo había regresado a la normalidad. —¡Corre, corre! —se dijo en histeria.

 

 

Al día siguiente

 

 

Aun no había olvidado las imágenes y voces extrañas que lo torturaron en el parque. Pero siendo honestos, la explicación a esos hechos le intrigaba; sobre todo la figura de ese ser blanco y luminoso que se había manifestado ante él. ¿Qué pudo haber sido?

—Yuya. —su prometida lo alcanzó rumbo al colegio —Me alegra mucho que decidieras no saltarte las clases hoy.

—Yuzu, dime. ¿El parque de Domino esta hechizado? — Fue una pregunta inusitada, ¿pero que era normal en la vida de Sakaki Yuya?

—Primero se saluda con un “buenos días”, grocero. —hizo puchero.

—Perdón, buenos días, ahora sí. ¿Ese lugar está embrujado?

—Que repentina pregunta, pero no. Creo que nadie ha reportado casos paranormales en ese lugar.

—¿Segura?

—Así es, no hay nada malo con ese lugar. ¿Por qué?

—Ayer fui y me pasaron cosas muy extrañas. Vi un fantasma.

—¡Fantasma! ¡Qué miedo! —abrazó sus libros— Pero nadie ha muerto en ese lugar.

—Debe haber un error, debe ser un alma en pena, no, varias almas en pena.

—¡Oye. No me asustes!

 

Yuya…—escuchaba una voz femenina y familiar, pero al dar un vistazo a todas partes no había nada fuera de lugar.

 

—¿Dijiste algo?

—¡Que no me asustes!

 

Yuya…— otra vez, buscó la fuente del sonido pero a diferencia de la música del día anterior, este solo parecía un llamado sin origen.

 

—¿Estás bien? —Yuzu comenzó a extrañarse por el comportamiento de su prometido.

—Sí, sí…eso creo. —su cuerpo se sentía incómodo, algo no estaba bien con él, pero debía vencer esa sensación de vértigo. Era mejor no darle importancia.

—Por tu propio bien, eso espero.

Las clases comenzaron.

 

 

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La vida parecía normal en su totalidad, todo en su lugar, la rutina de siempre. Lo único diferente eran las voces que escuchaba en su cabeza y sueños extraños. A veces despertaba a mitad de la noche todo agitado y sudando.

Sobrevivió así un mes, aparentando ser el mismo de siempre. Guardaba ese secreto de locura muy celosamente; no fuese que alguien lo llevara con un psicólogo y destruyera su libertad.

Por eso nunca dejó de sonreír, aunque por dentro estaba aterrado.

 

—¡Damas y caballeros! ¡Se abre el telón para el teatro callejero! ¡Solo paguen con sus mejores sonrisas y disfruten del espectáculo!

Aquel día comenzó lanzando sus acostumbradas tres bolas de tenis para el show. La gente aplaudía y se divertía

—Pregunten lo que sea, y yo les…—había perdido la concentración, más allá de la multitud había un chico hermoso. La gente lo abucheó cuando dejó caer las pelotas al piso, pero él estaba hipnotizado por aquel ángel del cielo.

Su corazón se aceleró inexplicablemente, necesitaba saber quién era él, de donde venía y por qué de todas las personas que pasaban por ahí en ese día, solo él había llamado su atención.

—¡Espera! —fue tras del misterioso joven, abriéndose paso entre la confundida multitud.

“! Espera!” Gritó una y otra vez, mas parecía que aquel muchacho lo estaba provocando. Ni una sola vez volteo a verlo.

La sorpresa de Yuya fue grande cuando aquel desconocido había entrado al parque y casi perdido el rastro.

 

El país de las Maravillas, Alice. Tu verdadero hogar. Bienvenida de regreso.—Astral le daba fuerza haciéndose pasar por su subconsciente, como a todas las demás Alice. Incitó a Yuya a entrar y este solo se guio por su “conciencia”.

 

Buscó por el parque, en cada rincón, con mucha prisa, sin embargo parecía haberse esfumado; solo familias sonrientes y algunos enamorados, estaba exhausto.

Bajó la vista algo abatido, temía no encontrarlo de nuevo.

 

Alicia, mira— Astral señaló a la distancia; había un enorme árbol de rosas rojas que nunca había visto ni cuando se puso a buscar al chico.

 

Lentamente se acercó para tentar la rugosidad del tronco de ese gran espécimen.

