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Poisoned por Ellie77

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Todos los derechos de Voltron: Legendary Defender pertenecen a Lauren Montgomery y a Joaquim Dos Santos.

Advertencias: AU ǀ Yaoi (Boy’s Love) ǀ Contenido heterosexual ǀ Lime ǀ Short!fic ǀ Lenguaje inapropiado ǀ OoC.

Pairing: Klance (Lance x Keith).

N/A: Espero que les guste :3

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ǀ Poisoned ǀ

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—¿Cuándo supiste que sentías algo por Shiro?

Un mes ya había pasado desde que pactó ese absurdo trato con Lance y hasta el momento las cosas estaban resultando a su favor. Había ganado a una persona con la cual charlar acerca de lo que le acongojaba —algo que realmente le hacía falta desde hace mucho—, un hombro en el cual llorar y, además, por si lo anterior fuera poco, sexo sin ningún otro compromiso más que el de satisfacerse.

Lance había resultado ser todo un estuche de monerías. Sí, seguían enfrentándose por cosas absurdas y sus peleas podían llegar a darse por motivos estúpidos, no obstante, llegada la noche o cuando estaban a solas, sin importar el motivo que lo propiciase, sus encuentros resultaban ser los más apasionados que Keith había tenido a lo largo de toda su vida.

Justo ahora se encontraban estudiando en la sala, solos, ambos apoyándose mutuamente en sus trabajos con la firme promesa de aprobar los últimos exámenes. Keith dejó a un lado el libro de física para poder enfocar su atención en Lance y su extraña interrogante.

—¿A qué viene esa pregunta?

—Curiosidad. —Su compañero se encogió de hombros.

—Deberías concentrarte en tus cosas, sabes —dijo, señalando la tarea de McClain a medio hacer.

—Necesitamos un break. Solo quería hacer conversación.

Kogane soltó un suspiro. No se trataba de que ya llegados a ese punto no confiara en Lance lo suficiente como para no contarle un detalle tan simple, sino que más bien no venía al caso hacerlo. Sin embargo, debido al repentino semblante serio de su amigo, se sintió de alguna manera obligado a responder.

—Siempre lo supe —comenzó, meditando sus palabras —, aunque también siempre me detuve. Pensaba que estaba confundiendo el cariño que le tenía. —Otra pausa —. Aun así, a pesar de que llegué a salir con más personas… él siempre seguía ahí, siempre estuvo ahí. Un día solo decidí reconocerlo.

Esperaba no haber sido demasiado cursi en sus palabras y expresiones.

El rostro de Lance, como pocas veces, no expresaba nada.

—Si sientes todo eso por él, ¿cómo es que puedes soportar verlo con otra persona?

No tenía ni la menor idea. A Keith siempre le había aliviado el hecho de que Shiro nunca le hubiese prestado gran atención al romance en su vida; las escasas novias que llegó a conocerle le duraron menos de un pestañeo y, por más entusiasmado que se viera en un principio, Kogane nunca le escuchó decir que amara a alguna de ellas. Ilusamente creyó que siempre sería así.

Cuando supo de la existencia de Pidge esta era demasiado joven como para que Shiro la considerara una mujer; tendría escasos quince años y no era más que la hermana menor del amigo que había logrado hacer entre clases. ¿Quién se hubiera imaginado que las cosas entre ellos terminarían como eran en la actualidad?

Shiro, a diferencia de las ocasiones anteriores, ya había reconocido delante de Keith cuánto adoraba a Katie Holt.

—No lo sé. Creo que me gusta verlo bien y ella lo hace feliz.

—Eres masoquista, eso pasa. —McClain lo miró con un deje parecido a la lástima; Kogane frunció el ceño ante ese detalle —. Pero en parte creo que te admiro. Yo nunca podría hacer algo como eso.

—Gracias, supongo.

Ninguno dijo nada más. Dando por terminada la conversación, Keith volvió a tomar el libro para poder continuar con su resumen.

—¿Keith, puedo hacerte otra pregunta? —Fue una suerte que Lance le interrumpiera antes de que volviera a concentrarse.

—Pues ya lo estás haciendo.

Lance tardó unos segundos en exponer su nuevo cuestionamiento.

—¿Cuándo lo hacemos… piensas en Shiro?

