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Dulce Tentación por Mari-Sponge

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Notas del capitulo:

¡Al fin! Luego de milenios, logré actualizar ;u;

Los días pasaban, y los gritos de Yuri por todo el lugar, eran ya una constante en la vida de los Katsuki. Sin embargo, más de una vez, Yuuri tuvo que idear la forma de sacar al rubio del establecimiento, para calmar los nervios de los huéspedes. Desde la mañana, Viktor no dejaba de lanzar filosos comentarios al rubio; a veces, con un deje de inocencia, otras, con toda la intención de hacer enojar al Gatito. No lo iba a negar; le encantaba ver las expresiones de tan bella criatura, descubriéndose más de una vez, con las ganas de alargar la mano, y acariciar la tersa piel. Tenía que conformarse con solo observar, sonriendo ante el ceño fruncido del rubio, ganándose más improperios de aquella tentadora boca.

—Debes calmarte, Yurio.

— ¿Y cómo mierda quieres que me calme, si ese estúpido anciano no deja de ponerme los nervios de punta? –murmuró con enfado el chico, tallando con fuerza los platos que ayudaba al moreno a lavar. Yuuri soltó un largo suspiro; era la tercera vez que le pedía lo mismo al chico, sin lograr avance alguno. — ¿Por qué no tratas de ignorarlo? –sugirió de repente, cerrando la puerta de la alacena. –Es más fácil decirlo que hacerlo, Cerdo –rebatió el ángel, enjuagando el jabón de los trastes. –Y nunca lo harás, si no lo intentas, al menos una vez –apremió el moreno, despeinando un poco a su compañero de quehaceres, ignorando el suave sonrojo que se apoderaba de aquellas mejillas. –Bien –respondió casi por debajo de su aliento, ganándose una de las más bellas sonrisas del moreno.

Y tal como lo había prometido, aquella mañana durante el desayuno, todas las respuestas dadas al albino, eras escuetas o monosílabos. Los papeles se habían cambiado. Ahora el irritado, era Viktor; ¿cómo podía mantenerse tan calmado? Odiaba ver la expresión fría y desinteresada del ángel. Necesitaba hacerlo enfadar, incomodarse, sonrojarse, verle sonreír aunque fuera un gesto fingido y forzado. Respiró hondo. Necesitaba calmar las ganas de poseer a aquel chiquillo; encerrarlo, y obligarlo a mostrarle todas esas muecas que tanto lo fascinaban. El simple hecho de imaginarse al rubio a su merced, lo excitaba sobremanera. Pero también estaba ese dulce chico de cabellera azabache y mirada caoba. ¿Cómo sería corromper la afable alma de aquel muchacho? Usó su vaso de jugo, como un escudo para la maliciosa sonrisa que logró curvar sus labios, mientras sus ojos se paseaban de una a otra de sus presas.

***

—Dime Yuuri… ¿acaso no tienes alguna novia en el pueblo? –soltó esa tarde el albino, aprovechando a estar a solas con el moreno. — ¿N-novia? –soltó sorprendido y nervioso, dejando las tazas de té en la mesa. –Si si, una novia –insistió Viktor, sonriendo bobamente. –Quiero decir, no es posible que un joven tan apuesto pase desapercibido para las chicas –añadió, con un coqueto guiño, sonriendo triunfante ante el rubor en las rollizas mejillas. – ¡P-para nada! –el pobre Yuuri, presa de su vergüenza, comenzó a negar con la cabeza, y moviendo los brazos con energía. —Oh… entonces… ¿algún novio? –soltó el demonio, inclinándose hacia el japonés, con una expresión coqueta. Yuuri tragó saliva, totalmente incómodo ante la invasión de su espacio personal.

Para su suerte, Yuri entró a la sala, acompañado de Mari y una sonriente Hiroko. — ¡¿Qué mierda sucede aquí?! –exclamó el rubio, caminando con pasos pesados, sentándose entre aquel par, sin dejar de mirar furibundo al albino. –Nada, –º–¾—‚–µ–½–¾–º –respondió con calma Viktor, volviendo a deleitarse con los gestos y emociones del joven ángel. –Solo… hablábamos, ¿no es así Yuuri? –la fingida inocencia del albino, comenzaba a enfermar al rubio. Una simple caricia en su mano por parte del moreno, le recordó lo bien que había estado esa mañana; y aún enfurruñado, se esforzó por seguir ignorando al Frente de Marquesina. Algo que Nikiforov había notado, con molestia.

—Estábamos hablando de lo apuesto que es su hijo –volvió a hablar el albino, sonriendo a Hiroko. –Apuesto a que tiene a muchos pretendientes –continuó, bebiendo un sorbo de té. –Quiero decir, no me molestaría tener una cita con un chico tan apuesto –prosiguió el albino, mirando de soslayo al rubio, quien temblaba de la molestia que aquellas palabras le provocaban. El apuesto hombre prosiguió, coqueteando descaradamente con Yuuri, bajo la silenciosa e incómoda mirada de las mujeres. —3… 2… 1 –pensó divertido Viktor, sonriendo socarrón, admirando el rostro encendido del chico. –Que ganas de que sea navidad, y pararnos debajo de un muérdago…

— ¡Cállate! –explotó Yuri, divirtiendo al demonio a su lado. — ¡Eres un jodido sin vergüenza! –para entonces, Mari y su madre habían salido de la sala, para poder revisar a los huéspedes. –No te avergüences, –º–¾—‚–µ–½–¾–º. Puedes unirte a nosotros –respondió con un guiño. ¿Su respuesta? Recibió un limpio puñetazo en la cara, con la respiración pesada. Silencio. — ¿Yurio? –y al escuchar la dulce voz del moreno, el rubio volvió a sus sentidos. Él era un ángel, no podía comportarse de esa forma, no debía sucumbir a aquellas provocaciones. Sin decir algo más, salió del lugar, casi corriendo, como si intentara escapar de alguien. — ¡Yurio! –el japonés salió tras el menor, ignorando la divertida sonrisa de Nikiforov.

Notas finales:

Lamento haber tardado, pero me entró un bloqueo horrible con este fic u.u


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