—Nunca había visto este árbol en este lugar. —se dijo en voz alta.

—Es porque nunca pones atención a lo que te rodea. —la voz lo había sacado de sus cavilaciones. Miró con determinación justo de tras de ese gran monumento natural.

—¡Eres tú!— así era, el chico que buscaba, sentado sobre una manta de picnic tomando el té.

Era un chico exactamente a él, pero de cabellos alborotados y parados en dos colores; en su mayoría era un negro brillante y la parte frontal resaltaba mechones violetas, poseía unos intensos ojos azul claro, casi grises.

—¿Gustas sentarte? —replicó con elegancia aquella belleza.

Yuya no dijo mucho, ni siquiera podía apartarle la mirada. Lentamente se sentó frente a el interesante personaje, tomando la otra taza de té que ya estaba servida.

—Prueba. —invitó a beber. Yuya lo hizo sin más.

—Sabe a cereza.

—Es de muchos sabores.

—Ahora sabe a plátano.

—Me alegra que te guste.

Yuya no podía evitar sentirse confundido pero no así estaba seguro de lo que sentía

—Me llamo Yuya Sakaki, es un gusto.

—Yo soy Yuto, el placer es mío.

—¿Ya notaste que somos iguales en la cara?

—Pensé que nunca lo dirías, es curioso, ¿no?—sorbió de nuevo sin darle importancia.

—Sí, pero…¿por qué? Yo no tengo hermanos.

—¿Quién dice que no? Podríamos serlo sin saberlo.

—¿Podríamos?

—O quizás sea solo una coincidencia.

—Quizás…

Con forme platicaban se daba cuenta que tenían mucho en común, los mismos gustos, las mismas metas y desagrados; Yuto también tenía una prometida, esta se llamaba Ruri. Pero al parecer en personalidades diferían. Yuto era elegante y misterioso y Yuya parecía hacer mofa de todo lo que veía.

Y así pasaron la tarde; bastante placentera por cierto. Estaban acostados en el pasto mirando las estrellas sin parar de hablar o de reirse.

—Ojalá te hubiera conocido antes, Yuto. —suspiró cuando pronunció aquel nombre.

—Pienso lo mismo, Yuya. —Había parecido tener el mismo efecto.—¿Qué tal si nos volvemos a ver mañana?

—Me ofendería si no fuera así.

—Entonces tenemos una cita.

Se sonrieron. Tímidamente se habían tomado de las manos sin darse cuenta. El viento soplaba acariciándoles el rostro.

Al final se despidieron como buenos amigos y cada quién partió a su respectivo destino.

Así fue que la Felicidad invadió a Yuya, la verdadera felicidad. Iba saltando de alegría por todas partes suspirando el nombre de Yuto.

 

Yuya—ya casi no hacía caso a las sicofonías que lograba escuchar, ahora tenía algo más importante que curiosear, y tenía nombre y unos hermosos ojos azules grisáceos.

 

 

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Pasaron así 360 días exactamente y tanto Yuya como Yuto salían con frecuencia como cualquier pareja normal. Yuzu ni siquiera se había enterado, su prometido era bastante escurridizo.

Al final de cada día, siempre regresaban al parque, específicamente debajo de ese árbol de rosas donde se sentían muy a gusto.

Yuto representaba todo lo contrario a Yuya; era romántico y serio, Yuya siempre fantaseaba por ser tomado por él.

Se besaban hambrientamente, tocándose los puntos privados. Reían cómplices por su gran amor.

—Te amo, te amo, Yuto.—gemía sobre los labios de su homologo. Este le daba una respuesta recíproca.

Era su secreto después de todo, nadie lo sabía, Yuya estaba muy bien así, tanto que deseaba poder vivirlo para siempre.

Una tarde Yuya llegaba al rosal como cada día. Le regalaría un anillo de compromiso a su futuro esposo como muestra de que iba en serio con él. Era una anillo hermoso, de diamantes violetas y forjado con oros, luciendo un grabado cursi. Seguro le gustaría tanto como él.

Estaba practicado la manera de declararle su “felices por siempre” a Yuto, cuando todas sus expectativas se vinieron abajo en cuanto encontró a otra persona bajo el árbol que era el nido  amor de su pareja.