Keith abrió los ojos más de la cuenta, primero por la sorpresa y después por la incredulidad. ¿De verdad McClain le habían preguntado algo como eso? ¿Y qué se suponía que debía contestar? ¿Debía ser sincero o guardarse las cosas como en la mayoría de las ocasiones?

Tomando en cuenta la relación que mantenía con Lance y que este se había convertido en una especie de confidente, lo mejor era ser honesto con su respuesta.

—A veces lo hago.

Lance le regaló una sonrisa torcida.

—Me lo imaginaba.

 

3.

Lovefool.

 

Las horas de estudio se intensificaron mucho más con el pasar de los días. Los exámenes finales se encontraban a la vuelta de la esquina y tanto Lance como Keith debían esforzarse al máximo si es que querían salvar su semestre.

Durante sus últimas sesiones se les unió Hunk, jugando un papel de tutor más que el de otro estudiante que también deseaba repasar para sus pruebas; igualmente Shiro se hizo hueco en la mesa de estudio aunque él más enfocado en dar unos cuantos toques a su tesis que otra cosa, al final terminó ejerciendo un papel parecido al de Hunk.

—Yo creo que ambos ya están listos —mencionó Hunk con una amplia sonrisa adornando su rostro —. Se han esforzado mucho y puedo apostar mi almuerzo de un mes a que aprobarán con buenas calificaciones.

—También lo creo —secundó Shiro —. A pesar de que no sé nada acerca de tu carrera —mencionó mirando a Lance —, sé que realmente lo has hecho bien en esta ocasión. —Ahora posó su vista en Keith —. Y a ti solo te faltaba poner más empeño.

—Sabes que no soy bueno para estas cosas…

Shiro le miró a los ojos, sonrió de esa manera que tanto le fascinaba. Keith podría morir ahí mismo.

—Eres muy inteligente, Keith —interrumpió —, lo único que necesitas es esforzarte un poco más.

—Como sea. —El aludido desvió la mirada.

Lance, al notar el bochorno de Kogane, se levantó de su asiento y con fuerza apoyó las manos en la mesa. Pasó la mirada de Shiro a Hunk y de Hunk a Shiro y con una amplia sonrisa casi gritó:

—¿Y qué haremos para festejar nuestro esfuerzo?

Ninguno respondió de inmediato. Shiro suspiró, Hunk comenzó a rascarse la nuca y Keith rodó los ojos, aun así, internamente, agradeció a Lance por haber desviado la atención hacia él. No quería seguir recibiendo esa mirada de Shiro sino era de la manera en la que le gustaría, o al menos hasta que lograra superar lo que sentía por él.

—¿Y bien? —Lance insistió.

—Debo ir a con el Doctor Holt a ajustar algunos detalles de la investigación. Lo más probable es que me quede a cenar —informó Shiro.

Ante esa respuesta Lance asintió, girándose de inmediato hacia donde Hunk para evitar que Shiro fuera a hablar de más. Kogane sonrió débilmente al darse cuenta de que Lance ya parecía conocerlo bastante bien, interpretando sus gestos a la perfección tanto como para percatarse de la incomodidad que le generaba Shiro en ciertas situaciones.

—Y yo ya había acordado con Shay de llevarla a ver una película —justificó Hunk —. Además los festejos son después, hermano, cuando ya hayas pasado todos tus exámenes, sobre todo el de sociología.

—Supongo que tienes razón.

—Primero demuéstrale a esa maestra que ya no puede contigo.

—¡Lo haré! —Lance sentenció con euforia.

—¡Así se habla!

A pesar de los revolcones y de su reciente acercamiento, Keith sabía que el mejor amigo de Lance seguía siendo Hunk y viceversa. Entre ellos aún mantenían esas charlas en las que no lograba identificar el trasfondo de estas.

No es como si de repente estuviera celoso de ese vínculo, por supuesto que no. Solo que no podía sacarse de la mente la idea de que para Lance debía ser muy difícil el ocultarle la verdad a Hunk. Ese era el primer contra que le encontraba al trato que hizo con Lance McClain.

—En fin. —Lance soltó un suspiro mientras se desperezaba —, ya encontraré una forma de entretenerme mientras tanto, una que no involucre a Keith, por supuesto.

Kogane volvió a rodar los ojos.

