En el súper salón estaban dos chicos recostados cada uno en un sillón, el más pequeño con audífonos puestos y los ojos cerrados, movía su cabeza al ritmo de la música que estaba escuchando, mientras el rubio gigante, que ocupaba un sillón de dos cuerpos completo, dormía o por lo menos eso intentaba, ya que los sillones eran de cuero por lo que el movimiento del más pequeño generaba un ruido insoportable.
El pelirrosa estaba sumergido en su música y no se daba cuenta de la cara de malvado que empezaba a poner el rubio, tampoco se dio cuenta de que el más alto se encontraba muy cerca de él analizando cada expresión suya con una sonrisa maliciosa, menos se dio cuenta cuando hombre gigante que estaba a su lado empezó a levantar su pollera para ver la piel de su estómago y acercarse cara hasta juntar sus respiraciones. Es más tampoco se dio cuenta que estaba empezando a tener una pequeña erección, mientras un rubio lo besaba apasionadamente y tocaba su adoben. El más pequeño solo se percató cuando ya no escuchaba su música y solo escuchaba la voz del hermoso rubio llamándole, pero su voz no sonaba sexy o apasionada, más bien sonaba enojada.
El rubio que estaba a un costado de un dormido pelirrosa, llevaba más de 5 minutos tratando de despertarlo, moviendo su estómago, pero no hubo caso por lo que le saco los audífonos y ya molesto le hablo fuerte para que despertara.
- ¡Shuichi! – grito el rubio.
- ¡Eh! – Dijo el pequeño – ¿Yuki?
- Estoy tratando de que despiertes hace un buen rato – mientras el de ojos violetas se levantaba apresuradamente.
- Lo siento estaba sumido en un sueño.
- Me di cuenta de eso – dijo el rubio mirando la parte baja de Shu.
- No es lo que piensas.
- Es algo muy normal pequeño – el rubio se le acerco despacio – creo que tu sueño fue bastante bueno – el chico cayo de nuevo al sillón – porque está cada vez más grande.
- Eso no… - el pequeño se acordaba de su sueño y eso lo ponía más nervioso y deseoso.
- Si quieres te puedo ayudar con tu problema – el rubio ya estaba encima del enano – puedo bajar tu pequeña tensión – el rubio estaba a unos centímetros de besar al pequeño, pero fue interrumpido por un Iruka bastante furioso.
- ¡YUKI EIRIi! – grito desde la puerta.
- ¿Si? – dijo de forma muy inocente levantándose del pequeño cuerpo.
- Como es posible que estés acosando a los nuevos alumnos cuando lo que te pedí fue cuidarlos.
- Pero eso es lo que hago – dijo el rubio mientras el pequeño corría al baño.
- ¿Cómo se supone que lo estés haciendo?
- Le quería ayudar a bajar su pequeña erección.
- … - a Iruka casi se le cae la cara – eres un imbécil – miro a todos lados – ¿y los demás?
- Supongo que los nuevos fueron a conocer la escuela y los otros a perder el tiempo por ahí.
- Bueno cuando vuelvan diles que vayan a la sala 69 para comenzar con las clases.
- Bien.
- Y deja de acosar al pobre chico.
- Si, lo que tú digas – dijo cuándo el castaño salía por la puerta.
- Te lo advierto – levanto su dedo índice y se fue.
- Bien donde habrá ido el pequeñín – dijo comenzando a dirigirse al baño más cercano – ¿aún te puedo ayudar si quieres? – dijo cuando toco la puerta del baño.
- ¡Vete al demonio! –dijo el pequeño, haciendo reír al más grande.
- Bien si necesitas algo estaré durmiendo en el sofá.
Mientras el rubio tomaba otra siesta, el chico que estaba en el baño trataba de bajar su erección sin hacer tanto ruido.
Quince minutos después el chico salía del baño y se acercó despacio al rubio para saber si dormía, paso la mano por sus ojos y al no ver reacción soltó el aire que tenía retenido y bajo su mano. Lo que no espero es que una mano lo tirara hasta dejar su cuerpo entero entre el rincón del sillón y el inmenso cuerpo del rubio.
- Yuki – dijo bajito el chico - oye suéltame – el otro más lo apretaba contra su cuerpo.
- Sabes – hablo en un susurro el rubio – tienes un buen aroma – acerco la cabeza del pequeño a su nariz y respiro profundamente – tu olor es adictivo.
- Yu… Yuki… - decía el pequeño – podrías sol… soltarme por favor.
- Enano duérmete un rato – el más alto acomodo la cabeza del chico en su pecho y trato de dormir.
Aunque Shuichi no tenía la intención de dormir, no puedo aguantar más y cerro sus ojos, más que mal se sentía muy cómodo en los brazos de tremendo chico.