—¿Ah? ¡Hola! —el nuevo visitante se paró en un salto. —No sabía que estaba ocupado este sitio. —se rascó la nuca.

Yuya quedó perplejo, era otro hombre hermoso, igual a él, pero con sublimes ojos azules del color del mar. Tenía un peinado atrevido de cabello azul marino de la parte trasera de su cabeza y grandes mechones amarillos de la parte de frene, que parecían bananas a simple vista.

—N…No hay problema, mi nombre es Yuya Sakaki. —se apresuró a simpatizar.

—Yo soy Yugo, jeje, un placer, Yuya.

—No, al contrario, el placer es todo mío.

 

 

Vaya, otra belleza como nos gusta. Alicia debes tenerla también. —Astral era ambicioso, ya no aconsejaba, solo ordenaba.

 

 

Comenzaron a hablar y a conocerse.

Al igual que a Yuto, Yugo amaba las mismas cosas que esos dos; solo era la personalidad que variaba. Yugo era enérgico y agresivo, era un cavernícola alfa si así le podríamos determinar a su actitud busca pleitos, pero parecía inofensivo y sensual.

Yuto había llegado, tímidamente se había incorporado con esos dos. Al final los tres terminaron riéndose de anécdotas divertidas, muy parecidas entre sí, pero con diferentes protagonistas.

Una nueva amistad florecía sin esperarlo.

 

YuyaYuya…

 

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Nunca había imaginado pertenecer a un trío.

Los tres estaban parados frente a la enorme cama King size dentro de un Hotel de paso, estaban todos tomados de las manos sin saber exactamente lo que debían hacer.

Ya ocho meses de su relación y solo habían conocido superficialmente sus partes íntimas y cada lunar del cuerpo, pero ahora ya no era suficiente, querían más, porque los tres sentían que era amor de verdad lo que hacía palpitar sus corazones y creían ciegamente que esa era una forma de expresar ese genuino afecto.

Entregar la virginidad era un regalo cenit como muestra de amor puro. Entonces Yugo tomó la iniciativa, comenzó besando a Yuya hambrientamente, Yuto por otro lado degustaba el cuello del chico de espectáculos.

Era el momento, poco a poco las prendas desaparecieron de sus cuerpos, los rincones estaban expuestos y los homólogos ansiosos. La exploración se dio de manera natural, ninguno de los tres se quedó con las ansias de conocer cada punto sensitivo del cuerpo del contrario.

De un momento a otro, Yuya ya estaba puesto a cuatro succionando la virilidad de Yugo con la cavidad de su boca, mientras Yuto lo preparaba con el pre semen del oji carmín.

Los gemidos inundaban la habitación, la excitación estaba en su máximo apogeo, todo se valía con tal de complacer al ser amado, o mejor dicho seres.

Yugo se puso bajo el chico de espectáculos, poco a poco comenzó a penetrarlo ganándose un gemido unísono.

Yuto se posó sobre del mismo chico y también comenzó a penetrarlo.

—Ahhh uuummmhhhh

Placentero, dolorosamente placentero. Yuya tenía a sus dos amados dentro de su cuerpo y no desearía que fuese de otro modo. Lo difícil fue cuando comenzaron a moverse y ensancharme aun más su ano. Esos dos rápidamente habían alcanzado su punto G dándole una sensación indescriptiblemente deliciosa.

Estrellas en el techo comenzó a alucinar, amaba esos gemidos, de todos por igual y la fricción piel a piel, era el nirvana.

Una última estocada provocó el climax y el término de  esa maravillosa experiencia cargada de erotismo y amor. Acto que se repetiría por siempre, pues estaba convencido en casarse con los dos.

 

Yuya…

 

 

Durmió muy a gusto entre los brazos de sus dos hombres.

 

 

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Un año y medio de su relación, ya ni siquiera se escondían de sus respectivas prometidas, incluso Yugo tenía una prometida de nombre Rin; ahora ya eran historia.

Los tres hombres se preparaban para contraer nupcias en contra de sus familias, títulos y prejuicios sociales. Los tres estaban encantados con cada uno, se amaban a su manera y no dejaba de ser amor.

—Vamos, dense prisa. —antes de casarse, como un acto romántico, querían declararse su amor debajo del frondoso árbol de rosas que los unió.

Yuya llegó hasta su lugar habitual, mas se sorprendió de encontrar una carta con un sello en forma de castillo en el.