Ciertas cosas no iban a cambiar.

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.

.

Apenas quedaron a solas, Lance se escabulló hacia la habitación de Keith.

No se molestó en tocar. Abrió sin pedir permiso y sin importarle nada se metió entre las sábanas de Kogane. Al final no hubo mucha resistencia por parte de ninguno de los dos.

Ambos cuerpos desnudos, sudorosos, el ambiente aún más sofocante debido a la excitación y al caluroso clima. Mas Keith no pensaba en nada de eso porque, tal y como Lance había dicho, mientras follaban solo pensaba en Lance y en él y dentro de esa burbuja no había cabida para nada ni nadie más.

Debido al reclamo de McClain acerca de que él siempre hacia el trabajo pesado, esta vez fue el turno de Kogane de ir arriba.

«Ahí». «No pares». «Oh, justo así». «Eres increíble, idiota».

Keith apoyó ambas manos en el pecho de Lance, tratando de tomar impulso para poder aumentar el ritmo de las estocadas.

—¡Mierda, Keith! ¡Más rápido!

Él tenía el control y era tan divertido saber que podía hacer con Lance lo que quisiera en ese momento.

—¿Por… qué debo… hacerlo?

—Mierda… ¿quieres… que te… que te ruegue? —Lance soltó entre suspiros, intentando sonreír a través de sus muecas.

—No estaría mal.

—Entonces… —Lance le tomó por las caderas, evitando así que siguiera moviéndose con total libertad —… Entonces hazlo tú también.

McClain atrajo el cuerpo de Kogane hacia sí y, aprovechando la cercanía, tomó el rostro de Keith con ambas manos para poder plantarle un beso que al otro dejó sin aliento.

Comenzó suave para después volverse apasionado; sus lenguas luchando por alguno ser el ganador. Keith pasó los brazos alrededor del cuello de Lance para poder intensificar el beso todavía más si era posible.

Sin embargo, de la nada, Lance se alejó.

—Ruégame también —sentenció entre jadeos —, pídeme que te vuelva a besar de esa forma, imbécil.

Golpe bajo.

Keith Kogane cayó.

Atrajo con rapidez el rostro de Lance para poder besarlo nuevamente mientras el otro aprovechó para tomar sus caderas y de esa manera aumentar el ritmo de las penetraciones.

Nadie ganó al final.

.

.

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—Joder, Lance, ¡no me abraces!

Keith intentó huir de las garras de su acompañante, fallando rotundamente en su intento. Los brazos de McClain le envolvieron de forma delicada, incluso repartiendo tiernas caricias en su espalda. Kogane no pudo hacer nada más que suspirar, derrotado.

—Me gusta hacer estas cosas luego del sexo.

—Pues a mí no. Estamos sucios, es asqueroso. —En realidad a Keith eso le daba igual. Solo no le gustaba pretender algo que no era.

—A mí me parece romántico.

—El romance no va entre nosotros —declaró. Sintió que sonó más rudo de lo que le hubiera gustado.

—Lo sé, lo sé, pero esto no es más que un capricho —comentó McClain con una sonrisa —. Es solo algo que me gusta hacer y ya, no lo pienses demasiado. Y ten en cuenta que si te enojas tanto te saldrán arrugas más pronto —rio al finalizar.

—Sabes que a mí eso no me importa.

Lance volvió a reír, su risa le retumbó en los oídos debido a la cercanía. Keith se sintió más relajado. Dejó que Lance lo abrazara, esforzándose por también disfrutar ese contacto. Quiso imaginarse que se trataba se Shiro, que sus fuertes brazos lo envolvían mientras le miraba a los ojos con dulzura. No pudo. Por más que se esforzara no podía concentrarse en nada más que no fuera Lance, en su piel morena, cabello castaño y ojos profundos.

El contacto no le desagradó pero tampoco terminó por gustarle. Se sentía bastante extraño una muestra de afecto de ese tipo por parte de McClain hacia su persona, más cuando hasta hace unos meses se suponía que se detestaban.

Si bien no pudo recrear el espejismo de ser abrazado por Shiro, no pudo sacarse de la cabeza la idea de que jugar a querer a Lance y viceversa no era nada más que un error. «Error», la palabra tabú para Lance. Esa era la segunda desventaja que le encontraba al trato.

Todavía entre los brazos de Lance, cerró los ojos. Lo que necesitaba era dormir un rato. Entre los estudios y el sexo había quedado agotado.

—¡Lance, Keith, ya llegué!

El grito de Hunk hizo que Keith abriera los ojos de golpe y que Lance se alejara de él en tiempo récord. McClain se levantó de la cama y miró a su alrededor, estaba en shock y parecía que no tenía ni la menor idea de qué debía hacer. Keith estaba igual o peor, no pudiendo mover ni un solo músculo.

—¡Traje a Shay conmigo!

Bien, eso solo pudo empeorar todavía más el escenario. Lance se llevó las manos al rostro, comenzando a masajear su sien. Luego de inhalar y exhalar profundamente, daba la impresión de que logró poner en orden sus ideas. Comenzó a buscar su ropa y se la puso lo más rápido que pudo; Keith, aún sorprendido, imitó su acción.

Kogane ya se encontraba vestido pero Lance, para desgracia de ambos, no encontraba su playera lo que provocó que volviera a entrar en pánico; no ayudaban en nada los gritos de Hunk llamándolos ni la suave voz de Shay respaldándole.

—¿¡Viejo, dónde estás!?

—¡Aquí estoy! —gritó Lance, ya los nervios pudiendo con él.

Keith le hubiese gritado también pero no quería empeorar más la situación de lo que de por sí ya estaba. Debía pensar en una buena coartada antes de que Hunk pudiera sospechar algo y de que Lance la cagara más.

Cuando escuchó los pasos de Hunk acercarse, su mente quedó en blanco.

—Lance, ¿estás aquí? ¿Por qué? —Preguntas demasiado difíciles de contestar —. Keith, dime que no lo metiste a tu cuarto para golpearlo; hay otras formas de resolver las cosas.

Como el sexo, por ejemplo.

 —Nadie ha golpeado a nadie, Hunk —informó Lance.

La silueta del aludido se alcanzaba a distinguir por la rendija debajo la puerta. Keith pasó saliva, debían pensar en algo y pronto.

—¿Entonces es el fin del mundo o qué? —preguntó Hunk, incrédulo —. Ustedes no pueden estar en una misma habitación sin nada turbio de por medio.

Hunk tomó el picaporte, al notar que tenía seguro comenzó a agitarlo. Exclamó un «¿por qué tienen la puerta cerrada?» que erizó las pieles de los otros.

Ya no había manera de ganar más tiempo. La mente de Keith hizo corto circuito y Lance seguía demasiado preocupado por el paradero de su playera como para idear alguna excusa.

—Este… no… —mencionó Lance mientras aún buscaba con la mirada —. Estaba aburrido y pude convencer al emo de Keith de… ¡de ver una película!

Excusa pobre pero bienvenida. Kogane pensó que pudo ser mejor pero, a final de cuentas, ¿qué podía decir él? Al menos Lance ideó algo.

—¿En serio? —Casi podían visualizar la ceja alzada de Hunk.

—Nadie puede decirle que no a un maratón de Star Wars, ni siquiera Keith.

Kogane se aguantó la rabieta para poder continuar con la mentira, ya se las pagaría después.

—Así es, Hunk.

—¿Entonces por qué no se escucha nada? —Silencio como respuesta —. ¿Me dejan entrar?

—¡No! —gritaron al mismo tiempo.

Bien, la coartada improvisada no sirvió mucho tiempo.

Justo en ese instante, por suerte, Lance encontró su playera; esta estaba metida en la abertura entre la cama y la cómoda de Keith. Kogane suspiró, aliviado, solo para segundos después recordar que tenían un problema mucho mayor todavía por resolver.

Aún y cuando ya estuvieran vestidos, no podían dejar que Hunk entrara, ni siquiera que echara un vistazo. ¿Cómo justificarían el olor agrio en la habitación? ¿La cama revuelta? ¿El semen en las sábanas? ¿Los chupetones en sus cuellos?

—Bien, Hunk, es que la verdad… —Keith comenzó pero su frase quedó a medias. Miró a donde Lance, ya completamente vestido, en busca de ayuda —. Nosotros… Lance estaba… él y yo…

—Yo estaba… —Pronto una sonrisa surcó el rostro de McClain. Keith supo que podría tratarse de una idea idiota pero al menos ya tenía algo en mente. Era eso o nada y prefería cualquier cosa antes de que su relación quedara expuesta —. Es que a Keith le salen granos por estrés, ¿acaso no lo habías notado? Por todo esto de los exámenes su cara es un desastre.