—¿Una carta? —curioseo Yugo arrebatándole el objeto de las manos. 

—¿De quién es? —preguntó Yuto.

Yuya volvió a coger el sobre.

—Pues averigüemos.

La carta contenía un naipe de corazones, y sobre de él venía escrito:

 

Felicidades por tu boda Alicia,

Quiero darles un regalo muy especial de mi parte.

Te espero.

-Yuri-

 

Reflejaba unos números que obviamente eran unas coordenadas.

—¿Yuri? —cuestionó Yugo esperando a que alguno lo conociera.

—Ignorémoslo—sugirió Yuto— Vámonos, se nos hace tarde. —incitó, incluso comenzó a caminar, pero Yuya permaneció estático mirando el comunicado; sus ojos parecían haber tomado un rojo brillante espeluznante, envuelto en un aura oscura.

—¿Yuya?

Sakaki Yuya, conocido por meterse en problemas, sobre todo cuando ganaba su curiosidad.

—Yo iré.

—¡¿Qué?! —ambos prometidos se exaltaron.

—¿Estás loco? Ni siquiera lo conocemos.

—Lo sé, pero ¿no es excitante? Vamos a tener esta última aventura antes de casarnos. Como si fuera una despedida de solteros.

Yugo y Yuto se miraron a las caras, no estaban de acuerdo con esa exploración repentina. “No” era la respuesta definitiva; pero miraron el entusiasmo de Yuya tan infantil y enérgico que no pudieron evitar complacerlo.

—Será la última.

—Sí, la última vez.

 

 

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Localizaron el lugar gracias a internet, efectivamente era una casa enorme parecida a un castillo, en una zona elegante de estatus muy superior.

Yuya se acercó al timbre sosteniendo la carta con una mano y tembló sin comprenderlo.

 

Yuya...

 

Alicia, no, esta vez no, Alice. No entres ahí, si lo haces no volverás a salir—Era la primera vez que Astral sonaba preocupado. —Regresa.

 

Yuya dudó, quería saber quién lo había llamado, pero su “conciencia” esta vez estaba en foco de alerta que no sabía qué hacer.

 

No, Alicia…—el sueño insistió. —No vayas.

 

De repente todas las voces que lo habían estado atormentando desde que entró al parque hasta ese día, sonaron con fuerza en su cabeza al mismo tiempo.

 

La liebre sigue molestándome…—era ahora la voz de aquel andrajoso.

¿Ves? El rojo siempre representará el amor y la pasión…—de nuevo la voz del cantante.

No puedo mandar cortarte la cabeza... —la voz tétrica también.

Yuya…—otra vez esa voz familiar y femenina.

 

 

—¡Ya, ya cállense! —tocó el timbre finalmente, devastado por las voces sin pensarlo bien. Yugo y Yuto se preocuparon por él.

—Yuya, ¿estás…—Yuto no pudo seguir con su pregunta, las enormes puertas se abrieron de par en par y un chico elegante, de cabello morado con mechas rosas y una mirada afilada rosada, les daba la bienvenida.

Yuya estaba atónito, otro más bellamente, sublime como él.

—¿Tú nos llamaste?

—Sí, mi nombre es Yuri. Por favor pasen. —el primero en entrar fue nuestro protagonista, seguido de sus prometidos que tenían un mal presentimiento.

 

 

Vaya, que decepción—Astral salió del cuerpo de Yuya dejando al muchacho a su suerte. Yuri había visto al sueño maligno y solo le dedicó una última mirada siniestra junto con una sonrisa cínica antes de que las enormes puertas se cerraran tras de él y los muchachos.

 

 

Astral ganó más fuerza sin duda, pero había perdido a otra Alicia.

 

Los humanos son débiles. —se dijo, había tenido la esperanza de vivir en Yuya por siempre, alimentándose de su felicidad. —Adiós, Alicia.

 

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El lugar era enorme, era soberbio, todos quedaron sorprendidos por la decoración victoriana.

—¿Por qué nos llamaste?

Yuri los miró demostrando confianza y una sonrisa retorcida.

—Bueno, siempre lo he dicho. —hizo una pausa dramática poniendo tensos  los presentes, su expresión calmada se tornó enloquecida— Nunca me ha gustado la competencia.

Chasqueó los dedos y de la nada un enorme perro con alas de murciélago se le echó en sima a Yugo, destrozándole el rostro y arrancándole la piel a pedazos.