Kogane se tocó la cara como acto reflejo; al instante su ceño se frunció. McClain más idiota no podía ser.

¡Iba a matarlo!

—En realidad lo veo casi igual. ¿Pero eso qué tiene que ver? —En serio lo había creído? ¡Por favor!

—Pues mucho. Convencí a Keith de probar una de mis mascarillas. Estamos justo en medio de un tratamiento facial para que tenga piel de bebé. Es vergonzoso para él, no insistas, Hunk.

Iba a matar a Lance de forma lenta y dolorosa. Si se pudiera lo clonaría solo para matarlo de nuevo… y dejar una copia de repuesto para poder seguir follando con él.

—Por favor, Hunk, aún no puedo quitarme esta dichosa mierda de la cara. —Se vio obligado a seguir el juego.

Lance alzó el dedo pulgar para luego susurrar un «bien hecho». Keith tan solo suspiró.

—En ese caso los dejó. Shay y yo prepararemos la cena. —¡Aleluya! ¡Hunk les creyó esa historia tan idiota! —. Este… —guardó silencio un rato, de seguro no sabía qué decir —. Suerte en eso, chicos.

—Gracias —contestó Keith con pesadez.

Una vez que se escucharon pasos alejarse, Keith se abalanzó sobre Lance el cual intentó huir corriendo alrededor de su cuarto, como si realmente pudiera escapar. Kogane tomó una almohada, sabía que no ocasionaría mucho daño pero necesitaba desquitar tan solo un poco su coraje el cual aumentó a medida que la sonrisa de Lance.

—Tienes que admitir que fue una buena coartada.

—No lo fue y me dejaste en ridículo.

—Vamos, Keith, tómalo con humor. Mejor eso a nada. —Una almohada casi estampa contra el rostro de Lance —. Vamos, cálmate, no queremos que se dé cuenta de algo. Además, Shay está aquí.

—Solo quiero joderte, me vale una mierda quien esté aquí o no.

—Y yo también quiero que me jodas pero este no es el momento. —Otra almohada fue lanzada, ahora sí estampó en su rostro.

Keith intentó calmarse, respirar profundo y contar hasta diez. El enojo no disminuía y la risa de Lance solo aumentaba su cólera.

Sin embargo, su risa era contagiosa.

Cuando menos se dio cuenta, también se encontraba riendo.

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El momento de presentar los exámenes llegó. Las respuestas fluyeron en Keith de una forma en que jamás lo habían hecho. Al momento de entregar cada una de las pruebas, estaba seguro de que aprobaría.

Por suerte la espera para saber los resultados no fue demasiado larga. Estos fueron entregados apenas una semana después y, tal y como se lo esperó, superó sus propias expectativas. ¡Logró salvar su semestre y con buenas notas!

Salió del salón de clases con una sonrisa que ninguno de sus otros compañeros le había visto. Keith no podía despegar la vista de las hojas que tenían una A en color azul. Jamás le había ido tan bien en ningún otro examen. Escuchó a alguien correr detrás de él mas no le prestó mucha atención; no fue sino hasta que esa persona lo abrazó por la espalda, casi tirándolo en el proceso, que salió de sus cavilaciones para mirar al culpable con el ceño fruncido.

Antes de poder maldecir a la madre de Lance y a toda su familia, este casi le estampa una hoja en la cara. En lo primero que Keith se fijó fue en la gran A que también resaltaba a la vista.

—Oficialmente he dado por terminado el semestre y con excelentes calificaciones, para variar —se jactó McClain. Keith negó con la cabeza sin poder evitar sonreír en el proceso. Últimamente sonreía mucho.

—Puedo decir lo mismo. —Le pasó sus pruebas a Lance para que las examinara —. Ahora sí apoyo esa loca idea tuya de festejar.

—¿Tú, riendo tanto y queriendo salir de fiesta? Creo que puedo morir ahora, Keith, o quizá ya estoy muerto.

Kogane volvió a reír y Lance no pudo evitar seguirlo también. Pasado el momento de risa, ambos quedaron mirándose.

Por alguna extraña razón, Keith sintió que debía hacer algo mas no tenía ni la menor idea de qué. Miró a Lance a los ojos, todavía intentando descifrar qué era lo que hacía falta; McClain, por su parte, tampoco despegaba la mirada, aunque parecía igual de confundido.

Al final ninguno de los dos hizo algo.

—Nos vemos en el departamento, ya veremos qué hacer. —Lance se despidió con un gesto de mano.

Keith se quedó mirando más tiempo del necesario la dirección por la que se marchó.

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Lance y Keith salvaron el semestre; Shiro, en cambio, terminó su etapa universitaria con honores, titulado antes de tiempo y con un trabajo en puerta, aguardándole.

La graduación fue un evento discreto, aun así Shiro los invitó a todos a la fiesta. Keith, animado de su mejor amigo lo considerara, se dio el lujo de desempolvar el traje que su tenía guardado para ocasiones especiales. Hizo un esmero por arreglarse lo más decente que pudo, fallando rotundamente en el proceso; aunque al lado de Lance cualquiera quedaba como un cero a la izquierda.

—Keith, haz algo con ese cabello. —McClain le regañó, medio en broma, medio en serio. Kogane se pasó por el arco del triunfo su sugerencia.

El salón en el que se llevaba a cabo la celebración era bastante grande, era evidente que la universidad había invertido en el festejo. La decoración, mantelería y los bocadillos eran increíbles. Lástima que Keith no podía disfrutarlo.

Shiro se la había pasado todo el rato solo con sus padres y la familia Holt, ignorando a sus amigos por completo; Hunk estaba con su siempre inseparable novia y Lance, el muy maldito de Lance, apenas comenzaron a sonar los éxitos del verano, se levantó con la excusa de bailar con un par de chicas; a pesar de que lo invitó, Keith declinó la oferta —él no bailaba y menos electro house o latina—. Así que lo único que le quedó a Kogane fue amargarse solo.

Pasado el rato, ya con dos tragos en el organismo y el calor invadiendo su cuerpo, decidió ir a refrescarse un poco; con solo mojarse la cara estaría bien. Se levantó sin decir nada, después de todo Shiro estaba en su mundo y ni siquiera notaría que se había ido.

Buscó los baños con la mirada, para su mala suerte, porque aún era el rey de esta, lo que encontró fue a Lance hablando con una mujer que Keith ni se molestó en examinar, ambos demasiado cerca el uno del otro.

El estómago se le hizo un nudo. Así que el idiota de Lance lo había dejado solo para tratar de inmiscuirse entre las faldas de alguna fémina. Imbécil. ¿Dónde quedaba el amor que tanto le profesaba a la princesa y el trato que tenían? No cabía duda de que continuaba siendo el mismo Don Juan de pacotilla de siempre.

Antes de poder acercarse a donde él, sus miradas se cruzaron. Lance le dirigió algunas palabras a la amable señorita y esta terminó por marcharse. McClain sonrió cuando vio al otro acercarse; Kogane, en cambio, estaba hecho una furia.

—Sigues sin perder oportunidades, ¿no es así?

Lance pronto negó con la cabeza.

—Vamos, no es lo que piensas. Es solo una maestra —justificó con una sonrisa, sonrisa que se ensanchó a los pocos segundos —. ¡No me digas! ¿estabas celoso?

—Deja de decir idioteces, por supuesto que no.

—Vamos, viejo, al menos miente. Eso me emocionaría.

—No estoy jugando, idiota.

La sonrisa de Lance logró esfumarse con esa frase.

—Tú lo eres más por estar enojado sin razón alguna.

—Tengo mis razones para estar como estoy.

Keith no dijo nada más, únicamente permaneció con el ceño fruncido y cruzado de brazos. A Lance se le pasó la gracia y miró alrededor. Alcanzó a ver a Shiro al lado de su familia y de la de Pidge. Vaya, así que era eso. Había encontrado la fuente de la irritación de Kogane.

—Oye, podemos ir a otro lado si quieres —sugirió.

—No te preocupes por mí. Si prefieres la compañía de esa maestra o de cualquier otra tipa no tengo problema.

—Keith, solo estoy tratando de ayudar. Yo tampoco quiero seguir aquí.