—¡NO, YUTO! ¡YUTO!

Ninguno de los dos pudo hacer algo, los gritos de agonía de Yuto los pusieron a temblar.

Otro chasquido y las plantas que decoraban el lugar apresaron a Yugo de las extremidades, lo jalaron con mucha fuerza, la intención era separarle los miembros.

—¡NO, YA BASTA, BASTA! —Yuya calló sobre sus rodillas, agarrándose la cabeza, sus lágrimas pavorosas empaparon su rostro..

 

¡YUYA!... —de nuevo esa voz.

 

—Jajajaja —Yuri se divertía con el acto. —!Damas y Caballeros! ¡Se abre el telón para el teatro callejero! ¡Solo paguen el espectáculo con sus mejores sonrisas!

De las paredes se formaron máscaras de caras sonrientes, todas se reían escandalosamente con el “acto” de Yuri.

—¡Ya! ¡Ya basta! ¡Detente! ¡Para! —aunque se le acabara el aire de los pulmones con sus gritos e imploraciones, Yuri no cesó hasta haber asesinado a sus pretendientes de la manera más gráfica posible. —¡Nooo!

Todo había acabado. Yuri se acercó a un traumatizado Sakaki, estaba orgulloso de su espectáculo y esperaba que su homologo también lo haya disfrutado.

Entonces tomó delicadamente el rostro en shock de Sakaki para darle un fogoso beso.

—Vagaremos eternamente por el país de las Maravillas—lo volvió a besar—Solo tú y yo, mi amor. Después de todo, no hay nadie mejor para ti, que tú mismo.

Le tocaba sufrir a él. Yuri tenía preparado el “acto de amor” para su futuro esposo.

Yuya reaccionó cuando aquel terrible chico le arrebató la camisa manchada de sangre.

—¡NOOO! ¡ALEJATE! ¡ALEJATE DE MÍ! ¡BASTA!

 

—¡YUYA! —Yuzu miró aterrorizada el cambio repentino de su prometido; de inmediato las sirenas de alerta sonaron y tres doctores entraron a la habitación esponjosa para sujetar el cuerpo del oji carmín que se retorcía y gritaba con violencia.

—Suministren 5ml de morfina. ¡Ya!

—Tranquilo, tranquilo… —dijo otro, la sustancia iba pasando a través de las venas del paciente.

—Yuya…—La preocupación de Yuzu crecía con el tiempo, ya hace más de tres años que su prometido había caído en ese estado, dese el día que había escuchado una melodía que solo él percibía, lo encontraron en el parque sobre un rosal de espinas.

Yuzu lo iba a visitar cada día y clamaba su nombre con la esperanza de hacer que reaccione; pero solo decía incoherencias y su cuerpo a veces se movía de forma extraña. Aun así, parecía feliz, hasta ese momento que sería su primer ataque de ansiedad y locura, el primero de muchos de ahora hasta el fin de sus días.

Yuya estaba atrapado en sus propias pesadillas.

 

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Astral volvía a estar solo, pensó mucho en lo que le había pasado a sus Alicias y también se sorprendió del poder que había adquirido de cada una.

Los humanos eran frágiles y estúpidos. Incluso dentro de su propia mente, podían volver el sueño en pesadilla.

Fue entonces que pensó que él era un ser superior y que la humanidad solo servía como fuente de alimento.

Seguiría entonces aprovechándose de cada intento de Alicia que encontrara, ya que se había dado cuenta que la verdadera Alicia jamás había existido. Nada ni nadie podrían destruirlo jamás, y mucho menos dentro de su “Mundo de las maravillas”.

 

 

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30 Años después.

 

—Ya se me hace tarde, los veré en la noche.

 

Aquel muchacho de 16 años se apresuraba para llegar al colegio. Era un chico de tez blanca marmoleada, ojos esmeraldas con abundantes pestañas y cabello azul marino, peinado extravagante. Lucía algunos mechones rosas.

Astral había terminado con su última Alicia y por mala suerte del destino, aquel hermoso chico había llamado su atención.

—Buenos días Yusaku. —saludó un joven peliblanco con mechas rojas y lentes de armazón verde.

—Buenos días, Takeru.

 

Sí, buenos días Alicia…

 

Notas finales:

 

-FIN DE ALICE CUATRO-


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