—¿No la convenciste de ir al hotel? ¿No todos son tan fáciles como yo?

—No es lo que piensas…

—¿Entonces qué es? —Lance se mordió el labio, parecía estar pensando muy bien su respuesta. Debido a su impaciencia, Keith decidió no esperar por la contestación —. Yo me largo.

Antes de que alcanzara a dar un paso, McClain alzó la voz:

—¡No te entiendo! ¿Por qué mierda se supone que estás enojado?

Kogane permaneció en silencio, ni él mismo lo sabía. Quiso poner en orden sus ideas pero al final mandó todo a la mierda. ¿Qué meditaba de todos modos? Lo único que quería era olvidar que Shiro se encontraba compartiendo un momento importante de su vida con otra persona que no era él; también quería olvidarse de que los ojos de Lance seguían perdiéndose en cualquier figura femenina que viera.

Odiaba su situación y sus necesidades.

Sin saber qué hacer entró al baño sin pronunciar palabra alguna. Lance le siguió.

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Esperaron a que los baños quedaran completamente vacíos para poder cerrar la puerta y meterse en un cubículo. El espacio dentro de este era reducido pero no por ello la tanda de besos fue menos apasionada; las caricias por debajo de la ropa tampoco se hicieron esperar aunque estas no fueron suficientes por mucho tiempo.

La atmósfera entre ambos era parecida a la de una pelea aunque en lugar de golpes y palabras hirientes, se atacaron con besos y caricias. No era exactamente lo que Keith había buscado pero decidió dejar de pensar y solo disfrutar del extraño momento.

Lance se bajó la cremallera mientras Keith hacia lo mismo; tenían que bajarse los pantalones lo suficiente para poder realizar el acto. Kogane se giró, dándole la espalda a McClain, apoyando sus manos por sobre el tanque del inodoro.

A la falta de lubricante, tuvieron que recurrir a la saliva. Keith lo hubiera considerado asqueroso de no haber sido tan excitante; inclusive las muecas que hacían, lográndolas ver reflejadas en los blancos azulejos, eran lo suficientemente eróticas como para poner a cualquiera.

Aunque tardó más en entrar, el miembro de Lance logró deslizarse dentro de él.

Comenzó un delicioso vaivén. Las sensaciones, tanto la fisiológica sumada la adrenalina, eran exquisita para los dos. Fue un regalo divino el que nadie los interrumpiera, y si es que alguien lo hizo ni siquiera debieron notarlo.

Luego de un par de estocadas más, Lance se corrió dentro de él. Keith sintió el semen deslizarse a través de sus muslos. Esperaba que su ropa para ocasiones especiales no fuese a mancharse demasiado.

Lance salió de él y no tardó en limpiarse; Keith hizo lo mismo. Cuando terminaron, McClain le miró son una sonrisa.

—Eres un cerdo, Keith, un cerdo con mucha imaginación.

La discusión anterior quedó en el olvido. Keith tenía razón. Lance era una persona sencilla, tan sencilla que era capaz de olvidar sus problemas luego de un orgasmo.

—Era una fantasía —se encogió de hombros, siguiendo la conversación —. ¿No me digas que nunca hiciste algo así? ¿Tú, el rey de los ligues, no habías tenido sexo en un baño?

—Aunque no me lo creas, jamás. Mi concepto de fantasía es más bien hacerlo en la playa o en una piscina. En agua, básicamente.

—Podremos cumplir eso después.

—Estás muy complaciente. Estoy sorprendido.

Una vez limpios, salieron del cubículo pero antes de volver a la fiesta se quedaron mirándose a los ojos de nuevo. Keith rememoró ese día en los pasillos de la universidad, cuando se felicitaron por sus calificaciones. Se observaron de la misma forma y justo como en esa ocasión seguía haciendo falta algo, aunque a diferencia de esa vez, ahora sí se daba una idea de qué era lo que hacía falta.

Keith hizo caso a sus impulsos y actuó sin pensar, eso le salía fenomenal. Tomó el rostro de Lance entre sus manos y lo besó. Quizá fue por la falta de energía pero fue un beso bastante suave y delicado comparado a otros que habían compartido, mas eso no fue impedimento para que ambos lo disfrutaran.

—Eres una contradicción, Keith.

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Notas finales:

Gracias por leer :3


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